1. SEMIOTICA/DISCURSO
PROF. NOE SANTOS
UNAM
Tema 23. El texto como unidad comunicativa...
Las primeras tentativas de realizar una teoría del texto proceden de los
años sesenta. Roland Barthes en su artículo De la obra al texto plantea
el estudio del texto ...
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EL TEXTO COMO UNIDAD COMUNICATIVA. SU ADECUACIÓN AL
CONTEXTO. EL DISCURSO.
.- Diversas aproximaciones a la noción de texto.
Para Yuri M. Lotman (Estructura del texto artístico), se entiende por texto todo
discurso cifrado en uno o varios códigos, que se nos ofrece como una unidad de
comunicación concluida y autónoma. Son texto pues, un telegrama, una
conversación telefónica, una película, una novela, una fotografía, un cuadro de
pintura, un poema, una canción...
Desde un punto de vista semiótico el texto es una secuencia de signos que produce
sentido.
Para Barthes, Derrida y Kristeva, los textos son el lugar donde el sentido se
produce y produce una práctica significante.
Este planteamiento ha dado lugar a una semiótica discursiva o textual, en la que la
atención se fija más en lo que los signos hacen, que en los que representan.
Para Hjelmsev el texto se define por su clausura y su autonomía discursiva, serán
textos tanto la expresión ¡fuego!, como el conjunto de Los Episodios Nacionales.
Por ello múltiples teorías semióticas y textuales coinciden en señalar la coherencia
como un elemento constitutivo de la definición de texto.
Las disciplinas del texto han tenido un breve recorrido histórico. Las primeras
tentativas de realizar una teoría del texto proceden de los años sesenta. Roland
Barthes en su artículo De la obra al texto plantea el estudio del texto como un
nuevo objeto de investigación y traza una primera aproximación a su teoría.
Entiende este autor que el texto es el campo metodológico de la producción del
2. sentido. No hay que identificarlo con una obra concreta, sino con una experiencia
de lectura o escritura. La naturaleza del texto es la de ser íntegramente simbólico y
plural: "todo texto es el entretexto de otro texto". En definitiva, Barthes asocia el
texto al disfrute, al placer sin separación. Pero este núcleo teórico no puede
constituir el comienzo de una teoría del texto, ya que para este autor el texto no
puede ser objeto de una exposición metaligüística, sino que la teoría del texto sólo
puede coincidir con la práctica de la escritura.
Ha sido en Francia y en torno a la revista Tel Quel donde se ha desarrollado esta
teoría del texto como productividad, a diferencia del uso comunicativo y
reproductivo del lenguaje. Una serie de autores se agrupan bajo esta tendencia
además de Barthes: J. Derrida, Ph. Sollers y sobre todo J. Kristeva. Pero este
movimiento tiene una dimensión más filosófica y de teoría literaria que lingüística.
El desarrollo posterior de la teoría del texto no ha seguido estos pasos trazados por
Roland Barthes, ya que sus exigencias eran más bien de tipo literario que científico.
Vamos a señalar a continuación un esbozo de los principales jalones de la teoría del
texto a partir de la Escuela de Constanza, de base fundamentalmente lingüística.
De la gramática de la oración a la gramática del texto.
Tradicionalmente la lingüística sólo se ha ocupado de la palabra o de la frase como
unidades superiores de investigación. Sin embargo, en la antigüedad clásica había
una conciencia retórica del discurso como unidad superior a la oración, aunque sólo
se establecieron reglas sobre la estructuración pragmática de la enunciación.
Contemporáneamente se apreciaron efectos estilísticos en la enunciación pero no
se abordó una teoría que diera cuenta de tales efectos. Por lo tanto la teoría del
texto es un campo de investigación relativamente reciente, a pesar de que la
conciencia del texto y del discurso es muy lejana en la cultura occidental.
