La juventud es un preciado tesoro que tanto padres como educadores y líderes sociales deberían comprometerse a salvaguardar, porque de ellos dependen la riqueza, salud, bienestar y felicidad futura de la sociedad.
De aquí la importancia de reforzar la educación del carácter y la educación cívica de la juventud, máxime ahora que se está viendo afectada por serios problemas de corrupción moral, como son el aumento de las enfermedades de trasmisión sexual, los embarazos de adolescentes y la proliferación entre los jóvenes de conductas compulsivas tales como los abusos de alcohol y drogas, el tabaquismo, la bulimia y la anorexia entre otras.
2. 1. La escuela: Una prolongación de la familia
2. Los diferentes tipos de educación
3. La educación en valores
4. Educación del carácter
5. Educación cívica
6. La función educativa de los medios
CAPÍTULO 3 REFORZAR LA EDUCACIÓN DEL CARÁCTERY LA
EDUCACIÓN CÍVICA DE LA JUVENTUD A TRAVÉS
DEL SISTEMA EDUCATIVOY LOS MEDIOS
3. Como afirma López-Barajas, se debe considerar a «la juventud como un
bien social. La salud de los pueblos depende en gran parte, sobre todo en
su futuro inmediato, de este colectivo social.» La juventud es un preciado
tesoro que tanto padres como educadores y líderes sociales deberían
comprometerse a salvaguardar, porque de ellos dependen la riqueza, salud,
bienestar y felicidad futura de la sociedad.
De aquí la importancia de reforzar la educación del carácter y la
educación cívica de la juventud, máxime ahora que se está viendo afectada
por serios problemas de corrupción moral, como son el aumento de las
enfermedades de trasmisión sexual, los embarazos de adolescentes y la
proliferación entre los jóvenes de conductas compulsivas tales como los
abusos de alcohol y drogas, el tabaquismo, la bulimia y la anorexia entre
otras.
Emilio López-Barajas Zayas, «La familia es una institución permanente», en La familia en el
tercer milenio, UNED, Madrid, 1995, p. 12.
INTRODUCCIÓN
4. LA ESCUELA: UNA PROLONGACIÓN DE LA FAMILIA
La ética familiar sirve de modelo
para la ética docente
La educación en la escuela
debería ser una extensión de la
educación familiar
El amor es esencial en la
educación
Educación del carácter y
educación cívica en la escuela
5. La ética familiar sirve de
modelo básico para las
diversas éticas sociales, lo
que, dicho de otra forma,
significa que las éticas
sociales son esencialmente
una prolongación,
proyección o ampliación de
la ética familiar. Como
explica Sung Hun Lee:
«Desde la perspectiva del Pensamiento de Unificación, las
relaciones humanas en la sociedad son simplemente una
extensión de las relaciones que tienen lugar entre los miembros
de la familia en el hogar.
Por ejemplo, en las relaciones entre personas cuya diferencia
de edad esté alrededor de los treinta años, los mayores deberían
amar a los más jóvenes como si fueran sus hijos, y éstos deberían
respetar a los mayores como si fueran sus padres.
Si la diferencia de edad es de menos de diez años, los de más
edad debería amar a los más jóvenes como a sus hermanos y
hermanas menores, y éstos deberían respetar a los de más edad
como a sus hermanos y hermanas mayores.»
Sung Hun Lee, New Essentials of Unification Thought, UTI, Korea, 2006,
pag. 285.
LA ESCUELA: UNA PROLONGACIÓN DE LA FAMILIA
6. Explicado con otros términos, en una familia hay dos tipos básicos de
relaciones; un tipo de relaciones que podríamos designar como relaciones
verticales, es decir entre personas que están en distintas posiciones o niveles de
responsabilidad, unas superiores y otras inferiores; y otro tipo de relaciones que
podríamos llamar relaciones horizontales, es decir, entre personas que están en
una posición o nivel de responsabilidad similar, o sea, entre iguales.
Las relaciones verticales y horizontales en la familia
Relaciones horizontales
HermanasHermanos
EsposaEsposoRelaciones
verticales
Hijos
Padres
7. En las relaciones verticales entre padres e hijos;
los hijos confían, admiran, respetan y sienten
agradecimiento hacia sus padres, a quienes
consideran superiores en edad, experiencia y
sabiduría, porque les aman y protegen; y, por otro
lado, los padres están en la posición de haber
dado a luz a sus hijos y ser responsables por
amarlos, protegerlos y procurarles un bienestar
físico y emocional, lo cual les otorga su potestad
parental.
En las relaciones horizontales entre marido y
esposa, o entre hermanos y hermanas, son
básicamente relaciones entre iguales que se
deben una confianza, solicitud, fidelidad y respeto
mutuo.
Las relaciones verticales y horizontales en la familia
Hijos
Padres
HermanasHermanos
EsposaEsposo
8. Desde esta perspectiva, se
puede ver que la escuela es una
prolongación del hogar familiar.
Esto es así porque los profesores
ejercen su función educativa
como substitutos de los padres o
abuelos, impartiendo la educación
que éstos no les pueden ofrecer, o
sea, unos conocimientos más
extensos y especializados o una
formación técnica y profesional
adecuada para desempeñar un
futuro papel en la sociedad.
La ética familiar sirve de modelo para la ética docente
9. Las relaciones verticales entre profesores y
alumnos son semejantes a las que existen entre
padres e hijos. Por ello, los profesores deberían
ejercer su labor educativa sintiéndose substitutos de
los padres y, por tanto, mostrando un corazón
paternal o maternal, una dedicación sacrificial y un
buen ejemplo. Los alumnos, en cambio, deberían
corresponder con el mismo agradecimiento, respeto
y admiración que sienten hacia sus padres.
Las relaciones horizontales de compañerismo y
amistad entre alumnos y alumnas son a su vez una
prolongación de las relaciones de reciprocidad,
confianza y ayuda mutua que existe entre hermanos
y hermanas dentro de una familia.
Las relaciones verticales y horizontales en la escuela
Alumnos
Profesores Padres
Hijos≈
≈
AlumnasAlumnos
Hermanos Hermanas
≈
≈
10. Por tanto, la educación
general en la escuela, y en
especial en su aspecto interior
o moral, debería ser una
extensión de la educación
familiar impartida por los
padres.
Por ello, el primer requisito
que los profesores deben
cumplir para ser buenos
educadores es amar a sus
alumnos, dedicarse a ellos de
forma desinteresada y
mostrarles un buen ejemplo
personal.
«Los profesores debería educar a sus alumnos con
amor, en la posición de padres (in loco parentis).
Tendrían que enseñar con amor, que es eterno, creando
unos lazos con sus estudiantes que perduren más allá de
la época escolar. Ellos tendrían que hacer un esfuerzo
por establecer unas relaciones tan profundas que sus
alumnos no puedan olvidar por el resto de sus vidas.
Los verdaderos profesores impregnan sus enseñanzas
con amor. Ellos no enseñan sólo para ganarse un sueldo,
sino que ejercen su profesión motivados por un amor
irreprimible y un profundo deseo de enseñar, incluso a
un coste personal.»
Sun Myung Moon, Selecciones de charlas, Seúl, HSA-UWC, 127:17,
(1de mayo de 1983).
