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Introducción
La parálisis agitante (paralysis agitans),
descrita por James Parkinson en 1817,
fue definida por Vulpian y Charcot en
1862 como un «temblor, rítmico y conti-
nuo durante la vigilia, de evolución pro-
gresiva e invasora, al que se suele aso-
ciar una tendencia más o menos marca-
da a la propulsión». La enfermedad de
Parkinson (EP) es una de las afecciones
neurodegenerativas más frecuentes.
Las lesiones anatómicas de la zona
compacta del locus niger son caracterís-
ticas de la EP: desaparición y atrofia
neuronal, gliosis reactiva e inclusiones
citoplásmicas (cuerpos de Lewy). La
diversidad de los enlaces del sistema
nervioso de los ganglios basales hace
que la fisiopatología de la EP sea com-
pleja. Está fundamentalmente ligada a
la destrucción de la vía dopaminérgica
nigroestriada, que utiliza la dopamina
como neurotransmisor. Las lesiones de
la vía nigroestriada provocan la desner-
vación del putamen. Se produce un
encadenamiento complejo de acciones
facilitadoras-inhibidoras modificadas,
con por ejemplo, una hipoactividad del
pálido externo sobre el núcleo subtalá-
mico, y por lo tanto, una hiperactividad
facilitadora del núcleo subtalámico en
el pálido interno, que a su vez supone
una hiperactividad inhibidora del páli-
do interno en el tálamo motor (núcleo
ventrolateral) por la vía GABAérgica,
con la consiguiente disminución de la
activación de las áreas motoras cortica-
les por el tálamo motor, lo que explica-
ría en parte los fenómenos acinéticos e
hipertónicos.
Las estructuras centrales causantes del
temblor también se encuentran a nivel
del tálamo motor (núcleo ventral lateral
y núcleo ventral intermedio), pero tam-
bién existen mecanismos periféricos que
hacen fluctuar la intensidad del temblor,
especialmente los impulsos aferentes
sensitivos como el dolor y el frío.
Su prevalencia en el conjunto de la
población es de 1/1 000 y de 1,5 % des-
pués de los 65 años; en los países de la
Unión Europea, afecta aproximada-
mente a un millón de personas [8]
.
Su origen, probablemente multifacto-
rial, parece responder a una combina-
ción de factores genéticos y ambientales.
La actividad física siempre ha sido con-
siderada como un importante factor
adyuvante en el tratamiento de la EP,
aunque no se ha podido demostrar su
influencia directa en los síntomas princi-
pales de la enfermedad (Olanow y
Koller, 1998). Se dirige en particular a las
secuelas motoras y funcionales de los
principales signos que caracterizan la
enfermedad: rigidez, acinesia, temblor,
trastornos ligados a la postura y al equi-
librio [6]
. En 1921 [33]
, Verger y Cruchet ya
alaban sus virtudes en estos términos:
«cualquier procedimiento que haga que
el paciente bradicinético se sienta mejor,
lo estimule, lo incite a la actividad, lo
impulse a salir de su apatía y de su iner-
cia para desplazarse y actuar le propor-
ciona un beneficio indudable».
La rehabilitación forma parte de un
grupo de tratamientos sintomáticos
médicos y quirúrgicos (ver cuadro pá-
gina siguiente). Impulsa al paciente a
luchar contra la acinesia y contra la esca-
sez de gestos, combate la tendencia
depresiva y su pasividad inherente [15]
.
Este tratamiento también tiende a mejo-
rar otros aspectos de la patología, como
los trastornos neurovegetativos, los pro-
blemas de comunicación o los dolores.
Evaluación
Los enfermos parkinsonianos tienen en
común numerosas características clíni-
cas, que pueden tener diferentes efectos
en su motricidad y su vida cotidiana.
Para cada paciente, se estudian las dis-
tintas actividades afectadas, aquellas
que resultan difíciles de ejecutar, así
como los cambios producidos en su
aspecto físico. Las diferentes discapaci-
dades orientarán los objetivos de la reha-
bilitación y sus modificaciones serán los
indicadores de eficacia de las estrategias
terapéuticas elegidas [7]
(cuadro I).
EncyclopédieMédico-Chirurgicale–E–26-451-A-10
Rehabilitación en el tratamiento
de la enfermedad de Parkinson
A Laumonnier
JP Bleton
Resumen. – La enfermedad de Parkinson es una patología que afecta a la motricidad del adul-
to. La rehabilitación se orienta teniendo en cuenta los síntomas motores relacionados con la aci-
nesia, la rigidez, los trastornos posturales o los trastornos cognitivos que acompañan al movi-
miento.
No obstante, la semiología describe numerosas deficiencias asociadas; algunas son consideradas
en la rehabilitación, otras no y constituyen lo que denominamos las «desgracias» del paciente.
Ante la gran variedad de síntomas, la descripción de la terapia rehabilitadora obedece a la evo-
lución de la enfermedad. Para cada fase, se proponen determinadas estrategias de acuerdo con
los déficits específicos y con las tareas cotidianas que están afectadas.
Palabras clave: rehabilitación, enfermedad de Parkinson, acinesia, rigidez, postura, festinación,
envejecimiento, síndromes extrapiramidales.
© 2001, Editions Scientifiques et Médicales Elsevier SAS, París. Todos los derechos reservados.
Antoine Laumonnier : Masseur-kinésithérapeute.
Jean-Pierre Bleton : Masseur-kinésithérapeute cadre supérieur.
Hôpital Sainte-Anne, centre Raymond Garcin, Paris, France.
E – 26-451-A-10
2
E – 26-451-A-10 Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson Kinesiterapia
Cuadro I. – Unified Parkinson´s disease rating scale (UPDRS). Escala de evaluación unificada para la enfermedad de Parkinson
(según el doctor Marc Ziegler). Sólo se detallan los apartados que interesan directamente al rehabilitador.
I. Estado mental, conductual y tímico. Apartados del 1 al 4.
II. Actividades de la vida cotidiana (a determinar en período ON y en período OFF. Apartados del 5 al 17
5) Habla
0: Normal
1: Ligeramente alterada, sin dificultad para hacerse comprender
2: Moderadamente alterada. En ocasiones, hay que pedirle que repita
3: Gravemente alterada. Hay que pedirle con frecuencia que repita
4: Incomprensible la mayor parte del tiempo
6) Salivación
7) Deglución
0: Normal
1: Se atraganta raramente
2: Se atraganta ocasionalmente
3: Requiere una alimentación semilíquida
4: Requiere una alimentación por vía gástrica
8) Escritura
0: Normal
1: Ligeramente lenta o micrografía
2: Claramente lenta o micrografía, todas las palabras son legibles
3: Gravemente alterada: todas las palabras no son legibles
4: La mayoría de las palabras son ilegibles
9) Alimentarse y manipular los cubiertos
0: Normal
1: Un poco lento y torpe pero no necesita ayuda
2: Se puede manejar solo con la mayoría de los alimentos, aunque lento y torpe
3: Necesita ayuda para las comidas pero todavía puede alimentarse lentamente
4: Hay que darle de comer
10) Vestirse
0: Normal
1: Un poco lento pero no necesita ayuda
2: Ayuda ocasional para abotonarse o meterse una manga
3: Necesita ser ayudado pero puede hacer ciertas cosas él solo
4: Totalmente dependiente
11) Higiene
12) Darse vuelta en la cama y colocar las sábanas y las mantas
0: Normal
1: Un poco lento y torpe pero no necesita ayuda
2: Puede darse la vuelta solo o colocar las sábanas pero con gran dificultad
3: Puede comenzar el gesto pero no consigue darse la vuelta o colocar las sába-
nas él solo
4: Dependiente
13) Caída no relacionada con los pasos cortos
0: Ninguna
1: Caídas raras
2: Caídas ocasionales pero menos de una vez al día
3: Una caída al día en promedio
4: Múltiples caídas al día
14) Pasos cortos durante la marcha
0: Ninguno
1: Raro, aunque puede haber una vacilación al comienzo
2: Pasos cortos ocasionales durante la marcha
3: Pasos cortos frecuentes que provocan caídas ocasionales
4: Caídas frecuentes por los pasos cortos
15) Marcha
0: Normal
1: Dificultades leves, pero puede balancear los brazos o arrastra los pies
2: Dificultades moderadas pero no solicita ayuda o muy poca
3: Dificultades importantes de la marcha que requieren ayuda
4: No puede andar en absoluto, ni siquiera con ayuda
16) Temblor
0: Ausente
1: Leve o raramente presente
2: Moderado, molesta al paciente
3: Importante, molesta para ciertas actividades
4: Marcado, dificulta la mayor parte de las actividades
17) Trastornos sensitivos subjetivos relacionados con el parkinsonismo
0: Ninguno
1: Ocasionalmente, entumecimiento, hormigueo o dolores leves
2: Entumecimientos, hormigueo o dolores frecuentes: no molestos
3: Sensaciones dolorosas frecuentes
4: Dolores muy vivos
Diferentes tratamientos médicos y quirúrgicos.
— Tratamientos médicos.
El empleo de la Ldopa desde 1969 sigue siendo el componente fundamental del tratamiento médico. Se asocia con un inhibidor
de la decarboxilasa periférica para reducir los efectos indeseables periféricos y para disminuir las dosis diarias. No obstante, el abanico
de tratamientos se ha ampliado e incluye:
— los anticolinérgicos, utilizados desde 1950, que reducen la actividad colinérgica y son eficaces para el temblor de reposo;
— los agonistas dopaminérgicos, captados por los receptores postsinápticos dopaminérgicos, que reproducen la acción
de la dopamina;
— la amantadina, agente antiviral cuya eficacia hacia la acinesia y la rigidez, descubierta por coincidencia, sigue siendo modesta;
— los inhibidores de la monoaminooxidasa B (IMAO B), que reducen el catabolismo de la dopamina y, por lo tanto, aumentan
la concentración disponible de esta última;
— más recientemente, los inhibidores de la catecol-O-metil transferasa (COMT), enzima del metabolismo de la dopamina: sus efectos
aumentan la duración de las fases on.
— Tratamientos quirúrgicos.
En la enfermedad de Parkinson, las complicaciones motoras inherentes al tratamiento médico han hecho que la cirugía tenga
una indicación particular. Ello implica que ha habido progresos tanto en la cirugía estereotáxica, como en las técnicas de imagen
y en la electrofisiología. Así como en los años 1940 y 1950, la intervención quirúrgica tenía como objetivo tratar la lesión
de una estructura cerebral afectada por la enfermedad de Parkinson, actualmente el principio se basa en la estimulación eléctrica
profunda de puntos anatómicos precisos: núcleo talámico (Vim), núcleo subtalámico (STN) y globo pálido (Gpi).
Enfermedad en la fase
de inicio
El paciente, preocupado, consulta al
médico porque observa un deterioro de
su estado motor (un temblor fino en
una mano o modificación de la escritu-
ra) (fig. 1). El diagnóstico de EP sólo se
plantea si dentro de la sintomatología
existe la bradicinesia [32]
.
El tratamiento médico, de gran eficacia
en la fase inicial de la patología, corrige
las manifestaciones clínicas, particular-
mente el temblor y la bradicinesia. La
eficacia de la L-Dopa confirma el diag-
nóstico.
La rehabilitación debe indicarse en
pacientes que precisan ayuda para:
— estimular la actividad física: conse-
jos para elegir o practicar una actividad
deportiva, aprendizaje de ejercicios
3
Kinesiterapia Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson E – 26-451-A-10
Cuadro I. – (Continuación) Unified Parkinson´s disease rating scale (UPDRS). Escala de evaluación unificada para la enfermedad
de Parkinson (según el doctor Marc Ziegler).
III. Examen motor. Apartados del 18 al 31
IV. Complicaciones del tratamiento
V. Estadio de Hoehn y Yahr
VI. Escalas de actividad de la vida cotidiana de Schwab y England
18) Habla
0: Normal
1: Ligera pérdida de la expresión, de la dicción y/o del volumen vocal
2: Voz monótona, balbuceo comprensible, alteración moderada
3: Alteración marcada, difícil de comprender
19) Expresión facial
20) Temblor de reposo
0. Ausente
1: Leve y raramente presente
2: Temblor de poca amplitud pero persistente, o de amplitud moderada, pero
sólo presente de forma intermitente
3: Temblor de amplitud moderada y presente la mayor parte del tiempo
4: Temblor de gran amplitud y presente la mayor parte del tiempo
21) Temblor de acción o temblor postural de las manos
0: Ausente
1: Leve: presente durante la acción
2: De amplitud moderada, presente durante la acción
3: De amplitud moderada, durante el mantenimiento postural y durante la
acción
4: De gran amplitud: dificulta la alimentación
22) Rigidez (movimientos articulares pasivos, sujeto sentado)
0: Ausente
1: Mínima o que aparece durante las maniobras de sensibilización
2: Entre leve y moderada
3: Importante pero la mayor parte de los movimientos pueden ser realizados
fácilmente
4: Grave, los movimientos son realizados con dificultad
23) Golpeteo de los dedos (movimientos rápidos de gran amplitud del pulgar
sobre el índice)
24) Movimientos de las manos (abertura y cierre rápido de una mano y des-
pués de la otra sobre el índice)
25) Movimientos alternativos rápidos (pronosupinación de las dos manos
simultáneamente)
0: Normal
1: Disminución leve y/o reducción de la amplitud
2: Moderadamente alterado, se cansa clara y rápidamente, puede tener inte-
rrupciones ocasionales del movimiento
3: Gravemente alterado, vacilación frecuente para iniciar el movimiento o inte-
rrupción en pleno movimiento
4: Apenas puede realizar la tarea
26) Agilidad de la pierna (el paciente sentado golpea con el talón levantando
todo el pie)
0: Normal
1: Ralentización leve y/o reducción de la amplitud
2: Moderadamente alterado, se cansa clara y rápidamente, puede tener inte-
rrupciones ocasionales del movimiento
3: Gravemente alterado, vaciliación frecuente para iniciar el movimiento o inte-
rrupción en pleno movimiento
4: Apenas puede realizar la tarea
27) Levantarse de una silla (movimiento realizado con los brazos cruzados
sobre el pecho)
0: Normal
1: Lentamente o necesita más de un intento
2: Se apoya en los brazos del asiento
3: Tiende a caerse hacia atrás pero debe intentarlo varias veces. Puede levan-
tarse sin ayuda
4: Incapaz de levantarse sin ayuda
28) Postura
0: Normalmente derecha
1: No del todo derecha, postura levemente flexionada: esta postura puede ser
normal en una persona de más edad
2: Postura moderadamente flexionada con cifosis: puede estar ligeramente
inclinado hacia un lado
3: Postura marcadamente flexionada con cifosis: puede estar medianamente
inclinado hacia un lado
4: Flexión marcada con postura muy patológica
29) Estabilidad postural (respuesta a un empujón posterior en los hombros,
con la persona de pie, los pies ligeramente separados y los ojos abiertos)
0: Normal
1: Retropulsión pero recupera el equilibrio sin ayuda
2: Ausencia de respuesta postural: puede caerse si el examinador no lo sujeta
3: Muy inestable, tiende a perder el equilibrio espontáneamente
4: Incapaz de mantenerse de pie sin ayuda
30) Marcha
0: Normal
1: Camina lentamente, arrastra los pies y da pasos cortos pero sin festinación,
ni propulsión
2: Camina con dificultad, pero necesita poca o ninguna ayuda: puede presen-
tar un poco de festinación, pasos cortos o propulsión
3: Dificultades graves de la marcha que requiere ayuda
4: No puede andar en absoluto, incluso con ayuda
31) Bradicinesia corporal e hipocinesia (lentitud y vacilación, disminución
del balanceo de los brazos, amplitud pequeña y pobreza de movimientos en
general)
0: Ninguna
1: Lentitud mínima, que da a los movimientos un carácter deliberado, podría
ser normal para ciertas personas. Posible disminución de la amplitud
2: Lentitud y pobreza de movimientos de grado leve, pero claramente anormal.
Además, una cierta disminución de la amplitud
3: Lentitud moderada, pobreza y pequeña amplitud de movimientos
4: Lentitud marcada, pobreza y pequeña amplitud de movimientos
gimnásticos adaptados durante las
sesiones de rehabilitación individual
para tratar un problema determinado, o
en sesiones colectivas para favorecer los
contactos;
— aliviar una molestia que persiste a
pesar del tratamiento médico, como el
dolor, la rigidez axial o la micrografía.
Los pacientes activos no requieren reha-
bilitación en esta fase de la enfermedad
(fig. 2).
DÉFICITS ESPECÍFICOS
I Hipocinesia
Se define como la disminución de la
amplitud del movimiento.
Es uno de los factores principales de
ineficacia en el gesto. La subutilización
de sectores articulares contribuye a
limitar los movimientos. Este círculo
vicioso tiene un papel importante en la
discapacidad.
Se evalúa mediante pruebas de golpeteo
con los dedos, movimiento de manos,
movimientos alternativos rápidos y de
agilidad de las piernas (apartados 23,
24, 25 y 26 de la Unified Parkinson´s
disease rating scale [UPDRS]).
La libertad de movimientos se conserva
mientras se practiquen ejercicios gim-
násticos de flexibilización de gran
amplitud, tanto segmentario como ver-
tebral.
Ejemplo: el paciente acostado sobre la
espalda y con un palo en las manos,
sube los brazos y flexiona una rodilla
hacia el pecho. El ejercicio se realiza en
la fase inspiratoria, y el kinesiterapeuta
completa el final del movimiento. El
paciente debe repetir en su casa los ejer-
cicios que ha aprendido en las sesiones
de flexibilización.
I Temblor
Es un temblor lento (de cuatro a siete
ciclos por segundo), que aparece duran-
te el reposo, desaparece durante el
sueño y predomina en las extremidades.
Se describe como el signo inicial más
frecuente, presente en el 70 % de los
pacientes. Cuando constituye el signo
fundamental de la sintomatología, se
dice que la EP es de «tipo temblante».
Con respecto a la evolución acinético-
rígida, su evolución es más lenta y su
repercusión en la vida cotidiana más
soportable. Aunque el temblor no cons-
tituye una discapacidad mayor, provo-
ca una torpeza gestual. Es un signo visi-
ble que recuerda la enfermedad a los
familiares y a los miembros del entorno
profesional.
Los apartados 20 y 21 de la UPDRS se
refieren al temblor de reposo caracterís-
tico de la EP y al temblor de acción o
postural de las manos que a veces le
acompaña.
