El documento describe el período entre los años 395-600 d.C. conocido como Estados Romano-Germanos de Occidente. Durante este tiempo, el Imperio Romano se fragmentó en varios reinos después de la muerte de Teodosio I en 395. Los pueblos germánicos invadieron y se asentaron en las provincias occidentales, dando lugar a nuevas entidades políticas como los reinos visigodos, vándalos y ostrogodos. Las élites romanas locales gradualmente aceptaron la autoridad de los reyes bárbaros, dando lugar
1. Estados Romano-Germanos de Occidente
Corona de Recesvinto
Fíbula longobarda
Broches en forma de águila
Mausoleo de Teodorico en
Ravena
Caliz burgundio procedente
del tesoro de Gourdon
Nombre: Estados Romano-Germanos de Occidente
Inicio: Año 395
Fin: Año 600
Siguientes:
Grandes invasiones y fin del Imperio Romano
Occidental
Europa merovingia
Las Españas visigodas
Africa vándala
Ostrogodos y longobardos en Italia
Gran Bretaña anglosajona
Estructuras sociopolíticas y administrativas
Cuando en enero del 395 falleció el emperador
Teodosio pocos provinciales del Occidente podían
pensar que de hecho iban a dejar de pertenecer al
Imperio poco más de medio siglo después. El
Imperio Romano había pasado por invasiones
externas y guerras civiles terribles en el pasado, y
de todas se había recuperado. Hacía escaso
tiempo que Teodosio había logrado nuevamente
unificar bajo un solo cetro ambas mitades del
Imperio, y el triunfo de la nueva religión de Estado,
el Cristianismo niceno, parecía apoyar desde los
Cielos a un Imperium Romanum Christianum y a
una dinastía que venía ejerciendo el poder desde
2. Capiteles historiados de la
iglesia de San Pedro de la
Nave (Zamora)
Profetas cantando alrededor
del Agnus Dei
hacia más de treinta años. Desde el punto de vista
de los grupos dirigentes de Occidente la dinastía
de Teodosio parecía colmar las aspiraciones de los
más, ya que se basaba en un complejo
conglomerado de alianzas familiares y políticas con
los grupos senatoriales más poderosos de las
Españas, las Galias e Italia. El gobierno de
Teodosio había sabido encauzar los afanes de
protagonismo político de bastantes de los más
ricos e influyentes senadores romanos y de las
provincias occidentales, que de nuevo se
aprestaban a ocupar puestos de gobierno en las
provincias pero también en la administración
central. Además, la dinastía había sabido encauzar
acuerdos con la poderosa aristocracia militar, en la
que se enrolaban nobles germanos que acudían al
servicio del Imperio al frente de soldados bárbaros
unidos por lazos de fidelidad hacia ellos. Al morir
Teodosio confió el gobierno de Occidente y la
protección de su joven heredero Honorio al general
Estilicón, hijo de un noble oficial vándalo que había
contraído matrimonio con Serena, sobrina del
propio Teodosio. Sin embargo, cuando en el 455
murió asesinado Valentiniano III, nieto del gran
Teodosio, una buena parte de los descendientes
de aquellos nobles occidentales que tanto habían
confiado en los destinos del Imperio parecieron ya
desconfiar del mismo. Máxime cuando en el curso
de dos decenios pudieron darse cuenta de que el
gobierno imperial recluido en Ravena era cada vez
3. más presa de los exclusivos intereses e intrigas de
un pequeño grupo de altos oficiales del ejército
itálico. Además, muchos de muchos de éstos eran
de origen bárbaro y cada vez confiaban más en las
fuerzas de sus séquitos armados de soldados
convencionales y en los pactos y alianzas
familiares que pudieran tener con otros jefes
bárbaros instalados en suelo imperial junto con sus
propios pueblos, que desarrollaban cada vez más
una política autónoma. Necesitados de mantener
una posición de predominio social y económico en
sus regiones de origen, reducidos sus patrimonios
fundiarios a dimensiones provinciales, y
ambicionando un protagonismo político propio de
su linaje y de su cultura, estos representantes de
las aristocracias tardorromanas occidentales
habrían acabado por aceptar las ventajas de
admitir la legitimidad del gobierno de dichos reyes
bárbaros, ya muy romanizados, asentados en sus
provincias. Al fin y al cabo, éstos, al frente de sus
soldados, podían ofrecerles bastante mayor
seguridad que el ejército de los emperadores de
Ravena. Además, el avituallamiento de dichas
tropas resultaba bastante menos gravoso que el de