La educación en la escuela debería ser una extensión de la educación familiar
11. «El amor, el buen amor es el motor de toda educación; la
condición ineliminable para educar.»
Rogelio Medina Rubio, La familia en el tercer milenio, UNED, Madrid, 1995, p. 48.
Uno solamente puede atreverse a dar educación moral
cuando ama al educando: amor magíster est optimus, “el
amor es el mejor maestro”, dice Plinio (Ep., 4, 16).»
José María Quintana Cabanas, Pedagogía Moral, Dykinson, Madrid, 1995, p. 593.
Medina Rubio y Quintana Cabanas también enfatizan que el amor
es esencial en la educación.
El amor es esencial en la educación
12. Se podría decir, entonces, que en la escuela
—además de la educación general— los
profesores deberían impartir una educación
del carácter y una educación cívica que fuera la
extensión de la misma educación moral que
los padres inculcan a sus hijos.
La educación del carácter en la escuela
tendría el fin de ayudar a los alumnos a
alcanzar una madurez moral personal,
autodominio o paz interior; mientras que el
objetivo de la educación cívica sería ayudar a
los alumnos a establecer relaciones de
cooperación armoniosas y pacíficas con los
demás. Es decir, llegar a ser buenos
ciudadanos del mundo. Quintana Cabanas nos
comenta:
«La escuela, en realidad, no tiene sólo una
misión docente, sino que tiene una misión
educadora, tendiendo a dar una educación
integral. Esto significa en educación moral,
procurar no sólo el desarrollo del juicio moral,
sino el desarrollo de las actitudes y de las
actuaciones morales.
De no ser así, resultará verdadera aquella
lamentación de Rousseau: “Veo por doquiera
establecimientos enormes, donde se educa con
grandes gastos a la juventud, para enseñarles
todas las cosas, excepto sus deberes” (Emilio, o
De la educación, Alianza Editorial, 1990, p. 131).»
José María Quintana Cabanas, Pedagogía Moral,
Dykinson, Madrid, 1995, p. 598.
Educación del carácter y educación cívica en la escuela
13. LOS DIFERENTES TIPOS DE EDUCACIÓN
La educación de tipo exterior científico-
técnica y artística, y la educación interior
moral, filosófica o religiosa
Ambos aspectos de la educación, la exterior
e interior, son complementarios y se
necesitan mutuamente
De una educación integral clásica o
tradicional a una educación neutral y libre
de valores
El renovado interés en una educación en
valores
14. Se podría decir que la función o misión de
la educación es motivar y facilitar los medios
necesarios para que los seres humanos
hagan esfuerzos voluntarios y responsables
por desarrollar plenamente su potencial
humano.
La mente humana posee tres facultades
principales, el intelecto, emoción y voluntad,
que impulsan a ser humano a perseguir la
verdad, belleza y bondad respectivamente.
Así que la educación debería animar al ser
humano perfeccionar su mente, corazón y
carácter, a través de satisfacer sus ansias de
verdad, belleza y bondad.
LOS DIFERENTES TIPOS DE EDUCACIÓN
15. La educación abarca dos aspectos, uno que podríamos designar como
exterior y otro como interior. La educación de tipo exterior principalmente
consiste en tres aspectos principales:
1) El adiestramiento del entendimiento y raciocinio a través de recibir
información y conocimientos del mundo exterior de carácter científico,
social, histórico o lingüístico.
2) El cultivo de los talentos y la sensibilidad estética a través de la
formación y la práctica de las diferentes artes.
3) La adquisición de habilidades prácticas a través del ejercicio de técnicas
instrumentales, métodos o procedimientos de muy diversos tipos.
En este tipo de educación se persiguen los aspectos externos de los
clásicos valores de verdad, belleza y bondad, es decir, el conocimiento de la
realidad visible, la belleza exterior y la utilidad y técnicas instrumentales.
La educación de tipo exterior científico-técnica y artística
16. La educación de tipo interior, en cambio, tiene que
ver con la búsqueda del aspecto interior o sentido
socrático de la verdad, la belleza y la bondad.
1) Se desea conocer el sentido de la vida, la función
de ser humano en el universo y otros interrogantes
últimos, y asimismo llegar a ser personas sabias.
2) Se busca la belleza interior en las relaciones de
amor con otros seres humanos, y cómo ser uno
mismo personas bellas y amantes.
3) Se quiere saber cómo actuar bien o
correctamente, y llegar a ser una persona justa,
buena y útil para los demás.
La educación de tipo interior moral, filosófica o religiosa
17. El hombre es el observador o
conocedor del universo, el señor de la
creación que desea cuidar, embellecer,
construir, modificar y transformar su
ambiente con el fin de satisfacer sus
necesidades físicas y aspiraciones
anímicas.
La educación de tipo exterior, o
científico-técnica y artística, es la que
ayuda al hombre a desarrollar esta
creatividad exterior y convertirse en un
buen científico, un buen médico, un
buen artista, un buen hombre de
negocios, un buen profesional, un
experto, un técnico, etc.
18. En cambio, la educación tipo
interior, moral, filosófica o
religiosa, es la que ayuda al ser
humano a crearse a sí mismo, a
perfeccionar su carácter, a
madurar moralmente, a lograr una
paz interior o autodominio, a
cultivar su capacidad de amar, a
establecer relaciones armoniosas
con sus semejantes.
Es decir, es la educación que ayuda a convertirse en una persona sabia, bella,
amante y buena, un buen marido o esposa, un buen padre o madre, un buen
ciudadano, un buen líder o un benefactor de la humanidad.
19. Con la educación científico-técnica y artística, o
sea, la adquisición de conocimientos, destrezas,
habilidades o técnicas, se obtienen unos
poderosos instrumentos y se aprende a
manejarlos.
Sin embargo, estos instrumentos se pueden usar
tanto para beneficiar a otros como para hacerles
daño, para construir como para destruir. Así pues,
este tipo de educación por sí misma es ciega
porque puede acarrear tanto buenas como malas
consecuencias.
Por ello, necesita del complemento de la
educación ética que es la que fija los fines, o sea, la
que enseña cómo utilizar bien esos instrumentos.
De igual forma, si solamente se
imparte una educación ética, filosófica o
religiosa, ésta sería manca puesto que
carecería de los instrumentos necesarios
para llevar a cabo los fines.
Ambos aspectos de la educación, la exterior e interior, son complementarios
y se necesitan mutuamente
20. La educación debe incluir ambos
aspectos, el exterior y el interior,
siendo éste último el aspecto más
básico o fundamental, pues es la
educación que ayuda a la persona
a usar bien sus conocimientos o
técnicas adquiridas .
Para que la educación sea equilibrada, integral y completa, la educación
exterior científico-técnica y artística debe estar basada en una educación
interior, que incluya una educación del corazón y del carácter
Una educación como la actual en la que se descuida esta
educación interior, que es la que marca el sentido o el uso
que hay que dar a los conocimientos y habilidades
adquiridas, es desequilibrada, parcial e incompleta y
provoca que se puedan utilizar esos conocimientos y
técnicas de una forma errónea y destructiva.
