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Universidad Nacional
              de Asunción.

          Facultad de Filosofía.


          Carrera de Psicología.


     Psicología de la Informática.

Tema: “La obesidad y el impacto
en las redes sociales”.

Profesor: Pablo Portillo.

Curso: 1º Sección: 3º

Alumna:
Patricia Morínigo De Bavay.
Abril Aquino Campos.


                  2009
Obesidad...
Introducción


Hace 50 años se introdujo la obesidad dentro de la clasificación internacional de enfermedades y
actualmente puede ser considerada una epidemia universal ya que si en 1995 había 200 millones
de adultos obesos en el mundo y otros 18 millones de niños menores de 5 años con sobrepeso,
actualmente se estima que unos 300 millones de personas en el mundo son obesas, constituyendo
la obesidad un importante problema médico y de salud pública. Contrariamente a lo que pudiera
pensarse, la epidemia de la obesidad no está restringida a las sociedades industrializadas, pues en
los países en desarrollo se estima que 115 millones de personas sufren problemas relacionados con
la obesidad y a menudo su aumento es más rápido en estos países que en los países desarrollados.
Es una situación compleja con repercusiones psicológicas y sociales graves y que afecta a todas las
edades y grupos socioeconómicos.


Definiciones en la web:


      • La obesidad es la enfermedad en la cual las reservas naturales de energía, almacenadas en
        el tejido adiposo de los humanos y otros mamíferos, se incrementa hasta un punto donde
        está asociado con ciertas condiciones de salud o un incremento de la mortalidad.


      • Enfermedad crónica originada por muchas causas y con numerosas complicaciones, la
        obesidad se caracteriza por el exceso de grasa en el organismo.


      • Consiste, por definición, en un 15-20% o más de grasa corporal extra. La grasa actúa en
        contra de la acción de la insulina. La grasa corporal extra es un factor de riesgo para la
        diabetes, especialmente en el caso de los gatos acumulación generalizada de adiposidad
        corporal.


      • Se define como un peso que supera en un 20% al peso normal estadístico basado en niveles
        normales en los que se relaciona el peso con la altura.


      • Acumulación excesiva de grasa en el cuerpo; hipertrofia general del tejido adiposo.

      • Grasa excesiva en los tejidos corporales. La obesidad incrementa el peligro de desarrollar
        diversas condiciones, como la diabetes y ciertos problemas cardiacos.


      • Aumento patológico de la grasa del cuerpo, determinando un peso muy superior al normal.

      • Acumulación excesiva de grasa en el cuerpo, principalmente como consecuencia de una
        ingesta de calorías superior a las necesidades energéticas del individuo.
El crecimiento epidémico de la obesidad


Se ha producido un incremento en la prevalencia de la obesidad en los últimos años y por consiguiente
de la morbimortalidad y de las enfermedades asociadas (diabetes mellitus, enfermedades cardiacas,
algunos tumores y problemas respiratorios como la apnea del sueño). En su Informe sobre la Salud
en el Mundo 2002, la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificaba a la obesidad entre los 10
riesgos principales para la salud.
La obesidad origina y exacerba un importante número de problemas de salud y estudios
epidemiológicos demuestran una correlación positiva entre la obesidad y la mortalidad. Por otra parte,
la obesidad conlleva rechazo social y laboral, lo cual provoca desde la infancia una considerable
pérdida de autoestima y un número importante de situaciones conflictivas que pueden desembocar en
el fracaso escolar.
La contribución de la obesidad a la aparición de enfermedades crónicas, y por consiguiente, su
impacto en la mortalidad prematura, en la discapacidad y en el deterioro de la calidad de vida, junto
con los gastos sanitarios que origina y las importantes dimensiones que está adquiriendo en las
sociedades desarrolladas desde la edad infantil y juvenil, ha dado lugar a un importante problema
de salud pública, que en la actualidad se considera de magnitud epidémica incluso en países en
desarrollo.
La obesidad ha pasado de ser un trastorno metabólico a constituir un problema serio de salud en
muchos de los países desarrollados por su incidencia y por el importante gasto sanitario que origina.
En nuestro país, se estima que alrededor del 13% de la población general entre los 25 y 60 años es
obesa (algo más de 2 millones de personas) y el gasto sanitario que origina representa el 6,9% del
gasto sanitario total.
Las previsiones de futuro, si no se pone remedio, pueden ser muy preocupantes, ya que la OMS de la
extrapolación de los datos existentes, sugiere que para el año 2025 los niveles de obesidad podrían
ser del 45-50% en Estados Unidos, entre el 30-40% en Australia, Inglaterra y en la isla Mauricio y por
encima del 20% en Brasil y para el año 2030 la mitad de la población europea podría estar afectada
por la obesidad.
En España, según los autores del "Libro blanco sobre costes sociales y económicos de la obesidad
y sus patologías asociadas", en el año 2005 la población con grado I de obesidad se situará entre el
20-25% y por encima de un IMC de 30 se encontrarán entre el 14-19% de la población.
Comentario
La diseminación de la obesidad en las redes sociales parece ser un factor importante en la obesidad
como epidemia. Las personas que componen la red están expuestas a factores ambientales,
experiencias, u otros factores que causan ganancia o perdida de peso, las observaciones realizadas
en este estudio sugieren un rol importante en el proceso de inducción de persona a persona en la
diseminación de la obesidad.
A través de este estudio observamos que amigos o hermanos del mismo sexo tienen mayor influencia
en la ganancia de peso, entre ellos, que en amigos o hermanos del sexo opuesto.
Esposos y esposas parecen afectarse entre sí en forma similar. Se observó que la cesación tabaquica
y la distancia geográfica no influyeron sobre la ganancia de peso. La distancia social (la distancia
mínima entre el “ego” y otro participante de la red) tendría mayor importancia en la ganancia de peso
de los “egos” que la distancia geográfica.
El tipo de relación entre “egos” y “alters” y la dirección de la misma influyen en el peso de la
diseminación de la obesidad. Estos hallazgos proveen fuerza a la teoría en la inducción de la obesidad,
parece ser que las personas son más influenciadas por aquellas personas que se asemejan, o se ven
identificados, que por los que no.
En este estudio hemos notado que no se evalúa de cuanto es el tiempo de exposición entre los
participantes para que se produzca el efecto, este es un tema realmente importante ya que las redes
sociales son dinámicas, en constante movimiento, por lo que el tiempo de la exposición es importante
para observar el efecto que produce.
Estadisticas en algunos paises:
      1. Estados Unidos
El porcentaje de población con sobrepeso y obesa en Estados Unidos ha aumentado
significativamente en los últimos 20 años originando una situación preocupante. Según un estudio
entre 1960 y 1962 el porcentaje de obesos se situaba alrededor del 12,8%, y el de personas con
sobrepeso en un 43,3%. Las cifras pasaron a situarse en el 14,5% y el 46% respectivamente, veinte
años después. A mediados de los 90, la cifra de obesos llegó al 22,5% y la de sobrepeso al 54,4%.
Hoy en día, alrededor del 64% de los adultos de los Estados Unidos tiene sobrepeso y el 30,5% es
obeso. Todo ello indica que el número de obesos en Estados Unidos se ha duplicado en los últimos
30 años, de tal manera, que uno de los objetivos de salud nacional para el año 2010 es reducir la
prevalencia de la obesidad entre adultos por lo menos un 15%.
      2. Australia
El análisis de los datos disponibles del Australian Institute of Health and Welfare muestra que las
tasas de sobrepeso y obesidad casi se han duplicado entre los australianos adultos en las dos últimas
decadas. El 1999/2000 Australian Diabetes, Obesity and Lifestyle Study estimó que el 67% de los
hombres adultos y el 52% de las mujeres tenían sobrepeso o eran obesos, es decir alrededor de 8
millones de australianos adultos. Los hombres tienen más tendencia a tener sobrepeso con una tasa
del 48% frente al 30% de las mujeres. Sin embargo, los niveles de obesidad eran más altos en las
mujeres, con un 22% estimado frente al 10% de los hombres.
El análisis del 2001 National Health Survey encontró que alrededor de la mitad de los australianos de
18 años para arriba tenían sobrepeso o eran obesos. En contraste, la prevalencia correspondiente de
sobrepeso u obesidad estimada en el 1989 National Health Survey fue un poco menor del 40%. Por lo
tanto, en 10 años, la proporción de adultos australianos con sobrepeso u obesidad se ha incrementado
un 25%. Si esta tendencia continua, se estima que al menos el 60% de los australianos de 18 años
para arriba tendrán sobrepeso o seran obesos en el 2010 y aumentará al 65% en el 2020.
      3. Latinoamérica
Un informe reciente de la OMS/Organización Panamericana de la Salud sobre obesidad en
Latinoamérica revela una tendencia al aumento de la obesidad en los países que emergen de la
pobreza, especialmente en zonas urbanas. A los cambios dietéticos y al incremento de la inactividad
se les considera factores cruciales para explicar este aumento.
Los datos de Argentina, Colombia, México, Paraguay, Perú y Uruguay muestran que más de la mitad
de su población tiene sobrepeso y más del 15 por ciento es obeso.
      4. Unión Europea
En 1997 el Institute of European Food Studies (IEFS) llevó a cabo un estudio entre los 15 Estados
Miembros de la Unión Europea. Sus resultados mostraron que la mayor prevalencia de obesidad se
daba en el Reino Unido (12%) seguido de España (11%), siendo la menor en Italia, Francia y Suecia
(7%). Por sexo, la prevalencia de obesidad es algo mayor entre las mujeres, siendo la de sobrepeso
mayor en los hombres.
En 2002, en el Reino Unido el 23% de las mujeres y el 22% de los hombres eran obesos (IMC>30)
comparados con el 8% de las mujeres y el 6% de los hombres en 1980, y el 57% de mujeres y el 65%
de hombres tenían sobrepeso o eran obesos (IMC>25).
      5. España
En España, el estudio SEEDO'97 estimó una prevalencia de obesidad (IMC >= 30) para el conjunto de
la población española entre 25 y 60 años del 13,4% (del 11,5% en varones y del 15,2% en mujeres).
La sobrecarga ponderal global (sobrepeso + obesidad o un IMC >= 25) se encuentra en el 58,9% en
los varones y el 46,8% en las mujeres.
En otro estudio sobre los costes económicos y sociales de la obesidad y sus patologías asociadas,
realizado a mediados del año 2000, algo más de dos millones de personas, entre 35 y 60 años,
padecen esta enfermedad, afectando en un 58% a las mujeres, y en un 42% a los hombres.
En el estudio SEEDO 2000, la prevalencia de la obesidad fue del 14,5% (intervalo de confianza [IC] del
95%, 13,93-15,07%), significativamente más elevada en el colectivo femenino (15,75%; IC del 95%,
14,89-16,61%) que en el masculino (13,39%; IC del 95%, 11,84-14,94%). La prevalencia de obesidad
aumentó significativamente con la edad en varones y en mujeres, observándose las proporciones más
elevadas de personas obesas en el grupo de mayores de 55 años, el 21,58% en varones (IC del 95%,
18,68-24,48%) y el 33,9% en mujeres (IC del 95%, 32,73-35,07%).
La prevalencia de la obesidad en España es mayor que en países del norte de Europa como
Dinamarca, Suecia, los Países Bajos o Francia, pero menor que en Estados Unidos, Canadá o Reino
Unido. Japón presenta las tasas de prevalencia de obesidad más bajas entre los países desarrollados.
La sobrecarga ponderal también es cada vez más frecuente en la población infantil y juvenil, como lo
muestran estudios realizados tanto en Estados Unidos como en distintos países europeos.
Por otra parte, las previsiones de futuro son también preocupantes, ya que según un estudio se estima
que en un futuro cercano un tercio de la población padecería obesidad. La OMS advirtió que para el
año 2030 la mitad de la población europea podría estar afectada por la obesidad.
Mientras la obesidad está en aumento en todo el mundo, la dinámica de la epidemia varía de acuerdo
a las regiones. En los países pobres, las personas tienden a engordar a medida que aumentan sus
ingresos, mientras que en las economías desarrolladas o en transición, mayor ingreso se relaciona
con formas delgadas.
Los estudios sobre la relación entre pobreza y sobrepeso han identificado un número de factores
socioeconómicos en juego. Algunos han relacionado la baja estatura y el retraso en el crecimiento
debido a la malnutrición fetal y temprana con la obesidad en etapas posteriores de la vida. Los factores
culturales también son importantes: muchas minorías y grupos de bajos ingresos asocian gordura
con prosperidad, una percepción no compartida por los sectores de la sociedad que están en mejor
posición o tienen más educación.
Las diferencias de género complican aún más el cuadro. En general, las mujeres tienden a tener
mayores tasas de obesidad que los hombres. Pero las tasas de sobrepeso son mayores en hombres
en países desarrollados, pero mayores para las mujeres en los países en desarrollo. Además, en
muchos países en desarrollo, la relación entre estatus económico y obesidad es positiva para los
hombres pero negativa para las mujeres.


