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CULTURA Y SOCIEDAD
“..Sea que escuchemos con divertida indiferencia el sortilegio fantástico de un médico brujo de
ojos enrojecidos del Congo, o que leamos con refinado embeleso las pálidas traducciones de las
estrofas del místico Lao Tse, o que tratemos de romper, una y otra vez, la dura cáscara de un
argumento de Santo Tomás, o que captemos repentinamente el brillante significado de un
extraño cuento de hadas esquimal, encontraremos siempre las misma historia variable y sin
embargo maravillosamente constante, junto con una incitante y persistente sugestión de que
nos queda por experimentar algo más que lo que podrá ser nunca sabido y contado..”1
1.1 De la interpretación (conceptos) individuales y su incidencia en lo colectivo.
El ser individual es, de por sí, complejo. En cuanto logra, aún en su condición de individuo (a)
primario (a), construir su propia visión de la exterioridad. Este proceso está asociado a los
sentidos biológicos. La percepción, como ejercicio inicial que permite acceder a insumos
externos, ejerce como instrumento para recolectar esos datos y procesarlos. Ya ahí, la
diferenciación se establece por la vía del seguimiento y continuidad, originados en la capacidad
para retener la información e interpretarla. No es una memoria simbólica ni formal, como la de
los otros animales. Esa memoria trasciende a la repetición simple de lo aprendido, a manera de
expresión espontánea y/o de respuesta instintiva a motivaciones externas. Por el contrario, es
una memoria en constante actividad y que actúa como recurso pleno e intencional, cuando se
hace necesario recordar lo visto antes, lo vivido; a partir de experiencias individuales y
colectivas. Así y solo así se puede entender la capacidad que adquiere cada sujeto (a), para
proponer y desarrollar opciones dirigidas al proceso de transformación de la exterioridad. Pero
también, para entender la construcción de una simbología para sí; de tal manera que ejerza
como instrumento fundamental, a la hora de definir sus propias perspectivas; en cuanto
expectativas originadas en su propia pulsación con respecto a los (as) ) otros (as). Entonces, la
esperanza, la ilusión, los afectos, el placer como elaboración suya; constituyen referentes en los
cuales se cruzan la individualidad y lo colectivo. No como derogación de lo primero en función
de lo segundo; sino como interacción que el (la) sujeto (a) individual acepta, e incluso propone,
en el camino hacia la obtención de un determinado fin. Ya, en esta expresión, es pertinente
entrever la influencia (...en esa memoria individual, como acumulado constante) de las
tradiciones aprehendidas por la vía de la imposición y/o de la experiencia directa, que
adquieren determinadas instancias simbólicas; construidas a partir de procesos individuales y
colectivos. Así entonces, a manera de ejemplo, cabe analizar en ese espectro; el rol de la
religión, de los códigos y paradigmas que ejercen como limitaciones al desarrollo pleno de la
individualidad, en cuanto adquieren una significación que trasciende a cada sujeto (a) y lo (a)
obliga a un acatamiento; so pena de quedar por fuera de esa figura de concertación colectiva
que lo (a) compromete. No reconocer la concertación (a la manera de equilibrio); tuvo siempre
(...y tiene ahora) para cada sujeto (a) repercusiones profundas. Inclusive, de su aceptación o
no, depende en muchos casos la existencia suya como sujeto (a) individual vivo, como actor
válido.
En este contexto cabe una expresión relacionada con la incidencia que adquieren las opciones
propuestas, por parte de los (a) sujetos (as) individuales; en lo que hace referencia a la
interpretación de las pautas, paradigmas y condiciones vigentes en un determinado período
histórico. En sí esas pautas y condiciones, no son otra cosa que construcciones colectivas que
trasciendan a cada individuo (a). Podría aseverarse inclusive que, en las mismas; cada sujeto se
subsume, como quiera que no le esté permitido transgredirlas. Está obligado, en consecuencia,
a asumir una interpretación similar a la que realizan los (as) otros (as). Si su decisión es hacer
1
Camphell, Joseph. “El héroe de las mil caras”. Editorial Fondo de Cultura Económica, quinta
reimpresión, 1999, página 11.
trasgresión, bien sea por la vía de proponer una interpretación diferente y/o de asumir la
opción directa de cuestionarlas y trabajar por su destrucción; se entiende que asume las
consecuencias a que esto conlleva…Entonces se configura, a partir de esa intervención
individual, una confrontación con la simbología e iconografías colectivas. Aquí, en esa
confrontación, se enfrenta la construcción individual con la construcción colectiva. Esto es
válido, como decíamos arriba, tanto para los paradigmas colectivos asociados a la religión;
como para aquellos paradigmas asociados a la noción de ordenamiento y de jerarquización.
Queda claro, asimismo, que estas construcciones colectivas, son posteriores a la apropiación
primigenia de la exterioridad, a la internalización primera realizada por cada sujeto (a) en su
contacto inicial con la naturaleza. Es decir, son elaboraciones, desarrolladas en el tiempo y en el
espacio; como acciones concientes o inconcientes (...o mediante una interacción entre los dos
estados) en donde se aplica el conocimiento acumulado, a manera de ordenamiento de las
percepciones recibidas y almacenadas en la memoria. Pasa a ser, por esta vía, una memoria de
todos y todas. Una memoria colectiva que se construye a través de la comunicación y de la
instauración de códigos e íconos que dan fe de la concertación.
Toda herejía, en principio, es una acción individual. Compromete a quien realiza una
interpretación diferente y se decide a proponerla como opción. Bien sea como modificación
parcial de las pautas, paradigmas y condiciones instaurados como referentes colectivos; o como
alternativa que conlleva a una modificación total, radical. Algo así como o son esas pautas y
paradigmas o son estas pautas y paradigmas alternativos. Ya ahí, en esa acción de proponer
una alternativa, se configura un distanciamiento con respecto al ordenamiento vigente.
Adquiere ese hecho un significado asimilado a la ruptura. En el proceso de enfrentar esa opción
(...u opciones) con las existentes; el (la) sujeto (a) que ejerce como cuestionador (a),
desemboca en una posición herética. A partir de ahí, se trata de definir las condiciones y el tipo
de acciones a realizar, el proceso de difusión de la opción u opciones nuevas. Aquí, condiciones,
tienen que ver con los insumos recaudados para sustentar la nueva opción. Tipo de acciones,
tiene que ver con realizar una confrontación individual absoluta. O la adquisición, mediante el
proceso de persuasión o imposición, de una aceptación de los (as) otros (as). De tal manera
que pueda presentarse y desarrollar como opción u opciones colectivas. Esto no es otra cosa
que el comienzo de una sumatoria de acciones diferenciadas; en procura de lograr la
aceptación y acatamiento, bien sea de la modificación parcial o de la erradicación de las
anteriores pautas y paradigmas y, en su reemplazo, erigir las nuevas.
De todas maneras, bien sea que se actúe en un u otro sentido, es evidente la necesidad de
cierta subyugación hacia los otros y las otras. Algo así como entender y aceptar el principio
básico relacionado con el ordenamiento y el equilibrio por la vía de la imposición de pautas y
paradigmas: siempre existan referentes establecidos como condición para el ordenamiento y el
equilibrio; habrá unos códigos y obligaciones que ejercen como limitación a la libertad
individual. Alcanzar unos nuevos referentes, unos nuevos códigos y nuevas obligaciones;
supone la realización de acciones que controvierten lo anterior.
1.2 Del sujeto Colectivo
Ahora se trata de establecer los términos de referencia, a partir de los cuales se configura la
presencia y las acciones del colectivo; como sujeto pleno que trasciende a la individualidad pero
no la puede subsumir.
Desde una interpretación etimológica, sujeto colectivo se entiende como figura plural. Es decir,
se asume su configuración como sumatoria, simple o compleja, de individualidades con
presencia en un determinado escenario, ámbito o territorio. También involucra un concepto
adjunto, que da cuenta de una posición asimilada a la conciencia y a su significado. Algo así
como entender al sujeto colectivo en condición vinculante con respecto a una visión (o visiones)
y a una interpretación de la exterioridad que lo circunda. El problema radica en la posibilidad
efectiva para precisar el nexo entre esa figura colectiva y la individualidad, sin que implique la
disolución. Porque, a partir de una interpretación centrada en el estricto comportamiento
mecánico; podría pensarse en una dicotomía elemental, en donde la conciencia colectiva es
una expresión que traduce los acumulados históricos, en cuanto vivencias, como información
procesada que induce a una definición desde la perspectiva cultural.
De todas maneras, la interpretación de lo colectivo, supone un imaginario. Este, a su vez, debe
estar asociado al concepto de espacio físico. Algo así como establecer una dinámica en la cual
aparece la interrelación entre los (as) sujetos (as) individuales, asociados e integrados con
respecto a determinados códigos reconocidos como válidos. Ya decíamos antes, en esta misma
línea de reflexión: los referentes, entendidos como códigos, pueden ejercer como punto de
equilibrio; a través del cual se expresan las coincidencias. Ahora bien, la complejidad en la
interpretación del significado y alcance de este equilibrio, está dado por el análisis del recorrido
previo para acceder al mismo. Tal parece que se presentan dos opciones en la interpretación.
Una de ellas tiene que ver la identidad pasiva que realiza cada sujeto individual con los códigos
o referentes generales que inducen al equilibrio. La otra tiene que ver con la coacción, con la
imposición, por la vía de acciones ejercidas por parte de quien o quienes se erijan como centro
y/o como intérpretes únicos de esos códigos.
La primera opción supone un tránsito no traumático, mediante el cual cada sujeto asume la
identificación con los códigos (conciente o inconciente). Es de suponer que, ya ahí en ese
tránsito hacia la identificación o reconocimiento, se configura una ruptura con respecto al yo
absoluto. Se traslada parte de la identidad personal, a la identidad colectiva; como condición
indispensable para acceder al equilibrio. Se entiende y acepta esa necesidad, en una
perspectiva grupal, plural. Ahora bien, los códigos pueden adquirir características religiosas, o
de simples premisas para el trabajo asociado; o de compromisos para establecer una figura
colectiva relacionada con el ordenamiento global de obligaciones; o una sumatoria compleja de
todas estas las anteriores. Lo cierto es que la aceptación se expresa como actitud soportada en
la libertad para definir.
La segunda opción supone la presencia de posiciones previas; en las cuales es evidente una
diferenciación en términos no solo de interpretación y elaboración con respecto a la
exterioridad; sino también en términos de apropiación unilateral de los acumulados históricos
de las vivencias entendidas como insumos para la construcción de los códigos, referentes..o
paradigmas. Aquí, entonces, se configura un recorrido traumático; por cuanto supone la
restricción impuesta a las posibilidades individuales. No es ya la aceptación en libertad; es por
el contrario la imposición a reconocer, tanto los referentes en sí, como también a quien o
quienes los representan y los imponen.
2. De la noción de poder y su ejercicio.
Ahora es pertinente desarrollar algunos conceptos en relación al comportamiento del sujeto
colectivo; a partir de su separación con respecto a los (as) sujetos (as) individualmente
considerados. Supone, entonces, la aceptación de su existencia con expresión propia; regida
por pautas que, a su vez, pueden ejercer como referentes generales. El problema tiene que ver
con precisar las condiciones y/o prerrequisitos necesarios para consolidar la figura de la
instancia abstracta; aquella que se desprende del sujeto colectivo y se rige como referente que
debe ser acatado; no solo por los (as) sujetos (as) individuales; sino también por la colectividad
que se construye y se hace plena en razón a la interacción constante entre los (as) sujetos (as).
Ya, aquí, puede hablarse de una prefiguración territorial y de unos vínculos que hacen posible
esa interacción. Supone la aceptación de la identidad individual propia de cada sujeto (a); pero
también la existencia de los (as) otros (as) como pares que comparten una misma identidad
colectiva.
Respecto a lo anterior, considero pertinente remitir a una expresión de Lewis H. Morgan en su
texto: La Sociedad Primitiva, veamos:
“..Los hechos indican la formación gradual y el desarrollo subsiguiente de ciertas ideas,
pasiones y aspiraciones. Aquellos que ocupan las posiciones más prominentes, caben ser
generalizados como crecimientos de ideas particulares, a las que se encuentran íntimamente
vinculadas…
..ÚLTIMO. La idea de propiedad se formó lentamente en el pensamiento humano,
permaneciendo naciente y endeble durante períodos inmensos de tiempo. Adquiriendo vida en
el salvajismo, requirió toda la experiencia de este período y del subsiguiente, de la barbarie,
para desarrollar el gérmen y preparar el cerebro humano para la aceptación de su influencia de
contralor. Su imperio como pasión por sobre todas las demás pasiones, señala el comienzo de
la civilización...”2
2.1 ¿Qué es el poder?
Hablábamos arriba acerca de las condiciones en las cuales se puede concretar la aceptación,
por parte de los (as) sujetos (as) individuales, de unos referentes y/o principios básicos; por
fuera de si. Es decir, externos a cada uno a cada una. Quedó clara, en esta línea de análisis, la
interpretación, a partir de dos opciones. Una u otra, definen tránsitos diferentes hacia la
consolidación de los principios, referentes o paradigmas que han de centrar y orientar el
quehacer de los (as) sujetos (as) individuales; en un entorno preciso, en el cual se involucra la
aceptación de los (as) otros (as) como pares. Pero, al mismo tiempo, adquiere el significado
inherente a la separación de esos principios-referentes con respecto a lo colectivo, entendido
como sujeto que simplemente asume como sumatoria de las individualidades. Es decir, empieza
a erigirse como figura que trasciende a los (as) sujetos (as); tanto en lo individual como en lo
colectivo.
También habíamos expresado acerca de la connotación que esto adquiere; en cuanto supone la
presencia de quien o quienes asumen como responsables del manejo o supervisión del
acatamiento debido en torno a esos principios-referentes. Es algo así como indagar con
respecto a las condiciones que debe o deben reunir ese sujeto (a), o esos (as) sujetos (as).
Desde la interpretación propuesta por Marx y Engels; podría aseverarse que el ejercicio de esa
responsabilidad supone la asunción de una posición de dominio, como efecto colateral de una
apropiación con respecto a los excedentes de los bienes producidos por la vía del trabajo, de la
transformación de la naturaleza. A lo anterior podría agregarse, como extensión necesaria, la
apropiación de los acumulados del conocimiento adquirido en ese mismo proceso. De ser así,
entonces, surge un nuevo elemento alusivo a la cultura; entendida como superestructura
construida a partir de la relación establecida con la exterioridad (naturaleza). Aparece, por esa
misma vía, la figura de beneficiarios o beneficiario. Esto, de por sí, adquiere el significado
propio de unas relaciones, ya no en igualdad de condiciones; sino en las cuales se establece un
dominio sobre aquellos (as) que no ejercen como tal.
Otra alternativa, para la interpretación, tiene que ver con la posición Kantiana; en la cual
aparece la razón como sujeto abstracto que conduce los procesos. Por lo tanto, adquiere una
connotación ajena a los (as) sujetos (as), en tanto se entiende como condición preexistente al
proceso de transformación de la naturaleza. Por lo mismo, entonces, se entiende como
extensión y aplicación modificada de la posición socrática y aristotélica. La variante tiene que
ver con el de que, en Kant, la Razón aparece como abstracción que ejerce como referente,
inherente a la noción de poder; como instancia que convoca y que debe ser acatada; en cuanto
se concreta a través de una figura asimilada al concepto de Estado.
Ya, aún antes de Marx, Engels y Kant; Juan Jacobo Rousseau; Tomas Hobbes y Nicolás
Maquiavelo, desarrollaron teorías alrededor de ese concepto de poder y de dominio. Opciones
diferenciadas hacia la interpretación de ese hecho. Variantes como el equilibrio entre lo
colectivo y lo individual, a través de la aceptación y la concertación (Contrato Social, postulado
2
Morgan, Lewis H. “La sociedad primitiva”. Edición Divulgación Cultural Universidad Nacional de
Colombia, 1972, páginas 22 y 23.
por Rousseau); o como la exaltación y justificación de un ejercicio de dominio, desde una
perspectiva centrada en la imposición (Leviatán, de Hobbes); o como figura asociada a la
intermediación y trámite conciente de un sujeto individual que impone una determinadas
condiciones (El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo).
El asunto queda planteado y precisa de un desarrollo, si se pretende dilucidar el significado del
control ejercido sobre los (as) sujetos (as) individualmente considerados (as)...o sobre estos
(as), entendido como colectivo que no ejercen como beneficiarios (as) de este control.
Tal y como lo hemos insinuado, el poder no es otra cosa que el control ejercido por parte de
quien o quienes adquieren la capacidad para hacerlo. Acceder a esta capacidad, su aplicación ,
se explica según sea la interpretación asumida. De todas maneras, en estricto, desde el
momento en que se configura una determinada forma de control; este actúa como
condicionante que impide el desarrollo, pleno y absoluto, de la libertad individual entendida en
los términos ya señalados: como posibilidad que tiene cada individuo (a) para interactuar con la
exterioridad; a partir de sus propias vivencias. De su particular nexo con la misma y con el (la)
otro (a). Supone, en fin, la pérdida de la autonomía primaria. Esto explica, hasta cierto punto,
la tensión latente que acompaña todo proceso mediante el cual se efectúa una imposición. Una
tensión ya prefigurada por Freud en “Tótem y Tabú”...y desarrollada por (sin saberlo) Engels en
“El origen de la familia, la propiedad privada y el estado”. Con mayor claridad, Marcuse,
identifica ese nexo en sus trabajos: “El hombre unidimensional” (en tanto que sitúa una
interpretación del control político, como yunta que inhibe al –la- sujeto –a-) y en “Eros y
Civilización” (en tanto se retoma todo el espectro, derivado del malestar que acompaña a cada
sujeto – a-, desde el momento mismo de su vinculación forzada a la vida colectiva.).
Así entendido, entonces, el poder inhibe el desarrollo del (la) sujeto (a). Supone la instauración
de unos referentes para interpretar el nexo que cada uno (a) realiza con la exterioridad y de la
internalización que este (a) efectúa, como efecto colateral de esa relación primaria. Algo así,
entonces, como objetivar los acumulados de procesos anteriores, convirtiéndolos en pautas que
deben ser aceptadas. Por esta vía, en consecuencia, podría entenderse esa inhibición, en
condiciones similares a la que existe con respecto a los condicionantes primarios anclados en
los contenidos propios de la religión. En principio, podría aseverarse que (en estricto) poder y
religión causan el mismo efecto en cada sujeto (a)...la inhibición. En torno a este hecho, cabe
expresar desde ahora un elemento que será desarrollado posteriormente: Cuando se actúa, de
manera individual o colectiva, en contra de esa inhibición; se configura un conflicto que origina
un castigo, una sanción; por parte de quienes ejercen como controladores hacia quien o
quienes actúan en contravía de los referentes. Es el caso, a manera de ejemplo, de lo sucedido
con Prometeo.
2.2. El poder político.
A manera de ilustración (...con las reservas obvias), es pertinente presentar la reflexión
efectuada por Francisco Segui, en el prólogo a una de las ediciones de La República (Platón);
veamos: “...Si la vida ciudadana, la polis como forma comunitaria, se hunde desgarrada por el
escepticismo, el agnosticismo y el relativismo, la polis como organización política sucumbe ante
el empuje de la democracia. Y si Sócrates buscaba la solución invitando a revisar los conceptos
éticos, a encontrar lo absoluto, Platón idea todo un mecanismo político-social. Su República no
es una descripción de un mundo ideal: es una técnica de formación de una sociedad. Aunque
de vez en vez caiga en ciertas disquisiciones sobre conceptos tales el de justicia o felicidad, está
orientada al estudio de los aparatos de control social. Su objetivo es el orden, la estabilidad
(rechazará todo cambio que no sea un acercamiento al ideal descrito en la obra). Y para ello
parte de la educación. La educación es el principal elemento represivo, el medio más eficaz
para el control, el más apropiado homogenizador social. Educar es, para Platón, construir
ciudadanos. En la educación se hará al ciudadano: se condicionará su sensibilidad, su voluntad
y su pensamiento, de modo que nada pueda desear sino aquella situación que por naturaleza le
pertenece.
Toda técnica de control social responde a una concepción del hombre y de la vida, sin duda.
Pero es un error pensar que Platón extrae sus ideas políticas de la teoría de las ideas. Al
contrario, la Ideas serán una metafísica, una cosmovisión, una especie de creencia favorable
para llevar a cabo la política…”3
Desde la interpretación acerca del poder, propuesta y desarrollado en este escrito, es evidente
la asimilación al concepto de control. El asunto siguiente tiene que ver con su definición en
términos de control político. Lo anterior, por cuanto la noción de política, adquiere una
connotación relacionada con la actuación colectiva. Algo así como entenderla, en el contexto
permitido por los agregados adquiridos a través de determinados procesos previos. Es decir: la
política no constituye una opción originada en el proceso de internalización que efectúa cada
sujeto (a), con respecto a la exterioridad. Es, por el contrario, el desarrollo de elaboraciones
acumuladas, a través de procesos que trascienden a cada sujeto (a); comoquiera que se
configuran a partir de una forma de apropiación realizada por parte de quien o quienes
convierten esas elaboraciones, en opciones que entran a ejercer como referentes. En
consecuencia constituyen, por esto mismo, un mandato; una convocatoria que pretende el
reconocimiento individual y colectivo. Está expresada en códigos (...o definiciones) que
conforman un cuerpo teórico, con repercusiones prácticas en el quehacer cotidiano. Es, en
otras palabras, el soporte necesario para ejercer gobierno, autoridad; por parte de quien o
quienes se han separado de los (as) otros (as); en su condición de usufructuarios (as) de esos
mismos códigos.
La diferenciación comienza, desde el momento mismo en que aparecen insumos que la
permiten. Si bien es ilustrativa la interpretación (...un poco lineal) propuesta en el recorrido:
sociedad primitiva-esclavismo-feudalismo-capitalismo; como proceso explicativo en cuanto al
origen de la dominación. Lo cierto es que el asunto es mucho más complejo. Porque supone,
entre otras cosas, retomar el entendido de la apropiación de los referentes y su imposición; a
partir de un ejercicio originado en la diferenciación; pero asimismo, en nexo con el proceso de
internalización individual. Valga presentarlo de la siguiente manera: si la sociedad primitiva
descrita por Lewis H. Morgan, constituyó un estado en el desarrollo de la humanidad; no puede
inferirse, necesariamente, la ausencia de determinadas formas de diferenciación...y de control.
