Las convulsiones neonatales pueden ser difíciles de detectar y diagnosticar. Los factores de riesgo incluyen complicaciones durante el embarazo o parto, prematuridad, bajo peso al nacer y condiciones médicas del recién nacido. El diagnóstico requiere observación detallada de los movimientos del bebé, exámenes físicos, pruebas de laboratorio e imágenes para identificar la causa subyacente, como encefalopatías, infecciones o trastornos metabólicos.