Este documento proporciona información sobre el estreñimiento funcional y el síndrome de intestino irritable. Define el estreñimiento funcional y su epidemiología, etiología, diagnóstico y tratamiento. También define el síndrome de intestino irritable, sus síntomas, clasificación, diagnóstico diferencial y criterios de tratamiento y derivación a especialistas. El documento ofrece una guía para la evaluación y manejo de estos trastornos funcionales gastrointestinales en Atención Primaria.
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ESTREÑIMIENTO FUNCIONAL
1. DEFINICIÓN
El estreñimiento es un síntoma, sobre el que los pacientes difieren entre sí en
la forma de describirlo, refiriéndose al mismo como la sensación de evacuación
incompleta, el esfuerzo excesivo pero no efectivo para defecar, la presencia de
deposiciones duras, o incluso, la disminución de frecuencia en las deposiciones
semanales.
En occidente, se establecieron unos límites considerados como “normales” del
ritmo deposicional, que oscilan entre tres deposiciones diarias máximo o tres
deposiciones semanales mínimo, por la preocupación que existía del hábito
defecatorio años atrás.
En el ámbito sanitario, se ha establecido una definición de estreñimiento,
basada en los criterios Roma III (aunque en la práctica clínica diaria, su uso es
escaso). Según los cuales, los síntomas deben haberse iniciado seis meses
antes del diagnóstico y cumplirse los criterios siguientes durante los tres
últimos 3 meses:
Por un lado, presencia de 2 o más de los siguientes criterios:
• Esfuerzo excesivo al menos en el 25% de las deposiciones.
• Heces duras o caprinas al menos en el 25% de las deposiciones.
• Sensación de evacuación incompleta, de obstrucción o bloqueo
anorrectal al menos en el 25% de las deposiciones.
• Manipulación digital (extracción digital o presión en suelo pélvico)
para facilitar la defecación en el 25% de las deposiciones.
• Menos de 3 deposiciones espontáneas completas a la semana.
Por otro lado, la presencia de heces líquidas es rara sin el uso de laxantes.
Y, por último, no deben existir criterios suficientes para el diagnóstico de
Síndrome de Intestino Irritable.
Los criterios de Roma III han permitido conciliar la dispersión de criterios y
acepciones, incorporando términos cuantitativos y cualitativos, dado que la
perspectiva global del médico y del paciente difiere. A nivel social, una función
defecatoria saludable, se define como aquella en la que la persona realiza al
menos tres evacuaciones por semana, es indolora y se realiza sin un esfuerzo
excesivo. Además, el individuo debe alcanzar una sensación de desocupación
completa del recto.
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2. EPIDEMIOLOGÍA
El estreñimiento constituye un motivo muy frecuente de consulta entre los
pacientes que acuden a centros de Atención Primaria. La prevalencia en la
población mundial varía entre el 2,5 al 79% en adultos y el 0,7% al 29,6% en
niños.
En España, la prevalencia autodeclarada del estreñimiento en la población
general, oscila entre un 2% y 28%, variabilidad que refleja, en gran medida, la
diversidad de acepciones y definiciones de este síntoma. Es 1,5 veces más
frecuente en mujeres que en hombres, diferencia que se incrementa con la
edad, sobre todo a partir de los 60 años (al contrario que en la infancia, donde
es más frecuente en los niños). Por encima de los 65 años, la prevalencia
aumenta en ambos sexos, de forma que un 34% de las mujeres y un 26% de
los varones se autodefinen como estreñidos. También es más frecuente en
personas con un estilo de vida sedentario, nivel socioeconómico bajo,
embarazo y enfermedades que alteran la motilidad gastrointestinal tales como
la ERGE, síndrome de colon irritable o la dispepsia funcional. Estas cifras,
aumentan en personas ancianas hospitalizadas o instituciones geriátricas.
3. ETIOLOGÍA
El estreñimiento es un síntoma que suele ser consecuencia de una causa
multifactorial: hábito poco regular, alimentación con poca fibra, escasa ingesta
de líquidos o escasa actividad física. En la mayoría de los casos, en el
estreñimiento no se identifica una causa orgánica subyacente, siendo
denominado “Estreñimiento crónico idiopático” (ECI) “simple” o “primario”, o,
“Estreñimiento crónico funcional”. En este caso, el estreñimiento suele ser
consecuencia de alteraciones funcionales primarias del colon y de la zona
anorrectal.
