Este documento discute la importancia de la participación ciudadana en la planificación estratégica de un territorio. Explica que la participación comunitaria puede interferir con la autonomía de los planificadores pero también fortalecer la toma de decisiones. Además, destaca que la planificación estratégica debe considerar tanto el conocimiento científico como el conocimiento tradicional de la comunidad. Finalmente, concluye que la transformación de un territorio depende de la participación de todos los ciudadanos y grupos.
Participación ciudadana en planificación estratégica
1. UNIVERSIDAD DE LOS ANDES
FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN
CONSEJO DE ESTUDIOS DE POSTGRADO
ESTUDIOS DE POSTGRADO DE EDUCACIÓN FÍSICA
ESPECIALIZACIÓN GERENCIA DEL DEPORTE
Ensayo:
Planificación estratégica en la
participación ciudadana, su vinculación
Autor: Manuel Armando Baltazar Simba
Docente: María Del Carmen Cancelo González
Mérida, noviembre de 2017
2. La participación de la ciudadanía en la planificación estratégica de un país constituye
un tema de gran interés y complejidad y se refiere al conjunto de teorías, métodos y prácticas
que introducen de forma interactiva la comunidad en los procesos de toma de decisión. La
comunidad desempeña un papel importante en relación con el Estado y el mercado. Además,
su participación activa y directa en los procesos de decisión puede interferir en la supuesta
autonomía técnico-científica de los planificadores, poniendo en discusión el papel del experto
en el proceso de planificación y gestión de un territorio; por lo tanto su participación en la
toma de decisión puede considerarse, dependiendo del contexto, como un elemento
dinamizador o amenazador de las normales prácticas urbanísticas o de ordenamiento
territorial.
De la misma forma en que la planificación estratégica se traslada a la gestión de las
ciudades, también se aplica por las entidades sociales, porque son objeto de similares
turbulencias y cambios en su entorno y en su actividad, lo que las induce a buscar elementos
técnicos que permitan afrontar la incertidumbre en su actuar. Sin embargo el poner la toma
democrática de decisiones y la participación como uno de los valores propios de lo social no
quiere decir que éstas sean del más hondo calado y extensión.
Las formas jerárquicas y centralizadas de organización también están presentes e
incluso se puede decir que prevalecen en muchas de las entidades sociales, por lo que tanto
en su dirección interna como en los proyectos que desarrollan se deja ver este estilo de
organización y de planificación estratégica. Igual sucede con los conjuntos de acción que
aparecen en las estrategias desplegadas hacia fuera por organizaciones de este sector, sobre
todo en cuanto a los actores de mayor poder de influencia en la economía, tanto del sector
público como del privado.
Por otro lado, en el plano de la toma de decisiones, resulta relevante también
incorporar la mayor cantidad de visiones derivadas de grupos sociales diversos, porque se
precisa considerar tanto el conocimiento generado por la ciencia, como el conocimiento
tradicional nacido en el seno de la comunidad, comprendiendo que la topofilia, o estimación
del propio lugar, es una forma lícita de entender un territorio (Bonil, Sanmartí, Tomás, &
Pujol, 2004). Ello a su vez contribuye a construir confianza, solidaridad y a profundizar el
sentido de pertenencia, factores decisivos, no sólo para la generación de redes (Friedmann,
3. 2004), sino que también para construir el desarrollo del territorio, más aun cuando se constata
que esto último depende no tanto de seleccionar políticas acertadas desde un punto de vista
técnico, sino más bien de negociarlas, aprobarlas y ejecutarlas de una forma conducente a la
supervivencia política y su aplicación efectiva (Waissbluth, 2008). Lo anterior, queda en
mayor grado manifiesto cuando se reconoce que el territorio constituye un elemento
constitutivo de identidad (Boisier, 2005) y opera esencialmente como depositario de mentes
humanas, que son siempre mentes en sociedad, que con otras mentes alumbran un mundo de
forma individual y colectiva a la vez, que se organizan socioculturalmente y que evolucionan
según sus situaciones y las vicisitudes vitales que experimentan (Bastardas, 2010).