21. En sus orígenes clásicos o tradicionales, el concepto
de educación reunía estos dos aspectos, que eran
considerados como inseparables entre sí, ya que se
pretendía una educación integral o completa de la
persona.
Sin embargo, con la pérdida del consenso acerca de
las creencias o valores últimos, ambos aspectos de la
educación se fueron separando, al menos en la
educación pública, hasta que a principios del siglo
pasado —bajo la influencia del pragmatismo y luego del
neopositivismo— la educación de tipo moral, ética o
religiosa se relegó al ámbito privado, familiar o eclesial.
Se consideró que la educación pública solamente
debía impartir conocimientos científicos o técnicos
objetivos, contrastables y neutrales, o sea, libre de
valores.
Se promocionaron las ciencias sociales, puesto
que se pensaba que sólo el conocimiento obtenido
mediante investigaciones metódicas y verificables
a través de experimentos o estadísticas era el que
podría resolver todos los problemas humanos y no
las supersticiones religiosas, fantasías metafísicas o
tabúes morales.
De una educación integral clásica o tradicional a una educación neutral
y libre de valores
22. Quizás, la razón principal por la
cual se ha renovado el interés por
los valores y la ética en las últimas
décadas ha sido el hecho de que,
desde los años sesenta hasta hoy
día, la juventud se está viendo
afectada por serios problemas.
Problemas como, por ejemplo, la delincuencia juvenil, el
incremento de actitudes violentas en las escuelas, el fracaso
escolar, la falta de disciplina y respeto por los profesores, el
aumento de las enfermedades de trasmisión sexual, los
embarazos de adolescentes y la proliferación entre los
jóvenes de conductas compulsivas tales como los abusos de
alcohol y drogas, el tabaquismo, la bulimia y la anorexia.
El renovado interés en una educación en valores
23. LA EDUCACIÓN EN VALORES
La clarificación de valores
El método de los dilemas éticos y el cultivo del
propio juicio moral de Kohlberg
El fracaso de la educación moral de Kohlberg
No existe una educación en valores neutral
¿Qué valores objetivos o contenidos morales
sustantivos merecen se enseñados?
Una educación en valores basada en el respeto
a la dignidad humana, los derechos humanos y
los valores democráticos es insuficiente
24. Con el fin de paliar o solucionar estos
problemas, muchos educadores, filósofos
morales y políticos pensaron que era
necesario reintroducir de nuevo en el
sistema educativo una educación en
valores, que es el nombre actual que
comúnmente se asigna a una educación que
pretende inculcar actitudes, educar el juicio
moral, fomentar el aprecio por los valores,
el respeto a las normas y, en definitiva, la
buena conducta de los jóvenes.
La educación en valores intenta llenar el
vacío creado por una educación pública
pretendidamente neutral y abstemia de
valores.
Así que, en cierta manera, esta educación
en valores viene a ser el substituto moderno
de la anteriormente desechada educación
moral filosófica o religiosa tradicional.
LA EDUCACIÓN EN VALORES
25. Uno de los primeros métodos de enseñanza de
valores que surgieron en Norteamérica fue la
Clarificación de valores, que pretendió impartir una
educación en valores neutral, ya que consiste
simplemente en clarificar o exponer las diversas
opciones morales y dejar que el alumno elija la que le
parezca mejor.
Kilpatrick nos comenta: «La Clarificación de valores comenzó en 1966 con la
publicación de Valores y Enseñanza de Louis Raths, Merril Harmin y Sydney
Simon, todos ellos profesores de educación. Lo que los autores ofrecieron no
era un método de enseñar valores sino un método para que los estudiantes
«clarificaran» sus propios valores. (...) La Clarificación de valores hace que los
estudiantes «sean conscientes de sus propios sentimientos, sus propias ideas,
sus propias creencias... sus propios sistemas de valores.»
William Kilpatrick, Why Johnny Can’tTell Right from Wrong, Simon & Schuster, NewYork, 1992, p. 80.
La clarificación de valores
26. La clarificación de valores
A pesar de la pretendida neutralidad de este
método, en realidad, con este tipo de educación se
condiciona a los alumnos a pensar que los valores
son relativos, o sea, al gusto de cada uno —de
hecho, lo que sus promotores implícitamente
intentaban enseñar era algo parecido a esto: «si
algo te parece bien, te gusta o te hace feliz,
entonces es algo valioso y bueno para ti»
Aparte de que al final se llega a la consecuencia
absurda de que, dado que cada uno tiene el
derecho de elegir o inventarse sus propias normas
de conductas, habría que suprimir todas las leyes
y tolerarlo todo, o sea, la permisividad moral
completa.
27. Lawrence Kohlberg posee el mérito de haber
dado un vigoroso impulso a la educación moral.
Propuso un método de educación en valores,
asimismo supuestamente formal y neutral, en el
sentido de que lo que se pretende no es inculcar
unos valores o virtudes sustantivos sino que el
alumno cultive su propia capacidad de
razonamiento o juicio moral, con independencia
de los contenidos.
Es decir, ayudar a los niños y jóvenes a ser
autónomos, a tomar sus propias decisiones, pero
no decisiones que estén basadas en gustos o
preferencias, sino en correctos razonamientos
morales.
El método de los dilemas éticos y el cultivo del propio juicio moral de
Kohlberg
28. Kohlberg, a diferencia de los promotores
de la Clarificación de valores, defiende una
postura contraria al relativismo moral, ya
que —basándose en sus premisas kantianas
y en sus investigaciones en psicología
moral— sostiene que los niños deberían
progresar moralmente pasando a través de
varios niveles de moralidad, desde una
actitud egocéntrica e interesada infantil
hasta alcanzar una autonomía o madurez
moral, en la que la persona respeta
incondicionalmente unos principios éticos
universales que cree que son los más
validos o mejores, y que son los clásicos
valores del respeto a la igualdad y la
dignidad humana, la fraternidad universal y
la búsqueda de la felicidad de todos.
Kilpatrick nos comenta: «¿Cómo se podría
guiar a los estudiantes hacia niveles más altos
de razonamientos morales? Kohlberg pensó que
el diálogo socrático... era lo ideal.
El diálogo socrático permite presentar ideas
sin imponer valores o moralizar.Además, el
diálogo crea una atmósfera de igualdad entre
los estudiantes y el profesor —algo hoy día muy
apreciado.
Por consiguiente, Kohlberg y sus colegas
desarrollaron un currículo basado en discusiones
acerca de dilemas éticos. Igual que Sócrates y
Platón, el profesor plantea uno de estos dilemas
y entonces anima a que haya un intercambio de
ideas y opiniones a la vez que mantiene sus
propios valores en el fondo.»
William Kilpatrick, Why Johnny Can’tTell Right from
Wrong, Simon & Schuster, NewYork, 1992, p. 83.
29. Incluso el modelo de educación
moral de Kohlberg, más juicioso y
sensato, que pretendía que el alumno
desarrollara su propio razonamiento o
juicio moral a través de la discusión
sobre dilemas morales, también se ha
mostrado ineficaz por ser parcial e
incompleto, como el mismo Kohlberg
reconoció después de presenciar el
fracaso educativo de la escuela
experimental de Cluster que él mismo
fundó en 1974, en Cambridge,
Massachussets, y a la que designó
como la «comunidad justa».
