Clasificaciones, modalidades y tendencias de investigación educativa.
Los niños superdotados invisibles o el
1. Los niños superdotados invisibles o
el “yo no lo veo”
La realidad es que el grueso de los menores que lo son sigue sin ser
detectados y tienen una alta probabilidad de que nunca lo serán
A pesar de esa sensación que empieza a llegarnos a los profesionales que
trabajamos con niños de alta capacidad, acerca de padres y profesores que
2. comentan que “ahora todos los niños tienen altas capacidades”, la verdadera
realidad es que el grueso de niños que lo son, siguen sin ser detectados y con
alta probabilidad no lo serán nunca porque no responden al falso estereotipo de
niños académicamente brillantes. Y lo que es peor, puede que hasta sean
diagnosticados con diferentes patologías, tales como el Déficit de Atención con
Hiperactividad (o sin ella), el trastorno bipolar o el Síndrome de Asperger. Una
tragedia para padres y para hijos. Y para todos. Una sociedad que patologiza la
sobredotación por pura ignorancia, es muy mal síntoma.
Está comprobado por numerosos estudios que suelen ser los padres quienes
son los primeros en darse cuenta de la diferencia de sus hijos, sin embargo, si
esta diferencia no responde a unas calificaciones académicas excepcionales,
empezarán a sospechar la posibilidad de que su hijo tenga “algo raro”. Algunos
de ellos, los más proactivos, acudirán a un psicólogo que muy probablemente no
tenga formación en alta capacidad y por ello difícilmente va a ver lo que
realmente le pasa al niño. Les hablarán de falta de límites, de necesidad de
disciplina y en muchos casos de ser unos padres demasiado tolerantes o
sospechosos de narcisismo al pensar que su hijo es “especial”. Con suerte, no
saldrán de la consulta con una etiqueta patológica acerca de su hijo aunque en
la mayoría de los casos, sí con una sensación de incompetencia personal, de
impotencia y angustia.
Y luego están los docentes del “yo no lo veo”. Como si tener alta capacidad
llevara implícito una marcareconocible en alguna parte del cuerpo, como si
hubiera un único patrón observable, como si tuvieran ciencia infusa a modo de
enciclopedia andante.
En definitiva, lo triste es reconocer que no se puede ver lo que no se conoce.
Hablo de los llamados “superdotados invisibles”, los que no parecen destacar en
nada, los que solo se comportan de manera disruptiva o peculiar , pero no se
interesan por las clases, siempre distraídos, moviéndose sin parar, haciendo
preguntas inusuales, negándose a hacer las fichas o los deberes, desafiando al
profesor, estallando de rabia por razones incomprensibles, solos en los recreos,
3. incluso con dificultades para entender un texto o una explicación. Hablo del
potencial escondido por divergente, por inusual, por excepcional. En un sistema
creado para la media, donde se ha confundido igualdad con uniformidad,
excelencia como elitismo, salirse del patrón no está bien visto, sobre todo si no
tienen un trastorno, entonces ni siquiera les alcanza la compasión o la empatía.
“Cuando se sabe qué buscar, el alto potencial de un niño aparece en los
lugares más inesperados y se expresa de las formas más inusuales: Un
grafiti lastimero, una razón muy inteligente para no hacer los deberes, un chiste
ingenioso, una pregunta fascinante, un juego de palabras, la concienzuda
dedicacióna una actividad, hacer las cosas de forma inusual, pintarlas del revés,
una pasión que perdura, el valor de defender a los indefensos, la capacidad de
mantener la calma en los momentos de caos. Todos estos son indicadores
cualitativos de la alta capacidad”.
Linda Kreger Silverman es psicóloga clínica. Autora de más de 300 libros,
fundadora del Instituto para el estudio del desarrollo avanzado, y El Centro de
Desarrollo de la superdotación (GDC) en Denver, Colorado.
Nuestra experiencia del día a día, nos trae a padres angustiados porque no
saben qué les pasa a sus hijos: “siempre fue diferente”, “no obedece” “parece
sordo” “explota con facilidad de forma muy intensa”, “parece ido, en su mundo”,
“le cuesta relacionarse con los niños de su edad”, “nos hace preguntas inusuales”
“le angustia la muerte”… y así llegan, esperando un diagnóstico de alguna
patología porque han tenido una tutoría en el cole y les han dicho que “algo no
va bien”.