Por otro lado, en el plano de la toma de decisiones, resulta relevante también
incorporar la mayor cantidad de visiones derivadas de grupos sociales diversos, porque se
precisa considerar tanto el conocimiento generado por la ciencia, como el conocimiento
tradicional nacido en el seno de la comunidad, comprendiendo que la topofilia, o estimación
del propio lugar, es una forma lícita de entender un territorio (Bonil, Sanmartí, Tomás, &
Pujol, 2004). Ello a su vez contribuye a construir confianza, solidaridad y a profundizar el
sentido de pertenencia, factores decisivos, no sólo para la generación de redes (Friedmann,
2004), sino que también para construir el desarrollo del territorio, más aun cuando se constata
que esto último depende no tanto de seleccionar políticas acertadas desde un punto de vista
técnico, sino más bien de negociarlas, aprobarlas y ejecutarlas de una forma conducente a la
supervivencia política y su aplicación efectiva (Waissbluth, 2008).
Lo anterior, queda en mayor grado manifiesto cuando se reconoce que el territorio
constituye un elemento constitutivo de identidad (Boisier, 2005) y opera esencialmente como
depositario de mentes humanas, que son siempre mentes en sociedad, que con otras mentes
alumbran un mundo de forma individual y colectiva a la vez, que se organizan
socioculturalmente y que evolucionan según sus situaciones y las vicisitudes vitales que
experimentan (Bastardas, 2010).
En tal sentido, la participación como derecho supone un proceso social y político
autónomo, crítico y dinámico que se propone la democratización de las relaciones de poder
entre el Estado y la sociedad. El proceso de participación implica la incorporación del pueblo;
mediante mecanismos de incidencia (directos e indirectos) sobre los procesos de gestión
4. gubernamental, sin más restricciones que aquellos que determinen la Constitución y las leyes.
Un comentario adicional en este sentido es que, no hay una contraposición entre
representación política y participación; establece que el pueblo tiene derecho a participar en
los asuntos públicos directamente o “a través de sus representantes”. Es decir, que
participación ciudadana y representación política se complementan. Lo que sí es contrapuesto
a la cualidad de participativa es la “exclusión” en cualquiera de sus manifestaciones, bien sea
de naturaleza política o social o de cualquier otro tipo. En una democracia participativa se
requiere pues de la inclusión de todos los ciudadanos.
En este sentido, la planificación estrategia no debe verse limitada por los ciclos
electorales, pues no es un proyecto de gobierno sino de ciudad; de ahí que el proceso
participativo de la ciudadanía deba estar abierto a todo el mundo. En esto, la elaboración de
un plan estratégico comporta calendarios relativamente largos, hecho que, a su vez, requiere
un trabajo constante de comunicación, desde el punto de vista de proceso participativo
ciudadana. De este modo, el proceso participativo ciudadano en los planes estratégicos, debe
aclararse el límite de competencias de la entidad gestora del plan estratégico para evitar así
falsas expectativas entre la ciudadanía que participa en los mismos planes. De este modo los
resultados de un plan estratégico se materializan a medio y largo plazo en diversos
departamentos municipales. Esto implica que dentro del territorio hay que transmitir a la
población que aquella situación se está realizando como consecuencia del proceso
participativo realizado en la elaboración del plan estratégico.
En conclusión, un plan estratégico de acuerdo con la planificación ciudadana, nunca
se puede implementar en una sola institución, ni mucho menos un solo departamento o área
municipal. La transformación de un territorio afecta a todos los que participan de la vida
económica o no económica y social de este, por mucho que desde la administración pública
se lleve la iniciativa en la elaboración del plan y la implementación de gran parte de las
estrategias. Ahora bien, por diversos motivos, los resultados de un plan estratégico y su
materialización no siempre son evidentes para quienes participan.
Pensamiento: Si no se participa en los planes estratégico de un territorio no somos
dueños de nuestras propias vidas, los demás deciden la política, pues la participación de un
ciudad es clave y el camino de una libertad soberana. (Manuel Simba 2017)