Sin embargo, existen otras causas de estreñimiento, supeditadas a la
presencia de alteraciones orgánicas o a trastornos “secundarios” de la función
motora, cuyo origen puede relacionarse con el consumo de determinados
fármacos o la presencia de enfermedades sistémicas de naturaleza endocrino-
metabólica, neurógena o neuromuscular, es el denominado “Estreñimiento
crónico secundario”.
Las principales causas secundarias de estreñimiento son:
• Por dificultad en el llenado del recto. El contenido intestinal
permanece más tiempo en el colon por lo que se incrementa la
absorción de agua y electrólitos, produciendo disminución del volumen y
endurecimiento de la masa fecal. Como consecuencia, se reducirá el
volumen de las deposiciones, la sensación de ganas de defecar y la
facilidad para expulsar las heces en defecación:
a. Obstáculo intraluminal o en la pared del colon: tumores,
enfermedad inflamatoria intestinal, enfermedad infecciosa, colitis
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isquémica, postirradiación, postquirúrgico (bridas), vólvulo,
enfermedad diverticular hernias…
b. Alteración primaria de la motilidad del colon: enfermedad de
Hirschsprung (fallo en la relajación del esfínter interno anal en
respuesta a la dilatación del recto, con dilatación progresiva de
colon proximal), inercia colónica (tránsito colónico lento)
c. Causas extraintestinales que alteran la motilidad del colon:
i. Endocrinas: diabetes mellitus (60% de los casos),
hipotiroidismo (enlentecimiento del ritmo eléctrico básico
intestinal. Se restituye al normalizar la función tiroidea),
hiperparatiroidismo feocromocitoma, glucagonoma,
panhipopituitarismo, enfermedad de Addison.
ii. Metabólicas: porfiria, amiloidosis, uremia, hipercalcemia,
hipermagnesemia, hipopotasemia.
iii. Neurológicas: por disfunción de la inervación extrínseca
(simpática y parasimpática) esclerosis múltiple,
enfermedad de Parkinson, tumores, lesión en los cordones,
ACV.
iv. Miopatías: esclerodermia, miopatía visceral, polimiositis.
v. Dieta incorrecta: pobre en fibra, pobre ingesta de líquidos.
vi. Psiquiátricas: anorexia nerviosa, depresión, ansiedad (por
efecto somático de la enfermedad o efecto anticolinérgico
de los fármacos usados de tratamiento).
vii. Fármacos (Fígura 1).
viii. Embarazo.
• Por dificultad en el vaciado del recto:
o Obstáculo mecánico: Patología anorrectal (cáncer anorrectal,
estenosis anal, absceso, fisura anal, hemorroides, prolapso).
o Alteración del reflejo de la defecación: disinergia rectoesfinteriana,
lesión neurológica.
o Debilidad muscular: obesidad, multiparidad, senilidad.
o Prolapso rectal.
o Megacolon o megarrecto idiopático.
Figura 1. Fármacos que provocan estreñimiento.
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No se debe olvidar, el diagnóstico diferencial del estreñimiento crónico
idiopático con el Síndrome de intestino irritable con estreñimiento (SII-E), de
hecho, ambos comparten diversos síntomas, aunque en el SII-E debe estar
presente el dolor o molestia abdominal como síntoma para realizar el
diagnóstico de esta entidad (Figura 2). Aún así, hay discrepancias, con autores
que consideran el ECI y el SII-E 2 entidades distintas y otros que los incluyen
como subapartados de un mismo espectro.
Figura 2. Diagnóstico diferencial entre estreñimiento idiopático y Sd Intestino
irritable.
Es importante identificar la presencia de cualquier patología subyacente, dado
que su tratamiento ayuda a corregir el trastorno y la calidad de vida del
paciente, evitando además la realización de pruebas complementarias
inadecuadas al paciente y un coste inapropiado para las administraciones
sanitarias.
Una vez excluidas las causas secundarias de estreñimiento, se puede hablar
de estreñimiento crónico idiopático.
4. DIAGNÓSTICO
Para el diagnóstico del estreñimiento debemos realizar la historia clínica, donde
la anamnesis constituye el pilar fundamental para una aproximación coste-
efectiva del paciente con estreñimiento. Debe incluir datos como la edad (para
el despistaje de otras enfermedades de peor pronóstico en función de la edad
con la que consultan por los síntomas), las comorbilidades del paciente, los
fármacos que toma y la descripción del síntoma guía. Una vez centrados en el
estreñimiento debemos preguntarnos:
1. ¿Cuándo comenzó el estreñimiento? el estreñimiento de larga duración
sugiere el padecimiento de un trastorno funcional idiopático.
