1. LA DECISIÓN FINAL
Rara vez las cualidades del candidato aparecen claras y precisas. Tampoco se descubren fácil y rápidamente ni se pueden medir con precisión.
La mayor parte de las veces, la evidencia que respalda las cualidades, o la falta de cualidades, aparece en pequeñas porciones de información, o en indicios diseminados a lo largo del historial del candidato.
Estos indicios o pistas tienen que ser indagados y evaluados individualmente. Luego tienen que ser organizados de forma que tengan sentido y contribuyan a la comprensión de la imagen del candidato que se va desarrollando.
Para tomar la decisión es importante que se coincida globalmente en las distintas variables, tanto a nivel de interpretación, como a nivel de lo que se estaba buscando.
En los casos en que existan dudas coincidentes sobre la idoneidad o adaptación de un candidato lo mejor es eliminarlo del proceso.
Las peores decisiones en
selección suelen tomarse cuando existen prisas para cubrir un determinado puesto: de aquí se sigue la importancia de una exhaustiva planificación y, en particular, de una planificación a tiempo.