1. 17 Domingo del Tiempo Ordinario. Evangelio (Mateo 13, 44-52). 27 de julio 2014.
Publicado por LMV en http://erealcala.blogspot.com por el Departamento de Jóvenes de Cáritas Diocesana de Alcalá de Henares.
LA PALABRA ES VIDA
La vida que nace del Evangelio para cada semana …
CÁRITAS DIOCESANA DE ALCALÁ DE HENARES
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: “El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en
el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que
tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas
finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra. El reino
de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces:
cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos
los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de
los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”.
“¿Entendéis bien todo esto?”. Ellos le contestaron: “Sí”. Él les dijo: “Ya veis, un escriba que
entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y
lo antiguo”.
¿Has descubierto ya tu tesoro?
Difícil lo tengo hoy. Cuando miles de altavoces proclaman, a los cuatro vientos, que el dinero es
el que manda, yo, sin un micrófono que echarme a la boca, voy a decir que no creo en el
dinero; es más, que todo el que quiera ser feliz tiene que estar dispuesto a tirar el dinero por la
ventana. Es una lucha desigual, lo sé, pero no me importa. ¿No decía el Evangelio, hace una
semana, que un poco de levadura es capaz de levantar toda la masa?
Hay que decirlo muy claro: la verdadera alegría –honda, limpia, contagiosa, indestructible- no
nos viene de la mano del dinero; más aún, el dinero suele ser un estorbo para conseguirla.
La alegría se nos entra, incontenible, el día en que descubrimos, de pronto, que estábamos
mirando la vida desde un ángulo equivocado; que el mundo es mucho más grande que las
fronteras de nuestros intereses; que las cosas más bellas no pueden comprarse con dinero; que
produce mayor alegría el perdón que la venganza, compartir que acaparar, tender la mano que
empuñar un fusil…
¿Cuál es el tesoro que nos hace despertar, renacer, tirar por la borda cosas que antes nos
tenían comido el corazón, ver la vida desde otra luz? Yo pienso que es el amor. Es lo único
capaz de producir en nosotros semejante zapatiesta. Cuando una vida nace al amor, todas las
demás cosas se tienen que quitar el sombrero.
Estoy seguro de que estas cosas las entiende perfectamente todo el que ha conocido lo que es
el amor; mejor todavía, si ha llegado a conocer al Amor grande, que es Dios hecho carne en
Jesús. Los que no sepan aún lo que es amar, pensarán que estoy diciendo tonterías, que los
cristianos andamos cometiendo locuras, que Jesús estuvo loco de remate.
Oye, hermano. Piénsatelo un poco. Si observas que, al tiempo que te profesas cristiano, tu vida
discurre por los cauces “normales”: te gusta el dinero como a cualquiera, arrimas como
cualquiera el ascua a tu sardina, y, también como cualquiera, dices aquello de “yo hago de lo
mío lo que quiero”, o sea, si tu manera de vivir no resulta en modo alguno “chocante”…,
párate. Piénsatelo bien. ¿No será que, por más que pases toda los días por encima de él, no
has descubierto todavía tu “tesoro”?
PARA TU REFLEXIÓN Y COLOQUIO:
¿Cuál es tu tesoro actualmente sin el que no puedes vivir?
¿Has hecho el intento de abrir la ventana a la empatía, el amor desinteresado?
¿Qué decir de las “ocupaciones” y “preocupaciones” que te llenan la mente y el corazón?
Vamos a intentar recuperar la alegría de lo simple y transcendente: el amor.