2. ¿En qué consiste realmente su estreñimiento?: ¿Ausencia de deseo o
esfuerzo excesivo durante la evacuación?
3. ¿Ha observado un cambio reciente en el hábito deposicional?
4. ¿Cada cuánto tiempo efectúa una deposición?
5. ¿Cómo son las deposiciones? (Figura 3)
6. ¿Tiene la sensación de haber vaciado por completo el intestino?
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7. ¿Tiene dolor coincidiendo con la deposición? El estreñimiento funcional
rara vez se caracteriza por dolor importante. El dolor cólico o malestar
abdominal que alivia tras la deposición, constituye uno de los criterios de
Roma III para el diagnóstico de SII.
Figura 3. Escala Bristol para evaluar aspecto y composición de las heces.
También debemos indagar y conocer los posibles síntomas gastrointestinales
asociados al estreñimiento, que reflejan un trastorno funcional que afecta a la
globalidad del aparato digestivo como la pirosis, plenitud postprandial, saciedad
precoz, náuseas, hinchazón o flatulencia. Su estilo de vida y hábitos dietéticos,
el consumo de laxantes y los factores psicosociales que rodean al paciente.
Y, es muy importante conocer si presenta síntomas de alarma que sugieran la
presencia de una enfermedad orgánica y que por lo tanto obligan a realizar
pruebas complementarias para verificar la sospecha clínica:
• Estreñimiento de nueva aparición en un paciente mayor de 50 años.
• Persistencia de los síntomas en la noche.
• Cambio en el calibre de las heces.
• Síntomas obstructivos.
• Historia familiar de cáncer de colon o enfermedad inflamatoria intestinal.
• Anemia ferropénica.
• Pérdida de peso inexplicable.
• Sangrado rectal.
• Dolor abdominal intenso.
• Test de sangre oculta en heces positivo
Posteriormente pasaremos a realizar la exploración física, mediante la
percusión y palpación abdominal para descartar la presencia de masas.
Inspección anal para detectar presencia o ausencia de fisuras o hemorroides
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externas, y, realización de tacto rectal para comprobar la sensibilidad y tono del
esfínter anal, identificar la presencia o ausencia de heces, impactación fecal,
moco, pus, sangre, patología anal o perianal.
Podemos recurrir a la realización de pruebas complementarias, aunque no
existe suficiente evidencia a favor para su realización en el estudio del
estreñimiento crónico en pacientes sin síntomas de alarma o sospecha de
patología orgánica. Análisis sanguíneo (Hemograma, bioquímica con
electrolitos y hormonas tiroideas). Radiografía de abdomen (ver retenciones de
heces que sugieran megacolon). Colonoscopia la American American Society
of Gastrointestinal Endoscopy, recomienda la realización de colonoscopia a
todos los pacientes con estreñimiento que presenten anemia, sangrado rectal,
sangre oculta en heces +, síntomas obstructivos, aparición reciente del
estreñimiento, pérdida de peso, prolapso rectal, cambio en el calibre de las
deposiciones o que sean mayores de 50 años y no hayan hecho un cribado de
cáncer de colon. Manometría rectal, evalúa la función motora del colon,
identificando respuestas anormales del esfínter. Puede estar indicada en
pacientes que no responden al tratamiento o con sospecha de alteración
esfinteriana.
Otras pruebas realizadas por el especialista digestivo serán la electromiografía
del suelo pélvico, el estudio del tiempo del tránsito colónico, el estudio dinámico
de la defecación o el estudio de la motilidad colónica.
5. TRATAMIENTO
La mayoría de los casos de estreñimiento idiopático pueden manejarse en el
ámbito de Atención Primaria tras excluir los síntomas o signos de alarma. La
valoración global del paciente, tanto con la historia clínica como con la
exploración física, suele indicar los pasos a seguir en el tratamiento inicial.
Dicho tratamiento debe ser individualizado, aunque existen medidas generales
a realizar, como reforzar el cumplimiento de las medidas “higiénico-dietéticas”,
corregir o disminuir los factores de riesgo para la aparición del estreñimiento,
entre ellos muy importante conocer y valorar los fármacos que toma el
paciente, y, hacer un uso de laxantes escalonado, reservando los fármacos
para los casos intratables a pesar de lo anterior.
