Principios psicoeducativos que nos ayudan a mejorar la conducta de nuestros estudiantes
1. Principios psicoeducativos que nos ayudan a
mejorar la conducta de nuestros estudiantes
Una presentación de los maestros estratégicos
2. En psicoeducación creemos que cambiar las
conductas disruptivas de los estudiantes debe
ser, primero que todo, un proceso de aprendizaje
para los niños. Para ser efectiva y duradera, las
estrategias que los maestros usemos para
enseñar nuevas y mejores conductas a los niños
debe incluir importantes aspectos cognoscitivos
(pensamiento y actitudes), afectivos
(sentimientos y emociones) y conductuales o de
comportamiento. En adición, creemos que todos
los individuos, a todas las edades, elegimos o
seleccionamos aquello que queremos hacer; la
conducta no elige al individuo, el individuo elige
su conducta. Elección o selección siempre
implica control; conducta que seleccionamos es
conducta que controlamos.
3. Porque creemos firmemente que nuestra
conducta es nuestra selección, también
creemos que todos los niños, incluyendo
niños con pobre autocontrol, pueden
aprender nuevas y mejores maneras de
comportarse. Un principio fundamental en
psicoeducación es: conducta que
seleccionamos es conducta que podemos
cambiar. Este poderoso principio
psicoeducativo nos anima y nos fortalece
durante nuestro retador día de trabajo. Ahora
nuestro desafío mayor consiste en inspirar a
nuestros estudiantes con problemas
recurrentes de conducta a que también crean
en este principio.
4. Cuando los maestros, consistentemente y
sistemáticamente, siguen principios psicoeducativos o
terapéuticos en su salón de clases, pueden influenciar
y reorientar la dinámica ya tirante entre un maestro y un
estudiante, moviendo al estudiante paulatinamente de
una actitud de confrontación hacia una nueva actitud
de cooperación. La relación maestro-estudiante es la
clave. Una interacción maestro-estudiante diestramente
manejada por el maestro se puede convertir en una
poderosa herramienta de cambio para modificar
cualquier conducta. Con rapport (compenetración y
buena relación), mensajes optimistas y expectativas
altas los maestros terapéuticos logramos debilitar
conductas que interrumpen las lecciones en el salón de
clases, reemplazándolas con conductas enfocadas y
estudiantes motivados.
6. “Un solo tamaño no ajusta a todos por
igual.” Para tener éxito en modificar la
conducta del estudiante típicamente
disruptivo debemos reconocer y
entender al individuo que existe en cada
niño. Las necesidades sociales y
emocionales de cada alumno son
particulares para ese alumno; en otras
palabras, esa técnica disciplinaria que
tanto nos gusta porque produjo tan buen
resultado con Rubén no necesariamente
va a generar el mismo resultado en
Manuel. Esto nos obliga a ser originales
y creativos.
7. Mensajes positivos con expectativas
altas producen conductas positivas.
Crítica negativa con expectativas bajas
producen respuestas (conductas)
negativas. Lo que anticipamos es lo que
recibimos.
La calidad de nuestras interacciones con
nuestros estudiantes depende
enteramente de los mensajes que les
comunicamos. Para relaciones
terapéuticas y que promueven conducta
positiva en los niños tenemos que usar
lenguaje positivo; no existe otra manera.
8. Con el simple hecho de cambiar nuestros
mensajes a los estudiantes de crítica negativa y
cuestionamiento a apoyo y aliento logramos
moldear la conducta del salón y tener un mejor
control de nuestra clase.
Cambiando la manera como respondemos a
intercambios tirantes y a conductas alteradas
logramos cambiar la atmósfera del salón.
Algunas veces, sentir rapport hacia determinado
estudiante ocurre de manera natural y
espontánea, pero en la mayoría de las
ocasiones, establecer y consolidar rapport con
un estudiante típicamente alborotado es algo
que tenemos que crear.
9. Respondiendo de manera diferente a
las conductas fuera de orden en el
salón nos ayuda a sentir que tenemos
el control. Controlamos la situación
cuando somos nosotros, no los
estudiantes, los que decidimos como
vamos a actuar. Nuestro mayor poder
es el poder de sentirnos retados, no
amenazados, mucho menos
intimidados, ante los sucesos
disruptivos.
10. Los maestros terapéuticos perciben las
conductas disruptivas como una oportunidad
para ayudar al estudiante a desarrollar
maneras más útiles y productivas de pensar,
de sentir y de actuar.
Un estudiante disruptivo actúa sobre su
conducta, pero el estudiante no es su
conducta. La conducta es una acción, no una
característica de personalidad fija en el
estudiante. En otras palabras, la conducta es
el problema, el estudiante no es el problema.
Como toda acción o actuación, toda
conducta inadaptada o disruptiva puede
cambiar.
11. Cuando acentuamos los mejores atributos y
cualidades de los estudiantes los maestros
nos convertimos en criaturas inspiradoras y
motivadoras. No lo pongan en duda, en
nuestras interacciones diarias con los niños
los maestros tenemos un enorme poder: el
poder de inspirar. Inspirándolos y
motivándolos aceleramos el desarrollo social
y emocional de nuestros estudiantes. No
existe nada más alentador para un niño con
problemas recurrentes de conducta que
escuchar de un adulto significativo estas
palabras: “Yo creo en ti y creo en tu
capacidad y en tu habilidad para mejorarte.
¿Cómo te puedo ayudar?”
12. Podemos enseñar a los estudiantes
con problemas recurrentes de
conducta lo que ellos necesitan hacer
para auto-regularse y para auto-
controlarse. Nuestras metas a largo
plazo con estos estudiantes es el
desarrollo de: entendimiento de uno
mismo, autodirección y autocontrol.
13. A mayor entendimiento de uno mismo
y mejor habilidad para tomar
decisiones inteligentes, mayor es la
habilidad del individuo para auto-
regularse. Fíjense que estas son
cualidades intrínsecas o internas del
individuo y son fundamentales para la
buena conducta en los niños. La
conducta positiva y constructiva no
depende ni de controles ni de
refuerzos externos.
14. Todos nuestros estudiantes poseen
recursos internos, destrezas y
habilidades que les son útiles para
auto-corregirse. El rol del maestro
terapéutico es identificar los recursos
que el estudiante ya posee y aliarse
con el niño o niña para juntos
combatir un enemigo en común: la
conducta disruptiva.
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