Con las limitaciones sociológicas y políticas propias de su investigación, el texto que la resume,
tiene elementos importantes; en cuanto a la interpretación de los hechos originados en la
misma investigación que se relacionan con la actividad humana. Por lo mismo es pertinente
resaltar lo siguiente:
“..Los hechos indican la formación gradual y el desarrollo subsiguiente de ciertas ideas,
pasiones y aspiraciones. Aquellos que ocupan las posiciones más prominentes, caben ser
generalizados como crecimientos de ideas particulares, a las que se encuentran íntimamente
vinculadas…
..ÚLTIMO. La idea de propiedad se formó lentamente en el pensamiento humano,
permaneciendo naciente y endeble durante períodos inmensos de tiempo. Adquiriendo vida en
el salvajismo, requirió toda la experiencia de este período y del subsiguiente, de la barbarie,
para desarrollar el germen y preparar el cerebro humano para la aceptación de su influencia de
contralor. Su imperio como pasión por sobre todas las demás pasiones, señala el comienzo de
la civilización...”4
Ahora bien, como lo hemos señalado arriba, el poder adquiere significado a partir de la
apropiación unilateral de insumos relacionados con el conocimiento acumulado. Esta
apropiación permite la elaboración de unas determinadas condiciones que deben ser acatadas,
por parte de quien o quienes no actúan en posición de usufructuarios. Así planteado, entonces,
no implica necesariamente un nexo primario con la posesión de bienes. Otra cosa es que la
posesión permita el desarrollo y consolidación posteriores de mecanismos de control y, por esta
3
Segui, Francisco. Prólogo a La República, Tomo I. Ed. Universales, Bogotá
4
Morgan, Lewis H. La Sociedad Primitiva, edición Divulgación Cultural Universidad Nacional de
Colombia, 1972.
vía, de imposición. Lo anterior es lo mismo que entender la dinámica del poder y del control;
como una sucesión de eventos en los cuales se van estructurando unas instancias en las que
predominan instrumentos conceptuales, como opciones únicas para la interpretación de la
naturaleza y de las relaciones necesarias para transformarla…o, simplemente, para convivir con
ella.
A partir de esta lógica para la interpretación del poder; se entiende que este adquiere una
connotación política, como opción válida en el proceso de consolidación y defensa del mismo,
por parte de quien o quienes actúan como detentadores. Lo que, en principio, era un control en
términos de pautas y códigos propuestos (...o impuestos) como única alternativa para
establecer un nexo con la externalidad; se convierte un la instauración de instancias que
identifican esos pautas y códigos con los usufructuarios. Esto supone el desarrollo de
mecanismos constitutivos de reglas orientadas a distanciar, aún más, el poder con respecto a
quienes se controla. Es decir este (el poder) se torna mucho más complejo; comoquiera que se
configura la intermediación como requisito indispensable para acceder a sus representantes. El
territorio, en este contexto, deja de ser simple externalidad primaria, natural en la cual se
efectúa la interacción y el intercambio por parte de los (as) sujetos (as). Se convierte, por lo
mismo que se consolida la figura del poder, en escenario en el cual la relaciones (...Sociales)
adquieren características, cada vez, más complejas. Ya no es, entonces, la simple aceptación de
los códigos originarios, casi siempre asociados a la religiosidad. Ahora se trata de una figura
ensanchada de este. Una ampliación del espectro; en función de los nuevos elementos que lo
acompañan y sustentan.
Vale la pena reiterar acerca del condicionamiento que se le imprime a la actuación individual. El
proceso, por medio del cual se instaura la dominación, supone una inhibición a la libertad. Ya
no existe la posibilidad de ejercer la autonomía inicial; para exteriorizar los conceptos
elaborados a partir de la relación con la naturaleza, con la externalidad. Lo que prevalece,
ahora, es la asunción de los referentes establecidos como única opción posible. Es una
interpretación mediada por los códigos y las instancias desarrolladas por parte de quien o
quienes ejercen como detentadores de esos referentes. A esto se agrega el hecho del nexo
entre esa acción de control primaria y la evolución del sistema de apropiación de los excedentes
derivados del trabajo. Se configuran, entonces, unas relaciones sociales en las que prevalece la
imposición de reglas. Algo así como una sumatoria de conceptos básicos que obligan. Actuar en
contravía de los mismos sitúa, a quien o quienes lo hacen, por fuera de esas condiciones. Por lo
tanto debe ser entendido como desafío, como rebelión. Esto es lo que explica, en términos del
concepto de legalidad, la estructuración de figuras que describen y validan el castigo; como
procedimiento indispensable para mantener el control. Es ahí en donde, el poder, adquiere su
connotación política.
Es pertinente, para este caso, citar la posición expresada por J.C. Friedrich, en su texto La
filosofía del derecho. “..Puesto que para el derecho siempre tiene importancia fundamental que
la obligación de sus normas se encuentre firmemente anclada en la convicción de la legitimidad
de la autoridad que crea la ley, sea Dios, sea la acción popular, la importancia de las normas
legales en la vida social estará, en todo momento, hondamente influida por la fe en la
legitimidad del gobierno que las impone y por la cual son creadas. El nomos y el jus de griegos
y romanos estuvieron en vigor mientras se mantuvo la fe en la comunidad de la polis, pues la
polis estaba regulada por el nomos y el jus, debido a la constante fe del pueblo en la heroica
sabiduría de algún antiguo legislador, ya fuera un Solón, un Licurgo, o las Doce Tablas. Sin
embargo, para los judíos del Antiguo Testamento, no fue Moisés, ni siquiera los profetas, sino el
Dios único, quien habló a Moisés y le ordenó que comunicara sus leyes a su pueblo (Levítico 19:
1-2). Y fue su pueblo el que quedó convertido en una comunidad sagrada gracias a esa
comunicación, por la santidad misma del Dios que había dictado las leyes. Y de esta
santificación, al dar y obedecer la ley, se desarrolló o, quizá fuera mejor decir que se derivó,
como corolario la doctrina del pueblo elegido...”5
5
Friedrich, C.J., La Filosofía del derecho, ed. Fondo de Cultura Económica
2.3 El concepto de Estado
Ya quedó planteada la interpretación en torno al poder y al control. Se infiere, en consecuencia,
una connotación asociada al concepto de sociedad; entendida como interacción colectiva en un
determinado territorio y cohesionada por una reglamentación; impuesta como norma de
obligatorio acatamiento.
Cabe ahora extender esa interpretación. Ya no tanto en lo que hace referencia a la
implementación coercitiva de los códigos y de las instancias a cuyo cargo está la vigilancia y
desarrollo de los mismos. Se trata de entender la dinámica que adquiere esa implementación; a
través de un proceso que va instaurando instancias, como figuras mucho más complejas en lo
que hace referencia a los mecanismos de control, de su desarrollo y distanciamiento con
respecto a la interpretación primaria, rígida de la inhibición y subyugación hacia el (
...o los) sujeto (os).
Lo que antes era un escenario en el cual se exhibían unas relaciones simples de dominación;
ahora se va convirtiendo en territorio en donde los códigos y normas conforman un sistema
lógico, abstracto. De tal manera que los (as) sujetos (as) involucrados (as) como dominados
(as), pasan a ser un colectivo que es obligado a identificarse con ese sistema complejo de
mandatos y requerimientos; intermediado por instancias próximas y lejanas. Es, en otras
palabras, una asociación forzada que tiene como justificación y como centro, la aceptación de
ese sistema normativo. Al mismo tiempo, implica el reconocimiento de intermediarios que
ejercen como representación válida de esa asociación (...de ese Contrato Social, diría
Rousseau).
Lo anterior no supone, en estricto, la pérdida de las aspiraciones íntimas de cada sujeto (a),
entendido en los términos propuestos arriba. Por el contrario, a pesar de la imposición del
sistema de normas, persiste ese conflicto (...o malestar que llamaría Freud) latente con
respecto a esa misma imposición. Veámoslo, un poco, en los siguientes términos:
“..Creo poder decir, en resumen, que la filosofía estoico-ciceroniana del derecho tiene sus raíces
en una ética racional a la que se adjudica una validez universal, como ley de la naturaleza
humana. Esta ley, como todas las leyes de la naturaleza, es la razón inherente a la naturaleza
toda; es su significado. Por tanto, podemos, y debemos derivar leyes de esta ley (a lege
ducendum est juris exordium), porque esta ley, la ley natural, es la fuerza de la naturaleza
(naturae vis) y, por tal motivo, es la norma que define lo que es bueno y lo que es malo. El
cumplimiento de esta ley natural es tarea impuesta a los diversos estados (civitates) que
expresan la verdadera ley en las normas del jus pentium, común a todas ellas. Cada
comunidad, sin embargo, tiene su propio jus civile, válido sólo para sus ciudadanos, ya que
toma en consideración las condiciones especiales, tanto espirituales como materiales, que son
peculiares de tal comunidad. Pero ni el jus Pentium ni el jus civile deberán estar en conflicto
con el jus naturae. Si lo están, tales normas no son verdaderas leyes, sino mandatos
arbitrarios...”6
Hasta aquí queda claro, en nuestra línea de interpretación, la dicotomía que subyace a la
implementación del poder político, como una expresión de la coacción hacia el sujeto. Este
ejercicio de dominación tiene, como colateral, una forma de subyugación; en tanto supone la
imposición de limitaciones al desarrollo autónomo individual que permite acceder a la
naturaleza y tomar de ella las percepciones e impresiones necesarias para construir el bagaje
conceptual indispensable, como proceso que consolida la independencia de cada sujeto (a). La
inhibición, derivada de la imposición de ese tipo de poder, induce a reprimir la autonomía y la
libertad; como cuota necesaria que debe otorgar el (la) sujeto (a) para disfrutar las
posibilidades derivadas del poder que, a su vez, se erige como avance colectivo en la escala de
6
Friedrich, C.J., obra citada.
la evolución humana...de la civilización; pero implica asimismo la latencia del conflicto, del
deseo de libertad reprimido. Veámoslo, en términos de Marcuse:
“El desarrollo del sistema jerárquico de trabajo social no solo racionaliza la dominación, sino
que también contiene la rebelión contra la dominación. En el nivel individual, la rebelión original
es contenida dentro del marco del conflicto de Edipo normal. En el nivel social, las recurrentes
rebeliones y revoluciones han sido seguidas por contrarrevoluciones y restauraciones. Desde la
rebelión de los esclavos en el mundo antiguo hasta la revolución socialista, la lucha de los
oprimidos ha terminado siempre con el establecimiento de un nuevo, y mejor, sistema de
dominación; el progreso ha tenido lugar a través de una cadena de control cada vez más
eficaz...*7
Son evidentes las limitaciones en el enfoque Freudiano propuesto por Marcuse. No solo en lo
que respecta al espectro social y su dinámica; sino también en lo que hace referencia al
desarrollo y manifestación de los mecanismos de dominación, mucho más complejos que los
esbozados en ese enfoque. Habría que mirar, en perspectiva, análisis desde la interpretación
sociológica y política. Pero, de todas maneras, Marcuse permite reconocer e identificar el
conflicto entre sujeto y poder, que subyace a la tensión constante que acompaña a cada
individuo inmerso en el sujeto colectivo y en su expresión orgánica; como instancias de control.
Así la cosas, entonces, existe un nexo insoslayable entre poder político y Estado. Este último no
es otra cosa que la racionalización y organización del poder político; por la vía de instancias
jerárquicas, independientes del sujeto individual y del sujeto colectivo. A través de ellas se
expresan unas relaciones de dominio que abarcan territorios definidos. Es, el Estado, un
ordenamiento a partir del poder político. Le imprime a este una connotación abstracta, en razón
a que ejerce como referente que convoca a la aceptación; como garantía para la cohesión de
quienes comparten el territorio y que, asimismo, tienen un origen y expresiones culturales
comunes. Constituye, en otras palabras, la única posibilidad para acceder a beneficios en
condiciones de igualdad. Uno de ellos, a manera de ejemplo, tiene que ver con la opción para
dirimir conflictos, entre los súbditos. Lo anterior por la vía de la interpretación lógica y neutral;
a cargo de instancias creadas y desarrolladas en el marco permitido por el Estado.
3. De la democracia. De la asociación y la identidad en la confrontación.
La confrontación es un agregado del conflicto. Es su manifestación; como quiera que supone la
expresión, mediante acciones precisas y concretas, bien sea de una parte del conflicto o de la
totalidad de este. Si es lo uno o lo otro, se define a partir de los contenidos que adquieren las
acciones; pero también de, a partir de su significado con respecto al poder y sus
manifestaciones.
Lo anterior se entiende mejor, ubicado en el contexto que ejerce como escenario en el cual se
aplica y desarrolla el poder. De las instancias, procedimientos a través de los cuales se ejerce el
control. De las franjas o sectores sociales que aparecen como dominados. Inclusive, en un
análisis más preciso, de la diferenciación que adquiere la dominación; según la identidad que
pueden alcanzar algunas de esas franjas o sectores, con respecto a los beneficiarios directos del
poder. Algo así como entender una dinámica en la cual aparecen beneficiarios (as) transitorios y
parciales; sin que esto implique la asunción del poder en sí.
En nuestra línea de interpretación, se trata de proponer una opción, en la cual se hace visible la
presencia de la dominación en diferentes niveles. Ya no tanto en lo que hace referencia a las
instancias y/o los aparatos ideológicos del Estado, como expresiones a partir de las cuales se
pueda explicar y generalizar la cobertura y afectación de la dominación. Lo nuestro es más la
pretensión de alcanzar una caracterización de la dinámica que adquiere la aplicación del poder
7
Marcuse, Hebert, Eros y Civilización, Ed. Seix Barral Barcelona, 1968, página 92
y la dominación; en cuanto que ejerce una cobertura que permea sectores específicos,
vinculándolos al proceso inherente al control político y económico; como beneficiarios
transitorios. O, simplemente, como soportes pasivos a partir de lograr su apoyo en términos de
captar su identificación con los propósitos últimos del poder. Cuando, en este marco conceptual
propuesto, se producen fricciones o rupturas; se configuran expresiones de la confrontación
que vinculan a esos sectores con acciones que expresan contenidos concretos de un
determinado conflicto; sin que esto implique la disolución de nexo con las instancias del poder.
En esta perspectiva, inclusive, cabe validar el concepto que propone un entendido del Estado,
como una sumatoria de micropoderes; a la manera de de bloque de sectores o de clases en el
poder. Esta opción supone la presencia de una figura asociada al equilibrio, en el cual confluyen
intereses, en veces divergentes, unidos alrededor de una (...o unas) determinadas formas de
poder que les permite imponer decisiones en nexo con sus intereses estratégicos. Es más, por
esta vía, podría entenderse la “delegación del poder formal”, a individuos y sectores que
ejercen como expresiones “neutrales”.
Vale la pena, como ejemplo, transcribir el aparte del texto “Los Límites de la Modernización”,
escrito por la profesora Consuelo Corredor Martínez. Lo consideramos importante, en razón a
que se insinúa una interpretación del poder y la dominación; a partir del análisis de un período
concreto de la historia del desarrollo político y económico en nuestro País.
“..Los alcances de esta modernización han sido bastante limitados y sus implicaciones
extremadamente conflictivas, debido a que ella se ha adelantado en un contexto marcadamente
liberal en el cual han prevalecido los intereses de las élites dominantes. El modelo liberal de
desarrollo ha significado la subordinación del Estado, minimizando su función de interpretar,
gestionar y regular los intereses colectivos, y obstaculizando la configuración de un espacio
público en el que se puedan expresar, confrontar y resolver los conflictos sociales. El Estado
colombiano es un Estado privatizado, atrapado entre el liberalismo económico y el
conservadurismo político.
En esta perspectiva liberalismo y conservadurismo no se oponen sino que, por el contrario, se
articulan y se prestan mutuos servicios. El logro de intereses particulares sin importar los costos
sociales encuentra un terreno propicio en el orden jerárquico y tradicional por el cual se vela el
conservadurismo. El costo de esa coexistencia ha sido el rezago de la organización política de
las transformaciones socioeconómicas que han trastocado el orden en que estaba cimentada.
Las restricciones derivadas de los sistemas económico y político colombianos han entretejido
una gama de relaciones tanto modernas como posmodernas, lo que hace la sociedad más
compleja y fragmentada que en el pasado. Ha sido una acumulación histórica de tensiones que
han significado en forma continua períodos de crisis y de relativa estabilidad. Y en esta
dinámica, los momentos de crisis son cada vez más severos por la fragmentación de los
escenarios y de los actores, la mayor polarización y desigualdad sentidas y una amplia
percepción del carácter excluyente de los sistemas social y político…”8
A partir de esta opción nuestra de interpretación, en consecuencia, se hace necesario presentar
un análisis que permita introducir la diferenciación acerca de los contenidos, alcances y
significación, en cuanto a niveles de expresión del conflicto, de la confrontación y las acciones
por medio de las cuales este se concreta.
3.1 El concepto de lo popular. La confrontación del poder.
La connotación que adquiere la diferenciación, en el contexto de las relaciones sociales, supone
una determinada caracterización de roles; a partir de análisis soportados en categorías
conceptuales y metodológicas. Por lo tanto, ya no se trata de una simple réplica de lo
observado, como representación objetiva. Por el contrario, significa profundizar acerca de esas
8
Corredor, Consuelo. Los Límites de la Modernización, segunda edición. Editada por Cinep, página 23
expresiones de superficie; indagando por las condiciones que la subyacen, como soporte. Ya,
en ese procedimiento, pueden y deben aparecer algunos niveles de abstracción, referidos a la
interpretación alusiva a los acumulados históricos en nexo con la participación, en esas mismas
relaciones sociales, de los (as) sujetos individuales y colectivos (as). De las condiciones en que
esta se ha producido y del grado de inserción con respecto al conocimiento, a las instancias que
lo promueven y controlan. Pero también, y con mayor énfasis habida cuenta del horizonte
propuesto en nuestro escrito, acerca del significado de esa participación con respecto al poder y
a las instancias que lo soportan, a sus manifestaciones como instrumentos de control, de
dominación y de imposición.
Ha habido, en el curso del tiempo, interpretaciones que asocian la caracterización antes aludida,
a posiciones antropológicas y culturales. Por esta vía, se ha desembocado en expresiones que
delimitan (a manera de diferenciación) la intervención de los (as) sujetos individuales y
colectivos en el desarrollo de las relaciones sociales; a partir de asignarle a determinados
sectores una posición periférica, respecto a los beneficios del conocimiento, entendido como
proceso, como aprendizaje que va decantando, segregando. Aquí, en esta opción, se valida, en
veces, un instrumento de diferenciación asociado a la pertenencia a una determinada raza y/o
etnia. Visto así, entonces, cabe una propuesta de interpretación generalizante; pero también de
especialización; por cuanto se establece unos condicionantes vinculados con normas y pautas, a
la manera de posición que reivindica una versión predominantemente aceptada y acatada, de
cultura, como sinónimo de civilización; como paradigma, a partir del cual es posible establecer
una segregación.
Ya no se trata, en el anterior escenario conceptual, de admitir una posición periférica respecto
al poder y a las instancias que lo soportan. Aquí, la noción de lo periférico, está referido a un
espectro mucho más amplio; en razón a que los márgenes constitutivos de la delimitación
social, están contraídos en términos del grado de apropiación y/o de acceso a los beneficios del
conocimiento, y de la cultura asumidos como referentes de civilización. Esto no es otra cosa
que entenderlo, como adecuación, como asimilación de los roles y los paradigmas allí
consignados.
En un documento de trabajo (La Educación Superior en América Latina), presentado en el
debate al interior de la Universidad Nacional de Colombia, previo a la realización del Primer
Congreso Nacional de Educación Superior, realizado en la ciudad de Barranquilla los días 1,2 y 3
de diciembre de 1999; se expresa un concepto que consideramos válido. Veamos:
“…En estas condiciones, la Escuela, no es otra cosa que una expresión que, en principio,
transfiere el dominio estatal. No tanto en la aplicación elemental marxista de aparato
ideológico; sino como complejidad que articula instancias del conocimiento, aplicadas y
estructuradas en programas y acciones, a partir del ese centro-poder, sin ser el. No es,
entonces, una aplicación a partir de la lógica lineal. Es una interacción heterogénea orientada
por unos perfiles definidos a partir de las necesidades inherentes a los intereses que impone
ese centro-poder. Es decir, lo suyo no es otra cosa que contextualizar la sociedad en términos
de su propio rol, de su significación. Con esto tratamos de establecer lo siguiente: la
globalización siempre ha existido, si asumimos que esta no es otra cosa que la imposición de
referentes a partir del dominio ejercido.
Sin pretender un traslado conceptual mecánico, las condiciones impuestas desde el centro-
poder económico y político internacional, permiten trazos que imprimen todo el quehacer
económico, político y cultural de los dependientes. Ya, de por sí, el solo hecho de reivindicar los
autóctono (como acervo cultural) es constitutivo de herejía con respecto a los modelos
considerados prevalecientes. Esto es mucho más evidente, en lo que respecta al desarrollo del
conocimiento por la vía de implementaciones programáticas escolarizadas. La escolarización, en
sí, origina rupturas si se compara con las aprehensiones y las tradiciones propias de las culturas
nativas. Porque no habría de serlo, entonces, a partir de la concreción del dominio desde el
centro hacia la periferia. En esto, por decirlo de alguna manera, se mantiene incólume el
postulado de Samir Amin, cuando en su texto en torno al capitalismo, su desarrollo e
implicaciones, habla de las culturas periféricas, atadas a las condiciones que impone el centro-
poder..9
Arribamos, así, a una opción conceptual que nos permite proponer un entendido en torno a los
sectores sociales periféricos. Es decir, aquellos sectores no solo desvinculados de los beneficios
del poder, subyugados y dominados por este; sino también segregados por la dinámica propia
del desarrollo cultural predominante. Algo así como insertos en la civilización, pero ajenos a
ella, en lo que esta tiene de otorgadora de roles asociados a los paradigmas originados en ese
mismo desarrollo cultural, por parte de sus usufructuarios. Ahora bien, no puede inferirse de
nuestra expresión, el hecho de que proponemos una asimilación de intereses entre los
beneficiarios del poder y sus instancias de dominación y aquellos sectores que acceden y se
identifican con los avances del conocimiento y de la cultura que ejercen como predominantes;
como expresión avanzada de la civilización.
Surge entonces, en nuestra opinión, un insumo que soporta una segregación: lo periférico, en
cuanto sector y/o sectores considerados por fuera de la versión oficial de la cultura; entendida
esta como originaria de paradigmas, pautas y comportamientos. Para nosotros, esto no es otra
cosa que la denominación de lo popular, referido a esos sectores que, de por sí, adquieren una
dinámica propia y unas expresiones propias, diferenciadas. Es obvia, sin embargo, la necesidad
de apuntalar este concepto, con arreglo al significado que adquiere el contexto social y
económico; en el cual se desenvuelven estos (as) sujetos (as). Tanto en sus expresiones
individuales como colectivas. Para este caso, el problema surge al momento de establecer las
pautas y/o el horizonte teórico. Porque no puede delimitarse solo a partir de la figura elemental
asociada al lugar en el cual se sitúa con respecto a las características del beneficio plusválico,
derivado del modo de producción vigente, o prevaleciente. De ser así no habría lugar a postular
la diferenciación que se advierte en la definición anterior.
