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  1. 1. 1 http://olasdeplatayazulblog.wordpress.com TEMA 24. COHERENCIA TEXTUAL: DEIXIS, ANÁFORA Y CATÁFORA. LA PROGRESIÓN TEMÁTICA. 0. INTRODUCCIÓN En este tema se abordan conceptos capitales que organi- zan y dan cuenta de la estructura del texto. Beaugrande y Dressler, en 1981, establecieron siete estándares que cualquier texto debe tener: cohesión, coherencia, inten- cionalidad, aceptabilidad, situacionalidad, intertextualidad e informatividad. Los dos primeros, son los que componen la «textura textual». La coherencia, como mecanismo semántico, centra en torno a un eje te- mático los contenidos e ideas del texto de tal modo que le procuran una unidad de sentido. Se puede analizar en tres niveles: global, lineal y local. La coherencia se consigue, según Chardles, mediante pro- cedimientos de cohesión. Este autor propone cuatro reglas para que un texto sea estructuralmente coherente: 1. Regla de repetición: es necesario que la mayor parte de las proposiciones se encadenen tomando como base la repetición de uno de los elementos 2. Regla de progresión: debe haber un desarrollo con constante aporte de información nueva 3. Regla de no-contradicción: es necesario que no se introduzca ningún elemento semántico que contra- diga un contenido establecido previamente 4. Regla de relación: es necesario que los contenidos estén relacionados con el mundo representado. Esto nos lleva inmediatamente al resto de contenidos del tema: la deixis, que distribuye la enunciación en torno a una persona indicada o supuesta y anclan el discurso en un espacio y tiempo interno; la anáfora y catáfora, como medio de repetición; y, por último, la progresión temática, mediante la que las ideas del texto se organizan en un balance de temas y remas, tópicos y comentos que dan continuidad lineal al texto. Estas estructuras explicativas han sido descubiertas y propuestas por la teoría del texto. 1. LA COHERENCIA La coherencia es una propiedad del texto, de naturaleza pragmática, por la que aquel se concibe como unidad de sentido global. Como propiedad textual, se definió como la estructura profunda del texto. Se trata de relaciones en el nivel pro- fundo del significado que pueden hacerse patentes en la superficie textual mediante recursos lingüísticos que pue- den también quedar latentes. En [Llovía mucho; decidimos no salir de excursión y quedarnos en casa] la secuencia forma parte de un texto coherente, por la experiencia del mundo que tenemos. Las relaciones de coherencia que pueden establecerse en el interior de un texto son de muy 1 La coherencia no exige necesariamente coincidencia con el conocimiento que los interlocutores tienen del mundo real, en el que se produce el discurso; puede coin- cidir con el que tengan de un mundo imaginario, creado por el mismo discurso. Una noticia de prensa, por ejemplo, en la que se dé por supuesto que el periodista puede diverso tipo: causalidad, pertenencia a una misma situa- ción, etc. Una gran parte de los autores de la materia consideran la coherencia como propiedad pragmática, no textual, resul- tado de la acción conjunta y cooperativa del emisor y el destinatario. Así, no se encuentra solamente en el texto, sino en el contexto cognitivo compartido al que recurren para establecerla. Así, el texto actúa como una serie de instrucciones que, facilitadas a través de los mecanismos de cohesión, guíen en la interpretación textual1. VAN DIJK define la coherencia de forma «intuitiva» como «una propiedad semántica de los discursos, basada en la interpretación de cada frase individual relacionada con la interpretación de otras frases». La estabilidad y la consistencia temática subyacentes a un texto se asocian a: - Macroestructura (contenido) à coherencia global. - Superestructura (esquema de organización) à coherencia lineal. - Anclaje enunciativo (protagonistas, tiempo y espacio) à coherencia local. - Inferencias à coherencia pragmática. Dentro de la coherencia encontramos la cohesión, la rela- ción que se da entre los distintos elementos lingüísticos (los que remiten unos a otros y los que tienen la función de conectar y organizar). Se da en el interior de un texto y funciona como un conjunto de enlaces intratextuales para establecer relaciones semánticas. Además, la coherencia consiste tanto en seleccionar la in- formación pertinente como en organizarla en una estructura comunicativa, de manera que pueda ser perci- bida de forma clara y concluyente por parte del receptor de nuestro mensaje. 