«Mis años de dedicación activa a la práctica de la
enseñanza moral en la Escuela Cluster me ha hecho
comprender que mi noción... estaba equivocada... El
educador debe ser un socializador que enseñe el
contenido de los valores y su práctica, y no solamente
ser un agente facilitador de un proceso Socrático o
Rogeriano de desarrollo...
Ya no sigo manteniendo aquellas visiones negativas
acerca del carácter adoctrinador de la educación moral
y ahora creo que los conceptos que guían la educación
moral deben ser parcialmente «adoctrinadores». Esto
es cierto, por necesidad, en un mundo en el que los
niños aprenden a robar, mentir o agredir a los demás.»
L. Kohlberg. «Moral Education Reappraised». The Humanist,
November/December 1978, pp. 14-15,
El fracaso de la educación moral de Kohlberg
30. Hoy día, casi todos los filósofos y educadores reconocen que no existe ninguna educación, y
menos aún una educación en valores, que pueda ser neutral, como lo corroboran Cortina y
Camps en las citas que vienen a continuación.
No existe una educación en valores neutral
«Apercibirse de que no existe la educación neutral, que es
humanamente imposible, es acción que a un buen número de
personas le ha costado mucho tiempo. Tras el supuesto
imperio del código moral único se pensó que una sociedad no
autoritaria es la que no trasmite ninguna forma de valores
morales, la que invita a establecer «convenciones» y no a
forjarse “convicciones”... Sin embargo, lo bien cierto es que
construir una democracia, como realizar cualquier otra
empresa que requiera esfuerzos humanos, necesita personas
convencidas de que es un proyecto que merece la pena.»
Adela Cortina, «Autoridad, responsabilidad y libertad en el proceso
educativo», en Valores en una sociedad plural, Papeles de la Fundación,
Madrid, 1999, pp. 160-161,165.
«La tomemos como la tomemos,
la educación no está libre de valores.
Tiene que ser ideológica. Si educar
es dirigir, formar el carácter o la
personalidad, llevar al individuo en
una determinada dirección, la
educación no puede ni debe ser
neutra. Las finalidades educativas
son valores en la medida en que son
opciones, preferencias, elecciones.».
Victoria Camps, Virtudes públicas, Espasa
Calpe, Madrid, 1990, p. 124.
31. Así que la cuestión, más que ver cómo o de
qué manera educar en valores, es saber qué
valores objetivos, qué convicciones o qué
contenidos morales sustantivos merecen ser
enseñados en la educación, dada la pluralidad de
creencias y valores que existe en nuestras
sociedades democráticas. Para muchos autores
la solución a esta cuestión consiste en alcanzar
un consenso o máximo común denominador de
los valores.
Marín Ibáñez escribe atinadamente: «La
técnica de buscar el máximo común
denominador de los valores reconocidos en un
Centro o grupo es excelente para seleccionar
los que penetrarán las programaciones
docentes.
La experiencia universal muestra que si bien
puede haber discordancias, planteamientos
variados y aun conflictos de convicciones,
creencias, ideologías políticas y religiosas, lo
que pudiéramos designar moral natural o
universal, la que brota de la común condición y
de la dignidad humana, es en lo fundamental
coincidente.»
Ricardo Marín Ibáñez, Los valores, un desafío
permanente, Cincel, Madrid, 1993, p. 196.
¿Qué valores objetivos o contenidos morales sustantivos merecen
ser enseñados?
32. En general, a pesar de que algunos filósofos
morales y educadores abogan por acuerdos éticos
mínimos o principios de justicia y otros por un
núcleo más rico de valores compartidos, la mayor
parte de ellos están de acuerdo en que los valores
objetivos, las convicciones o creencias sustantivas
que se deberían promover a través de la educación
son el respeto a la dignidad humana, los derechos
humanos y los valores democráticos.
Como ya hemos explicamos en varias ocasiones,
aunque este consenso acerca de los derechos
humanos y valores democráticos sea un paso muy
importante y necesario, no es aún suficiente para
poder resolver todos los problemas individuales,
familiares, sociales e interculturales y así avanzar
hacia una paz mundial.
Esto es debido a que es un consenso
mínimo e incompleto, que se olvida de las
responsabilidades humanas y resalta
excesivamente los derechos individuales,
lo cual provoca el escepticismo o rechazo
de las culturas no occidentales.
Una educación en valores basada en el respeto a la dignidad humana,
los derechos humanos y los valores democráticos es insuficiente
33. La educación en valores que se imparte
en las escuelas, que por lo general está
basada en la promoción un tanto superficial,
propagandista y publicitaria de los valores
democráticos, no parece tampoco que sea
muy eficaz para resolver los graves
problemas actuales del incremento de las
conductas compulsivas, violentas y
antisociales que afecta a la juventud.
Se necesitaría una reflexión más profunda,
una visión más comprensiva o global que
explique e interrelacione entre sí todos los
valores, que no sólo hable de derechos sino
que abarque las responsabilidades, que
estudie los valores desde varios puntos de
vistas, campos o disciplinas, que profundice
más en los supuestos o premisas últimas, y
que además de ser razonable y comprensible
y apele también a los sentimientos y a la
buena voluntad.
34. Una educación del carácter que enseñe a
los estudiante el respeto a las normas y el
cultivo de las virtudes morales individuales,
y que tenga como fin alcanzar la madurez
moral y el autodominio o paz interior
REFORZAR LA EDUCACIÓN DEL CARÁCTER Y LA EDUCACIÓN CÍVICA DE LA JUVENTUD A
TRAVÉS DEL SISTEMA EDUCATIVO
Una educación cívica que enseñe a los
estudiantes a establecer armoniosas y
pacíficas relaciones de cooperación con sus
compañeros, cultivando las virtudes éticas
sociales, y que tenga como fin convertirlos
en buenos ciudadanos, profesionales y
servidores públicos
35. ¿Dilemas éticos o educación del carácter?
Una educación del carácter que enseñe el
respeto a las normas y el cultivo de las
virtudes morales individuales, y que tenga
como fin alcanzar la madurez moral y el
autodominio o paz interior
La educación del carácter debe ayudar a los
jóvenes para que lleguen a comprender por
sí mismos los principios éticos que se les
enseña y así poder alcanzar su propia
autonomía moral o autocontrol de tal forma
que ya no necesiten un control externo sino
que sea su propia conciencia la que les guíe
EDUCACIÓN DEL CARÁCTER
36. William Kilpatrick, un educador
norteamericano, nos comenta que
cuando se les presentan a los
padres de alumnos los dos modelos
u opciones de educación en valores
que se describen a continuación, la
mayoría de los padres prefieren, sin
lugar a dudas, la opción B.
De hecho, actualmente el
modelo imperante en la educación
en valores norteamericana es la
educación del carácter que intenta
orientar a los alumnos hacia la
aceptación de unas virtudes y
normas sustantivas que se
consideran positivas y beneficiosas
para su desarrollo personal.
¿Dilemas éticos o educación del carácter?
