2. ·El cerebro no produce energía pero, entonces, ¿de dónde la
extrae para funcionar correctamente? Su fuente
primordial es la sangre, que le aporta nutrientes tales
como glucosa, proteínas oligoelementos y oxígeno.
El oxígeno es fundamental para el cerebro, pues utiliza la
quinta parte del oxígeno del cuerpo. En general la arteria
carótida le proporciona suficiente sangre oxigenada
fresca. Con un aire de mejor calidad en las aulas
aumentaría el nivel de atención y de funcionamiento mental,
y casi todos hemos entrado en aulas donde parecía un
milagro que el alumnado siguiera las explicaciones del
profesor, debido al estado de somnolencia que provocaba
la falta de aire.
3. Según los estudios de Hannaford, la
deshidratación es un problema común en
las aulas, lo que ocasiona a los alumnos
letargo y debilitamiento del aprendizaje.
Muchos de los fármacos llamados
inteligentes refuerzan el estado de alerta,
el funcionamiento cognitivo y la memoria,
aumentando el flujo de oxígeno al cerebro.
Además, el cerebro necesita de 8 a 12
vasos de agua cada día para estar bien, lo
que le aporta el equilibrio electrolítico
para su funcionamiento.
4. Cuando el aprendiz siente sed es que ya ha comenzado el
proceso de deshidratación al disminuir el contenido de agua
en la sangre. Cuando esto sucede, la concentración de sal
es mayor, lo cual aumenta la presión sanguínea y el estrés.
Varias investigaciones confirman que, a los cinco minutos de
beber agua, disminuyen los niveles de corticoides y de la
ACTH, dos hormonas relacionadas con el estrés.
Dado que el cerebro está formado por un mayor
porcentaje de agua que cualquier otro órgano, la
deshidratación provoca con rapidez pérdida de atención y
somnolencia. Por eso los profesores deben animar a sus
aprendices a beber agua a menudo y durante todo el día,
teniendo en cuenta que los zumos y otras bebidas como el
café o el té son diuréticos, por lo que no ayudan a subir
realmente los niveles de deshidratación.
5. También la alimentación puede ayudar al cerebro a aprender. Muchos menús
de comedor, nos recuerda Eric Jensen (2004) han sido ideados para el crecimiento
de los huesos y de los músculos, no para las exigencias del cerebro. Una buena
alimentación debería aportar los nutrientes necesarios para un buen
aprendizaje, incluyendo proteínas, grasas insaturadas, verduras,
carbohidratos complejos y azúcares. Asimismo necesita oligoelementos como
el boro, el selenio, el vanadio y el potasio. Hay alimentos que son
particularmente buenos para el cerebro como los vegetales de hoja verde, el
salmón, los frutos secos, las carnes magras y las frutas frescas.
6. Pero no sólo nuestros estudiantes deben
aprender a comer bien sino también a
masticar bien, a comer sin prisas, algo
que no se tiene en cuenta generalmente
en los comedores escolares, donde los
niños parecen devoradores de comida en
lugar de personas que estén comiendo.
7. Para un buen rendimiento escolar, es fundamental un buen desayuno,
en el caso de los niños, rico en cereales, frutas y lácteos. Si se consiguiera
que todos los niños llegaran a la escuela después de haber tomado un buen
desayuno, mejorarían las notas y la conducta pues se ha demostrado su
influencia sobre la mejora en la capacidad de aprendizaje y en el proceso
de adaptabilidad escolar.
No le podemos pedir un gran rendimiento al cerebro, si no recibe los
nutrientes necesario que aporta una dieta equilibrada, pues tendrá
dificultades para realizar sus funciones.
8. El sueño es un factor determinante en la neuroplasticidad
cerebral, ya que mantiene determinadas sinapsis, elimina otras,
refuerza ciertas conexiones entre áreas corticales y, sobre todo,
en los procesos cognitivos, principalmente en la consolidación de
la memoria.
Una buena educación del sueño favorece los procesos de
aprendizaje, de hecho los niños con problemas de déficit de
atención suelen tener también problemas de sueño.
9. Recientes investigaciones evidencian la relación entre determinados estados de
oscilaciones bajas de EEG durante el sueño, correspondientes a las fases de sueño
profundo, y la consolidación de la memoria. Si el aprendiz no duerme lo suficiente,
surgirán efectos negativos como falta de energía, problemas en la memoria, falta de
concentración, cambios bruscos de humor, mayor riesgo de “quedarse en blanco”,
bajo rendimiento escolar y problemas en las relaciones personales, generalmente
por impulsividad o irritabilidad.
Y por último, pero no menos importante, para un buen desarrollo cerebral y un buen
proceso de aprendizaje, el cerebro necesita un ambiente rico en estímulos. Este
ambiente no debe ser hiperestimulado sin más, puesto que esto no favorece una
dirección madurativa específica orientada a un buen aprendizaje.
10. Un buen ambiente estimular rico es aquel que
combina una gran variedad de estímulos
novedosos con un ambiente tranquilo, relajado
y emocionalmente estable, donde el aprendiz
tenga tiempo suficiente para asimilar cada
nuevo estímulo que le llega al cerebro.