El documento discute la naturaleza divisible o indivisible del yo humano. A lo largo de la historia, se ha preferido ver el yo como una entidad indivisible, pero pensadores como Stevenson, Freud, Berne y otros han propuesto que el yo puede estar dividido en partes distintas. La neurociencia actual sugiere que el yo puede no ser una entidad permanente y central, sino más bien una asociación cambiante de procesos mentales y neuronas distintas.
ACTIVIDAD 19 Construyo mi identidad personal y familiar para fortalecer los v...
103 atómicos
1. Efrén Martín, gerente de FV y profesor de Deusto Business School
Nº 103 julio 2015 http://fvmartin.blogspot.com.es
Los presocráticos buscaban conocer la Naturaleza y sus
procesos de Cambio. Demócrito estableció la idea más
brillante para la ciencia, ¡el átomo!, que alumbró física,
química y biología; apagando la mitología.
Pero el conocimiento del ser humano siguió la ruta
opuesta. Pese a la división Aristotélica de la psyché, en
irracional y racional; se optó por simplificar nuestra
naturaleza con un mítico YO indivisible.
Robert Louis Stevenson, en su obra: “El extraño caso del Dr.
Jekyll y Mr. Hyde” disentía seriamente de tal opinión,
intuyendo que probablemente seamos más divisibles
(tómicos) de lo que pensamos:
Sin un “Yo unitario”: ¿Quedará algo, nuestro,
para la eternidad? ¿A qué o a quién responsa-
bilizamos de la conducta, si la persona tiene
distintos yoes? Pensadores como Tomás de
Aquino buscaron integrarnos, con razón y fe.
Otros muchos han ampliado la brecha interna:
Freud, concibió dos instancias del aparato
psíquico adicionales al “yo”: “ello” y “superyó”.
Berne, identificó los estados “niño” y “padre”,
con los que tenía que bregar el “adulto”.
Laing, pretendía la reorganización de la
personalidad fragmentada de los psicóticos.
¿Cómo tituló uno de suslibros?:“el yo dividido”.
Cyrulnik, padre de la Resiliencia, propone
que superar traumas implica que una “parte”
de nosotros debe morir, para que otra “parte”
pueda vivir. Es decir, no hay futuro feliz
mientras el dolor del pasado siga presente.
Hershfield, estudió algunos aspectos de esos
“yo presente” y “yo futuro”. Con el primero nos
identificamos, pero al segundo le vemos como
a un extraño y por ello no hacemos por él (o
sea, por nosotros) lo que deberíamos hacer
hoy para mejorar nuestro mañana.
Kahneman, ha analizado el funcionamiento
de dos entes: el “yo que experimenta” y el “yo
que recuerda”; concluyendo que lo realmente
vivido es sustituido por el recuerdo creado,
donde el final cuenta más que la duración.
Damasio, ha llegado a decir: “No somos
máquinas pensantes que sienten, sino
máquinas emocionales que piensan”.
Modelos como el de las inteligencias
múltiples han logrado un difícil encaje, frente
al núcleo duro de la egolatría; que sigue
considerándose el centro permanente de
diferenciados y cambiantes procesos mentales.
Los neurocientíficos,han comenzado a hablar
no a las personas, sino a sus neuronas;
depósitos de átomos mentales, que incluyen
una tremenda paradoja: “Ninguna de tus
neuronas sabe quién eres… ni le importa”.
La neurociencia puede romper este último
paradigma del antropocentrismo, al abordar
nuestro paradójico ser: ¿Somos indivisibles y
permanentes o divisibles y cambiantes?
Para recuperar la verdad presocrática:
Quizá haya que empezar de nuevo
“El hombre no es verazmente uno, sino verazmente dos. Y
digo dos, porque mis conocimientos no han ido más allá.
Otros seguirán, otros llevarán adelante estas
investigaciones, y no hay que excluir que el hombre, en
último análisis, pueda revelarse una mera asociación de
sujetos distintos, incongruentes e independientes”.