A. El primer modelo alienta a los estudiantes a desarrollar sus propios
valores o sistemas de valores. Utiliza el método de presentar a los
alumnos provocativos dilemas éticos y los anima a entablar una
discusión abierta o un libre intercambio de opiniones. El presupuesto
básico de la discusión es que no hay respuestas correctas o
incorrectas fijas. Cada estudiante debe decidir por sí mismo lo qué es
correcto o incorrecto. A los estudiantes se los exhorta a no criticar o
juzgar valores que sean distintos a los suyos propios.
B. el segundo método implica un esfuerzo consciente por enseñar
virtudes o rasgos de carácter específicos tales como el coraje, la
justicia, el autodominio, la honestidad, la caridad, la obediencia a la
autoridad legítima, etc. Estos conceptos son introducidos y
explicados y luego ilustrados con memorables ejemplos de la historia,
la literatura, y los acontecimientos actuales. El profesor expresa una
fuerte convicción en la importancia de estas virtudes y anima a sus
estudiantes a ponerlas en práctica en sus propias vidas.
William Kilpatrick, Why Johnny Can’t Tell Right from Wrong, Simon & Schuster, New York,
1992, p. 93.
37. Así pues, el primer tipo de educación moral que se debería
enseñar en las escuelas es una educación del carácter que tenga
como fin ayudar a los estudiantes a hacer esfuerzos voluntarios y
responsables por alcanzar una madurez moral, autodominio o paz
interior, es decir, llegar a ser una persona buena, equilibrada y que
tiene el control de sus propios deseos. Igual que los padres desean
que sus hijos no sean egoístas, ni mientan, ni roben, ni sean
violentos, ni adquieran hábitos compulsivos, ni caigan en la
promiscuidad sexual, sino que se mantengan sanos, puros e
inocentes, los profesores, que ejercen su función docente como
substitutos de los padres, deberían fomentar estos mismos valores
como la opción preferente para sus alumnos.
Los profesores deberían alentar a sus alumnos a superar las actitudes egocéntricas infantiles, respetar
voluntariamente las normas morales básicas, optar preferentemente por la virginidad antes del matrimonio y
adquirir virtudes morales individuales tales como la honestidad, integridad, pureza, moderación, coraje,
sabiduría, perseverancia, independencia, autonomía, equidad, imparcialidad, honradez, diligencia, etc.
Una educación del carácter que enseñe el respeto a las normas y el cultivo de las
virtudes morales individuales, y que tenga como fin alcanzar la madurez moral y el
autodominio o paz interior
38. Educación del Carácter
DESEOS
DEL CUERPO
Beneficio propio y satisfacción
individual
DESEOS
DE LA MENTE
Ayudar, servir, ser útil y hacer
felicesa los demás
MENTE
CONCIENCIA
CUERPO
Perfección o madurez moral, Autodominio
honestidad,
integridad, pureza, moderación, coraje,
sabiduría, perseverancia, independencia,
autonomía, equidad, honradez,
imparcialidad y diligencia
Armonía, paz interior
Prioridad
DESEOS
DEL CUERPO
Beneficio propio y
satisfacción individual
DESEOS
DE LA MENTE
Ayudar, servir, ser útil y hacer
felices
a los demás
MENTE
CONCIENCIA
CUERPO
Mentir, robar, conductas violentas,
hábitos compulsivos
Actitudes infantiles egocéntricas, deseos
egoístas
Conflicto interior
Prioridad
39. Al impartir este tipo de educación del carácter hay que evitar
a toda costa los errores antiguos de caer en las actitudes
dictatoriales, autoritarias y paternalistas de tratar de imponer
unas normas morales a la fuerza, o mediante castigos severos o
amenazas de penas eternas, o a través de reprimir o limitar la
libertad y la responsabilidad individual, pretendiendo mantener
eternamente en la infancia a los jóvenes o incluso a los adultos.
Hay que tener siempre en cuenta que los seres humanos
no están configurados para ser forzados a obedecer las
normas morales ni para estar siempre controlados desde
fuera, sino que están hechos para alcanzar la suficiente
madurez moral o autonomía como para comprender por sí
mismos la necesidad de respetar las normas morales.
Así pues, la educación del
carácter debe estar enfocada
hacia la meta de que los jóvenes
lleguen a comprender por sí
mismos las normas, valores y
principios éticos que se les
enseña para que puedan
alcanzar su propia autonomía,
madurez moral o autocontrol de
tal forma que ya no necesiten de
una guía o control externo sino
que sea su propia conciencia la
que les guíe.
La educación del carácter debe ayudar a los jóvenes para que lleguen a comprender por sí
mismos los principios éticos que se les enseña y así poder alcanzar su propia autonomía
moral o autocontrol de tal forma que ya no necesiten un control externo sino que sea su
propia conciencia la que les guíe
40. Una educación cívica que enseñe a los
estudiantes a establecer armoniosas
relaciones de cooperación con sus
compañeros, cultivando las virtudes éticas
sociales, y que tenga como fin convertirlos
en buenos ciudadanos, profesionales y
servidores públicos
Ambos tipos de educación, la del carácter y
la cívica, se basan en los mismos principios
éticos y se refuerzan mutuamente
La educación cívica que se enseña en la
escuela debería ser una prolongación de la
educación del corazón que se imparte en la
familia
EDUCACIÓN CÍVICA
La educación cívica promueve las
virtudes cívicas verticales y las
virtudes cívicas horizontales
Las virtudes cívicas verticales son la
causa o la raíz de donde brotan las
virtudes cívicas horizontales
Enfatizar excesivamente una actitud
crítica y desconfiada hacia todo tipo
de autoridad mata la confianza y
admiración hacia los padres y
personajes modélicos, y también el
deseo de imitarlos y hacer cosas que
beneficien a los demás
41. El segundo tipo de educación moral que se tiene que enseñar en
las escuelas es la educación cívica, cuyo fin es ayudar a los alumnos a
establecer armoniosas y pacíficas relaciones de cooperación con sus
semejantes, o sea, llegar a ser un buen ciudadano del mundo. La
educación cívica complementa a la educación del carácter, ya que —
mientras que la educación del carácter tiene la misión de enseñar
una moralidad individual que anima a los alumnos a alcanzar un
equilibrio o paz interior— la educación cívica, en cambio, se encarga
de enseñar una ética social o comunitaria que alienta a los alumnos
para que de una manera voluntaria sirvan a sus compañeros con sus
talentos y cualidades y promuevan la buena convivencia.
Una educación cívica que enseñe a los estudiantes a establecer armoniosas relaciones de
cooperación con sus compañeros, cultivando las virtudes éticas sociales, y que tenga
como fin convertirlos en buenos ciudadanos, profesionales y servidores públicos
Los profesores deberían alentar a sus alumnos a ser buenos compañeros, intentar comprender o ponerse
en el lugar de los demás, adoptar actitudes altruistas y adquirir virtudes morales sociales o comunitarias,
como confianza, admiración y respeto hacia los profesores, y — entre compañeros y compañeras —
confianza y asistencia mutua, amistad, cooperación, compañerismo, solidaridad y tolerancia.