Primero de todo debemos potenciar las medidas higiénico-dietéticas. Se
recomienda realizar una dieta equilibrada que incluya abundante fibra (salvado
de trigo, cereales, fruta fresca y verduras). El promedio de consumo de fibra en
el mundo occidental es 10-15 gramos/día, de modo que incrementando 15-20
gramos la ingesta de fibra diaria, aumentamos el volumen de las deposiciones
a la vez que disminuimos su consistencia, aunque debemos explicarle al
paciente que su efecto no es inmediato, a diferencia de los laxantes, y, que
pueden presentar un cuadro transitorio de flatulencia por aumento de
producción de gas por las bacterias intestinales.
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Debemos también asegurarnos de que el paciente bebe abundantes líquidos
(1,5-2 litros/24 h) y realiza ejercicio regularmente (aunque la evidencia formal
de su efectividad es débil).
Otras medidas higienicodietéticas son; tener un horario preestablecido para ir al
baño a realizar la deposición (recomendando después de las comidas y mejor a
primera hora de la mañana ya que la motilidad del colon es mayor), evitar
aguantarse las ganas de defecar y adoptar la posición de cuclillas que facilita la
expulsión de heces.
En los pacientes con enfermedades que predispongan al estreñimiento,
debemos corregir las causas y optimizar el uso de fármacos, retirando aquellos
no necesarios.
En segundo lugar disponemos de los laxantes, que se usarán de forma
escalonada intentando conseguir el objetivo de la defecación con el menor
número de efectos secundarios, siendo normalmente los más potentes los que
peor se toleran. Puede ser útil ir alternando unos con otros.
1. Agentes formadores de volumen (mucílagos): su mecanismo de acción es
similar al de la fibra dietética y requieren ser administrados junto con abundante
agua. Entre ellos se incluyen mucílagos naturales obtenidos a partir de la
semilla del psilio (procedentes de plantas del género Plantago) o de algas
marinas (agar-agar) y otros derivados semisintéticos de la fibra vegetal como la
metilcelulosa y carboximetilcelulosa. La dosis debe incrementarse de forma
gradual, dado que poseen los mismos efectos secundarios que la fibra
dietética.
2. Agentes osmóticos:
• Laxantes salinos: sales de magnesio (hidróxido, citrato o sulfato de
magnesio) o sodio (fosfato de sodio), éste último reservado como
solución evacuante para la limpieza intestinal antes de un enema
baritado o colonoscopia. La eficacia de estos laxantes se basa en que
tanto el Mg como el ion sulfato son escasamente absorbidos por el tubo
digestivo, ocasionando un efecto osmótico dentro de la luz intestinal,
incrementando con ello el contenido de agua de las heces y la
frecuencia deposicional.
• Azúcares no absorbibles: incluyen manitol, sorbitol, lactulosa, lactitol y
polietilenglicol. Serán el segundo escalón, son metabolizados por las
bacterias del colon provocando efecto osmótico y estimulante de la
motilidad. También provocan flatulencia.
• Glicerina: se utiliza en forma de supositorios y es de gran utilidad en
niños y ancianos. Estimulan la evacuación al promover la rápida
incorporación de líquidos hacia la luz intestinal, ejerciendo un efecto
lubricante sobre las heces.
3. Agentes de contacto (estimulantes): actúan sobre el plexo mientérico
activando la peristalsis y promoviendo la secreción de agua y electrolitos.
Sonsen, cáscara sagrada o áloe y los polifenólicos (fenolftaleína, bisacodilo y
picosulfato sódico). Se desaconseja un uso frecuente o prolongado de este tipo
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de laxantes por el riesgo de causar disturbios hidroelectrolíticos (hiponatremia,
hipopotasemia). Su uso debería reservarse para episodios transitorios de
estreñimiento intenso o cuando el enfermo no ha respondido a otro tipo de
regímenes. La melanosis coli es una pigmentación característica de la mucosa
del colon que aparece en personas que los consumen.
4. Agentes emolientes (reblandecedores de heces como el aceite de parafina),
actúan como detergentes, favoreciendo la mezcla del componente graso de las
heces con el componente hidrófilo. Muy beneficiosos en personas encamadas,
episodios de impactación fecal y en pacientes en tratamiento con opiáceos.