Los primeros intentos de teorizar las estructuras textuales fueron una transposición
de las categorías gramaticales, de la gramática de la oración, a elementos textuales
todavía por determinar. Y así, se hablaba de la gramática del texto como un paso
necesario para el estudio de las estructuras lingüísticas, ya que se apreciaban
realidades organizativas de tipo gramatical que desbordaba la noción de oración. El
parágrafo y la cláusula, eran nociones conocidas desde hacía tiempo como
estructuras supraoracionales, pero de orden tipográfico u oratorio. Por otra parte
las estructuras textuales no consistían únicamente en ser abarcadoras de varias o
3. muchas oraciones, no tenían por que ser sólo conjuntos de oraciones, pues había
textos tan parcos como un telegrama o tan extensos como una novela, y ambos no
dejaban de serlo por su extensión.
T. Todorov define el texto de una forma no oracional caracterizándolo por dos
rasgos: su autonomía discursiva, se trata de una entidad de significado completa
en sí misma; y por su clausura, el texto se concibe como algo acabado o entero.
El texto es, además, un sistema connotativo que se asienta sobre otro sistema
anterior el sistema de la lengua, básicamente denotativo.
Desde el punto de vista de la primitiva gramática del texto, se suponía que, si en la
oración había un componente fonológico, sintáctico y semántico; en la gramática
textual debería haber también la reproducción ampliada de estos tres
componentes:
La fonología del texto sería de tipo suprasegmental.
La sintaxis del texto abarcaría conjunto de frases.
La semántica del texto podría estudiarse desde puntos de vista retóricos, narrativos
y temáticos.
De estos tres últimos análisis, el que más se ha desarrollado ha sido el análisis
narratológico: las estructuras narrativas se han identificado como actantes y
funciones, hay semióticas del texto, como la de Greimas, que hacen estudios muy
minuciosos de las estructuras narrativas.
Sin embargo, este análisis vale únicamente para un tipo de texto, los de la fábula,
pero es menos útil para las demás tipologías. No obstante, hay que decir que las
preocupaciones de estos autores no iban por el camino de construir una teoría del
texto, sino una teoría de la narración, o una semántica estructural del discurso.
Fue a finales de los sesenta cuando se puso en cuestión el paradigma lingüístico
centrado exclusivamente en el análisis del sistema abstracto de la lengua, fuera
este de tipo generativo-transformacional o de tipo funcionalista. El aldabonazo de la
pragmática y la sociolingüística, despertaron a los estudiosos del lenguaje del
sueño inmanentista, que sólo quería ver las estructuras internas del sistema
lingüístico, y los llevaron a atender al estudio del uso, del habla, de las variedades,
4. del contexto, etc. La lengua aparecía como un magma demasiado multiforme si era
abordado desde el habla como para que la ciencia pudiera someterlo a una
formalización unificadora, y esto había llevado a los lingüistas, en un afán de
cientifismo, a ocuparse únicamente por el sistema abstracto de la lengua,
menospreciando las variantes como simples epifenómenos de estructuras
operativas más generales y profundas. Por otra parte, los descubrimientos hechos
en el análisis de los actos de habla presentaban unas facetas en el uso de la lengua
que no habían sido atendidas hasta ahora, pues no eran percibidas desde las
alturas del sistema abstracto.
Ello llevó a cuestionar la forma de hacer lingüística, al tiempo que aparecían las
carencias de una lingüística que se había autolimitado al estudio de la oración como
máximo horizonte organizativo de la teoría del lenguaje. La primitiva gramática del
texto buscaba paradigmas explicativos de los fenómenos supraoracionales
rastreándolos en los estructuralismos europeo y americanos.
Fue la lingüística alemana, desde Peter Hartmann en adelante, la que desde 1964
se había impuesto como objetivo la descripción estructural del discurso. En este
ámbito Manfred Bierwisch (1965) había intentado aplicar las estructuras
generativistas al estudio de la literatura, señalando la presencia de
macroestructuras en el discurso literario.
La lingüística del texto
En los años sesenta se da el primer intento de construir una lingüística del texto.