Otros países...


La tasa de obesidad entre los niños canadienses entre 7 y 13 años se ha triplicado entre 1981 y 1996.
En 2000-2001 se estimó que más del 30% de los niños tenían sobrepeso y el 12-14% eran obesos.
El problema es global y se está extendiendo a los países en desarrollo, por ejemplo, en Tailandia la
prevalencia de obesidad en niños de 5-12 años ha pasado del 12% al 16% en solo 2 años.
En China, entre el 5-10% de los jovenes son considerados obesos.
La tasa de obesidad infantil en Australia es una de las más altas entre los países desarrollados.
Actualmente, el 25% de los niños australianos tiene sobrepeso o es obeso. La obesidad infantil se está
incrementando anualmente un 1%, una tendencia que sugiere que la mitad de los jovenes australianos
tendrán sobrepeso para el año 2025.
Por otra parte, en el Reino Unido el número de niños obesos se ha triplicado en 20 años, de tal manera
que el 10% de los niños de 6 años son obesos, aumentando la tasa de obesidad al 17% en los niños
de 15 años.


La obesidad afecta de manera preocupante a los niños alemanes: entre un 10 y un 20% de

los niños y adolescentes escolarizados tienen sobrepeso. Unos estudios realizados en Jena

y Hamburgo muestran un crecimiento dramático del peso en Alemania en los últimos veinte

años. La proporción de jóvenes con exceso de peso ha crecido más del doble desde 1985,

alcanzando casi el 26%. El crecimiento más importante se observa entre las niñas: una de cada

tres tiene sobrepeso, mientras que a mediados de los años ochenta, la proporción era de una

de cada nueve. Por otra parte, las formas extremas también van en aumento.


Obesidad infantil

Obesidad en el niño en América Latina: situación, criterios de diagnóstico y desafíos
De 12 países latinoamericanos que tenían información completa de sobrepeso y obesidad algo más
de un tercio supera el 20% en ambas situaciones. Para obesidad 17 países contaban con información;
el promedio de ésta fue 4,6%, en el que 4 de ellos presentaron valores sobre 6% y 3 inferiores al 2%.
En la mayoría se observó incremento en los últimos años, el 70% presentó aumento de sobrepeso y
el 60% de obesidad, sólo en dos de ellos hubo descenso.
Por otra parte, en España, el exceso de peso en la infancia se ha duplicado en los últimos 15 años.
Según el último estudio nacional enKid (1998-2000) sobre los hábitos alimentarios y el estado
nutricional de la población infantil y juvenil, la prevalencia de obesidad es del 13,9%, y del 12,4% en
sobrepeso; frente al 6,4% de niños obesos, datos estos últimos referentes al anterior estudio nacional
sobre obesidad infantil PAIDOS, del año 1984. En la actualidad el 26,3% de los niños no está en su
peso saludable. La investigación revela que este problema afecta, sobre todo, a los pequeños de entre
6 y 13 años, es más acusado en los chicos y en edades prepuberales, y hay notables diferencias
según la zona geográfica, siendo Canarias y el sur de Andalucía, las comunidades más afectadas.
Prevalencia de la obesidad en la población española con edades entre 2 y 24 años. Estudio enKid
(1998-2000)
Características               Total (%)           Varones (%)           Mujeres (%)
                              13,9                15,6                  12,0
Edad (años)
2-5                           11,1                10,8                  11,5
6-9                           15,9                21,7                  9,8
10-13                         16,6                21,9                  10,9
14-17                         12,5                15,8                  9,1
18-24                         13,7                12,6                  14,9
La ausencia de actividad física, ver la televisión más de tres horas al día, el consumo de bollería
industrial, refrescos y comida "basura" son algunas de las causas de este problema.
En lo que los expertos llaman la "transición nutricional", las sociedades de todo el mundo se están
alejando de sus alimentos y métodos de preparación tradicionales, para consumir alimentos
procesados y producidos industrialmente, que suelen ser más ricos en grasas y calorías, y contener
menos fibras y oligoelementos, particularmente hierro, yodo y vitamina A.
El problema no se debe solamente a la comida basura. Gran parte también es económico. En
general, los alimentos comercializados masivamente son cada vez más baratos, especialmente en las
ciudades, y los alimentos frescos son cada vez más caros.
Junto con esta transición nutricional, la tecnología avanzada y la evolución de las ciudades modernas
han creado un "entorno obesogénico", en el cual los nuevos patrones de trabajo, transporte y
recreación hacen que las personas en todo el mundo lleven una vida menos activa y más sedentaria.
Se ha demostrado que si la obesidad infantil se manifiesta o persiste en la segunda década de vida
y no se corrige a tiempo es muy probable que se sufra obesidad en la edad adulta. Los adolescentes
con sobrepeso tienen un 70% de probabilidades de llegar a ser adultos con sobrepeso u obesos. Esto
se incrementa al 80% si uno o los dos padres es obeso o tiene sobrepeso.
La obesidad tiene una repercusión muy importante en el desarrollo psicológico y en la adaptación
social del niño. Los niños obesos refieren sentimientos de inferioridad, rechazo y escasa autoestima
que se mantienen hasta la edad adulta. La discriminación que sufren desencadena actitudes
antisociales, depresión, aislamiento e inactividad, que induce a la ingesta de alimentos y perpetua el
cuadro.
La niñez es una etapa en la que es factible cambiar conductas. Es el momento en que se conforman
los hábitos, se estructura la personalidad y se pueden establecer patrones que en el futuro será más
difícil cambiar.
La obesidad es una enfermedad metabólica multifactorial, influida por elementos sociales, fisiológicos,
metabólicos, moleculares y genéticos. No obstante, la combinación de una alimentación inadecuada
en cantidad y tipo de alimentos, y la tendencia a realizar menos actividad física relacionada con
el mayor tiempo dedicado a actividades sedentarias explica en parte, por qué se ha duplicado la
obesidad infantil en los últimos 15 años en nuestro país. Por tanto, los malos hábitos de alimentación
y un estilo de vida sedentaria son los factores responsables.
En Europa el informe de la International Obesity TaskForce (IOTF) encontró que la obesidad infantil se
ha ido incrementando y existe una mayor prevalencia en los países del sur de Europa. La prevalencia
de sobrepeso infantil para los países del norte de Europa fué del 10-20% y para los países de sur de
Europa fué del 20-35%. En España afecta al 27% de los niños y adolescentes según este informe.
Los niños estan siendo cada vez más vulnerables al sobrepeso y a la obesidad a nivel mundial.
Al menos 155 millones de niños en edad escolar en el mundo tienen sobrepeso o son obesos,
de acuerdo con la últimas estimaciones de la International Obesity TaskForce (IOTF). La obesidad
infantil está distribuida de forma desigual entre las distintas regiones del mundo e incluso dentro de la
población del mismo país. Es ya epidémica en algunas zonas y se está incrementando en otras.
De acuerdo con el U.S. Surgeon General, en EE.UU. el número de niños con sobrepeso se ha
duplicado y el de adolescentes se ha triplicado desde 1980. En 1999, el 13% de los niños entre 6-11
años y el 14% de adolescentes entre 12-19 años en los EE.UU tenían sobrepeso. La prevalencia de
niños obesos de 6-11 años se ha duplicado desde los años 60 y en jovenes entre 12-17 años se
ha incrementado drásticamente del 5% al 13% en niños y del 5% al 9% en niñas entre 1966-1970 y
1988-1991 en EE.UU. Actualmente se estima que 14 millones de niños tienen sobrepeso, y de ellos 3
millones son obesos.
2
Número de personas con sobrepeso (IMC 25,0-29,9 kg/m ) por
edad y sexo. Población de 20 y más años.
_                   _               _               _

                        1993            1995            1997
_                   _               _               _

AMBOS SEXOS

Total                   9.083.127       9.120.165       9.456.213

De 20 a 24                541.395         546.560         585.463
De 25 a 34              1.539.592       1.755.065       1.589.979
De 35 a 44              1.748.658       1.689.769       1.691.642
De 45 a 54              1.726.978       1.696.129       1.802.827
De 55 a 64              1.693.545       1.594.638       1.834.951
De 65 y más             1.832.959       1.838.004       1.951.351