Riesgo de neumonía por aspiración. Aplicados de forma local (supositorios,
microenemas o enemas) serán útiles para iniciar o completar la defecación en
los casos más difíciles.
5. Preparados de uso rectal (enemas y supositorios). La administración de
enemas debe de ser considerada como alternativa, en pacientes con heces
acumuladas en la región rectosigmoide, un hecho frecuente en pacientes
crónicos y en enfermos que permanecen internados en residencias geriátricas.
Una nueva generación de fármacos no laxantes se están investigando y
comercializando, los procinéticos, cuyo mecanismo de acción se basa en un
restablecimiento de tránsito intestinal normal por actuación a nivel de los
receptores de serotonina existentes en el plexo mientérico como la
Prucaloprida o por estimulación de la secreción de cloro como la Linaclotida.
Ventaja de estos fármacos es que se consiguen deposiciones por un
mecanismo casi natural y con escasos efectos secundarios. Su desventaja, es
su elevado coste económico y la nula financiación por parte de la Seguridad
Social española.
En el caso del estreñimiento por defecación obstructiva el biofeedback puede
ser de utilidad, siendo el tratamiento de elección en el anismo y en las fases
iniciales de periné descendente. Su objetivo es reforzar el suelo pélvico y
normalizar la defecación mediante sistemas audiovisuales dirigidos por
personal entrenado.
Queda por definir el papel que en el tratamiento jugará en un futuro la
electroestimulación y neuromodulación tibial posterior.
En los diversos estudios realizados comparando laxantes y dieta no se han
encontrado evidencias suficientes para recomendar el tratamiento con laxantes
ni recomendar un tipo específico de laxante. En el estreñimiento agudo, se
deben emplear laxantes durante un período corto de tiempo. En el
estreñimiento crónico que no responda a cambios en el estilo de vida, se
emplearán laxantes como tratamiento de base, sin recomendar enemas,
supositorios ni maniobras manuales.
Si persiste la dificultad para la expulsión de las heces, se añadirán laxantes
estimulantes por vía oral o rectal (aceite de ricino, senósidos, bisacodilo). Por
vía oral actúan a las 8-12 horas y por vía rectal a los 20-60 min. Aumentan el
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peristaltismo al estimular directamente las terminaciones nerviosas del
intestino.
6. COMPLICACIONES DEL ESTREÑIMIENTO
Hemorroides, prolapsos, úlceras, fisuras anales, incontinencia fecal,
megacolon.
Impactación fecal: pacientes ancianos, debilitados o con encamamiento
prolongado. La acumulación de heces en la ampolla rectal es progresiva, se
endurece paulatinamente el bolo fecal, dificultando su eliminación, con
posterior ausencia del deseo de defecar, debido a la pérdida de tono muscular.
Frecuente aparición de diarrea paradójica con incontinencia, por rebosamiento
por encima del fecaloma. Su tratamiento, la extracción digital. Secundaria a la
presión ejercida por el fecaloma puede aparecer una úlcera estercorácea.
Megacolon funcional adquirido: Su tratamiento consiste en la descompresión
total y continuada del intestino dilatado en exceso. La administración de varios
enemas diarios, asociados o no a un laxante suave, puede ayuda a recuperar
el tono muscular del colon.
Vólvulo de sigma: Torsión (vólvulo) del sigma que requiere una desvolvulación
endoscópica o quirúrgica para evitar la necrosis gangrenosa del asa
comprometida.
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SÍNDROME DE INTESTINO IRRITABLE
1. DEFINICIÓN
El síndrome de intestino irritable (SII) es un trastorno funcional crónico del tubo
digestivo que cursa con episodios de dolor o molestia abdominal y alteraciones
del hábito intestinal. Como tal trastorno funcional, se asume que el paciente
con un SII no presenta ninguna alteración bioquímica o estructural que pueda
justificar dichos síntomas.
Su prevalencia se sitúa en un 5-15%, es más habitual en adultos jóvenes y
empieza a disminuir a partir de los 50 años, aunque se ha descrito un segundo
pico de incidencia en edades avanzadas. Además, es más frecuente en
mujeres que en hombres.
Entre un 10-20% de la población tiene síntomas de SII a lo largo de su vida,
pero solo un 15% de ellos solicitan valoración médica.