(ldt), que fuera más allá de los intentos gramaticales. El trabajo del grupo de
Constanza, cuyo congreso se celebró en 1973, con autores como Janos Petöfi,
Kummer, Ballmer y otros, abandonó los planteamientos gramaticales para
centrarse en otras estructuras, como la coherencia del discurso, los aspectos
pragmáticos en el uso de la lengua, las relaciones de la actuación lingüística con
una teoría general de la acción, la incorporación de categoría de la lógica como la
noción de mundo posible, para explicar la coherencia semántica del discurso, etc.
A estos primeros esbozos se incorporó el lingüista holandés TEUN VAN DIJK, desde
estudios de crítica literaria que trataban de tener en cuenta las aportaciones de la
teoría del discurso. Su primera obra Some aspects of Text-grammars (1972)
representó en su momento el planteamiento de las posibilidades y aspiraciones de
la nueva disciplina. Van Dijk se había formado en el estructuralismo francés
5. aplicado al estudio de la obra literaria, pero ha ido derivando progresivamente a la
construcción multidisciplinar de una auténtica ldt
Su primera obra significativa en este sentido fue Texto y contexto. Semántica y
pragmática del discurso (traducción española publicada en Cátedra, 1ª ed. 1980),
donde aparece un esbozo bien sistematizado y útil de la ldt desde presupuestos
semánticos, lógicos, pragmáticos y desde la teoría de la acción. Aquí aparecen ya
bien delineados conceptos capitales para esta disciplina como los de conexión,
macroestructuras, coherencia, tipos de discurso, pragmática del discurso,
macroactos de habla, etc.
Las ideas de VAN DIJK se van reformulando, matizando y enriqueciendo en
sucesivas aportaciones sobre la base de esta obra capital. Hay que agradecer a
este autor su claridad precisión y capacidad de síntesis que demuestra, sobre todo,
en as conferencias que dictó en la Universidad de Río Piedras, Puerto Rico en 1978,
publicadas en forma de libro. Esta obra constituye una de las vías de acceso más
claras y brillantes a la ldt.
La ciencia del texto
Las aportaciones de VAN DIJK se van ampliando en sucesivas publicaciones. En la
obra La ciencia del texto (Un enfoque interdisciplinario) acomete un intento
globalizador de construir un campo multidisciplinar en el que se aborde la teoría del
texto desde los presupuestos anteriores, pero teniendo en cuenta también la
psicología cognitiva y el análisis de la conversación. La obra se presenta como "una
nueva conexión transversal interdisciplinaria" que trata de construir una ciencia del
texto. El enfoque, más que lingüístico, es comunicativo, la misión de esta ciencia
del texto estaría en "describir y explicar las relaciones internas y externas de los
distintos aspectos de las formas de comunicación y uso de la lengua". La obra es un
manual práctico dirigido a un público muy amplio, con un intento de difundir las
aportaciones y las sugerencias de la ciencia del texto. En ella, su autor tiene en
cuenta incluso los aspectos de la psicopatología de la elaboración textual. El
capítulo sobre la adquisición de habilidades textuales por parte de los hablantes
tiene un gran interés por su aplicación didáctica. La ciencia del texto nos
proporciona en esta obra un modelo suficientemente elaborado.
La semiopragmática del texto
6. Una de las carencias que se hecha en falta en la obra de VAN DIJK, es la inclusión
de conceptos semióticos. La semiótica es la disciplina que estudia los procesos de
comunicación de forma más globalizadora, pues atiende a todos los sistemas de
comunicación en tanto que códigos, en tanto que prácticas culturales y en tanto
que construcción de discursos. La integración de las aportaciones de la semiótica y
de la teoría del texto puede enriquecer aún más una perspectiva epistemológica tan
fecunda como la prometida por la ciencia del texto. Un intento de integración de
ambos campos de investigación ha sido llevado a cabo por los autores españoles J.
Lozano, C. Peña-Marín y G. Abril en su obra Análisis del discurso. Hacia una
semiótica de la interacción textual, en la que se tiene en cuenta las ideas de VAN
DIJK, de un lado, y las de UMBERTO ECO, de otro, además de las investigaciones
de la pragmática lingüística o la teoría del discurso elaborada por A. J. GREIMAS.