las imperiales, por basarse en buena medida en
séquitos armados dependientes de la nobleza
bárbara y alimentados con cargo al patrimonio
fundiario provincial de la que ésta ya hacía tiempo
se había apropiado. Menos gravoso para los
aristócratas provinciales pero también para los
4. grupos de humildes que se agrupaban
jerárquicamente en torno a dichos aristócratas, y
que, en definitiva, eran los que habían venido
soportando el máximo peso de la dura fiscalidad
tardorromana. Unas monarquías bárbaras, en
definitiva, que, como más débiles y
descentralizadas que el viejo poder imperial,
estaban también más dispuestas a compartir el
poder con dichas aristocracias provinciales,
máxime cuando en el seno mismo de sus gentes
tales monarcas desde siempre habían visto su
poder muy limitado por una nobleza basada en sus
séquitos armados. Pero para llegar a esta
situación, a esta auténtica acomodación, a esta
metamorfosis del Occidente romano en romano-
germano, no se había seguido una línea recta; por
el contrario, el camino había sido duro,
zigzagueante, con ensayos de otras soluciones, y
con momentos en que parecía que todo podía
volver a ser como antes. Esta será en lo
fundamental la historia del siglo V, que en algunas
regiones pudo incluso prolongarse hasta bien
entrado el VI como consecuencia, entre otras
cosas, de la llamada Reconquista de Justiniano.
Economía y sociedad en Occidente
5. Dama del anillo
Campesinos medievales
La ciudad fortificada de
Fleurus
Relicario del obispo Alteo
Angeles guardando el Arca
de la Alianza
Alcuino de York y Rabano
Mauro entegan un libro a
Edgardo
Nombre: Economía y sociedad en Occidente
Inicio: Año 400
Fin: Año 600
Siguientes:
Bases demográficas
Estructuras campesinas
Ciudad y comercio
Lenguaje cristiano en las relaciones de poder
Monaquismo occidental
La cultura cristiana
El Papado
Propiedades campesinas
No cabe duda de que es en el plano de las
estructuras socioeconómicas, y de sus
fundamentales mutaciones, en el que se ha situado
uno de los debates esenciales de la moderna
historiografía; y ello tanto en una perspectiva de
matiz marxista como weberiana. Sustituida para la
época que nos ocupa la vieja concepción
decadentista por otra que acentúa el carácter
propio del periodo, concretado en la particular
estructuración de elementos de la Antigüedad
clásica con otros de los tiempos plenamente
medievales, es evidente que el análisis de las
realidades socioeconómicas deberá centrarse en
las transformaciones sufridas por el campo y la
ciudad, con el telón de fondo de los diversos
factores demográficos. Especial interés tiene el
estudio del medio rural, dada la supremacía
indiscutible de lo agrario en las sociedades
occidentales de estos siglos. Si partimos del
predominio significativo de la gran propiedad
senatorial durante el llamado Bajo Imperio, tendrá
6. particular importancia el análisis de los posibles
cambios introducidos en tal statu quo por el
asentamiento de grupos de invasores germánicos y
el establecimiento de las nuevas formaciones
estatales romano-germánicas; máxime si se tiene
en cuenta que ambos fenómenos se produjeron
bajo modalidades y tiempos muy diversos, y sobre
zonas del antiguo Imperio romano dotadas de
particularidades específicas por la geografía y la
densidad demográfica y por su misma tradición
histórica anterior. Tampoco puede olvidarse que el
punto final de la evolución socioeconómica de
estos siglos sería la plena afirmación de dos
grandes clases sociales bien definidas
horizontalmente: la aristocracia feudal latifundista,
con una funcionalidad en su mayor parte militar, y
un amplio campesinado dependiente (servidumbre
de la gleba). Polarización social, realizada en base
a criterios económicos y político-ideológicos, que
se vería unida a la generalización, aunque con
variedades y excepciones regionales, del
denominado régimen señorial en la explotación de
la gran propiedad. En el ámbito urbano, el análisis
también debería centrarse en torno a la
problemática planteada por las continuidades y
discontinuidades con respecto a la Antigüedad
clásica. Una tal problemática abarca tanto a la
ciudad en su mero aspecto físico -en sí mismo o en
relación a todo un territorio centrado en ella- como
en su contenido social y a su función económica.