VARONES

Total                   5.611.549       5.733.078       5.876.371

De 20 a 24                403.037         381.299         433.151
De 25 a 34              1.146.040       1.254.272       1.158.427
De 35 a 44              1.133.734       1.148.913       1.143.317
De 45 a 54              1.027.437         973.237         997.798
De 55 a 64                973.060         953.674       1.092.589
De 65 y más               928.241       1.021.684       1.051.088



MUJERES

Total                   3.471.579       3.387.087       3.579.843

De 20 a 24               138.358         165.262         152.312
De 25 a 34               393.552         500.793         431.552
De 35 a 44               614.925         540.857         548.325
De 45 a 54               699.541         722.892         805.029
De 55 a 64               720.485         640.964         742.362
De 65 y más              904.718         816.319         900.262
_
Tratamiento
El tratamiento de la obesidad y el sobrepeso conlleva gran dificultad por su complejidad y cronicidad
siendo necesario introducir cambios permanentes en los hábitos de vida relativos a la alimentación y a
la actividad física. También se ve dificultado el tratamiento por el alarmismo social, la presión mediática
y las falsas esperanzas de curación generadas por determinados especialistas.
Debe ser un tratamiento personalizado y adaptado a las características clínicas de cada paciente, se
debe realizar después de un minucioso estudio del paciente así como de los factores etiopatogénicos
implicados. Es también importante establecer unos objetivos razonables y realistas, e intentar
mantener la pérdida de peso conseguida el mayor tiempo posible, ya que desgraciadamente aunque
casi todos los obesos pierden peso de forma relativamente rápida, es raro que esta pérdida se
mantenga en el tiempo. La inmensa mayoría va ganando peso lentamente hasta recuperar el de la
situación inicial al tratamiento o incluso lo superan. Por ello no es necesario ponerse como objetivo
alcanzar el peso deseable o normal porque es poco realista a largo plazo.
El tratamiento integral de la obesidad comprende una mejora en los hábitos alimentarios, un
incremento de la actividad física, un apoyo conductual y la administración de fármacos cuando sea
aconsejable su utilización. En situaciones determinadas, pueden utilizarse las dietas muy bajas en
calorías, y en obesidades mórbidas u extremas puede estar indicada la cirugía bariátrica.
A) Alimentación
El tratamiento dietético sigue siendo la piedra angular del tratamiento, y la reducción de la ingesta
energética continua siendo la base del éxito de los programas de reducción de peso.
El primer paso en el tratamiento de la obesidad en el adulto es la mejora en los hábitos alimentarios,
lo cual debe ir acompañado de un incremento de la actividad física.
El objetivo fundamental es disminuir la masa grasa del paciente obeso, pero existen también objetivos
secundarios, como mantener el peso perdido, disminuir las complicaciones, mejorar los hábitos de
vida y aumentar, en definitiva, la calidad de vida del individuo.
Para instaurar una plan dietético correcto se debe realizar una anamnesis completa y adecuar la dieta
a una serie de variables, como peso, edad, sexo, enfermedades asociadas, trabajo, vida social y
laboral, gustos y horarios, clima y actividad física.
Los especialistas, en su mayor parte, están de acuerdo en recomendar dietas no muy estrictas que
aporten de 1.200 a 1.500 kcal al día. Es importante que la dieta sea variada y que mantenga el
equilibrio en la proporción de nutrientes que la componen.
En cuanto a vitaminas y minerales, se deben respetar las necesidades diarias recomendadas; si esto
no es posible se deben administrar suplementos.
La cantidad diaria de agua ingerida debería ser como mínimo de 1,5 litros que puede variar en función
del ejercicio, la temperatura ambiente y la ingesta de sal.
B) Actividad física
La mejora de los hábitos alimentarios debe ir acompañada siempre de ejercicio y la intensidad del
mismo debe adaptarse a la edad y a la forma física del individuo.
Lo ideal es combinar la actividad física cotidiana con el ejercicio físico programado.
En el niño hay que intentar promover actividades lúdico-deportivas y disminuir las horas dedicadas a
ver la televisión y a jugar con ordenadores y videojuegos.
C) Modificación conductual y/o tratamiento psicológico
El tratamiento de modificación de la conducta desempeña un papel muy importante en el cambio de
hábitos, y se puede enfocar de forma individualizada o familiar. Su finalidad es apoyar al paciente
obeso, motivandole a seguir el programa de pérdida de peso, descartar la responsabilidad (la culpa)
de ser una persona obesa, proporcionar estimulos positivos valorando más los éxitos y destacando
menos los aspectos negativos, afianzar los hábitos alimentarios y de actividad física aprendidos, ganar
en autoestima y disminuir la ansiedad.
El tratamiento psicológico o psiquiátrico del paciente obeso es necesario cuando existe una
desestructuración importante de la personalidad o cuando existen cuadros ansioso-depresivos de
relevancia clínica.
D) Tratamiento farmacológico
El tratamiento farmacológico debe utilizarse como apoyo del dietético y del ejercicio, pero no debe
utilizarse nunca como único tratamiento. Requiere una estricta indicación y supervisión médica. Su
prescripción puede considerarse en obesos con un IMC de 30 Kg/m2 o más, en los que haya fallado
la dieta, el ejercicio y los cambios conductuales, o en aquellos con un IMC de 27 o más si se asocian
factores importantes de morbilidad como diabetes, hipertensión, dislipemia, etc. a pesar de otros
tratamientos.
Los fármacos que han sido y están siendo utilizados en el tratamiento de la obesidad, así como los
que están en investigación son los siguientes:
Clasificación de los fármacos para el tratamiento de la obesidad
Anorexigenos:
        • Adrenérgicos: anfetamina, metanfetamina dietilpropión, fentermina, mazindol,
          fenilpropanolamina, fenproporex, clobenzorex
        • Serotoninérgicos:
          - Agonistas serotoninérgicos: fenfluramina, desfenfluramina
          - Inhibidores recaptación serotonina: fluoxetina, sertralina, paroxetina
          - Inhibidores recaptación serotonina y noradrenalina: sibutramina
Inhibidores de la absorción:
        • Orlistat
Termogenicos:
        • Efedrina
Productos dietéticos:
• Té verde
      • Chitosan
      • Olestra
En investigación:
       • Agonistas beta3 adrenérgicos
       • Dopaminérgicos: bromocriptina
       • Inhibidores del neuropéptido
       • Agonistas de la colecistoquinina
       • Leptina
D1) Anorexígenos
- Noradrenérgicos
Son fármacos que actuan a nivel central sobre la recaptación de neurotransmisores aumentando su
biodisponibilidad y produciendo una disminución o supresión del apetito.
En los años 50 y 60 se utilizaron las anfetaminas indiscriminadamente. En la actualidad, las
anfetaminas (anfetamina, metanfetamina y fenmetracina) se han proscrito debido a la posibilidad de
abuso y adicción.
Posteriormente se desarrollaron otros fármacos adrenérgicos que disminuyeron su acción central y
su poder de adicción sin eliminarlo totalmente. Entre ellos se incluyen la fentermina, dietilpropión,
fendimetracina, benzfetamina, fenilpropanolamina, fenproporex, clobenzorex y mazindol. Sin
embargo, por los efectos secundarios que se han descrito, algunos de ellos graves, su
comercialización ha sido prohibida.
- Fármacos serotoninérgicos
. Agonistas serotoninérgicos
Ejercen su acción sobre los receptores de serotonina, estimulando su liberación e inhibiendo su
recaptación. Entre ellos se encuentran la fenfluramina y la dexfenfluramina. Debido a sus efectos
secundarios fueron retirados del mercado.
. Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina
Estos fármacos no han demostrado su eficacia en el tratamiento de la obesidad a largo plazo.
. Fármacos con actividad serotoninérgica y noradrenérgica
La sibutramina clorhidrato monohidrato, es una amina terciaria que actua a través de sus metabolitos
activos, los cuales actúan a nivel central sobre receptores adrenérgicos alfa1 y beta1 y
serotoninérgicos 2a y 2c, inhibiendo tanto la recaptación de serotonina como de noradrenalina y
con efectos también sobre la dopamina. Su mecanismo de acción es doble: por una parte favorece
la saciedad, disminuyendo la ingesta, y por otra estimula la termogénesis, aumentando el gasto
energético.
Está indicada en obesos con IMC de 27-30 o más, si se asocian otros factores de riesgo, habiendo
fracasado la dieta, el ejercicio y los cambios conductuales.
Diversos estudios han demostrado que el tratamiento con sibutramina añadido a una dieta
moderadamente hipocalórica produce mayores pérdidas de peso que la dieta sola.
Ha demostrado mejorar las complicaciones asociadas a la obesidad tales como la diabetes, HTA,
dislipemia e hiperuricemia, así como disminuir el índice cintura/cadera.
Sus efectos secundarios son de intensidad leve-moderada, se producen fundamentalmente durante
las primeras 4 semanas de tratamiento y son autolimitados.
El tratamiento debe suspenderse cuando la disminución de peso sea menor de 5 Kg. en 3 meses,
se recuperen más de 3 Kg. después de haber adelgazado o después de un año de tratamiento
continuado. En la actualidad se tiende a mantener el tratamiento de forma continuada por un periodo
máximo de un año, aunque los estudios alcanzan hasta dos.
D2) Inhibidores de la absorción de nutrientes
El primer medicamento autorizado en España y en Europa para la inhibición de la absorción de grasa
es el orlistat o tetrahidrolipstatina. Actua inhibiendo las lipasas al unirse a estas en la luz intestinal e
impidiendo la escisión de los triglicéridos en ácidos grasos libres y monoglicéridos. De esta forma se
impide la absorción del 30% de las grasas ingeridas, que son eliminadas con las heces.
Sólo debe prescribirse para pacientes con IMC de 27-30 o más, si se asocia a patología secundaría
a la obesidad, y que hayan demostrado buen cumplimiento dietético previo (más de 2,5 Kg en
4 semanas) y se debe suspender si en 12 semanas no se ha perdido el 5% del peso inicial. El
tratamiento no debe exceder los 2 años de duración.
Los efectos adversos de orlistat son mayormente gastrointestinales, se manifiestan al inicio del
tratamiento, suelen ser de carácter leve-moderado y desaparecen con el uso prolongado.
D3) Fármacos termogénicos
Las sustancias que contienen derivados de alcaloides de la ephedra (efedrina) y cafeína son los únicos
de los que se tienen datos de eficacia a partir de estudios controlados.
La efedrina es un agente adrenérgico con propiedades termogénicas y supresoras del apetito. En
dosis altas aparecen efectos secundarios adrenérgicos por lo que se suele asociar a cafeína para
potenciar sus efectos sin aumentar su dosis.
En la actualidad no está establecida su indicación para el tratamiento de la obesidad.
D4) Agentes saciantes
- Fibra
Tiene capacidad de regular el tránsito gastrointestinal y de retrasar la absorción de algunos nutrientes.
Por producir sensación de distensión, de plenitud y de saciedad, se utiliza en el tratamiento de la
obesidad. Los preparados más habituales son los derivados de la pectina, del glucomanano y de
gomas naturales.
En los ensayos realizados con obesos no han demostrado eficacia ni en disminución de la sensación
de hambre ni en pérdida de peso.
D5) Productos dietéticos
Existen en el mercado muchos productos que propugnan ser efectivos en el tratamiento de la
obesidad. Algunos han mostrado resultados que prometen pero faltan estudios sobre su eficacia y
seguridad.
Entre estos productos se encuentran el té verde, chitosan y olestra.
D6) Fármacos en proceso de investigación
El desarrollo de nuevos fármacos se encuentra favorecido por el aumento en el conocimiento de la
regulación del apetito, del control de la ingesta y del gasto energético. Entre ellos destacan la leptina,
hormona secretada por los adipocitos, cuyos niveles reflejan la cantidad de masa grasa del organismo.
Se ha demostrado que disminuye el apetito y aumenta el gasto energético, a través de su acción sobre
el hipotálamo, inhibiendo sustancias inductoras del apetito y activando otras anorexígenas. Son muy
escasos los estudios disponibles y se carece de datos de seguridad y eficacia a largo plazo, así como
de información de otros efectos adicionales.
Otros fármacos que inhiben el apetito son los inhibidores del neuropéptido, que es uno de los
estimuladores más potentes de la ingestión de alimentos; los análogos de colecistoquinina e
inhibidores de su degradación; la bromocriptina, agonista dopaminérgico que produce disminución del
apetito por inhibición del hipotálamo lateral; la amilina y la enterostatina.
Los beta3 adrenérgicos son sustancias termogénicas que actúan sobre los receptores del tejido
adiposo marrón.
Las hormonas también han sido estudiadas, pero todavía no se tienen resultados definitivos por lo que
su uso está descartado por ahora.
Resumiendo, podemos decir que los únicos fármacos que han demostrado eficacia en el tratamiento
de la obesidad han sido la sibutramina y el orlistat, pero sus efectos son moderados y por ahora sólo
se dispone de estudios de hasta dos años de duración.
El tratamiento sólo debe iniciarse después de un periodo variable (de 3 a 6 meses) de dieta
hipocalórica asociada a ejercicio y a intento de modificación conductual, en la que la pérdida de peso
no haya alcanzado un mínimo de 0,5 Kg a la semana. El fármaco será prescrito en función de la
patología acompañante del paciente y nunca en ausencia de dieta hipocalórica asociada.
La respuesta al tratamiento farmacológico es muy variable de un sujeto a otro y difícil de predecir. La
pérdida de peso atribuible a la medicación es menor de un 5% y varía de un paciente a otro. Nunca
debe indicarse ningún fármaco a niños, adolescentes, embarazadas ni durante la lactancia.
E) Tratamiento quirúrgico
La mayoría de los autores están de acuerdo en que la cirugía debería reservarse para pacientes
con obesidad mórbida o extrema en los que todas las demás terapias han fracasado y que sufren
complicaciones importantes de la obesidad. Por tanto, según la SEEDO se podría indicar en pacientes
obesos con los siguientes criterios:
          Presentar un IMC > 40 o > 35 con comorbilidades.
          Que la obesidad grave esté presente desde hace más de 5 años.
          Que no exista historia de alcoholismo y otras drogodependencias o enfermedad psiquiátrica
grave.
          Que los pacientes tengan entre 18 y 60 años.
Que exista una adecuada comprensión de las alteraciones producidas por la intervención y una buena
posibilidad de adhesión a la estrategia terapéutica propuesta.
La opción de la cirugía se debe ofrecer a los pacientes bien informados, motivados, que deseen
fervientemente un cambio en su peso y estilo de vida, y que tengan un riesgo operatorio aceptable. El
paciente debe aceptar controles y seguimiento después de la operación que debe ser de por vida. En
cada caso se deben sopesar los riesgos y los beneficios de la cirugía.
Entre las técnicas para el tratamiento de la obesidad se encuentran las siguientes:
a) Intervenciones restrictivas, entre las que se incluye la gastroplastia vertical anillada (GVA) como
principal método, y utilizada extensamente en nuestro país.
b) Técnicas derivativas o parcialmente malabsortivas, entre las que se incluyen el bypass gástrico.
c) Técnicas mixtas, entre las que encontramos el cortocircuito biliopancreático, y la técnica que une
una GVA y un bypass gástrico.
La cirugía debe incluirse dentro de un tratamiento integral de la obesidad, con recomendaciones
dietéticas, actividad física y soporte psicológico no sólo antes sino después de la cirugía bariátrica.
Los riesgos son operatorios, postoperatorios y a largo plazo. Toda la cirugía de la obesidad está
considerada como cirugía mayor y esto significa que no está ausente de potenciales complicaciones
graves.
La cirugía bariátrica es una cirugía funcional, y la misma intervención no tiene los mismos efectos con
respecto a las pérdidas de peso, en todos los individuos. Los resultados se miden con respecto al
sobrepeso, es decir la diferencia entre el peso real y lo que sería su peso ideal. Una operación ideal
en resultados seria aquella en la que:
- El peso perdido sea al menos el 50% del sobrepeso. Ej. Si pesaba 130 Kg. y el peso ideal es 70
Kg., el sobrepeso serían 60 Kg. y una pérdida de peso aceptable sería el perder al menos 30 Kg. y
quedarse con 100 Kg.
- Las pérdidas de sobrepeso se mantengan más allá de 5 años.
- La operación beneficie al menos al 75% de los pacientes operados. Es casi imposible que en una
cirugía "funcional" , como es la de la obesidad, obtener un resultado en el que el 100% de los pacientes
hayan perdido el 50% del sobrepeso.
- La operación ofrezca una buena calidad de vida y de ingesta, con pocos efectos secundarios
(nauseas, vómitos, diarreas, anemia, etc.).
- Las reoperaciones necesarias relacionadas con la técnica sean inferiores al 2% al año.
- Con un seguimiento adecuado no haya complicaciones a largo plazo.
- Tenga bajo riesgo. Una mortalidad operatoria inferior al 1%, y un riesgo de complicaciones inferior al
10%.
Las pérdidas de peso máximas se consiguen antes de los 18 meses con todas las intervenciones. No
solamente se pierde peso sino que se mejoran las co-morbilidades.
Otros beneficios importantísimos es la mejora de la movilidad y la resistencia en general. Mejora la
autoestima, el humor, las relaciones interpersonales, la capacidad de trabajar y de encontrar trabajo.
El cambio que tiene el individuo de su imagen corporal le permite explorar actividades sociales,
vocacionales y de relación personal.
Las técnicas quirúrgicas han mejorado en seguridad y en la integridad de la operación.
Los efectos en la salud a corto y a largo plazo son importantes.