La semiótica del texto podrá englobar todos los enfoques anteriores, su estudio
comprende, en la práctica interpretativa consagrada por U. ECO, la teoría de los
códigos, tal y como quedara establecida en el tratado de semiótica general, la
teoría de la enciclopedia textual, o destilado de todos los elementos anteriormente
conocidos que constituye la experiencia de un lector, junto con la teoría de las
reglas de generación e interpretación de las actualizaciones discursivas. A esta
semiótica le interesa analizar la correspondencia entre los recorridos generativo e
interpretativo en la configuración del texto. El primero supone una serie de
trayectorias que exploran y establecen el futuro recorrido interpretativo del texto.
Cada lector actualiza, en virtud de sus parámetros idiolectales, un texto diferente.
La definición que ECO, nos proporciona de lo que es un texto recoge las anteriores
características: "El texto es un artificio sintáctico-semántico-pragmático cuya
interpretación está prevista en su propio proyecto generativo. Como tal es un
mecanismo perezoso que precisa de la cooperación interpretativa del lector"
Esta definición de texto posee unas extraordinarias posibilidades didácticas para
propiciar y encauzar el desarrollo de las competencias textuales de los alumnos, si
se extrae de ella todas las consecuencias y derivaciones pedagógicas que entraña.
El texto como unidad comunicativa
Hay otros modelos teóricos sobre el texto, como el modelo de Beaugrande-
Dressler, en éste paradigma el texto se define como una unidad comunicativa que
satisface siete requisitos de textualidad:
7. Cohesión
Coherencia
Intencionalidad
Aceptabilidad
Informatividad
Situacionalidad
Intertextualidad.
La cohesión concierne al modo en que los elementos del texto están relacionados
entre sí "en superficie", tal como los percibimos. El grado de cohesión textual se
manifiesta en la sintaxis superficial del texto: la repetición de algunos elementos en
forma de pronombre, la paráfrasis, la unidad temporal-aspectual, los paralelismos
son todos ellos fenómenos que garantizan la cohesión del texto. Así, la distribución
de los artículo determinado e indeterminado ayuda al lector/oyente a buscar hacia
delante o hacia atrás la información a la que se refieren, mientras las distintas
formas de anáfora referidas al sujeto gramatical de la primera frase del texto
siguiente permiten identificarlo como tema constante:
"Sobrevino de repente un elefante. El paquidermo avanzaba lentamente hacia
nosotros, que lo teníamos a poca distancia. Sólo cuando lo vimos dar media vuelta
no nos sentimos completamente a salvo. Un animal de esas dimensiones siempre
produce respeto".
La coherencia se manifiesta en un nivel más profundo mediante la continuidad de
sentido que caracteriza un texto. Esta continuidad afecta a la estructura semántica
y, en términos cognitivos, a la estructura lógica y psicológica de los conceptos
expresados. Los conceptos expresados que van apareciendo en el texto se elaboran
en función del fin que se persigue con ese texto, pero globalmente la elaboración
procede de la investigación de ‘centros de control’, de los puntos estratégicos más
importantes que nos permiten entender la unidad y la continuidad del texto. Los
centros de control más probables son los conceptos primarios como objetos,
situaciones, acontecimientos y acciones. Después están los conceptos secundarios
como el tiempo, el atributo, la localización, el movimiento, el instrumento, la causa,
8. la cantidad, la modalidad, etc. Los marcos ("fiesta de cumpleaños") indican algunas
relaciones típicas, los guiones ("el restaurante") o los esquemas fijos que contienen
información sobre determinadas secuencias de acontecimientos funcionan como
centros de encuadramiento.
La intencionalidad se refiere a la actitud de quien produce un texto coherente
respecto a los objetivos que persigue o a la realización de un proyecto
determinado.
La aceptabilidad se refiere al receptor, éste percibe un texto claro y coherente,
elaborado con una intención determinada, en un contexto sociocultural concreto, si
no sucede así la comunicación resulta afectada. La intención y la aceptación son
también conceptos presentes en el Principio de Cooperación formulado por GRICE,
según el cual un oyente es más propenso a buscar significados implícitos que a
juzgar un texto oscuro e incoherente.