7. El Imperio Proto-Bizantino
Justiniano dando órdenes a
sus arquitectos
Cisternas de Constantinopla
Teodosio presidiendo los
juegos
Interior de la iglesia de
Santa Sofía de
Constantinopla
Los Reyes Magos
Nombre: El Imperio Proto-Bizantino
Inicio: Año 395
Fin: Año 711
Siguientes:
El Imperio de Oriente en el siglo V
Justiniano y la crisis
Del Imperio Romano al Bizantino
Sociedad y economía
Cultura protobizantina
La historia del Imperio Bizantino -o más
propiamente del Imperio Romano (en la pars
Orientis)- en los algo más de tres siglos que van
desde la muerte de Teodosio el Grande (395)
hasta el desgraciado final de Justiniano II, el de la
nariz cortada (711), constituye el llamado periodo
Protobizantino según una feliz periodización que de
la historia bizantina hizo Ernest Stein. Dicho
periodo se señalaría por mantener los rasgos
esenciales de los tiempos anteriores, los propios
del Imperio Romano universal del siglo IV, pero por
poner las bases y las condiciones propias del
Bizancio clásico de la Alta Edad Media. Entre
dichas características heredadas cabría señalar en
primer lugar la decidida vocación de la clase
dirigente bizantina por conservar el Imperio de los
romanos en su prístina extensión tricontinental, tal
y como expresaría el emperador Justiniano en su
8. famosa proclama poco antes de iniciar su obra
reconquistadora en África e Italia. Dicha vocación
no sólo impulsó éste y otros intentos
reconquistadores y un costosísimo esfuerzo bélico
por mantener las posiciones adquiridas en
Occidente, sino también una política
intervencionista en los territorios y Cortes romano-
germánicas de la Península Ibérica y las Galias.