2. ETIOLOGÍA
Actualmente la etiología del SII no se conoce con precisión, ni existen pruebas
específicas que puedan diagnosticarlo.
Aunque se desconoce, se cree que es de causa multifactorial por lo que se han
propuesto diferentes factores:
- Alteraciones de la motilidad intestinal, como contracciones anómalas,
aunque esto no se sabe muy bien si son síntomas o la causa del
síndrome.
- Varios investigadores proponen que el SII está causado por un
incremento de la sensibilidad visceral a sensaciones normales, es decir,
los nervios que inervan el intestino poseen una hiperactividad, por lo que
cantidades normales de gas o movimiento intestinales, estos pacientes
los perciben como excesivos y dolorosos.
- Algunos pacientes desarrollan SII tras infección gastrointestinal grave
(Salmonella o Campylobacter, o virus), pero la mayoría de pacientes
diagnosticados de este síndrome no tienen historia previa de infección de
este tipo.
- Factores psicológicos como ansiedad, estrés, depresión o pánico pueden
empeorar los síntomas pero no parece ser la causa del síndrome.
- No se ha podido demostrar si influyen factores genéticos o ambientales
del entorno familiar, pero si que se ha visto que existen antecedentes
familiares de primer grado de SII en un 33-42% de los pacientes.
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- Intolerancia alimentaria, existen determinados alimentos como legumbres,
vegetales o lácteos que pueden causar síntomas que simulan o agravan
el SII.
- Dificultad para procesar loa alimentos a través del tracto gastrointestinal o
reacciones a ciertos alimentos o bebidas que son difíciles de digerir, como
las cosas con alto contenido de ácidos, azúcar, grasas e hidratos de
carbono.
3. SÍNTOMAS
El principal síntoma en los pacientes con SII es el dolor abdominal junto a
cambios de frecuencia y/o consistencia deposiciones (episodios de
diarrea o estreñimiento). Dichos síntomas cursan en brotes, alternando
períodos sintomáticos con períodos de remisión o síntomas leves.
El dolor suele tener las siguientes características:
- Tipo cólico
- No despierta por la noche
- Se describe como “retortijones” y alivia tras defecación
- Intensidad y localización variables. La intensidad suele ser moderada y la
localización más habitual es en hemiabdomen inferior aunque no es raro
que refieran dolor abdominal difuso.
- Su inicio suele relacionarse con la ingesta de algún alimento.
Además de lo ya citado, otros síntomas que pueden presentar estos pacientes
son:
- Distensión abdominal, flatulencias (más frecuente en pacientes con
predominio de estreñimiento)
- Urgencia o tenesmo rectal (más frecuente en pacientes con predominio
de diarrea)
- Moco en heces
- Saciedad precoz
- Dispepsia, náuseas, vómitos
Estos no son esenciales, pero cuantos más estén presentes más fiable es el
diagnóstico.
4. CLASIFICACIÓN
Según los criterios Roma IV, que vienen detallados en el siguiente apartado, y
la escala de Bristol, se pueden diferenciar cuatro subtipos de SII:
- SII con diarrea ! más del 25% de deposiciones sueltas o acuosas.
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- SII con estreñimiento ! más del 25% de las deposiciones de consistencia
dura o grumosa.
- SII mixto ! alterna estreñimiento y diarrea. Este tipo es el más frecuente
en Atención Primaria y al cabo de un año evolucionan a alguno de los
anteriores.
- SII sin clasificar ! el patrón de las deposiciones es intermedio y no puede
clasificarse en ninguno de los anteriores.
La escala de Bristol, que ya hemos citado anteriormente en el apartado de
estreñimiento funcional, es una clasificación de la forma y consistencia de la
heces según la cual se distinguen los siguientes tipos:
- Tipo 1: Son masas duras pequeñas, separadas y presentan el aspecto
parecido a una nuez.
- Tipo 2: Tienen una forma alargada e irregular.
- Tipo 3: Presentan una forma de salchicha con grietas en la superficie.
- Tipo 4: En forma de serpiente, textura blanda y aspecto liso.
- Tipo 5: Pequeños restos blandos, con bordes bien definidos y de fácil
evacuación.
- Tipo 6: Masas esponjosas con bordes irregulares.
- Tipo 7: Heces acuosas y sin masas sólidas.