Se han probado estrategias terapéuticas
de todo tipo (relajación, movilización
del paciente al ritmo de su temblor), sin
que ninguna haya demostrado su efica-
cia. Dadas las características clínicas del
temblor (temblor durante el reposo), y
para evitar que se manifieste se reco-
mienda mantener el miembro en cons-
tante actividad.
Ejemplo: transvasar agua o arena de un
vaso a otro: «el paciente debe realizar el
gesto con fluidez, sin prolongar una
postura determinada».
El temblor disminuye la destreza del
paciente para abotonarse la ropa, para
comer o cualquier otro gesto sutil.
I Torpeza gestual
Se interpreta como debilidad, fatiga o
falta de coordinación. En realidad es la
consecuencia de varios factores:
— lentitud de movimientos debida a la
bradicinesia;
— pérdida de espontaneidad de los
gestos, consecutiva a la pérdida progre-
siva de los automatismos, debida a la
acinesia;
— falta de amplitud de los movimien-
tos por causa de la hipocinesia y la rigi-
dez muscular;
4
E – 26-451-A-10 Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson Kinesiterapia
Temblor de reposo
Micrografía
Lentitud
Pérdida del balanceo de un brazo
Dolor
Torpeza
Rigidez
Depresión
Fatigabilidad
Trastornos del equilibrio
Diagnóstico
de la EP
Ausencia de lentitud motora
Paciente con cultura gimnástica Sin rehabilitación
Aparición de un
síntoma específico
Lentitud motora persistente
Paciente con cultura gimnástica
Ausencia de lentitud motora
Paciente sin cultura gimnástica
Lentitud motora persistente
Paciente sin cultura gimnástica
Confirmación de la actividad física personal
Sesión individual semanal
Elección de una actividad física o
gimnástica de grupo
Programa personal de gimnasia
Sesiones semanales de gimnasia de grupo
Sesión semanal individual
Aparición de un
síntoma específico
Uno, dos síntomas específicos
Dificultad para una tarea
Trastornos asociados moderados
Continuación de la actividad
física personal
Sesiones semanales
de gimnasia de grupo
Balneoterapia
+
Sesión semanal
o
curas de diez sesiones,
dos veces al año
0 4 años 8 años
Uno, dos síntomas específicos
Dificultad para una tarea
Trastornos asociados moderados
1 Signos de inicio.
2 Organización de los cuidados en la fase de inicio. EP: enfermedad de Parkinson.
Clasificación de Hoehn y Yahr.
— Estadio I: afección unilateral
con discapacidad funcional
generalmente mínima o nula.
— Estadio II: afección bilateral o axial,
sin alteración del equilibrio.
— Estadio III: aparición de una
alteración del equilibrio, que se
manifiesta cuando el enfermo cambia
de dirección o cuando se le empuja
estando él de pie, con los pies juntos
y los ojos cerrados.
En esta fase, el paciente presenta una
cierta dificultad funcional en sus
actividades pero puede seguir
trabajando si su oficio se lo permite.
— Estadio IV: desarrollo completo
de la enfermedad que provoca
una incapacidad severa. El enfermo
todavía se puede mantener de pie
y caminar sin ayuda, pero con grandes
dificultades.
— Estadio V: sin ayuda, el enfermo
sólo se puede desplazar en silla
de ruedas o debe permanecer
en cama.
— la presencia de un temblor, aunque
se manifieste fundamentalmente du-
rante el reposo, suele afectar a algún
componente de acción.
La torpeza incide en distintas activida-
des cotidianas: beber y comer, sostener
un vaso sin derramarlo, cortar la carne
o levantar los pies durante la marcha.
A través de la repetición regular de ejer-
cicios adaptados, el paciente puede rea-
lizar mejor estas tareas funcionales.
Ejemplo: a menudo, soluciones de sen-
tido común atenúan los problemas:
para vestirse, es mejor llevar tirantes,
evitando así la dificultad de meter un
cinturón por las trabillas y ajustarlo con
la fuerza suficiente; los mocasines son
más adecuados que los zapatos de cor-
dones.
I Pérdida de la armonía
del movimiento
Es lo que caracteriza a la falta de encade-
namiento o de conexión entre los tiem-
pos elementales que implica un gesto
complejo. Refleja una alteración en la
organización del gesto en el tiempo y en
el espacio [14]
. No existen pruebas especí-
ficas para evaluarla, sino la observación
clínica de la realización del gesto com-
plejo estudiado: por ejemplo llevarse un
dedo a la punta de la nariz o recoger
algunas monedas. El trastorno se aprecia
en pruebas funcionales como desvestir-
se, sentarse, desplazarse o acostarse en la
camilla para ser examinado.
La gimnasia asocia ejercicios de movi-
mientos coordinados y de movimientos
asimétricos en los que interviene el con-
junto del cuerpo.
Ejemplo: el sujeto, acostado de espalda,
realiza movimientos de rotación en sen-
tido opuesto de las cinturas escapular y
pélvica. El ejercicio se pone en práctica
en una situación funcional como, por
ejemplo, la de levantarse pasando por
las distintas etapas, desde la posición
decúbito supino hasta la posición cua-
drúpeda.
REHABILITACIÓN DE LAS TAREAS
ALTERADAS
I Disgrafismo parkinsoniano
o micrografía
Las modificaciones de la escritura apa-
recen precozmente y, a veces, revelan el
diagnóstico. James Parkinson describía
ya los trastornos de la escritura en los
distintos estadios de la EP [26]
. De los sín-
tomas iniciales, decía: «El paciente ha
notado ciertos trastornos pero en reali-
dad no ha padecido la enfermedad. Si la
persona es resistente quizás sólo en
raras ocasiones haya pensado que lo
afectaba una auténtica enfermedad, al
notar la inestabilidad de la mano para
escribir o realizar un trabajo de preci-
sión». Cuando describe este trastorno
en una fase más avanzada de la enfer-
medad, dice: «la escritura se convierte
en la tarea más difícil».
La disgrafía se manifiesta a través de
una dificultad para escribir, y la letra
tiene un carácter micrográfico que se
acentúa al final de cada línea y de una
línea a otra. Las dificultades se agravan
por la aprensión del paciente, sobre
todo cuando escribe delante de terceras
personas. Durante las primeras fases de
la patología, los trastornos de la escritu-
ra varían en función de la eficacia del
tratamiento médico.
El apartado 8 de la UPDRS analiza la
escritura. El examen pone de manifiesto
constantes grafo-motoras, como la acti-
tud crispada de la mano sujetando la
pluma, la disminución de la fluidez, de
la velocidad y de la regularidad del
movimiento de inscripción, así como la
presencia de un temblor en la escritura.
Para escribir, el paciente utiliza bolígra-
fos adaptados a su patología, lo sufi-
cientemente largos y anchos como para
evitar que se cierre demasiado la mano,
y con el suficiente peso como para limi-
tar el temblor.
La escritura es fundamental para la
memoria y para la actividad cerebral.
Los pacientes que la empleaban como
un medio habitual de comunicación
deben seguir practicándola. Por supues-
to se pueden evitar las dificultades utili-
zando un ordenador para redactar y un
sello de tinta para firmar, pero general-
mente los pacientes no se animan a
emplear estos medios alternativos.
Ejemplo: las contracturas de los peque-
ños músculos de la mano son el factor
principal. Las movilizaciones activo-
pasivas y la relajación del segmento
escritor (búsqueda de la sensación de
«brazo pesado») [1]
sirven para reducir
las tensiones musculares. Los ejercicios
tienden a aumentar la amplitud de los
movimientos caligráficos, instando al
paciente a que utilice la raíz del miem-
bro solicitado y no el extremo distal.
ENFERMEDAD ESTABLECIDA
En la gran mayoría de los casos, los sig-
nos manifiestos de la enfermedad apa-
recen después de 8 años de evolución [10]
.
Las distintas manifestaciones neurológi-
cas inherentes provocan una molestia
permanente que a su vez causa restric-
ción de la actividad y discapacidad. Las
fluctuaciones en la eficacia del trata-
miento médico provocan durante un
mismo día, una sucesión de períodos de
acinesia llamados períodos de «bloqueo»
(fases off) y de períodos con una buena
actividad motora, de «desbloqueo» (fases
on). Acontecimientos externos como las
comidas, las emociones y la fatiga influ-
yen también en las fluctuaciones del
estado motor.
Se conserva la independencia funcio-
nal.
La rehabilitación, asociada a la medica-
ción, constituye un elemento importan-
te del tratamiento. Por medio de sesio-
nes de rehabilitación varias veces por
semana, se logra una actividad física
regular y se corrigen determinados
aspectos de la sintomatología. No se
proponen los mismos objetivos en las
fases on y en las fases off:
— fase on: entrenamiento gimnástico,
estimulación de las reacciones postura-
les, refuerzo o mantenimiento del
potencial motor y funcional;
— fase off: movilizaciones y corrección
de las posturas, aprendizaje de la mane-
ra de controlar los efectos del bloqueo [37]
(fig. 3).
ESPECÍFICOS
I Bradicinesia
Este término fue creado en 1921 por
René Cruchet [33]
que lo definía así: «el
síndrome de bradicinesia consiste en
una lentitud en el inicio y en la ejecución
de los movimientos voluntarios, sin que
exista una parálisis propiamente dicha,
ni trastorno de coordinación alguno».
Tanto el paciente como su entorno per-
ciben esta lentitud de movimientos por-
que aumenta el tiempo requerido para
realizar las actividades cotidianas. El
inicio y el desarrollo de la actividad
requiere una mayor atención. Dicha
alteración obliga al paciente a organizar
mejor su tiempo para poder continuar
con sus actividades sin demasiado tras-
torno. Por otra parte, el retraso al
comenzar la actividad resta adaptabili-
dad y espontaneidad a los gestos.
La bradicinesia se evalúa mediante
pruebas de ejecución de movimientos
repetitivos y rápidos: golpeteo de los
dedos, movimientos de las manos,
movimientos alternativos rápidos, agi-
lidad de una pierna (apartados 23, 24,
25 y 26 de la UPDRS). En el apartado 31
se evalúa de una forma más global la
5
Kinesiterapia Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson E – 26-451-A-10
«Desgracias» en la fase inicial.
— Dolores vertebrales: a veces
anuncian la enfermedad.
— Depresión: asociada a la bradifrenia,
caracterizada por tristeza o ansiedad.
— Adelgazamiento: intenso
al principio, después se estabiliza
con el tratamiento.
— Trastornos genito-sexuales: poco
evocados, trastornos motores
o disminución de la líbido.
— «Impaciencia» en los miembros
inferiores: a menudo nocturnos;
el paciente se levanta para caminar.
— Náuseas: se relacionan
con el tratamiento médico.
bradicinesia corporal y la hipocinesia.
Se incluye la noción de empobrecimien-
to motor y describe el movimiento
hasta que se vuelve imposible.
Los medios para atenuar esta alteración
consisten en:
— iniciar los movimientos con órdenes
breves y precisas;
— pedir más velocidad a través de esti-
mulaciones verbales;
— orientar el movimiento hacia un obje-
tivo determinado (por ejemplo, gesto
funcional): el paciente se representa men-
talmente el movimiento en toda su conti-
nuidad y después lo ejecuta sin interrup-
ción concentrándose en el tiempo;
— conservar la amplitud del movi-
miento.
Ejemplo: el sujeto está acostado sobre la
espalda, los miembros inferiores exten-
didos y los brazos en cruz. El movimien-
to consiste en hacer pasar una pelota por
debajo de una pierna primero y luego de
la otra, alternativamente. El ejercicio se
realiza a una velocidad sostenida, con
una gran abducción de los hombros y
una gran amplitud en la flexión-exten-
sión de los miembros inferiores.
La atención prestada al tiempo necesa-
rio para el desarrollo de la acción hace
más eficaz la realización de los gestos
cotidianos. En los pacientes en los que
el retardo es moderado y sin consecuen-
cias importantes en la vida cotidiana, la
práctica de ejercicios gimnásticos y de
ejercicios físicos que influyen en la velo-
cidad, el ritmo y la coordinación, es
suficiente para mantener el dinamismo
del gesto.
I Fluctuaciones motoras
Se presentan como variaciones en las
habilidades motoras entre los períodos
on y los períodos off. Al final, constitu-
yen una causa mayor de invalidez, y
resisten a los tratamientos médicos.
En un estadio avanzado, los pacientes
presentan alternancias bruscas e impre-
visibles entre las fases on y off. En las
fases on, se pueden observar discine-
sias, distonías e incluso mioclonías; en
las fases off, se puede observar una aci-
nesia y un cuadro extrapiramidal grave.
En este caso, la acinesia provoca la
desaparición casi completa de las posi-
bilidades motoras. El paciente, inmóvil
en su sillón, es incapaz de realizar el
menor gesto. Estos períodos de bloqueo
se acompañan con frecuencia de mani-
festaciones neurovegetativas especial-
mente penosas: distensión intestinal,
temblores, sensaciones de opresión
torácica, micciones imperiosas, que
resultan aún más desagradables ya que
el paciente no puede desplazarse [36]
.
Las fluctuaciones motoras son evalua-
das en la UPDRS; el cuestionario busca
su relación con las tomas de medica-
mentos, la previsibilidad de desencade-
namiento de las fases off, así como su
proporción con respecto a las fases on.
Algunos pacientes consiguen vencer
parcialmente la acinesia que los domi-
na, gracias a movimientos rápidos de
balanceo del tronco de adelante hacia
atrás, sentado, o de marcha sin moverse
del sitio, de pie. Conservar una cierta
autonomía, incluso restringida, reduce
la angustia relacionada con la aparición
de las fases de bloqueo. Otros, necesitan
la presencia reconfortante de una perso-
na de su entorno que los ayude a cam-
biar de posición, a instalarse más con-
fortablemente o a beber.
Los acompañantes reciben instruccio-
nes sobre las técnicas de asistencia a la
marcha. Deben ser capaces de ayudar al
paciente a volver a su habitación duran-
te la fase de bloqueo. No deben tirarlo
del brazo, ni obligarlo a que se desplace
más rápido de sus posibilidades, ya que
podría bloquearse aún más y podrían
hacerle perder el equilibrio hacia ade-
lante. Es preferible reducir la velocidad
de la marcha y esperar a que recupere
su equilibrio, antes de dejarlo que vuel-
va a caminar.
Algunas movilizaciones atenúan la
incomodidad de los períodos off.
Ejemplo: la movilización suave y rítmica
del raquis cervical y de la cintura esca-
pular o la movilización de las extremi-
dades de los miembros, manos y pies,
asociada a maniobras de tracción y de
vaivén.
I Acinesia o bloqueo cinético
(o «freezing»)
El bloqueo cinético es una vacilación,
un «balbuceo» de la puesta en marcha
que se puede observar en todos los ges-
tos, pero sus manifestaciones causan
más molestias y son más aparentes en la
marcha. Este fenómeno se agrava con la
ansiedad.
Este bloqueo presenta un primer mo-
mento brusco e imprevisible que sor-
6
E – 26-451-A-10 Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson Kinesiterapia
Actividad física personal
Sesiones gimnásticas
de grupo o individuales
Balneoterapia
Entrenamiento para las
tareas cotidianas
Estimulación de
secuencias funcionales
Movilizaciones activa-asistida y pasiva
Corrección de las posturas
Acciones eficaces en ciertos
trastornos asociados
Aplicación en situación de
los ejercicios funcionales
practicados en fase ON para
las tareas cotidianas
Fase ON
Sesión semanal
Presencia de los signos cardinales de la enfermedad
Bilateralidad de los signos
Dificultades en diversas tareas
Trastornos asociados
Fluctuaciones de la eficacia
Fase OFF
Sesión semanal
Movimientos anormales invalidantes
Reducción de las habilidades motoras
Acinesia acentuada
Autonomía restringida
Desplazamientos difíciles
Ejercicios dinámicos y cuidados pasivos
alternados en la misma sesión
Kinesiterapia respiratoria
Solicitación de todas las
funciones importantes
+
Dos sesiones semanales
+
Una sesión en el domicilio del paciente
8 años 18 años
3 Organización de los cuidados en la fase de enfermedad establecida.
prende al paciente durante el desarrollo
de una actividad, seguido de un segun-
do momento en el que no puede reem-
prender la actividad interrumpida. Así
como el primer momento no responde
al control voluntario, el segundo
momento es parcialmente controlable.
La estrategia empleada para corregir
esta inhibición transitoria consiste en
remplazar los mecanismos motores
inconscientes por un programa motor
voluntario. Después de probar varios de
estos programas, el paciente suele en-
contrar la estrategia que le resulta más
eficaz. La acinesia y los demás fenóme-
nos de bloqueo motor mejoran con fre-
cuencia gracias a técnicas que recurren a
movimientos evocados, referencias
mentales o estímulos sensoriales.
Ejemplos: entrenamiento del paciente
para que aprenda a evitar un obstáculo
con el fin de reemprender la marcha.
Marcha del sonámbulo, el inicio de la
marcha se facilita con la elevación de
uno o de los dos brazos hacia adelante.
I Trastornos de las funciones
de ejecución
Es un trastorno de la organización del
gesto, de su realización en una situación
real, de su ajuste y de adaptación a un
objetivo preciso [20]
.
Los trastornos cognitivos complican la
sintomatología estrictamente motora.
Cada tarea acapara toda la atención de
la persona hasta el punto de impedirle
que ejecute otra tarea al mismo tiempo
o seguidamente.
El paciente tiene dificultades para:
— realizar varias tareas simultánea-
mente: echar agua con una mano y
mover algo con la otra, por ejemplo.
— realizar varias tareas sucesivamente:
dirigirse hacia el perchero y después,
colgar su ropa.
La acción emprendida no se adapta al
contexto o al entorno: el abrir una puer-
ta retrocediendo es una acción que el
sujeto no domina y que con frecuencia
puede provocar una caída.
La presencia de estos trastornos impone
una definición de acciones y de objeti-
vos, simple y precisa. Los ejercicios no
pueden encadenarse demasiado rápi-
damente. Los gestos complejos se frac-
cionan en secuencias que luego serán
encadenadas progresivamente. El em-
pleo de referencias en el espacio, la con-
ducción y la repetición facilitan el
aprendizaje de los movimientos.
Ejemplo: el paciente está sentado en un
taburete, frente a un espejo. El ejercicio
consta de tres momentos: pasar una
pelota alternativamente por debajo de
las rodillas, hacer girar la pelota por
detrás de su espalda y pasar el balón
por detrás de su cuello. El movimiento
combina los distintos momentos aleato-
riamente. Se le pide que encadene los
movimientos con mayor frecuencia,
pudiendo variarle el sentido para com-
plicar la tarea.