1.1. Coherencia global Para que un discurso tenga categoría de texto, debe estar dotado de macroestructura (Van Dijk, La ciencia del texto). Se entiende por ella la proposición subyacente que repre- senta el tema o tópico de un texto y que constituye la síntesis de su contenido mediante una reconstrucción realizada por quien interpreta el texto. Es, pues, la estruc- tura profunda del texto, que contrasta con la superficial, coherencia a nivel de microestructuras que se determina únicamente en el nivel de las relaciones interfrásticas. La macroestructura contribuye a la coherencia local en el nivel inferior entre proposiciones de las frases. La interre- lación e interdependencia entre macro y microestructuras se realiza mediante las macrorreglas, que buscan reducir el significado de un texto a lo esencial: 1) Supresión: [Pasó una chica. Llevaba un vestido verde. De repente, tropezó.], se puede suprimir la proposición [Llevaba un vestido verde], porque el resto del discurso no presupone esa información. 2) Selección: se selecciona la información relevante dentro del sentido global del discurso, es el reverso de la operación anterior. Se seleccionarían las proposiciones volar merced a sus propias fuerzas, presentará problemas de coherencia; dejará de tenerlos si el texto en lugar de ser una noticia consiste en la crítica de una película cuyo guion permite la aparición de seres con esos poderes.
  2. 2. 2 http://olasdeplatayazulblog.wordpress.com [Pasó una chica] y [De repente, tropezó] porque son necesarias para construir el sentido global o tema del discurso: el texto del ejemplo trata de una chica que tropieza. 3) Generalización: se abstraen las características parti- culares de una serie de objetos, lugares o personas, extrayendo lo que es común (se suelen sustituir los hipónimos por un hiperónimo, por ejemplo). [En el suelo había una muñeca, y un tren de madera. Dispersos se encontra- ban también algunos puzles], se puede derivar una macroproposición como [En el suelo había juguetes], que constituye el tema del discurso o macroestructura a partir de la generaliza- ción. 4) Integración o construcción: se funden en uno dos conceptos constitutivos; el concepto que resume la secuencia no necesariamente tiene que estar pre- sente en el texto, porque forma parte de nuestro conocimiento del mundo. En el ejemplo [Fui a la estación. Compré un billete. Me acerqué al andén. Subí al tren. El tren partió.], al aplicar la regla de construcción se obtiene la siguiente macro- proposición: [Viajé en tren]. No sólo el tópico se relaciona con estructuras sintáctico- semánticas, sino que está estrictamente conectado con la interpretación que el lector u oyente hace del texto. De esta manera, vemos cómo se puede enfocar la operación pragmática por la que el lector reconstruye dicho tópico. 1.2. Coherencia pragmática La coherencia pragmática se define como la relación cooperativa entre E-R. Está sujeta tanto a la recuperación de información semántica como a la introducción de ele- mentos de lectura que el sujeto puede poseer dentro de la competencia textual. La competencia textual es aquella que permite a los lec- tores/oyentes recibir como coherente un texto que en principio pudiera no serlo. Esto se produce gracias al prin- cipio de presunción de coherencia (BROWN & YULE), por el que toda clase de mensajes emitidos por un Emisor para un Receptor que se consideran bajo la hipótesis de un comportamiento racional que no admite idealmente un comportamiento ilógico o absurdo, es coherente. BERNÁRDEZ (inspirado en la física y la psicología cognitiva), estima que la coherencia es un mecanismo de autorregu- lación de sistemas de comunicación que se da de forma dinámica en la comunicación. Es una operación que tiene como meta un «estado estable» que dé pie a la existencia del mínimo de diferencias entre lo emitido y lo compren- dido. De esta manera, a mayor contextualización, necesitamos menos indicadores, señales y elementos lingüísticos que sustenten la coherencia y viceversa. En relación con la competencia textual, está la competen- cia intertextual por la que todo lector al leer u oír un texto tiene siempre la experiencia en cuanto lector de otros tex- tos. ECO lo considera un tipo de hipercodificación, lo cual no marca la coherencia, pero sí permite definir los marcos en los que se puede observar o atribuir coherencia. Los marcos o frames son una estructura de datos que configuran una situación modélica o estereotipada. El