1. ALUMNO
Luis Graterol C.I. Nº 12556203
Sección: THF-0753 ED01D0V
REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD YACAMBU
FACILITADOR
Profesora Xiomara Rodríguez
FISIOLOGÍA Y CONDUCTA
LA IRA
Barquisimeto, Octubre de 2017
2. * Parece consolidado entender la ira
como una de las emociones básicas, y
así está asumido por la gran mayoría
de autores.
* Son varios los autores que coinciden
en señalar el alto afecto negativo que
ésta posee, y más exactamente se
señala el displacer como uno de los
elementos básicos que la componen,
considerándose, además del displacer,
una tendencia a la activación fisiológica
como la otra de sus características
afectivas.
LA IRA
3. *LA IRA
Rasgos faciales que caracterizan a la
ira. Estos son: cejas bajas, contraídas y en
disposición oblicua; párpado inferior
tensionado; labios tensos o en ademán de
gritar; y mirada prominente.
Para puntualizar la definición, la ira es
una emoción primaria que se presenta
cuando un organismo es bloqueado en la
consecución de una meta o en la obtención
o satisfacción de una necesidad. Izard
(1977, 1991)
Así, la ira, para autores como Averill
(1982), es una respuesta emocional que se
da de acuerdo a un rol social y que cumple
una función en ese sistema social.
4. La inducción de emociones genera cambios profundos en el sistema nervioso
autónomo y en el sistema endocrino, destacando que se altera también la
actividad cerebral, en especial en los lóbulos frontales y temporales
En este contexto, existen dos modelos conceptuales. Por un lado, el modelo
de valencia emocional, según el cual la región frontal izquierda del cerebro se
halla implicada en la experiencia de emociones positivas, mientras que la región
frontal derecha se relaciona más con las emociones negativas. Y el segundo
modelo, de dirección motivacional, vincula la región frontal izquierda con la
experiencia de emociones que provocan el acercamiento, y la región frontal
derecha, con las emociones que incitan a la retirada.
Para las neurociencias, la región del córtex frontal también se encarga de
regular la agresión y los impulsos violentos cuando las señales neurocerebrales
que van desde el tálamo a la amígdala se desvían hacia él para generar procesos
relacionados con la racionalidad, la lógica, la ética, la moral y la conciencia
humana.
5. Las emociones desagradables
poderosas (ira, ansiedad, tensión o
tristeza) desvían la atención hacia sus
propias ocupaciones interfiriendo el
intento de concentración en otra cosa.
Cuando las emociones entorpecen la
concentración lo que ocurre es que se
paraliza la capacidad mental cognitiva
que los científicos llaman “memoria
activa”, la capacidad de retener en la
mente toda la información que atañe a
la tarea que estamos realizando. La
memoria activa es una función
ejecutiva por excelencia en la vida
mental, que hace posible todos los
otros esfuerzos intelectuales, desde
pronunciar una frase hasta de
desempeñar una compleja proposición
lógica.
La corteza prefrontal ejecuta la
memoria activa y el recuerdo es el
punto en el que se unen las
sensaciones y emociones. Cuando el
circuito límbico, que converge en la
corteza prefrontal, se encuentra
sometido por la perturbación, queda
afectada la eficacia de la memoria
activa: no podemos pensar
correctamente.
6. No sólo se trata de controlar su
conducta externa, sino también controlar
sus respuestas internas, tomando
medidas para reducir el ritmo cardíaco,
calmarse y dejar que los sentimientos
desaparezcan.
El objetivo del manejo de la ira es
reducir los sentimientos y el despertar
fisiológico que provoca. A veces no
podemos deshacernos de las cosas o las
personas que nos enfurecen, ni se
pueden cambiar, pero podemos aprender
a controlar nuestras emociones por su
parte, la tolerancia es muy importante, en
ocasiones colocarse en el lugar de los
otros, comprender que un arrebato de
furia la mayoría de las veces no soluciona
el problema y que lejos de ayudar
empeora la situación.
El objetivo del manejo de la ira es
reducir los sentimientos y el despertar
fisiológico que provoca. A veces no
podemos deshacernos de las cosas o
las personas que nos enfurecen, ni se
pueden cambiar, pero podemos
aprender a controlar nuestras
emociones, por su parte, la tolerancia
es muy importante, en ocasiones
colocarse en el lugar de los otros,
comprender que un arrebato de furia la
mayoría de las veces no soluciona el
problema y que lejos de ayudar
empeora la situación.
7. Las implicaciones que ira tiene, por ejemplo, para la salud han sido
identificadas en un amplio número de problemas orgánicos (véase Suinn, 2001), y
de forma más relevante en los trastornos cardiovasculares (véase Palmero, Díez y
Breva, 2001; Siegman y Smith, 1994), pero también en otras trastornos como el
cáncer, las úlceras, el tabaquismo o la soriasis (véase Johnson, 1990), o
enfermedades que cursan con dolor crónico, como la artritis reumatoide,
enfermedad además autoinmune (véase Burns, 1997; Huyser y Parker, 1999).
8. También en el ámbito de la psicopatología la ira se
presenta como relevante y, a pesar de no contar con un
trastorno específicamente vinculado a ella, se muestra
como un indicador importante de otros trastornos
afectivos, como los de tipo depresivo (véase Beck, 1976),
además de convertirse en síntoma para diversos
trastornos del DSM-IV-TR (APA, 2000) que van desde
algunos típicos de la niñez y la adolescencia, como
Trastorno negativista desafiante, hasta trastornos de la
personalidad (véase Pérez Nieto, González Ordi y
Redondo, 2007). Incluso, la ira se muestra también como
una variable relevante en el tratamiento y la rehabilitación
de determinados problemas neuropsicológicos asociados
al daño cerebral traumático (Muñoz Céspedes, Pérez
Nieto e Iruarrizaga, 2001) o del alcoholismo (García
Rosado y Pérez Nieto, 2005).
9. Hasta las más actuales de
Deffenbacher (1994), la ira ha sido
objeto de tratamiento mediante
técnicas psicofisiológicas y cognitivo-
conductuales, obteniéndose
resultados positivos, incluso sólo con
terapia cognitiva (Deffenbacher,
Dahlen, Lynch, Morris y
Gowensmith, 2000). Sin embargo,
antes de llegar al tratamiento de la
ira, es preciso señalar algunas
características sobre su regulación.
10. La prevención y el tratamiento de los
problemas derivados de una alta frecuencia e
intensidad de la ira se vuelve especialmente
relevante debido al impacto negativo que
dicha emoción puede alcanzar tanto en la
salud física como en la salud mental del
individuo, así como en su ajuste social. Desde
los años noventa, la validación de
tratamientos centrados en la regulación de la
ira ha sido amplia, realizándose habitualmente
desde un enfoque netamente cognitivo-
conductual aunque adaptándose distintos
modelos y poniéndose en práctica con
distintas poblaciones.