42. Educación Cívica
BUSCAR EL INTERÉS PROPIO
Propósito para el individuo
SERVIR Y AYUDAR A LOS DEMÁS
BUSCAR LA BUENA CONVIVENCIA
Propósito para el conjunto
Buenos ciudadanos, profesionales y servidores
públicos
Confianza y respeto hacia los servidores públicos, y
ayuda mutua, amistad, cooperación, solidaridad y
tolerancia entre conciudadanos
Prioridad
Conductas egoístas, antisociales, insolidarias y
violentas
Actitudes infantiles egocéntricas e interesadas,
deseos egoístas
Prioridad
BUSCAR EL INTERÉS PROPIO
Propósito para el individuo
SERVIR Y AYUDAR A LOS DEMÁS
BUSCAR LA BUENA CONVIVENCIA
Propósito para el conjunto
43. Ambos tipos de educación, la del carácter y la cívica, se basan en los mismos principios
éticos y se refuerzan mutuamente
Y, al revés, en la medida que alguien se
esfuerce en cooperar con los demás,
comprenderles, ponerse en su lugar, amarles
o servirles, podrá cambiar más rápidamente
su infantil actitud egocéntrica e interesada, y
así madurar el carácter y conseguir una mayor
paz o equilibrio interior.
Cuando, al estancarse en una actitud egocéntrica
infantil, se da preferencia a los deseos del cuerpo
sobre los de la mente o se coloca el interés propio
por delante del interés general, no solamente se
caerá en un estado de contradicción interior entre
las aspiraciones de la mente y los deseos del cuerpo,
sino que también se tendrán relaciones conflictivas
con los demás.
Si, por el contrario, se otorga prioridad a los
deseos de la mente sobre los del cuerpo, o al interés
común sobre la satisfacción individual, se podrá
vivir en paz consigo mismo y con los demás.
Además, a medida que una persona se esfuerce en
mejorar su carácter y lograr un control sobre sí
mismo, le será cada vez más fácil mantener
relaciones armoniosas con los demás.
44. La educación cívica que se enseña en la escuela es o
debería ser una prolongación o extensión de la educación
del corazón que se imparte en la familia. El niño en el
ámbito familiar desarrolla su capacidad de dar amor,
primero, a través de la relación que mantiene con sus
padres, hacia los que siente agradecimiento, amor filial,
confianza, respeto y admiración, y, luego, a través de la
relación de amor fraternal con sus hermanos.
El proceso de socialización escolar y la educación cívica
ayuda a los niños y niñas a extender o proyectar hacia sus
profesores y otras personas de mayor edad este mismo
sentimiento de respeto, amor y confianza que sienten
hacia sus padres —una admiración que luego, cuando
crezcan, proyectarán también hacia sus ídolos, héroes o
personas ejemplares a las que quieran emular.
Al mismo tiempo, la educación
cívica hace que los niños proyecten o
extiendan hacia sus compañeros de
clase y amigos el mismo amor
fraternal que sienten hacia sus
hermanos y hermanas.
La educación cívica que se enseña en la escuela debería ser una prolongación de la
educación del corazón que se imparte en la familia
45. Relaciones
verticales
Relaciones horizontales
HermanasHermanos
EsposaEsposo
Hijos
Padres
Así pues, se podría decir que la educación cívica promueve dos tipos de virtudes cívicas, unas
verticales y otras horizontales, que se corresponden a las relaciones verticales entre personas que
están en distintas posiciones o niveles de responsabilidad —cuyo modelo familiar son las
relaciones entre padres e hijos— y a las relaciones horizontales entre iguales, o sea, personas que
tienen una posición o responsabilidad similar —cuyo modelo familiar son las relaciones entre
hermanos y hermanas, o entre marido y esposa.
Virtudes
cívicas
verticales
La educación cívica promueve las virtudes cívicas verticales y las virtudes cívicas
horizontales
Virtudes cívicas verticales
46. Las virtudes cívicas verticales son entre otras: la
benevolencia, afecto y compasión por parte de los padres y
la piedad filial, confianza y devoción por parte de los hijos;
la dedicación y buen ejemplo por parte de los profesores, y
el respeto, y obediencia por parte de los alumnos; la buena
gestión y la protección de los derechos e intereses de sus
socios y empleados por parte de los ejecutivos o
empresarios, y la lealtad, trabajo y diligencia por parte de
los empleados; y el buen gobierno, la actitud de servicio,
defensa de los intereses públicos y el respeto de los
derechos humanos por parte de los gobernantes, y la
lealtad hacia sus dirigentes, leyes o instituciones públicas, el
respeto y la deferencia hacia las personas mayores y
ancianos y, en general, hacia cualquier persona que ejerza
una función pública, y la cooperación o participación activa
en los asuntos públicos por parte de los ciudadanos.
Las virtudes cívicas verticales
47. Las virtudes cívicas verticales
Hijos
Padres
Alumnos
Profesores
Benevolencia, afecto, compasión , protección, dedicación, sacrificio y buen
ejemplo por parte de los padres
Piedad filial, respeto, confianza y devoción por parte de los hijos
Corazón paternal y maternal, dedicación, sacrificio y buen ejemplo por parte
de los profesores
Respeto, admiración y obediencia por parte de los alumnos
Buena gestión y la protección de los derechos e intereses de socios y
empleados por parte de los empresarios
Buen gobierno, actitud de servicio, defensa de los intereses públicos y el
respeto de los derechos humanos por parte de los gobernantes
Lealtad, cooperación y participación activa en los asuntos públicos por parte de
los ciudadanos
Lealtad, trabajo y diligencia por parte de los empleados
Gobernantes
Ciudadanos
Empresarios
Empleados
48. Y entre las virtudes cívicas
horizontales se podrían enumerar
las siguientes: la cooperación, la
reciprocidad, la fraternidad, el
compañerismo, la amistad, la
cortesía, la fidelidad y confianza
mutua, la tolerancia, la solidaridad
y la simpatía, conmiseración, ayuda
y asistencia mutua entre parientes,
compañeros, amigos y ciudadanos
en general.
Las virtudes cívicas horizontales
49. Las virtudes cívicas horizontales
EsposaEsposo
HermanasHermanos
AlumnasAlumnos
AmigasAmigos
ParientesParientes
Confianza, solicitud, fidelidad y
respeto mutuo, fraternidad,
compañerismo, amistad,
cooperación, reciprocidad,
cortesía, solidaridad , simpatía,
conmiseración, compasión, ayuda
y asistencia mutua entre
parientes, compañeros, amigos y
ciudadanos en general
Compañeros Compañeras
Ciudadanos Ciudadanas
50. Vimos anteriormente cómo el amor de los padres es el
que induce emocionalmente a los hijos a responderles con
agradecimiento, confianza y admiración y amor filial, y
que este amor filial hacia los padres es el que a la larga
motiva a los niños a imitarles y así cuidar o querer a sus
hermanos, ya que los padres representan al conjunto de la
familia y muestran su preocupación y amor por todos los
hermanos.
De hecho, el amor paternal y maternal de los padres es
lo que mantiene unidos a los hermanos. Prueba de ello es
que cuando falta el amor de los padres, los hermanos
tienden a separarse o pelearse entre sí, ya que las
relaciones entre iguales suelen tender de forma natural
más hacia la competencia y la rivalidad que a la armonía,
de una manera similar a la repulsión natural que existe
entre polos magnéticos de mismo signo.
