Este documento analiza la evidencia científica sobre el impacto de diferentes patrones de alimentación en marcadores de inflamación y peso corporal. Revisa estudios que comparan dietas bajas en hidratos de carbono, baja en grasa, dieta mediterránea y de bajo índice glucémico, encontrando que la dieta mediterránea y baja en hidratos de carbono mejoran marcadores inflamatorios y conducen a mayor pérdida de peso. Concluye que no existe un patrón ideal para todos, pero que estas dos
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Impacto de la dieta en marcadores inflamatorios
1. IMPACTO DE LA ALIMENTACIÓN EN MARCADORES INFLAMATORIOS;
BUSCANDO LA COMPOSICIÓN DIETÉTICA IDEAL
MNC. Iván Armando Osuna Padilla, NC
Es ya bien conocido el papel endócrino del tejido adiposo, al generar una respuesta inflamatoria
crónica de bajo grado, caracterizada por la secreción de moléculas inflamatorias como la leptina, el
factor de necrosis tumoral alfa (TNF-a), la interleucina 6 (IL-6) y la resistina, así como la disminución
en la secreción de adiponectina, molécula de naturaleza antiinflamatoria1.
La presencia de estas citocinas se relaciona con el desarrollo de resistencia a la insulina por diversos
mecanismos, entre los que destacan; la forforilación del sustrato receptor de insulina provocada por
el TNF-a, y la inhibición de la fosforilación de IRS-1 e IRS-2 provocada por IL-6.1, 2
Este estado inflamatorio de bajo grado, caracterizado por presencia de fibrinógeno y algunas
moléculas de adhesión celular como la E-selectina, molécula de adhesión intracelular 1 (ICAM-1) y
moléculas de citoadhesión vascular 1 (VCAM-1) se relaciona con el desarrollo de Diabetes Mellitus,
Enfermedad Cardiovascular y cáncer3. La producción de estas moléculas es directamente
proporcional a la cantidad de tejido adiposo, aunque algunos estudios retrospectivos han
encontrado mayores concentraciones de estos marcadores en las dietas occidentales y en aquellas
con un consumo predominante de carne roja4.
En los últimos años las investigaciones se han centrado en evaluar la mejoría en estos marcadores
mediante diversas estrategias nutricionales, ya sea el consumo de algunos alimentos o de
determinados nutrimentos, pero el interés más importante radica en el estudio de los patrones de
alimentación, o bien la combinación de macronutrimentos en los planes de alimentación prescritos.
El objetivo del presente aporte es analizar la evidencia científica del impacto de distintos patrones
de alimentación en los marcadores de inflamación y en el peso corporal de individuos con sobrepeso
y obesidad.
DIFERENTES PLANES DE ALIMENTACIÓN
De forma tradicional, los profesionales de la nutrición entendemos por dieta saludable aquella que
tiene un aporte ≥55 % de HC, ≤30% de lípidos y aproximadamente 15% de proteínas. Sin embargo,
podemos encontrar en la literatura más de 1000 diferentes “dietas” que prometen resultados a
veces poco realistas5. Algunas se basan en determinado nutrimentos, otras en la eliminación de
ciertos grupos de alimentos. Podemos agrupar estas intervenciones en 4 distintos grupos;
Bajas en Hidratos de Carbono. Dentro de este grupo destaca la Dieta Atkins, y las dietas con un
aporte de hidrato de carbono menor del 45% del valor calórico total.
Bajo Índice Glucémico. Un ejemplo de esta es la dieta de la Zona, con un aporte promedio de
40% de HC, 30% lípidos y 30% proteínas.
Dietas Bajas en Grasa. Son dietas con aportes de grasa menores del 20% de las calorías totales.
Algunas marcas comerciales que destacan son la dieta Ornish, la dieta LEARN y la Weight
Watchers.
Dieta Mediterránea. Debido a sus características y a balance en los nutrimentos, no puede ser
categorizada en ninguno de los demás grupos.
2. A continuación, revisaremos algunos ensayos clínicos que han evaluado las diferencias en
marcadores inflamatorios y peso corporal entre las dietas mencionadas.