Intervencionismo que se basaba en una querida, y
en gran parte reconocida por los otros
interlocutores, posición de hegemonía o
preeminencia política del Imperio, que en los usos
diplomáticos establecidos por éste suponía
imaginar al Imperio y a los diversos Reinos como
constituyendo una gran familia en la que el
emperador constantinopolitano era el padre y los
reyes germanos sus hijos. Esta vocación
hegemónica en todo el ámbito mediterráneo se
basaba, y a su vez favorecía, en el mantenimiento
de una cierta unidad económica del Mediterráneo,
donde todavía existía un importante comercio,
especialmente impulsado por el transporte estatal
de bienes fiscales que unía los puertos principales
del mismo. Y desde el punto de vista cultural
supuso un constante reto para el gobierno imperial
de crear y sostener una ideología unitaria,
expresada en lenguaje religioso, que mantuviera
cohesionados a los grupos dirigentes de las
diversas regiones que lo componían, evitando la
consolidación y diferenciación ideológico-cultural
9. de las mismas. De tal forma que sería en el terreno
de las grandes disputas religiosas de la época
-Arrianismo, Nestorianismo, Monofisismo y
Monotelismo- en el que mejor se reflejaron esas
tensiones entre centro y periferia que
caracterizaron la época protobizantina. Pero estos
siglos también pusieron las bases del posterior
Bizancio altomedieval. Dichas tensiones entre
centro y periferia al fin supusieron una nueva toma
de identidad cultural y étnica por parte del núcleo
balcánico-anatólico del Imperio, lo que se
expresada en su monolingüismo helénico y en su
ortodoxia cristiana. El paulatino colapso del
transporte y comercio estatal y mediterráneo de
bienes fiscales también constituye otro síntoma y
consecuencia de dichas tensiones entre centro y
periferia; y, además de explicar la rápida
dislocación del Imperio en el Oriente de mayoría no
helénica ni ortodoxa y el incontenible avance de la
conquista islámica en la segunda mitad del siglo
VII, dicha ruptura era síntoma de la culminación de
un proceso de cambio socioeconómico que a su
vez precipitó. La disminución drástica de los
intercambios comerciales y de la fácil provisión de
alimentos condujo a la disminución del tamaño de
las ciudades, y hasta a la desaparición de varias de
ellas. La unión de los intereses de los grandes
propietarios y los campesinos frente a las
exacciones fiscales del Estado habría supuesto
una recreación de las economías campesinas
10. autónomas de subsistencia, a lo que también
contribuyeron los asentamientos de eslavos en los
Balcanes. Recreación campesina que ciertamente
sería la base para un cambio fundamental en el
reclutamiento militar, propio del régimen Temático
clásico. Al mismo establecimiento de éste
contribuyó muy fundamentalmente el cambio en la
administración pública exigido por la contracción
del Imperio y la constitución de casi todo su
territorio en una posible frontera en profundidad, y
por la necesidad de dotar a los mandos militares de
atribuciones fiscales y civiles para el
aprovisionamiento directo de sus unidades ante el
mismo fracaso de la Hacienda centralizada.
Caracterizados así estos tres siglos del Imperio
Bizantino por las tensiones entre el centro y la
periferia, por su vocación mediterránea
universalista y su fracaso, por la continuidad de
rasgos propios del Imperio Romano del siglo IV y la
aparición de otros típicos del Bizancio clásico de
los emperadores isaurios y macedonios, no cabe
duda que se dibujarían con nitidez en el plano de
los acontecimientos -pero también de las mismas
estructuras profundas- tres períodos. El primero de
ellos iría de la muerte de Teodosio el Grande (495)
a la subida al trono de Justino I (518). El segundo
estaría constituido por los sucesores de Justiniano,
hasta la crisis de Focas y la sublevación de
Heraclio (610). Mientras, el tercer periodo
correspondería a la dinastía fundada por este
11. último (610-711).
El mundo islámico
Nacimiento de Mahoma
Mezquita de la Cúpula de la
Roca (Jerusalén)
Mezquita al-Aksa
(Jerusalén)
Nombre: El mundo islámico
Inicio: Año 550
Fin: Año 1100
Siguientes:
La Arabia del Profeta
Mahoma: su figura
La Gran Conquista
Los Omeyas
El espacio islámico
Los abassíes y el apogeo califal
Disgregación y nuevos poderes
El fin del Islam clásico