I Defecto en la persistencia
de la acción
Este trastorno se caracteriza por la inca-
pacidad de mantener o de reproducir
de forma continua una misma tarea
motora:
— trastorno de la atención para mante-
ner una postura: el paciente se cae hacia
un lado cuando lee el periódico, o se
desploma progresivamente cuando la
posición cuadrúpeda se mantiene du-
rante un largo rato;
— dificultad para mantener una con-
signa gestual simple: llevar el ritmo con
el pie.
Este trastorno se hace aún más evidente
si el paciente es distraído.
Las acciones que requieren la repetición
regular de un mismo gesto son altera-
das por este fenómeno: la marcha, y
también la escritura y la palabra se mos-
trarán afectadas. La fatiga agrava el
déficit de vigilancia motora.
Durante los ejercicios gimnásticos, se
entrena al paciente para que mantenga
un cierto ritmo impuesto al contar en
voz alta, con un metrónomo o una fuen-
te musical. Los desplazamientos de los
pies durante la marcha, son ritmados
con estas formas de estimulaciones
auditivas [25]
.
Ejemplo: el sujeto, acostado sobre su
espalda, levanta el brazo derecho y la
pierna izquierda, después el brazo
izquierdo y la pierna derecha, alternati-
vamente. Este ejercicio debe realizarse a
ritmos diferentes, conservando la ampli-
tud y la coordinación del movimiento.
I Pérdida de la fuerza muscular
No se debe directamente a la EP, sino
que la disminución insidiosa de los
movimientos automáticos provoca la
subutilización del recorrido de ciertos
movimientos (antepulsión de los hom-
bros, rotación del tronco) y progresiva-
mente, la disminución de su juego arti-
cular. El movimiento está frenado por la
resistencia de los músculos antagonis-
tas del movimiento. Disminuye la fuer-
za muscular dinámica, mientras que la
fuerza muscular isométrica se conserva
durante bastante tiempo.
La fatigabilidad, que casi siempre está
presente, exige una kinesiterapia de
ahorro de esfuerzo, que permita dispo-
ner de la cantidad de energía necesaria
para las actividades cotidianas. El cuer-
po es entrenado para que esta evolu-
ción se retrase o incluso pueda no apa-
recer. La práctica de un programa de
ejercicios adaptados debería conside-
rarse como una prioridad, como una
necesidad permanente, igual que los
medicamentos antiparkinsonianos.
Un programa gimnástico equilibrado
consta de estiramientos musculares
para conservar la flexibilidad, y de acti-
vidades aeróbicas para mejorar la fun-
ción muscular y el estado cardiorrespi-
ratorio.
Ejemplo: el paciente se pone de pie con
los pies separados. El terapeuta, detrás
del paciente, le da un balón lastrado
(medecin-ball) que debe coger por la
derecha y después por la izquierda con
el fin de ejercitar los movimientos de
rotación escapular, y entre las piernas o
por encima de la cabeza para la flexión
y el enderezamiento del tronco.
I Rigidez axial y segmentaria
«La hipertonía parkinsoniana, plástica,
se manifiesta a través de una resistencia
continua y homogénea al estiramiento
del músculo, cuando se le aplica a un
miembro movimientos pasivos» (de
Recondo).
La rigidez se expresa por:
— la exageración del reflejo de estira-
miento o exageración del reflejo miotá-
tico: el músculo estirado ejerce una
resistencia durante todo el movimiento
homogéneo (rigidez de «tubo de
plomo») o cede de forma entrecortada
(fenómeno de la rueda dentada);
— la exageración de la reacción de
acortamiento o exageración del reflejo
postural: el músculo, cuyos puntos de
inserción son aproximados con movi-
mientos pasivos, se contrae de forma
exagerada.
Esta rigidez es más fácil de notar en los
miembros. La desorganización en la
inhibición recíproca entre músculos
agonistas y antagonistas altera el juego
articular. Se observa una disminución
en los sectores solicitados.
En las formas de EP de predominio
axial, la amplitud del movimiento de
rotación opuesta entre las cinturas esca-
pular y pélvica, está disminuida o
ausente. Disminuye la coordinación
entre los movimientos de la columna
vertebral y la rotación asociada de la
mirada, lo cual influye en los ajustes
posturales necesarios para el equilibrio.
Se acentúa la cifosis de la región dorso-
lumbar que, al ser compensada median-
te una hiperextensión de la parte supe-
rior del raquis cervical, suele provocar
dolores localizados en esta zona además
de atragantamientos en la deglución. La
rigidez de la caja torácica es la causa
principal del síndrome restrictivo.
La rigidez aumenta con la fatiga, las
emociones y los esfuerzos musculares
realizados lejos de la zona activa (signo
de la «muñeca fija» de J. Froment).
En el apartado 22 de la UPDRS se eva-
lúa la rigidez. El dolor limita los movi-
7
Kinesiterapia Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson E – 26-451-A-10
mientos, y genera consecuencias en la
motricidad que deben ser consideradas
durante la exploración.
Aún no se ha demostrado la influencia
real que la movilización ejerce en la
hipertonía, lo cierto es que proporciona
al paciente una sensación de relajación y
de bienestar. Las técnicas de flexibiliza-
ción raquídea se asocian con pequeñas
sacudidas y vibraciones cuyo efecto mio-
rrelajante hace que se puedan soportar
las movilizaciones. Estas maniobras pro-
porcionan bienestar y contribuyen a la
prevención de los dolores y de los cam-
bios patológicos musculares secundarios
a la inmovilidad. La conservación del
juego de las articulaciones costoverte-
brales y esternocostales favorece la ex-
pansión torácica y evita que haya restric-
ción de la capacidad pulmonar.
Ejemplos:
Se moviliza la región cervical, soste-
niéndola con ambas manos y abarcando
la región occipital y la nuca.
Los movimientos de tracción del eje
raquídeo se asocian con pequeñas sacu-
didas para relajar las tensiones muscu-
lares locales. Los ejercicios de flexibili-
zación se realizan en todos los sectores
articulares limitados, con una intensi-
dad progresiva creciente. La corrección
asistida de la región cervical tiende a
reducir la mala posición, estirando los
músculos cervicales y los elementos
fibrosos, como el ligamento nucal. Se
lleva la barbilla progresivamente hacia
el pecho, de forma que se produzca una
flexión del conjunto de los distintos sec-
tores vertebrales involucradas. También
se moviliza la cintura escapular para
disociar sus movimientos de los de la
columna cervical;
— la movilización del omóplato, reali-
zada con el sujeto acostado de lado y el
ejercicio de abertura del hemitórax se
asocian con la inspiración y se combi-
nan con la elevación del brazo.
I «Perseveración tónica»
La «perseveración tónica» o «inervación
tónica» designa concretamente el tras-
torno postural que aparece en la EP, que
hace que el paciente se quede inmóvil
en las posturas más insólitas, durante
sus actividades cotidianas [30]
.
Es conocido el caso de pacientes que,
cuando se están calzando, se quedan
como estatuas, inmóviles en la posición
curvada y con el zapato en la mano. La
causa del fenómeno de «perseveración
tónica» parece vincularse a una relaja-
ción insuficiente de los músculos ago-
nistas, que se vuelven antagonistas fren-
te al grupo muscular que debe activarse.
Es necesario romper el círculo vicioso
de inmovilidad y exageración de los
reflejos posturales, y para ello, hay que
actuar sobre la inmovilidad o sobre las
reacciones posturales.
La movilización pasiva y mejor aún la
movilización activa, son medios tera-
péuticos que modifican los reflejos pos-
turales.
El efecto benéfico de las sacudidas o
vibraciones mecánicas se conoce desde
hace mucho tiempo de forma empírica
y parece tener una acción de excitación
dinámica que reduce el efecto de las
reacciones posturales.
I Astasia
Se caracteriza por la imposibilidad de
mantenerse de pie y forma parte de los
trastornos posturales de la EP. En con-
diciones normales de gravitación, la
proyección del centro de gravedad está
desplazado hacia atrás, lo que provoca
una bipedestación en retropulsión [2]
.
Es más frecuente en las formas acinéti-
co-hipertónicas que en las formas tem-
blantes. La postura patológica en fle-
xión del tronco no compensa la retro-
pulsión; el cuerpo flexionado bascula
en bloque hacia atrás. Esta posición
bípeda sobre los talones, no es propicia
para iniciar la marcha ni para su pro-
pulsión necesaria. La retracción del trí-
ceps sural, que limita la amplitud de la
flexión dorsal de la articulación tibiotar-
siana, induce a caminar en las puntas
de pie y hace que la persona pierda el
equilibrio hacia atrás cuando, estando
de pie inmóvil, quiere apoyar toda la
planta del pie en el suelo.
Por otro lado, los signos cardinales con-
tribuyen a alterar las reacciones de equi-
librado y crean una sensación de inesta-
bilidad: la rigidez hace que el aparato
locomotor no pueda adaptarse eficaz-
mente a los cambios de posición y la aci-
nesia hace que las respuestas motoras
sean imperfectas [22]
. Los trastornos del
equilibrio se agravan en fase off. En fase
on, las distonías o discinesias provocan
un desequilibrio particular, que consiste
en inclinar el cuerpo hacia un lado, de
forma brusca e imprevisible.
La estabilidad postural se evalúa en el
apartado 29 de la UPDRS. No está liga-
da a ningún déficit de tipo visual, vesti-
bular, cerebeloso o propioceptivo. Se
observa mediante exámenes posturo-
gráficos [16]
, y es más notoria cuando el
paciente levanta los brazos. Es lo que
causa las caídas hacia atrás cuando la
persona está de pie o trata de retroceder.
La primera fase de la rehabilitación con-
siste en descubrir los defectos de apoyo
y de colocación que causan un desequi-
librio posterior. Después, se entrena al
paciente a inclinarse hacia adelante a
través de medios diferentes: las curas
de decúbito prono, el desplazamiento
contra resistencia, los ejercicios en bal-
neoterapia contra la corriente del agua,
o las posturas en apoyo facial entre las
barras paralelas [4]
.
Ejemplos:
— el paciente de pie, de espalda contra
la pared deja de apoyarse y se inclina
hacia adelante. Luego, coloca las manos
en los hombros del terapeuta, situado
delante de él y lo empuja para avanzar.
La rehabilitación del equilibrio es un
punto clave del tratamiento [18]
. Se le
proponen al paciente ejercicios gimásti-
cos repetidos de dificultad progresiva.
Estos programas se construyen en torno
a posturas gimnásticas variadas como
la posición cuadrúpeda, la posición sen-
tada en un balón o la bipedestación,
para que el paciente practique posturas
corporales diferentes;
— la persona, con las rodillas levanta-
das, atrapa la pelota que el kinesitera-
peuta le lanza en distintas direcciones. Se
continúa el ejercicio adoptando la posi-
ción mejor conocida como la posición del
«galán». Estos ejercicios deben realizarse
en alfombras gruesas para proteger al
paciente de eventuales caídas.
I Trastorno postural en flexión
En el plano sagital, la postura tiende a
la flexión de los distintos segmentos
corporales: gran cifosis dorsolumbar y
extensión cervical alta, para mantener
la mirada horizontal y el conjunto de las
articulaciones periféricas en sus secto-
res de flexión. En el plano frontal, se
puede observar una inclinación del
tronco, los miembros inferiores muy
juntos, los antebrazos en pronación y
los brazos pegados al cuerpo.
La posición de referencia, innata en
parte y adquirida con el aprendizaje
motor, ya no se puede dominar. El con-
trol continuo, a través del tono postural,
contra la fuerza de gravedad está seve-
ramente perturbado. Este desequilibrio
no afecta a los músculos flexores pero sí
a los músculos extensores. Los fenóme-
nos retroactivos de origen visual y labe-
ríntico que podrían compensar el tras-
torno postural, parecen poco eficaces en
los pacientes parkinsonianos [34]
.
El apartado 28 de la UPDRS trata de la
postura en períodos on y off.
La gimnasia propuesta en fase on o la
movilización del paciente en fase off,
comprende fundamentalmente los sec-
tores de extensión, los movimientos de
enderezamiento, de autoestiramiento y
de abertura. El kinesiterapeuta facilita
el enderezamiento corporal, ejerciendo
una presión con la mano en la nuca del
paciente.
Ejemplo: el sujeto está de rodillas delan-
te de las espalderas y coge, con los bra-
zos extendidos, una barra situada a la
altura de sus hombros. En la espiración,
estira la región dorsal bajando el pecho.
El terapeuta puede potenciar el efecto
corrector presionando por debajo de la
convexidad de la curvatura.
8
E – 26-451-A-10 Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson Kinesiterapia
I Dolores
En la EP avanzada, se padecen dolores
en el 60 al 70 % de los casos [13]
. No se
asocian a trastornos sensitivos objetivos
y se expresan de distintas formas:
— pseudorreumáticos: se localizan
preferentemente en las grandes articu-
laciones, en los hombros. Están ligados
al reparto desigual del tono, que provo-
ca posturas articulares desequilibradas,
a veces causantes de deformidades;
— dolores de tipo contractura, o calam-
bre, muy frecuentes y que se pueden
localizar en las pantorrillas, pero tam-
bién en los músculos paravertebrales;
— dolores asociados a un fenómeno de
distonía: fluctúan según el estado
motor del paciente, aunque suelen ser
más intensos durante las fases off.
Pueden despertar al paciente al amane-
cer (early morning dystonia);
— dolores de tipo neurológico: con
sensación de presión, de quemadura,
de entumecimiento, sin topografía
radicular.
Los dolores están lateralizados y se
localizan generalmente en el lado
donde predomina el síndrome acinéti-
co-hipertónico. Suelen ser citados al
comienzo de la enfermedad y pueden
preceder a los signos motores. Cuando
éstos predominan en la sintomatología,
alteran considerablemente la calidad de
la vida cotidiana.
En la UPDRS se evalúan los dolores de
episodios sensitivos subjetivos y relati-
vos a movimientos patológicos (aparta-
dos 17 y 34). Con frecuencia, están
correlacionados con la importancia de
las fluctuaciones motrices, la depresión
y los trastornos del sueño.
Los dolores se atenúan ajustando los
medicamentos antiparkinsonianos y no
deben ser motivo para interrumpir la
actividad física, la cual será adaptada al
paciente de tal forma que no cause una
agravación de los mismos.
La rehabilitación también tiene un
papel preventivo. Las deformaciones
vertebrales, las rigideces musculares y
las malas posturas en posición sentada,
inducen la aparición de los dolores.
Los agentes físicos sólo son paliativos, y
además inconstantes. La balneoterapia
con baños calientes proporciona al pa-
ciente, durante los 30 minutos en que
está sumergido en el agua, la ilusión de
una posible «curación».
El masaje es eficaz cuando es poco
extenso y se limita a las estructuras
dolorosas. Consiste en fricciones y alisa-
mientos en los puntos de inserción o en
masajes locales de los músculos doloro-
sos. La movilización pasiva permite el
estiramiento de las contracturas. La
kinesiterapia completa el efecto antiálgi-
co del masaje a través del empleo de las
propiedades térmicas de los ultrasoni-
dos o del calor húmedo proporcionado
por compresas calientes (hot pack).
Ejemplo: el paciente se coloca en decúbi-
to lateral; la sesión comienza con la
movilización de la escápula en la parri-
lla costal, insistiendo en los sectores de
aducción y de descenso. Estas manio-
bras se asocian con fricciones en los
músculos fijadores del omóplato y el
masaje del cuerpo muscular del trape-
cio superior.
I Estreñimiento
Al describir la evolución de la EP, sir
J Parkinson [26]
escribía: «Los intestinos,
cuyas funciones no habían cambiado
hasta este momento, ahora requieren en
numerosas ocasiones, estimulantes
muy potentes. A veces, la expulsión de
las heces fuera del recto precisa una
ayuda mecánica».
El riesgo de un adelgazamiento supe-
rior a 5 kg es cuatro veces más elevado
en los parkinsonianos que en las per-
sonas sanas de la misma edad. Es
necesario recurrir a los suplementos
calóricos y modificar la ingesta de pró-
tidos durante el día. A menudo es
necesaria una consulta dietética para
aconsejar al paciente sobre su alimen-
tación: las hortalizas crudas, ricas en
fibras, deben estar presentes al menos
en dos de las comidas diarias; el salva-
do de avena aumenta el volumen de
las heces y estimula el reflejo gastrocó-
lico; los aportes hídricos deben ser
abundantes.
Los laxantes suaves y los enemas se
prescriben como último recurso y las
modificaciones del tratamiento médico
se reservan para casos refractarios,
debido a las repercusiones motoras que
podrían derivarse.
La actividad física, la marcha y la prác-
tica de un deporte también contribuyen
a mejorar el tránsito intestinal.
I Trastornos urinarios
La nicturia o enuresis nocturna es una
manifestación precoz; se complica con
micciones imperiosas y con fenómenos
de polaquiuria y de disuria, que requie-
ren un estudio urológico.
Es posible reducir la frecuencia de las
micciones nocturnas restringiendo los
aportes hídricos al final de la jornada.
La polaquiuria obliga al paciente a
levantarse numerosas veces durante la
noche: las dificultades motoras para
levantarse y desplazarse, así como el
temblor o la torpeza, provocan inciden-
tes que el enfermo siente como hechos
degradantes.
Una organización sencilla puede ser
suficiente para prevenir dichos inciden-
tes: tener un colchón lo suficientemente
duro y una mesita de noche accesible
con una lamparita y un orinal.
I Hipotensión ortostática
Se observa la hipotensión como un
fenómeno muy frecuente, por no decir
constante, en los enfermos parkinsonia-
nos [23]
.
Este fenómeno es una consecuencia de
la EP, pero está agravado por la inmovi-
lidad y por las estancias prolongadas en
la cama, por las temperaturas elevadas
(evitar los baños calientes), por tener
que empujar durante la defecación
(asociación de la maniobra de Valsalva
y de la presión abdominal), y por los
esfuerzos físicos que pueden provocar
una baja de la presión arterial, tan mar-
cada durante los ejercicios estáticos
como en los dinámicos.
La hipotensión también puede manifes-
tarse después de las comidas, por lo que
es conveniente fraccionar la ingesta de
los alimentos, con colaciones ligeras y
frecuentes. Cuando se realizan determi-
nados esfuerzos, como tocar un instru-
mento de viento, es preferible permane-
cer sentado. Las medias compresivas
son útiles para algunos pacientes.