MARCADORES INFLAMATORIOS Y DE RIESGO CARDIOVASCULAR
Se ha evidenciado el impacto de la composición de la dieta en los parámetros metabólicos e
inflamatorios de los individuos. Un estudio publicado en el 2013, evaluó las variaciones en la PCR a
las dos horas de consumir una comida alta en grasa (57% del VCT) con 24 gr de grasa saturada, 33
de monoinsaturada y 17 de poliinsaturada, o una comida alta en grasa (56%) con 8 gramos de grasa
saturada, 51 g de monoinsaturada y 14 g de poliinsaturada, encontrando un incremento en la PCR
a las 2 horas después de ingerir la dieta alta en grasa saturada, así como también incrementos en
los triglicéridos en los dos grupos, con una tendencia mayor en el grupo que recibió grasa saturada6.
Esto nos habla del posible efecto crónico de las dietas altas en grasa en individuos que acostumbran
esta alimentación, y de la importancia de la calidad de las grasas que prescribimos en los planes de
alimentación, situación que se complica al no utilizar softwares especializados, pues con el método
de equivalentes es difícil conocer cuánta grasa saturada estará recibiendo exactamente el individuo.
En el 2006 fue publicado el estudio PREDIMED, un ensayo clínico multicéntrico para evaluar los
efectos a corto plazo (3 meses) de 2 patrones de alimentación mediterráneos comparados con una
dieta baja en grasa (<30% VCT) según lo recomendado por la American Heart Association7. . Las
dietas mediterráneas eran acompañadas por la suplementación de 1 litro de aceite de oliva a la
semana, o por 30 gr de nueces al día. Los investigadores encontraron una disminución contundente
en los marcadores inflamatorios Proteína C reactiva (PCR), IL-6, ICAM-1, y VCAM -1, efectos no
observados en la dieta baja en grasas (Ver Ilustración 1)8.
Ilustración 1. Resultados de PREDIMED en Marcadores Inflamatorios
3. Uno de los tratamientos para el control de peso es la prescripción dietética, al influenciar
directamente la composición corporal (Ver Ilustración 2)5. Sin embargo una de las preguntas que
nos deberíamos hacer como profesionales de la nutrición es que composición dietética pudiera
proveer de mayores beneficios a nuestros pacientes.
Buscando la respuesta a esta pregunta, en el 2008, Iris Shai y su equipo de trabajo publicaron en el
New England Journal of Medicine los resultados de una investigación en la cual sometieron a un
grupo de 322 individuos con obesidad a una de tres dietas: Baja en Grasa (<30% VCT), Mediterránea
o Baja en Hidratos de Carbono (20-120 g/día) durante 2 años, evaluando la pérdida de peso y
algunos marcadores metabólicos. En sus resultados, muestran pérdida de peso de 4.7 kg en la dieta
baja en hidratos de carbono, 4.4 kg para la dieta mediterránea y 2.9 kg en la dieta baja en grasas.
En la dieta mediterránea se observaron disminuciones en la glucosa, índice de HOMA, colesterol
LDL y PCR, ésta última también se observó en la dieta baja en HC9.
Ilustración 2. Relación de Factores que intervienen en la pérdida de peso
Debido a los resultados tan variados en este tipo de ensayos clínicos, es de suma importancia revisar
metaanálisis para evaluar los efectos de las distintas dietas en los marcadores ya mencionados. En
el 2013, se publicó en el American Journal of Clinical Nutrition un metaanálisis de 20 ensayos clínicos
que evaluaba los efectos de distintos patrones de alimentación en el manejo de la DM2. En él, se
4. compararon los efectos de las dietas bajas en HC, vegetarianas, veganas, de bajo índice glucémico,
altas en fibra, la propuesta por la American Diabetes Association (50-60% HC) y altas en proteína.
Los resultados que se evaluaron fueron el impacto en la hemoglobina glucosilada, en la pérdida de
peso y en las concentraciones de triglicéridos. En sus resultados muestran que la dieta mediterránea
es la única, comparada con los demás patrones de alimentación, en incentivar una mayor pérdida
de peso, además de disminuciones en triglicéridos e incrementos en colesterol HDL. La Dieta baja
en HC (20-60 g según los ensayos evaluados) se relaciona por igual con mejorías en control
glucémico (↓HbA1c) e incrementos en c-HDL10.
BUSCANDO LA COMPOSICIÓN IDEAL
Debemos tener claro que no existe un patrón de alimentación que induzca una pérdida de peso y
mejorías en los marcadores metabólicos e inflamatorios en todos por igual. Es importante tomar
en cuenta todos los factores mencionados en la Ilustración 2, tales como la presencia de resistencia
a la insulina, comorbilidades como DM2, el riesgo de algunos tipos de cáncer entre otros.