tér- mino proviene del campo de la inteligencia artificial en el ámbito de la psicología de la percepción. MARVIN MINSKY lo ha usado para indicar la huella cognitiva que deja una experiencia pasada y que nos permite relacionar los ele- mentos comunicativos dentro de sus situaciones convencionales. Los marcos textuales son estructuras se- mánticas del texto que facilitan la comprensión de su contenido o que guían la construcción de su estructura semántica, son estructuras hipercodificadas. La existencia de estos marcos permite econonomizar el lenguaje en sus expresiones, pues parte de que la infor- mación es implícita. También contribuyen a la coherencia del texto, como hemos dicho, pues permiten poner en re- lación una serie de enunciados aparentemente independientes a partir de una experiencia. Esto es lo que llamamos COHERENCIA LOCAL. U. Eco (Lector in fábula) determina que se pueden jerar- quizar en las siguientes categorías: Ø Fábulas prefabricadas: siempre aparecen las mis- mas funciones narrativas en idéntica sucesión (cuentos populares, novelas policiacas, novelas rosa…) como estableció V. Propp en su Morfología del cuento. Ø Cuadros motivos: se pueden identificar determina- dos personajes, secuencias de acción y marcos geográficos. Ø Cuadros situacionales: como por ejemplo el duelo entre el shreiff y el malo o el asalto a la diligencia en películas del Oeste Ø Los topoi retóricos, como el locus amoenus, carpe diem, menosprecio de corte y alabanza de aldea… Según Eco, para que un texto funcione al máximo rendi- miento es necesaria la cooperación del lector (lector modelo) que cubrirá los intersticios y espacios vacíos que el texto («perezoso») posee. Sin tal cooperación, el texto sería un mero flatus vocis. Tal cooperación es realizada por estrategias discursivas, con lo que el autor pretende salvar el foso entre el lector extratextual y las operaciones de lecturas inscritas en el texto: el texto selecciona a su público. 1.3. Coherencia lineal Permite la relación entre párrafos mediante conjunciones y partículas nexuales o enlaces extraoracionales que con- tribuyen a dar continuidad al significado que se va actualizando en el discurso. Son, fundamentalmente, los pronombres anafóricos y catafóricos, que establecen re- laciones con lo ya dicho, lo que se está diciendo y lo que se va a decir, como veremos en el punto 2. Desde un punto de vista semántico, la coherencia lineal permite que en cada secuencia de texto se despliegue un tópico o sub- tema, es decir, que aflore un aspecto de la estructura profunda de tipo lógico-semántico. La macroestructura es, pues, una representación semántica de un tópico que da coherencia lineal a una secuencia. En término cogniti- vos, podemos decir que la macroestructura textual coincide con el resumen del texto; o que el tópico de una secuencia equivale a aquello que se queda en la memoria una vez que se han olvidado los detalles accesorios. Estas secuencias están entrelazadas, sirviéndose de la progresión temática. La idea que subyace a esta propie- dad es que el tema debe ir «avanzando» eslabón a eslabón. En este nivel se encuentra el esquema textual que per- mite que este tema adopte una forma concreta:
  3. 3. 3 http://olasdeplatayazulblog.wordpress.com descripción, narración, exposición, argumentación, pre- dicción, instrucción, normativa y diálogo. También en términos de VAN DIJK llamamos superestruc- tura esquemática a la forma del texto cuyo objeto es estructurar de una manera determinada el contenido del texto según la modalidad elocutiva elegida. Esta noción también tiene un carácter intuitivo de esquema abstracto que establece el orden global de un texto y que se com- pone de una serie de categorías cuyas posibilidades de combinación se basan en reglas convencionales, lo que hacen de ella un sistema de carácter cognitivo: explica qué representaciones de superestructuras tenemos en nuestra memoria y también cómo se producen en un de- terminado proceso de interpretación. No queda excluido que haya textos apenas posean o no posean ninguna su- perestructura. En las superestructuras, un orden semántico y pragmático puede llegar a ser más o menos convencional y puede fijarse como un esquema sintáctico. 