Prevención


La prevención de la obesidad debe comenzar desde etapas tempranas de la vida. En este sentido, es
importante garantizar un buen estado nutricional durante el embarazo. Es evidente que la alimentación
es el principal factor exógeno que influye sobre el crecimiento y desarrollo del niño. Por otro lado,
también es importante considerar que, a medida que el niño crece, va adquiriendo hábitos y estilos
de vida que influirán sobre su modo de vida alimentario en la etapa adulta. La alimentación durante
el primer año de la vida y a lo largo de toda la infancia, edad escolar y adolescencia, desempeña un
papel muy importante en la prevención y promoción de la salud.
La dieta mediterránea, con sus diferentes variaciones regionales, puede contribuir a mantener el
peso corporal en límites saludables, con una destacada presencia de frutas, verduras, cereales y
legumbres. También deben incorporarse a la dieta diaria consumos adecuados de carnes, pescados,
huevos y lácteos, controlando en su conjunto la ingesta grasa total y el aporte de ácidos grasos
saturados.
Para conseguir un balance energético adecuado debe estimularse la práctica habitual de actividad
física. Se ha puesto en evidencia que las personas que realizan actividad física con asiduidad
consumen cantidades más elevadas de frutas y verduras y disminuyen la ingesta de grasa respecto a
sus coetáneos sedentarios.
Desde el punto de vista comunitario, la prevención de la obesidad debe apoyarse en dos pilares
fundamentales:
- Educación nutricional
Implica tanto a los educadores, como a los padres y alumnos. Las empresas de restauración colectiva,
fundamentalmente el comedor escolar, y las actividades de tiempo libre, pueden desempeñar un papel
complementario en este sentido.
Una dieta equilibrada, pobre en grasas saturadas y rica en verduras, legumbres, fruta y pescado, es
garantía de bienestar, prevención de las enfermedades cardiovasculares y fórmula de control del peso
corporal.
- Actividad física
Debe formar parte del modo de vida desde la primera infancia y debería ir dirigida a la promoción de
la salud y en menor medida al rendimiento deportivo.
Aun cuando los programas de prevención son prometedores, quizás no basten para contrarrestar
la epidemia acelerada de obesidad. Rigby, miembro del International Obesity Task Force, dice que
"el enfoque moderado de impartir más educación sobre los alimentos en la escuela y fomentar el
ejercicio" ya no es suficiente. "Tenemos que atacar las causas profundas del problema con iniciativas
ambiciosas para contrarrestar los grandes cambios que hemos visto en años recientes".
Un blanco clave de este enfoque nuevo y más agresivo es la industria mundial multimillonaria
de alimentos. Sus críticos aducen que las tácticas de publicidad y mercadeo y las políticas de
precios fomentan activamente el consumo excesivo de alimentos ricos en calorías y con baja calidad
nutricional. Para contrarrestar estas tendencias, Rigby y otros están insistiendo para que se aprueben
medidas que exijan que aparezca información nutricional en los menús de restaurantes y de
establecimientos de comida rápida. También piden limitaciones a la publicidad, especialmente la
dirigida a niños, y se apoyan en la presión del público para que la industria de alimentos se convierta
en "parte de la solución".
No obstante, los países también deben encontrar formas de abordar la otra parte de la ecuación de la
obesidad: gastar energía por medio de la actividad física.
Concluyendo podemos decir que la obesidad es un problema que afecta a una
importante proporción de la población española siendo necesario delimitar su
magnitud e identificar a los principales colectivos de riesgo. Considerando su
impacto en la salud pública, sería necesario establecer estrategias eficaces
que permitan identificar tempranamente a los sujetos con riesgo, tratar
adecuadamente a las personas afectadas y poner en marcha las medidas
preventivas más oportunas.