I Trastornos del sueño
Estos trastornos son frecuentes y provo-
can fatiga al día siguiente. El paciente
tiene dificultad para dormirse y se des-
pierta con frecuencia. Las pesadillas y
los sueños agitados pueden reflejar una
sobredosificación medicamentosa [21]
.
Una habitación totalmente silenciosa y
en una completa oscuridad, influye en
los trastornos del sueño. Estos fenóme-
nos se pueden prevenir dejando encen-
dida en la habitación una luz discreta o
una cortina ligeramente corrida; para
evitar un silencio total se puede dejar
una música sorda o filtrar los ruidos de
la calle. Las sensaciones desagradables
como el síndrome «de las piernas
inquietas», fundamentalmente noctur-
no, hace que el paciente se tenga que
levantar, porque sólo con andar mejora.
Las formas rebeldes requieren un trata-
miento médico específico.
El ritmo del reposo durante el día se
adapta para que no sea perjudicado el
sueño nocturno, pero respetando el
cansancio del paciente. Así como es
bueno descansar después del almuerzo
de mediodía, hay que evitar las siestas
demasiado largas. Por medio de la
rehabilitación, se puede ayudar al
paciente a luchar contra las dificultades
que dice tener para moverse en la cama
y que son causa fundamental del
insomnio. Los calambres en las panto-
rrillas o en los flexores plantares se aso-
cian con movimientos de crispación de
los dedos de los pies o de extensión del
dedo gordo con un pie equinovaro
9
Kinesiterapia Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson E – 26-451-A-10
(early morning dystonia) [36]
, que despier-
tan al paciente al final de la noche y que
precisan ajustes terapéuticos.
Ejemplo: el calor local (bolsas de agua
caliente o compresas calientes) y los
estiramientos de los músculos afecta-
dos facilitan la sedación de los dolores
matutinos.
mobiliario y necesita la ayuda de un
bastón o del brazo del acompañante.
Las caídas durante la marcha son hacia
adelante, casi siempre sobre manos y
rodillas. En los pacientes que se caen
muy a menudo, el riesgo de pequeñas
heridas se reduce con el uso de protec-
ciones como rodilleras y guantes utili-
zados en ciertos deportes (tablas o pati-
nes de ruedas).
La lentitud en la contracción y relaja-
ción musculares, particularmente en los
tobillos, impide el movimiento natural
de estos músculos [9, 27]
. Durante la mar-
cha hacia adelante, el paciente está de
puntillas, hecho que contribuye a la
propulsión; en la marcha hacia atrás, se
apoya en los talones, lo que acentúa la
retropulsión, porque al estar el cuerpo
inclinado hacia atrás, no puede endere-
zarse. La lateropulsión, que aparece tras
un leve desequilibrio hacia un lado,
tiene el mismo carácter: el paciente tien-
de a caerse porque la reacción de equili-
bración tarda en aparecer.
Algunos movimientos permiten contro-
lar la festinación. Éstos son: el balanceo
de los brazos o del peso corporal duran-
te la marcha, la marcha sin moverse de
sitio y levantando las rodillas o el pasar
por encima de líneas virtuales en el
suelo. Las personas de su entorno
aprenden a aplicarle tracciones rítmicas
en los hombros o la pelvis mientras
camina y a usar la estimulación verbal.
Ejemplo: entrenar al paciente para que
dé grandes zancadas, y para que empie-
ce el paso por el talón. El empleo de
referencias visuales en el suelo es un
medio eficaz para ejercitar la longitud
del paso.
Detenerse y dar la vuelta
La media vuelta es más difícil cuanto
más pequeño es el espacio. Consiste en
el giro de ambos pies sobre el suelo. El
paciente gira los hombros sin que el
paso cambie de dirección.
Si el paciente no controla la velocidad
en el momento de detenerse, tiende a
irse hacia delante y si la retropulsión es
importante, pierde el equilibrio hacia
atrás.
En el apartado 15 de la UPDRS se eva-
lúa la marcha en las actividades cotidia-
nas y en el apartado 30 en la explora-
ción motora. El freezing se evalúa en el
apartado 14: «pasitos cortos durante la
marcha».
El conjunto de los trastornos de la mar-
cha es mucho más marcado si el espacio
es restringido o está lleno de objetos. Es
peligroso atravesar calles anchas. La
marcha con pasos cortos aparece, sin
que el paciente la prevea, cuando atra-
viesa la puerta de su casa, cuando va a
entrar en el ascensor o cuando va a
bajar del autobús. La presencia de
mucha gente acentúa la pérdida de
estos automatismos [24]
. Ciertos aconteci-
mientos imprevistos provocan estos
«episodios acinéticos»: el timbre del
teléfono, el cambio del revestimiento
del suelo o cuando alguien se le cruza
en el camino.
La marcha con pequeños pasos no per-
mite recorrer largas distancias. El
paciente aprovecha los momentos bue-
nos (fases on) para realizar los desplaza-
mientos útiles.
Es preciso animar al paciente para que
efectúe paseos cotidianos. Para ello, se
le prepara creando situaciones como:
cuñas que hay que saltar, desplaza-
mientos en lugares angostos o cambios
de dirección [24]
.
Una parte de la rehabilitación se emplea
para los desplazamientos fundamenta-
les en fase off, como volver a su habita-
ción o ir al cuarto de baño.
Ejemplo: se entrena al paciente a emple-
ar el control voluntario (paso de desfile
o «marcha del sonámbulo») para paliar
la pérdida de los automatismos de la
función.
10
E – 26-451-A-10 Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson Kinesiterapia
Signos de alerta.
— Adelgazamiento.
— Deshidratación.
— Alucinaciones visuales.
— Frecuencia e intensidad
de los movimientos anormales.
— Confusión.
— Ausencia brusca de fase on después
de las comidas.
— Estados febriles.
— Aumento de la frecuencia de las
caídas.
— Hipotensión.
— Atragantamientos.
— Retención urinaria.
— Estreñimiento rebelde.
— Insomnio.
«Desgracias» en la fase establecida
— Sialorrea: acentuada por los
trastornos de la deglución, es más
importante en fase off.
— Diaforesis: puede aparecer
independientemente de cualquier
esfuerzo físico.
— Sequedad de boca: presente en fase
on y relacionada con el tratamiento
médico.
— Alucinaciones visuales: a menudo
relacionadas con la terapéutica.
— Hipotensión: ortostática
e hipotensión postprandial.
— Trastornos urinarios: urgencia
y polaquiuria relacionada con la falta
de dopamina.
— Trastornos del sueño: insomnio,
trastornos urinarios y trastornos
de la motricidad nocturna se asocian
para alterar el sueño.
— Hipersecreción sebácea: le da a la
cara un aspecto cerúleo.
— Estreñimiento: altera la absorción
de los medicamentos.
— Trastornos cognitivos: más allá
de los trastornos de las funciones
ejecutivas, los trastornos cognitivos
de la memoria reciente se relacionan
con la dificultad para controlar
la atención.
— Trastornos de la conducta:
traumáticos para el entorno
y que complican la asistencia
al enfermo.
REHABILITACIÓN DE LAS TAREAS
ALTERADAS
I Trastornos de la marcha
Inicio de la marcha
Durante las fases off, el paciente refiere
la sensación de estar «pegado al suelo».
Este «freno» cinético hace que el pacien-
te avance con pasos muy cortos o inclu-
so que no pueda empezar la marcha y
corresponde a la pérdida de iniciación
del programa motor. El trastorno en el
inicio de la marcha se debe a la dificul-
tad para transferir el peso del cuerpo al
miembro sustentador, lo cual permite
que el miembro opuesto avance. Se han
descrito numerosas estrategias y cada
paciente elige la que más le conviene.
Ejemplo: elevación exagerada de una ro-
dilla, proyección anterior de un miem-
bro superior, oscilaciones laterales del
tronco.
Festinación
Es el nombre atribuido a la marcha
característica del parkinsoniano. Una
vez que el paciente ha iniciado la mar-
cha, «parece correr detrás de su centro
de gravedad», según la pertinente des-
cripción de Trousseau, y esto tanto para
los desplazamientos hacia adelante
(propulsión), como hacia atrás (retro-
pulsión). Algunos pacientes que pre-
sentan una lateropulsión o propulsión
lateral caminan de lado.
El paciente dice tener miedo a caerse.
Para desplazarse, se apoya sobre el
Estadio avanzado
de la enfermedad
La libertad motora durante el día se
reduce, la amplitud de las fluctuaciones
disminuye y la decadencia motora se
instala. El paciente se mueve con
muchísima lentitud y necesita ayuda
para realizar las tareas de la vida coti-
diana. La entrada en esta fase avanzada
de la enfermedad está marcada por caí-
das frecuentes [37]
.
El paciente siente una desagradable
sensación de calor. Su piel está grasosa,
con una seborrea importante, y tiene
crisis de un sudor abundante. Para evi-
tar el riesgo de escaras se debe cambiar
de posición al paciente con regularidad.
Los dolores son frecuentes: vivos en
determinados grupos musculares,
como en los omóplatos o en los muslos;
intensos a nivel occipital y frontal y a
nivel de la vejiga. Las contracturas, que
con frecuencia son intensas, agravan el
contexto doloroso.
La facies, inmóvil e inexpresiva, sólo
presenta escasos movimientos de par-
padeo. La abundante salivación rebosa
por fuera de la boca, lo que obliga al
paciente a secarse regularmente los
labios con un pañuelo.
El habla es escasa, sorda e ininteligible.
En este estadio de la enfermedad, el
paciente necesita ser movilizado regu-
larmente para luchar contra la rigidez y
evitar las deformaciones articulares. Es
imprescindible que realice movimien-
tos activos. Se le enseña al paciente a
repetir frecuentemente movimientos
simples como levantar los brazos y
extender las piernas. La alimentación,
la ventilación y la deambulación son
también prioritarias (fig. 4).
DÉFICITS ESPECÍFICOS
I Deformaciones
Las deformaciones articulares no son
muy frecuentes. Se observan sobre todo
en las formas acinético-hipertónicas [19]
y
en los pacientes con movilidad reduci-
da. Aunque son mucho más frecuentes
en la fase de decadencia, a veces apare-
cen muy precozmente.
Mano
Las deformaciones de la mano causan,
en parte, la atrofia muscular y las difi-
cultades para realizar movimientos
voluntarios. Se suman a las dificultades
motoras de los pacientes severamente
discapacitados. La hipertonía desempe-
ña un papel importante en la postura
que adopta la mano.
La hipertonía de los músculos intrínse-
cos de la mano provoca la deformación
conocida como «mano de escritor»,
mientras que la hipertonía de los múscu-
los extrínsecos provoca la deformación
en puño cerrado («mano de faquir»).
Vertebrales
La cifosis dorsal es muy característica;
James Parkinson ya la había descrito en
1817 [26]
. El raquis dorsolumbar suele
presentar una postura soldada, en cifo-
sis irreductible.
También es habitual en la EP, un cierto
grado de inflexión lateral de la columna
vertebral (escoliosis parkinsoniana). La
cabeza suele inclinarse del mismo lado
que el tronco. La inclinación del tronco
se caracteriza por la modicidad de las
manifestaciones dolorosas y por la
ausencia de rotación de los cuerpos ver-
tebrales en las radiografías. Se tiende a
pensar que la rigidez es la causante de
esta deformación, sin embargo, la
exploración de los músculos muestra
que ésta suele ser más marcada del lado
de la convexidad.
A nivel cervical, las deformaciones son
constantes. El raquis presenta una
hiperlordosis cervical compensada por
la proyección de la cabeza hacia delan-
te. En algunas formas particularmente
invalidantes, el paciente sólo puede
enderezar la cabeza si hace un esfuerzo
voluntario importante que no puede
mantener durante mucho tiempo; en
cuanto disminuye su atención, la barbi-
lla vuelve a caer sobre el pecho. Este
tipo de trastorno postural dificulta la
masticación y la deglución, por lo que
las comidas se hacen penosas. En este
caso, se debe indicar una minerva cervi-
co-escapular para sujetar la cabeza
durante las comidas.
La rehabilitación de las deformaciones
vertebrales consiste en la flexibilización
activa y pasiva de los distintos segmen-
tos vertebrales, para conseguir un cierto
grado de reductibilidad de la cifosis y
una cierta recuperación de los músculos
profundos raquídeos que garantizan el
mantenimiento de la postura. El efecto
corrector de la rehabilitación se mantie-
ne fuera de las sesiones, haciendo que el
paciente adopte posturas correctas en la
cama y en el sillón. En algunas ocasio-
nes, la cifosis es tan severa que sólo un
corsé de mantenimiento pasivo puede
retardar su evolución.
Ejemplo: ejercicios regulares de los mús-
culos del tronco para el enderezamiento
activo y para una correcta colocación
del tronco en la posición sentada; el
paciente junta sus omóplatos y empuja
sus antebrazos apoyados en la mesa
para enderezarse. Las estimulaciones
cutáneas a nivel de la nuca y de la
región dorsal favorecen la extensión.
El enfermo, una vez que ha adquirido
la posición correcta de la columna ver-
tebral por medio de los ejercicios, trata
de reproducirla durante la realización
de distintas actividades de la vida coti-
diana.
Pies y miembros inferiores
La deformación del pie parkinsoniano es
bastante característica. Se trata de un pie
rígido, extendido, adelgazado, volteado
hacia dentro (equinovaro), los dedos
están levantados y curvados «en garra»
(extensión de las falanges y flexión de las
falanginas), con excepción a menudo del
dedo gordo que puede estar en exten-
sión o deformado en «martillo».
La fuerza muscular disminuye conside-
rablemente y la atrofia afecta al conjun-
to de los miembros inferiores que se
deforman, en semiflexión y aducción.
Las rodillas tienden a aproximarse y
presentan una intensa rigidez, siendo
difícil extenderlas o flexionarlas.
El pie hueco equinovaro, resultante de
la deformación, agrava los trastornos
11
Kinesiterapia Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson E – 26-451-A-10
Otros trastornos de la motricidad.
— Discinesias: movimientos anormales
que aparecen en el 75 % de los
pacientes en la fase de estado.
Reflejan una sobredosis de dopamina
y se presentan al final, en el medio,
o al comienzo de la dosis. Cuando se
trata de simples torsiones de un
miembro o del raquis cervical,
se pueden tolerar; cuando son
auténticos movimientos
coreoatetósicos, provocan
discapacidades mayores en fase on.
— Distonías: Reflejan muy claramente
un desequilibrio articular.
Con la palpación, se observa un grupo
muscular fuertemente contraído en
detrimento de los antagonistas.
Las distonías fluctúan con los cambios
en el estado motor del paciente
y pueden reducirse. La rehabilitación
utiliza estímulos cutáneos a nivel
de los músculos correctores.
En las distonías del tronco, la
estimulación de la reacción
de enderezamiento puede lograrse
provocando desequilibrios.
— Síndrome de la caída de la cabeza
(«head drop»): es de aparición precoz;
la cabeza se cae hacia delante
y, a veces, hacia un lado. Este
fenómeno, poco frecuente, se
caracteriza por una tendencia
a la retracción de los músculos
anteriores, asociada a un déficit
en la contracción activa de los
extensores de la cabeza y del cuello.
En esta circunstancia, es necesario
prescribir una minerva adaptada.
de la marcha, que ya resulta difícil por
las otras manifestaciones de la EP. En
general, el pie se apoya en el suelo por
la parte anterior y externa de la planta,
con lo que la marcha resulta aún más
inestable. La pérdida de autonomía
agrava el equinismo. Cuando la defor-
mación es irreductible, es muy difícil
restablecer la bipedestación.
I Trastornos de la voz y del habla
Estos trastornos son frecuentes y tres
son típicos de la EP: la taquifemia o
taquifrasia (habla rápida), el encasqui-
llamiento cinético al empezar a hablar y
la palilalia (repetición de la última síla-
ba) [12]
.
Estas alteraciones presentan similitudes
con los trastornos de la marcha: la festi-
nación del habla. Por otra parte, la voz
es ronca y pierde su intensidad; el habla
es monótona (aprosodia). La rigidez y
la acinesia afectan también a las estruc-
turas laringo-respiratorias propias a la
articulación, como los labios, la lengua,
la mandíbula y la faringe.
Los trastornos del habla se suman a las
dificultades para escribir, lo cual impi-
de casi completamente la comunica-
ción. El paciente no se anima a respon-
der al teléfono ni a participar en una
conversación de varias personas. La
gente de su entorno a menudo le pide
que repita lo que ha dicho.
En el párrafo 18 de la UPDRS se evalúa
el habla. Existen numerosas modalida-
des específicas para la evaluación de la
voz y del habla que califican cada pará-
metro: intensidad, timbre, monotonía o
flujo de palabras. A veces se realizan
grabaciones acústicas.
Para estimular la motilidad de las
estructuras oro-buco-linguales, los orto-
fonistas proponen distintas estrategias
que utilizan la movilización, los ejerci-
cios dinámicos, la coordinación con la
respiración, así como los actos volunta-
rios [5]
. Se le insiste al paciente para que
ejercite diariamente la voz y la palabra,
mediante ejercicios realizados en voz
alta. El kinesiterapeuta colabora en esta
rehabilitación desarrollando el potencial
respiratorio necesario para la fonación.
Ejemplo: corregir la disnea y restablecer
un cierto grado de sinergia neumofóni-
ca. El sujeto está sentado, derecho y con
las manos colocadas sobre las caras
laterales del tórax para dirigir la venti-
lación. El entrenamiento respiratorio
consta de ejercicios de fonación: tiempo
de inspiración sonora (sonido «f») lenta
y completa, después un tiempo de
apnea inspiratoria por bloqueo larín-
geo, y un tiempo de espiración sonora
(sonido «ch»), realizada de forma acti-
va, suave y regular.
I Trastornos de la deglución
Durante la primera fase de la deglución
o fase bucal, el trastorno de coordina-
ción de los músculos de los labios, de
las mejillas, de la lengua y de las man-
díbulas impide la prensión, la continen-
cia de la boca, la formación del bolo ali-
menticio, y su conducción hacia la
faringe.
Durante la segunda fase o fase faríngea
refleja, la acción combinada de la base
de la lengua y de la faringe para pro-
pulsar el bolo ya no actúa sincrónica-
mente con la ascensión de la laringe,
por lo que no garantiza la protección de
las vías aéreas.
La tercera fase o fase esofágica se vuel-
ve más lenta.