La mayoría de los profesionales de la educación o de la psicología
desconocen las sobre excitabilidades de los niños y niñas con Altas
capacidades
Especialmente difíciles de detectar son los que provienen de entornos socio-
económicos pobres, los que tienen además un problema de aprendizaje(doble
excepcionalidad), los altamente creativos, los que tienen un estilo de aprendizaje
4. predominantemente viso-espacial (la mayoría de superdotados tienen este
estilo), los que tienen bajo rendimiento académico y las niñas.
La identificación de las niñas es especialmente complicada porque por un lado
no suelen tener un comportamiento disruptivo en aula y además tienden a
asemejarse a su grupo de referencia en cuanto a calificaciones y
comportamiento, a fin de ser aceptadas por el grupo de iguales. Para las
mujeres, la necesidad de aprobación social es pandemia.
La mirada de los padres y de los docentes es una variable determinante en la
imagen que construya el niño (cualquier niño) de sí mismo. En el caso de los
niños superdotados no detectados se produce con triste frecuencia el “efecto
Pigmalión negativo”, cuando tanto unos como otros, niegan o ningunean la
excepcionalidad del niño en un intento erróneo por “normalizarle”. El niño
interioriza que ser como es él, no es bueno y tenderá a la desaprobación y al
autorechazo. Es común escucharles decir, desde muy pequeños, que “no sirven
para nada”.
La mayoría de los profesionales de la educación o de la psicología desconocen
las sobre excitabilidades de los niños y niñas con Altas capacidades, de ahí la
frecuencia de los diagnósticos erróneos:
La sobreexcitabilidad psicomotora se confunde con TDHA: El niño parece
tener problemas de atención y su agitación motriz (verbal o física) hace
que se piense en este trastorno. Si bien, cuando el niño está motivado en
la tarea, inmerso en algo que le atrae y fascina, puede llegar a tener
niveles de concentración fuera de lo esperado para su edad, olvidándose
incluso de todo lo que le rodea.
La sobreexcitabilidad intelectual se confunde con Trastorno de Asperger,
en tanto el niño superdotado muestra una curiosidad voraz que a veces
proyecta sobre un único tema, obsesionándose y volcando toda su
energía en él. El discurso, a veces tangencial, o la dificultad para las
relaciones sociales y sus matices, puede llevar a pensar en este trastorno
del espectro autista.
5. La sobreexcitabilidad emocional, la más frecuente de todas, la que los
padres refieren como “niño muy intenso y extremo”, en algunos casos
puede llevar a pensar a los que no conocen cómo es un niño con Alta
Capacidad a pensar en un trastorno bipolar. Y nada más lejos de la
realidad, son intensos emocionalmente pero no psicóticos, y este será,
cuando sean adultos, uno de sus mayores recursos.
La sobreexcitabilidad sensorial hace que les moleste sobremanera las
etiquetas de la ropa, el ruido de la clase o los olores del comedor, y supone
para ellos algo tan invasivo que no pueden pensar en nada más.
Incomprendidos casi siempre y juzgados la mayoría de las veces como
maniáticos, cuando es algo que no pueden (ni debemos obligarles) a
soportar.
La sobreexcitabilidad de la imaginación supone una enorme
facilidad para inventar, fantasear a un nivel donde llegan a confundir
la realidad con la ficción, creando sus propios mundos privados con
compañeros imaginarios para escapar del aburrimiento. En aula suelen
dibujar, escribir o imaginar historias con el fin de abstraerse de una
realidad que la mayoría de veces les aburre profundamente, por rígida y
árida.
Estas son solo algunas pinceladas que confío ayuden a algunos padres y
docentes a cambiar la mirada hacia nuestros niños altamente dotados.
Es imprescindible la comprensión, la empatía, la canalización de un potencial
que a veces amenaza con volverse en contra, el conocimiento de una realidad
que es nuestra responsabilidad atender, desterrando tópicos y prejuicios,
mirando de frente y sin miedo a los “diferentes”. Son sobre todo y por encima de
todo, niños, con el legítimo derecho a ser felices, sin negarles su esencia.