                   Fotografías de personas obesas.
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La obesidad y su impacto en las redes sociales: un estudio de caso en Paraguay

  • 1. Universidad Nacional de Asunción. Facultad de Filosofía. Carrera de Psicología. Psicología de la Informática. Tema: “La obesidad y el impacto en las redes sociales”. Profesor: Pablo Portillo. Curso: 1º Sección: 3º Alumna: Patricia Morínigo De Bavay. Abril Aquino Campos. 2009
  • 2. Obesidad... Introducción Hace 50 años se introdujo la obesidad dentro de la clasificación internacional de enfermedades y actualmente puede ser considerada una epidemia universal ya que si en 1995 había 200 millones de adultos obesos en el mundo y otros 18 millones de niños menores de 5 años con sobrepeso, actualmente se estima que unos 300 millones de personas en el mundo son obesas, constituyendo la obesidad un importante problema médico y de salud pública. Contrariamente a lo que pudiera pensarse, la epidemia de la obesidad no está restringida a las sociedades industrializadas, pues en los países en desarrollo se estima que 115 millones de personas sufren problemas relacionados con la obesidad y a menudo su aumento es más rápido en estos países que en los países desarrollados. Es una situación compleja con repercusiones psicológicas y sociales graves y que afecta a todas las edades y grupos socioeconómicos. Definiciones en la web: • La obesidad es la enfermedad en la cual las reservas naturales de energía, almacenadas en el tejido adiposo de los humanos y otros mamíferos, se incrementa hasta un punto donde está asociado con ciertas condiciones de salud o un incremento de la mortalidad. • Enfermedad crónica originada por muchas causas y con numerosas complicaciones, la obesidad se caracteriza por el exceso de grasa en el organismo. • Consiste, por definición, en un 15-20% o más de grasa corporal extra. La grasa actúa en contra de la acción de la insulina. La grasa corporal extra es un factor de riesgo para la diabetes, especialmente en el caso de los gatos acumulación generalizada de adiposidad corporal. • Se define como un peso que supera en un 20% al peso normal estadístico basado en niveles normales en los que se relaciona el peso con la altura. • Acumulación excesiva de grasa en el cuerpo; hipertrofia general del tejido adiposo. • Grasa excesiva en los tejidos corporales. La obesidad incrementa el peligro de desarrollar diversas condiciones, como la diabetes y ciertos problemas cardiacos. • Aumento patológico de la grasa del cuerpo, determinando un peso muy superior al normal. • Acumulación excesiva de grasa en el cuerpo, principalmente como consecuencia de una ingesta de calorías superior a las necesidades energéticas del individuo.
  • 3. El crecimiento epidémico de la obesidad Se ha producido un incremento en la prevalencia de la obesidad en los últimos años y por consiguiente de la morbimortalidad y de las enfermedades asociadas (diabetes mellitus, enfermedades cardiacas, algunos tumores y problemas respiratorios como la apnea del sueño). En su Informe sobre la Salud en el Mundo 2002, la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificaba a la obesidad entre los 10 riesgos principales para la salud. La obesidad origina y exacerba un importante número de problemas de salud y estudios epidemiológicos demuestran una correlación positiva entre la obesidad y la mortalidad. Por otra parte, la obesidad conlleva rechazo social y laboral, lo cual provoca desde la infancia una considerable pérdida de autoestima y un número importante de situaciones conflictivas que pueden desembocar en el fracaso escolar. La contribución de la obesidad a la aparición de enfermedades crónicas, y por consiguiente, su impacto en la mortalidad prematura, en la discapacidad y en el deterioro de la calidad de vida, junto con los gastos sanitarios que origina y las importantes dimensiones que está adquiriendo en las sociedades desarrolladas desde la edad infantil y juvenil, ha dado lugar a un importante problema de salud pública, que en la actualidad se considera de magnitud epidémica incluso en países en desarrollo. La obesidad ha pasado de ser un trastorno metabólico a constituir un problema serio de salud en muchos de los países desarrollados por su incidencia y por el importante gasto sanitario que origina. En nuestro país, se estima que alrededor del 13% de la población general entre los 25 y 60 años es obesa (algo más de 2 millones de personas) y el gasto sanitario que origina representa el 6,9% del gasto sanitario total. Las previsiones de futuro, si no se pone remedio, pueden ser muy preocupantes, ya que la OMS de la extrapolación de los datos existentes, sugiere que para el año 2025 los niveles de obesidad podrían ser del 45-50% en Estados Unidos, entre el 30-40% en Australia, Inglaterra y en la isla Mauricio y por encima del 20% en Brasil y para el año 2030 la mitad de la población europea podría estar afectada por la obesidad. En España, según los autores del "Libro blanco sobre costes sociales y económicos de la obesidad y sus patologías asociadas", en el año 2005 la población con grado I de obesidad se situará entre el 20-25% y por encima de un IMC de 30 se encontrarán entre el 14-19% de la población. Comentario La diseminación de la obesidad en las redes sociales parece ser un factor importante en la obesidad como epidemia. Las personas que componen la red están expuestas a factores ambientales, experiencias, u otros factores que causan ganancia o perdida de peso, las observaciones realizadas en este estudio sugieren un rol importante en el proceso de inducción de persona a persona en la diseminación de la obesidad. A través de este estudio observamos que amigos o hermanos del mismo sexo tienen mayor influencia en la ganancia de peso, entre ellos, que en amigos o hermanos del sexo opuesto. Esposos y esposas parecen afectarse entre sí en forma similar. Se observó que la cesación tabaquica y la distancia geográfica no influyeron sobre la ganancia de peso. La distancia social (la distancia mínima entre el “ego” y otro participante de la red) tendría mayor importancia en la ganancia de peso de los “egos” que la distancia geográfica. El tipo de relación entre “egos” y “alters” y la dirección de la misma influyen en el peso de la diseminación de la obesidad. Estos hallazgos proveen fuerza a la teoría en la inducción de la obesidad, parece ser que las personas son más influenciadas por aquellas personas que se asemejan, o se ven identificados, que por los que no.
  • 4. En este estudio hemos notado que no se evalúa de cuanto es el tiempo de exposición entre los participantes para que se produzca el efecto, este es un tema realmente importante ya que las redes sociales son dinámicas, en constante movimiento, por lo que el tiempo de la exposición es importante para observar el efecto que produce. Estadisticas en algunos paises: 1. Estados Unidos El porcentaje de población con sobrepeso y obesa en Estados Unidos ha aumentado significativamente en los últimos 20 años originando una situación preocupante. Según un estudio entre 1960 y 1962 el porcentaje de obesos se situaba alrededor del 12,8%, y el de personas con sobrepeso en un 43,3%. Las cifras pasaron a situarse en el 14,5% y el 46% respectivamente, veinte años después. A mediados de los 90, la cifra de obesos llegó al 22,5% y la de sobrepeso al 54,4%. Hoy en día, alrededor del 64% de los adultos de los Estados Unidos tiene sobrepeso y el 30,5% es obeso. Todo ello indica que el número de obesos en Estados Unidos se ha duplicado en los últimos 30 años, de tal manera, que uno de los objetivos de salud nacional para el año 2010 es reducir la prevalencia de la obesidad entre adultos por lo menos un 15%. 2. Australia El análisis de los datos disponibles del Australian Institute of Health and Welfare muestra que las tasas de sobrepeso y obesidad casi se han duplicado entre los australianos adultos en las dos últimas decadas. El 1999/2000 Australian Diabetes, Obesity and Lifestyle Study estimó que el 67% de los hombres adultos y el 52% de las mujeres tenían sobrepeso o eran obesos, es decir alrededor de 8 millones de australianos adultos. Los hombres tienen más tendencia a tener sobrepeso con una tasa del 48% frente al 30% de las mujeres. Sin embargo, los niveles de obesidad eran más altos en las mujeres, con un 22% estimado frente al 10% de los hombres. El análisis del 2001 National Health Survey encontró que alrededor de la mitad de los australianos de 18 años para arriba tenían sobrepeso o eran obesos. En contraste, la prevalencia correspondiente de sobrepeso u obesidad estimada en el 1989 National Health Survey fue un poco menor del 40%. Por lo tanto, en 10 años, la proporción de adultos australianos con sobrepeso u obesidad se ha incrementado un 25%. Si esta tendencia continua, se estima que al menos el 60% de los australianos de 18 años para arriba tendrán sobrepeso o seran obesos en el 2010 y aumentará al 65% en el 2020. 3. Latinoamérica Un informe reciente de la OMS/Organización Panamericana de la Salud sobre obesidad en Latinoamérica revela una tendencia al aumento de la obesidad en los países que emergen de la pobreza, especialmente en zonas urbanas. A los cambios dietéticos y al incremento de la inactividad se les considera factores cruciales para explicar este aumento. Los datos de Argentina, Colombia, México, Paraguay, Perú y Uruguay muestran que más de la mitad de su población tiene sobrepeso y más del 15 por ciento es obeso. 4. Unión Europea En 1997 el Institute of European Food Studies (IEFS) llevó a cabo un estudio entre los 15 Estados Miembros de la Unión Europea. Sus resultados mostraron que la mayor prevalencia de obesidad se daba en el Reino Unido (12%) seguido de España (11%), siendo la menor en Italia, Francia y Suecia (7%). Por sexo, la prevalencia de obesidad es algo mayor entre las mujeres, siendo la de sobrepeso mayor en los hombres. En 2002, en el Reino Unido el 23% de las mujeres y el 22% de los hombres eran obesos (IMC>30) comparados con el 8% de las mujeres y el 6% de los hombres en 1980, y el 57% de mujeres y el 65% de hombres tenían sobrepeso o eran obesos (IMC>25). 5. España En España, el estudio SEEDO'97 estimó una prevalencia de obesidad (IMC >= 30) para el conjunto de la población española entre 25 y 60 años del 13,4% (del 11,5% en varones y del 15,2% en mujeres).