Al-Andalus
Civilización islámica
Economía y sociedad
En vísperas de la aparición del Islam, el Próximo
Oriente mediterráneo y su entorno vivían
totalmente ajenos a aquella posibilidad, que nadie
habría podido prever, pero se hallaban en tal
situación de debilidad defensiva y en tan difíciles
circunstancias políticas que es relativamente
comprensible el que la expansión islámica
obtuviera unos resultados tan rápidos y
contundentes. Sus principales víctimas fueron los
imperios persa, sasánida y bizantino. Bizancio
atravesaba por malos momentos desde el último
12. Palacios de Damasco
Minarete y patio de la Gran
Mezquita de Damasco
Interior del Salón Rico de
Medina Azahara (Córdoba)
tercio del siglo VI: la obra conquistadora de
Justiniano se venía abajo por completo en
Hispania, parcialmente en Italia, ante la entrada de
los lombardos en la península, y, sobre todo, se
derrumbaba la frontera del Danubio ante la
agresividad de los ávaros y las migraciones de
pueblos eslavos, que se consolidaron en los años
finales del siglo VI y primeros del VII. La rivalidad
con el imperio persa, el gran enemigo desde el
siglo III, acababa de provocar momentos de
máxima confrontación: Cosroes II (590-628) había
conquistado Siria, Palestina y Egipto entre los años
613 y 619 sin encontrar grandes resistencias, y
había llegado a asediar Constantinopla, en
combinación con los ávaros, en el año 626. Pero
tales éxitos agotaron la capacidad militar y
financiera del Gran Rey persa y el emperador
Heraclio recuperó todos los territorios perdidos,
entre los años 627 y 630. Armenia, como era
habitual, había padecido la expansión persa en su
propio territorio, pero lo había recuperado después,
manteniéndose fiel a su identidad y a su
cristianismo, que la aproximaba a Bizancio aunque
estuviere fuera de su órbita política, lo que evitaba
reacciones antiimperiales semejantes a las que se
daban entre los monofisitas de Egipto o Siria.
Porque, si el imperio sasánida estaba en proceso
de descomposición política, como parece mostrarlo
el hecho de que se sucedieran ocho emperadores
entre los anos 629 y 632, el bizantino tampoco era
13. lo que parecía: "La realidad del imperio -escribe A.
Ducellier- no se corresponde con su extensión
geográfica oficial. En torno a un reducto sólido,
Anatolia, zona del Egeo, Tracia, litoral griego
oriental, grandes islas desde Slcilia a Chipre,
provincias de Italia meridional, gravita un enorme
conjunto territorial trabajado por las disidencias
internas, nacionales y religiosas en Siria y Egipto,
étnicas y culturales en Africa, culturales y políticas
en Italia, sin contar con el peso eslavo sobre los
Balcanes y la amenaza lombarda sobre el
Exarcado, Apulia e incluso Cerdeña". La expansión
del Islam transformaría radicalmente los anteriores
equilibrios de poder y escenarios de
enfrentamientos: el imperio persa desapareció
mientras que Bizancio se veía privado de sus
provincias africanas y de Palestina y Siria; como
consecuencia, se aceleró su transformación hacia
un nuevo orden de cosas medieval basada en su
raíz y componente griega y en la relación e
influencia con los eslavos, a menudo en términos
defensivos y muy conservadores, sin renunciar por
ello ni a la universalidad de la idea imperial ni a su
peculiar conjunción con la defensa del cristianismo
ortodoxo. Al cabo, el nacimiento y apogeo de la
civilización bizantina entre los siglos VII y IX
permitió la irradiación de influencias religiosas y
culturales que contribuyeron decisivamente a
establecer la identidad histórica de los pueblos de
la Europa balcánica y oriental. En la expansión del
14. Islam hay que valorar lo nuevo, que es el
nacimiento de un espacio de civilización aglutinado
en torno a una religión original y al poder que
emana de ella, y las inmensas consecuencias
históricas que se han derivado de aquellos hechos,
ocurridos en tan breve tiempo. Pero, también, es
preciso valorar cómo refundió una inmensa y
heterogénea herencia cultural, convirtiéndose,
segué expresión de F. Braudel, en "nueva forma
del Próximo Oriente". Una forma no inmóvil sino en
construcción y con fuertes diferencias regionales: a
menudo se tiende a dar una imagen demasiado
estática y cerrada de la historia islámica, y este
peligro se acentúa en síntesis breves como lo es
ésta.
