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Desafíos y lecciones de la práctica docente
1. ENIGMAS Y DILEMAS DE LA PRÁCTICA DOCENTE
Lucila Galván Mora
La práctica es un crisol donde se forja la vocación de maestro. La persona se juega
toda entera para seguir esa llamada ineludible que la conduce a su destino. Aldo y
Juan no querían ser profesores, y sin embargo, circunstancias y condiciones los
llevaron por la senda del magisterio; en las aulas, como estudiantes, encontraron
una pasión y un sentido a su quehacer. Pasión por el aprendizaje de los niños y las
niñas, por verlos crecer “como plantitas de maíz”, por conocer sus problemas y
apoyarlos para salir adelante. También, es cierto, encontraron “vicios y excesos” de
la escuela, pero en vez de atraparlos, los incentivaron a buscar formas distintas de
hacer las cosas, de ser maestro. Los motivos y razones que los llevaron al
magisterio son comunes, no difieren de los que han encontrado otros estudios sobre
la elección profesional de estudiantes normalistas, con la salvedad, quizá, de que
Aldo y Juan tenían otros sueños alejados de la docencia. El contexto familiar fue
determinante; ambos crecieron en un ambiente magisterial que abrió el camino
hacia la docencia. El padre de Aldo fue maestro rural y después de una larga
trayectoria por escuelas de educación básica, llegó a laborar en una escuela normal
de la ciudad capital, donde era muy reconocido. Aldo admiraba la entrega de su
padre, lo había visto trabajar duro toda su vida y consideraba que, frente a ese
perdurable esfuerzo, él no era consistente. Los estudiantes pusieron en juego su
interés y sus saberes incipientes para llevar adelante a un grupo de niños y de
personas adultas; sin mucha conciencia de lo que hacían, aportaron algo de sí para
que otros crecieran. Estas tempranas experiencias constituyeron un referente
importante en su camino hacia el magisterio.
Esa experiencia también marcó decisiones y actuaciones para trabajar con niños y
niñas de la escuela primaria, años después, como aprendiz de maestro; y no sólo
en el área metodológica, sino en otros aspectos más delicados como son la relación
y la forma de trato a los alumnos. Durante su práctica intensiva, Aldo buscó retomar
los aprendizajes adquiridos en esa aventura de alfabetización. Para los dos
2. estudiantes los niños y niñas eran el centro del trabajo docente. Era una certeza
que habían adquirido antes de su ingreso a la escuela normal, alimentada en parte
por las incipientes experiencias que habían tenido con ellos, y seguramente, por lo
que habían escuchado y visto hacer a sus progenitores, a lo largo de su vida como
maestros. La práctica intensiva significó para ellos un reto mayúsculo. Las
vicisitudes, escollos y dilemas que enfrentaron en las aulas, no siempre con buenos
resultados, los hicieron flaquear e incluso pensar en abandonar la carrera. Pero en
medio de los conflictos personales ellos se mantuvieron, atravesaron “el terreno bajo
y pantanoso de la práctica” (Schön, 1998) y hasta llegaron a desafiar el engranaje
institucional para buscar salidas a problemas corrosivos que parecían no tener
solución, como la repetición en los primeros grados. La relación con los niños
representó al fin el horizonte donde ellos encontraron motivos importantes para
avanzar en la profesión. Con mayores responsabilidades familiares, pues tenía ya
dos hijos, pensaba seriamente en dejar la docencia para montar un negocio
redituable, enfrentando el descuerdo y el enojo de su padre. En experiencias y
episodios de su vida, en los contextos familiares y sociales, Aldo y Juan fueron
construyendo una visión de la docencia y de los significados de la profesión.
El respeto y el orgullo que sentían por la profesión también contaron y fueron
aspectos importantes en su inclinación inicial por la docencia. Dealguna forma estos
sentimientos hicieron contrapeso para dejar atrás su sueño de estudiar carreras que
los llevaran al océano o a la tribuna; y, aunque años después Aldo consideró
abandonar la docencia por otro oficio más redituable, siempre manifestó sentir
aprecio por la profesión. De los cursos recibidos en la escuela normal, el de
Problemas y políticas dela educación básica, ubicado en el primer semestre de la
carrera, tuvo un fuerte impacto en la formación de Aldo, porque lo aproximó a una
realidad que él no conocía y ni siquiera imaginaba: los elevados índices de
repetición y deserción escolar en nuestro país, sobre todo en los primeros grados
de la educación primaria. primer grado habían pasado a segundo grado con su
mismo grupo, pero “escogidito”; es decir, sin los niños “repetidores”. A finales del
mes de junio Aldo concluyó formalmente su estancia de trabajo en la escuela
primaria y partió. En el mes de noviembre presentó su examen profesional en la
3. escuela normal; ese mismo mes le otorgaron su plaza de trabajo. Lo ubicaron en
una comunidad indígena bilingüe, también hablante de español, distante de la
ciudad capital. Aldo llegó a hacerse cargo del único grupo de segundo grado,
conformado por 20 niños. Juan fue un estudiante irregular. En su expediente escolar
están consignadas tres asignaturas a “R-2”, siglas alusivas a la presentación de
examen en segunda oportunidad. Según él, esto se debía al alto porcentaje de faltas
que acumuló e impedía el acceso a la evaluación regular. Tuvo que someterse a la
normativa prevista para pasar las materias. Además de la ausencia, Juan reconoce
que no estudiaba ni cumplía con las obligaciones académicas; ocupó el penúltimo
lugar de su generación, con promedio general de ocho. Los estudios, como él dice,
se los llevó de muertito. Juan fue adscrito a un grupo de 3er. grado que inicialmente
tenía 25 alumnos - 14 niñas y 11 niños-, cuyas edades fluctuaban entre los siete
años diez meses y los diez años. Meses después se integraron dos niños más que
provenían de localidades rurales; y dos niños dejaron el grupo porque emigraron
con sus padres a otras entidades. En el grupo había 7 niños que cursaban el grado
por segunda vez, eran “repetidores”; cuatro de ellos se consideraban niños con
necesidades educativas especiales, caracterizados como débiles auditivos y con
atención dispersa.