1. POR UNA “COMPASIÓN MÁS COMPASIVA”
Uno de los comportamientos importantes que inciden en la forma como nos relacionamos
con otras personas es la compasión.
Ahora bien, este concepto presenta contextos ambivalentes en nuestro idioma. Hemos
consultado la etimología y el uso del vocablo compasión en Hispanoamérica: la vigésimo
segunda edición del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define la
compasión como: “sentimiento de conmiseración y lástima que se tiene hacia quienes
sufren penalidades y desgracias”. En línea con esto, muchos utilizamos coloquialmente esta
palabra como un sinónimo de “piedad”, “lástima” y “misericordia”, primos hermanos de
“tristeza”; la compasión entre nosotros conlleva sentimientos y relaciones ambiguas que de
por sí implican un desbalance entre quienes la ejercitan e implica la expresión de cierta
solidaridad entristecida con alguien inferior o caído en desgracia. Por esta razón, creo que
muy pocas personas que no se consideren a sí mismas en condiciones de inferioridad, o
dignas de ayuda o lástima, estarían de acuerdo en que se les trate “con compasión”.
La etimología latina original de la palabra orienta la aplicación de la compasión dentro de
contextos lejanos a lo que queremos transmitir; cabe anotar que esa palabra se usa en otros
idiomas con contenidos diferentes, dentro de contextos más elevados y abarcadores.
Para aportar mayores luces sobre estos interesantes temas etimológicos, traigo a colación
un notable párrafo del escritor checo Milan Kundera, tomado de su obra “La Insoportable
Levedad del Ser”:
"En los idiomas que no forman la palabra "compasión", a través de la raíz del
"padecimiento", sino del sustantivo "sentimiento", estas palabras se utilizan
aproximadamente en el mismo sentido; sin embargo, es imposible afirmar que se
refieran a un sentimiento secundario, malo. El secreto poder de su etimología ilumina
la palabra con otra luz y le da un significado más amplio: tener compasión significa
saber vivir con otro su desgracia, pero también sentir con él cualquier otro sentimiento:
alegría, angustia, felicidad, dolor.
Esta compasión significa también la máxima capacidad de imaginación sensible, el arte
de la telepatía sensible; es en la jerarquía de los sentimientos el sentimiento más
elevado.
2. Cuando Teresa soñó que se clavaba agujas bajo las uñas, reveló así que había espiado
en los cajones de Tomás. Si se lo hubiera hecho alguna otra mujer, no habría vuelto a
hablar con ella en la vida. Teresa lo sabía y por eso le dijo: "¡Entonces échame!". Pero
no solo no la echó, sino que le cogió la mano y le besó las yemas de los dedos, porque
en ese momento él mismo sentía el dolor debajo de las uñas de ella, como si los nervios
de sus dedos condujeran directamente a la corteza cerebral de él.
Un hombre que no goce del diabólico regalo denominado compasión no puede hacer
otra cosa que condenar lo que hizo Teresa, porque la vida privada del otro es sagrada y
los cajones que contienen su correspondencia íntima no se abren. Pero como la
compasión se había convertido en el sino (o la maldición) de Tomás, le pareció que había
sido él mismo quien había estado arrodillado ante el cajón abierto del escritorio, sin
poder separar los ojos de las frases que había escrito Sabina. Comprendía a Teresa y no
solo era incapaz de enfadarse con ella, sino que la quería aún más."
Es importante considerar la visión de Kundera que nos invita a entender y aplicar el
concepto de la compasión dentro de un marco ampliado, mucho más humanista y
propositivo.
Oscar Ayala A.
Santiago de Cali, Colombia, Febrero 11 de 2011
Fuente cita de M. Kundera: “La Insoportable Levedad del Ser”, Ed. Tusquets, 1984, pp. 23-
24.