El Imperio Bizantino
Justiniano
Nombre: El Imperio Bizantino
Inicio: Año 600
Fin: Año 1000
Siguientes:
Supervivencia y transformación
Nueva organización rural y defensiva
La época de la Querella Iconoclasta
La Dinastía Macedónica
Plenitud de la civilización bizantina
La Iglesia Ortodoxa
La Iglesia Ortodoxa
Renacimiento cultural
15. Emperatriz Ariadna
Portaestandarte con caballo
Emperador a caballo
Cristo rodeado de ángeles y
santos
Entre los siglos VII y XI el Imperio Bizantino
conjugará momentos de crisis con épocas de
esplendor. A la dinastía inaugurada por Justiniano
le seguirá la que Heraclio inició en el año 610.
Durante esta dinastía el Imperio atravesará graves
crisis internas, provocadas especialmente por la
corrupción del aparato administrativo y las
continuas querellas religiosas con Roma. Pero la
crisis alcanzará su momento culminante con la
dinastía Isaúrica iniciada por León III. En esta
época se produce la Querella Iconoclasta donde la
controversia por el culto a las imágenes centra toda
la vida bizantina. Al mismo tiempo que se producen
estos intensos debates teológicos, eslavos,
musulmanes y búlgaros presionan las fronteras,
provocándose continuos enfrentamientos. La
dinastía de los emperadores macedonios,
inaugurada por Basilio I, restaurará el esplendor al
Imperio Bizantino al consolidarse la estructura
administrativa interna y producirse una expansión
en la política exterior. El año 1000 traerá la
decadencia del Imperio Bizantino.
Restauración política occidental
16. Coronación de Carlomagno
Carlomagno dirige la
edificación de la Capilla
Palatina de Aquisgrán
Alcuino de York y Rabano
Mauro entegan un libro a
Edgardo
Moneda acuñada en el
reinado de Pipino el Breve
Espada cuya propiedad se
atribuía a Carlomagno
Muerte de Carlomagno
Busto de Carlomagno
Nombre: Restauración política occidental
Inicio: Año 700
Fin: Año 1050
Siguientes:
Apogeo de los carolingios
Segundo asalto a la Europa cristiana
De los carolingios a las dinastías nacionales
La restauración otoniana
El empuje árabe que provocó a comienzos del siglo
VIII el hundimiento de la España visigoda, coincidió
con firmes intentos de reagrupación territorial en
otras partes de la Cristiandad: en el Oriente
bizantino; en la Italia lombarda gracias a la labor
del rey Luitprando; en la Inglaterra anglosajona y,
sobre todo, en la Galia Franca. No fueron aquí los
monarcas (los peyorativamente designados como
reyes holgazanes) los protagonistas del proceso
sino las familias que, desde algunas generaciones,
ostentaban el titulo de Mayordomos de Palacio. De
entre todas ellas, una había de adquirir especial
fama: los pipínidas o carolingios. Uno de sus más
cualificados representantes -Pipino de Heristal,
mayordomo de Austrasia- se impondría a sus
rivales en la batalla de Tertry (687) implantando su
autoridad también sobre Neustria y Borgoña. Sin
embargo, las reunificaciones territoriales en el
mundo franco amenazaban siempre con no
sobrepasar la vida de quienes las habían
promovido. Así, cuando en el 714 Pipino de
Heristal muere, la anarquía retoña en la Galia.
17. Economía y sociedad altomedieval
Campesinos medievales
La ciudad fortificada de
Fleurus
Moneda acuñada en el
reinado de Pipino el Breve
Alcuino de York y Rabano
Mauro entegan un libro a
Edgardo
Relicario del obispo Alteo
Nombre: Economía y sociedad altomedieval
Inicio: Año 700
Fin: Año 1000
Siguientes:
La población en Occidente
El trabajo en los campos
El sistema villicario
Actividades mercantiles
Reformas monetarias
Comercio interior
Rutas del comercio exterior
Sociedad altomedieval: los ordines
La restauración imperial de la Navidad del 800 se
convirtió en el gran mito político de la Europa
Medieval. Un mito que contrastaba brutalmente con
las limitaciones entre las que se desenvolvieron
Carlomagno y sus sucesores. Limitaciones que
alcanzaban no solo al aparato institucional
carolingio sino también -y esto es lo más
importante- a sus recursos humanos y económicos.
