El documento discute la importancia de la participación desde una perspectiva humanista cristiana. Señala que la naturaleza social del hombre significa que debe participar en comunidad para sobrevivir y desarrollarse plenamente. La participación es un deber para todos que contribuye al bien común y no debe restringirse a ningún ámbito particular. Además, la participación es fundamental para la democracia, ya que permite que la gente ejerza su papel cívico y se involucre en las decisiones que afectan a la comunidad.