Por lo tanto, el análisis remite a un territorio de mayor complejidad: uno de los elementos clave
para dilucidar ese significado, tiene que ver con el entendido de de contexto social y
económico. Ya decíamos antes: es un escenario no determinado por la voluntad o por la noción
primaria acerca de lo ético. Por el contrario, constituye una instancia, como período histórico.
Esto, a su vez, remite a la evolución de las relaciones sociales; como proceso soportado en
sucesión de rupturas y equilibrios. Estos últimos, impuestos por quienes adquieren posiciones
de dominio. Así, entonces, cada momento (sin importar su duración) en el cual se exhibe o
manifiesta ese equilibrio; no es otra cosa que la expresión de unas determinadas condiciones
de dominación económica y política.
Ahora bien, como lo hemos postulado antes, en la franja constituida por quienes (bien sea que
se tipifiquen como sectores o como secciones del espectro social) no ejercen como beneficiarios
directos del poder, se erige la heterogeneidad. Ya ahí, se introduce otro insumo como soporte
para la segregación. A manera de ejemplo: la posición y comportamiento de aquellos sectores
sociales sobre los cuales se ejerce dominación politica y económica; pero que han accededlo a
determinados beneficios del acumulado plusválico y cultural (como poseedores y usufructuarios
del conocimiento); no puede ser el mismo, comparado con la posición y el comportamiento de
aquellos sectores absolutamente vulnerables y desvinculados de cualquier beneficio plusválico y
cultural.
Lo anterior conlleva, en consecuencia, a establecer categorías diferenciadas en el análisis de lo
popular, como expresión de determinados sectores sociales; en el contexto de unas
determinadas relaciones de dominación político y económico. Puede colegirse de nuestra línea
de interpretación, una conclusión fundamental: no todo sector social dominado es,
necesariamente, un sector popular. Por lo tanto, aún a riesgo de silogismo, al momento de
tipificar acciones (inmediatas, mediatas o tendenciales) específicas de confrontación a
9
Pira Claudia y Cano Parmenio. La Educación Superior en América Latina, edición en cuadernillo,
noviembre 1999, Bogotá D.C.
determinadas manifestaciones de la dominación política y económica; es preciso trabajar con
estas categorías.
Luego, el espectro de cobertura, está dado por la definición de objetivos vinculados a
conceptos y escenarios heterogéneos; en términos del nexo con los sectores sociales. No es,
por esto mismo, una opción en la cual se configure una posición de clase; al menos en la
versión ortodoxa marxista. No supone, asimismo, una posición necesariamente revolucionaria
y/o de confrontación al origen y vertebración del poder y de las relaciones de producción
vigentes. Adquiere connotaciones diversas, en la mayoría de los casos asociadas a
reclamaciones puntuales, relacionadas con determinadas condiciones de vida. Sin embargo
puede, derivar en expresiones híbridas; en cuanto pueden coincidir diferentes aspectos en los
cuales ejerza importancia un cuestionamiento a posiciones y/o programas gubernamentales o
políticas de estado. Tal es el caso, a manera de ejemplo, de algunos movimientos populares
desarrollados en relación con decisiones que vulneran determinados intereses y derechos de
franjas amplias de la población. Siendo así, cabe resaltar tonos grises en la diferenciación
teórica y práctica entre movimientos populares, movimientos sociales y movimientos políticos.
En veces, puede hablarse de diferenciación en términos del espectro de cobertura. Otras veces,
puede plantearse en relación con los contenidos de sus opciones o programas. Con respecto a
este asunto del método para construir tipologías; es pertinente presentar una expresión como
la siguiente:
“… ¿Se politizan las luchas urbanas por el hecho de enfrentarse en la mayoría de los casos al
Estado, como lo afirma Castells? No podemos en este momento desarrollar la discusión sobre
el papel fundamental ocupado por el Estado en la urbanización capitalista, caracterización que
parte de una generalización, arbitraria a nuestro juicio, de la relación entre Estado y Sociedad
Civil – en el sentido dado por Marx y no en el Gramsciano-, pero si podemos afirmar que no
basta que el blanco al cual se dirigen las flechas de un movimiento social sea el Estado, para
determinar su carácter político; es el carácter de sus reivindicaciones, el contenido de clase de
sus luchas, su método y sus formas las que lo definen, y no basta encontrar un contenido
político, hay que identificar si se trata de una lucha democrático-burguesa (en lo formal o lo
real), o socialista.
Vayamos por partes:
A similitud de una huelga obrera en una empresa capitalista de Estado o de los asalariados de
un ministerio burgués que levanta reivindicaciones puramente económicas, sin plantearse
modificaciones en las relaciones de poder entre las clases, ni en el carácter del Estado o de sus
formas de ejercicio de la dominación burguesa, un movimiento de colonos o inquilinos que
solicita, por ejemplo, la regularización de la propiedad de sus tierras, o un servicio cualquiera y
que utiliza para ello el método de la negociación apoyado por llamados a la opinión pública a
través de los medios de comunicación, paradas en los organismos oficiales, etc., pero sin
plantearse en ningún momento consignas políticas, no es político. No es el agente social al cual
se enfrenta un movimiento el que define el carácter de la lucha, sino el contenido concreto de
clase de él, manifestado en su programa reivindicativo y su método para alcanzarlo. ..”10
Puede colegirse, entonces, lo insensato de las generalizaciones; a partir de categorías
preestablecidas. De lo que se trata no es de posicionar modelos de caracterización, como
paradigmas inamovibles. En nuestro caso, hemos efectuado un recorrido amplio; a través del
cual hemos postulado opciones de interpretación relacionadas con las condiciones que actúan
sobre los (as) sujetos (as). Esto nos ha permitido proponer la asunción de conceptos asociados
a la conciencia y al nexo entre esta y las acciones inmediatas o tendenciales; por medio de las
cuales estos (as) intervienen en procesos particulares, de confrontación.
10
Pradilla Cobos, Emilio. “Mitos y realidades de los llamados movimientos sociales urbanos”. Artículo
escrito en junio de 1981, en Méjico, D.F. Ponencia presentada al 4º Seminario Internacional cehap-peval
Los pobladores: protagonistas urbanos en América Latina; realizado en la ciudad de Medellín, entre los
días 7 y 11 de abril de 1986.
3.2 El parlamento: origen y evolución
3.2.1 Antecedentes del concepto de intermediación.
Ya se ha señalado arriba algunos elementos vinculados a la noción del poder, entendido como
instrumento que concreta la dominación. En términos de identificación y/o del establecimiento
de tipologías, es conveniente realizar algunas precisiones. Se trata de enfatizar acerca del
contenido conceptual y práctico del rol del Estado y su desarrollo. Asimismo del entendido de
democracia y del ejercicio de la representación.
Uno de los elementos centrales tiene que ver con auscultar en torno a la transformación del
poder o, mejor sería definirlo así: el surgimiento e instauración de expresiones del poder que,
de alguna manera, ejercen como distanciamiento con respecto a los dominados, por parte de
los dominadores, por la vía de instancias que se sitúan como posibilidad de equilibrio. Algo así
como desprender esas instancias de toda connotación vinculada con los intereses inmediatos.
Lo anterior se entiende mejor, a partir de algunas definiciones (...que no son otra cosa
diferente a la tipificación). Veamos: En su escrito Ética a Nicómaco, Aristóteles expresa
conceptos asociados a la figura del poder, por la vía de señalar algunos aspectos relacionados
con las condiciones inherentes a quienes asumen el poder. Ya ahí, un tanto como se expresó
antes, aparece una noción de poder distanciado; comoquiera que se requiere de una
diferenciación, al momento de validar una determinada opción. No es, entonces para
Aristóteles, la figura de la oclocracia (gobierno de la multitud o plebe). Por el contrario, es la
asunción de una posición en la cual los roles se distribuyen, como condición necesaria al
momento de definir la gobernabilidad. Así las cosas, en consecuencia, los conceptos de
monarquía, aristocracia y democracia; adquieren presencia. Inclusive, en la referencia a las
Ciudades-Estados (Atenas, Corinto, Esparta), se prefigura la representación como instrumento
válido e indispensable.
Esto traduce condicionantes para los sujetos. El significado de la libertad, aparece como
intermediación con respecto al poder. Antes hemos referenciado este aspecto. Basta con
recordar el recorrido efectuado, a manera de ejemplo, en las expresiones de Rousseau, Marx,
Morgan, Marcuse; así como la referencia a Hobbes, en su versión del poder en Leviatán.
Inclusive, es pertinente (...en la perspectiva propia del desarrollo teórico, acerca de la
organización política) hacer alusión a Alexis de Tocqueville (La Democracia en América, El
Antiguo Régimen y la Revolución Francesa); Raymond Aron (Introducción a la Filosofía de la
Historia, Democracia y Totalitarismo) y Max Weber (La Ética Protestante y el Desarrollo del
Capitalismo).
Sin embargo, consecuente con nuestra línea de interpretación del poder y del significado de la
libertad; conviene resaltar un texto no muy divulgado y, aún menos conocido. Se trata de La
Teoría Metafísica del Estado, escrito por L.T. Hobouse. Aclarando, otra vez, la posición crítica
que nos ha acompañado al momento de transcribir algunas citas; vale la pena presentar, en
extenso, una parte del texto señalado. Particularmente la referida al concepto de Estado y de
libertad. Es lo siguiente:
“…Por otra parte, la familia, tal y como se mantiene en un momento determinado, es
simplemente la totalidad coordinada o asociada de sus miembros, tal y como se mantienen en
el mismo momento. Es una expresión de la vida de esos miembros, en tanto que vidas en
común o en estrecha relación entre sí. La familia, especialmente, no tiene bienestar, ni
felicidad, ni buena o mala fortuna que no sea el bienestar, felicidad y buena o mala fortuna de
alguno de sus miembros o de varios de ellos. En una organización profesional o sindical, en un
negocio o una fábrica, p. Ej., hay también un conjunto en el que se pueden totalizar tantos
cientos o miles de individuos como miembros que la compongan. En todos los casos, esos
miembros cambian, en mayor o menor grado, debido a la asociación a la que pertenecen. Del
sindicato, profesión o negocio podrán decirse cosas que no serían ciertas si se dijesen de sus
miembros cuando estos no pertenecieran a ellos. Pero, repetimos, en la totalidad no hay otra
cosa que la actividad asociada o coordinada de los individuos que la constituyen. Esto sigue
siendo verdad aunque la organización pueda ser permanente, pero cambien los individuos. Una
universidad puede tener durante siglos un carácter y un sello peculiares y exclusivos. El número
de individuos que pasan por ella y reciben su influencia es innumerable. Semejante totalidad no
la constituyen solamente el número de miembros que lo ocupan en un determinado momento;
ni podemos enumerar a los que han estado bajo su influencia durante toda su existencia. Sin
embargo, su tradición, su espíritu, que no parece albergar ningún individuo aislado, lo
mantienen los individuos, se propaga de generación a generación, se rompe, quizá, a veces por
el influjo de un nuevo tipo de carácter que no es capaz de asimilar la tradición que encuentra.
De este modo, al pensar sobre la sociedad, estamos expuestos a dos errores. Por una parte,
podemos caer en negar la realidad del grupo social, rehusando concebirlo como una entidad
distinta, insistiendo en disolverlo entre sus componentes individuales, como si esos individuos
no fueran afectados por el hecho de la asociación. Por otra parte, como reacción ante este
exagerado individualismo, podemos pensar que la sociedad es una entidad distinta de los
individuos, no simplemente en el sentido de que sea un agregado de individuos considerados
en una relación especial, sino en el sentido de que se trata de un todo que, de alguna manera,
existe fuera de ellos o en la que ellos se han fusionado en perjuicio de su identidad individual.
Además, habiendo alcanzado la concepción de una entidad suprapersonal en la que los
individuos están inmersos, tendemos a buscar esta entidad, no en todas las diversas formas de
vida social que se entrecruzan y se cortan entre sí, sino en alguna forma especial de asociación
que parece incluir al resto para presentarse como un conjunto al que el individuo debe
pertenecer como elemento. Los escritores idealistas han encontrado esta entidad en el Estado.
Hay, pues, dos puntos que hemos de considerar: primero, la noción general de una entidad
suprapersonal y, después, la identificación de esa entidad con el Estado...” 11
De nuestra parte, se trata de establecer algunos elementos de reflexión; en torno al significado
de la representación. De lo presentado, hasta ahora, se infiere la importancia de los
condicionates; al momento de definir y posicionar los contenidos teóricos y prácticos del poder.
Es decir, la evolución de las instancias de control y su justificación teórica, han pasado por
identificar y aceptar como válida la pérdida absoluta o parcial de la libertad absoluta, del sujeto
individual y del sujeto colectivo no beneficiarios del poder. Cuando más, en una aplicación
amplia de la figura asociada a la intermediación, se ha construido una variante de esa libertad
absoluta, por la vía de desarrollar una opción en la cual esos sujetos individuales y colectivos
acceden a una expresión en esas instancias; a través de delegar. O lo que es lo mismo: a
través de la cesión de parte de esa libertad; tal vez la fundamental.
3.2.2 La concreción de la intermediación. Caso: El Parlamento.
Siendo así, entonces, hacemos tránsito hacia el origen de este concepto en Occidente. En el
siglo XIII, se conoció (para el caso británico), una figura primaria de parlamento anglosajón
(Witenagemot). Un tipo de representación absolutamente distanciada de los súbditos
dominados, no beneficiarios del poder. Asumió roles en nexo con los intereses inmediatos de
sectores, aunque no vinculados directamente a la Corona, ejercían una fuerte influencia. En
principio ejercieron como Consejo Asesor, en lo que respecta a la consecución de recursos y/o a
la orientación y aplicación de lo que podría llamarse como el gasto público. Con algunas
variantes, en términos de su connotación política, en el siglo XVI; este tipo de Consejo Asesor,
mantuvo un significado asociado a la representación de determinados sectores, en su relación
con la Corona. Aunque, en estricto, carecía de la fuerza necesaria para erigirse como alternativa
de gobierno; de todas maneras prefiguró el surgimiento de agrupaciones políticas, entendías
como partidos, si aplicamos el método de análisis que se hizo vigente en los siglos XVII y XVIII,
para el caso del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Otra cosa fue, con la
11
Hobouse, L.T., Teoría Metafísica del Estado, Ed. Aguilar, 1981, páginas 26-27. Traducción de
Dalmacio Negro Pavón.
diferenciación propia inherente al significado de la Revolución Francesa, la expresión de los
Jacobinos en la Asamblea Nacional y el desconocimiento de la autoridad del Rey.
El concepto de Nación – Estado (siglo XVI; permitió identificar una evolución fundamental, en lo
que respecta a las agrupaciones políticas; en tanto que la influencia de la Reforma Protestante,
proveyó insumos importantes, fundamentalmente en lo que hace al Calvinismo. Fue algo así
como la culminación de un proceso iniciado tres siglos antes, en contra del poder de la Iglesia
Católica y su rol en los asuntos políticos y económicos. Encontramos allí, en el contexto de ese
proceso anterior a la Reforma y en los hechos posteriores a esta, elementos determinantes,
para entender expresiones políticas como las de los Whig y los Tory (presbiterianos-liberales y
conservadores, respectivamente).
La Guerra Civil Inglesa (1642-1649), constituyó una expresión importante, en lo que respecta al
rol del Parlamento. Recuérdese nuestra anotación anterior, en cuanto al significado inicial
adquirido por esta figura colectiva, como representación. En la línea de interpretación
propuesta, no es otra cosa que la evolución de los Consejo Asesores del Rey y, en veces
recaudadores de recursos u orientadores para efectos del gasto público.
Es pertinente resaltar, en el contexto de los antecedentes y significado de la Guerra Civil
Inglesa, la convocatoria efectuada por Carlos I, al Parlamento en 1640 (denominado
transitoriamente como Parlamento Largo); con la intención de promover la consecución de
recursos para su guerra en contra de Escocia. Ya, de por sí, obraba un contenido religioso en la
confrontación. Anglicanos y Presbiterianos. La oposición de Tomás Wentworth, a las
pretensiones de Carlos I, puede ser entendida como un intento por reivindicar la autonomía
parlamentaria; más allá de las simples exigencias de contraprestación planteada por otros
miembros del Parlamento. Posteriormente, Oliver Cromwell, retomaría (a nombre de un híbrido
entre autonomía del Parlamento y la expresión del Puritanismo) la confrontación radical al Rey
Carlos I. Este proceso derivó en la disolución, en 1648, por parte de Cromwell del Parlamento,
la expulsión de quienes se oponían a sus acciones militares en contra del Rey y a la posterior
configuración del denominado Parlamento Rabadilla, con sus adeptos. Terminada la influencia
de Cromwell, en 1660 (febrero) el Parlamento se reúne y decreta su propia disolución, a partir
de marzo de 1660.
La denominada Revolución Gloriosa de 1688 en Inglaterra; tuvo como centro el conflicto entre
el Parlamento (como evolución del entendido y aplicación práctica de los anteriores Consejo
Asesores del Rey) y Jacobo II. Aquí, el Parlamento, actuó en su condición de coalición de
agrupaciones políticas y religiosas. El punto de comienzo, en la ruptura y expulsión de Jacobo
II, tuvo que ver con la confrontación entre católicos y protestantes; a raíz de decisiones
asumidas por el Rey (Jacobo II), en contravía y vulneración de derechos de la mayoría
protestante. Se promovió entonces, por parte del Parlamento, la asunción de la dupla María II y
su esposo Guillermo III. En términos tendenciales, podría decirse que la intervención del
Parlamento durante la Revolución Gloriosa, tuvo como repercusión importante la instauración
de una figura de equilibrio político entre la Monarquía y el Parlamento. Cabe recordar que ya,
desde el siglo XV. Para profundizar en este aspecto, es posible consultar las acciones realizadas
por la Asamblea de Nobles, como consejeros del Rey en la modalidad de Consejo Privado(….O
Privy Council, como se le conoce en Inglés), apareció la figura politica asimilada al Gabinete,
como expresión de una relativa independencia. Puede entenderse, incluso, que la incidencia del
Parlamento en la designación de los ministros, constituye un avance, a finales del siglo XVIII y
comienzos del siglo XIX.
Corolario transitorio:
Aunque aparezca limitado al caso de Inglaterra, el ejemplo anterior, define el hilo conductor
que ha tenido la intermediación. Hemos visto, en su origen, como el Parlamento constituyó un
distanciamiento profundo y radical, con respecto a los súbditos no beneficiarios. El recorrido,
desde los Consejo Asesores y/o Recaudadores, hasta la versión evolucionada en los siglos XVI y
XVII; permite inferir un perfil cercano a la suplantación de la libertad absoluta. Es, en la línea
de interpretación propuesta, una decantación, un filtro. No es otra cosa diferente a lo ya
analizado, en cuanto al origen, evolución y significado de las instancias de intermediación;
como expresiones del control y del poder. Esta afirmación, sin embargo, no supone desconocer
la importancia de la democracia representativa; en el contexto de la evolución de la
confrontación al poder absoluto y autoritario. Inclusive, porque la evolución de este tipo de
intermediación, permitió la separación de poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial). En este
sentido, la influencia de Charles Louis Montesquieu, (en el siglo XVIII) fue fundamental.
3.2.3 El Parlamento y los Regímenes Parlamentarios.
Nos corresponde, ahora, avanzar en cuanto al alcance logrado; en ese proceso de
representación ya analizado arriba. No se trata, ni de eludir, ni de hacer abstracción de los
principios básicos que sustentan nuestra opción de interpretación. Simplemente, arribamos a un
momento, en cual la descripción tiene que expresarse. No solo en cuanto a su connotación,
como extensión de un determinado modelo de representación; sino también en lo que respecta
a su significado como escenario para la expresión de las agrupaciones políticas. Así, entonces,
supone establecer dos referentes básicos. Uno de ellos, asociados al poder ejecutivo. El otro,
vinculado al poder legislativo.
En su versión actual, el Parlamento, se consolida en el siglo XIX. A manera de anécdota, es
pertinente referir el caso del Althag en Islandia y del Tynwald, en Isla de Mon (adscrito a la
Corona Británica); como los Parlamentos más antiguos.
En cuanto a sus características básicas, la descripción es la siguiente: existe un aspecto, a
manera de generalidad, en cuanto a la división política y administrativa en dos sectores,
instancias o cámaras. Para el caso, a manera de ejemplo, del Reino Unido, estas divisiones se
denominan Cámara de los Lores, que ejerce como instancia de Tribunal Superior y Cámara de
los Comunes, que ejerce como instancia que designa al Gabinete, incluido el Primer Ministro.
Para el caso de España, aparece también la modalidad bicameral, en el contexto de la
denominación Congreso de los Diputados. Otra instancia importante, para el mismo caso de
España, es el Consejo de Ministros. De todas maneras, queda claro el hecho de la designación
del Presidente a cargo del Congreso de Diputados. En el caso de Alemania (Estado Federal), las
instancias adquieren la denominación Bundestag (Cámara Baja. Es aquí en donde se hace la
designación del Canciller, quien ejerce como conductor del gobierno) y Bundesrat (Consejo
Federal). En el Caso de Italia, las instancias se denominan Senado de la República y Cámara de
Diputados. El ejecutivo es ejercido por un presidente designado en sesión conjunta del
Parlamento, adicionado con representaciones de algunos entes territoriales.
En lo que respecta a las funciones generales, entendidas como funciones legislativas; la división
política y administrativa (además de la ya señalado, para el caso del ejecutivo, en los ejemplos
anteriores); permite una cobertura de orientación y de control. Es, además, un escenario en el
cual se dirimen aspectos fundamentales asociados a la expedición de normativas de aplicación
al interior y al exterior .En este caso, comoquiera que el ejecutivo recibe un mandato limitado al
programa de gobierno previamente aprobado. Esto permite entender la dinámica de los
partidos políticos y su significado. Así, entonces, los electores y las electoras (...los delegatarios
de su libertad, en el entendido que hemos manejado aquí); votan por un partido determinado y
su programa de gobierno. Es de anotar la presencia de diferencias precisas, en lo concerniente
a la formación del equipo de gobierno, en los diferentes países con Régimen Parlamentario.