Los trastornos de la deglución dificul-
tan la absorción de los alimentos sóli-
dos, líquidos y los medicamentos anti-
parkinsonianos. La anamnesis y la
observación de los enfermos revelan
una gran variedad de cuadros: desde la
simple pérdida de saliva (distinta a la
sialorrea) hasta la neumopatía severa.
El atragantamiento no es el único ni el
primer signo de alerta [31]
.
Los cambios en los hábitos alimenta-
rios, el aumento de la duración de las
comidas, la pérdida de la actividad
social en torno a la comida o incluso la
pérdida de peso reflejan la presencia de
una disfagia. El paciente también se
puede quejar de una sensación de
ahogo o de bloqueo cervical que refleja
la imposibilidad de provocar el reflejo
de la deglución (fase faríngea).
El apartado 7 de la UPDRS trata de la
función de la deglución entre las activi-
dades de la vida cotidiana.
Cuando estos trastornos son importan-
tes e invalidantes, se instaura un trata-
miento específico indicado por especia-
listas en este tipo de rehabilitación
(ortofonista, dietista y kinesiterapeuta).
Este tratamiento se acompaña de conse-
jos alimentarios y de consejos sobre la
posiciones más adecuadas: posición
sentada, con el torso derecho y relajado,
manteniendo la cabeza ligeramente fle-
xionada. La movilización debe permitir
que la nuca conserve la flexión necesa-
ria para que la faringe suba y pueda
realizarse la deglución. Los ejercicios
con los músculos faciales y la repetición
de gestos adaptados preparan al
paciente a que realice movimientos pro-
pios a la deglución.
I Trastornos respiratorios
Los trastornos respiratorios de la EP
son consecuencias desagradables, se-
cundarias a determinados aspectos de
la patología. Su frecuencia e intensidad
12
E – 26-451-A-10 Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson Kinesiterapia
Paciente dependiente
Trastornos posturales importantes
Trastornos del equilibrio, caídas
Pocas fluctuaciones, acinesia permanente
Deformaciones articulares
Trastornos asociados numerosos y dominantes
Intensificar la asistencia
Más sesiones semanales
Más cuidados en el domicilio
del paciente
Adaptación del domicilio
Mantenimiento de la bipedestación
Ayuda para caminar
Rehabilitación respiratoria
Ayuda para vestirse
Prevención de las deformaciones
Prevención de los trastornos tromboembólicos
Cuidados cotidianos a domicilio
Estancias en el hospital
Coordinación de los equipos
hospitalarios y de los terapeutas externos
Intervenciones multidisciplinarias
Ayuda en la alimentación
Atragantamientos
Correcciones posturales
18 años
4 Organización de los cuidados en la fase de enfermedad avanzada.
se agravan con la evolución y son cons-
tantes en la enfermedad avanzada. Se
prescribe la rehabilitación [17]
en la
mayoría de los trastornos respiratorios.
Neumopatías por aspiración
Debido a la ausencia del reflejo de la
tos, no siempre pueden observarse,
pero deben sospecharse en todos los
pacientes que presenten trastornos de
deglución (dos casos de tres, en la fase
avanzada).
Provocan una ocupación respiratoria en
pulmones previamente sanos.
Se resuelve mediante movilizaciones de
la columna vertebral, de la parrilla cos-
tal y de la cintura escapular y con trac-
ciones de los músculos cervicales. Estos
ejercicios sirven para despegar las
secreciones y movilizarlas con técnicas
manuales como presiones abdomino-
torácicas pasivas vibratorias o mediante
percusiones torácicas manuales cuando
la rigidez del tórax no permite aumentar
eficazmente el flujo de aire espirado.
Como no existe una tos real, es necesa-
rio realizar aspiraciones por vía nasal y
bucal para evacuar las secreciones.
Embolia pulmonar
En la embolia pulmonar de origen
tromboembólico, se observa disnea,
taquicardia, sensación de mareo y una
fiebre leve.
Los signos de flebitis de los miembros
inferiores pueden pasar desapercibi-
dos si están disimulados por edemas,
frecuentes en la EP, y por la rigidez
muscular.
Esta dificultad diagnóstica pone de
relieve la importancia de una explora-
ción minuciosa de los miembros infe-
riores antes de comenzar cualquier
sesión de rehabilitación en pacientes
con una movilidad reducida. Es necesa-
rio actuar con la mayor prudencia ante
una reacción inflamatoria, en concreto,
una hinchazón unilateral de un miem-
bro inferior o ante dolores inusuales por
la movilización del miembro. Las movi-
lizaciones diarias activas de los miem-
bros inferiores, la reducción de la estan-
cia en cama durante las afecciones
intercurrentes y el mantenimiento de la
bipedestación y la marcha constituyen
las principales medidas de prevención.
Síndrome restrictivo
La gravedad de los trastornos restricti-
vos, causantes de la fatiga, está relacio-
nada con la importancia de los trastor-
nos ortopédicos axiales de la EP. La cifo-
sis provoca el cierre de la caja torácica y
la «escoliosis parkinsoniana» provoca
una inflexión lateral que limita los movi-
mientos del hemitórax en la concavidad.
La libertad de movimientos de la caja
torácica se recupera con la práctica de
ejercicios gimnásticos correctores, apli-
cando movilizaciones pasivas localiza-
das en las distintas articulaciones ester-
nocostales y costovertebrales y presio-
nes manuales en el tórax, durante la
espiración.
Síndrome obstructivo
Los trastornos obstructivos resultan de
un defecto de coordinación entre los
músculos espiratorios y los músculos
de las vías aéreas superiores que permi-
ten la abertura de las cuerdas vocales y
de la faringe. Al reducirse el flujo de
aire se origina la disnea.
El mecanismo obstructivo se relaciona
directamente con los signos fundamen-
tales de la EP (rigidez y acinesia) y
mejora con el tratamiento médico con
L-dopa.
Sensación de opresión torácica
Aparece durante las fases de acinesia y,
particularmente, al final de la tarde.
Provoca una gran ansiedad.
Una vez descartado el origen cardíaco o
directamente pulmonar, la educación
de la respiración diafragmática, asocia-
da a movilizaciones suaves y amplias,
aportan un poco de tranquilidad al
paciente que vive preocupado por estos
momentos tan incómodos.
Disneumía
Las dificultades respiratorias de la EP
tienen un efecto en la respiración y la
voz. La emisión defectuosa del aire
espirado provoca una voz débil y apa-
gada (disneumía).
Al tratarse de una enfermedad degene-
rativa, la rehabilitación respiratoria
tiene como objetivo mantener el flujo
respiratorio suficiente que garantice la
expresión y la comunicación, evitando
que la situación se degrade demasiado.
Hay que recordar, para destacar la
importancia de los trastornos respirato-
rios, que la embolia pulmonar y las
neumopatías son una de las primeras
causas de muerte en los pacientes par-
kinsonianos.
REHABILITACIÓN DE LAS TAREAS
ALTERADAS
I Autonomía en los
desplazamientos
El principal objetivo de la rehabilitación
es el de romper el círculo cama-sillón,
que conduce rápidamente al decúbito.
El paciente, ayudado por otra persona,
es animado a ponerse de pie todos los
días y a dar algunos pasos.
Otro aspecto de la rehabilitación consis-
te en enseñar a los acompañantes las
técnicas de manutención que les permi-
tan ayudar eficazmente al enfermo, a
darse la vuelta en la cama, a levantarse
del sillón y a ir al cuarto de baño.
La marcha asistida con un andador des-
plaza el peso del cuerpo hacia delante,
corrigiendo así la tendencia natural a la
retropulsión. También sirve para frenar
al paciente en su carrera incontrolada
hacia delante.
No resulta sencillo lograr que el paciente
acepte el uso de la silla de ruedas, inter-
pretada como un signo irreversible de la
decadencia motora. Al principio, la silla
de ruedas se propone temporalmente,
para desplazamientos largos fuera del
domicilio. Debe adaptarse a la morfolo-
gía específica y responder a sus necesi-
dades: debe ser plegable y fácil de guar-
dar, suficientemente estrecha para que
pueda pasar por los pasillos, confortable,
ligera, resistente y fácilmente manejable
para el enfermo o su acompañante [3]
.
I Prevención de las caídas
La caída es un accidente frecuente entre
las personas mayores (una caída al año
en el 25 % de una población con edades
comprendidas entre 65 y 75 años). La
caída es la causa principal de muerte
por accidente.
Las causas de las caídas son múltiples,
siendo la sintomatología motora de la
EP, el factor fundamental. También
intervienen otros factores, relacionados
con la edad o con la degradación del
estado general: los mareos de origen
diverso, la hipotensión, la hipogluce-
mia, los trastornos visuales, los trastor-
nos de la vigilancia y los episodios agu-
dos (fiebre, neumopatía).
La enfermedad hace que el paciente se
vuelva muy vulnerable a las causas
extrínsecas como las presentes en su
domicilio (iluminación insuficiente,
alfombras o patas de muebles).
Algunas caídas no se deben a estas cau-
sas, sino a la falta de fuerzas, a una pér-
dida de la voluntad, a un renuncia-
miento que precede a un síndrome de
«deslizamiento».
Las caídas son más frecuentes en deter-
minadas situaciones como al levantarse
de una silla, darse la vuelta o recoger un
objeto del suelo. El miedo contribuye a
la pérdida del equilibrio: miedo a los
niños que corren y que podrían empu-
jarlo o miedo de quedarse bloqueado en
la calle, lejos de su casa. Las torsiones e
inclinaciones bruscas del tronco, de tipo
discinéticas, que se observan en los
períodos on, también provocan caídas.
La rehabilitación no logra frenarlas,
pero son corregidas con el tratamiento
médico.
Los trastornos de la marcha y del equi-
librio provocan complicaciones traumá-
ticas y conductas fóbicas que contribu-
yen a la pérdida de autonomía.
13
Kinesiterapia Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson E – 26-451-A-10
Las caídas son evaluadas con y sin los
pasos cortos asociados (apartados 13 y
14 de la UPDRS).
Las caídas no deben aceptarse como
una fatalidad, pero sí requieren una
prevención estricta que consiste en:
— la corrección de los déficits sensoria-
les, particularmente visuales;
— el mantenimiento de un buen estado
general;
— la búsqueda de las causas de los
mareos y su tratamiento médico;
— la elección de zapatos adaptados y
el cuidado de los pies por parte del
pedicuro;
— el mantenimiento de la actividad
física y la estimulación de la movilidad;
— la adopción de medidas de seguri-
dad en el domicilio (suprimir los cables
eléctricos que van por el suelo, disponer
de asientos y de apoyos estables en
todas las habitaciones).
Aún así, la mejor prevención de las caí-
das sigue siendo el entrenamiento de la
marcha, que hay que practicar todos los
días, en la medida de lo posible. Deben
dedicarse varias horas por semana a la
marcha, repartidas en salidas cortas y
numerosas durante el día. De esta
forma, se reduce al máximo el tiempo
de inactividad pasado en el sillón, así
como el período de decúbito al finalizar
las afecciones intercurrentes.
La práctica de ejercicios regulares de
equilibrio realizados de pie, de distintos
desplazamientos y el aprendizaje de
técnicas para levantarse del suelo son
estrategias dirigidas a prevenir el fenó-
meno de las caídas. La instalación de
sistemas de llamada como las telealar-
mas y la visita frecuente de los vecinos
o de familiares dan confianza al pacien-
te y disminuyen su miedo a caerse.
I Aprender a darse vuelta
e incorporarse en la cama
El paciente suele referir con frecuencia
esta dificultad, tanto más invalidante
cuando una polaquiuria nocturna le
obliga a repetir estos movimientos.
En el capítulo de actividades cotidianas
de la UPDRS se estudian estas pruebas.
La exploración permite evaluar la difi-
cultad y el grado de dependencia en
estas maniobras.
Esta compleja actividad motora se des-
compone en cada uno de los momentos
necesarios para su realización. Cada
secuencia se repite en forma de ejerci-
cios, haciendo que el enfermo sentado
se desplace sobre las nalgas, o que acos-
tado, desplace lateralmente la pelvis,
haciendo un puente con el torso.
Posteriormente, se encadenan las dis-
tintas fases del movimiento hasta lograr
que el paciente realice la totalidad de la
maniobra cuando se quede bloqueado.
Estos ejercicios aportan al paciente un
poco de bienestar y de confianza, con-
tribuyendo a mejorar la calidad de su
sueño y del de su pareja.
Ejemplo: para darse la vuelta en la cama,
el paciente acostado de espalda, apren-
de a flexionar los miembros inferiores
como ganchos, a dejar caer las rodillas
hacia un lado, a girar la cabeza del
mismo lado, y con ayuda del movi-
miento de sus brazos, a acostarse late-
ralmente como «un perro de caza». A
partir de esta posición y ayudándose
con los brazos, le resulta más fácil sen-
tarse al borde de la cama.
I Aprender a sentarse
y a levantarse de un asiento
La dificultad para levantarse de un
asiento es una discapacidad importante
a la hora de realizar numerosas activi-
dades de la vida cotidiana, como levan-
tarse de un sillón profundo, sentarse y
levantarse de la mesa para la comida,
entrar y salir de un automóvil o ir solo
al cuarto de baño.
Durante estos movimientos, el riesgo
de caída es considerable. Que el pacien-
te permanezca sentado durante mucho
tiempo, es ya una primera fase de la
inmovilización.
El apartado 27 de la UPDRS estudia
esta prueba, sin la ayuda de los miem-
bros superiores, para demostrar este
trastorno.
Igual que antes, esta actividad se des-
compone en una serie de ejercicios para
que el paciente aprenda y conserve el
movimiento. La flexión del tronco hacia
delante es el movimiento clave para
levantarse. Las personas que conviven
con el enfermo, asesoradas por el kine-
siterapeuta le colocan la mano detrás de
la nuca y lo ayudan a levantarse, esti-
mulando la extensión cervical, o a sen-
tarse, estimulando la flexión.
Ejemplo: el paciente coloca sus pies
separados, uno ligeramente delante y el
otro ligeramente detrás. Bascula el tron-
co de atrás hacia delante para tomar
impulso, y levantando la cabeza, se
apoya en los pies y en los brazos del
sillón para levantarse. Para facilitar el
aprendizaje, el kinesiterapeuta enseña,
corrige y repite cada tiempo.
Conclusión.
Perspectivas
El objetivo de los tratamientos de rehabi-
litación es lograr que el paciente aprove-
che y utilice al máximo el potencial
motor que conserva, a pesar de su enfer-
medad crónica y degenerativa. Para con-
seguirlo, los medios que se emplean son
de dos tipos: el desarrollo de estrategias
que estimulan la capacidad de aprendiza-
je y la búsqueda de alternativas [11]
.
El terapeuta se plantea para cada pacien-
te que trata y para todas las discapacida-
des encontradas esta pregunta funda-
mental: ¿debe seguir la rehabilitación
una estrategia de aprendizaje o una
estrategia de alternativas?
«La enfermedad de Parkinson es una de
esas afecciones que todavía encierran
tantas incógnitas, tantos problemas inex-
plicables, que nos atraen por su carácter
misterioso» (Brissaud, 1894).
Así como la farmacología aporta solucio-
nes de orden bioquímico y la neurociru-
gía utiliza la energía eléctrica para esti-
mular los ganglios basales, la rehabilita-
ción contribuye eficazmente a mantener,
en una situación patológica, una activi-
dad motora cuyos objetivos fundamenta-
les son la conservación de la autonomía y
la mejora de la calidad de vida.
14
E – 26-451-A-10 Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson Kinesiterapia
Test o prueba de Up and Go (descrita en 1991 por D Podsiadlo y S Richardson).
— Prueba cronometrada: el paciente se levanta de la silla, recorre 3 metros, da media
vuelta y vuelve a sentarse. La primera vez no cronometra, la segunda vez se cuenta
el tiempo desde el momento en que separa la espalda del respaldo de la silla.
— Material: una silla con brazos, una marca o señal a 3 metros de la silla,
y un cronómetro.
— Condiciones de realización: comprensión perfecta por parte del paciente, las mismas
condiciones que en la marcha habitual (ayuda para andar, zapatos).
«Desgracias» en la fase avanzada.
— Trastornos de la termorregulación:
alternancia de sudoración intensa
y de sensación de frío.
— Edemas: potenciados por la
disminución de las actividades físicas,
predominan en los miembros
inferiores.
— Estados de confusión: relacionados
con los cambios de la terapéutica
o anunciadores de la demencia.
— Demencia parkinsoniana: deterioro
cognitivo considerable y tardío.
— Trastornos de la comunicación:
causantes del aislamiento del paciente.
— Infecciones y enfermedades
intercurrentes: agravan la enfermedad
neurológica.
— Escaras: relacionadas con el
deterioro del estado general
y con la inmovilidad prolongada.
15
Kinesiterapia Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson E – 26-451-A-10
Bibliografía
Cualquier referencia a este artículo debe incluir la mención del artículo original: Laumonnier A et Bleton JP. Place de la rééducation dans le traitement de la maladie de Parkinson. Encycl Méd Chir
(Editions Scientifiques et Médicales Elsevier SAS, Paris, tous droits réservés), Kinésithérapie-Médecine physique-Réadaptation, 26-451-A-10, 2000, 14 p.

