El documento discute cómo las escuelas pueden contribuir a la violencia a través de la estandarización, la pedagogía excluyente y el castigo. Estas prácticas impiden el aprendizaje y pueden crear un clima violento al no atender las necesidades individuales de los estudiantes. Además, las pruebas estandarizadas son parciales y se basan en conocimientos colonizados que favorecen a algunos estudiantes sobre otros. La complicidad de las escuelas permite que continúe la violencia sistemática y la de