Con la informatividad se hace referencia al grado de predicción o probabilidad de
determinados elementos o informaciones que aparecen en el texto. Los textos con
mayor carga informativa requieren una atención mayor que los textos fácilmente
predecibles. La elaboración de un texto rico en información nueva exige mayor
esfuerzo y resulta más interesante. La estructuración de un texto está regida por
un equilibrio justo entre informaciones nuevas e informaciones conocidas.
La situacionalidad se refiere a la importancia de un texto en el interior de una
situación comunicativa concreta.
La intertextualidad pone en relación el texto con los demás textos con los que
establece relaciones de significado.
Texto, contexto y situación
Desde una perspectiva epistemológica bien fundamentada, habría que tener en
cuenta las aportaciones más puntuales de la teoría del texto, junto a la teoría del
contexto y a la teoría de la situación comunicativa. Los tres campos se
interrelacionan y complementan con un enfoque comunicativo y funcional del
lenguaje. En él estarían integrados y contemplados: los descubrimientos de la
psicología cognitiva, de la inteligencia artificial, de la teoría de la elaboración de los
significados culturales o de la etnometodología, entre otras disciplinas. Éstas habría
que considerarlas en relación con las teorías sobre el texto y sus componentes
9. (desde el fonema a las superestructuras textuales), la teoría de la interacción de los
sistemas de comunicación verbal y no verbal, las teorías del contexto (pragmática,
sociolingüística) y la teoría de la situación que analizaron los autores de la Escuela
de la Nueva Comunicación.
La adecuación del texto al contexto de comunicación
Ya hemos señalado en los capítulos precedentes que el marco comunicativo
condiciona nuestra expresión y nos impulsa a decir determinadas cosas, de una
manera adecuada y en el instante preciso, si es que pretendemos ser unos
comunicadores competentes.
Si nuestra comunicación se establece en el marco de una conversación por
ejemplo, es evidente que hay unas normas de intervención, de extensión, un
sentido de la oportunidad, el respeto por las opiniones de los otros, etc., que todo
hablante tiene en cuenta o trata de tener en cuenta cuando participa en este tipo
de texto colectivo. H. GRICE ha descrito los principios de cooperación que deben
regir la intervención de cada interlocutor de un diálogo:
La oportunidad: intervenir en el momento en que seamos requeridos a ello o
cuando nuestra aportación se haga precisa.
La brevedad: nuestro uso de la palabra ha de ser tan breve como requiera la
información que proporcionamos.
La calidad: nuestra atribución ha de ser verdadera y considerada con las opiniones
de los demás.
La relevancia: las opiniones que aportaremos habrán de ser pertinentes, es decir,
coherentes con el tema que se está tratando.
La claridad: nuestras palabras serán precisas y ordenadas, evitando la oscuridad, la
imprecisión y la ambigüedad.
Estos principios podrían resumirse en una sola máxima: "Que tu contribución a la
conversación sea la adecuada".
Actuar de la manera descrita en una conversación es saber estar a la altura de las
circunstancias comunicativas, desempeñar el papel que los demás quisieran que
desempeñemos. Es evidente que no siempre las cosas discurren por estos cauces
10. en las conversaciones de la vida cotidiana, y así, se podría llegar desde el modelo
propuesto al llamado "diálogo de sordos", en el que cada cual habla y nadie se
escucha, aunque aparenten oírse. Esta sería la caricatura de una auténtica
interacción personal. En cambio. Un diálogo de personas atentas y educadas
comporta el que cada uno de los participantes salga enriquecido con las
aportaciones de los demás y con el contacto humano que supone la renovación y el
contraste de nuestra experiencia con la de los otros.
De esta manera, podríamos trazar el modelo deseable de interacción comunicativa
que es pertinente para cada tipo de marco situacional. Cuando intervenimos en una
situación de comunicación nos situamos a veces de manera inconsciente en un
variedad dialectal o estandar de nuestra lengua, elegimos un código personal o
posicional, actuando como sujetos individuales o en función de un rol social –juez,
conferenciante, persona libre y abierta, etc.-.