Veamos, a manera de ilustración, un ejemplo para el caso de España, en tratándose de una
Nación que, a su vez, tiene características asimiladas a conflictos internos de nacionalidades
que no hacen primacía (Catalanes y Vascos). Además de ejercer como Monarquía
Constitucional. Los datos siguientes fueron tomados de la Enciclopedia Encarta; en razón a su
precisión y exposición didáctica.
4. El ejercicio periodístico y la formación de ciudadanía. Una visión de Género
4.1 Las Mujeres y el periodismo (Caso: Colombia Siglos XVIII y XIX)
4.1.1 De lo conceptual: Abordar una reflexión, en términos de indagar-investigar, acerca de
asuntos relacionados con género; supone la asunción de referentes que permitan establecer un
hilo conductor pertinente. Algo así como precisar las condiciones y características que adquiere,
en el contexto de un proceso determinado.
Digamos que reconocerse, implica una primera identificación del significado básico como sujeto
(a); en lo que este tiene de vigencia como expresión de lo humano que se concreta. Aquí,
entonces, lo femenino y lo masculino, supone una interacción originada en el “descubrimiento”
de la diferencia que, a su vez, está asociado al desarrollo de las percepciones primarias que,
por esto mismo, permiten agregados hacia la construcción de acciones y realizaciones
complejas. En otras palabras, se trata de logros individuales y colectivos denominados (...en
una sumatoria lógica, mas no de lineal) cultura.
La desagregación de roles, en escenarios de intervención y presencia de los sujetos (hombres y
mujeres), trascienden a la sola posición adjudicada por la diferenciación biológica, natural. Se
entiende como elaboraciones en nexo con ese reconocimiento de sí; como esa expresión que
trasciende a lo primario y se convierte en pauta, en códigos instaurados como necesarios, que
requieren ser acatados, sin que necesariamente, implique a la identificación o, inclusive, así
supongan una posición en contravìa de la autonomía y la libertad para el desarrollo de la
individualidad.
Entonces, cada construcción cultural pasa por la imposición de un determinado modelo, de una
determinada guía o procedimiento para consolidar el reconocimiento que invoca cada individuo
(a); en un contexto que reclama y requiere ordenar y pautar la vida; como soporte para
articular, para justificar el “equilibrio” entre quienes conviven en un espacio territorial y han
heredado procedimientos, costumbres y visiones de lo natural. Por lo tanto se entienden
comunes. Se asume, en consecuencia, que “se ha estado ahí”..., “y se está ahora”; con los
condicionantes y las imposiciones que han sido previamente desarrolladas y acumuladas, como
agregados que comprometen.
Visto así, la noción de lo social, se erige como colateral de los acumulados y agregados
culturales compartidos (...impuestos) y que ejercen como condicionantes; para hombres y
mujeres en escenarios territoriales y geográficos determinados. Inclusive, la misma noción de
geografía, territorio y espacio, está relacionada con las identificaciones previamente
establecidas y transmitidas.
Ahora bien, en el entendido moderno, se habla de civilización, cuando se quiere referenciar al
desarrollo de los seres humanos, precisamente con esas identificaciones, esos códigos, esas
herencias, como modelos y como pautas. Esto explica, entre otras razones, la existencia de
disciplinas y profesiones que investigan y analizan los momentos y periodos que ha precedido al
presente y, a partir de ahí, localizan bien sea estereotipos y/o expresiones valoradas como
“prueba”, cuando se trata de identificar aspectos específicos o líneas de comportamiento.
Para el caso que nos ocupa, hablar de género, como condicionante; como insumo que permite
entender la diferenciación biológica y que, al mismo tiempo, permite efectuar el seguimiento y
análisis de las elaboraciones culturales, las pautas y los códigos construidos, a partir del
desarrollo y agregados culturales. No es algo diferente a introducir esa variable subjetiva que
nos permitan entender las implicaciones; como quiera que (...ya lo dijimos arriba) las
restricciones a que conlleva cualquier modelo impuesto como válido y necesario para permitir
los “equilibrios” entre la individualidad y un colectivo (...o sociedad); están dadas por la
inherente pérdida de la libertad, de la autonomía absoluta de cada sujeto(a).
Podría decirse, entonces, que el género (como variable que se precisa y se hace visible en el
desarrollo cultural), convoca a entender dinámicas y lógicas adicionales, como expresiones
diferenciadas que permiten reconocerse e identificarse a los (as) sujetos (a), como portadores
(as), bien sea de restricciones adicionales o de derechos conferidos por las normativas y los
códigos culturales asumidos como válidos.
Así las cosas, nuestro punto de comienzo, supone la preexistencia de valores (...como
concreciones de lo cultural) que permiten e inhiben. Es lo siguiente: asumimos como vigentes
(...sin que implique aceptarlos) referentes que permiten una línea de interpretación primaria, en
cuanto a la diferenciación biológica entre hombres y mujeres, en la cual se erige como insumo
condicionante la “necesaria” coacción, la necesaria implementación de códigos que establecen
un nexo lógico, explicable, justo; entre esa diferenciación biológica-natural y las restricciones
hacia las mujeres; como una figura que, simplemente, expresa una interpretación de algo
preestablecido. Una figura que invoca la división de roles, en donde los (as) sujetos (as) deben
reconocerse en relación con la jerarquización de los mismos y, en donde, lo masculino emerge
y se impone en condición de superioridad.
Es punto de comienzo supone, asimismo, entender la dinámica histórica; como elaboración que
conlleva a precisar, analizar y validar momentos y períodos; en un contexto en el cual el
significante subjetivo puede o no ser cuestionado. Pero, de todas maneras, debe ser
interpretado como inherente a ese momento, a ese período determinado. Es como la asunción
de una lectura y una didáctica en donde se puede “explicar” lo cotidiano del pasado, con
arreglo a los acumulados culturales...o, lo que es lo mismo, al estado de desarrollo de la
civilización en su momento. Inclusive, a manera de ejemplo, pueden aparecer con
posterioridad, expresiones en las cuales se presentan “excusas” a nombre de los beneficiarios
de determinados acumulados culturales (...como los religiosos) por el hecho de haber
permitido, desde la misma lógica inherente a esos agregados, exterminios de aquellos y
aquellas que ejercieron como contradictores, al margen del grado de ruptura propuesto y
desarrollado por estos (as). El caso patético de las Cruzadas Cristianas y de los Tribunales de
Inquisición...y el “arrepentimiento” de la Jerarquía Católica, con el liderazgo de Juan Pablo II;
simplemente es una muestra de ello.
En esta línea de interpretación, el análisis del rol de las mujeres en la construcción y desarrollo
del periodismo en Colombia, particularmente a finales del Siglo XVIII y en el Siglo XIX, supone
precisar un contexto en lo que podríamos llamar “La sociedad del Nuevo Reino de Granada, en
nexo con las imposiciones culturales de España.”
Queda claro, en aplicación de la caracterización propuesta arriba, que las condiciones vigentes
en el período que comprende el análisis, estaban cruzadas por los insumos conceptuales y los
valores que ejercían como códigos, como yuntas originadas en el ideario de quienes ejercían
como invasores y detentadores del poder. A su vez, esos valores y conceptos de los españoles,
tenían un nexo, no circunstancial, con los conceptos y valores predominantes en Europa. Es una
interacción de doble vía, en veces con rasgos contradictorios (...e incluso antagónicos, como en
caso de la opción derivada de la Revolución Francesa en 1789 y su colateral la Declaración de
Los Derechos Universales del Hombre, con respecto a la opciòn mantenido por la monarquía
española, particularmente en cuanto al control autoritario ejercido en el “Nuevo Reino de
Granada”.
Para el caso específico del escenario político y social en el periodo objeto de análisis, se
expresaba con todo rigor ese principio básico que reivindicamos como válido: la imposición de
valores construidos a partir de los paradigmas tejidos, en un proceso que involucró a todo el
quehacer, que fue agregando interpretaciones y decisiones; con unos determinados referentes.
Una sucesión de construcciones, en las cuales predominaban aquellos conceptos y aplicaciones
que convocaban a los sujetos (hombres y mujeres) a reconocerse en ellos; a identificarse con
esos proyectos y con todo el proceso. Es obvio, en esa perspectiva, que “lo conciente” (...así
como ahora), no era otra que la obligación a asumir como propias las imágenes y las
“instituciones”, fundamentalmente ancladas en la visión del mundo coincidente con la Religión
predominante.., entendida e impuesta como la única posible.
Que decir, entonces, de los “habitantes originarios” del nuevo territorio, conquistado,
avasallado, esquilmado. Fue una labor (...así lo expresa con lucidez Eduardo Galeano, en su
texto “Las Venas Abiertas de América Latina.). Una oscurana absoluta en términos del
conocimiento. Una imposición que reclama la obligación de asumir la “única verdad
posible”(...la del Rey, de sus delegatarios.., de la Iglesia Católica). No hay lugar para escisiones,
fundamentalmente en lo que hace a la interpretación del mundo físico, como expresión
inmanente, en todo tiempo y lugar, de la divinidad, de su sentir; que no era otra cosa que la
reivindicación del poder terreno, como simple extensión de se poder divino.
En lo anterior, la ignorancia, “ese reconocerse” como sujeto perdido, sin libertad, sin elementos
para el discernimiento y para la apropiación adecuada del conocimiento; tenía una cobertura
total. Eran vasallos los sujetos hombres y los sujetos mujeres. ..Pero, estas, sufrían (...casi
como ahora) el doble rigor, la doble expoliación espiritual. No podía ser de otra manera;
porque el Imperio (España), no era otra cosa que el horizonte cultural en el cual se acuñaba
como cierta y necesaria la coincidencia entre la diferenciación biológica y la diferenciación
(discriminación) efectiva, práctica, cultural.
4.1.2 De la comunicación.
La acción de comunicarse es inherente a la condición humana. Es la palabra, como
transferencia de necesidades, de sentimientos...del conocimiento. El acumulado cultural, los
agregados primarios y complejos, han permitido establecer las conexiones indispensables, en el
proceso de elaboración mediante los cuales es posible vivir y sentir el contacto con la
naturaleza, de su transformación. La noción de comunidad solo adquiere presencia y dinámica
plena, en función de la comunicación de la palabra.
Ahora bien, el sentido de las palabras (al menos en su aprehensión inicial), como transferencia,
como instrumento primero para la comunicación; tiene que ver con lo que el (la) sujeto
reconoce e identifica como insumo que no le es extraño para expresarlo al otro o a la otra.
Asimismo, en la recepción, los mensajes recibidos adquieren validez, en razón a la posibilidad
que otorgan para dilucidar, a partir de ahí, lo desconocido. Es el intercambio de las opciones.
Una figura cercana al trueque de ideas, de conceptos, de imaginarios.
Lo que se erige como Civilización (en el sentido planteado arriba), ha desarrollado mecanismos
inherentes a la comunicación. Tanto como reconocer que ha instaurado lógicas permitidas, en
el universo cultural construido e impuesto como posible y como dominante. Ha sido un
recorrido complejo; en donde los agregados asumidos como cultura, no son otra cosa que la
reivindicación de paradigmas circunscritos a las “ideas” vigentes, válidas, permitidas y
aceptadas. Por esta vía se ha arribado a opciones en las cuales lo que se “transfiere” y/o
“transmite”, es una forma de replicar y difundir eso que es permitido, validado y aceptado.
Cuando se comunica algo que pueda ejercer como disidencia o cuestionamiento de ese
“ordenamiento cultural válido”; se incurre en herejía...y, por lo tanto, debe ser obstaculizado,
cuando no castigado. Ya lo decíamos antes, en referencia a la acción inquisidora por parte de
los vigilantes, representantes de las jerarquías y de la dominación, en defensa de las únicas
verdades posibles.
En el contexto anterior, cabe citar un aparte del documento EL PERIODOSMO Y LA PRENSA A
FINALES DEL SIGLO XVIII Y PRINCIPIOS DEL SIGLO XIX EN COLOMBIA.
Vemos: En América Hispana la civilización de lo escrito – bien fuera tipográfico o manuscrito-
fue el principio esencial de la alteración de lo que el historiador Serge Gruzinski ha llamado la
“revolución de los modos de comunicación”. Para aclarar este punto es necesario recordar que
las relaciones entre lo oral y lo escrito, que los esquemas de la antropología a principios del
siglo XIX, ordenaban linealmente, fueron completamente modificadas en sociedades como las
nuestras, en donde la civilización de lo escrito, implantada en medios urbanos minoritarios, se
constituyó en general en la forma política y culturalmente dominante de comunicación de toda
la sociedad, a pesar de que por fuera del universo de lo escrito permaneciera la mayoría de esa
sociedad, y esto por cuanto el universo de lo escrito constituía la forma legitima de
comunicación de la sociedad en ámbitos institucionales y en cada uno de los actos en que se
reafirmaba cotidianamente el poder. Lo escrito y la escritura - mas lo primero que lo segundo –
estuvieron dotados, en la América Hispana, desde el principio, de los poderes, los privilegios y
la distinción que siempre los han acompañado desde su aparición.12
La comunicación, entonces, se erige como posible, en función de los referentes permitidos por
la autoridad. A esto se agrega el hecho de las limitaciones originadas en el tipo de percepción
del entorno y del nexo con los elementos relacionados con el conocimiento. Es apenas obvio
deducir, a partir de la segregación inherente al gobierno colonial, que las condiciones para el
acceso a la información no solo eran precarias para el “común” de la población, sino que,
además, estaban fundamentadas en ese tipo de “verdad oficial” que se impone y a través de la
cual se ejerce y profundiza la dominación.
Ya, para ese tiempo, el rigor del concepto y la expresión práctica de la élite, traducía que al
conocimiento solo accedían sectores privilegiados. Ahora bien, esa expresión de privilegio no
necesariamente debe ser entendida como identidad con las posiciones derivadas del poder. Es,
simplemente, entender que se expresaba la heterogeneidad, en un proceso, en veces de
conflicto y en el cual confluían las contradicciones y los acercamientos. Algo así como entender
una dinámica en la cual los equilibrios, podían ser fracturados, a partir del desarrollo y
aplicación de los insumos obtenidos; particularmente de aquellos relacionados con la Revolución
Francesa. Esto explica, en otras palabras, las posiciones y la actividad desplegada por personas
como Antonio Nariño y Francisco José de Caldas, así como de algunos precursores de la
expresión escrita periódica. Es pertinente anotar que, aún en ese escenario de élite, el concepto
de género, no era diferente a ese entendido primario de la sola diferenciación biológica.
Inclusive, no aparecía como insumo importante que pudiera merecer preocupación en términos
de profundización.
4.2 De los Escritos Periódicos, como Medios de Comunicación.
Vale la pena iniciar este título con una cita del texto mencionado arriba. Ante todo porque nos
permite acceder a una información precisa, con respecto al tema tratado. Veamos lo siguiente.
“2.3 La Comunicación del Soberano.
Sobraría advertir desde luego que cuando hablamos de “noticias”, de información y de
“comunicación” en sociedades del Antiguo Régimen no nos estamos refiriendo a lo que podría
llamarse la “libre comunicación”, como se dirá en el vocabulario de la Ilustración a finales del
siglo XVIII y principios del siglo XIX.
La comunicación en ese tipo de sociedades, posiblemente màs que en otra cualquiera, es una
comunicación formal y materialmente controlada. Ni se publica cualquier tipo de noticia o
información, ni parece en principio fácil escapar de las redes de control que pesan sobre la
circulación del impreso y limitan y organizan su difusión y la difusión de su réplica manuscrita.
Es claro que todos los sucesos sobre los cuales es posible informar no están signados ni por los
mismos controles ni por las mismas sanciones ni tocados por la misma gravedad. Ante todo dos
dimensiones de la vida social son distinguidas por la Monarquía, como lugares en los cuales la
palabra – y en nuestro caso la palabra impresa- están sometidas a los máximos controles y
12
Departamento de Ciencias Sociales, Universidad del Valle, Grupo de investigaciones sobre sociedad e
historia. El periodismo y la prensa a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX en Colombia,
página 8.
vigilancias. En primer lugar las verdades de la fuerza moral, zona sagrada del discurso respecto
de la cual la sociedad había constituido las instancias legítimas que con propiedad pueden
referirse a ella: la Iglesia y sus sacerdotes, en las diversas gradaciones en que se organiza la
burocracia eclesiástica, garante del monopolio de los bienes de la salvación – como tanto
tiempo lo hizo notar Max Weber, a propósito de los comportamientos moralmente correctos.
En segundo lugar la política y las cuestiones atinentes a la monarquía, incluido el posible
examen de la política colonial – tan amenazada en el Nuevo Mundo en el siglo XVIII por la
crítica de los libre pensadores franceses como Reynal - , las que representaban uno de los
lugares sobre los cuales no es posible enunciar palabra alguna – o imprimir palabra alguna –
sino dentro de los estrechos límites de lo que Dios y el Monarca – Nuestro Señor – tienen
permitido (y por aquellos a quienes se tiene permitido. Así pues, la existencia de censuras y
censores eclesiásticos y civiles pesa sobre todo lo impreso que se publica en el Nuevo Mundo y
los controles se ejercen particularmente en los puertos de llegada de barcos, aunque de
manera práctica las disposiciones que las prohíban y regulan parecen continuamente burladas
en mayor o menor medida.”13
En la intención de profundizar acerca de contenidos y orientación de las publicaciones
periódicas, en Colombia a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX; nos permitimos
presentar la cronología y análisis de los siguientes periódicos: “Papel Periódico de Santafé”
(1791-1796); “Correo Curioso” (1801); “Semanario del Nuevo Reino de Granada”; “El Redactor
Americano”; El Semanario”; La Bagatela” (1811); “Diario Político”.
El seguimiento que proponemos, no supone la sola referencia histórica. Se trata de proponer
una interpretación de las incidencias, en el contexto social y político descrito>. Además, el
análisis del comportamiento de quienes ejercieron como precursores, en el marco del desarrollo
de conocimiento y de niveles de conflicto importantes. Cabe resaltar, la pretensión de alcanzar
una reflexión en torno a la ausencia de mujeres en la conducción de estos procesos y la
explicación a esta ausencia.
Nota necesaria como antecedente: No puede haber una referencia de análisis en torno al
significado y alcance del periodismo (...o de los periódicos), para el período señalado en este
estudio, sino se tiene en cuenta, además del contexto social y político, el aspecto relacionado
con el desarrollo de la imprenta y el uso de la misma.
En consideración a lo expuesto arriba, es apenas obvio entender las limitaciones vigentes. No
solo en lo que respecta a los controles políticos y religiosos en cuanto a lo que se publicaba;
sino también en cuanto a las dificultades para acceder a las posibilidades que otorgaba la
imprenta. En la mayoría de los casos, las personas responsables de las publicaciones objeto de
análisis, solo podían acceder a una opción en la cual era evidente cierta aplicación mucho màs
artesanal que la normal. A esto hay que agregar, además, las limitaciones inherentes a las
dificultades para la obtención del papel.
En el estudio que hemos citado antes, aparecen expresiones como la siguiente:
...La respuesta (sic) a la petición de los Jesuitas – petición que parece haber sido presentada
dos años antes, en 1739, fue positiva, aunque con las limitaciones que resultaban de las
legislaciones particulares existentes al respecto, tal y como estaba consignado en la
Recopilación de Leyes de Indias y con la obligación de acudir a la censura oficial antes de
hacer entrar en circulación cualquiera de los textos que se imprimiera. Pero lo que parece
ignorar los defensores de la “antigüedad de la imprenta”, cuando hablan del funcionamiento de
la imprenta de los Jesuita entre 1735 y 1767, es que no se conoce un solo libro no folleto de
relativa amplitud salida de tal imprenta. En realidad los padres de la Compañía de Jesús habían
introducido desde 1735 algunas “cajas de letras” – como se decía y contaban con un novicio de
nombre Francisco de la Peña que conocía el oficio de imprimir – lo que no prueba que
13
Ibíd., página 13.
practicara de manera continua su oficio -. Pero, sobre todo por la escasez y carestía del papel,
los Jesuita no fueron en el Nuevo Reino los grandes impresores que algunos pretenden,
limitándose su actividad a la producción durante algunos pocos años de pequeñas hojas suelta
y algún novenario, por fuera de lo cual no se conoce ningún tipo de producción editorial
significativa salida de tal imprenta, hasta la fecha de su expulsión en 1767.14
También es pertinente una consideración, en términos del objetivo propuesto en este estudio.
Un tanto la reflexión, ya insinuada arriba, acerca de la situación de las mujeres en este período.
Es lícito, en cuanto referente primario, asumir el horizonte general predominante. Es decir, ese
tipo de exclusión con respecto a la intervención pública e importante en las actividades sociales
y políticas. Porque, a decir verdad, el único reconocimiento oficial y cotidiano (…a las mujeres),
siempre estaba en relación a roles predeterminados y, estos a su vez, estaban soportados en
los conceptos de moralidad, de familia, de religiosidad, de fidelidad, etc.
Así las cosas, si cruzamos esta realidad con la que es inherente a las limitaciones y restricciones
que ejercían como censura oficial a toda comunicación; nos encontramos con un escenario en
el cual aparece como imposibilidad casi absoluta, la presencia efectiva e importante de las
mujeres (...o de algunas mujeres) en el desarrollo de la actividad relacionada con la
comunicación escrita y, menos aún, por la vía del ejercicio de publicaciones periódicas. Esto
para no enfatizar, ahora, acerca de las esas limitaciones comunes (….pero que en las mujeres
aparecían mucho màs profundas) a los hombres y las mujeres comunes, que no podía acceder
a la cultura, al conocimiento...a la lectura, a la escritura.
Otra anotación importante, en el contexto, tiene que ver con lo que podríamos definir como “el
valor de uso” (...o la utilidad) de la imprenta, como recurso que permitía la difusión de las
verdades oficiales (...como ahora); pero también cierta información y orientación relacionada
con el comportamiento en cuanto a higiene y salud pública. En este sentido es pertinente citar
lo siguiente:
..De manera amplia y teniendo como su principal objetivo a las clases subalternas de las
pequeñas ciudades y del campo, la imprenta continuó teniendo uso en la década de los
ochentas, particularmente en lo que tiene que ver con el campo del aseo y de la salud pública e
higiene personal, sobre todo durante las epidemias que azotaron al virreinato que en la Nueva
Granada se concretaba en la presencia sobre el territorio, de brotes de viruela, que obligaban a
extremar las medidas, de confinamiento y de tratamiento en los hospitales...