Algo parecido ocurre en las relaciones
sociales entre ciudadanos. Lo que más
motiva a los jóvenes a desarrollar
actividades altruistas, compasivas,
fraternales y solidarias hacia sus
conciudadanos es el ejemplo de los propios
padres o de otras personas modélicas,
sabios, héroes, patriotas, dirigentes o
responsables públicos a los que admiran y
tratan de emular.
Estos personajes modélicos representan
al conjunto y suelen ser personas que
expresan ideales elevados o muestran un
ejemplo de dedicación o sacrificio por el
bienestar del conjunto de la humanidad.
Las virtudes cívicas verticales son la causa o la raíz de donde brotan las
virtudes cívicas horizontales
51. Hijos
Padres
Amor paternal y
maternal
Confianza,
admiración y
agradecimiento
Motiva a los niños a imitarles
Cuidar y querer a sus hermanos
Profesores, sabios, héroes, patriotas
o líderes que muestran un ejemplo de
amor y sacrificio por los demás
Los jóvenes confían en ellos,
los respetan y los admiran
Se despierta en ellos el deseo de imitarlos y
emprender una labor altruista o solidaria que
beneficie al sus conciudadanos
Las virtudes cívicas verticales son la raíz de donde brotan las horizontales
Personas
modélicas
Jóvenes,
ciudadanos
Ciudadanos CiudadanasHermanos Hermanas
52. Las virtudes verticales son las que inducen y motivan la práctica de las
virtudes horizontales
Virtudes
verticales
Virtudes
horizontales
Amor paternal y maternal, benevolencia, buenos
ejemplos de dedicación y sacrificio
Confianza, fe, lealtad, respeto y admiración hacia
personajes modélicos
Fraternidad, compañerismo, amistad, cooperación,
reciprocidad, cortesía, solidaridad, ayuda y
asistencia mutua entre compañeros, amigos y
ciudadanos en general
53. En la educación cívica centrada en los
derechos humanos y los valores democráticos
—debido a su marcada impronta liberal
individualista y a que arrastran el fuerte
prejuicio antiautoritario de los ilustrados— se
enfatizan casi exclusivamente las virtudes
horizontales, o sea, la libertad, la
independencia, la igualdad, la fraternidad, la
solidaridad, la tolerancia, etc., mientras que se
relegan a un segundo término o se desprecian
las virtudes verticales como la fe, confianza,
respeto o veneración por padres, maestros,
líderes o gobernantes.
Es obvio que la rebeldía en contra de una
autoridad tiránica, injusta, abusiva o paternalista
es algo necesario y justificado, pero lo que no es
lógico es mantener una actitud crítica y rebelde
eterna, una hermenéutica de la sospecha
permanente contra todo tipo de autoridad.
De hecho, si en la educación cívica se inculca
solamente la actitud de exigir y reclamar los
derechos individuales se ahogaran los
sentimientos de agradecimiento que los jóvenes
deberían sentir hacia sus padres, gobernantes o
nación, y por tanto también el deseo de
responder o corresponder cumpliendo con sus
deberes o responsabilidades.
En la educación cívica basada en los derechos humanos y valores democráticos se
enfatizan casi exclusivamente las virtudes horizontales debido a un fuerte prejuicio
antiautoritario heredado de los ilustrados
54. Así pues, cuando se resalta excesiva e injustificadamente la actitud
de crítica y sospecha hacia todo tipo de autoridad —como se tiende a
hacer en la educación cívica liberal occidental— se ahoga el
agradecimiento, confianza, amor y respeto que tanto jóvenes y
adultos deberían sentir hacia sus padres, profesores y responsables
públicos, con lo cual se quedan sin modelos que emular y por tanto
no se sentirán movidos a actuaciones solidarias y ni siquiera a
cumplir sus deberes sociales mínimos.
Así que, por mucho que se predique la fraternidad y solidaridad
democrática, los individuos se volverán egoístas, irresponsables e
incapaces de cumplir sus deberes sociales, lo criticarán todo y
pensarán que la culpa de sus problemas la tiene las autoridades y
sociedad.Y se pelearán o pleitearán continuamente entre ellos
reclamando para sí cada vez más derechos o beneficios individuales.
La injustificada actitud de crítica y sospecha hacia todo tipo de autoridad dejan a los
jóvenes sin modelos que emular y al final destruyen las virtudes democráticas de
solidaridad y fraternidad
55. Confianza, respeto o veneración por padres,
maestros, líderes o gobernantes
Deseo de imitarlos y hacer cosas que beneficien
a los demás
La libertad, la independencia, la igualdad, la
fraternidad, la tolerancia y la solidaridad entre
compañeros, amigos y ciudadanos en general
Virtudes horizontales
Virtudes verticales
Enfatizar excesivamente una actitud crítica y desconfiada hacia todo tipo de autoridad
mata la confianza y admiración hacia los padres y personajes modélicos, y también el
deseo de imitarlos y hacer cosas que beneficien a los demás
Individualismo
Prejuicio antiautoritario
Ilustrado
Actitud crítica y desconfiada
hacia todo tipo de autoridad
56. Así pues, las sociedades democráticas deberían
reformarse moralmente, moderar su individualismo
y corregir este clima social conflictivo entre adultos
y responsables públicos esforzándose por mostrar
mejores ejemplos. Además de esto, deberían
superar los viejos prejuicios ilustrados e impartir una
educación cívica a los jóvenes más completa o
equilibrada, que resalte a la vez las virtudes cívicas
verticales y horizontales que acabamos de
mencionar.
De este modo, se podría corregir la tendencia
actual por parte de la juventud, especialmente en
Occidente, hacia la falta de respeto por sus padres,
personas mayores y ancianos, profesores y demás
personas responsables o servidores públicos, algo
que aún no se ha perdido completamente en las
sociedades tradicionales orientales.
No se trata tampoco de volver a los antiguos
errores y pretender inculcar en los jóvenes una
fe ciega u obediencia incondicional a las
autoridades por el simple hecho de ocupar una
posición o un cargo, sino simplemente fomentar
la confianza, respeto y admiración de los
jóvenes hacia las personas responsables que se
lo merezcan o sean capaces de ganarse con su
ejemplo esas muestras de respeto.
De una forma similar, unos padres no pueden
reclamar autoritariamente una obediencia ciega
por el simple hecho de ser padres, sino que
tienen que ganarse con su amor y ejemplo
personal la confianza y respeto espontáneo de
sus hijos.
Necesidad de la regeneración moral de las sociedades democráticas mediante una
educación ética que armonice las virtudes verticales con las horizontales
57. En resumen, ya que la escuela es una prolongación
de la familia, padres y profesores deberían colaborar
activamente en la educación del carácter y la
educación cívica de los alumnos. Los padres no
deberían desentenderse de la educación de sus hijos,
simplemente dejando a sus hijos en la escuela y
esperando que los maestros y profesores se ocupen
de todo, alegando la necesidad de trabajar o la falta
de tiempo, ya que son precisamente los padres los
mayores responsables por la educación moral de sus
hijos. Medina Rubio acertadamente escribe al
respecto: «Es necesario promover una participación
más intensa, cualificada y activa de los padres en los
problemas educativos de sus hijos y de las
instituciones escolares.»