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Rehabilitacion en el tratamiento de la enfermedad de parkinson

  • 1. Introducción La parálisis agitante (paralysis agitans), descrita por James Parkinson en 1817, fue definida por Vulpian y Charcot en 1862 como un «temblor, rítmico y conti- nuo durante la vigilia, de evolución pro- gresiva e invasora, al que se suele aso- ciar una tendencia más o menos marca- da a la propulsión». La enfermedad de Parkinson (EP) es una de las afecciones neurodegenerativas más frecuentes. Las lesiones anatómicas de la zona compacta del locus niger son caracterís- ticas de la EP: desaparición y atrofia neuronal, gliosis reactiva e inclusiones citoplásmicas (cuerpos de Lewy). La diversidad de los enlaces del sistema nervioso de los ganglios basales hace que la fisiopatología de la EP sea com- pleja. Está fundamentalmente ligada a la destrucción de la vía dopaminérgica nigroestriada, que utiliza la dopamina como neurotransmisor. Las lesiones de la vía nigroestriada provocan la desner- vación del putamen. Se produce un encadenamiento complejo de acciones facilitadoras-inhibidoras modificadas, con por ejemplo, una hipoactividad del pálido externo sobre el núcleo subtalá- mico, y por lo tanto, una hiperactividad facilitadora del núcleo subtalámico en el pálido interno, que a su vez supone una hiperactividad inhibidora del páli- do interno en el tálamo motor (núcleo ventrolateral) por la vía GABAérgica, con la consiguiente disminución de la activación de las áreas motoras cortica- les por el tálamo motor, lo que explica- ría en parte los fenómenos acinéticos e hipertónicos. Las estructuras centrales causantes del temblor también se encuentran a nivel del tálamo motor (núcleo ventral lateral y núcleo ventral intermedio), pero tam- bién existen mecanismos periféricos que hacen fluctuar la intensidad del temblor, especialmente los impulsos aferentes sensitivos como el dolor y el frío. Su prevalencia en el conjunto de la población es de 1/1 000 y de 1,5 % des- pués de los 65 años; en los países de la Unión Europea, afecta aproximada- mente a un millón de personas [8] . Su origen, probablemente multifacto- rial, parece responder a una combina- ción de factores genéticos y ambientales. La actividad física siempre ha sido con- siderada como un importante factor adyuvante en el tratamiento de la EP, aunque no se ha podido demostrar su influencia directa en los síntomas princi- pales de la enfermedad (Olanow y Koller, 1998). Se dirige en particular a las secuelas motoras y funcionales de los principales signos que caracterizan la enfermedad: rigidez, acinesia, temblor, trastornos ligados a la postura y al equi- librio [6] . En 1921 [33] , Verger y Cruchet ya alaban sus virtudes en estos términos: «cualquier procedimiento que haga que el paciente bradicinético se sienta mejor, lo estimule, lo incite a la actividad, lo impulse a salir de su apatía y de su iner- cia para desplazarse y actuar le propor- ciona un beneficio indudable». La rehabilitación forma parte de un grupo de tratamientos sintomáticos médicos y quirúrgicos (ver cuadro pá- gina siguiente). Impulsa al paciente a luchar contra la acinesia y contra la esca- sez de gestos, combate la tendencia depresiva y su pasividad inherente [15] . Este tratamiento también tiende a mejo- rar otros aspectos de la patología, como los trastornos neurovegetativos, los pro- blemas de comunicación o los dolores. Evaluación Los enfermos parkinsonianos tienen en común numerosas características clíni- cas, que pueden tener diferentes efectos en su motricidad y su vida cotidiana. Para cada paciente, se estudian las dis- tintas actividades afectadas, aquellas que resultan difíciles de ejecutar, así como los cambios producidos en su aspecto físico. Las diferentes discapaci- dades orientarán los objetivos de la reha- bilitación y sus modificaciones serán los indicadores de eficacia de las estrategias terapéuticas elegidas [7] (cuadro I). EncyclopédieMédico-Chirurgicale–E–26-451-A-10 Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson A Laumonnier JP Bleton Resumen. – La enfermedad de Parkinson es una patología que afecta a la motricidad del adul- to. La rehabilitación se orienta teniendo en cuenta los síntomas motores relacionados con la aci- nesia, la rigidez, los trastornos posturales o los trastornos cognitivos que acompañan al movi- miento. No obstante, la semiología describe numerosas deficiencias asociadas; algunas son consideradas en la rehabilitación, otras no y constituyen lo que denominamos las «desgracias» del paciente. Ante la gran variedad de síntomas, la descripción de la terapia rehabilitadora obedece a la evo- lución de la enfermedad. Para cada fase, se proponen determinadas estrategias de acuerdo con los déficits específicos y con las tareas cotidianas que están afectadas. Palabras clave: rehabilitación, enfermedad de Parkinson, acinesia, rigidez, postura, festinación, envejecimiento, síndromes extrapiramidales. © 2001, Editions Scientifiques et Médicales Elsevier SAS, París. Todos los derechos reservados. Antoine Laumonnier : Masseur-kinésithérapeute. Jean-Pierre Bleton : Masseur-kinésithérapeute cadre supérieur. Hôpital Sainte-Anne, centre Raymond Garcin, Paris, France. E – 26-451-A-10
  • 2. 2 E – 26-451-A-10 Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson Kinesiterapia Cuadro I. – Unified Parkinson´s disease rating scale (UPDRS). Escala de evaluación unificada para la enfermedad de Parkinson (según el doctor Marc Ziegler). Sólo se detallan los apartados que interesan directamente al rehabilitador. I. Estado mental, conductual y tímico. Apartados del 1 al 4. II. Actividades de la vida cotidiana (a determinar en período ON y en período OFF. Apartados del 5 al 17 5) Habla 0: Normal 1: Ligeramente alterada, sin dificultad para hacerse comprender 2: Moderadamente alterada. En ocasiones, hay que pedirle que repita 3: Gravemente alterada. Hay que pedirle con frecuencia que repita 4: Incomprensible la mayor parte del tiempo 6) Salivación 7) Deglución 0: Normal 1: Se atraganta raramente 2: Se atraganta ocasionalmente 3: Requiere una alimentación semilíquida 4: Requiere una alimentación por vía gástrica 8) Escritura 0: Normal 1: Ligeramente lenta o micrografía 2: Claramente lenta o micrografía, todas las palabras son legibles 3: Gravemente alterada: todas las palabras no son legibles 4: La mayoría de las palabras son ilegibles 9) Alimentarse y manipular los cubiertos 0: Normal 1: Un poco lento y torpe pero no necesita ayuda 2: Se puede manejar solo con la mayoría de los alimentos, aunque lento y torpe 3: Necesita ayuda para las comidas pero todavía puede alimentarse lentamente 4: Hay que darle de comer 10) Vestirse 0: Normal 1: Un poco lento pero no necesita ayuda 2: Ayuda ocasional para abotonarse o meterse una manga 3: Necesita ser ayudado pero puede hacer ciertas cosas él solo 4: Totalmente dependiente 11) Higiene 12) Darse vuelta en la cama y colocar las sábanas y las mantas 0: Normal 1: Un poco lento y torpe pero no necesita ayuda 2: Puede darse la vuelta solo o colocar las sábanas pero con gran dificultad 3: Puede comenzar el gesto pero no consigue darse la vuelta o colocar las sába- nas él solo 4: Dependiente 13) Caída no relacionada con los pasos cortos 0: Ninguna 1: Caídas raras 2: Caídas ocasionales pero menos de una vez al día 3: Una caída al día en promedio 4: Múltiples caídas al día 14) Pasos cortos durante la marcha 0: Ninguno 1: Raro, aunque puede haber una vacilación al comienzo 2: Pasos cortos ocasionales durante la marcha 3: Pasos cortos frecuentes que provocan caídas ocasionales 4: Caídas frecuentes por los pasos cortos 15) Marcha 0: Normal 1: Dificultades leves, pero puede balancear los brazos o arrastra los pies 2: Dificultades moderadas pero no solicita ayuda o muy poca 3: Dificultades importantes de la marcha que requieren ayuda 4: No puede andar en absoluto, ni siquiera con ayuda 16) Temblor 0: Ausente 1: Leve o raramente presente 2: Moderado, molesta al paciente 3: Importante, molesta para ciertas actividades 4: Marcado, dificulta la mayor parte de las actividades 17) Trastornos sensitivos subjetivos relacionados con el parkinsonismo 0: Ninguno 1: Ocasionalmente, entumecimiento, hormigueo o dolores leves 2: Entumecimientos, hormigueo o dolores frecuentes: no molestos 3: Sensaciones dolorosas frecuentes 4: Dolores muy vivos Diferentes tratamientos médicos y quirúrgicos. — Tratamientos médicos. El empleo de la Ldopa desde 1969 sigue siendo el componente fundamental del tratamiento médico. Se asocia con un inhibidor de la decarboxilasa periférica para reducir los efectos indeseables periféricos y para disminuir las dosis diarias. No obstante, el abanico de tratamientos se ha ampliado e incluye: — los anticolinérgicos, utilizados desde 1950, que reducen la actividad colinérgica y son eficaces para el temblor de reposo; — los agonistas dopaminérgicos, captados por los receptores postsinápticos dopaminérgicos, que reproducen la acción de la dopamina; — la amantadina, agente antiviral cuya eficacia hacia la acinesia y la rigidez, descubierta por coincidencia, sigue siendo modesta; — los inhibidores de la monoaminooxidasa B (IMAO B), que reducen el catabolismo de la dopamina y, por lo tanto, aumentan la concentración disponible de esta última; — más recientemente, los inhibidores de la catecol-O-metil transferasa (COMT), enzima del metabolismo de la dopamina: sus efectos aumentan la duración de las fases on. — Tratamientos quirúrgicos. En la enfermedad de Parkinson, las complicaciones motoras inherentes al tratamiento médico han hecho que la cirugía tenga una indicación particular. Ello implica que ha habido progresos tanto en la cirugía estereotáxica, como en las técnicas de imagen y en la electrofisiología. Así como en los años 1940 y 1950, la intervención quirúrgica tenía como objetivo tratar la lesión de una estructura cerebral afectada por la enfermedad de Parkinson, actualmente el principio se basa en la estimulación eléctrica profunda de puntos anatómicos precisos: núcleo talámico (Vim), núcleo subtalámico (STN) y globo pálido (Gpi).
  • 3. Enfermedad en la fase de inicio El paciente, preocupado, consulta al médico porque observa un deterioro de su estado motor (un temblor fino en una mano o modificación de la escritu- ra) (fig. 1). El diagnóstico de EP sólo se plantea si dentro de la sintomatología existe la bradicinesia [32] . El tratamiento médico, de gran eficacia en la fase inicial de la patología, corrige las manifestaciones clínicas, particular- mente el temblor y la bradicinesia. La eficacia de la L-Dopa confirma el diag- nóstico. La rehabilitación debe indicarse en pacientes que precisan ayuda para: — estimular la actividad física: conse- jos para elegir o practicar una actividad deportiva, aprendizaje de ejercicios 3 Kinesiterapia Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson E – 26-451-A-10 Cuadro I. – (Continuación) Unified Parkinson´s disease rating scale (UPDRS). Escala de evaluación unificada para la enfermedad de Parkinson (según el doctor Marc Ziegler). III. Examen motor. Apartados del 18 al 31 IV. Complicaciones del tratamiento V. Estadio de Hoehn y Yahr VI. Escalas de actividad de la vida cotidiana de Schwab y England 18) Habla 0: Normal 1: Ligera pérdida de la expresión, de la dicción y/o del volumen vocal 2: Voz monótona, balbuceo comprensible, alteración moderada 3: Alteración marcada, difícil de comprender 19) Expresión facial 20) Temblor de reposo 0. Ausente 1: Leve y raramente presente 2: Temblor de poca amplitud pero persistente, o de amplitud moderada, pero sólo presente de forma intermitente 3: Temblor de amplitud moderada y presente la mayor parte del tiempo 4: Temblor de gran amplitud y presente la mayor parte del tiempo 21) Temblor de acción o temblor postural de las manos 0: Ausente 1: Leve: presente durante la acción 2: De amplitud moderada, presente durante la acción 3: De amplitud moderada, durante el mantenimiento postural y durante la acción 4: De gran amplitud: dificulta la alimentación 22) Rigidez (movimientos articulares pasivos, sujeto sentado) 0: Ausente 1: Mínima o que aparece durante las maniobras de sensibilización 2: Entre leve y moderada 3: Importante pero la mayor parte de los movimientos pueden ser realizados fácilmente 4: Grave, los movimientos son realizados con dificultad 23) Golpeteo de los dedos (movimientos rápidos de gran amplitud del pulgar sobre el índice) 24) Movimientos de las manos (abertura y cierre rápido de una mano y des- pués de la otra sobre el índice) 25) Movimientos alternativos rápidos (pronosupinación de las dos manos simultáneamente) 0: Normal 1: Disminución leve y/o reducción de la amplitud 2: Moderadamente alterado, se cansa clara y rápidamente, puede tener inte- rrupciones ocasionales del movimiento 3: Gravemente alterado, vacilación frecuente para iniciar el movimiento o inte- rrupción en pleno movimiento 4: Apenas puede realizar la tarea 26) Agilidad de la pierna (el paciente sentado golpea con el talón levantando todo el pie) 0: Normal 1: Ralentización leve y/o reducción de la amplitud 2: Moderadamente alterado, se cansa clara y rápidamente, puede tener inte- rrupciones ocasionales del movimiento 3: Gravemente alterado, vaciliación frecuente para iniciar el movimiento o inte- rrupción en pleno movimiento 4: Apenas puede realizar la tarea 27) Levantarse de una silla (movimiento realizado con los brazos cruzados sobre el pecho) 0: Normal 1: Lentamente o necesita más de un intento 2: Se apoya en los brazos del asiento 3: Tiende a caerse hacia atrás pero debe intentarlo varias veces. Puede levan- tarse sin ayuda 4: Incapaz de levantarse sin ayuda 28) Postura 0: Normalmente derecha 1: No del todo derecha, postura levemente flexionada: esta postura puede ser normal en una persona de más edad 2: Postura moderadamente flexionada con cifosis: puede estar ligeramente inclinado hacia un lado 3: Postura marcadamente flexionada con cifosis: puede estar medianamente inclinado hacia un lado 4: Flexión marcada con postura muy patológica 29) Estabilidad postural (respuesta a un empujón posterior en los hombros, con la persona de pie, los pies ligeramente separados y los ojos abiertos) 0: Normal 1: Retropulsión pero recupera el equilibrio sin ayuda 2: Ausencia de respuesta postural: puede caerse si el examinador no lo sujeta 3: Muy inestable, tiende a perder el equilibrio espontáneamente 4: Incapaz de mantenerse de pie sin ayuda 30) Marcha 0: Normal 1: Camina lentamente, arrastra los pies y da pasos cortos pero sin festinación, ni propulsión 2: Camina con dificultad, pero necesita poca o ninguna ayuda: puede presen- tar un poco de festinación, pasos cortos o propulsión 3: Dificultades graves de la marcha que requiere ayuda 4: No puede andar en absoluto, incluso con ayuda 31) Bradicinesia corporal e hipocinesia (lentitud y vacilación, disminución del balanceo de los brazos, amplitud pequeña y pobreza de movimientos en general) 0: Ninguna 1: Lentitud mínima, que da a los movimientos un carácter deliberado, podría ser normal para ciertas personas. Posible disminución de la amplitud 2: Lentitud y pobreza de movimientos de grado leve, pero claramente anormal. Además, una cierta disminución de la amplitud 3: Lentitud moderada, pobreza y pequeña amplitud de movimientos 4: Lentitud marcada, pobreza y pequeña amplitud de movimientos
  • 4. gimnásticos adaptados durante las sesiones de rehabilitación individual para tratar un problema determinado, o en sesiones colectivas para favorecer los contactos; — aliviar una molestia que persiste a pesar del tratamiento médico, como el dolor, la rigidez axial o la micrografía. Los pacientes activos no requieren reha- bilitación en esta fase de la enfermedad (fig. 2). DÉFICITS ESPECÍFICOS I Hipocinesia Se define como la disminución de la amplitud del movimiento. Es uno de los factores principales de ineficacia en el gesto. La subutilización de sectores articulares contribuye a limitar los movimientos. Este círculo vicioso tiene un papel importante en la discapacidad. Se evalúa mediante pruebas de golpeteo con los dedos, movimiento de manos, movimientos alternativos rápidos y de agilidad de las piernas (apartados 23, 24, 25 y 26 de la Unified Parkinson´s disease rating scale [UPDRS]). La libertad de movimientos se conserva mientras se practiquen ejercicios gim- násticos de flexibilización de gran amplitud, tanto segmentario como ver- tebral. Ejemplo: el paciente acostado sobre la espalda y con un palo en las manos, sube los brazos y flexiona una rodilla hacia el pecho. El ejercicio se realiza en la fase inspiratoria, y el kinesiterapeuta completa el final del movimiento. El paciente debe repetir en su casa los ejer- cicios que ha aprendido en las sesiones de flexibilización. I Temblor Es un temblor lento (de cuatro a siete ciclos por segundo), que aparece duran- te el reposo, desaparece durante el sueño y predomina en las extremidades. Se describe como el signo inicial más frecuente, presente en el 70 % de los pacientes. Cuando constituye el signo fundamental de la sintomatología, se dice que la EP es de «tipo temblante». Con respecto a la evolución acinético- rígida, su evolución es más lenta y su repercusión en la vida cotidiana más soportable. Aunque el temblor no cons- tituye una discapacidad mayor, provo- ca una torpeza gestual. Es un signo visi- ble que recuerda la enfermedad a los familiares y a los miembros del entorno profesional. Los apartados 20 y 21 de la UPDRS se refieren al temblor de reposo caracterís- tico de la EP y al temblor de acción o postural de las manos que a veces le acompaña. Se han probado estrategias terapéuticas de todo tipo (relajación, movilización del paciente al ritmo de su temblor), sin que ninguna haya demostrado su efica- cia. Dadas las características clínicas del temblor (temblor durante el reposo), y para evitar que se manifieste se reco- mienda mantener el miembro en cons- tante actividad. Ejemplo: transvasar agua o arena de un vaso a otro: «el paciente debe realizar el gesto con fluidez, sin prolongar una postura determinada». El temblor disminuye la destreza del paciente para abotonarse la ropa, para comer o cualquier otro gesto sutil. I Torpeza gestual Se interpreta como debilidad, fatiga o falta de coordinación. En realidad es la consecuencia de varios factores: — lentitud de movimientos debida a la bradicinesia; — pérdida de espontaneidad de los gestos, consecutiva a la pérdida progre- siva de los automatismos, debida a la acinesia; — falta de amplitud de los movimien- tos por causa de la hipocinesia y la rigi- dez muscular; 4 E – 26-451-A-10 Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson Kinesiterapia Temblor de reposo Micrografía Lentitud Pérdida del balanceo de un brazo Dolor Torpeza Rigidez Depresión Fatigabilidad Trastornos del equilibrio Diagnóstico de la EP Ausencia de lentitud motora Paciente con cultura gimnástica Sin rehabilitación Aparición de un síntoma específico Lentitud motora persistente Paciente con cultura gimnástica Ausencia de lentitud motora Paciente sin cultura gimnástica Lentitud motora persistente Paciente sin cultura gimnástica Confirmación de la actividad física personal Sesión individual semanal Elección de una actividad física o gimnástica de grupo Programa personal de gimnasia Sesiones semanales de gimnasia de grupo Sesión semanal individual Aparición de un síntoma específico Uno, dos síntomas específicos Dificultad para una tarea Trastornos asociados moderados Continuación de la actividad física personal Sesiones semanales de gimnasia de grupo Balneoterapia + Sesión semanal o curas de diez sesiones, dos veces al año 0 4 años 8 años Uno, dos síntomas específicos Dificultad para una tarea Trastornos asociados moderados 1 Signos de inicio. 2 Organización de los cuidados en la fase de inicio. EP: enfermedad de Parkinson. Clasificación de Hoehn y Yahr. — Estadio I: afección unilateral con discapacidad funcional generalmente mínima o nula. — Estadio II: afección bilateral o axial, sin alteración del equilibrio. — Estadio III: aparición de una alteración del equilibrio, que se manifiesta cuando el enfermo cambia de dirección o cuando se le empuja estando él de pie, con los pies juntos y los ojos cerrados. En esta fase, el paciente presenta una cierta dificultad funcional en sus actividades pero puede seguir trabajando si su oficio se lo permite. — Estadio IV: desarrollo completo de la enfermedad que provoca una incapacidad severa. El enfermo todavía se puede mantener de pie y caminar sin ayuda, pero con grandes dificultades. — Estadio V: sin ayuda, el enfermo sólo se puede desplazar en silla de ruedas o debe permanecer en cama.