Otro elemento, de descripción y análisis, que ejerce como antecedente; tiene que ver con el
significado que adquirió la intervención de don Antonio Nariño. No solo en lo que hace
referencia a su rol en la difusión de algunos conceptos y expresiones relacionados con la
Ilustración, como propuesta y desarrollo cultural en Europa Occidental, particularmente de la
Revolución Francesa, en lo que respecta a la Declaración de Los Derechos Universales del
Hombre (¡siempre lo masculino como única opción); sino también en cuanto visión comercial
de la comunicación escrita. Cabe anotar, asimismo, acerca de las dificultades v de los riesgos
asumidos (...aunque no de manera absolutamente conciente, al comienzo); habida cuenta de
los controles y la censura oficial. Su Imprenta Patriótica fue expropiada y vendida, por mandato
del virrey.
..Su actividad de impresor no arrancó, como a veces cuenta la leyenda, con la actividad de
realizar publicaciones de textos prohibidos y perseguidos, sino con la idea de hacer toda clase
de impresiones que le mejoraran su fortuna, y con el proyecto de hacer circular ediciones que
pudieran venderse en el naciente mercado conformado por una población universitaria en
crecimiento, por los clérigos ilustrados y por los funcionarios de la administración perteneciente
al circulo del virrey...15
14
Obra citada, página 14
15
Obra citada, página 23.
Cultura, sociedad e individualidad
Cultura, sociedad e individualidad
Cultura, sociedad e individualidad
Cultura, sociedad e individualidad
Cultura, sociedad e individualidad
Cultura, sociedad e individualidad
Cultura, sociedad e individualidad
Cultura, sociedad e individualidad
Cultura, sociedad e individualidad
Cultura, sociedad e individualidad
Cultura, sociedad e individualidad
Cultura, sociedad e individualidad
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  • 1. CULTURA Y SOCIEDAD “..Sea que escuchemos con divertida indiferencia el sortilegio fantástico de un médico brujo de ojos enrojecidos del Congo, o que leamos con refinado embeleso las pálidas traducciones de las estrofas del místico Lao Tse, o que tratemos de romper, una y otra vez, la dura cáscara de un argumento de Santo Tomás, o que captemos repentinamente el brillante significado de un extraño cuento de hadas esquimal, encontraremos siempre las misma historia variable y sin embargo maravillosamente constante, junto con una incitante y persistente sugestión de que nos queda por experimentar algo más que lo que podrá ser nunca sabido y contado..”1 1.1 De la interpretación (conceptos) individuales y su incidencia en lo colectivo. El ser individual es, de por sí, complejo. En cuanto logra, aún en su condición de individuo (a) primario (a), construir su propia visión de la exterioridad. Este proceso está asociado a los sentidos biológicos. La percepción, como ejercicio inicial que permite acceder a insumos externos, ejerce como instrumento para recolectar esos datos y procesarlos. Ya ahí, la diferenciación se establece por la vía del seguimiento y continuidad, originados en la capacidad para retener la información e interpretarla. No es una memoria simbólica ni formal, como la de los otros animales. Esa memoria trasciende a la repetición simple de lo aprendido, a manera de expresión espontánea y/o de respuesta instintiva a motivaciones externas. Por el contrario, es una memoria en constante actividad y que actúa como recurso pleno e intencional, cuando se hace necesario recordar lo visto antes, lo vivido; a partir de experiencias individuales y colectivas. Así y solo así se puede entender la capacidad que adquiere cada sujeto (a), para proponer y desarrollar opciones dirigidas al proceso de transformación de la exterioridad. Pero también, para entender la construcción de una simbología para sí; de tal manera que ejerza como instrumento fundamental, a la hora de definir sus propias perspectivas; en cuanto expectativas originadas en su propia pulsación con respecto a los (as) ) otros (as). Entonces, la esperanza, la ilusión, los afectos, el placer como elaboración suya; constituyen referentes en los cuales se cruzan la individualidad y lo colectivo. No como derogación de lo primero en función de lo segundo; sino como interacción que el (la) sujeto (a) individual acepta, e incluso propone, en el camino hacia la obtención de un determinado fin. Ya, en esta expresión, es pertinente entrever la influencia (...en esa memoria individual, como acumulado constante) de las tradiciones aprehendidas por la vía de la imposición y/o de la experiencia directa, que adquieren determinadas instancias simbólicas; construidas a partir de procesos individuales y colectivos. Así entonces, a manera de ejemplo, cabe analizar en ese espectro; el rol de la religión, de los códigos y paradigmas que ejercen como limitaciones al desarrollo pleno de la individualidad, en cuanto adquieren una significación que trasciende a cada sujeto (a) y lo (a) obliga a un acatamiento; so pena de quedar por fuera de esa figura de concertación colectiva que lo (a) compromete. No reconocer la concertación (a la manera de equilibrio); tuvo siempre (...y tiene ahora) para cada sujeto (a) repercusiones profundas. Inclusive, de su aceptación o no, depende en muchos casos la existencia suya como sujeto (a) individual vivo, como actor válido. En este contexto cabe una expresión relacionada con la incidencia que adquieren las opciones propuestas, por parte de los (a) sujetos (as) individuales; en lo que hace referencia a la interpretación de las pautas, paradigmas y condiciones vigentes en un determinado período histórico. En sí esas pautas y condiciones, no son otra cosa que construcciones colectivas que trasciendan a cada individuo (a). Podría aseverarse inclusive que, en las mismas; cada sujeto se subsume, como quiera que no le esté permitido transgredirlas. Está obligado, en consecuencia, a asumir una interpretación similar a la que realizan los (as) otros (as). Si su decisión es hacer 1 Camphell, Joseph. “El héroe de las mil caras”. Editorial Fondo de Cultura Económica, quinta reimpresión, 1999, página 11.
  • 2. trasgresión, bien sea por la vía de proponer una interpretación diferente y/o de asumir la opción directa de cuestionarlas y trabajar por su destrucción; se entiende que asume las consecuencias a que esto conlleva…Entonces se configura, a partir de esa intervención individual, una confrontación con la simbología e iconografías colectivas. Aquí, en esa confrontación, se enfrenta la construcción individual con la construcción colectiva. Esto es válido, como decíamos arriba, tanto para los paradigmas colectivos asociados a la religión; como para aquellos paradigmas asociados a la noción de ordenamiento y de jerarquización. Queda claro, asimismo, que estas construcciones colectivas, son posteriores a la apropiación primigenia de la exterioridad, a la internalización primera realizada por cada sujeto (a) en su contacto inicial con la naturaleza. Es decir, son elaboraciones, desarrolladas en el tiempo y en el espacio; como acciones concientes o inconcientes (...o mediante una interacción entre los dos estados) en donde se aplica el conocimiento acumulado, a manera de ordenamiento de las percepciones recibidas y almacenadas en la memoria. Pasa a ser, por esta vía, una memoria de todos y todas. Una memoria colectiva que se construye a través de la comunicación y de la instauración de códigos e íconos que dan fe de la concertación. Toda herejía, en principio, es una acción individual. Compromete a quien realiza una interpretación diferente y se decide a proponerla como opción. Bien sea como modificación parcial de las pautas, paradigmas y condiciones instaurados como referentes colectivos; o como alternativa que conlleva a una modificación total, radical. Algo así como o son esas pautas y paradigmas o son estas pautas y paradigmas alternativos. Ya ahí, en esa acción de proponer una alternativa, se configura un distanciamiento con respecto al ordenamiento vigente. Adquiere ese hecho un significado asimilado a la ruptura. En el proceso de enfrentar esa opción (...u opciones) con las existentes; el (la) sujeto (a) que ejerce como cuestionador (a), desemboca en una posición herética. A partir de ahí, se trata de definir las condiciones y el tipo de acciones a realizar, el proceso de difusión de la opción u opciones nuevas. Aquí, condiciones, tienen que ver con los insumos recaudados para sustentar la nueva opción. Tipo de acciones, tiene que ver con realizar una confrontación individual absoluta. O la adquisición, mediante el proceso de persuasión o imposición, de una aceptación de los (as) otros (as). De tal manera que pueda presentarse y desarrollar como opción u opciones colectivas. Esto no es otra cosa que el comienzo de una sumatoria de acciones diferenciadas; en procura de lograr la aceptación y acatamiento, bien sea de la modificación parcial o de la erradicación de las anteriores pautas y paradigmas y, en su reemplazo, erigir las nuevas. De todas maneras, bien sea que se actúe en un u otro sentido, es evidente la necesidad de cierta subyugación hacia los otros y las otras. Algo así como entender y aceptar el principio básico relacionado con el ordenamiento y el equilibrio por la vía de la imposición de pautas y paradigmas: siempre existan referentes establecidos como condición para el ordenamiento y el equilibrio; habrá unos códigos y obligaciones que ejercen como limitación a la libertad individual. Alcanzar unos nuevos referentes, unos nuevos códigos y nuevas obligaciones; supone la realización de acciones que controvierten lo anterior. 1.2 Del sujeto Colectivo Ahora se trata de establecer los términos de referencia, a partir de los cuales se configura la presencia y las acciones del colectivo; como sujeto pleno que trasciende a la individualidad pero no la puede subsumir. Desde una interpretación etimológica, sujeto colectivo se entiende como figura plural. Es decir, se asume su configuración como sumatoria, simple o compleja, de individualidades con presencia en un determinado escenario, ámbito o territorio. También involucra un concepto adjunto, que da cuenta de una posición asimilada a la conciencia y a su significado. Algo así como entender al sujeto colectivo en condición vinculante con respecto a una visión (o visiones) y a una interpretación de la exterioridad que lo circunda. El problema radica en la posibilidad efectiva para precisar el nexo entre esa figura colectiva y la individualidad, sin que implique la disolución. Porque, a partir de una interpretación centrada en el estricto comportamiento mecánico; podría pensarse en una dicotomía elemental, en donde la conciencia colectiva es
  • 3. una expresión que traduce los acumulados históricos, en cuanto vivencias, como información procesada que induce a una definición desde la perspectiva cultural. De todas maneras, la interpretación de lo colectivo, supone un imaginario. Este, a su vez, debe estar asociado al concepto de espacio físico. Algo así como establecer una dinámica en la cual aparece la interrelación entre los (as) sujetos (as) individuales, asociados e integrados con respecto a determinados códigos reconocidos como válidos. Ya decíamos antes, en esta misma línea de reflexión: los referentes, entendidos como códigos, pueden ejercer como punto de equilibrio; a través del cual se expresan las coincidencias. Ahora bien, la complejidad en la interpretación del significado y alcance de este equilibrio, está dado por el análisis del recorrido previo para acceder al mismo. Tal parece que se presentan dos opciones en la interpretación. Una de ellas tiene que ver la identidad pasiva que realiza cada sujeto individual con los códigos o referentes generales que inducen al equilibrio. La otra tiene que ver con la coacción, con la imposición, por la vía de acciones ejercidas por parte de quien o quienes se erijan como centro y/o como intérpretes únicos de esos códigos. La primera opción supone un tránsito no traumático, mediante el cual cada sujeto asume la identificación con los códigos (conciente o inconciente). Es de suponer que, ya ahí en ese tránsito hacia la identificación o reconocimiento, se configura una ruptura con respecto al yo absoluto. Se traslada parte de la identidad personal, a la identidad colectiva; como condición indispensable para acceder al equilibrio. Se entiende y acepta esa necesidad, en una perspectiva grupal, plural. Ahora bien, los códigos pueden adquirir características religiosas, o de simples premisas para el trabajo asociado; o de compromisos para establecer una figura colectiva relacionada con el ordenamiento global de obligaciones; o una sumatoria compleja de todas estas las anteriores. Lo cierto es que la aceptación se expresa como actitud soportada en la libertad para definir. La segunda opción supone la presencia de posiciones previas; en las cuales es evidente una diferenciación en términos no solo de interpretación y elaboración con respecto a la exterioridad; sino también en términos de apropiación unilateral de los acumulados históricos de las vivencias entendidas como insumos para la construcción de los códigos, referentes..o paradigmas. Aquí, entonces, se configura un recorrido traumático; por cuanto supone la restricción impuesta a las posibilidades individuales. No es ya la aceptación en libertad; es por el contrario la imposición a reconocer, tanto los referentes en sí, como también a quien o quienes los representan y los imponen. 2. De la noción de poder y su ejercicio. Ahora es pertinente desarrollar algunos conceptos en relación al comportamiento del sujeto colectivo; a partir de su separación con respecto a los (as) sujetos (as) individualmente considerados. Supone, entonces, la aceptación de su existencia con expresión propia; regida por pautas que, a su vez, pueden ejercer como referentes generales. El problema tiene que ver con precisar las condiciones y/o prerrequisitos necesarios para consolidar la figura de la instancia abstracta; aquella que se desprende del sujeto colectivo y se rige como referente que debe ser acatado; no solo por los (as) sujetos (as) individuales; sino también por la colectividad que se construye y se hace plena en razón a la interacción constante entre los (as) sujetos (as). Ya, aquí, puede hablarse de una prefiguración territorial y de unos vínculos que hacen posible esa interacción. Supone la aceptación de la identidad individual propia de cada sujeto (a); pero también la existencia de los (as) otros (as) como pares que comparten una misma identidad colectiva. Respecto a lo anterior, considero pertinente remitir a una expresión de Lewis H. Morgan en su texto: La Sociedad Primitiva, veamos: “..Los hechos indican la formación gradual y el desarrollo subsiguiente de ciertas ideas, pasiones y aspiraciones. Aquellos que ocupan las posiciones más prominentes, caben ser
  • 4. generalizados como crecimientos de ideas particulares, a las que se encuentran íntimamente vinculadas… ..ÚLTIMO. La idea de propiedad se formó lentamente en el pensamiento humano, permaneciendo naciente y endeble durante períodos inmensos de tiempo. Adquiriendo vida en el salvajismo, requirió toda la experiencia de este período y del subsiguiente, de la barbarie, para desarrollar el gérmen y preparar el cerebro humano para la aceptación de su influencia de contralor. Su imperio como pasión por sobre todas las demás pasiones, señala el comienzo de la civilización...”2 2.1 ¿Qué es el poder? Hablábamos arriba acerca de las condiciones en las cuales se puede concretar la aceptación, por parte de los (as) sujetos (as) individuales, de unos referentes y/o principios básicos; por fuera de si. Es decir, externos a cada uno a cada una. Quedó clara, en esta línea de análisis, la interpretación, a partir de dos opciones. Una u otra, definen tránsitos diferentes hacia la consolidación de los principios, referentes o paradigmas que han de centrar y orientar el quehacer de los (as) sujetos (as) individuales; en un entorno preciso, en el cual se involucra la aceptación de los (as) otros (as) como pares. Pero, al mismo tiempo, adquiere el significado inherente a la separación de esos principios-referentes con respecto a lo colectivo, entendido como sujeto que simplemente asume como sumatoria de las individualidades. Es decir, empieza a erigirse como figura que trasciende a los (as) sujetos (as); tanto en lo individual como en lo colectivo. También habíamos expresado acerca de la connotación que esto adquiere; en cuanto supone la presencia de quien o quienes asumen como responsables del manejo o supervisión del acatamiento debido en torno a esos principios-referentes. Es algo así como indagar con respecto a las condiciones que debe o deben reunir ese sujeto (a), o esos (as) sujetos (as). Desde la interpretación propuesta por Marx y Engels; podría aseverarse que el ejercicio de esa responsabilidad supone la asunción de una posición de dominio, como efecto colateral de una apropiación con respecto a los excedentes de los bienes producidos por la vía del trabajo, de la transformación de la naturaleza. A lo anterior podría agregarse, como extensión necesaria, la apropiación de los acumulados del conocimiento adquirido en ese mismo proceso. De ser así, entonces, surge un nuevo elemento alusivo a la cultura; entendida como superestructura construida a partir de la relación establecida con la exterioridad (naturaleza). Aparece, por esa misma vía, la figura de beneficiarios o beneficiario. Esto, de por sí, adquiere el significado propio de unas relaciones, ya no en igualdad de condiciones; sino en las cuales se establece un dominio sobre aquellos (as) que no ejercen como tal. Otra alternativa, para la interpretación, tiene que ver con la posición Kantiana; en la cual aparece la razón como sujeto abstracto que conduce los procesos. Por lo tanto, adquiere una connotación ajena a los (as) sujetos (as), en tanto se entiende como condición preexistente al proceso de transformación de la naturaleza. Por lo mismo, entonces, se entiende como extensión y aplicación modificada de la posición socrática y aristotélica. La variante tiene que ver con el de que, en Kant, la Razón aparece como abstracción que ejerce como referente, inherente a la noción de poder; como instancia que convoca y que debe ser acatada; en cuanto se concreta a través de una figura asimilada al concepto de Estado. Ya, aún antes de Marx, Engels y Kant; Juan Jacobo Rousseau; Tomas Hobbes y Nicolás Maquiavelo, desarrollaron teorías alrededor de ese concepto de poder y de dominio. Opciones diferenciadas hacia la interpretación de ese hecho. Variantes como el equilibrio entre lo colectivo y lo individual, a través de la aceptación y la concertación (Contrato Social, postulado 2 Morgan, Lewis H. “La sociedad primitiva”. Edición Divulgación Cultural Universidad Nacional de Colombia, 1972, páginas 22 y 23.
  • 5. por Rousseau); o como la exaltación y justificación de un ejercicio de dominio, desde una perspectiva centrada en la imposición (Leviatán, de Hobbes); o como figura asociada a la intermediación y trámite conciente de un sujeto individual que impone una determinadas condiciones (El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo). El asunto queda planteado y precisa de un desarrollo, si se pretende dilucidar el significado del control ejercido sobre los (as) sujetos (as) individualmente considerados (as)...o sobre estos (as), entendido como colectivo que no ejercen como beneficiarios (as) de este control. Tal y como lo hemos insinuado, el poder no es otra cosa que el control ejercido por parte de quien o quienes adquieren la capacidad para hacerlo. Acceder a esta capacidad, su aplicación , se explica según sea la interpretación asumida. De todas maneras, en estricto, desde el momento en que se configura una determinada forma de control; este actúa como condicionante que impide el desarrollo, pleno y absoluto, de la libertad individual entendida en los términos ya señalados: como posibilidad que tiene cada individuo (a) para interactuar con la exterioridad; a partir de sus propias vivencias. De su particular nexo con la misma y con el (la) otro (a). Supone, en fin, la pérdida de la autonomía primaria. Esto explica, hasta cierto punto, la tensión latente que acompaña todo proceso mediante el cual se efectúa una imposición. Una tensión ya prefigurada por Freud en “Tótem y Tabú”...y desarrollada por (sin saberlo) Engels en “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado”. Con mayor claridad, Marcuse, identifica ese nexo en sus trabajos: “El hombre unidimensional” (en tanto que sitúa una interpretación del control político, como yunta que inhibe al –la- sujeto –a-) y en “Eros y Civilización” (en tanto se retoma todo el espectro, derivado del malestar que acompaña a cada sujeto – a-, desde el momento mismo de su vinculación forzada a la vida colectiva.). Así entendido, entonces, el poder inhibe el desarrollo del (la) sujeto (a). Supone la instauración de unos referentes para interpretar el nexo que cada uno (a) realiza con la exterioridad y de la internalización que este (a) efectúa, como efecto colateral de esa relación primaria. Algo así, entonces, como objetivar los acumulados de procesos anteriores, convirtiéndolos en pautas que deben ser aceptadas. Por esta vía, en consecuencia, podría entenderse esa inhibición, en condiciones similares a la que existe con respecto a los condicionantes primarios anclados en los contenidos propios de la religión. En principio, podría aseverarse que (en estricto) poder y religión causan el mismo efecto en cada sujeto (a)...la inhibición. En torno a este hecho, cabe expresar desde ahora un elemento que será desarrollado posteriormente: Cuando se actúa, de manera individual o colectiva, en contra de esa inhibición; se configura un conflicto que origina un castigo, una sanción; por parte de quienes ejercen como controladores hacia quien o quienes actúan en contravía de los referentes. Es el caso, a manera de ejemplo, de lo sucedido con Prometeo. 2.2. El poder político. A manera de ilustración (...con las reservas obvias), es pertinente presentar la reflexión efectuada por Francisco Segui, en el prólogo a una de las ediciones de La República (Platón); veamos: “...Si la vida ciudadana, la polis como forma comunitaria, se hunde desgarrada por el escepticismo, el agnosticismo y el relativismo, la polis como organización política sucumbe ante el empuje de la democracia. Y si Sócrates buscaba la solución invitando a revisar los conceptos éticos, a encontrar lo absoluto, Platón idea todo un mecanismo político-social. Su República no es una descripción de un mundo ideal: es una técnica de formación de una sociedad. Aunque de vez en vez caiga en ciertas disquisiciones sobre conceptos tales el de justicia o felicidad, está orientada al estudio de los aparatos de control social. Su objetivo es el orden, la estabilidad (rechazará todo cambio que no sea un acercamiento al ideal descrito en la obra). Y para ello parte de la educación. La educación es el principal elemento represivo, el medio más eficaz para el control, el más apropiado homogenizador social. Educar es, para Platón, construir ciudadanos. En la educación se hará al ciudadano: se condicionará su sensibilidad, su voluntad y su pensamiento, de modo que nada pueda desear sino aquella situación que por naturaleza le pertenece.