1.4. Coherencia local Viene dada por los enunciados que constituyen el texto y se proyectan como la relación entre un tópico y su co- mento a través de las estructuras de modo, tiempo y aspecto de los verbos. Son elementos que contribuyen a la cohesión superficial o sintáctica de un texto y están en función del significado y de la intención del destinador. Esta es la coherencia que algunos autores llaman cohe- sión. Se manifiesta fundamentalmente mediante la deixis anafórica y catafórica textual. Para Dessler, los factores que originan la coherencia son: - la conexión diafórica (anafórica y catafórica) - la conjunción - las partículas - las estructuras de modo, tiempo y aspecto de los predicados - el orden de palabras Sin embargo, como hemos señalado a lo largo de la ex- posición, textos incoherentes en un nivel de estructura superficie muestran un alto grado de coherencia en la es- tructura profunda. En tal sentido, la semiolingüística francesa y algunos representantes de la Text-Linguistik alemana y holandesa, pareen coincidir en situar la cohe- rencia en la estructura profunda que determinará la relación entre enunciados, su sucesión y su realización lé- xica. 1.5. Coherencia interna, el tema y la representación del contenido en el discurso Además de la competencia textual de la que hemos ha- blado más arriba, para el establecimiento del tema, el factor principal que da coherencia a un texto, tenemos que basarnos también en la coherencia interna. Esta se estudia mediante el concepto de isotopía2 de GREIMAS, comprendida como la permanencia recurrente a lo largo 2 Definición de isotopía: propiedad semántica del texto que permite destacar los pla- nos homogéneos de significación y que se apoya sobre la redundancia y reiteración en varios segmentos textuales de algunos elementos semánticos idénticos: estos úl- timos constituyen una base sobre la cual se insertan las significaciones particulares del discurso de un mismo haz de categorías justificativas de una organización paradigmática. WEINREICH ha querido ver este concepto como una textualización del concepto de «campo de palabras». En todo caso, la red isotópica no es aleatoria, sino que se organiza temáticamente me- diante un juego entre semas isotopantes e isotopados. Entre ambos puede haber relaciones de inclusión, con- traste, complemento, desarrollo, etc. Así, organiza todos los valores semánticos del texto agrupándolos en torno a un centro común. No siembre la activación de un tema es compartida por el emisor y el oyente. En un relato homogéneo se pueden producir disyunciones de significado que contribuyen a una ambigüedad intencionada. Así, en contraste con el optimismo de la teoría de Van Dijk, la perspectiva de ana- listas del discurso como BROWN Y YULE sostiene que todo intento formal de identificar el tema está condenado al fracaso: son los escritores los que tienen los temas, no los textos. El tema pasa así a ser una noción intuitiva que se puede reducir a una proposición y que asigna coherencia a un texto, pero hay textos incoherentes bien conectados, como los discursos de algunos esquizofrénicos. Para TYLER, el tema es solo una paráfrasis posible de una se- cuencia de oraciones, no existe nada que pueda expresar la única formulación correcta del tema, pero sí que pueda delimitar el marco del tema, esto es, elementos proceden- tes del contexto físico y del dominio discursivo de todo fragmento del discurso de entre los que el oyente activa aquellos pertinentes para la comprensión del tema, inclui- das las presuposiciones. Segúh VENNEMAN, para todo discurso existe un bagaje pre- suposicional que aumenta conforme avanza. Dentro de él existe un conjunto de objetos discursivos, del cual trata cada discurso. El marco del tema, entonces, representa la zona de intersección del conocimiento que ha sido acti- vado y del compartido por los participantes en un punto determinado del discurso. Así, diremos que un interlocu- tor está hablando de acuerdo con el tema cuando su contribución se ajusta a los elementos más recientemente incorporados al marco del tema. Algunos investigadores han propuesto que para comprender determinar el tema de un discurso hay que añadir la noción de cambio de tema (mediante párrafos ortográficos o paratonos en el habla). 2. DEIXIS, ANÁFORA Y CATÁFORA 2.1. Deixis El término deixis procede de la palabra griega que signi- fica ‘señalar’ o ‘indicar’. Designa la referencia por medio de unidades gramaticales de la lengua a elementos del contexto comunicativo. Son deícticas todas las expresio- nes lingüísticas que se interpretan en relación con un elemento de la enunciación (interlocutores, coordenadas de espacio y tiempo). de cada segmento del texto, sin que su especificidad comporte ni dispersión ni in- conciabilidad de los diversos sentidos.
