(2024-25-04) Epilepsia, manejo el urgencias (ptt).pptx
Genética y comportamiento
1. GENÉTICA Y COMPORTAMIENTO:
Interacción medicina y derecho.
Dr. Humberto César Moreno Fuenmayor
Médico y Abogado
drhmoreno@gmail.com
Un ambiente hostil de crianza en la infancia, tendrá repercusiones en la edad adulta,
pero esto también tiene una variabilidad que depende de la conformación genética del
individuo [Reif A, Rösler M, Fritag CM, Schneider M, Eujen A, Kissling C, Wenzler D,
Jacob CP, Retz-Junginger P, Thome J, Lesch K y Retz W:
Neuropsychopharmacology (2007) 32, 2375–2383; Nature and Nurture Predispose to
Violent Behavior: Serotonergic Genes and Adverse Childhood Environment] El
comportamiento agresivo está influenciado tanto por variaciones en la estructura de los
genes relacionados al circuito de la serotonina como con la experiencia en la infancia.
El estudio aquí referido estuvo dirigido a mostrar la contribución del polimorfismo
genético observado en dos genes necesarios para que la neurotransmisión mediada por
serotonina tenga efecto, el gen del transportador de serotonina (5HTT) y el gen de la
monoamino oxidasa A (MAO) en el desarrollo del comportamiento violento de niños
criados en un ambiente hostil. Quedó demostrado que el ambiente hostil se asocia
significativamente con el comportamiento violento en la edad adulta. Sin embargo esta
actitud violenta era más raro observarla en los individuos que portaban una mutación en
el gen de la MAO denominada de baja actividad y en los que no portaban el gen 5HTT
denominado de promotor corto.
Ver también: http://en.wikipedia.org/wiki/Posttraumatic_stress_disorder#Causes
Por su relación con FKBP5. “Although most people (50-90%) encounter trauma over a
lifetime,[39][40] only about 8% develop full PTSD”. ^ Kessler RC, Sonnega A, Bromet E, Hughes M,
[39 a b c
Nelson CB (December 1995). "Posttraumatic stress disorder in the National Comorbidity Survey". Arch Gen Psychiatry 52 (12):
1048–60. PMID 7492257.]
Más aún, ha sido demostrado que el comportamiento materno otorgado a sus hijos
durante la infancia temprana, incide en el carácter del adulto. La falta de atención de la
madre por el recién nacido altera el receptor de glucocorticoides en el hipocampo (un
componente anatómico del sistema de recompensa cerebral) y en consecuencia el eje
hipotálamo-pituitaria-suprarrenal (un sistema fisiológico que modula la respuesta al
stress) y la respuesta ante el stress de esta descendencia. Los individuos privados de
atención materna, tendrán respuestas inadecuadas ante situaciones de stress. [Weaver
IC: Epigenetic programming by maternal behavior and pharmacological intervention.
Nature versus nurture: let's call the whole thing off. Epigenetics. 2007 Jan-Mar;
2(1):22-8]. Este trastorno bioquímico neural, ocurre vía el incremento del tono
serotonérgico en el hipocoampo, el cual se acompaña de incrementos en la actividad de
la enzima acetil transferasa que promueve la acetilación de histonas y la demetilación
del ADN a través del factor de crecimiento neuronal NFGI-A. En otras palabras, un
efecto ambiental incide directamente en la acción genética, provocando que segmentos
de ADN no funcionen. Este efecto podría o no ser reversible.