  • 6. Toda técnica de control social responde a una concepción del hombre y de la vida, sin duda. Pero es un error pensar que Platón extrae sus ideas políticas de la teoría de las ideas. Al contrario, la Ideas serán una metafísica, una cosmovisión, una especie de creencia favorable para llevar a cabo la política…”3 Desde la interpretación acerca del poder, propuesta y desarrollado en este escrito, es evidente la asimilación al concepto de control. El asunto siguiente tiene que ver con su definición en términos de control político. Lo anterior, por cuanto la noción de política, adquiere una connotación relacionada con la actuación colectiva. Algo así como entenderla, en el contexto permitido por los agregados adquiridos a través de determinados procesos previos. Es decir: la política no constituye una opción originada en el proceso de internalización que efectúa cada sujeto (a), con respecto a la exterioridad. Es, por el contrario, el desarrollo de elaboraciones acumuladas, a través de procesos que trascienden a cada sujeto (a); comoquiera que se configuran a partir de una forma de apropiación realizada por parte de quien o quienes convierten esas elaboraciones, en opciones que entran a ejercer como referentes. En consecuencia constituyen, por esto mismo, un mandato; una convocatoria que pretende el reconocimiento individual y colectivo. Está expresada en códigos (...o definiciones) que conforman un cuerpo teórico, con repercusiones prácticas en el quehacer cotidiano. Es, en otras palabras, el soporte necesario para ejercer gobierno, autoridad; por parte de quien o quienes se han separado de los (as) otros (as); en su condición de usufructuarios (as) de esos mismos códigos. La diferenciación comienza, desde el momento mismo en que aparecen insumos que la permiten. Si bien es ilustrativa la interpretación (...un poco lineal) propuesta en el recorrido: sociedad primitiva-esclavismo-feudalismo-capitalismo; como proceso explicativo en cuanto al origen de la dominación. Lo cierto es que el asunto es mucho más complejo. Porque supone, entre otras cosas, retomar el entendido de la apropiación de los referentes y su imposición; a partir de un ejercicio originado en la diferenciación; pero asimismo, en nexo con el proceso de internalización individual. Valga presentarlo de la siguiente manera: si la sociedad primitiva descrita por Lewis H. Morgan, constituyó un estado en el desarrollo de la humanidad; no puede inferirse, necesariamente, la ausencia de determinadas formas de diferenciación...y de control. Con las limitaciones sociológicas y políticas propias de su investigación, el texto que la resume, tiene elementos importantes; en cuanto a la interpretación de los hechos originados en la misma investigación que se relacionan con la actividad humana. Por lo mismo es pertinente resaltar lo siguiente: “..Los hechos indican la formación gradual y el desarrollo subsiguiente de ciertas ideas, pasiones y aspiraciones. Aquellos que ocupan las posiciones más prominentes, caben ser generalizados como crecimientos de ideas particulares, a las que se encuentran íntimamente vinculadas… ..ÚLTIMO. La idea de propiedad se formó lentamente en el pensamiento humano, permaneciendo naciente y endeble durante períodos inmensos de tiempo. Adquiriendo vida en el salvajismo, requirió toda la experiencia de este período y del subsiguiente, de la barbarie, para desarrollar el germen y preparar el cerebro humano para la aceptación de su influencia de contralor. Su imperio como pasión por sobre todas las demás pasiones, señala el comienzo de la civilización...”4 Ahora bien, como lo hemos señalado arriba, el poder adquiere significado a partir de la apropiación unilateral de insumos relacionados con el conocimiento acumulado. Esta apropiación permite la elaboración de unas determinadas condiciones que deben ser acatadas, por parte de quien o quienes no actúan en posición de usufructuarios. Así planteado, entonces, no implica necesariamente un nexo primario con la posesión de bienes. Otra cosa es que la posesión permita el desarrollo y consolidación posteriores de mecanismos de control y, por esta 3 Segui, Francisco. Prólogo a La República, Tomo I. Ed. Universales, Bogotá 4 Morgan, Lewis H. La Sociedad Primitiva, edición Divulgación Cultural Universidad Nacional de Colombia, 1972.
  • 7. vía, de imposición. Lo anterior es lo mismo que entender la dinámica del poder y del control; como una sucesión de eventos en los cuales se van estructurando unas instancias en las que predominan instrumentos conceptuales, como opciones únicas para la interpretación de la naturaleza y de las relaciones necesarias para transformarla…o, simplemente, para convivir con ella. A partir de esta lógica para la interpretación del poder; se entiende que este adquiere una connotación política, como opción válida en el proceso de consolidación y defensa del mismo, por parte de quien o quienes actúan como detentadores. Lo que, en principio, era un control en términos de pautas y códigos propuestos (...o impuestos) como única alternativa para establecer un nexo con la externalidad; se convierte un la instauración de instancias que identifican esos pautas y códigos con los usufructuarios. Esto supone el desarrollo de mecanismos constitutivos de reglas orientadas a distanciar, aún más, el poder con respecto a quienes se controla. Es decir este (el poder) se torna mucho más complejo; comoquiera que se configura la intermediación como requisito indispensable para acceder a sus representantes. El territorio, en este contexto, deja de ser simple externalidad primaria, natural en la cual se efectúa la interacción y el intercambio por parte de los (as) sujetos (as). Se convierte, por lo mismo que se consolida la figura del poder, en escenario en el cual la relaciones (...Sociales) adquieren características, cada vez, más complejas. Ya no es, entonces, la simple aceptación de los códigos originarios, casi siempre asociados a la religiosidad. Ahora se trata de una figura ensanchada de este. Una ampliación del espectro; en función de los nuevos elementos que lo acompañan y sustentan. Vale la pena reiterar acerca del condicionamiento que se le imprime a la actuación individual. El proceso, por medio del cual se instaura la dominación, supone una inhibición a la libertad. Ya no existe la posibilidad de ejercer la autonomía inicial; para exteriorizar los conceptos elaborados a partir de la relación con la naturaleza, con la externalidad. Lo que prevalece, ahora, es la asunción de los referentes establecidos como única opción posible. Es una interpretación mediada por los códigos y las instancias desarrolladas por parte de quien o quienes ejercen como detentadores de esos referentes. A esto se agrega el hecho del nexo entre esa acción de control primaria y la evolución del sistema de apropiación de los excedentes derivados del trabajo. Se configuran, entonces, unas relaciones sociales en las que prevalece la imposición de reglas. Algo así como una sumatoria de conceptos básicos que obligan. Actuar en contravía de los mismos sitúa, a quien o quienes lo hacen, por fuera de esas condiciones. Por lo tanto debe ser entendido como desafío, como rebelión. Esto es lo que explica, en términos del concepto de legalidad, la estructuración de figuras que describen y validan el castigo; como procedimiento indispensable para mantener el control. Es ahí en donde, el poder, adquiere su connotación política. Es pertinente, para este caso, citar la posición expresada por J.C. Friedrich, en su texto La filosofía del derecho. “..Puesto que para el derecho siempre tiene importancia fundamental que la obligación de sus normas se encuentre firmemente anclada en la convicción de la legitimidad de la autoridad que crea la ley, sea Dios, sea la acción popular, la importancia de las normas legales en la vida social estará, en todo momento, hondamente influida por la fe en la legitimidad del gobierno que las impone y por la cual son creadas. El nomos y el jus de griegos y romanos estuvieron en vigor mientras se mantuvo la fe en la comunidad de la polis, pues la polis estaba regulada por el nomos y el jus, debido a la constante fe del pueblo en la heroica sabiduría de algún antiguo legislador, ya fuera un Solón, un Licurgo, o las Doce Tablas. Sin embargo, para los judíos del Antiguo Testamento, no fue Moisés, ni siquiera los profetas, sino el Dios único, quien habló a Moisés y le ordenó que comunicara sus leyes a su pueblo (Levítico 19: 1-2). Y fue su pueblo el que quedó convertido en una comunidad sagrada gracias a esa comunicación, por la santidad misma del Dios que había dictado las leyes. Y de esta santificación, al dar y obedecer la ley, se desarrolló o, quizá fuera mejor decir que se derivó, como corolario la doctrina del pueblo elegido...”5 5 Friedrich, C.J., La Filosofía del derecho, ed. Fondo de Cultura Económica
  • 8. 2.3 El concepto de Estado Ya quedó planteada la interpretación en torno al poder y al control. Se infiere, en consecuencia, una connotación asociada al concepto de sociedad; entendida como interacción colectiva en un determinado territorio y cohesionada por una reglamentación; impuesta como norma de obligatorio acatamiento. Cabe ahora extender esa interpretación. Ya no tanto en lo que hace referencia a la implementación coercitiva de los códigos y de las instancias a cuyo cargo está la vigilancia y desarrollo de los mismos. Se trata de entender la dinámica que adquiere esa implementación; a través de un proceso que va instaurando instancias, como figuras mucho más complejas en lo que hace referencia a los mecanismos de control, de su desarrollo y distanciamiento con respecto a la interpretación primaria, rígida de la inhibición y subyugación hacia el ( ...o los) sujeto (os). Lo que antes era un escenario en el cual se exhibían unas relaciones simples de dominación; ahora se va convirtiendo en territorio en donde los códigos y normas conforman un sistema lógico, abstracto. De tal manera que los (as) sujetos (as) involucrados (as) como dominados (as), pasan a ser un colectivo que es obligado a identificarse con ese sistema complejo de mandatos y requerimientos; intermediado por instancias próximas y lejanas. Es, en otras palabras, una asociación forzada que tiene como justificación y como centro, la aceptación de ese sistema normativo. Al mismo tiempo, implica el reconocimiento de intermediarios que ejercen como representación válida de esa asociación (...de ese Contrato Social, diría Rousseau). Lo anterior no supone, en estricto, la pérdida de las aspiraciones íntimas de cada sujeto (a), entendido en los términos propuestos arriba. Por el contrario, a pesar de la imposición del sistema de normas, persiste ese conflicto (...o malestar que llamaría Freud) latente con respecto a esa misma imposición. Veámoslo, un poco, en los siguientes términos: “..Creo poder decir, en resumen, que la filosofía estoico-ciceroniana del derecho tiene sus raíces en una ética racional a la que se adjudica una validez universal, como ley de la naturaleza humana. Esta ley, como todas las leyes de la naturaleza, es la razón inherente a la naturaleza toda; es su significado. Por tanto, podemos, y debemos derivar leyes de esta ley (a lege ducendum est juris exordium), porque esta ley, la ley natural, es la fuerza de la naturaleza (naturae vis) y, por tal motivo, es la norma que define lo que es bueno y lo que es malo. El cumplimiento de esta ley natural es tarea impuesta a los diversos estados (civitates) que expresan la verdadera ley en las normas del jus pentium, común a todas ellas. Cada comunidad, sin embargo, tiene su propio jus civile, válido sólo para sus ciudadanos, ya que toma en consideración las condiciones especiales, tanto espirituales como materiales, que son peculiares de tal comunidad. Pero ni el jus Pentium ni el jus civile deberán estar en conflicto con el jus naturae. Si lo están, tales normas no son verdaderas leyes, sino mandatos arbitrarios...”6 Hasta aquí queda claro, en nuestra línea de interpretación, la dicotomía que subyace a la implementación del poder político, como una expresión de la coacción hacia el sujeto. Este ejercicio de dominación tiene, como colateral, una forma de subyugación; en tanto supone la imposición de limitaciones al desarrollo autónomo individual que permite acceder a la naturaleza y tomar de ella las percepciones e impresiones necesarias para construir el bagaje conceptual indispensable, como proceso que consolida la independencia de cada sujeto (a). La inhibición, derivada de la imposición de ese tipo de poder, induce a reprimir la autonomía y la libertad; como cuota necesaria que debe otorgar el (la) sujeto (a) para disfrutar las posibilidades derivadas del poder que, a su vez, se erige como avance colectivo en la escala de 6 Friedrich, C.J., obra citada.
  • 9. la evolución humana...de la civilización; pero implica asimismo la latencia del conflicto, del deseo de libertad reprimido. Veámoslo, en términos de Marcuse: “El desarrollo del sistema jerárquico de trabajo social no solo racionaliza la dominación, sino que también contiene la rebelión contra la dominación. En el nivel individual, la rebelión original es contenida dentro del marco del conflicto de Edipo normal. En el nivel social, las recurrentes rebeliones y revoluciones han sido seguidas por contrarrevoluciones y restauraciones. Desde la rebelión de los esclavos en el mundo antiguo hasta la revolución socialista, la lucha de los oprimidos ha terminado siempre con el establecimiento de un nuevo, y mejor, sistema de dominación; el progreso ha tenido lugar a través de una cadena de control cada vez más eficaz...*7 Son evidentes las limitaciones en el enfoque Freudiano propuesto por Marcuse. No solo en lo que respecta al espectro social y su dinámica; sino también en lo que hace referencia al desarrollo y manifestación de los mecanismos de dominación, mucho más complejos que los esbozados en ese enfoque. Habría que mirar, en perspectiva, análisis desde la interpretación sociológica y política. Pero, de todas maneras, Marcuse permite reconocer e identificar el conflicto entre sujeto y poder, que subyace a la tensión constante que acompaña a cada individuo inmerso en el sujeto colectivo y en su expresión orgánica; como instancias de control. Así la cosas, entonces, existe un nexo insoslayable entre poder político y Estado. Este último no es otra cosa que la racionalización y organización del poder político; por la vía de instancias jerárquicas, independientes del sujeto individual y del sujeto colectivo. A través de ellas se expresan unas relaciones de dominio que abarcan territorios definidos. Es, el Estado, un ordenamiento a partir del poder político. Le imprime a este una connotación abstracta, en razón a que ejerce como referente que convoca a la aceptación; como garantía para la cohesión de quienes comparten el territorio y que, asimismo, tienen un origen y expresiones culturales comunes. Constituye, en otras palabras, la única posibilidad para acceder a beneficios en condiciones de igualdad. Uno de ellos, a manera de ejemplo, tiene que ver con la opción para dirimir conflictos, entre los súbditos. Lo anterior por la vía de la interpretación lógica y neutral; a cargo de instancias creadas y desarrolladas en el marco permitido por el Estado. 3. De la democracia. De la asociación y la identidad en la confrontación. La confrontación es un agregado del conflicto. Es su manifestación; como quiera que supone la expresión, mediante acciones precisas y concretas, bien sea de una parte del conflicto o de la totalidad de este. Si es lo uno o lo otro, se define a partir de los contenidos que adquieren las acciones; pero también de, a partir de su significado con respecto al poder y sus manifestaciones. Lo anterior se entiende mejor, ubicado en el contexto que ejerce como escenario en el cual se aplica y desarrolla el poder. De las instancias, procedimientos a través de los cuales se ejerce el control. De las franjas o sectores sociales que aparecen como dominados. Inclusive, en un análisis más preciso, de la diferenciación que adquiere la dominación; según la identidad que pueden alcanzar algunas de esas franjas o sectores, con respecto a los beneficiarios directos del poder. Algo así como entender una dinámica en la cual aparecen beneficiarios (as) transitorios y parciales; sin que esto implique la asunción del poder en sí. En nuestra línea de interpretación, se trata de proponer una opción, en la cual se hace visible la presencia de la dominación en diferentes niveles. Ya no tanto en lo que hace referencia a las instancias y/o los aparatos ideológicos del Estado, como expresiones a partir de las cuales se pueda explicar y generalizar la cobertura y afectación de la dominación. Lo nuestro es más la pretensión de alcanzar una caracterización de la dinámica que adquiere la aplicación del poder 7 Marcuse, Hebert, Eros y Civilización, Ed. Seix Barral Barcelona, 1968, página 92
  • 10. y la dominación; en cuanto que ejerce una cobertura que permea sectores específicos, vinculándolos al proceso inherente al control político y económico; como beneficiarios transitorios. O, simplemente, como soportes pasivos a partir de lograr su apoyo en términos de captar su identificación con los propósitos últimos del poder. Cuando, en este marco conceptual propuesto, se producen fricciones o rupturas; se configuran expresiones de la confrontación que vinculan a esos sectores con acciones que expresan contenidos concretos de un determinado conflicto; sin que esto implique la disolución de nexo con las instancias del poder. En esta perspectiva, inclusive, cabe validar el concepto que propone un entendido del Estado, como una sumatoria de micropoderes; a la manera de de bloque de sectores o de clases en el poder. Esta opción supone la presencia de una figura asociada al equilibrio, en el cual confluyen intereses, en veces divergentes, unidos alrededor de una (...o unas) determinadas formas de poder que les permite imponer decisiones en nexo con sus intereses estratégicos. Es más, por esta vía, podría entenderse la “delegación del poder formal”, a individuos y sectores que ejercen como expresiones “neutrales”. Vale la pena, como ejemplo, transcribir el aparte del texto “Los Límites de la Modernización”, escrito por la profesora Consuelo Corredor Martínez. Lo consideramos importante, en razón a que se insinúa una interpretación del poder y la dominación; a partir del análisis de un período concreto de la historia del desarrollo político y económico en nuestro País. “..Los alcances de esta modernización han sido bastante limitados y sus implicaciones extremadamente conflictivas, debido a que ella se ha adelantado en un contexto marcadamente liberal en el cual han prevalecido los intereses de las élites dominantes. El modelo liberal de desarrollo ha significado la subordinación del Estado, minimizando su función de interpretar, gestionar y regular los intereses colectivos, y obstaculizando la configuración de un espacio público en el que se puedan expresar, confrontar y resolver los conflictos sociales. El Estado colombiano es un Estado privatizado, atrapado entre el liberalismo económico y el conservadurismo político. En esta perspectiva liberalismo y conservadurismo no se oponen sino que, por el contrario, se articulan y se prestan mutuos servicios. El logro de intereses particulares sin importar los costos sociales encuentra un terreno propicio en el orden jerárquico y tradicional por el cual se vela el conservadurismo. El costo de esa coexistencia ha sido el rezago de la organización política de las transformaciones socioeconómicas que han trastocado el orden en que estaba cimentada. Las restricciones derivadas de los sistemas económico y político colombianos han entretejido una gama de relaciones tanto modernas como posmodernas, lo que hace la sociedad más compleja y fragmentada que en el pasado. Ha sido una acumulación histórica de tensiones que han significado en forma continua períodos de crisis y de relativa estabilidad. Y en esta dinámica, los momentos de crisis son cada vez más severos por la fragmentación de los escenarios y de los actores, la mayor polarización y desigualdad sentidas y una amplia percepción del carácter excluyente de los sistemas social y político…”8 A partir de esta opción nuestra de interpretación, en consecuencia, se hace necesario presentar un análisis que permita introducir la diferenciación acerca de los contenidos, alcances y significación, en cuanto a niveles de expresión del conflicto, de la confrontación y las acciones por medio de las cuales este se concreta. 3.1 El concepto de lo popular. La confrontación del poder. La connotación que adquiere la diferenciación, en el contexto de las relaciones sociales, supone una determinada caracterización de roles; a partir de análisis soportados en categorías conceptuales y metodológicas. Por lo tanto, ya no se trata de una simple réplica de lo observado, como representación objetiva. Por el contrario, significa profundizar acerca de esas 8 Corredor, Consuelo. Los Límites de la Modernización, segunda edición. Editada por Cinep, página 23
  • 11. expresiones de superficie; indagando por las condiciones que la subyacen, como soporte. Ya, en ese procedimiento, pueden y deben aparecer algunos niveles de abstracción, referidos a la interpretación alusiva a los acumulados históricos en nexo con la participación, en esas mismas relaciones sociales, de los (as) sujetos individuales y colectivos (as). De las condiciones en que esta se ha producido y del grado de inserción con respecto al conocimiento, a las instancias que lo promueven y controlan. Pero también, y con mayor énfasis habida cuenta del horizonte propuesto en nuestro escrito, acerca del significado de esa participación con respecto al poder y a las instancias que lo soportan, a sus manifestaciones como instrumentos de control, de dominación y de imposición. Ha habido, en el curso del tiempo, interpretaciones que asocian la caracterización antes aludida, a posiciones antropológicas y culturales. Por esta vía, se ha desembocado en expresiones que delimitan (a manera de diferenciación) la intervención de los (as) sujetos individuales y colectivos en el desarrollo de las relaciones sociales; a partir de asignarle a determinados sectores una posición periférica, respecto a los beneficios del conocimiento, entendido como proceso, como aprendizaje que va decantando, segregando. Aquí, en esta opción, se valida, en veces, un instrumento de diferenciación asociado a la pertenencia a una determinada raza y/o etnia. Visto así, entonces, cabe una propuesta de interpretación generalizante; pero también de especialización; por cuanto se establece unos condicionantes vinculados con normas y pautas, a la manera de posición que reivindica una versión predominantemente aceptada y acatada, de cultura, como sinónimo de civilización; como paradigma, a partir del cual es posible establecer una segregación. Ya no se trata, en el anterior escenario conceptual, de admitir una posición periférica respecto al poder y a las instancias que lo soportan. Aquí, la noción de lo periférico, está referido a un espectro mucho más amplio; en razón a que los márgenes constitutivos de la delimitación social, están contraídos en términos del grado de apropiación y/o de acceso a los beneficios del conocimiento, y de la cultura asumidos como referentes de civilización. Esto no es otra cosa que entenderlo, como adecuación, como asimilación de los roles y los paradigmas allí consignados. En un documento de trabajo (La Educación Superior en América Latina), presentado en el debate al interior de la Universidad Nacional de Colombia, previo a la realización del Primer Congreso Nacional de Educación Superior, realizado en la ciudad de Barranquilla los días 1,2 y 3 de diciembre de 1999; se expresa un concepto que consideramos válido. Veamos: “…En estas condiciones, la Escuela, no es otra cosa que una expresión que, en principio, transfiere el dominio estatal. No tanto en la aplicación elemental marxista de aparato ideológico; sino como complejidad que articula instancias del conocimiento, aplicadas y estructuradas en programas y acciones, a partir del ese centro-poder, sin ser el. No es, entonces, una aplicación a partir de la lógica lineal. Es una interacción heterogénea orientada por unos perfiles definidos a partir de las necesidades inherentes a los intereses que impone ese centro-poder. Es decir, lo suyo no es otra cosa que contextualizar la sociedad en términos de su propio rol, de su significación. Con esto tratamos de establecer lo siguiente: la globalización siempre ha existido, si asumimos que esta no es otra cosa que la imposición de referentes a partir del dominio ejercido. Sin pretender un traslado conceptual mecánico, las condiciones impuestas desde el centro- poder económico y político internacional, permiten trazos que imprimen todo el quehacer económico, político y cultural de los dependientes. Ya, de por sí, el solo hecho de reivindicar los autóctono (como acervo cultural) es constitutivo de herejía con respecto a los modelos considerados prevalecientes. Esto es mucho más evidente, en lo que respecta al desarrollo del conocimiento por la vía de implementaciones programáticas escolarizadas. La escolarización, en sí, origina rupturas si se compara con las aprehensiones y las tradiciones propias de las culturas nativas. Porque no habría de serlo, entonces, a partir de la concreción del dominio desde el centro hacia la periferia. En esto, por decirlo de alguna manera, se mantiene incólume el postulado de Samir Amin, cuando en su texto en torno al capitalismo, su desarrollo e
  • 12. implicaciones, habla de las culturas periféricas, atadas a las condiciones que impone el centro- poder..9 Arribamos, así, a una opción conceptual que nos permite proponer un entendido en torno a los sectores sociales periféricos. Es decir, aquellos sectores no solo desvinculados de los beneficios del poder, subyugados y dominados por este; sino también segregados por la dinámica propia del desarrollo cultural predominante. Algo así como insertos en la civilización, pero ajenos a ella, en lo que esta tiene de otorgadora de roles asociados a los paradigmas originados en ese mismo desarrollo cultural, por parte de sus usufructuarios. Ahora bien, no puede inferirse de nuestra expresión, el hecho de que proponemos una asimilación de intereses entre los beneficiarios del poder y sus instancias de dominación y aquellos sectores que acceden y se identifican con los avances del conocimiento y de la cultura que ejercen como predominantes; como expresión avanzada de la civilización. Surge entonces, en nuestra opinión, un insumo que soporta una segregación: lo periférico, en cuanto sector y/o sectores considerados por fuera de la versión oficial de la cultura; entendida esta como originaria de paradigmas, pautas y comportamientos. Para nosotros, esto no es otra cosa que la denominación de lo popular, referido a esos sectores que, de por sí, adquieren una dinámica propia y unas expresiones propias, diferenciadas. Es obvia, sin embargo, la necesidad de apuntalar este concepto, con arreglo al significado que adquiere el contexto social y económico; en el cual se desenvuelven estos (as) sujetos (as). Tanto en sus expresiones individuales como colectivas. Para este caso, el problema surge al momento de establecer las pautas y/o el horizonte teórico. Porque no puede delimitarse solo a partir de la figura elemental asociada al lugar en el cual se sitúa con respecto a las características del beneficio plusválico, derivado del modo de producción vigente, o prevaleciente. De ser así no habría lugar a postular la diferenciación que se advierte en la definición anterior. Por lo tanto, el análisis remite a un territorio de mayor complejidad: uno de los elementos clave para dilucidar ese significado, tiene que ver con el entendido de de contexto social y económico. Ya decíamos antes: es un escenario no determinado por la voluntad o por la noción primaria acerca de lo ético. Por el contrario, constituye una instancia, como período histórico. Esto, a su vez, remite a la evolución de las relaciones sociales; como proceso soportado en sucesión de rupturas y equilibrios. Estos últimos, impuestos por quienes adquieren posiciones de dominio. Así, entonces, cada momento (sin importar su duración) en el cual se exhibe o manifiesta ese equilibrio; no es otra cosa que la expresión de unas determinadas condiciones de dominación económica y política. Ahora bien, como lo hemos postulado antes, en la franja constituida por quienes (bien sea que se tipifiquen como sectores o como secciones del espectro social) no ejercen como beneficiarios directos del poder, se erige la heterogeneidad. Ya ahí, se introduce otro insumo como soporte para la segregación. A manera de ejemplo: la posición y comportamiento de aquellos sectores sociales sobre los cuales se ejerce dominación politica y económica; pero que han accededlo a determinados beneficios del acumulado plusválico y cultural (como poseedores y usufructuarios del conocimiento); no puede ser el mismo, comparado con la posición y el comportamiento de aquellos sectores absolutamente vulnerables y desvinculados de cualquier beneficio plusválico y cultural. Lo anterior conlleva, en consecuencia, a establecer categorías diferenciadas en el análisis de lo popular, como expresión de determinados sectores sociales; en el contexto de unas determinadas relaciones de dominación político y económico. Puede colegirse de nuestra línea de interpretación, una conclusión fundamental: no todo sector social dominado es, necesariamente, un sector popular. Por lo tanto, aún a riesgo de silogismo, al momento de tipificar acciones (inmediatas, mediatas o tendenciales) específicas de confrontación a 9 Pira Claudia y Cano Parmenio. La Educación Superior en América Latina, edición en cuadernillo, noviembre 1999, Bogotá D.C.