Cómo lo demuestran los estudios ya mencionados, las dietas bajas en hidratos de carbono y la dieta
mediterránea proveen de mejorías clínicas y metabólicas. Recientemente se publicó una revisión de
los beneficios de las dietas bajas en HC (aporte <45% del VCT), entre los que destacan una mayor
pérdida de peso a los 6 meses, disminución de la masa grasa (hasta 30% a un año de seguimiento),
mejorías en la función endotelial, disminución de citocinas proinflamatorias, PCR y homocisteína,
en comparación con la dieta baja en grasas prescrita con frecuencia para el tratamiento del
sobrepeso y la obesidad (55-60% HC, 20-25% lípidos, 15-20 % proteínas) 11. Sin embargo, es
importante evaluar la adherencia a la misma por parte del paciente, ya que en algunas regiones
(México es una de ellas), el consumo de hidratos de carbono es bastante elevado. En dichos casos,
la dieta mediterránea pudiera ser una buena alternativa, al no tener que restringir de una forma tan
estricta los HC. No existe una definición oficial, pero se trata de un patrón basado en una ingesta
elevada de plantas (frutas, verduras) cereales enteros, leguminosas y nueces en cantidades
elevadas, acompañada de un consumo moderado de pescados y mariscos, carnes blancas, huevo y
lácteos, y un consumo bajo de carnes rojas, carnes procesadas y alimentos altos en azúcar y grasas.
La principal fuente de lípidos en este patrón es el aceite de oliva, y una de sus características es el
consumo moderado de vino tinto. En este patrón, el consumo de grasas oscila entre un 30-40% (Ver
Ilustración 3) 12.
Este patrón es el recomendado por la American Heart Association, según la guía publicada en el
2013 “Manejo del Estilo de Vida para Disminuir de Riesgo Cardiovascular en Adultos”, al
documentarse disminuciones de la tensión arterial de 6-7/2-3 mmHg13. Otros autores han
documentado mejorías en el metabolismo de la glucosa, mejorías en resistencia a la insulina,
disminución de marcadores inflamatorios y de estrés oxidativo 14, 15, 16.
5. Ilustración 3. Pirámide de Dieta Mediterránea Adaptado de: Current Atheroscler Rep. 2014; 16: 446
ALIMENTOS FUNCIONALES COMO AGENTES ANTIINFLAMATORIOS
La inclusión de algunos alimentos funcionales, como los mencionados en otros aportes (Inulina,
Aceite de Coco, Semillas de Chía), pudieran actuar de forma sinérgica con estos patrones de
alimentación en función de disminuir los marcadores inflamatorios.
Los probióticos han mostrado tener un efecto similar, al disminuir PCR y fibrinógeno, según lo
documentan Jones y cols, quienes realizaron un ensayo clínico en el cual suplementaron L. Reuteri
(dos cápsulas diarias de 2.9 x 109
UFC) durante 9 semanas), observando también disminuciones en
colesterol total, LDL y VLDL.17. No se conoce exactamente el mecanismo por el cuál disminuye
colesterol y PCR, por lo que se han propuesto tres distintas vías: 1) Disminución relacionada a una
alteración de las colonias bacterianas presentes en la microbiota intestinal, 2) Disminución
relacionada a la modulación del tejido linfoide asociado al intestino (GALT) y 3) Disminución
ocasionada por su acción sobre las sales biliares, al desconjugarlas, provocando con ello una menor
absorción de colesterol y mayor excreción de colesterol LDL18.
CONCLUSIÓN
Es importante que tomemos en cuenta la evidencia científica al momento de prescribir los planes
de alimentación. No existe la dieta ideal. La mejor dieta es y será aquella que a la que el paciente
pueda tener una buena adherencia, y en la cual pueda incorporar los hábitos a su estilo de vida de
forma permanente. Es importante que nosotros como profesionales adaptemos los patrones que
han mostrado efectividad a los alimentos típicos de cada una de las zonas donde radiquemos, para
con ello, mejorar la adherencia y promover un mejor perfil metabólico e inflamatorio, dejando de
lado los kilogramos de peso perdido como indicador de efectividad de la terapia médico nutricia.
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7. Iván Armando Osuna Padilla
Licenciado en Nutrición, Universidad Autónoma de Durango
Maestría en Nutrición Clínica, Instituto Nacional de Salud Pública
Nutriólogo Certificado, Colegio Mexicano de Nutriólogos
Nutriólogo Clínico. Centro de Investigación en Enfermedades Infecciosas, Instituto Nacional de
Enfermedades Respiratorias, México, DF.