  • 5. La sobrecarga ponderal global (sobrepeso + obesidad o un IMC >= 25) se encuentra en el 58,9% en los varones y el 46,8% en las mujeres. En otro estudio sobre los costes económicos y sociales de la obesidad y sus patologías asociadas, realizado a mediados del año 2000, algo más de dos millones de personas, entre 35 y 60 años, padecen esta enfermedad, afectando en un 58% a las mujeres, y en un 42% a los hombres. En el estudio SEEDO 2000, la prevalencia de la obesidad fue del 14,5% (intervalo de confianza [IC] del 95%, 13,93-15,07%), significativamente más elevada en el colectivo femenino (15,75%; IC del 95%, 14,89-16,61%) que en el masculino (13,39%; IC del 95%, 11,84-14,94%). La prevalencia de obesidad aumentó significativamente con la edad en varones y en mujeres, observándose las proporciones más elevadas de personas obesas en el grupo de mayores de 55 años, el 21,58% en varones (IC del 95%, 18,68-24,48%) y el 33,9% en mujeres (IC del 95%, 32,73-35,07%). La prevalencia de la obesidad en España es mayor que en países del norte de Europa como Dinamarca, Suecia, los Países Bajos o Francia, pero menor que en Estados Unidos, Canadá o Reino Unido. Japón presenta las tasas de prevalencia de obesidad más bajas entre los países desarrollados. La sobrecarga ponderal también es cada vez más frecuente en la población infantil y juvenil, como lo muestran estudios realizados tanto en Estados Unidos como en distintos países europeos. Por otra parte, las previsiones de futuro son también preocupantes, ya que según un estudio se estima que en un futuro cercano un tercio de la población padecería obesidad. La OMS advirtió que para el año 2030 la mitad de la población europea podría estar afectada por la obesidad. Mientras la obesidad está en aumento en todo el mundo, la dinámica de la epidemia varía de acuerdo a las regiones. En los países pobres, las personas tienden a engordar a medida que aumentan sus ingresos, mientras que en las economías desarrolladas o en transición, mayor ingreso se relaciona con formas delgadas. Los estudios sobre la relación entre pobreza y sobrepeso han identificado un número de factores socioeconómicos en juego. Algunos han relacionado la baja estatura y el retraso en el crecimiento debido a la malnutrición fetal y temprana con la obesidad en etapas posteriores de la vida. Los factores culturales también son importantes: muchas minorías y grupos de bajos ingresos asocian gordura con prosperidad, una percepción no compartida por los sectores de la sociedad que están en mejor posición o tienen más educación. Las diferencias de género complican aún más el cuadro. En general, las mujeres tienden a tener mayores tasas de obesidad que los hombres. Pero las tasas de sobrepeso son mayores en hombres en países desarrollados, pero mayores para las mujeres en los países en desarrollo. Además, en muchos países en desarrollo, la relación entre estatus económico y obesidad es positiva para los hombres pero negativa para las mujeres. Otros países... La tasa de obesidad entre los niños canadienses entre 7 y 13 años se ha triplicado entre 1981 y 1996. En 2000-2001 se estimó que más del 30% de los niños tenían sobrepeso y el 12-14% eran obesos. El problema es global y se está extendiendo a los países en desarrollo, por ejemplo, en Tailandia la prevalencia de obesidad en niños de 5-12 años ha pasado del 12% al 16% en solo 2 años. En China, entre el 5-10% de los jovenes son considerados obesos. La tasa de obesidad infantil en Australia es una de las más altas entre los países desarrollados. Actualmente, el 25% de los niños australianos tiene sobrepeso o es obeso. La obesidad infantil se está incrementando anualmente un 1%, una tendencia que sugiere que la mitad de los jovenes australianos tendrán sobrepeso para el año 2025.
  • 6. Por otra parte, en el Reino Unido el número de niños obesos se ha triplicado en 20 años, de tal manera que el 10% de los niños de 6 años son obesos, aumentando la tasa de obesidad al 17% en los niños de 15 años. La obesidad afecta de manera preocupante a los niños alemanes: entre un 10 y un 20% de los niños y adolescentes escolarizados tienen sobrepeso. Unos estudios realizados en Jena y Hamburgo muestran un crecimiento dramático del peso en Alemania en los últimos veinte años. La proporción de jóvenes con exceso de peso ha crecido más del doble desde 1985, alcanzando casi el 26%. El crecimiento más importante se observa entre las niñas: una de cada tres tiene sobrepeso, mientras que a mediados de los años ochenta, la proporción era de una de cada nueve. Por otra parte, las formas extremas también van en aumento. Obesidad infantil Obesidad en el niño en América Latina: situación, criterios de diagnóstico y desafíos De 12 países latinoamericanos que tenían información completa de sobrepeso y obesidad algo más de un tercio supera el 20% en ambas situaciones. Para obesidad 17 países contaban con información; el promedio de ésta fue 4,6%, en el que 4 de ellos presentaron valores sobre 6% y 3 inferiores al 2%. En la mayoría se observó incremento en los últimos años, el 70% presentó aumento de sobrepeso y el 60% de obesidad, sólo en dos de ellos hubo descenso. Por otra parte, en España, el exceso de peso en la infancia se ha duplicado en los últimos 15 años. Según el último estudio nacional enKid (1998-2000) sobre los hábitos alimentarios y el estado nutricional de la población infantil y juvenil, la prevalencia de obesidad es del 13,9%, y del 12,4% en sobrepeso; frente al 6,4% de niños obesos, datos estos últimos referentes al anterior estudio nacional sobre obesidad infantil PAIDOS, del año 1984. En la actualidad el 26,3% de los niños no está en su peso saludable. La investigación revela que este problema afecta, sobre todo, a los pequeños de entre 6 y 13 años, es más acusado en los chicos y en edades prepuberales, y hay notables diferencias según la zona geográfica, siendo Canarias y el sur de Andalucía, las comunidades más afectadas. Prevalencia de la obesidad en la población española con edades entre 2 y 24 años. Estudio enKid (1998-2000) Características Total (%) Varones (%) Mujeres (%) 13,9 15,6 12,0 Edad (años) 2-5 11,1 10,8 11,5 6-9 15,9 21,7 9,8 10-13 16,6 21,9 10,9 14-17 12,5 15,8 9,1 18-24 13,7 12,6 14,9 La ausencia de actividad física, ver la televisión más de tres horas al día, el consumo de bollería industrial, refrescos y comida "basura" son algunas de las causas de este problema. En lo que los expertos llaman la "transición nutricional", las sociedades de todo el mundo se están alejando de sus alimentos y métodos de preparación tradicionales, para consumir alimentos
  • 7. procesados y producidos industrialmente, que suelen ser más ricos en grasas y calorías, y contener menos fibras y oligoelementos, particularmente hierro, yodo y vitamina A. El problema no se debe solamente a la comida basura. Gran parte también es económico. En general, los alimentos comercializados masivamente son cada vez más baratos, especialmente en las ciudades, y los alimentos frescos son cada vez más caros. Junto con esta transición nutricional, la tecnología avanzada y la evolución de las ciudades modernas han creado un "entorno obesogénico", en el cual los nuevos patrones de trabajo, transporte y recreación hacen que las personas en todo el mundo lleven una vida menos activa y más sedentaria. Se ha demostrado que si la obesidad infantil se manifiesta o persiste en la segunda década de vida y no se corrige a tiempo es muy probable que se sufra obesidad en la edad adulta. Los adolescentes con sobrepeso tienen un 70% de probabilidades de llegar a ser adultos con sobrepeso u obesos. Esto se incrementa al 80% si uno o los dos padres es obeso o tiene sobrepeso. La obesidad tiene una repercusión muy importante en el desarrollo psicológico y en la adaptación social del niño. Los niños obesos refieren sentimientos de inferioridad, rechazo y escasa autoestima que se mantienen hasta la edad adulta. La discriminación que sufren desencadena actitudes antisociales, depresión, aislamiento e inactividad, que induce a la ingesta de alimentos y perpetua el cuadro. La niñez es una etapa en la que es factible cambiar conductas. Es el momento en que se conforman los hábitos, se estructura la personalidad y se pueden establecer patrones que en el futuro será más difícil cambiar. La obesidad es una enfermedad metabólica multifactorial, influida por elementos sociales, fisiológicos, metabólicos, moleculares y genéticos. No obstante, la combinación de una alimentación inadecuada en cantidad y tipo de alimentos, y la tendencia a realizar menos actividad física relacionada con el mayor tiempo dedicado a actividades sedentarias explica en parte, por qué se ha duplicado la obesidad infantil en los últimos 15 años en nuestro país. Por tanto, los malos hábitos de alimentación y un estilo de vida sedentaria son los factores responsables. En Europa el informe de la International Obesity TaskForce (IOTF) encontró que la obesidad infantil se ha ido incrementando y existe una mayor prevalencia en los países del sur de Europa. La prevalencia de sobrepeso infantil para los países del norte de Europa fué del 10-20% y para los países de sur de Europa fué del 20-35%. En España afecta al 27% de los niños y adolescentes según este informe. Los niños estan siendo cada vez más vulnerables al sobrepeso y a la obesidad a nivel mundial. Al menos 155 millones de niños en edad escolar en el mundo tienen sobrepeso o son obesos, de acuerdo con la últimas estimaciones de la International Obesity TaskForce (IOTF). La obesidad infantil está distribuida de forma desigual entre las distintas regiones del mundo e incluso dentro de la población del mismo país. Es ya epidémica en algunas zonas y se está incrementando en otras. De acuerdo con el U.S. Surgeon General, en EE.UU. el número de niños con sobrepeso se ha duplicado y el de adolescentes se ha triplicado desde 1980. En 1999, el 13% de los niños entre 6-11 años y el 14% de adolescentes entre 12-19 años en los EE.UU tenían sobrepeso. La prevalencia de niños obesos de 6-11 años se ha duplicado desde los años 60 y en jovenes entre 12-17 años se ha incrementado drásticamente del 5% al 13% en niños y del 5% al 9% en niñas entre 1966-1970 y 1988-1991 en EE.UU. Actualmente se estima que 14 millones de niños tienen sobrepeso, y de ellos 3 millones son obesos.
  • 8. 2 Número de personas con sobrepeso (IMC 25,0-29,9 kg/m ) por edad y sexo. Población de 20 y más años. _ _ _ _ 1993 1995 1997 _ _ _ _ AMBOS SEXOS Total 9.083.127 9.120.165 9.456.213 De 20 a 24 541.395 546.560 585.463 De 25 a 34 1.539.592 1.755.065 1.589.979 De 35 a 44 1.748.658 1.689.769 1.691.642 De 45 a 54 1.726.978 1.696.129 1.802.827 De 55 a 64 1.693.545 1.594.638 1.834.951 De 65 y más 1.832.959 1.838.004 1.951.351 VARONES Total 5.611.549 5.733.078 5.876.371 De 20 a 24 403.037 381.299 433.151 De 25 a 34 1.146.040 1.254.272 1.158.427 De 35 a 44 1.133.734 1.148.913 1.143.317 De 45 a 54 1.027.437 973.237 997.798 De 55 a 64 973.060 953.674 1.092.589 De 65 y más 928.241 1.021.684 1.051.088 MUJERES Total 3.471.579 3.387.087 3.579.843 De 20 a 24 138.358 165.262 152.312 De 25 a 34 393.552 500.793 431.552 De 35 a 44 614.925 540.857 548.325 De 45 a 54 699.541 722.892 805.029 De 55 a 64 720.485 640.964 742.362 De 65 y más 904.718 816.319 900.262 _