2. En nuestra experiencia clínica, hemos observado mujeres que al ser interrogadas sobre
su comportamiento homosexual, confiesan haber sido abandonadas por su madre
biológica al momento de nacer y que solo tuvieron contacto con el padre; por lo cual se
intuye que la ausencia de ese tan necesario contacto temprano entre la madre y la hija,
promoviera el comportamiento sexual anormal en la edad adulta, en algunos casos
nutridos por un desprecio total a los valores familiares y al vida conyugal normal. En las
aves, principalmente aunque no exclusivamente, es posible observar apareamientos de
por vida. El albatros jamás vuelve a emparejarse si muere su pareja, al igual que la
cigüeña blanca. Aunque entre las aves monógamas, una cosa es el “matrimonio” y otra
es la fidelidad. Gracias a las técnicas de ADN, se han encontrado que águilas, gansos,
cisnes y distintas especies de aves, hasta ahora consideradas monógamas,
tenían padres biológicos distintos a los que las cuidaban desde el nacimiento. Las
pruebas de paternidad realizadas en algunas aves monógamas han demostrado además,
que de 180 especies de pájaros cantores socialmente monógamos, sólo el 10% era
sexualmente monógamo; 90 % criaban hijos ajenos. En la especie humana de la
sociedad occidental, la fidelidad se exige socialmente, pero la poligamia, la poliandria,
la poliginia y la pologinandria, así como también la abierta homosexualidad se practican
con o sin conocimiento o tolerancia de la pareja “fija”, socialmente involucrada y esta
observación da pié a considerar este comportamiento humano, como consecuencia de la
evolución. Solo faltaría el concurso de la genética molecular comparada, para dar base a
esta argumentación. Pero algunos grupos progresistas, para algunos quizá retrógrados,
están preconizando la existencia de una sociedad poliamorosa; poliamor es un
neologismo que significa tener más de una relación íntima, amorosa, duradera y no
necesariamente pero preferiblemente sexual, de manera simultánea con varias
personas, con el pleno consentimiento y conocimiento de todos los amores
involucrados. El individuo que se considera a sí mismo emocionalmente capaz de tales
relaciones se define a sí mismo como poliamoroso, originador o miembro de una gran
familia sexuada, remedo de las comunas "hippies" de los años 60´s, ahora mantenidas
mas o menos a raya, por la incidencia del SIDA.
Pero desde el punto de vista del Derecho, es obvio que no es el libre albedrío lo que da
pié a la separación o el divorcio y que la variaciones del mismo (contencioso o por
mutuo consentimiento o como consecuencia de una larga separación, o por uxoricidio o
por conyugicidio) estarán modulados por la constitución genética, por la epigénesis,
por la influencia del resto del genoma de la pareja involucrada, apropiadamente
modulada por la crianza, por la influencia del ambiente, por el paratipo.
Estudios de paternidad entre parejas de nuestra ciudad, realizados hace algunos años por
nosotros, pudieron demostrar que la “no paternidad”, se encontraba presente en un 3 %
de las mismas (Experientia, 1980). Se deduce que la infidelidad, preámbulo de la “no
paternidad” habría de ser un múltiplo desconocido de esta cifra. Los informes Kinsey de
sexualidad (Sexual Behavior in the Human Male Alfred Charles Kinsey, Wardell B.
Pomeroy, Clyde Eugene Martin Edition: reprint, illustrated Publicado por Indiana
University Press, 1998 ISBN 0253334128, 9780253334121, 804 páginas) apuntaban en
los años 50, que un 30 % de mujeres y 50 % de los varones eran infieles.
Recientemente, la fidelidad masculina ha sido asociada a la presencia o no de una
mutación del gen AVPR1a, (gen del receptor de arginina-vasopresina tipo 1-a). Este es
un gen presente en ratones y en humanos el cual gobierna un receptor que regula la
utilización de vasopresina en el cerebro primitivo, donde se anida el sistema de
3. recompensa cerebral (supra). La vasopresina contribuye al comportamiento de apego
hacia la pareja. Los ratones y los varones con una variante del genAVPR1a (el alelo
334) tienen tendencia al desapego, a la infidelidad conyugal, al divorcio y a la
soltería. (Walum H., y col: PNAS on line, Sept., 2008). Mutaciones similares, en el
mismo o diferentes grupos de genes, podrían explicar el comportamiento sexual
femenino. Los miembros del grupo poliamoroso arriba mencionado, podrían contribuir
al avance de la genetic molecular al establecer su genotipo AVPR1a entre otros tales
como el polimorfismo del gen del receptor de dopamina tipo 4 (DRT4).
Esto demuestra que no hay explicaciones simplistas, para el comportamiento sexual
anormal o el comportamiento violento; o la respuesta normal o anormal ante situaciones
de demanda (stress). Y que existe una clara interacción entre genética y ambiente.
Llevado a la práctica, estos mecanismos indican que la Ley Orgánica de Protección del
Niño y del Adolescente en sus Artículos 45 y 46, que promueven la obligatoriedad del
cuidado del recién nacido por su madre y la lactancia materna, tienen ahora un respaldo
basado en los resultados de los estudios de genética molecular.