Se seguirá discutiendo si la época de Carlomagno
supuso una ruptura económica con el mundo
antiguo, tal y como pensó H. Pirenne hace ya
setenta años o si, por el contrario, la sociedad
franca -como recientemente ha insistido G. Bos-
fue una sociedad esclavista perfectamente
ubicable en el marco de las sociedades antiguas.
18. ¿Ruptura en torno al 700? ¿Mutación en torno al
año Mil? En cualquiera de los dos casos, la Europa
de los carolingios y de sus epígonos otónidas se
nos presenta dotada de una cierta unidad.
La Iglesia en el Occidente Altomedieval
Iglesia de San Pedro de la
Nave (Zamora)
Pantocrátor rodeado de los
evangelistas
Interior del oratorio de
Germiny-des-Prés
Nombre: La Iglesia en el Occidente Altomedieval
Inicio: Año 700
Fin: Año 1000
Siguientes:
El Papado y sus vicisitudes
El estamento eclesiástico
El mundo monástico
Piedad y cultura religiosa entre laicos
Renacimiento carolingio
Renacimiento Otoniano
La vida intelectual de la Europa de la Alta Edad
Media es inseparable de ciertos proyectos de
reforma religiosa que habían de afectar a todos los
sectores reconocidos de la sociedad del momento.
Que los resultados no hayan sido del todo
satisfactorios no debe restar otro mérito: muchas
de las medidas de Carlomagno y sus
colaboradores serán precedente y referencia
obligada para ambiciosos programas de épocas
19. Decoración del interior del
oratorio de Santa María in
Valle
Arca de la Alianza
protegida por dos ángeles
Iglesia de Santa María de
Quintanilla de las Viñas
(Burgos)
posteriores. J. Paul ha destacado recientemente
que "el orden político e ideológico carolingio
entrañaba una estrecha imbricación entre Iglesia y
sociedad incluso en los más mínimos detalles". Los
afanes ordenancistas de Carlomagno en los
terrenos político o económico se extendieron
también al ámbito religioso en el que con
frecuencia actuó de forma despótica. Si en el
campo de la política Carlos era el restaurador del
Imperio Romano en el Occidente sobre pautas
esencialmente cristianas y con la complicidad del
Pontificado, en el campo de la liturgia ocurrió otro
tanto. Las reformas uniformizadoras de los rituales
y su romanización frente a los particularismos
regionales fueron resultado de los deseos de
Pipino el Breve y sobre todo de su sucesor que
contó para ello con la inapreciable colaboración del
papa Adriano. El Hadrianum, elaborado hacia el
785 sobre libros anteriores, habría de convertirse
en pieza básica para todas las reformas litúrgicas
ulteriores. ¿Subordinación de los intereses
eclesiásticos a los proyectos de reforma político-
religiosa de los carolingios y sus epígonos? La
respuesta requiere múltiples matices acordes con
la propia evolución de los acontecimientos.
