1. CONFLICTOS EN LA ESCUELA
Hugo Córdoba
Después de la exposición del compañero Jorge Reyes sobre la tipología de las
organizaciones, se determinó elegir algún tópico que haya sido tocado en la
presentación de Jorge para contextualizarlo con lo que cada integrante del grupo
vive en su centro de trabajo, por tanto yo escogí el tema del conflicto y la negación
debido a ciertas dinámicas que proliferan hoy en día en mi trabajo y se ajustan a
tal temática.
Entendiendo un conflicto según la definición de Stephen Robbins como “un
proceso en que se inicia cuando una parte en una organización percibe que otra la
ha afectado o está a punto de afectarla de manera negativa en alguno de sus
intereses” (Robbins, 1994), se tiene entonces que el conflicto llega a ser un
elemento común dentro de una organización pues los intereses individuales,
colectivos y organizacionales están siempre en juego, por lo que el equilibrio entre
estos se vuelve muy frágil y al existir un desajuste el conflicto ve su génesis, sin
embargo la diferencia entre que un conflictos sea benéfico o destructivo dentro de
una organización radica en cómo es atendido y la orientación que se le da en
relación a los objetivos y dinámicas organizacionales.
En este tenor, para Janis (1998) “Un ambiente de conflicto constructivo y
pensamiento crítico están relacionados con decisiones bien tomadas” es decir que
donde no se genera un conflicto que permita el intercambio de puntos de vista y la
ruptura de paradigmas se presta más al conformismo y a tener prácticas
anquilosadas de allí la importancia de que el conflicto sea un medio que posibilita
ventilar problemas, liberar tensiones y fomentar un entorno de evaluación en todos
niveles y aspectos, no obstante, el otro lado de este fenómeno se caracteriza por
los conflictos que tensionan las relaciones de las partes involucradas afectando
significativamente la convivencia futura, generando estrés, descontento,
2. desconfianza, frustración, agresiones, etcétera, alterando el equilibrio emocional y
físico de las personas, reduciendo su productividad y efectividad (Robbins, 1994).
Con esta información como base, puedo identificar que dentro de la institución en
la que laboro, el conflicto lamentablemente se inclina hacía una tendencia
negativa, pues la existencia de una figura de autoridad administrativa que no se
consolida como un líder académico y organizacional trae consigo la propagación
de conflictos no resueltos pertinentemente en todos los niveles de la estructura
organizativa, generando gran parte de las consecuencias negativas arriba
mencionadas culminando en una afectación directa en el proceso educativo de las
aulas, pues al no existir una correcta resolución de conflictos los problemas van
creciendo y aumentando su nivel de influencia haciendo “inhabitable” el centro de
trabajo, no permitiendo la colaboración en equipo y por consiguiente el logro de
objetivos colectivos.
Por tanto, puedo identificar la importancia de que un líder tenga las habilidades y
conocimientos necesarios que le permitan generar un clima organizacional
adecuado para el desarrollo personal y de grupo, teniendo en cuenta los objetivos
e intereses de éstos y así poder llevar un trabajo coordinado buscando el
crecimiento de la organización y sus integrantes.
Robbins, Stephen, Comportamiento Organizacional. Conceptos, controversias y
aplicaciones, 461 páginas, ed. Prentice hall, 1994.
Janis, I.L., Víctimas del pensamiento de grupo, 268 páginas, ed. Houghton Mifflin. 1998.