Esta elección de repertorio lingüístico, de variedad o de registro, va acompañada de
otras elecciones temáticas, de canal (oral, escrito) de propósito perseguido en la
comunicación: impresionar, convencer, provocar un contacto humano, etc. Nuestra
relación con los interlocutores presentes (o con los futuros receptores de nuestra
escritura), será así más o menos formal, más o menos personal, más o menos
dialectal, más o menos original, más o menos normativa, etc.
La adecuación es el producto de una serie de elecciones de códigos expresivos, no
solamente lingüísticos en el caso de la comunicación oral, que realizamos de forma
consciente o inconsciente, de manera acertada o equivocada con respecto a los
fines que se plantea nuestra intención comunicativa. Pero, para hacer posibles
estas elecciones tenemos que poseer una riqueza de repertorios y registros, una
experiencia comunicativa en el dominio del género textual de que se trate y un
saber estar a la altura de cada circunstancia. De esta manera, nuestro discurso
resultará o será calificado por los demás de adecuado, oportuno, acertado, preciso,
afortunado, etc.; o por el contrario será motejado de pedante, distante, oscuro,
vulgar, risible, incoherente, etc.
Saber actuar en situación es dominar lo que los teóricos han llamado competencia
comunicativa de tipo pragmático: la capacidad de decir lo apropiado en el momento
preciso y de la manera correcta. El desarrollo de esta competencia requiere la
práctica avezada y continua.
11. Los universos del discurso.
Todo discurso tiene unos límites, del mismo modo que los tienen los temas de toda
enciclopedia. La enciclopedia textual no puede ser infinita, al igual que no lo son los
discursos emitidos. Un universo discursivo ilimitado abarcaría el reino de todo lo
posible.
El significado es la traducción de un signo a otro signo (entendiendo por signo tanto
una palabra como una frase o un libro entero), todo significado puede ser
comentado o prolongado por otro significado, provocándose así una semiosis
potencialmente ilimitada. Los límites de esta cadena interpretativa son los citados
universos del discurso.
Todo lexema manifiesta su significado por medio de un semema, éste contiene en
sí mismo un texto virtual, de tal manera que todo texto no es más que la expansión
de un semema inicial, núcleo temático que encierra la macroestructura de un futuro
texto.
Mediante las expansiones de los sememas se va enriqueciendo la enciclopedia con
nuevos significados. Los objetos para la semiótica tienen la importancia no en tanto
que tales, sino como ocasiones de significación para un lector del mundo. Los
objetos son signos en la medida que nos dicen algo, más allá de su existencia real.
Obtenemos de ellos informaciones, valores simbólicos, connotaciones.
Nuestras mismas acciones en el mundo pueden ser leídas como actos de
significado, la acción constituye una interrelación del significado con la práctica, del
mismo modo que el discurso es también una acción que produce efectos
significativos y efectos transformadores sobre la realidad.
El mundo, poblado de objetos y de seres, está también repoblado de significados,
de mundos posibles, de universos semánticos. Los actos de imaginación, lo mismo
que los actos de representación y de elocución discursiva, crean realidades, las
modifican, las matizan, dan sentido a la experiencia, formando una cadena
incesante de interrelaciones mutuas.
Un relato, una novela, ocurre en varios niveles de existencia. Sucede en el plano de
la acción y en la subjetividad de los protagonistas, es un mundo posible para el
lector que se introduce en su textura. La lógica modal no se pregunta si una
proposición es verdadera o falsa, sino en qué clase de mundo posible sería
12. verdadera. Si se demostrara que es verdadera en todos los mundos posibles
imaginables, es casi seguro que la verdad derivada de ella es propia del lenguaje y
no del mundo, como la afirmación siguiente: "un soltero es un varón no casado", en
la que lo que hacemos es definir el valor semántico de la palabra "soltero", pero no
aludimos al estado civil de ninguna persona concreta.
A medida que leemos, comenzamos a construir un texto virtual propio, es como
emprender un viaje sin mapas y sin guía. El texto real que tenemos delante
necesita ser interiorizado dentr