  • 5. — la presencia de un temblor, aunque se manifieste fundamentalmente du- rante el reposo, suele afectar a algún componente de acción. La torpeza incide en distintas activida- des cotidianas: beber y comer, sostener un vaso sin derramarlo, cortar la carne o levantar los pies durante la marcha. A través de la repetición regular de ejer- cicios adaptados, el paciente puede rea- lizar mejor estas tareas funcionales. Ejemplo: a menudo, soluciones de sen- tido común atenúan los problemas: para vestirse, es mejor llevar tirantes, evitando así la dificultad de meter un cinturón por las trabillas y ajustarlo con la fuerza suficiente; los mocasines son más adecuados que los zapatos de cor- dones. I Pérdida de la armonía del movimiento Es lo que caracteriza a la falta de encade- namiento o de conexión entre los tiem- pos elementales que implica un gesto complejo. Refleja una alteración en la organización del gesto en el tiempo y en el espacio [14] . No existen pruebas especí- ficas para evaluarla, sino la observación clínica de la realización del gesto com- plejo estudiado: por ejemplo llevarse un dedo a la punta de la nariz o recoger algunas monedas. El trastorno se aprecia en pruebas funcionales como desvestir- se, sentarse, desplazarse o acostarse en la camilla para ser examinado. La gimnasia asocia ejercicios de movi- mientos coordinados y de movimientos asimétricos en los que interviene el con- junto del cuerpo. Ejemplo: el sujeto, acostado de espalda, realiza movimientos de rotación en sen- tido opuesto de las cinturas escapular y pélvica. El ejercicio se pone en práctica en una situación funcional como, por ejemplo, la de levantarse pasando por las distintas etapas, desde la posición decúbito supino hasta la posición cua- drúpeda. REHABILITACIÓN DE LAS TAREAS ALTERADAS I Disgrafismo parkinsoniano o micrografía Las modificaciones de la escritura apa- recen precozmente y, a veces, revelan el diagnóstico. James Parkinson describía ya los trastornos de la escritura en los distintos estadios de la EP [26] . De los sín- tomas iniciales, decía: «El paciente ha notado ciertos trastornos pero en reali- dad no ha padecido la enfermedad. Si la persona es resistente quizás sólo en raras ocasiones haya pensado que lo afectaba una auténtica enfermedad, al notar la inestabilidad de la mano para escribir o realizar un trabajo de preci- sión». Cuando describe este trastorno en una fase más avanzada de la enfer- medad, dice: «la escritura se convierte en la tarea más difícil». La disgrafía se manifiesta a través de una dificultad para escribir, y la letra tiene un carácter micrográfico que se acentúa al final de cada línea y de una línea a otra. Las dificultades se agravan por la aprensión del paciente, sobre todo cuando escribe delante de terceras personas. Durante las primeras fases de la patología, los trastornos de la escritu- ra varían en función de la eficacia del tratamiento médico. El apartado 8 de la UPDRS analiza la escritura. El examen pone de manifiesto constantes grafo-motoras, como la acti- tud crispada de la mano sujetando la pluma, la disminución de la fluidez, de la velocidad y de la regularidad del movimiento de inscripción, así como la presencia de un temblor en la escritura. Para escribir, el paciente utiliza bolígra- fos adaptados a su patología, lo sufi- cientemente largos y anchos como para evitar que se cierre demasiado la mano, y con el suficiente peso como para limi- tar el temblor. La escritura es fundamental para la memoria y para la actividad cerebral. Los pacientes que la empleaban como un medio habitual de comunicación deben seguir practicándola. Por supues- to se pueden evitar las dificultades utili- zando un ordenador para redactar y un sello de tinta para firmar, pero general- mente los pacientes no se animan a emplear estos medios alternativos. Ejemplo: las contracturas de los peque- ños músculos de la mano son el factor principal. Las movilizaciones activo- pasivas y la relajación del segmento escritor (búsqueda de la sensación de «brazo pesado») [1] sirven para reducir las tensiones musculares. Los ejercicios tienden a aumentar la amplitud de los movimientos caligráficos, instando al paciente a que utilice la raíz del miem- bro solicitado y no el extremo distal. ENFERMEDAD ESTABLECIDA En la gran mayoría de los casos, los sig- nos manifiestos de la enfermedad apa- recen después de 8 años de evolución [10] . Las distintas manifestaciones neurológi- cas inherentes provocan una molestia permanente que a su vez causa restric- ción de la actividad y discapacidad. Las fluctuaciones en la eficacia del trata- miento médico provocan durante un mismo día, una sucesión de períodos de acinesia llamados períodos de «bloqueo» (fases off) y de períodos con una buena actividad motora, de «desbloqueo» (fases on). Acontecimientos externos como las comidas, las emociones y la fatiga influ- yen también en las fluctuaciones del estado motor. Se conserva la independencia funcio- nal. La rehabilitación, asociada a la medica- ción, constituye un elemento importan- te del tratamiento. Por medio de sesio- nes de rehabilitación varias veces por semana, se logra una actividad física regular y se corrigen determinados aspectos de la sintomatología. No se proponen los mismos objetivos en las fases on y en las fases off: — fase on: entrenamiento gimnástico, estimulación de las reacciones postura- les, refuerzo o mantenimiento del potencial motor y funcional; — fase off: movilizaciones y corrección de las posturas, aprendizaje de la mane- ra de controlar los efectos del bloqueo [37] (fig. 3). ESPECÍFICOS I Bradicinesia Este término fue creado en 1921 por René Cruchet [33] que lo definía así: «el síndrome de bradicinesia consiste en una lentitud en el inicio y en la ejecución de los movimientos voluntarios, sin que exista una parálisis propiamente dicha, ni trastorno de coordinación alguno». Tanto el paciente como su entorno per- ciben esta lentitud de movimientos por- que aumenta el tiempo requerido para realizar las actividades cotidianas. El inicio y el desarrollo de la actividad requiere una mayor atención. Dicha alteración obliga al paciente a organizar mejor su tiempo para poder continuar con sus actividades sin demasiado tras- torno. Por otra parte, el retraso al comenzar la actividad resta adaptabili- dad y espontaneidad a los gestos. La bradicinesia se evalúa mediante pruebas de ejecución de movimientos repetitivos y rápidos: golpeteo de los dedos, movimientos de las manos, movimientos alternativos rápidos, agi- lidad de una pierna (apartados 23, 24, 25 y 26 de la UPDRS). En el apartado 31 se evalúa de una forma más global la 5 Kinesiterapia Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson E – 26-451-A-10 «Desgracias» en la fase inicial. — Dolores vertebrales: a veces anuncian la enfermedad. — Depresión: asociada a la bradifrenia, caracterizada por tristeza o ansiedad. — Adelgazamiento: intenso al principio, después se estabiliza con el tratamiento. — Trastornos genito-sexuales: poco evocados, trastornos motores o disminución de la líbido. — «Impaciencia» en los miembros inferiores: a menudo nocturnos; el paciente se levanta para caminar. — Náuseas: se relacionan con el tratamiento médico.
  • 6. bradicinesia corporal y la hipocinesia. Se incluye la noción de empobrecimien- to motor y describe el movimiento hasta que se vuelve imposible. Los medios para atenuar esta alteración consisten en: — iniciar los movimientos con órdenes breves y precisas; — pedir más velocidad a través de esti- mulaciones verbales; — orientar el movimiento hacia un obje- tivo determinado (por ejemplo, gesto funcional): el paciente se representa men- talmente el movimiento en toda su conti- nuidad y después lo ejecuta sin interrup- ción concentrándose en el tiempo; — conservar la amplitud del movi- miento. Ejemplo: el sujeto está acostado sobre la espalda, los miembros inferiores exten- didos y los brazos en cruz. El movimien- to consiste en hacer pasar una pelota por debajo de una pierna primero y luego de la otra, alternativamente. El ejercicio se realiza a una velocidad sostenida, con una gran abducción de los hombros y una gran amplitud en la flexión-exten- sión de los miembros inferiores. La atención prestada al tiempo necesa- rio para el desarrollo de la acción hace más eficaz la realización de los gestos cotidianos. En los pacientes en los que el retardo es moderado y sin consecuen- cias importantes en la vida cotidiana, la práctica de ejercicios gimnásticos y de ejercicios físicos que influyen en la velo- cidad, el ritmo y la coordinación, es suficiente para mantener el dinamismo del gesto. I Fluctuaciones motoras Se presentan como variaciones en las habilidades motoras entre los períodos on y los períodos off. Al final, constitu- yen una causa mayor de invalidez, y resisten a los tratamientos médicos. En un estadio avanzado, los pacientes presentan alternancias bruscas e impre- visibles entre las fases on y off. En las fases on, se pueden observar discine- sias, distonías e incluso mioclonías; en las fases off, se puede observar una aci- nesia y un cuadro extrapiramidal grave. En este caso, la acinesia provoca la desaparición casi completa de las posi- bilidades motoras. El paciente, inmóvil en su sillón, es incapaz de realizar el menor gesto. Estos períodos de bloqueo se acompañan con frecuencia de mani- festaciones neurovegetativas especial- mente penosas: distensión intestinal, temblores, sensaciones de opresión torácica, micciones imperiosas, que resultan aún más desagradables ya que el paciente no puede desplazarse [36] . Las fluctuaciones motoras son evalua- das en la UPDRS; el cuestionario busca su relación con las tomas de medica- mentos, la previsibilidad de desencade- namiento de las fases off, así como su proporción con respecto a las fases on. Algunos pacientes consiguen vencer parcialmente la acinesia que los domi- na, gracias a movimientos rápidos de balanceo del tronco de adelante hacia atrás, sentado, o de marcha sin moverse del sitio, de pie. Conservar una cierta autonomía, incluso restringida, reduce la angustia relacionada con la aparición de las fases de bloqueo. Otros, necesitan la presencia reconfortante de una perso- na de su entorno que los ayude a cam- biar de posición, a instalarse más con- fortablemente o a beber. Los acompañantes reciben instruccio- nes sobre las técnicas de asistencia a la marcha. Deben ser capaces de ayudar al paciente a volver a su habitación duran- te la fase de bloqueo. No deben tirarlo del brazo, ni obligarlo a que se desplace más rápido de sus posibilidades, ya que podría bloquearse aún más y podrían hacerle perder el equilibrio hacia ade- lante. Es preferible reducir la velocidad de la marcha y esperar a que recupere su equilibrio, antes de dejarlo que vuel- va a caminar. Algunas movilizaciones atenúan la incomodidad de los períodos off. Ejemplo: la movilización suave y rítmica del raquis cervical y de la cintura esca- pular o la movilización de las extremi- dades de los miembros, manos y pies, asociada a maniobras de tracción y de vaivén. I Acinesia o bloqueo cinético (o «freezing») El bloqueo cinético es una vacilación, un «balbuceo» de la puesta en marcha que se puede observar en todos los ges- tos, pero sus manifestaciones causan más molestias y son más aparentes en la marcha. Este fenómeno se agrava con la ansiedad. Este bloqueo presenta un primer mo- mento brusco e imprevisible que sor- 6 E – 26-451-A-10 Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson Kinesiterapia Actividad física personal Sesiones gimnásticas de grupo o individuales Balneoterapia Entrenamiento para las tareas cotidianas Estimulación de secuencias funcionales Movilizaciones activa-asistida y pasiva Corrección de las posturas Acciones eficaces en ciertos trastornos asociados Aplicación en situación de los ejercicios funcionales practicados en fase ON para las tareas cotidianas Fase ON Sesión semanal Presencia de los signos cardinales de la enfermedad Bilateralidad de los signos Dificultades en diversas tareas Trastornos asociados Fluctuaciones de la eficacia Fase OFF Sesión semanal Movimientos anormales invalidantes Reducción de las habilidades motoras Acinesia acentuada Autonomía restringida Desplazamientos difíciles Ejercicios dinámicos y cuidados pasivos alternados en la misma sesión Kinesiterapia respiratoria Solicitación de todas las funciones importantes + Dos sesiones semanales + Una sesión en el domicilio del paciente 8 años 18 años 3 Organización de los cuidados en la fase de enfermedad establecida.