  4. 4. 4 http://olasdeplatayazulblog.wordpress.com Fue K. BÜHLER el primer teórico que trató de sistematizar este fenómeno en 1934. Distingue entre: - Campo mostrativo à funcionan en él aquellos ele- mentos que suponen una indicación de la situación comunicativa. - Campo simbólico à los nombres (que funcionan como símbolos) reciben su precisión significativa. La deixis, pues, recibirá su precisión significativa en el campo mostrativo del lenguaje. Una aportación fundamental fue la de É. BENVENISTE (1966 y 1974), la teoría de la enunciación, para la que el yo- aquí-ahora constituye el centro deíctico o punto cero de las coordenadas contextuales para la realización e interpre- tación de cada acto de comunicación. El hablante es quien organiza el discurso desde su campo de referencias, que otorga sentido a los elementos deícticos y al propio discurso. 2.2. Categorías deícticas Según el factor contextual que se señale se distinguen va- rios tipos de deixis. Los deícticos gramaticalizan algunos de los elementos contextuales de los textos, dentro de lo que se conoce como la indexicalidad, jugar con los planos, tiempos y personas en el escenario de la comunicación. A partir de los elementos deícticos, se define esquemática- mente así: 2.2.1. Deixis personal Señala a a las personas del discurso presentes en el mo- mento de la enunciación y las ausentes en relación con aquellas. Por deixis personal se entiende el conjunto de expresiones que gramaticalizan las funciones de los par- ticipantes en el acto lingüístico. Se incluyen los pronombres personales en todas sus formas y sus usos personales diferentes, los adjetivos posesivos, los pro- nombres posesivos y los morfemas de persona verbales. Como indica GRACIELA REYES (Ejercicios de pragmática II), la deixis de persona indica los papeles de los participantes en el acto de habla. Es especialmente relevante los distin- tos tipos de «nosotros» que podemos encontrar: - exclusivo: excluye al receptor - inclusivo: incluye al receptor - generalizador: incluye al receptor y a terceras per- sonas, con una intención globalizadora La deixis tiene una dependencia contextual para vehicular estrategias retóricas y argumentativas sutiles. En la inter- acción lingüística, además, los hablantes cambian continuamente: cada participante, en su turno de palabra es yo y cada interlocutor es tú. En los últimos años se han estudiado los roles de los par- ticipantes en la conversación y se ha insistido en la necesidad de añadir varias categorías a las básicas de ha- blante y oyente: público, auditorio, ausente. El yo de la comunicación no es nunca unitario, pues su referencia abarca por lo menos a un personaje histórico que pro- duce sonidos o grafías del lenguaje (el sujeto empírico) y un personaje que asume el papel de locutor (narrador o enunciador). Además, dentro de la deixis personal podemos hablar de otra categoría deíctica que tiene un estrecho vínculo con ella, la DEIXIS SOCIAL. Esta se ejerce mediante determi- nados signos y expresiones que poseen las lenguas para aludir al rango de los participantes en la situación comu- nicativa. En algunas lenguas hay hasta seis pronombres de segunda persona para mencionar el rango relativo en- tre el hablante y el oyente (tamil rural). En español, excluyendo casos dialectales, es el pronombre usted/us- tedes el que marca esa deferencia o distancia social. Asimismo se usan vocativos («señoras y señores») o trata- mientos honoríficos de audiencia (señor presidente, señores ministros, señorías, señoras y señores) o de refe- rente (don, doña, señor, señora), etc. 2.2.2. Deixis espacial Con la deixis espacial se representa el lugar en que se desarrolla la enunciación, la distancia o proximidad del elemento que se señala respecto del emisor. En ella, unos elementos se destacan sobre otros. Son deícticos propios de la deixis espacial los adverbios de lugar como aquí/acá, allí/allá, verbos deícticos de movimiento como ir/venir, ad- jetivos y pronombres demostrativos como este, ese y aquel. Las realidades a las que nos referimos pueden localizarse independientemente de los participantes (París está en Francia) o en relación con el centro deíctico (París está a mil quinientos kilómetros de aquí). En Español, los adverbios y pronombres demostrativos pueden tener usos