Los últimos soldados españoles en Filipinas se atrincheraron en la iglesia de San Juan de Baler durante más de 9 meses ignorando la pérdida del imperio español. El teniente Martín Cerezo se negó a rendirse a pesar de las órdenes recibidas y la confirmación de la pérdida de las colonias. Finalmente se rindió en junio de 1899 y los soldados regresaron a España donde fueron recibidos como héroes por su resistencia en Baler.