  • 13. determinadas manifestaciones de la dominación política y económica; es preciso trabajar con estas categorías. Luego, el espectro de cobertura, está dado por la definición de objetivos vinculados a conceptos y escenarios heterogéneos; en términos del nexo con los sectores sociales. No es, por esto mismo, una opción en la cual se configure una posición de clase; al menos en la versión ortodoxa marxista. No supone, asimismo, una posición necesariamente revolucionaria y/o de confrontación al origen y vertebración del poder y de las relaciones de producción vigentes. Adquiere connotaciones diversas, en la mayoría de los casos asociadas a reclamaciones puntuales, relacionadas con determinadas condiciones de vida. Sin embargo puede, derivar en expresiones híbridas; en cuanto pueden coincidir diferentes aspectos en los cuales ejerza importancia un cuestionamiento a posiciones y/o programas gubernamentales o políticas de estado. Tal es el caso, a manera de ejemplo, de algunos movimientos populares desarrollados en relación con decisiones que vulneran determinados intereses y derechos de franjas amplias de la población. Siendo así, cabe resaltar tonos grises en la diferenciación teórica y práctica entre movimientos populares, movimientos sociales y movimientos políticos. En veces, puede hablarse de diferenciación en términos del espectro de cobertura. Otras veces, puede plantearse en relación con los contenidos de sus opciones o programas. Con respecto a este asunto del método para construir tipologías; es pertinente presentar una expresión como la siguiente: “… ¿Se politizan las luchas urbanas por el hecho de enfrentarse en la mayoría de los casos al Estado, como lo afirma Castells? No podemos en este momento desarrollar la discusión sobre el papel fundamental ocupado por el Estado en la urbanización capitalista, caracterización que parte de una generalización, arbitraria a nuestro juicio, de la relación entre Estado y Sociedad Civil – en el sentido dado por Marx y no en el Gramsciano-, pero si podemos afirmar que no basta que el blanco al cual se dirigen las flechas de un movimiento social sea el Estado, para determinar su carácter político; es el carácter de sus reivindicaciones, el contenido de clase de sus luchas, su método y sus formas las que lo definen, y no basta encontrar un contenido político, hay que identificar si se trata de una lucha democrático-burguesa (en lo formal o lo real), o socialista. Vayamos por partes: A similitud de una huelga obrera en una empresa capitalista de Estado o de los asalariados de un ministerio burgués que levanta reivindicaciones puramente económicas, sin plantearse modificaciones en las relaciones de poder entre las clases, ni en el carácter del Estado o de sus formas de ejercicio de la dominación burguesa, un movimiento de colonos o inquilinos que solicita, por ejemplo, la regularización de la propiedad de sus tierras, o un servicio cualquiera y que utiliza para ello el método de la negociación apoyado por llamados a la opinión pública a través de los medios de comunicación, paradas en los organismos oficiales, etc., pero sin plantearse en ningún momento consignas políticas, no es político. No es el agente social al cual se enfrenta un movimiento el que define el carácter de la lucha, sino el contenido concreto de clase de él, manifestado en su programa reivindicativo y su método para alcanzarlo. ..”10 Puede colegirse, entonces, lo insensato de las generalizaciones; a partir de categorías preestablecidas. De lo que se trata no es de posicionar modelos de caracterización, como paradigmas inamovibles. En nuestro caso, hemos efectuado un recorrido amplio; a través del cual hemos postulado opciones de interpretación relacionadas con las condiciones que actúan sobre los (as) sujetos (as). Esto nos ha permitido proponer la asunción de conceptos asociados a la conciencia y al nexo entre esta y las acciones inmediatas o tendenciales; por medio de las cuales estos (as) intervienen en procesos particulares, de confrontación. 10 Pradilla Cobos, Emilio. “Mitos y realidades de los llamados movimientos sociales urbanos”. Artículo escrito en junio de 1981, en Méjico, D.F. Ponencia presentada al 4º Seminario Internacional cehap-peval Los pobladores: protagonistas urbanos en América Latina; realizado en la ciudad de Medellín, entre los días 7 y 11 de abril de 1986.
  • 14. 3.2 El parlamento: origen y evolución 3.2.1 Antecedentes del concepto de intermediación. Ya se ha señalado arriba algunos elementos vinculados a la noción del poder, entendido como instrumento que concreta la dominación. En términos de identificación y/o del establecimiento de tipologías, es conveniente realizar algunas precisiones. Se trata de enfatizar acerca del contenido conceptual y práctico del rol del Estado y su desarrollo. Asimismo del entendido de democracia y del ejercicio de la representación. Uno de los elementos centrales tiene que ver con auscultar en torno a la transformación del poder o, mejor sería definirlo así: el surgimiento e instauración de expresiones del poder que, de alguna manera, ejercen como distanciamiento con respecto a los dominados, por parte de los dominadores, por la vía de instancias que se sitúan como posibilidad de equilibrio. Algo así como desprender esas instancias de toda connotación vinculada con los intereses inmediatos. Lo anterior se entiende mejor, a partir de algunas definiciones (...que no son otra cosa diferente a la tipificación). Veamos: En su escrito Ética a Nicómaco, Aristóteles expresa conceptos asociados a la figura del poder, por la vía de señalar algunos aspectos relacionados con las condiciones inherentes a quienes asumen el poder. Ya ahí, un tanto como se expresó antes, aparece una noción de poder distanciado; comoquiera que se requiere de una diferenciación, al momento de validar una determinada opción. No es, entonces para Aristóteles, la figura de la oclocracia (gobierno de la multitud o plebe). Por el contrario, es la asunción de una posición en la cual los roles se distribuyen, como condición necesaria al momento de definir la gobernabilidad. Así las cosas, en consecuencia, los conceptos de monarquía, aristocracia y democracia; adquieren presencia. Inclusive, en la referencia a las Ciudades-Estados (Atenas, Corinto, Esparta), se prefigura la representación como instrumento válido e indispensable. Esto traduce condicionantes para los sujetos. El significado de la libertad, aparece como intermediación con respecto al poder. Antes hemos referenciado este aspecto. Basta con recordar el recorrido efectuado, a manera de ejemplo, en las expresiones de Rousseau, Marx, Morgan, Marcuse; así como la referencia a Hobbes, en su versión del poder en Leviatán. Inclusive, es pertinente (...en la perspectiva propia del desarrollo teórico, acerca de la organización política) hacer alusión a Alexis de Tocqueville (La Democracia en América, El Antiguo Régimen y la Revolución Francesa); Raymond Aron (Introducción a la Filosofía de la Historia, Democracia y Totalitarismo) y Max Weber (La Ética Protestante y el Desarrollo del Capitalismo). Sin embargo, consecuente con nuestra línea de interpretación del poder y del significado de la libertad; conviene resaltar un texto no muy divulgado y, aún menos conocido. Se trata de La Teoría Metafísica del Estado, escrito por L.T. Hobouse. Aclarando, otra vez, la posición crítica que nos ha acompañado al momento de transcribir algunas citas; vale la pena presentar, en extenso, una parte del texto señalado. Particularmente la referida al concepto de Estado y de libertad. Es lo siguiente: “…Por otra parte, la familia, tal y como se mantiene en un momento determinado, es simplemente la totalidad coordinada o asociada de sus miembros, tal y como se mantienen en el mismo momento. Es una expresión de la vida de esos miembros, en tanto que vidas en común o en estrecha relación entre sí. La familia, especialmente, no tiene bienestar, ni felicidad, ni buena o mala fortuna que no sea el bienestar, felicidad y buena o mala fortuna de alguno de sus miembros o de varios de ellos. En una organización profesional o sindical, en un negocio o una fábrica, p. Ej., hay también un conjunto en el que se pueden totalizar tantos cientos o miles de individuos como miembros que la compongan. En todos los casos, esos miembros cambian, en mayor o menor grado, debido a la asociación a la que pertenecen. Del sindicato, profesión o negocio podrán decirse cosas que no serían ciertas si se dijesen de sus
  • 15. miembros cuando estos no pertenecieran a ellos. Pero, repetimos, en la totalidad no hay otra cosa que la actividad asociada o coordinada de los individuos que la constituyen. Esto sigue siendo verdad aunque la organización pueda ser permanente, pero cambien los individuos. Una universidad puede tener durante siglos un carácter y un sello peculiares y exclusivos. El número de individuos que pasan por ella y reciben su influencia es innumerable. Semejante totalidad no la constituyen solamente el número de miembros que lo ocupan en un determinado momento; ni podemos enumerar a los que han estado bajo su influencia durante toda su existencia. Sin embargo, su tradición, su espíritu, que no parece albergar ningún individuo aislado, lo mantienen los individuos, se propaga de generación a generación, se rompe, quizá, a veces por el influjo de un nuevo tipo de carácter que no es capaz de asimilar la tradición que encuentra. De este modo, al pensar sobre la sociedad, estamos expuestos a dos errores. Por una parte, podemos caer en negar la realidad del grupo social, rehusando concebirlo como una entidad distinta, insistiendo en disolverlo entre sus componentes individuales, como si esos individuos no fueran afectados por el hecho de la asociación. Por otra parte, como reacción ante este exagerado individualismo, podemos pensar que la sociedad es una entidad distinta de los individuos, no simplemente en el sentido de que sea un agregado de individuos considerados en una relación especial, sino en el sentido de que se trata de un todo que, de alguna manera, existe fuera de ellos o en la que ellos se han fusionado en perjuicio de su identidad individual. Además, habiendo alcanzado la concepción de una entidad suprapersonal en la que los individuos están inmersos, tendemos a buscar esta entidad, no en todas las diversas formas de vida social que se entrecruzan y se cortan entre sí, sino en alguna forma especial de asociación que parece incluir al resto para presentarse como un conjunto al que el individuo debe pertenecer como elemento. Los escritores idealistas han encontrado esta entidad en el Estado. Hay, pues, dos puntos que hemos de considerar: primero, la noción general de una entidad suprapersonal y, después, la identificación de esa entidad con el Estado...” 11 De nuestra parte, se trata de establecer algunos elementos de reflexión; en torno al significado de la representación. De lo presentado, hasta ahora, se infiere la importancia de los condicionates; al momento de definir y posicionar los contenidos teóricos y prácticos del poder. Es decir, la evolución de las instancias de control y su justificación teórica, han pasado por identificar y aceptar como válida la pérdida absoluta o parcial de la libertad absoluta, del sujeto individual y del sujeto colectivo no beneficiarios del poder. Cuando más, en una aplicación amplia de la figura asociada a la intermediación, se ha construido una variante de esa libertad absoluta, por la vía de desarrollar una opción en la cual esos sujetos individuales y colectivos acceden a una expresión en esas instancias; a través de delegar. O lo que es lo mismo: a través de la cesión de parte de esa libertad; tal vez la fundamental. 3.2.2 La concreción de la intermediación. Caso: El Parlamento. Siendo así, entonces, hacemos tránsito hacia el origen de este concepto en Occidente. En el siglo XIII, se conoció (para el caso británico), una figura primaria de parlamento anglosajón (Witenagemot). Un tipo de representación absolutamente distanciada de los súbditos dominados, no beneficiarios del poder. Asumió roles en nexo con los intereses inmediatos de sectores, aunque no vinculados directamente a la Corona, ejercían una fuerte influencia. En principio ejercieron como Consejo Asesor, en lo que respecta a la consecución de recursos y/o a la orientación y aplicación de lo que podría llamarse como el gasto público. Con algunas variantes, en términos de su connotación política, en el siglo XVI; este tipo de Consejo Asesor, mantuvo un significado asociado a la representación de determinados sectores, en su relación con la Corona. Aunque, en estricto, carecía de la fuerza necesaria para erigirse como alternativa de gobierno; de todas maneras prefiguró el surgimiento de agrupaciones políticas, entendías como partidos, si aplicamos el método de análisis que se hizo vigente en los siglos XVII y XVIII, para el caso del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Otra cosa fue, con la 11 Hobouse, L.T., Teoría Metafísica del Estado, Ed. Aguilar, 1981, páginas 26-27. Traducción de Dalmacio Negro Pavón.
  • 16. diferenciación propia inherente al significado de la Revolución Francesa, la expresión de los Jacobinos en la Asamblea Nacional y el desconocimiento de la autoridad del Rey. El concepto de Nación – Estado (siglo XVI; permitió identificar una evolución fundamental, en lo que respecta a las agrupaciones políticas; en tanto que la influencia de la Reforma Protestante, proveyó insumos importantes, fundamentalmente en lo que hace al Calvinismo. Fue algo así como la culminación de un proceso iniciado tres siglos antes, en contra del poder de la Iglesia Católica y su rol en los asuntos políticos y económicos. Encontramos allí, en el contexto de ese proceso anterior a la Reforma y en los hechos posteriores a esta, elementos determinantes, para entender expresiones políticas como las de los Whig y los Tory (presbiterianos-liberales y conservadores, respectivamente). La Guerra Civil Inglesa (1642-1649), constituyó una expresión importante, en lo que respecta al rol del Parlamento. Recuérdese nuestra anotación anterior, en cuanto al significado inicial adquirido por esta figura colectiva, como representación. En la línea de interpretación propuesta, no es otra cosa que la evolución de los Consejo Asesores del Rey y, en veces recaudadores de recursos u orientadores para efectos del gasto público. Es pertinente resaltar, en el contexto de los antecedentes y significado de la Guerra Civil Inglesa, la convocatoria efectuada por Carlos I, al Parlamento en 1640 (denominado transitoriamente como Parlamento Largo); con la intención de promover la consecución de recursos para su guerra en contra de Escocia. Ya, de por sí, obraba un contenido religioso en la confrontación. Anglicanos y Presbiterianos. La oposición de Tomás Wentworth, a las pretensiones de Carlos I, puede ser entendida como un intento por reivindicar la autonomía parlamentaria; más allá de las simples exigencias de contraprestación planteada por otros miembros del Parlamento. Posteriormente, Oliver Cromwell, retomaría (a nombre de un híbrido entre autonomía del Parlamento y la expresión del Puritanismo) la confrontación radical al Rey Carlos I. Este proceso derivó en la disolución, en 1648, por parte de Cromwell del Parlamento, la expulsión de quienes se oponían a sus acciones militares en contra del Rey y a la posterior configuración del denominado Parlamento Rabadilla, con sus adeptos. Terminada la influencia de Cromwell, en 1660 (febrero) el Parlamento se reúne y decreta su propia disolución, a partir de marzo de 1660. La denominada Revolución Gloriosa de 1688 en Inglaterra; tuvo como centro el conflicto entre el Parlamento (como evolución del entendido y aplicación práctica de los anteriores Consejo Asesores del Rey) y Jacobo II. Aquí, el Parlamento, actuó en su condición de coalición de agrupaciones políticas y religiosas. El punto de comienzo, en la ruptura y expulsión de Jacobo II, tuvo que ver con la confrontación entre católicos y protestantes; a raíz de decisiones asumidas por el Rey (Jacobo II), en contravía y vulneración de derechos de la mayoría protestante. Se promovió entonces, por parte del Parlamento, la asunción de la dupla María II y su esposo Guillermo III. En términos tendenciales, podría decirse que la intervención del Parlamento durante la Revolución Gloriosa, tuvo como repercusión importante la instauración de una figura de equilibrio político entre la Monarquía y el Parlamento. Cabe recordar que ya, desde el siglo XV. Para profundizar en este aspecto, es posible consultar las acciones realizadas por la Asamblea de Nobles, como consejeros del Rey en la modalidad de Consejo Privado(….O Privy Council, como se le conoce en Inglés), apareció la figura politica asimilada al Gabinete, como expresión de una relativa independencia. Puede entenderse, incluso, que la incidencia del Parlamento en la designación de los ministros, constituye un avance, a finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. Corolario transitorio: Aunque aparezca limitado al caso de Inglaterra, el ejemplo anterior, define el hilo conductor que ha tenido la intermediación. Hemos visto, en su origen, como el Parlamento constituyó un distanciamiento profundo y radical, con respecto a los súbditos no beneficiarios. El recorrido, desde los Consejo Asesores y/o Recaudadores, hasta la versión evolucionada en los siglos XVI y XVII; permite inferir un perfil cercano a la suplantación de la libertad absoluta. Es, en la línea de interpretación propuesta, una decantación, un filtro. No es otra cosa diferente a lo ya
  • 17. analizado, en cuanto al origen, evolución y significado de las instancias de intermediación; como expresiones del control y del poder. Esta afirmación, sin embargo, no supone desconocer la importancia de la democracia representativa; en el contexto de la evolución de la confrontación al poder absoluto y autoritario. Inclusive, porque la evolución de este tipo de intermediación, permitió la separación de poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial). En este sentido, la influencia de Charles Louis Montesquieu, (en el siglo XVIII) fue fundamental. 3.2.3 El Parlamento y los Regímenes Parlamentarios. Nos corresponde, ahora, avanzar en cuanto al alcance logrado; en ese proceso de representación ya analizado arriba. No se trata, ni de eludir, ni de hacer abstracción de los principios básicos que sustentan nuestra opción de interpretación. Simplemente, arribamos a un momento, en cual la descripción tiene que expresarse. No solo en cuanto a su connotación, como extensión de un determinado modelo de representación; sino también en lo que respecta a su significado como escenario para la expresión de las agrupaciones políticas. Así, entonces, supone establecer dos referentes básicos. Uno de ellos, asociados al poder ejecutivo. El otro, vinculado al poder legislativo. En su versión actual, el Parlamento, se consolida en el siglo XIX. A manera de anécdota, es pertinente referir el caso del Althag en Islandia y del Tynwald, en Isla de Mon (adscrito a la Corona Británica); como los Parlamentos más antiguos. En cuanto a sus características básicas, la descripción es la siguiente: existe un aspecto, a manera de generalidad, en cuanto a la división política y administrativa en dos sectores, instancias o cámaras. Para el caso, a manera de ejemplo, del Reino Unido, estas divisiones se denominan Cámara de los Lores, que ejerce como instancia de Tribunal Superior y Cámara de los Comunes, que ejerce como instancia que designa al Gabinete, incluido el Primer Ministro. Para el caso de España, aparece también la modalidad bicameral, en el contexto de la denominación Congreso de los Diputados. Otra instancia importante, para el mismo caso de España, es el Consejo de Ministros. De todas maneras, queda claro el hecho de la designación del Presidente a cargo del Congreso de Diputados. En el caso de Alemania (Estado Federal), las instancias adquieren la denominación Bundestag (Cámara Baja. Es aquí en donde se hace la designación del Canciller, quien ejerce como conductor del gobierno) y Bundesrat (Consejo Federal). En el Caso de Italia, las instancias se denominan Senado de la República y Cámara de Diputados. El ejecutivo es ejercido por un presidente designado en sesión conjunta del Parlamento, adicionado con representaciones de algunos entes territoriales. En lo que respecta a las funciones generales, entendidas como funciones legislativas; la división política y administrativa (además de la ya señalado, para el caso del ejecutivo, en los ejemplos anteriores); permite una cobertura de orientación y de control. Es, además, un escenario en el cual se dirimen aspectos fundamentales asociados a la expedición de normativas de aplicación al interior y al exterior .En este caso, comoquiera que el ejecutivo recibe un mandato limitado al programa de gobierno previamente aprobado. Esto permite entender la dinámica de los partidos políticos y su significado. Así, entonces, los electores y las electoras (...los delegatarios de su libertad, en el entendido que hemos manejado aquí); votan por un partido determinado y su programa de gobierno. Es de anotar la presencia de diferencias precisas, en lo concerniente a la formación del equipo de gobierno, en los diferentes países con Régimen Parlamentario. Veamos, a manera de ilustración, un ejemplo para el caso de España, en tratándose de una Nación que, a su vez, tiene características asimiladas a conflictos internos de nacionalidades que no hacen primacía (Catalanes y Vascos). Además de ejercer como Monarquía Constitucional. Los datos siguientes fueron tomados de la Enciclopedia Encarta; en razón a su precisión y exposición didáctica.