gestuales o simbólicos, como en «Ponga la bandeja aquí, por favor» (uso gestual) o En este país no se puede vivir (uso simbólico). En este último uso, la referencia se establece a partir del conocimiento del lugar en que se encuentra el hablante. Los pronombres demostrativos están organizados en tres zonas de proximidad al hablante (este), de cercanía al oyente (ese) y de lejanía (aquel). Además del espacio, también marca la imagen y la dis- tancia de relaciones sociales, como en expresiones del tipo: pasarse de la raya, meter la pata, ponerse en su sitio, no pase usted de ahí, póngase en mi lugar, no te metas donde no te llaman, etc. 2.2.3. Deixis temporal Indica elementos temporales tomando como referencia el «ahora» que marca quien habla como centro deíctico de la enunciación. Se ejerce mediante adverbios de tiempo,
  5. 5. 5 http://olasdeplatayazulblog.wordpress.com adjetivos, pero también mediante los tiempos de las for- mas verbales. WEINREICH 3 distingue entre tiempo lingüístico, físico y cronológico. Estos dos últimos no coin- ciden. Dentro de los tiempos lingüísticos, tenemos tiempos para el relato y para el comentario. En los prime- ros se hace abstracción del tiempo, en los segundos los acontecimientos se sitúan en un tiempo determinado. La mezcla de estos tiempos limitan o intensifican la enuncia- ción. La deixis temporal comprende expresiones cuya interpre- tación exige la referencia al eje temporal del evento comunicativo. Para KERBART ORECCIONI (1980): 2.2.4. Deixis empática y deixis gestual La deixis empática es conceptualmente correlativa a la dei- xis del discurso. Se hace referencia con este término a al uso de algunas expresiones deícticas, sobre todo esto, eso, aquello y los pronombres personales, para indicar una cercanía o lejanía más bien emotiva que espacial o tem- poral. Alude a la aparición en el discurso de una dimensión afectiva que se extiende desde la complicidad y simpatía hasta el distanciamiento y el desprecio. A ve- ces, la deixis protocolaria puede usarse como empática cuando se usan tratamientos afectivos o distanciadores, como el uso de «usted» empleado eventualmente para mostrar la enemistad surgida entre quienes se han tu- teado previamente. La ironía es la figura de la distancia discursiva, en la que mediante un determinado tono llamado irónico se quiere hacer participar al destinatario de una impresión del emi- sor. La deixis gestual, por su parte solo puede interpretarse en función de un control audio-visual-táctil del evento de ha- bla. 2.3. La deixis textual: anáfora y catáfora La deixis textual es la que señala y organiza unas partes del texto con otras. Es una interpretación metafórica de la deixis temporal y espacial que señala porciones del texto anterior o posterior. Tiene usos muy variados, puesto que hay una doble remisión: al discurso y a la realidad. Halliday y Hasan4 distinguen entre deixis exofórica, me- diante la que se indica al oyente que debe buscar fuera del texto aquello de que se habla, y la deixis endofórica, en 3 WEINRICH, 1964, distingue: - Tiempo lingüístico: el hablante como centro deíctico. - Tiempo físico: una cuarta dimensión, lineal, irreversible y unidireccional - Tiempo cronológico: relativo a los acontecimientos, con bidireccionalidad. Además, distingue entre el mundo narrado y el mundo comentado, asimétricos entre sí. 4 Halliday & Hasan (1976), Cohesion in English, London: Longhman la cual se indica al oyente o lector que debe buscar dentro del texto para encontrar el objeto de referencia. La deixis endofórica o textual se expresa mediante térmi- nos cronodeícticos (como dijimos antes, tomo diremos después) y topodeícticos (aquí, allí, arriba, anteriormente…) y tiene la función de orientar al lector/oyente en el desa- rrollo del texto, constituyendo así una técnica de organización del mismo. La anáfora o alusión a lo ya dicho, y la catáfora, referencia a lo que se dirá más tarde, son formas de la deixis endo- fórica o textual. ANÁFORA: R Mecanismo fórico de referencia de tipo gramatical y léxico en el que el antecedente es de tipo lingüístico y su relación con el referente es de identidad referen- cial5. R En un sentido más amplio, es lo opuesto a la deixis, en tanto que es la relación que se establece cuando un término remite para la identificación de