Rogelio Medina Rubio, «La familia y la formación de las actitudes
personales ante la vida», en La familia en el tercer milenio, UNED,
Madrid, 1995, p. 48-49.
Como sugerencia, sería muy recomendable que
se flexibilizara el estricto sistema de segregación
escolar por grupos de edades, permitiendo una
mayor interrelación y comunicación entre alumnos
de diferentes edades. Igual que dentro de una
familia los hermanos y hermanas mayores se
ejercitan en cuidarse o tomar responsabilidad por
sus hermanos menores y éstos aprenden más
rápido imitando a sus hermanos mayores, asimismo
en las escuelas los alumnos de más edad deberían
también ayudar, enseñar o hacerse responsables
por los de menor edad.
Además, a medida que crecen, se les debería
animar a mostrar su agradecimiento hacia sus
padres, profesores y a la sociedad en general a
través de hacer pequeños servicios o trabajos
voluntarios que beneficien a otra gente.
Alentar la participación de los padres en la educación de los hijos, flexibilizar el sistema
de segregación por grupos de edades y animar a realizar trabajos voluntarios
58. Parece un tanto kafkiano que, por una parte, nuestras
instituciones públicas inviertan ingentes cantidades de dinero y
recursos humanos en la educación científico-técnica, artística y
humana de nuestros hijos con el fin de convertirlos en buenos
profesionales y buenos ciudadanos, y, por otro lado, haya personas
que desde los medios de comunicación, la industria del
entretenimiento y la publicidad se dediquen a predicarles una moral
hedonista, materialista y egoísta, un culto al sexo y a la violencia, una
veneración obsesiva y narcisista de la imagen, el cuerpo y la belleza
física, o incluso una excitación al tabaquismo, la alcoholemia o la
pornografía, todo ello con el único fin de hacerse ricos a costa de los
vicios y degradación ajena.
Entonces, a consecuencia de esto los jóvenes, adolescentes, e
incluso niños influidos y engañados por esta prédica hedonista
adquieren todo tipo de conductas antisociales, violentas y
compulsivas que a la larga producen graves problemas sociales que
generan también tremendos costes económicos y humanos en
medidas sociales, sanitarias, policiales, judiciales o penitenciarias.
¿No sería infinitamente más
sencillo, económico y fácil dejar de
predicar estas nuevas formas de
religión o cultos hedonistas al
cuerpo, sexo y violencia desde el
púlpito público de los medios, que
tan nefastas influencias ejercen
sobre los adolescentes y tan
desastrosas consecuencias sociales
acarrean?
¿No sería mejor que los medios,
las industrias del entretenimiento y
las multinacionales colaboraran con
las instituciones educativas en su
misión educadora de la juventud
con el fin de formar buenos
profesionales y buenos ciudadanos
del mundo?
LA FUNCIÓN EDUCATIVA DE LOS MEDIOS
59. López-Barajas nos comenta este mismo problema en la cita que viene a continuación.
La juventud es un bien de la humanidad que necesita protección
«Me refiero también al canto de sirena
que representa la difusión —sobre todo en
los países más prósperos— de un mercado
de la diversión que aparta de un
compromiso serio por la vida y educa a la
pasividad, al egoísmo y al aislamiento.
La amenaza a los habitantes de la
Tecnoestructura es el mal uso de las
técnicas publicitarias, que estimulan la
satisfacción inmediata de todo deseo;
mientras que el consumismo, unido a ellas,
sugiere que el hombre busque realizarse a
sí mismo sobre todo en el disfrute de los
bienes materiales.
.
Cada día son más los jóvenes y adultos, conquistados
por la fascinación de engañosos espejismos, se
abandonan a las fuerzas incontroladas de los instintos o
se aventuras por caminos aparentemente ricos en
promesas, pero en realidad privados de perspectivas
auténticamente humanas. (...)
El abandono del camino difícil, el seguimiento de
espejismos tales como los mundos ilusorios del alcohol y
la droga, la relación sexual efímera sin compromiso
familiar, el cinismo, la indiferencia y hasta la violencia son
sendas que llevan un desierto social de infidelidad y
agresividad.»
Emilio López-Barajas Zayas, «La familia es una institución
permanente», en La familia en el tercer milenio, UNED, Madrid, 1995,
pp. 21-22, 17.
60. Como afirma, con muchísima razón, López-Barajas, se
debe considerar a «la juventud como un bien social. La salud
de los pueblos depende en gran parte, sobre todo en su futuro
inmediato, de este colectivo social. (...) La juventud... es un
bien especial de todos. Un bien de la humanidad.» Así pues, la
misma protección, cuidado y preocupación que hoy día
mostramos por el bienestar físico y psíquico de los niños,
deberíamos también extender a los adolescentes, por ser una
edad especialmente delicada y vulnerable a las influencias
externas.
La juventud es un preciado tesoro que tanto los padres
como los educadores y las personas responsables en el campo
de las finanzas, los medios y la política deberían
comprometerse a salvaguardar, proteger y educar, porque de
ellos dependen la riqueza, salud, bienestar y felicidad futura
de la sociedad.
Emilio López-Barajas Zayas, «La familia es una institución permanente», en
La familia en el tercer milenio, UNED, Madrid, 1995, p. 12.
Hay que reconocer que muy a menudo las
industrias del entretenimiento y los medios
contribuyen de forma muy positiva, con su
labor informativa o artística, a concienciar a
la opinión pública sobre los graves problemas
sociales y humanitarios que nos afectan a
escala nacional y mundial, y también a
alentar a los ciudadanos a demostrar su
solidaridad y a ofrecerse como voluntarios.
La juventud es un bien de la humanidad que necesita protección
61. Sin embargo, ni la libertad de expresión, ni la libertad de
creación artística, ni la libertad de mercado, y ni siquiera la
libertad de conciencia, se puede esgrimir como excusa para
que —a través de los medios, las artes y la publicidad— de una
manera deliberada se excite o induzca a los niños y
adolescentes a conductas violentas, autolesivas, compulsivas o
claramente denigratorias para dignidad humana, con el único
fin de lucrarse a costa del vicio y la degradación física, humana
y moral de la juventud.
Además de tomar medidas legislativas más restrictivas que
impidan este tipo de enriquecimiento a costa de destruir
psíquicamente o incluso físicamente a otras personas, mejor
que la censura sería sin lugar a dudas que se pudiera llegar a
formalizar pactos de caballeros entre los responsables de los
medios y las industrias del entretenimiento con el fin de evitar
estas actuaciones, que puede que sean lucrativas para ellos
particularmente, pero que no son en absoluto beneficiosas
para la salud pública o bienestar general de los ciudadanos.
.Y sería muchísimo mejor, si los medios
colaborasen con las agrupaciones de
padres y educadores y el mundo
académico, en general, en su misión
trasmitir una educación del carácter y una
educación cívica de la juventud e ilustrarla
a través de historias o vida de personajes
ejemplares que puedan servir de modelos
a imitar.
Los límites de la libertad de expresión y creación artística