Asia en la Alta Edad Media
20. Busto real sasánida
Stupa de Sanchi
Pagoda Oi-yut´a
Sala del Gran Buda
Copa de Cosroes
Nombre: Asia en la Alta Edad Media
Inicio: Año 450
Fin: Año 1000
Siguientes:
Irán Sasánida
Próximo Oriente
China
Japón
India
Indochina e Insulindia
Acostumbrados los europeos a ser el centro de la
civilización universal desde época clásica pero
especialmente a partir del siglo XVI, no es de
extrañar que casi todas las Historias Universales
realizadas en el Viejo Continente tengan una óptica
eurocéntrica, más incluso si se han realizado en
Francia o algún país de la Europa occidental, ya
que entonces para esos autores Europa se limita
única y exclusivamente a los territorios que
formaron en su momento el imperio carolingio, con
algunas ligeras ampliaciones hacia el Norte o el
Este. Este grave error es todavía mucho mayor si
nos referimos a los tiempos que hemos decidido de
manera totalmente aleatoria llamarlos medios. Ya
que será precisamente a lo largo de la Edad Media
cuando en Asia y en menor grado en Africa se
consolidaran unas organizaciones sociales que
alcanzarán un más que notable desarrollo
económico, espiritual y material, que en nada
tendrán que envidiar a nuestra civilización
occidental, seno más bien al contrario. En el gran
Continente asiático a lo largo de la Edad Media
21. fueron surgiendo una serie de grandes
civilizaciones, la mayoría de las cuales serán una
pura evolución de etapas históricas precedentes.
Tal es el caso entre otros de los imperios del
mundo indoiranio y la proyección de algunos de
ellos por la península de Indochina e Insulindia. El
Asia oriental con la gran civilización china y sus
largos caminos de penetración, y el Japón siempre
protegido por su situación insular. Como nexo de
unión entre el Asia mas occidental y la oriental el
mundo de las estepas se convertirá en más de una
ocasión en el verdadero protagonista de la Historia
continental, llegando incluso con su impulso a
influir directa o indirectamente en la Historia del
Continente europeo. La irrupción del Islam en Asia
occidental y central a través de la India -a partir de
meditados del siglo VII- cambió radicalmente la
estructura política del Continente, que a principios
del siglo VIII estaba principalmente controlado en
su mayor parte por aquél y el imperio chino de los
T'ang, ambos en pleno apogeo. Pero el Continente
continuara siendo una gran reserva de potenciales
invasores que, entre los Urales y las murallas
chinas, amenazaban constantemente a los pueblos
sedentarios de ambos extremos. Eran, entre otros,
los turco-mongoles, los hunos, los yuán-yuán, los
uigures, los khitai, etc. Pero estos pueblos si
pudieron ejercer en un determinado momento de
verdaderos señores del Continente fue debido
fundamentalmente a la inestabilidad del mundo
22. asiático medieval, que propició como factor
determinante una serie de crisis en los imperios
tradicionalmente constituidos.
Africa en la Alta Edad Media
Máscara
Máscara
Máscara caprina
Máscara
Casco ghanés
Nombre: Africa en la Alta Edad Media
Inicio: Año 430
Fin: Año 1000
Siguientes:
Africa Suprasahariana
Africa Subsahariana. El Imperio de Ghana
Africa Oriental e Indica
El Continente africano será una inmensa
plataforma en donde se desarrollen y evolucionen
las mas diversas culturas, por donde se extenderán
en más de una ocasión unas civilizaciones
extrañas a él, que lo condicionará en los aspectos
religioso, económico y social. Una de las cosas que
mas llama la atención de este Continente es su
heterogeneidad, que se manifiesta principalmente
en las áreas mas norteñas habitadas por gentes
blancas, y el resto del Continente poblado
mayoritariamente por pueblos negros; si bien a
excepción del color de la piel, el tipo africano negro
no puede definirse con mucha precisión, debido a
la gran variedad de matices en sus rasgos físicos,
23. Pendientes ghaneses
Colgante ghanés
que de ningún modo revisten caracteres generales.
E incluso muchas poblaciones como los etíopes,
somalíes y pueblos del Tibesti, en el Sahara
oriental, que tienen una piel negra menos oscura,
presentan unos rasgos que apenas se diferencian
de la llamada raza blanca. La historia de Africa en
los tiempos llamados Medios refleja claramente
esta variedad en todos los aspectos, y con
seguridad de una manera mucho menos real de lo
que fue debido a la falta de información histórica de
todo tipo. Para un mejor estudio podemos
considerar tres ámbitos geográficos:
Suprasahariano, Subsahariano y Oriental e Indico.