5. DIAGNÓSTICO
El diagnóstico es esencialmente clínico, por lo que la principal herramienta
para la orientación diagnóstica será la realización de una historia clínica
detallada y una exploración física exhaustiva. Debido a esto el diagnóstico, en
la mayor parte de los casos, se hará en el ámbito de la Atención Primaria.
No existen pruebas específicas para establecer el diagnóstico, por lo tanto para
evitar numerosas exploraciones complementarias se crearon los Criterios de
Roma, basados exclusivamente en la información proporcionada por la historia
clínica y exploración física, que permiten establecer una aproximación
diagnóstica razonablemente fiable y segura.
Estos criterios fueron revisados en mayo de 2016, por lo que actualmente se
utilizan los criterios Roma IV que constan de dolor abdominal recurrente, al
menos un día por semana (en promedio), en los últimos 3 meses con dos o
más de las siguientes características:
- Se relaciona con la defecación
- Se asocia con cambio en la frecuencia de las deposiciones
- Se asocia con cambio en la forma/consistencia de las deposiciones
Además los criterios deben cumplirse al menos durante los últimos 3 meses y
los síntomas deben haber empezado como mínimo 6 meses antes del
diagnóstico.
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La diferencia con los criterios previos (criterios Roma III) fundamentalmente
radica en la frecuencia del dolor abdominal, antes se consideraba que tenía
que estar presente 3 días por mes y en los nuevos criterios es un día por
semana.
Por otro lado, a la hora de hacer el diagnóstico debemos tener presente una
serie de signos de alarma que deben hacernos sospechar y descartar otras
causas. Estos signos de alarma son los siguientes:
- Edad > 50 años
- Cambio súbito en el ritmo deposicional
- Síntomas nocturnos
- Fiebre
- Diarrea continua y/o líquida
- Sangre en heces (melena, rectorragia, hematoquecia)
- Anemia ferropénica
- Pérdida de peso no intencionada
- Historia familiar o personal cáncer de colon o enfermedad inflamatoria
intestinal
- Masa abdominal o linfadenopatías
A continuación se expone un algoritmo diagnóstico que recoge de forma
sencilla los pasos a seguir en Atención Primaria ante un paciente con los
síntomas abdominales anteriormente descritos, del que se puede deducir que
si el paciente presenta síntomas típicos y ausencia de signos y/o síntomas de
alarma no haría falta realizar más pruebas complementarias:
Algoritmo diagnóstico en paciente con síntomas de SII.
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En cambio si al realizar la historia clínica y exploración física encontramos
algún síntoma o signo de alarma deberíamos investigar una posible causa
orgánica, haciendo un diagnóstico diferencial con las siguientes patologías:
• Efecto secundario de fármacos:
o Fármacos inductores de diarrea (laxantes que contienen magnesio,
antiácidos, colchicina).
o Fármacos inductores de estreñimiento (opiáceos para el control del
dolor, sales de aluminio).
• Enfermedad metabólica: Diabetes o disfunción tiroidea (hiper o hipofunción
tiroidea).
• Infecciones gastrointestinales (Giardia lambia, Entamoeba hystolítica,
Yersinia enterocolítica…).
• Enfermedad inflamatoria intestinal:
o Colitis ulcerosa.
o Enfermedad de Crohn.
o Colitis microscópica (linfocítica o colágena).
• Síndromes de malabsorción/maldigestión:
o Enteropatía sensible al gluten y sensibilidad al gluten.
o Intolerancia a la lactosa, fructosa o sorbitol.
o Malabsorción de sales biliares.
o Insuficiencia exocrina del páncreas.
o Sobrecrecimiento bacteriano intestinal.
• Alergias alimentarias.
• Neuropatía o miopatía intestinal.
• Malignidad: cáncer de páncreas y cáncer colorrectal.
• Tumores neuroendocrinos (vipoma, gastrinoma, carcinoma medular de
tiroides, carcinoide).
• Pólipos adenovellosos y carcinoma colorrectal.
6. TRATAMIENTO
No hay cura para el SII. El principal objetivo de cualquier intervención
terapéutica en un paciente con SII debe ser la mejoría de la calidad de vida.
El tratamiento del SII debe basarse en el tipo de síntomas y su gravedad.
Podemos distinguir dos abordajes, uno con actuación en los hábitos de vida y
otro desde el punto de vista farmacológico.