su referencia a otra expresión presente en el contexto, tanto si le precede como sil e sigue. Desde esta perspectiva, tam- bién es correferencia o conexión de significado. R De manera más amplia aún, la anáfora es la relación de un término con el contexto general, lo que se en- tiende por exófora. R Desde otro punto de vista, se establece una reordena- ción de estos elementos: o Formas fóricas: anáfora y catáfora, que llevan la instrucción ‘mi información está en otra parte del discurso’. o Formas no fóricas, cuya información no está en el discurso. La anáfora es, pues, el morfema o la palabra gramatical de tercera persona que retoma una porción del texto an- terior y que es paralelo a los pronombres y la elisión. Su distribución, desde este punto de vista, está sintáctica- mente condicionada. La «anáfora propiamente dicha» es levógira, mira hacia la izquierda, pues dejó su referente en algo ya pasado. Algunos tiempos verbales y expresiones son deícticos (se interpretan directamente en relación al tiempo de la enunicación), mientras que otros son anafóricos (se inter- pretan directamente a través de un punto en el tiempo que se tiene que haber explicitado en el contexto lingüís- tico). Así: CATÁFORA: R Mecanismo fórico de referencia de tipo gramatical y léxico en el que el referente es posterior. Es poco fre- cuente y está condicionado por los factores que 5 En ella, se usa un morfema o una palabra gramatical de tercera persona que re- toma una porción de texto anterior. Los pronombres y la elisión son procesos paralelos a la misma, en distribución complementaria condicionada en gran medida sintácticamente: mientras no cambiamos de tema ni introducimos nuevos referentes susceptibles de convertirse en tópico, el referente se mantiene a partir de elisiones.
  6. 6. 6 http://olasdeplatayazulblog.wordpress.com permiten hacer una hipótesis o mantener un referente genérico. R Es dextrógira, pues la información a la que hace refe- rencia está a la derecha. Eso quiere decir que anticipa rasgos o características de las unidades que el recep- tor descubrirá más tarde. R BEAUGRANDE le atribuye las características de incerti- dumbre, énfasis, expectativa. R Ayuda a proyectar el mensaje hacia la comprensión global. 3. LA PROGRESIÓN TEMÁTICA Como hemos señalado antes, la progresión temática forma parte de la coherencia lineal. Es el mecanismo que permite que el texto avance, dado que el progreso de la información se basa en un modelo lineal y se manifiesta por el lugar que las unidades informativas ocupan en la oración. Así, resultan de la articulación sucesiva de temas y remas. 1. Se parte de una información presupuesta y compar- tida que se activa. El punto de partida es algo conocido a partir de lo cual se construye una línea de avance. 2. Se van incorporando elementos nuevos que empujan hacia delante el contenido textual, sin interrupciones ni demoras que hagan perder la línea del avance dis- cursivo. 3. Se llega a un término, a una conclusión de la línea in- formativa, necesaria para que el texto se configure como tal. El Círculo de Praga (DANEŠ, MATHESIUS, FIRBAS) inició la in- vestigación sobre las estructuras desde un punto de vista funcional de la oración, primero, y de la articulación de la información, después, con el fin de entender la dinámica de la información y la forma y cómo esta avanza. Así, dis- tinguieron entre: - rema: elementos o conjunto de elementos que hace avanzar la información, que aporta datos nuevos, pre- senta y aduce alguna cosa y es independiente del contexto - tema o trasfondo: elemento o elementos que establece un vínculo con el discurso previo (dependiente del contexto), presenta datos conocidos, no aduce nada y denota un presupuesto. COMBETES (1988), fue quien adaptó la teoría del Círculo de Praga para establecer una tipología de progresiones: v Progresión de tipo LINEAL: Se parte de un primer tema y lo que se presenta como rema se convierte en el tema siguiente y así sucesivamente. v Progresión de TEMA CONSTANTE: A un mismo tema se le van añadiendo remas diferentes v Progresión de TEMAS DERIVADOS: A partir de un tema general o HIPERTEMA van surgiendo dife- rentes temas o subtemas con sus remas: v Progresión de TEMA o REMA EXTENDIDO O DERIVADO: O bien el tema, o bien el rema, se ex- pande en diversos