1. Un rescate bancario agridulce.
Manfred Nolte.
Más allá de la lluvia de millones, Bruselas ha tocado una pieza clave en la
compleja maquinaria bancaria española al promover la venta del Banco de
Valencia a CaixaBank por el precio simbólico de un euro. El paquete completo
de ayudas a las cuatro entidades intervenidas suma 37.000 millones de euros,
aunque los anticipos del FROB y el cómputo residual que la Comisión realiza a
efectos de ‘Ayudas de Estado’ sitúe dicha cifra en casi el doble, esto es, en
67.000 millones de euros.
La resolución del Banco de Valencia se verá secundada con probabilidad
cercana a la certeza por la imposición de que Catalunya Banc y NCG –viables
tras las inyecciones públicas- sean adjudicadas al mejor postor de forma
inmediata. En teoría Bruselas concedía un plazo hasta 2017 para la venta de
estas dos entidades, pero Almunia ha desplegado un celo inesperado al subrayar
el falseamiento latente de las reglas de la competencia presionando a Madrid
para que cambien de dueño cuanto antes. Bankia, por el contrario, no tiene
plazo de enajenación dada su condición de entidad sistémica y se sitúa a cierta
distancia de las consideraciones que siguen.
La primera evidencia del rescate es que reviste la forma de un préstamo al
Estado español a través de su órgano ejecutor FROB. Si, como dicen, el tipo será
inferior al 1% y el plazo no menor de 15 años, bueno y santo. El crochet a la
mandíbula se ha producido cuando la enajenación fulgurante del Banco de
Valencia -y las que sigan-, consolidan como pérdidas irreversibles las ayudas
prestadas y las que están en curso. Dicho de forma alta y clara, el rescate de las
entidades nacionalizadas se produce con fondos públicos, o traducida a su
acepción más sangrante, con fondos del contribuyente. Un total de 31.000
millones de euros para las tres entidades del grupo exceptuando a Bankia, que, a
su vez, acumulará 36.000 bajo un régimen diferencial. Es cierto que los
intereses aplicados son más que competitivos y que gravarán el déficit publico
con un importe moderado, pero la llamada ‘línea de crédito comunitaria’ va
directamente a la vena de la deuda pública soberana, que como ya ha avanzado
la OCDE se situará al termino de 2013 en el 100% del PIB español. Abandonen
toda esperanza quienes pensando en otros esquemas de gestión, -los que se
pretenden ensayar en Bankia- acariciaban la idea tantas veces perjurada por
Guindos y su predecesora Elena Salgado, de que el rescate de la Banca y/o el
Banco malo no iban a suponer carga alguna para el ciudadano.
Un segundo considerando es que si la historia de la gobernación mundial se ha
regido casi siempre por la doctrina del mal menor, debe interpretarse también
como el menor de los males el infringido al erario público con la consolidación
de las pérdidas descritas. A decir verdad otros muchos países han figurado en
este escenario financiero global con medidas similares a las que narramos. En
un contexto internacional nuestro actuación, incluida la figura del banco malo,
ha sido desafortunada y tardía pero no más lacerante que en otras latitudes. Las
ayudas al sistema financiero habían supuesto en España el 2% del PIB y se
situarán tras el rescate en el 6,7% del producto interior. En Irlanda han
supuesto, no obstante, cerca del 30%. Otros países han superado el fiasco
doméstico: el 14,1% en Holanda, parecidos registros a los nuestros en Bélgica y
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2. el Reino Unido, y el 12,2% en Alemania, un país que enmascara bajo su poderío
económico un sistema financiero aun sin depurar, sobre todo en los que atañe al
sector de las Cajas de carácter público y capitalización ridícula. Debe apuntarse
igualmente que el grupo 1 de entidades intervenidas y ahora reflotadas habrá
afectado tan ‘solo’ –discúlpese el adverbio- al 20% del total de activos del
sistema.
El tercer renglón se refiere a una batalla absurda si se contempla desde la óptica
de las evidencias actuales. ¿A qué tanto empeño en quebrar el principio de
financiación directa al Estado y promover la posibilidad de que el MEDE, el
mecanismo de rescate europeo financiase directamente a la Banca sin pasar por
las instancias públicas y no teniendo que computar en la rúbrica de deuda
soberana? El Consejo de Junio de la UE admitió esta posibilidad sujeta a la
implantación previa de una autoridad bancaria europea. Pero siempre pensando
en una financiación reembolsable y reversible. ¿Alguien pensó de verdad
alguna vez que el MEDE iba a sufragar los agujeros del sistema financiero
español? Sin comentarios.
Un recelo final. La feroz condicionalidad aplicada a las entidades rescatadas
¿no agudizará la restricción del crédito y en su consecuencia el paro y la
recesión? Confiemos en que no.
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