1. Cambio hábitos de vida
- Es importante establecer una buena relación médico-paciente, hay que
escuchar y entender al paciente, transmitiendo implicación en el problema
para que confíe en el médico. Debemos informar de la benignidad del
cuadro y de sus características reafirmando la ausencia de una
enfermedad orgánica subyacente.
- Evitar alcohol y tabaco.
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- Se debe recomendar hacer 5 comidas al día y con tiempo suficiente para
realizarlas sin prisa. No existen alimentos prohibidos, el paciente debe
observarse y valorar que alimentos aumentan los síntomas para retirarlos.
- No reprimir deseo de ir al baño.
- Beber abundante agua y hacer ejercicio.
- Evitar situaciones estresantes o intentar cambiar la forma de enfrentarse a
ellas.
2. Fármacos
Es importante recordar, que es esencial no automedicarse y seguir las
recomendaciones del médico en todo momento.
- Se ha visto que la fibra soluble mejora la sintomatología en los casos de
estreñimiento. En estos casos también serían útiles los laxantes
osmóticos como el polietilenglicol.
- Los agonistas opioides, como la loperamida o codeína, estarían indicados
en casos de predominio de diarrea.
- Los espasmolíticos mejoran dolor abdominal ya que relajan el músculo
liso, pero no son de utilidad cuando presentan estreñimiento.
- Los agonistas de los receptores serotonina 5HT4 (prucaloprida) y
agonista de guanilato ciclasa C (Linaclotida ) disminuyen la sensibilidad
visceral y mejoran el tránsito intentistal por lo que disminuyen el dolor
abdominal. Ambos estarían indicados en casos de estreñimiento que no
respode a tratamientos previos.
- Los antidepresivos tricíclicos (amitriptilina) o ISRS (paroxetina) regulan la
sensibilidad visceral y favorecen la motilidad intestinal. Están indicados
cuando presentan dolor abdominal de intensidad moderada-grave en
pacientes con diarrea aunque los ISRS más indicados en casos de
estreñimiento. Estos últimos presentan menos efectos secundarios y
mejor perfil de seguridad.
- El papel de los probióticos no está totalmente demostrado, pero no se
desaconsejan y pueden ser útiles en pacientes con distensión abdominal
y flatulencias. Se desconoce su efecto a largo plazo pero algunos autores
lo recomiendan como tratamiento de primera línea junto a fibra soluble en
pacientes con estreñimiento antes que recurrir a fármacos.
Por otro lado se ha propuesto el posible beneficio de una dieta baja en
FODMAP (oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables),
como frutas, verduras y hortalizas, legumbres, lactosa, edulcorantes. Los
FODMAP se absorben poco en el intestino delgado, son muy osmóticos y la
bacterias lo fermentan rápidamente, por ello en algunos pacientes con SII
exacerban los síntomas. Se ha visto que en casos de diarrea ayuda a mejorar
los síntomas, aunque en estudios más recientes dicen que no es tan
beneficioso y que pueden alterar negativamente la flora intestinal y por tanto a
largo plazo puede ser negativo. Esta dieta es muy estricta y aun se desconoce
su efecto a largo plazo, por lo que se requieren más estudios.
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En resumen, el tratamiento de SII no es curativo, se debe hacer de forma
individualizada para cada paciente según los síntomas que presente, la
repercusión sobre la calidad de vida y el tipo de SII predominante.
Como medidas generales es importante la relación médico-paciente, aumentar
el ejercicio y reducir el estrés.
Si SII con predominio de diarrea se recomienda Loperamida y dieta baja en
FODMAP.
Si SII con predominio de estreñimiento estarían indicados una dieta rica en
fibra, laxantes, agonistas guanilato ciclasa (Linaclotida), agonistas receptores
serotonina 5HT4.
Si el síntoma predominante es el dolor podríamos recomendar espasmolíticos o
antidepresivos Tricíclicos o ISRS.
7. CRITERIOS DE DERIVACIÓN A DIGESTIVO
La mayoría de pacientes con SII pueden manejarse desde Atención Primaria,
pero debemos tener en cuenta que hay que valorar la derivación al especialista
del Aparato Digestivo cuando presenten alguna de las siguientes
características:
- Aumento de la intensidad de los síntomas en el transcurso de la
enfermedad.
- Ausencia de respuesta favorable al tratamiento pautado.
- Presencia de síntomas de alarma, signos físicos, como palpación de una
masa abdominal o rectal, o alguna alteración analítica.
- Si el paciente desea consultar al especialista.
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