La diatriba entre dos ministros(tres en realidad)del Gobierno de España solo puede resolverse acudiendo a los estudios académicos. No vale proferir cualquier teoría inconsistente.
Análisis de la Temporada Turística 2024 en Uruguay
Pensiones y empleo juvenil
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LA FALACIA DEL EMPLEO RESTRINGIDO.
Manfred Nolte
En fechas recientes, José Luís Escrivá, ese ministro prudente e ilustrado con el
que tenemos la fortuna de contar, ha señalado la necesidad ineludible de ofrecer
a medio plazo incentivos convincentes para revertir la nefasta dinámica de las
jubilaciones anticipadas y prolongar la vida laboral más allá de la edad legal de
jubilación, los 67 años, en los que está cifrada en nuestra normativa, a medio
plazo. Escrivá aclara que lo que se debate en los Pactos de Toledo es un escenario
del sistema público de pensiones en el horizonte de los próximos 35 años, cuando
se produzca la avalancha de jubilaciones de la llamada generación de los ‘baby
boomers’ y cuando el envejecimiento de la población haya dada un paso
cualitativo hacia adelante. Como es sabido, los ‘baby boomers’ son la cohorte
demográfica de las personas nacidas entre 1946 y 1964. El ministro ha advertido
que el ordenamiento español incentiva poco el seguir trabajando una vez
traspasada la edad legal de la jubilación, a diferencia de lo que hacen los países
de nuestro entorno. En un sistema público de pensiones deficitario como el
nuestro cada año de retraso en la jubilación supone la continuidad de las
contribuciones y la demora en las prestaciones con lo cual el sistema registra un
ahorro significativo.
El ministro José Luis Escrivá puntualiza asimismo que nuestro sistema de
jubilaciones anticipadas está mal diseñado y es, en consecuencia, regresivo, lo
que llama a su reforma. En efecto, los trabajadores de rentas altas, que son los
que más activan las jubilaciones anticipadas, apenas sufren una penalización del
2% por cada año que adelantan su jubilación, mientras que los que tienen salarios
y bases reguladoras más bajas sufren un recorte del 8%.
Como el ejecutivo central posee la memorable virtud de decir y desdecirse con la
mismísima velocidad de la luz, la ministra Montero no ha dudado en desmentir
las tesis de Escrivá declarando que el Gobierno no pretende subir la edad de
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jubilación. Pero en tanto tirios y troyanos se ponen de acuerdo, los comentarios
a lo expuesto por el Ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones del
Gobierno de España, pueden ser pertinentes para enriquecer el debate sobre las
cuestiones aludidas.
Habrá que comenzar por constatar que el envejecimiento de la población en
general y de la española en particular, plantea un serio desafío al pago de las
futuras obligaciones de las pensiones públicas. Mientras las jubilaciones
anticipadas suponen una carga adicional insostenible para la financiación de las
mismas no queda más remedio que admitir que retrasar la edad legal de la
jubilación podría ayudar de forma decisiva a su sostenibilidad. La vida media de
un ciudadano español se dilata hasta los 82 años pasados y los bebés que nacen
en nuestros hospitales pueden ser tan longevos como de cien años. La
contributividad de nuestras pensiones es caótica: las prestaciones superan más
que con creces a las aportaciones, constituyendo una entelequia desde el punto
de vista de la equidad financiera. Nadie puede objetar, en consecuencia, la tesis
del ministro Escrivá.
Sucede, no obstante, que la ministra de trabajo Yolanda Díaz ha atacado
abiertamente las posiciones de José Luis Escrivá. La titular de Trabajo y
Economía social ha manifestado en una entrevista televisiva que retrasar la edad
de jubilación no es el “camino correcto”, dado que con esta medida se “entorpece
la capacidad de incorporar a los jóvenes” al mercado laboral. ”El reto de nuestro
país es incorporar a los jóvenes al mercado de trabajo. La EPA nos señala un 35%
de parados jóvenes al día de hoy…además el mercado de trabajo español está
profundamente envejecido…Penalizar a los trabajadores a más años de trabajo
nos es el camino correcto”, ha concluido la ministra.
Vayamos cerrando conclusiones. La primera es que nadie, ni tampoco la Sra.
Yolanda Díaz, pone en cuestión que retrasar la edad de jubilación es una medida
coherente con la sostenibilidad del sistema público de pensiones. La segunda, que
es cierto lo que la ministra refiere sobre la lacra que se cierne sobre el empleo
juvenil. Según datos de la Secretaría de Estado de empleo y economía social, a
junio de este año la tasa de paro para los jóvenes de 16 a 24 años se situaba en el
33,3%. En el primer trimestre de 2020 estaban parados, según la EPA, 898.300
jóvenes menores de 30 años, de los que 486.200 tenían de 16 a 24 años.
En consecuencia, la clave se halla en algunos extremosdestacados por la ministra
de trabajo que no se ajustan a la realidad. No es coherente afirmar que el mercado
laboral en España está "profundamente envejecido", por lo que requiere de su
renovación, cuando la realidad es que España es el segundo país de la Unión
Europea con menos tasa de trabajadores mayores de 65 años. Y sobre todo, no se
ajusta a la evidencia empírica de que un mayor número de trabajadores mayores
empleados restrinjan la empleabilidad de los trabajadores más jóvenes. La
amplia literaturaacadémica sobre el caso, con alguna salvedad matizada, muestra
una fuerte asociación positiva entre el empleo de los jóvenes y el empleo de los
mayores, y una fuerte asociación negativa entre el empleo de los mayores y el
desempleo de los jóvenes. En otras palabras, cuando las condiciones del mercado
laboral son buenas para las personas mayores, también suelen ser buenas para
los jóvenes.
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La explicación somera de tales conclusiones se sitúa en una doble evidencia. La
primera, que el empleo de los mayores y el de los jóvenes casi nunca son
sustitutivos y casi siempre son complementarios. La segunda y más
fundamentada, que la llamada “falacia-de-la-suma-total-de-trabajo” (“lump-of-
labor fallacy”) es, efectivamente, una falacia. En su forma más básica, esta
proposición sostiene que hay una oferta fija de puestos de trabajo y que una
reducción parcial de la oferta laboral creará empleo al ofrecer puestos de trabajo
alternativos a quienes los buscan. Llevado al extremo, este punto de vista
apoyaría la idea de que el empleo de un grupo de personas solo puede ser a
expensas de otro grupo. O mayores o jóvenes, o nacionales o emigrantes, o
mujeres u hombres, perono todos a la vez. El mercado de trabajo nunca crece, es
de suma cero. Como puede fácilmente concluirse la teoría cruza la ingenuidad,
pasando por la falacia hasta llegar al absurdo.
Demos en consecuencia al Cesar lo que es del Cesar y al ministro Escrivá lo que
le pertenece.