  • 9. Tratamiento El tratamiento de la obesidad y el sobrepeso conlleva gran dificultad por su complejidad y cronicidad siendo necesario introducir cambios permanentes en los hábitos de vida relativos a la alimentación y a la actividad física. También se ve dificultado el tratamiento por el alarmismo social, la presión mediática y las falsas esperanzas de curación generadas por determinados especialistas. Debe ser un tratamiento personalizado y adaptado a las características clínicas de cada paciente, se debe realizar después de un minucioso estudio del paciente así como de los factores etiopatogénicos implicados. Es también importante establecer unos objetivos razonables y realistas, e intentar mantener la pérdida de peso conseguida el mayor tiempo posible, ya que desgraciadamente aunque casi todos los obesos pierden peso de forma relativamente rápida, es raro que esta pérdida se mantenga en el tiempo. La inmensa mayoría va ganando peso lentamente hasta recuperar el de la situación inicial al tratamiento o incluso lo superan. Por ello no es necesario ponerse como objetivo alcanzar el peso deseable o normal porque es poco realista a largo plazo. El tratamiento integral de la obesidad comprende una mejora en los hábitos alimentarios, un incremento de la actividad física, un apoyo conductual y la administración de fármacos cuando sea aconsejable su utilización. En situaciones determinadas, pueden utilizarse las dietas muy bajas en calorías, y en obesidades mórbidas u extremas puede estar indicada la cirugía bariátrica. A) Alimentación El tratamiento dietético sigue siendo la piedra angular del tratamiento, y la reducción de la ingesta energética continua siendo la base del éxito de los programas de reducción de peso. El primer paso en el tratamiento de la obesidad en el adulto es la mejora en los hábitos alimentarios, lo cual debe ir acompañado de un incremento de la actividad física. El objetivo fundamental es disminuir la masa grasa del paciente obeso, pero existen también objetivos secundarios, como mantener el peso perdido, disminuir las complicaciones, mejorar los hábitos de vida y aumentar, en definitiva, la calidad de vida del individuo.
  • 10. Para instaurar una plan dietético correcto se debe realizar una anamnesis completa y adecuar la dieta a una serie de variables, como peso, edad, sexo, enfermedades asociadas, trabajo, vida social y laboral, gustos y horarios, clima y actividad física. Los especialistas, en su mayor parte, están de acuerdo en recomendar dietas no muy estrictas que aporten de 1.200 a 1.500 kcal al día. Es importante que la dieta sea variada y que mantenga el equilibrio en la proporción de nutrientes que la componen. En cuanto a vitaminas y minerales, se deben respetar las necesidades diarias recomendadas; si esto no es posible se deben administrar suplementos. La cantidad diaria de agua ingerida debería ser como mínimo de 1,5 litros que puede variar en función del ejercicio, la temperatura ambiente y la ingesta de sal. B) Actividad física La mejora de los hábitos alimentarios debe ir acompañada siempre de ejercicio y la intensidad del mismo debe adaptarse a la edad y a la forma física del individuo. Lo ideal es combinar la actividad física cotidiana con el ejercicio físico programado. En el niño hay que intentar promover actividades lúdico-deportivas y disminuir las horas dedicadas a ver la televisión y a jugar con ordenadores y videojuegos. C) Modificación conductual y/o tratamiento psicológico El tratamiento de modificación de la conducta desempeña un papel muy importante en el cambio de hábitos, y se puede enfocar de forma individualizada o familiar. Su finalidad es apoyar al paciente obeso, motivandole a seguir el programa de pérdida de peso, descartar la responsabilidad (la culpa) de ser una persona obesa, proporcionar estimulos positivos valorando más los éxitos y destacando menos los aspectos negativos, afianzar los hábitos alimentarios y de actividad física aprendidos, ganar en autoestima y disminuir la ansiedad. El tratamiento psicológico o psiquiátrico del paciente obeso es necesario cuando existe una desestructuración importante de la personalidad o cuando existen cuadros ansioso-depresivos de relevancia clínica. D) Tratamiento farmacológico El tratamiento farmacológico debe utilizarse como apoyo del dietético y del ejercicio, pero no debe utilizarse nunca como único tratamiento. Requiere una estricta indicación y supervisión médica. Su prescripción puede considerarse en obesos con un IMC de 30 Kg/m2 o más, en los que haya fallado la dieta, el ejercicio y los cambios conductuales, o en aquellos con un IMC de 27 o más si se asocian factores importantes de morbilidad como diabetes, hipertensión, dislipemia, etc. a pesar de otros tratamientos. Los fármacos que han sido y están siendo utilizados en el tratamiento de la obesidad, así como los que están en investigación son los siguientes: Clasificación de los fármacos para el tratamiento de la obesidad Anorexigenos: • Adrenérgicos: anfetamina, metanfetamina dietilpropión, fentermina, mazindol, fenilpropanolamina, fenproporex, clobenzorex • Serotoninérgicos: - Agonistas serotoninérgicos: fenfluramina, desfenfluramina - Inhibidores recaptación serotonina: fluoxetina, sertralina, paroxetina - Inhibidores recaptación serotonina y noradrenalina: sibutramina Inhibidores de la absorción: • Orlistat Termogenicos: • Efedrina Productos dietéticos:
  • 11. • Té verde • Chitosan • Olestra En investigación: • Agonistas beta3 adrenérgicos • Dopaminérgicos: bromocriptina • Inhibidores del neuropéptido • Agonistas de la colecistoquinina • Leptina D1) Anorexígenos - Noradrenérgicos Son fármacos que actuan a nivel central sobre la recaptación de neurotransmisores aumentando su biodisponibilidad y produciendo una disminución o supresión del apetito. En los años 50 y 60 se utilizaron las anfetaminas indiscriminadamente. En la actualidad, las anfetaminas (anfetamina, metanfetamina y fenmetracina) se han proscrito debido a la posibilidad de abuso y adicción. Posteriormente se desarrollaron otros fármacos adrenérgicos que disminuyeron su acción central y su poder de adicción sin eliminarlo totalmente. Entre ellos se incluyen la fentermina, dietilpropión, fendimetracina, benzfetamina, fenilpropanolamina, fenproporex, clobenzorex y mazindol. Sin embargo, por los efectos secundarios que se han descrito, algunos de ellos graves, su comercialización ha sido prohibida. - Fármacos serotoninérgicos . Agonistas serotoninérgicos Ejercen su acción sobre los receptores de serotonina, estimulando su liberación e inhibiendo su recaptación. Entre ellos se encuentran la fenfluramina y la dexfenfluramina. Debido a sus efectos secundarios fueron retirados del mercado. . Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina Estos fármacos no han demostrado su eficacia en el tratamiento de la obesidad a largo plazo. . Fármacos con actividad serotoninérgica y noradrenérgica La sibutramina clorhidrato monohidrato, es una amina terciaria que actua a través de sus metabolitos activos, los cuales actúan a nivel central sobre receptores adrenérgicos alfa1 y beta1 y serotoninérgicos 2a y 2c, inhibiendo tanto la recaptación de serotonina como de noradrenalina y con efectos también sobre la dopamina. Su mecanismo de acción es doble: por una parte favorece la saciedad, disminuyendo la ingesta, y por otra estimula la termogénesis, aumentando el gasto energético. Está indicada en obesos con IMC de 27-30 o más, si se asocian otros factores de riesgo, habiendo fracasado la dieta, el ejercicio y los cambios conductuales. Diversos estudios han demostrado que el tratamiento con sibutramina añadido a una dieta moderadamente hipocalórica produce mayores pérdidas de peso que la dieta sola. Ha demostrado mejorar las complicaciones asociadas a la obesidad tales como la diabetes, HTA, dislipemia e hiperuricemia, así como disminuir el índice cintura/cadera. Sus efectos secundarios son de intensidad leve-moderada, se producen fundamentalmente durante las primeras 4 semanas de tratamiento y son autolimitados. El tratamiento debe suspenderse cuando la disminución de peso sea menor de 5 Kg. en 3 meses, se recuperen más de 3 Kg. después de haber adelgazado o después de un año de tratamiento continuado. En la actualidad se tiende a mantener el tratamiento de forma continuada por un periodo máximo de un año, aunque los estudios alcanzan hasta dos. D2) Inhibidores de la absorción de nutrientes
  • 12. El primer medicamento autorizado en España y en Europa para la inhibición de la absorción de grasa es el orlistat o tetrahidrolipstatina. Actua inhibiendo las lipasas al unirse a estas en la luz intestinal e impidiendo la escisión de los triglicéridos en ácidos grasos libres y monoglicéridos. De esta forma se impide la absorción del 30% de las grasas ingeridas, que son eliminadas con las heces. Sólo debe prescribirse para pacientes con IMC de 27-30 o más, si se asocia a patología secundaría a la obesidad, y que hayan demostrado buen cumplimiento dietético previo (más de 2,5 Kg en 4 semanas) y se debe suspender si en 12 semanas no se ha perdido el 5% del peso inicial. El tratamiento no debe exceder los 2 años de duración. Los efectos adversos de orlistat son mayormente gastrointestinales, se manifiestan al inicio del tratamiento, suelen ser de carácter leve-moderado y desaparecen con el uso prolongado. D3) Fármacos termogénicos Las sustancias que contienen derivados de alcaloides de la ephedra (efedrina) y cafeína son los únicos de los que se tienen datos de eficacia a partir de estudios controlados. La efedrina es un agente adrenérgico con propiedades termogénicas y supresoras del apetito. En dosis altas aparecen efectos secundarios adrenérgicos por lo que se suele asociar a cafeína para potenciar sus efectos sin aumentar su dosis. En la actualidad no está establecida su indicación para el tratamiento de la obesidad. D4) Agentes saciantes - Fibra Tiene capacidad de regular el tránsito gastrointestinal y de retrasar la absorción de algunos nutrientes. Por producir sensación de distensión, de plenitud y de saciedad, se utiliza en el tratamiento de la obesidad. Los preparados más habituales son los derivados de la pectina, del glucomanano y de gomas