1. ALIMENTACIÓN EN INVIERNO
Es la estación del año en la que se consumen más productos calóricos. El equilibro en las
comidas es clave para estar bien.
Durante los meses de invierno se afianza el concepto de que se necesita más cantidad de
alimentos y preparaciones más consistentes. Esto implica consumir con mayor contenido
en azúcar y grasas bajo la creencia de que éstos aportarán la energía suficiente como para
enfrentar el invierno. Por lo tanto se suele aumentar la ingesta de comidas con alto
contenido calórico. La clave para alimentarse bien es buscar el equilibrio en lo que se
consume, además de tener en cuenta la actividad física.
En el mundo moderno, el calor logrado con la vestimenta y la temperatura ambiental
obtenido por medio de la calefacción, permite controlar la temperatura corporal externa,
mientras que, la temperatura corporal interna no varía, debido a que por un sistema
termorregulador el organismo adapta las funciones biológicas a las temperaturas
ambientales.
De esta manera se puede ver con claridad que las necesidades energéticas dependen de
otros factores, entre los cuales se destaca, por su rol fundamental, la actividad física. A
mayor actividad, mayor gasto energético
Que sucede en el invierno: la mayoría de las personas, por considerar que necesitan más
comida, disminuyen la actividad física y cubren sus cuerpos con abrigo. Por eso no
detectan el aumento de peso tan característico de ésta época.
Otra característica invernal es que, pocas personas se librarán de los clásicos procesos
respiratorios, como un resfrío.
Para ello también es fundamental poder llevar adelante una alimentación que aporte no
sólo las calorías necesarias, sino también las vitaminas y minerales más importantes en
esta época.
Alimentación saludable
* Es aconsejable mantener una ingesta constante de calorías y adecuada a las
necesidades.
2. * Mantener los horarios regulares de las comidas del día.
* Aprender a combinar alimentos fríos (ensaladas por ejemplo) con preparaciones
calientes como: sopas, guisos, infusiones, etc.
* Mantener o aumentar la actividad física. Esto incrementará las necesidades calóricas
pudiendo compensar el posible mayor consumo alimentario.
* No olvidarse del consumo de líquidos. Si bien se siente menos sensaciones de sed
comparadas con la estación veraniega, el cuerpo está constituido principalmente por
agua, de ello radica la importancia de su consumo diario.
La idea es alimentarse bien y sacar el mejor provecho de los nutrientes que brindan los
alimentos.
Prevención de enfermedades
* Basar la alimentación en verduras y frutas de estación. Las verduras deben ser
combinadas con legumbres y cereales integrales, para completar las preparaciones, por
ser éstos últimos de mayor aporte calórico, al combinarlas se reduce la proporción que se
utiliza.
* Las preparaciones aunque sean calientes no deben ser ricas en grasas. La manera más
efectiva es utilizando carnes magras y preparar las bases de tucos, guisos, estofados, con
el jugo de cocción de las propias verduras, sin el agregado de aceites.
* El consumo de pan se debería dejar para los desayunos y meriendas. De esta manera se
reduce el aporte de calorías en las comidas principales.
* Es importante aumentar el consumo de alimentos ricos en Vitaminas A, C y E.
* Vitamina C: aumenta y fortalece el sistema de defensas. Reduce así las infecciones. Se
puede encontrar en frutas cítricas (limón, naranja, mandarina, frutillas, ciruelas, cerezas,
kiwi), tomates, pimientos rojos, brócoli, coles de brucelas.
* Vitamina A: ayuda a mantener en buen estado la piel (evita la resequedad del cutis y los
labios) y las mucosas (entre ellas, las que recubren el interior de los bronquios) y reducir el
riesgo de afecciones respiratorias. Presente en hígado, carnes, lácteos, huevo, aceite de
bacalao y de las verduras principalmente en, calabaza, zanahoria, camote, brócoli y las de
hoja verde.
* Vitamina D: entre otras funciones juega un papel importante en los sistemas nervioso,
muscular e inmunológico. Aunque también puede obtenerse de algunos alimentos, la
fuente principal de vitamina D que tiene el organismo es el sol. La vitamina D se produce
de forma natural por el cuerpo humano cuando se expone a la luz solar directa.
3. Los alimentos tales como leche, yogur, quesos, mantecas, pastas, cereales para el
desayuno, y pan están generalmente fortificados con vitamina D, otros alimentos que
contienen buena cantidad son los pescados y aceite de hígado de pescado.
La mejor forma de aprovechar las cualidades nutritivas de cualquier fruta es
consumiéndola cruda. Conviene no excederse en el pelado, ya que la parte más externa,
justo debajo de la piel, es la que concentra mayor cantidad de vitaminas.
(Fuente: Ivana Oliveros, Licenciada en Nutrición, (MP:79); Centro Médico Guadalupe,
teléfono: 4262090).