subtemas. La progresión temática ofrece dinamismo comunicativo, dado que la información puede avanzar, detenerse y tener un desarrollo variado y complejo. La organización de la información en textos extensos y elaborados adquiere gran complejidad, dado que no suelen mantener un único tipo de progresión temática, sino que aparecen combina- dos en una llamada «progresión compleja». Para BELLÈS (1991), ni todo puede ser información nueva, ni todo puede ser información conocida. De este modo, se propone una adaptación de los conceptos mediante una relativización de los mismos. De esta manera, tema se en- tiende como el punto de partida, el elemento que aporta menor dinamismo comunicativo, mientras que el rema es el grado más elevado de dinamismo. El reconocimiento de estas unidades informativas se puede realizar me- diante unos supuestos previos que parten de la combinación de negación y contraste, y de la combina- ción de pregunta y respuesta. Un ejemplo es: Julia se ha comprado un piso nuevo, à no Clara, sino Julia, à ¿Quién se ha comprado un piso nuevo? Julia. Tanto en la expresión oral como en la escrita, la necesidad de focalizar activa desplazamientos de las palabras a la posición inicial (tematización o topicalización). Por su parte, la rematización o focalización es el proceso inverso. Para la tematización, los marcadores pueden ser morfe- mas o, como en castellano, el orden de las palabras, la entonación, la pausa, y determinados giros sintácticos en- fatizadores o procedimientos fónicos diversos. El más habitual es la anteposición del elemento, porque la me- moria procesa mucho mejor lo que se dice al final. Además, en castellano existen marcadores especializados en la función tematizadora, como en cuanto a, por lo que se refiere a, por lo que respecta a… En el habla coloquial también es frecuente la reduplicación léxica: «Leer, leo, pero no escribo». La rematización consiste en la alteración del orden tema- rema. Tres recursos cumplen esta función: 1) La dislocación a la izquierda del elemento rema- tizado, e intensificación del acento, con un fonema ascendencte («Una cerveza es lo que quiero») 2) Determinados giros sintácticos como fue… quien , lo que… fue, etc. 3) Las interrogativas parciales, en las que la infor- mación nueva que se pide aparece al principio.
  7. 7. 7 http://olasdeplatayazulblog.wordpress.com 4. CONCLUSIONES v Necesidad de un marco teórico como el de la Lin- güística del Texto para el análisis profundo de los textos en el aula, y de su adaptación a los diferen- tes niveles de Secundaria, así como a los distintos tipos de discursos (escritos y orales), algo previsto ya desde el MCER para una eficaz competencia discursiva. v Concepción de la coherencia como elemento fun- damental de sentido del texto. La cohesión vista desde el punto de vista de la diferenciación entre estructura profunda y estructura superficial. v La propia creación de la coherencia como princi- pio que acaba topando con la literatura. 5. BIBLIOGRAFÍA ALCARAZ VARÓ, E. Y MARTÍNEZ LINARES, M. A. (1997) Diccionario de lingüística moderna, Barcelona: Ariel BENVENISTE, E. (1971), Problemas de lingüística general, Madrid: S. XXI BERNARDEZ, E. (comp.) (1987), Lingüística del texto, Ma- drid: Arco BROWN, G. & YULE, G. (1993), Análisis del discurso, Ma- drid: VisorS BÜHLER, K (1951) Teoría del lenguaje, Madrid: Revista de Occidente van DIJK, T.A. (1980) Texto y contexto. Semántica y prag- mática del discurso, Madrid: Cátedra van DIJK, T. A. (1983) La ciencia del texto, Barcelona: Pai- dós van DIJK, T. A. (1988) Estructuras y funciones del discurso, Madrid: S. XXI ECO, U. (1987) Lector in fabula. La cooperación interpreta- tiva en los textos narrativos. Barcelona: Lumen GREIMAS, A. J. (1971), Semántica estructural, Madrid: Gre- dos GUTIÉRREZ ORDÓÑEZ, (2000), Temas, remas, focos, tópi- cos y comentarios, Madrid: Arco/Libros LOZANO, J.; PEÑA-MARÍN, C; ABRIL, G. (1989) Análisis del discurso. Hacia una semiótica de la interacción tex- tual. Madrid: Cátedra RENKEMA, J. (1999), Introducción a los estudios sobre el discurso, Barcelona: Gedisa REYES, G.- BAENA, E; URIOS, E (2000) Ejercicios de prag- mática, Madrid: Arco/Libros TUSÓN, A. Y CASALMIGLA,H. (1999) Las cosas del decir, Barcelona: Ariel

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