naturales. En los ensayos realizados con obesos no han demostrado eficacia ni en disminución de la sensación de hambre ni en pérdida de peso. D5) Productos dietéticos Existen en el mercado muchos productos que propugnan ser efectivos en el tratamiento de la obesidad. Algunos han mostrado resultados que prometen pero faltan estudios sobre su eficacia y seguridad. Entre estos productos se encuentran el té verde, chitosan y olestra. D6) Fármacos en proceso de investigación El desarrollo de nuevos fármacos se encuentra favorecido por el aumento en el conocimiento de la regulación del apetito, del control de la ingesta y del gasto energético. Entre ellos destacan la leptina, hormona secretada por los adipocitos, cuyos niveles reflejan la cantidad de masa grasa del organismo. Se ha demostrado que disminuye el apetito y aumenta el gasto energético, a través de su acción sobre el hipotálamo, inhibiendo sustancias inductoras del apetito y activando otras anorexígenas. Son muy escasos los estudios disponibles y se carece de datos de seguridad y eficacia a largo plazo, así como de información de otros efectos adicionales. Otros fármacos que inhiben el apetito son los inhibidores del neuropéptido, que es uno de los estimuladores más potentes de la ingestión de alimentos; los análogos de colecistoquinina e inhibidores de su degradación; la bromocriptina, agonista dopaminérgico que produce disminución del apetito por inhibición del hipotálamo lateral; la amilina y la enterostatina. Los beta3 adrenérgicos son sustancias termogénicas que actúan sobre los receptores del tejido adiposo marrón. Las hormonas también han sido estudiadas, pero todavía no se tienen resultados definitivos por lo que su uso está descartado por ahora. Resumiendo, podemos decir que los únicos fármacos que han demostrado eficacia en el tratamiento de la obesidad han sido la sibutramina y el orlistat, pero sus efectos son moderados y por ahora sólo
  • 13. se dispone de estudios de hasta dos años de duración. El tratamiento sólo debe iniciarse después de un periodo variable (de 3 a 6 meses) de dieta hipocalórica asociada a ejercicio y a intento de modificación conductual, en la que la pérdida de peso no haya alcanzado un mínimo de 0,5 Kg a la semana. El fármaco será prescrito en función de la patología acompañante del paciente y nunca en ausencia de dieta hipocalórica asociada. La respuesta al tratamiento farmacológico es muy variable de un sujeto a otro y difícil de predecir. La pérdida de peso atribuible a la medicación es menor de un 5% y varía de un paciente a otro. Nunca debe indicarse ningún fármaco a niños, adolescentes, embarazadas ni durante la lactancia. E) Tratamiento quirúrgico La mayoría de los autores están de acuerdo en que la cirugía debería reservarse para pacientes con obesidad mórbida o extrema en los que todas las demás terapias han fracasado y que sufren complicaciones importantes de la obesidad. Por tanto, según la SEEDO se podría indicar en pacientes obesos con los siguientes criterios: Presentar un IMC > 40 o > 35 con comorbilidades. Que la obesidad grave esté presente desde hace más de 5 años. Que no exista historia de alcoholismo y otras drogodependencias o enfermedad psiquiátrica grave. Que los pacientes tengan entre 18 y 60 años. Que exista una adecuada comprensión de las alteraciones producidas por la intervención y una buena posibilidad de adhesión a la estrategia terapéutica propuesta. La opción de la cirugía se debe ofrecer a los pacientes bien informados, motivados, que deseen fervientemente un cambio en su peso y estilo de vida, y que tengan un riesgo operatorio aceptable. El paciente debe aceptar controles y seguimiento después de la operación que debe ser de por vida. En cada caso se deben sopesar los riesgos y los beneficios de la cirugía. Entre las técnicas para el tratamiento de la obesidad se encuentran las siguientes: a) Intervenciones restrictivas, entre las que se incluye la gastroplastia vertical anillada (GVA) como principal método, y utilizada extensamente en nuestro país. b) Técnicas derivativas o parcialmente malabsortivas, entre las que se incluyen el bypass gástrico. c) Técnicas mixtas, entre las que encontramos el cortocircuito biliopancreático, y la técnica que une una GVA y un bypass gástrico. La cirugía debe incluirse dentro de un tratamiento integral de la obesidad, con recomendaciones dietéticas, actividad física y soporte psicológico no sólo antes sino después de la cirugía bariátrica. Los riesgos son operatorios, postoperatorios y a largo plazo. Toda la cirugía de la obesidad está considerada como cirugía mayor y esto significa que no está ausente de potenciales complicaciones graves. La cirugía bariátrica es una cirugía funcional, y la misma intervención no tiene los mismos efectos con respecto a las pérdidas de peso, en todos los individuos. Los resultados se miden con respecto al sobrepeso, es decir la diferencia entre el peso real y lo que sería su peso ideal. Una operación ideal en resultados seria aquella en la que: - El peso perdido sea al menos el 50% del sobrepeso. Ej. Si pesaba 130 Kg. y el peso ideal es 70 Kg., el sobrepeso serían 60 Kg. y una pérdida de peso aceptable sería el perder al menos 30 Kg. y quedarse con 100 Kg. - Las pérdidas de sobrepeso se mantengan más allá de 5 años. - La operación beneficie al menos al 75% de los pacientes operados. Es casi imposible que en una cirugía "funcional" , como es la de la obesidad, obtener un resultado en el que el 100% de los pacientes hayan perdido el 50% del sobrepeso. - La operación ofrezca una buena calidad de vida y de ingesta, con pocos efectos secundarios (nauseas, vómitos, diarreas, anemia, etc.).
  • 14. - Las reoperaciones necesarias relacionadas con la técnica sean inferiores al 2% al año. - Con un seguimiento adecuado no haya complicaciones a largo plazo. - Tenga bajo riesgo. Una mortalidad operatoria inferior al 1%, y un riesgo de complicaciones inferior al 10%. Las pérdidas de peso máximas se consiguen antes de los 18 meses con todas las intervenciones. No solamente se pierde peso sino que se mejoran las co-morbilidades. Otros beneficios importantísimos es la mejora de la movilidad y la resistencia en general. Mejora la autoestima, el humor, las relaciones interpersonales, la capacidad de trabajar y de encontrar trabajo. El cambio que tiene el individuo de su imagen corporal le permite explorar actividades sociales, vocacionales y de relación personal. Las técnicas quirúrgicas han mejorado en seguridad y en la integridad de la operación. Los efectos en la salud a corto y a largo plazo son importantes. Prevención La prevención de la obesidad debe comenzar desde etapas tempranas de la vida. En este sentido, es importante garantizar un buen estado nutricional durante el embarazo. Es evidente que la alimentación es el principal factor exógeno que influye sobre el crecimiento y desarrollo del niño. Por otro lado, también es importante considerar que, a medida que el niño crece, va adquiriendo hábitos y estilos de vida que influirán sobre su modo de vida alimentario en la etapa adulta. La alimentación durante el primer año de la vida y a lo largo de toda la infancia, edad escolar y adolescencia, desempeña un papel muy importante en la prevención y promoción de la salud. La dieta mediterránea, con sus diferentes variaciones regionales, puede contribuir a mantener el peso corporal en límites saludables, con una destacada presencia de frutas, verduras, cereales y legumbres. También deben incorporarse a la dieta diaria consumos adecuados de carnes, pescados, huevos y lácteos, controlando en su conjunto la ingesta grasa total y el aporte de ácidos grasos saturados. Para conseguir un balance energético adecuado debe estimularse la práctica habitual de actividad física. Se ha puesto en evidencia que las personas que realizan actividad física con asiduidad consumen cantidades más elevadas de frutas y verduras y disminuyen la ingesta de grasa respecto a sus coetáneos sedentarios. Desde el punto de vista comunitario, la prevención de la obesidad debe apoyarse en dos pilares fundamentales: - Educación nutricional Implica tanto a los educadores, como a los padres y alumnos. Las empresas de restauración colectiva, fundamentalmente el comedor escolar, y las actividades de tiempo libre, pueden desempeñar un papel complementario en este sentido. Una dieta equilibrada, pobre en grasas saturadas y rica en verduras, legumbres, fruta y pescado, es garantía de bienestar, prevención de las enfermedades cardiovasculares y fórmula de control del peso corporal. - Actividad física Debe formar parte del modo de vida desde la primera infancia y debería ir dirigida a la promoción de la salud y en menor medida al rendimiento deportivo. Aun cuando los programas de prevención son prometedores, quizás no basten para contrarrestar la epidemia acelerada de obesidad. Rigby, miembro del International Obesity Task Force, dice que "el enfoque moderado de impartir más educación sobre los alimentos en la escuela y fomentar el
  • 15. ejercicio" ya no es suficiente. "Tenemos que atacar las causas profundas del problema con iniciativas ambiciosas para contrarrestar los grandes cambios que hemos visto en años recientes". Un blanco clave de este enfoque nuevo y más agresivo es la industria mundial multimillonaria de alimentos. Sus críticos aducen que las tácticas de publicidad y mercadeo y las políticas de precios fomentan activamente el consumo excesivo de alimentos ricos en calorías y con baja calidad nutricional. Para contrarrestar estas tendencias, Rigby y otros están insistiendo para que se aprueben medidas que exijan que aparezca información nutricional en los menús de restaurantes y de establecimientos de comida rápida. También piden limitaciones a la publicidad, especialmente la dirigida a niños, y se apoyan en la presión del público para que la industria de alimentos se convierta en "parte de la solución". No obstante, los países también deben encontrar formas de abordar la otra parte de la ecuación de la obesidad: gastar energía por medio de la actividad física. Concluyendo podemos decir que la obesidad es un problema que afecta a una importante proporción de la población española siendo necesario delimitar su magnitud e identificar a los principales colectivos de riesgo. Considerando su impacto en la salud pública, sería necesario establecer estrategias eficaces que permitan identificar tempranamente a los sujetos con riesgo, tratar adecuadamente a las personas afectadas y poner en marcha las medidas preventivas más oportunas. Fotografías de personas obesas.
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