  • 18. 4. El ejercicio periodístico y la formación de ciudadanía. Una visión de Género 4.1 Las Mujeres y el periodismo (Caso: Colombia Siglos XVIII y XIX) 4.1.1 De lo conceptual: Abordar una reflexión, en términos de indagar-investigar, acerca de asuntos relacionados con género; supone la asunción de referentes que permitan establecer un hilo conductor pertinente. Algo así como precisar las condiciones y características que adquiere, en el contexto de un proceso determinado. Digamos que reconocerse, implica una primera identificación del significado básico como sujeto (a); en lo que este tiene de vigencia como expresión de lo humano que se concreta. Aquí, entonces, lo femenino y lo masculino, supone una interacción originada en el “descubrimiento” de la diferencia que, a su vez, está asociado al desarrollo de las percepciones primarias que, por esto mismo, permiten agregados hacia la construcción de acciones y realizaciones complejas. En otras palabras, se trata de logros individuales y colectivos denominados (...en una sumatoria lógica, mas no de lineal) cultura. La desagregación de roles, en escenarios de intervención y presencia de los sujetos (hombres y mujeres), trascienden a la sola posición adjudicada por la diferenciación biológica, natural. Se entiende como elaboraciones en nexo con ese reconocimiento de sí; como esa expresión que trasciende a lo primario y se convierte en pauta, en códigos instaurados como necesarios, que requieren ser acatados, sin que necesariamente, implique a la identificación o, inclusive, así supongan una posición en contravìa de la autonomía y la libertad para el desarrollo de la individualidad. Entonces, cada construcción cultural pasa por la imposición de un determinado modelo, de una determinada guía o procedimiento para consolidar el reconocimiento que invoca cada individuo (a); en un contexto que reclama y requiere ordenar y pautar la vida; como soporte para articular, para justificar el “equilibrio” entre quienes conviven en un espacio territorial y han heredado procedimientos, costumbres y visiones de lo natural. Por lo tanto se entienden comunes. Se asume, en consecuencia, que “se ha estado ahí”..., “y se está ahora”; con los condicionantes y las imposiciones que han sido previamente desarrolladas y acumuladas, como agregados que comprometen. Visto así, la noción de lo social, se erige como colateral de los acumulados y agregados culturales compartidos (...impuestos) y que ejercen como condicionantes; para hombres y mujeres en escenarios territoriales y geográficos determinados. Inclusive, la misma noción de geografía, territorio y espacio, está relacionada con las identificaciones previamente establecidas y transmitidas. Ahora bien, en el entendido moderno, se habla de civilización, cuando se quiere referenciar al desarrollo de los seres humanos, precisamente con esas identificaciones, esos códigos, esas herencias, como modelos y como pautas. Esto explica, entre otras razones, la existencia de disciplinas y profesiones que investigan y analizan los momentos y periodos que ha precedido al presente y, a partir de ahí, localizan bien sea estereotipos y/o expresiones valoradas como “prueba”, cuando se trata de identificar aspectos específicos o líneas de comportamiento. Para el caso que nos ocupa, hablar de género, como condicionante; como insumo que permite entender la diferenciación biológica y que, al mismo tiempo, permite efectuar el seguimiento y análisis de las elaboraciones culturales, las pautas y los códigos construidos, a partir del desarrollo y agregados culturales. No es algo diferente a introducir esa variable subjetiva que nos permitan entender las implicaciones; como quiera que (...ya lo dijimos arriba) las restricciones a que conlleva cualquier modelo impuesto como válido y necesario para permitir
  • 19. los “equilibrios” entre la individualidad y un colectivo (...o sociedad); están dadas por la inherente pérdida de la libertad, de la autonomía absoluta de cada sujeto(a). Podría decirse, entonces, que el género (como variable que se precisa y se hace visible en el desarrollo cultural), convoca a entender dinámicas y lógicas adicionales, como expresiones diferenciadas que permiten reconocerse e identificarse a los (as) sujetos (a), como portadores (as), bien sea de restricciones adicionales o de derechos conferidos por las normativas y los códigos culturales asumidos como válidos. Así las cosas, nuestro punto de comienzo, supone la preexistencia de valores (...como concreciones de lo cultural) que permiten e inhiben. Es lo siguiente: asumimos como vigentes (...sin que implique aceptarlos) referentes que permiten una línea de interpretación primaria, en cuanto a la diferenciación biológica entre hombres y mujeres, en la cual se erige como insumo condicionante la “necesaria” coacción, la necesaria implementación de códigos que establecen un nexo lógico, explicable, justo; entre esa diferenciación biológica-natural y las restricciones hacia las mujeres; como una figura que, simplemente, expresa una interpretación de algo preestablecido. Una figura que invoca la división de roles, en donde los (as) sujetos (as) deben reconocerse en relación con la jerarquización de los mismos y, en donde, lo masculino emerge y se impone en condición de superioridad. Es punto de comienzo supone, asimismo, entender la dinámica histórica; como elaboración que conlleva a precisar, analizar y validar momentos y períodos; en un contexto en el cual el significante subjetivo puede o no ser cuestionado. Pero, de todas maneras, debe ser interpretado como inherente a ese momento, a ese período determinado. Es como la asunción de una lectura y una didáctica en donde se puede “explicar” lo cotidiano del pasado, con arreglo a los acumulados culturales...o, lo que es lo mismo, al estado de desarrollo de la civilización en su momento. Inclusive, a manera de ejemplo, pueden aparecer con posterioridad, expresiones en las cuales se presentan “excusas” a nombre de los beneficiarios de determinados acumulados culturales (...como los religiosos) por el hecho de haber permitido, desde la misma lógica inherente a esos agregados, exterminios de aquellos y aquellas que ejercieron como contradictores, al margen del grado de ruptura propuesto y desarrollado por estos (as). El caso patético de las Cruzadas Cristianas y de los Tribunales de Inquisición...y el “arrepentimiento” de la Jerarquía Católica, con el liderazgo de Juan Pablo II; simplemente es una muestra de ello. En esta línea de interpretación, el análisis del rol de las mujeres en la construcción y desarrollo del periodismo en Colombia, particularmente a finales del Siglo XVIII y en el Siglo XIX, supone precisar un contexto en lo que podríamos llamar “La sociedad del Nuevo Reino de Granada, en nexo con las imposiciones culturales de España.” Queda claro, en aplicación de la caracterización propuesta arriba, que las condiciones vigentes en el período que comprende el análisis, estaban cruzadas por los insumos conceptuales y los valores que ejercían como códigos, como yuntas originadas en el ideario de quienes ejercían como invasores y detentadores del poder. A su vez, esos valores y conceptos de los españoles, tenían un nexo, no circunstancial, con los conceptos y valores predominantes en Europa. Es una interacción de doble vía, en veces con rasgos contradictorios (...e incluso antagónicos, como en caso de la opción derivada de la Revolución Francesa en 1789 y su colateral la Declaración de Los Derechos Universales del Hombre, con respecto a la opciòn mantenido por la monarquía española, particularmente en cuanto al control autoritario ejercido en el “Nuevo Reino de Granada”. Para el caso específico del escenario político y social en el periodo objeto de análisis, se expresaba con todo rigor ese principio básico que reivindicamos como válido: la imposición de valores construidos a partir de los paradigmas tejidos, en un proceso que involucró a todo el quehacer, que fue agregando interpretaciones y decisiones; con unos determinados referentes. Una sucesión de construcciones, en las cuales predominaban aquellos conceptos y aplicaciones que convocaban a los sujetos (hombres y mujeres) a reconocerse en ellos; a identificarse con esos proyectos y con todo el proceso. Es obvio, en esa perspectiva, que “lo conciente” (...así
  • 20. como ahora), no era otra que la obligación a asumir como propias las imágenes y las “instituciones”, fundamentalmente ancladas en la visión del mundo coincidente con la Religión predominante.., entendida e impuesta como la única posible. Que decir, entonces, de los “habitantes originarios” del nuevo territorio, conquistado, avasallado, esquilmado. Fue una labor (...así lo expresa con lucidez Eduardo Galeano, en su texto “Las Venas Abiertas de América Latina.). Una oscurana absoluta en términos del conocimiento. Una imposición que reclama la obligación de asumir la “única verdad posible”(...la del Rey, de sus delegatarios.., de la Iglesia Católica). No hay lugar para escisiones, fundamentalmente en lo que hace a la interpretación del mundo físico, como expresión inmanente, en todo tiempo y lugar, de la divinidad, de su sentir; que no era otra cosa que la reivindicación del poder terreno, como simple extensión de se poder divino. En lo anterior, la ignorancia, “ese reconocerse” como sujeto perdido, sin libertad, sin elementos para el discernimiento y para la apropiación adecuada del conocimiento; tenía una cobertura total. Eran vasallos los sujetos hombres y los sujetos mujeres. ..Pero, estas, sufrían (...casi como ahora) el doble rigor, la doble expoliación espiritual. No podía ser de otra manera; porque el Imperio (España), no era otra cosa que el horizonte cultural en el cual se acuñaba como cierta y necesaria la coincidencia entre la diferenciación biológica y la diferenciación (discriminación) efectiva, práctica, cultural. 4.1.2 De la comunicación. La acción de comunicarse es inherente a la condición humana. Es la palabra, como transferencia de necesidades, de sentimientos...del conocimiento. El acumulado cultural, los agregados primarios y complejos, han permitido establecer las conexiones indispensables, en el proceso de elaboración mediante los cuales es posible vivir y sentir el contacto con la naturaleza, de su transformación. La noción de comunidad solo adquiere presencia y dinámica plena, en función de la comunicación de la palabra. Ahora bien, el sentido de las palabras (al menos en su aprehensión inicial), como transferencia, como instrumento primero para la comunicación; tiene que ver con lo que el (la) sujeto reconoce e identifica como insumo que no le es extraño para expresarlo al otro o a la otra. Asimismo, en la recepción, los mensajes recibidos adquieren validez, en razón a la posibilidad que otorgan para dilucidar, a partir de ahí, lo desconocido. Es el intercambio de las opciones. Una figura cercana al trueque de ideas, de conceptos, de imaginarios. Lo que se erige como Civilización (en el sentido planteado arriba), ha desarrollado mecanismos inherentes a la comunicación. Tanto como reconocer que ha instaurado lógicas permitidas, en el universo cultural construido e impuesto como posible y como dominante. Ha sido un recorrido complejo; en donde los agregados asumidos como cultura, no son otra cosa que la reivindicación de paradigmas circunscritos a las “ideas” vigentes, válidas, permitidas y aceptadas. Por esta vía se ha arribado a opciones en las cuales lo que se “transfiere” y/o “transmite”, es una forma de replicar y difundir eso que es permitido, validado y aceptado. Cuando se comunica algo que pueda ejercer como disidencia o cuestionamiento de ese “ordenamiento cultural válido”; se incurre en herejía...y, por lo tanto, debe ser obstaculizado, cuando no castigado. Ya lo decíamos antes, en referencia a la acción inquisidora por parte de los vigilantes, representantes de las jerarquías y de la dominación, en defensa de las únicas verdades posibles. En el contexto anterior, cabe citar un aparte del documento EL PERIODOSMO Y LA PRENSA A FINALES DEL SIGLO XVIII Y PRINCIPIOS DEL SIGLO XIX EN COLOMBIA. Vemos: En América Hispana la civilización de lo escrito – bien fuera tipográfico o manuscrito- fue el principio esencial de la alteración de lo que el historiador Serge Gruzinski ha llamado la “revolución de los modos de comunicación”. Para aclarar este punto es necesario recordar que las relaciones entre lo oral y lo escrito, que los esquemas de la antropología a principios del siglo XIX, ordenaban linealmente, fueron completamente modificadas en sociedades como las
  • 21. nuestras, en donde la civilización de lo escrito, implantada en medios urbanos minoritarios, se constituyó en general en la forma política y culturalmente dominante de comunicación de toda la sociedad, a pesar de que por fuera del universo de lo escrito permaneciera la mayoría de esa sociedad, y esto por cuanto el universo de lo escrito constituía la forma legitima de comunicación de la sociedad en ámbitos institucionales y en cada uno de los actos en que se reafirmaba cotidianamente el poder. Lo escrito y la escritura - mas lo primero que lo segundo – estuvieron dotados, en la América Hispana, desde el principio, de los poderes, los privilegios y la distinción que siempre los han acompañado desde su aparición.12 La comunicación, entonces, se erige como posible, en función de los referentes permitidos por la autoridad. A esto se agrega el hecho de las limitaciones originadas en el tipo de percepción del entorno y del nexo con los elementos relacionados con el conocimiento. Es apenas obvio deducir, a partir de la segregación inherente al gobierno colonial, que las condiciones para el acceso a la información no solo eran precarias para el “común” de la población, sino que, además, estaban fundamentadas en ese tipo de “verdad oficial” que se impone y a través de la cual se ejerce y profundiza la dominación. Ya, para ese tiempo, el rigor del concepto y la expresión práctica de la élite, traducía que al conocimiento solo accedían sectores privilegiados. Ahora bien, esa expresión de privilegio no necesariamente debe ser entendida como identidad con las posiciones derivadas del poder. Es, simplemente, entender que se expresaba la heterogeneidad, en un proceso, en veces de conflicto y en el cual confluían las contradicciones y los acercamientos. Algo así como entender una dinámica en la cual los equilibrios, podían ser fracturados, a partir del desarrollo y aplicación de los insumos obtenidos; particularmente de aquellos relacionados con la Revolución Francesa. Esto explica, en otras palabras, las posiciones y la actividad desplegada por personas como Antonio Nariño y Francisco José de Caldas, así como de algunos precursores de la expresión escrita periódica. Es pertinente anotar que, aún en ese escenario de élite, el concepto de género, no era diferente a ese entendido primario de la sola diferenciación biológica. Inclusive, no aparecía como insumo importante que pudiera merecer preocupación en términos de profundización. 4.2 De los Escritos Periódicos, como Medios de Comunicación. Vale la pena iniciar este título con una cita del texto mencionado arriba. Ante todo porque nos permite acceder a una información precisa, con respecto al tema tratado. Veamos lo siguiente. “2.3 La Comunicación del Soberano. Sobraría advertir desde luego que cuando hablamos de “noticias”, de información y de “comunicación” en sociedades del Antiguo Régimen no nos estamos refiriendo a lo que podría llamarse la “libre comunicación”, como se dirá en el vocabulario de la Ilustración a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. La comunicación en ese tipo de sociedades, posiblemente màs que en otra cualquiera, es una comunicación formal y materialmente controlada. Ni se publica cualquier tipo de noticia o información, ni parece en principio fácil escapar de las redes de control que pesan sobre la circulación del impreso y limitan y organizan su difusión y la difusión de su réplica manuscrita. Es claro que todos los sucesos sobre los cuales es posible informar no están signados ni por los mismos controles ni por las mismas sanciones ni tocados por la misma gravedad. Ante todo dos dimensiones de la vida social son distinguidas por la Monarquía, como lugares en los cuales la palabra – y en nuestro caso la palabra impresa- están sometidas a los máximos controles y 12 Departamento de Ciencias Sociales, Universidad del Valle, Grupo de investigaciones sobre sociedad e historia. El periodismo y la prensa a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX en Colombia, página 8.
  • 22. vigilancias. En primer lugar las verdades de la fuerza moral, zona sagrada del discurso respecto de la cual la sociedad había constituido las instancias legítimas que con propiedad pueden referirse a ella: la Iglesia y sus sacerdotes, en las diversas gradaciones en que se organiza la burocracia eclesiástica, garante del monopolio de los bienes de la salvación – como tanto tiempo lo hizo notar Max Weber, a propósito de los comportamientos moralmente correctos. En segundo lugar la política y las cuestiones atinentes a la monarquía, incluido el posible examen de la política colonial – tan amenazada en el Nuevo Mundo en el siglo XVIII por la crítica de los libre pensadores franceses como Reynal - , las que representaban uno de los lugares sobre los cuales no es posible enunciar palabra alguna – o imprimir palabra alguna – sino dentro de los estrechos límites de lo que Dios y el Monarca – Nuestro Señor – tienen permitido (y por aquellos a quienes se tiene permitido. Así pues, la existencia de censuras y censores eclesiásticos y civiles pesa sobre todo lo impreso que se publica en el Nuevo Mundo y los controles se ejercen particularmente en los puertos de llegada de barcos, aunque de manera práctica las disposiciones que las prohíban y regulan parecen continuamente burladas en mayor o menor medida.”13 En la intención de profundizar acerca de contenidos y orientación de las publicaciones periódicas, en Colombia a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX; nos permitimos presentar la cronología y análisis de los siguientes periódicos: “Papel Periódico de Santafé” (1791-1796); “Correo Curioso” (1801); “Semanario del Nuevo Reino de Granada”; “El Redactor Americano”; El Semanario”; La Bagatela” (1811); “Diario Político”. El seguimiento que proponemos, no supone la sola referencia histórica. Se trata de proponer una interpretación de las incidencias, en el contexto social y político descrito>. Además, el análisis del comportamiento de quienes ejercieron como precursores, en el marco del desarrollo de conocimiento y de niveles de conflicto importantes. Cabe resaltar, la pretensión de alcanzar una reflexión en torno a la ausencia de mujeres en la conducción de estos procesos y la explicación a esta ausencia. Nota necesaria como antecedente: No puede haber una referencia de análisis en torno al significado y alcance del periodismo (...o de los periódicos), para el período señalado en este estudio, sino se tiene en cuenta, además del contexto social y político, el aspecto relacionado con el desarrollo de la imprenta y el uso de la misma. En consideración a lo expuesto arriba, es apenas obvio entender las limitaciones vigentes. No solo en lo que respecta a los controles políticos y religiosos en cuanto a lo que se publicaba; sino también en cuanto a las dificultades para acceder a las posibilidades que otorgaba la imprenta. En la mayoría de los casos, las personas responsables de las publicaciones objeto de análisis, solo podían acceder a una opción en la cual era evidente cierta aplicación mucho màs artesanal que la normal. A esto hay que agregar, además, las limitaciones inherentes a las dificultades para la obtención del papel. En el estudio que hemos citado antes, aparecen expresiones como la siguiente: ...La respuesta (sic) a la petición de los Jesuitas – petición que parece haber sido presentada dos años antes, en 1739, fue positiva, aunque con las limitaciones que resultaban de las legislaciones particulares existentes al respecto, tal y como estaba consignado en la Recopilación de Leyes de Indias y con la obligación de acudir a la censura oficial antes de hacer entrar en circulación cualquiera de los textos que se imprimiera. Pero lo que parece ignorar los defensores de la “antigüedad de la imprenta”, cuando hablan del funcionamiento de la imprenta de los Jesuita entre 1735 y 1767, es que no se conoce un solo libro no folleto de relativa amplitud salida de tal imprenta. En realidad los padres de la Compañía de Jesús habían introducido desde 1735 algunas “cajas de letras” – como se decía y contaban con un novicio de nombre Francisco de la Peña que conocía el oficio de imprimir – lo que no prueba que 13 Ibíd., página 13.
  • 23. practicara de manera continua su oficio -. Pero, sobre todo por la escasez y carestía del papel, los Jesuita no fueron en el Nuevo Reino los grandes impresores que algunos pretenden, limitándose su actividad a la producción durante algunos pocos años de pequeñas hojas suelta y algún novenario, por fuera de lo cual no se conoce ningún tipo de producción editorial significativa salida de tal imprenta, hasta la fecha de su expulsión en 1767.14 También es pertinente una consideración, en términos del objetivo propuesto en este estudio. Un tanto la reflexión, ya insinuada arriba, acerca de la situación de las mujeres en este período. Es lícito, en cuanto referente primario, asumir el horizonte general predominante. Es decir, ese tipo de exclusión con respecto a la intervención pública e importante en las actividades sociales y políticas. Porque, a decir verdad, el único reconocimiento oficial y cotidiano (…a las mujeres), siempre estaba en relación a roles predeterminados y, estos a su vez, estaban soportados en los conceptos de moralidad, de familia, de religiosidad, de fidelidad, etc. Así las cosas, si cruzamos esta realidad con la que es inherente a las limitaciones y restricciones que ejercían como censura oficial a toda comunicación; nos encontramos con un escenario en el cual aparece como imposibilidad casi absoluta, la presencia efectiva e importante de las mujeres (...o de algunas mujeres) en el desarrollo de la actividad relacionada con la comunicación escrita y, menos aún, por la vía del ejercicio de publicaciones periódicas. Esto para no enfatizar, ahora, acerca de las esas limitaciones comunes (….pero que en las mujeres aparecían mucho màs profundas) a los hombres y las mujeres comunes, que no podía acceder a la cultura, al conocimiento...a la lectura, a la escritura. Otra anotación importante, en el contexto, tiene que ver con lo que podríamos definir como “el valor de uso” (...o la utilidad) de la imprenta, como recurso que permitía la difusión de las verdades oficiales (...como ahora); pero también cierta información y orientación relacionada con el comportamiento en cuanto a higiene y salud pública. En este sentido es pertinente citar lo siguiente: ..De manera amplia y teniendo como su principal objetivo a las clases subalternas de las pequeñas ciudades y del campo, la imprenta continuó teniendo uso en la década de los ochentas, particularmente en lo que tiene que ver con el campo del aseo y de la salud pública e higiene personal, sobre todo durante las epidemias que azotaron al virreinato que en la Nueva Granada se concretaba en la presencia sobre el territorio, de brotes de viruela, que obligaban a extremar las medidas, de confinamiento y de tratamiento en los hospitales... Otro elemento, de descripción y análisis, que ejerce como antecedente; tiene que ver con el significado que adquirió la intervención de don Antonio Nariño. No solo en lo que hace referencia a su rol en la difusión de algunos conceptos y expresiones relacionados con la Ilustración, como propuesta y desarrollo cultural en Europa Occidental, particularmente de la Revolución Francesa, en lo que respecta a la Declaración de Los Derechos Universales del Hombre (¡siempre lo masculino como única opción); sino también en cuanto visión comercial de la comunicación escrita. Cabe anotar, asimismo, acerca de las dificultades v de los riesgos asumidos (...aunque no de manera absolutamente conciente, al comienzo); habida cuenta de los controles y la censura oficial. Su Imprenta Patriótica fue expropiada y vendida, por mandato del virrey. ..Su actividad de impresor no arrancó, como a veces cuenta la leyenda, con la actividad de realizar publicaciones de textos prohibidos y perseguidos, sino con la idea de hacer toda clase de impresiones que le mejoraran su fortuna, y con el proyecto de hacer circular ediciones que pudieran venderse en el naciente mercado conformado por una población universitaria en crecimiento, por los clérigos ilustrados y por los funcionarios de la administración perteneciente al circulo del virrey...15 14 Obra citada, página 14 15 Obra citada, página 23.