  • 7. prende al paciente durante el desarrollo de una actividad, seguido de un segun- do momento en el que no puede reem- prender la actividad interrumpida. Así como el primer momento no responde al control voluntario, el segundo momento es parcialmente controlable. La estrategia empleada para corregir esta inhibición transitoria consiste en remplazar los mecanismos motores inconscientes por un programa motor voluntario. Después de probar varios de estos programas, el paciente suele en- contrar la estrategia que le resulta más eficaz. La acinesia y los demás fenóme- nos de bloqueo motor mejoran con fre- cuencia gracias a técnicas que recurren a movimientos evocados, referencias mentales o estímulos sensoriales. Ejemplos: entrenamiento del paciente para que aprenda a evitar un obstáculo con el fin de reemprender la marcha. Marcha del sonámbulo, el inicio de la marcha se facilita con la elevación de uno o de los dos brazos hacia adelante. I Trastornos de las funciones de ejecución Es un trastorno de la organización del gesto, de su realización en una situación real, de su ajuste y de adaptación a un objetivo preciso [20] . Los trastornos cognitivos complican la sintomatología estrictamente motora. Cada tarea acapara toda la atención de la persona hasta el punto de impedirle que ejecute otra tarea al mismo tiempo o seguidamente. El paciente tiene dificultades para: — realizar varias tareas simultánea- mente: echar agua con una mano y mover algo con la otra, por ejemplo. — realizar varias tareas sucesivamente: dirigirse hacia el perchero y después, colgar su ropa. La acción emprendida no se adapta al contexto o al entorno: el abrir una puer- ta retrocediendo es una acción que el sujeto no domina y que con frecuencia puede provocar una caída. La presencia de estos trastornos impone una definición de acciones y de objeti- vos, simple y precisa. Los ejercicios no pueden encadenarse demasiado rápi- damente. Los gestos complejos se frac- cionan en secuencias que luego serán encadenadas progresivamente. El em- pleo de referencias en el espacio, la con- ducción y la repetición facilitan el aprendizaje de los movimientos. Ejemplo: el paciente está sentado en un taburete, frente a un espejo. El ejercicio consta de tres momentos: pasar una pelota alternativamente por debajo de las rodillas, hacer girar la pelota por detrás de su espalda y pasar el balón por detrás de su cuello. El movimiento combina los distintos momentos aleato- riamente. Se le pide que encadene los movimientos con mayor frecuencia, pudiendo variarle el sentido para com- plicar la tarea. I Defecto en la persistencia de la acción Este trastorno se caracteriza por la inca- pacidad de mantener o de reproducir de forma continua una misma tarea motora: — trastorno de la atención para mante- ner una postura: el paciente se cae hacia un lado cuando lee el periódico, o se desploma progresivamente cuando la posición cuadrúpeda se mantiene du- rante un largo rato; — dificultad para mantener una con- signa gestual simple: llevar el ritmo con el pie. Este trastorno se hace aún más evidente si el paciente es distraído. Las acciones que requieren la repetición regular de un mismo gesto son altera- das por este fenómeno: la marcha, y también la escritura y la palabra se mos- trarán afectadas. La fatiga agrava el déficit de vigilancia motora. Durante los ejercicios gimnásticos, se entrena al paciente para que mantenga un cierto ritmo impuesto al contar en voz alta, con un metrónomo o una fuen- te musical. Los desplazamientos de los pies durante la marcha, son ritmados con estas formas de estimulaciones auditivas [25] . Ejemplo: el sujeto, acostado sobre su espalda, levanta el brazo derecho y la pierna izquierda, después el brazo izquierdo y la pierna derecha, alternati- vamente. Este ejercicio debe realizarse a ritmos diferentes, conservando la ampli- tud y la coordinación del movimiento. I Pérdida de la fuerza muscular No se debe directamente a la EP, sino que la disminución insidiosa de los movimientos automáticos provoca la subutilización del recorrido de ciertos movimientos (antepulsión de los hom- bros, rotación del tronco) y progresiva- mente, la disminución de su juego arti- cular. El movimiento está frenado por la resistencia de los músculos antagonis- tas del movimiento. Disminuye la fuer- za muscular dinámica, mientras que la fuerza muscular isométrica se conserva durante bastante tiempo. La fatigabilidad, que casi siempre está presente, exige una kinesiterapia de ahorro de esfuerzo, que permita dispo- ner de la cantidad de energía necesaria para las actividades cotidianas. El cuer- po es entrenado para que esta evolu- ción se retrase o incluso pueda no apa- recer. La práctica de un programa de ejercicios adaptados debería conside- rarse como una prioridad, como una necesidad permanente, igual que los medicamentos antiparkinsonianos. Un programa gimnástico equilibrado consta de estiramientos musculares para conservar la flexibilidad, y de acti- vidades aeróbicas para mejorar la fun- ción muscular y el estado cardiorrespi- ratorio. Ejemplo: el paciente se pone de pie con los pies separados. El terapeuta, detrás del paciente, le da un balón lastrado (medecin-ball) que debe coger por la derecha y después por la izquierda con el fin de ejercitar los movimientos de rotación escapular, y entre las piernas o por encima de la cabeza para la flexión y el enderezamiento del tronco. I Rigidez axial y segmentaria «La hipertonía parkinsoniana, plástica, se manifiesta a través de una resistencia continua y homogénea al estiramiento del músculo, cuando se le aplica a un miembro movimientos pasivos» (de Recondo). La rigidez se expresa por: — la exageración del reflejo de estira- miento o exageración del reflejo miotá- tico: el músculo estirado ejerce una resistencia durante todo el movimiento homogéneo (rigidez de «tubo de plomo») o cede de forma entrecortada (fenómeno de la rueda dentada); — la exageración de la reacción de acortamiento o exageración del reflejo postural: el músculo, cuyos puntos de inserción son aproximados con movi- mientos pasivos, se contrae de forma exagerada. Esta rigidez es más fácil de notar en los miembros. La desorganización en la inhibición recíproca entre músculos agonistas y antagonistas altera el juego articular. Se observa una disminución en los sectores solicitados. En las formas de EP de predominio axial, la amplitud del movimiento de rotación opuesta entre las cinturas esca- pular y pélvica, está disminuida o ausente. Disminuye la coordinación entre los movimientos de la columna vertebral y la rotación asociada de la mirada, lo cual influye en los ajustes posturales necesarios para el equilibrio. Se acentúa la cifosis de la región dorso- lumbar que, al ser compensada median- te una hiperextensión de la parte supe- rior del raquis cervical, suele provocar dolores localizados en esta zona además de atragantamientos en la deglución. La rigidez de la caja torácica es la causa principal del síndrome restrictivo. La rigidez aumenta con la fatiga, las emociones y los esfuerzos musculares realizados lejos de la zona activa (signo de la «muñeca fija» de J. Froment). En el apartado 22 de la UPDRS se eva- lúa la rigidez. El dolor limita los movi- 7 Kinesiterapia Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson E – 26-451-A-10
  • 8. mientos, y genera consecuencias en la motricidad que deben ser consideradas durante la exploración. Aún no se ha demostrado la influencia real que la movilización ejerce en la hipertonía, lo cierto es que proporciona al paciente una sensación de relajación y de bienestar. Las técnicas de flexibiliza- ción raquídea se asocian con pequeñas sacudidas y vibraciones cuyo efecto mio- rrelajante hace que se puedan soportar las movilizaciones. Estas maniobras pro- porcionan bienestar y contribuyen a la prevención de los dolores y de los cam- bios patológicos musculares secundarios a la inmovilidad. La conservación del juego de las articulaciones costoverte- brales y esternocostales favorece la ex- pansión torácica y evita que haya restric- ción de la capacidad pulmonar. Ejemplos: Se moviliza la región cervical, soste- niéndola con ambas manos y abarcando la región occipital y la nuca. Los movimientos de tracción del eje raquídeo se asocian con pequeñas sacu- didas para relajar las tensiones muscu- lares locales. Los ejercicios de flexibili- zación se realizan en todos los sectores articulares limitados, con una intensi- dad progresiva creciente. La corrección asistida de la región cervical tiende a reducir la mala posición, estirando los músculos cervicales y los elementos fibrosos, como el ligamento nucal. Se lleva la barbilla progresivamente hacia el pecho, de forma que se produzca una flexión del conjunto de los distintos sec- tores vertebrales involucradas. También se moviliza la cintura escapular para disociar sus movimientos de los de la columna cervical; — la movilización del omóplato, reali- zada con el sujeto acostado de lado y el ejercicio de abertura del hemitórax se asocian con la inspiración y se combi- nan con la elevación del brazo. I «Perseveración tónica» La «perseveración tónica» o «inervación tónica» designa concretamente el tras- torno postural que aparece en la EP, que hace que el paciente se quede inmóvil en las posturas más insólitas, durante sus actividades cotidianas [30] . Es conocido el caso de pacientes que, cuando se están calzando, se quedan como estatuas, inmóviles en la posición curvada y con el zapato en la mano. La causa del fenómeno de «perseveración tónica» parece vincularse a una relaja- ción insuficiente de los músculos ago- nistas, que se vuelven antagonistas fren- te al grupo muscular que debe activarse. Es necesario romper el círculo vicioso de inmovilidad y exageración de los reflejos posturales, y para ello, hay que actuar sobre la inmovilidad o sobre las reacciones posturales. La movilización pasiva y mejor aún la movilización activa, son medios tera- péuticos que modifican los reflejos pos- turales. El efecto benéfico de las sacudidas o vibraciones mecánicas se conoce desde hace mucho tiempo de forma empírica y parece tener una acción de excitación dinámica que reduce el efecto de las reacciones posturales. I Astasia Se caracteriza por la imposibilidad de mantenerse de pie y forma parte de los trastornos posturales de la EP. En con- diciones normales de gravitación, la proyección del centro de gravedad está desplazado hacia atrás, lo que provoca una bipedestación en retropulsión [2] . Es más frecuente en las formas acinéti- co-hipertónicas que en las formas tem- blantes. La postura patológica en fle- xión del tronco no compensa la retro- pulsión; el cuerpo flexionado bascula en bloque hacia atrás. Esta posición bípeda sobre los talones, no es propicia para iniciar la marcha ni para su pro- pulsión necesaria. La retracción del trí- ceps sural, que limita la amplitud de la flexión dorsal de la articulación tibiotar- siana, induce a caminar en las puntas de pie y hace que la persona pierda el equilibrio hacia atrás cuando, estando de pie inmóvil, quiere apoyar toda la planta del pie en el suelo. Por otro lado, los signos cardinales con- tribuyen a alterar las reacciones de equi- librado y crean una sensación de inesta- bilidad: la rigidez hace que el aparato locomotor no pueda adaptarse eficaz- mente a los cambios de posición y la aci- nesia hace que las respuestas motoras sean imperfectas [22] . Los trastornos del equilibrio se agravan en fase off. En fase on, las distonías o discinesias provocan un desequilibrio particular, que consiste en inclinar el cuerpo hacia un lado, de forma brusca e imprevisible. La estabilidad postural se evalúa en el apartado 29 de la UPDRS. No está liga- da a ningún déficit de tipo visual, vesti- bular, cerebeloso o propioceptivo. Se observa mediante exámenes posturo- gráficos [16] , y es más notoria cuando el paciente levanta los brazos. Es lo que causa las caídas hacia atrás cuando la persona está de pie o trata de retroceder. La primera fase de la rehabilitación con- siste en descubrir los defectos de apoyo y de colocación que causan un desequi- librio posterior. Después, se entrena al paciente a inclinarse hacia adelante a través de medios diferentes: las curas de decúbito prono, el desplazamiento contra resistencia, los ejercicios en bal- neoterapia contra la corriente del agua, o las posturas en apoyo facial entre las barras paralelas [4] . Ejemplos: — el paciente de pie, de espalda contra la pared deja de apoyarse y se inclina hacia adelante. Luego, coloca las manos en los hombros del terapeuta, situado delante de él y lo empuja para avanzar. La rehabilitación del equilibrio es un punto clave del tratamiento [18] . Se le proponen al paciente ejercicios gimásti- cos repetidos de dificultad progresiva. Estos programas se construyen en torno a posturas gimnásticas variadas como la posición cuadrúpeda, la posición sen- tada en un balón o la bipedestación, para que el paciente practique posturas corporales diferentes; — la persona, con las rodillas levanta- das, atrapa la pelota que el kinesitera- peuta le lanza en distintas direcciones. Se continúa el ejercicio adoptando la posi- ción mejor conocida como la posición del «galán». Estos ejercicios deben realizarse en alfombras gruesas para proteger al paciente de eventuales caídas. I Trastorno postural en flexión En el plano sagital, la postura tiende a la flexión de los distintos segmentos corporales: gran cifosis dorsolumbar y extensión cervical alta, para mantener la mirada horizontal y el conjunto de las articulaciones periféricas en sus secto- res de flexión. En el plano frontal, se puede observar una inclinación del tronco, los miembros inferiores muy juntos, los antebrazos en pronación y los brazos pegados al cuerpo. La posición de referencia, innata en parte y adquirida con el aprendizaje motor, ya no se puede dominar. El con- trol continuo, a través del tono postural, contra la fuerza de gravedad está seve- ramente perturbado. Este desequilibrio no afecta a los músculos flexores pero sí a los músculos extensores. Los fenóme- nos retroactivos de origen visual y labe- ríntico que podrían compensar el tras- torno postural, parecen poco eficaces en los pacientes parkinsonianos [34] . El apartado 28 de la UPDRS trata de la postura en períodos on y off. La gimnasia propuesta en fase on o la movilización del paciente en fase off, comprende fundamentalmente los sec- tores de extensión, los movimientos de enderezamiento, de autoestiramiento y de abertura. El kinesiterapeuta facilita el enderezamiento corporal, ejerciendo una presión con la mano en la nuca del paciente. Ejemplo: el sujeto está de rodillas delan- te de las espalderas y coge, con los bra- zos extendidos, una barra situada a la altura de sus hombros. En la espiración, estira la región dorsal bajando el pecho. El terapeuta puede potenciar el efecto corrector presionando por debajo de la convexidad de la curvatura. 8 E – 26-451-A-10 Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson Kinesiterapia
  • 9. I Dolores En la EP avanzada, se padecen dolores en el 60 al 70 % de los casos [13] . No se asocian a trastornos sensitivos objetivos y se expresan de distintas formas: — pseudorreumáticos: se localizan preferentemente en las grandes articu- laciones, en los hombros. Están ligados al reparto desigual del tono, que provo- ca posturas articulares desequilibradas, a veces causantes de deformidades; — dolores de tipo contractura, o calam- bre, muy frecuentes y que se pueden localizar en las pantorrillas, pero tam- bién en los músculos paravertebrales; — dolores asociados a un fenómeno de distonía: fluctúan según el estado motor del paciente, aunque suelen ser más intensos durante las fases off. Pueden despertar al paciente al amane- cer (early morning dystonia); — dolores de tipo neurológico: con sensación de presión, de quemadura, de entumecimiento, sin topografía radicular. Los dolores están lateralizados y se localizan generalmente en el lado donde predomina el síndrome acinéti- co-hipertónico. Suelen ser citados al comienzo de la enfermedad y pueden preceder a los signos motores. Cuando éstos predominan en la sintomatología, alteran considerablemente la calidad de la vida cotidiana. En la UPDRS se evalúan los dolores de episodios sensitivos subjetivos y relati- vos a movimientos patológicos (aparta- dos 17 y 34). Con frecuencia, están correlacionados con la importancia de las fluctuaciones motrices, la depresión y los trastornos del sueño. Los dolores se atenúan ajustando los medicamentos antiparkinsonianos y no deben ser motivo para interrumpir la actividad física, la cual será adaptada al paciente de tal forma que no cause una agravación de los mismos. La rehabilitación también tiene un papel preventivo. Las deformaciones vertebrales, las rigideces musculares y las malas posturas en posición sentada, inducen la aparición de los dolores. Los agentes físicos sólo son paliativos, y además inconstantes. La balneoterapia con baños calientes proporciona al pa- ciente, durante los 30 minutos en que está sumergido en el agua, la ilusión de una posible «curación». El masaje es eficaz cuando es poco extenso y se limita a las estructuras dolorosas. Consiste en fricciones y alisa- mientos en los puntos de inserción o en masajes locales de los músculos doloro- sos. La movilización pasiva permite el estiramiento de las contracturas. La kinesiterapia completa el efecto antiálgi- co del masaje a través del empleo de las propiedades térmicas de los ultrasoni- dos o del calor húmedo proporcionado por compresas calientes (hot pack). Ejemplo: el paciente se coloca en decúbi- to lateral; la sesión comienza con la movilización de la escápula en la parri- lla costal, insistiendo en los sectores de aducción y de descenso. Estas manio- bras se asocian con fricciones en los músculos fijadores del omóplato y el masaje del cuerpo muscular del trape- cio superior. I Estreñimiento Al describir la evolución de la EP, sir J Parkinson [26] escribía: «Los intestinos, cuyas funciones no habían cambiado hasta este momento, ahora requieren en numerosas ocasiones, estimulantes muy potentes. A veces, la expulsión de las heces fuera del recto precisa una ayuda mecánica». El riesgo de un adelgazamiento supe- rior a 5 kg es cuatro veces más elevado en los parkinsonianos que en las per- sonas sanas de la misma edad. Es necesario recurrir a los suplementos calóricos y modificar la ingesta de pró- tidos durante el día. A menudo es necesaria una consulta dietética para aconsejar al paciente sobre su alimen- tación: las hortalizas crudas, ricas en fibras, deben estar presentes al menos en dos de las comidas diarias; el salva- do de avena aumenta el volumen de las heces y estimula el reflejo gastrocó- lico; los aportes hídricos deben ser abundantes. Los laxantes suaves y los enemas se prescriben como último recurso y las modificaciones del tratamiento médico se reservan para casos refractarios, debido a las repercusiones motoras que podrían derivarse. La actividad física, la marcha y la prác- tica de un deporte también contribuyen a mejorar el tránsito intestinal. I Trastornos urinarios La nicturia o enuresis nocturna es una manifestación precoz; se complica con micciones imperiosas y con fenómenos de polaquiuria y de disuria, que requie- ren un estudio urológico. Es posible reducir la frecuencia de las micciones nocturnas restringiendo los aportes hídricos al final de la jornada. La polaquiuria obliga al paciente a levantarse numerosas veces durante la noche: las dificultades motoras para levantarse y desplazarse, así como el temblor o la torpeza, provocan inciden- tes que el enfermo siente como hechos degradantes. Una organización sencilla puede ser suficiente para prevenir dichos inciden- tes: tener un colchón lo suficientemente duro y una mesita de noche accesible con una lamparita y un orinal. I Hipotensión ortostática Se observa la hipotensión como un fenómeno muy frecuente, por no decir constante, en los enfermos parkinsonia- nos [23] . Este fenómeno es una consecuencia de la EP, pero está agravado por la inmovi- lidad y por las estancias prolongadas en la cama, por las temperaturas elevadas (evitar los baños calientes), por tener que empujar durante la defecación (asociación de la maniobra de Valsalva y de la presión abdominal), y por los esfuerzos físicos que pueden provocar una baja de la presión arterial, tan mar- cada durante los ejercicios estáticos como en los dinámicos. La hipotensión también puede manifes- tarse después de las comidas, por lo que es conveniente fraccionar la ingesta de los alimentos, con colaciones ligeras y frecuentes. Cuando se realizan determi- nados esfuerzos, como tocar un instru- mento de viento, es preferible permane- cer sentado. Las medias compresivas son útiles para algunos pacientes. I Trastornos del sueño Estos trastornos son frecuentes y provo- can fatiga al día siguiente. El paciente tiene dificultad para dormirse y se des- pierta con frecuencia. Las pesadillas y los sueños agitados pueden reflejar una sobredosificación medicamentosa [21] . Una habitación totalmente silenciosa y en una completa oscuridad, influye en los trastornos del sueño. Estos fenóme- nos se pueden prevenir dejando encen- dida en la habitación una luz discreta o una cortina ligeramente corrida; para evitar un silencio total se puede dejar una música sorda o filtrar los ruidos de la calle. Las sensaciones desagradables como el síndrome «de las piernas inquietas», fundamentalmente noctur- no, hace que el paciente se tenga que levantar, porque sólo con andar mejora. Las formas rebeldes requieren un trata- miento médico específico. El ritmo del reposo durante el día se adapta para que no sea perjudicado el sueño nocturno, pero respetando el cansancio del paciente. Así como es bueno descansar después del almuerzo de mediodía, hay que evitar las siestas demasiado largas. Por medio de la rehabilitación, se puede ayudar al paciente a luchar contra las dificultades que dice tener para moverse en la cama y que son causa fundamental del insomnio. Los calambres en las panto- rrillas o en los flexores plantares se aso- cian con movimientos de crispación de los dedos de los pies o de extensión del dedo gordo con un pie equinovaro 9 Kinesiterapia Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson E – 26-451-A-10
  • 10. (early morning dystonia) [36] , que despier- tan al paciente al final de la noche y que precisan ajustes terapéuticos. Ejemplo: el calor local (bolsas de agua caliente o compresas calientes) y los estiramientos de los músculos afecta- dos facilitan la sedación de los dolores matutinos. mobiliario y necesita la ayuda de un bastón o del brazo del acompañante. Las caídas durante la marcha son hacia adelante, casi siempre sobre manos y rodillas. En los pacientes que se caen muy a menudo, el riesgo de pequeñas heridas se reduce con el uso de protec- ciones como rodilleras y guantes utili- zados en ciertos deportes (tablas o pati- nes de ruedas). La lentitud en la contracción y relaja- ción musculares, particularmente en los tobillos, impide el movimiento natural de estos músculos [9, 27] . Durante la mar- cha hacia adelante, el paciente está de puntillas, hecho que contribuye a la propulsión; en la marcha hacia atrás, se apoya en los talones, lo que acentúa la retropulsión, porque al estar el cuerpo inclinado hacia atrás, no puede endere- zarse. La lateropulsión, que aparece tras un leve desequilibrio hacia un lado, tiene el mismo carácter: el paciente tien- de a caerse porque la reacción de equili- bración tarda en aparecer. Algunos movimientos permiten contro- lar la festinación. Éstos son: el balanceo de los brazos o del peso corporal duran- te la marcha, la marcha sin moverse de sitio y levantando las rodillas o el pasar por encima de líneas virtuales en el suelo. Las personas de su entorno aprenden a aplicarle tracciones rítmicas en los hombros o la pelvis mientras camina y a usar la estimulación verbal. Ejemplo: entrenar al paciente para que dé grandes zancadas, y para que empie- ce el paso por el talón. El empleo de referencias visuales en el suelo es un medio eficaz para ejercitar la longitud del paso. Detenerse y dar la vuelta La media vuelta es más difícil cuanto más pequeño es el espacio. Consiste en el giro de ambos pies sobre el suelo. El paciente gira los hombros sin que el paso cambie de dirección. Si el paciente no controla la velocidad en el momento de detenerse, tiende a irse hacia delante y si la retropulsión es importante, pierde el equilibrio hacia atrás. En el apartado 15 de la UPDRS se eva- lúa la marcha en las actividades cotidia- nas y en el apartado 30 en la explora- ción motora. El freezing se evalúa en el apartado 14: «pasitos cortos durante la marcha». El conjunto de los trastornos de la mar- cha es mucho más marcado si el espacio es restringido o está lleno de objetos. Es peligroso atravesar calles anchas. La marcha con pasos cortos aparece, sin que el paciente la prevea, cuando atra- viesa la puerta de su casa, cuando va a entrar en el ascensor o cuando va a bajar del autobús. La presencia de mucha gente acentúa la pérdida de estos automatismos [24] . Ciertos aconteci- mientos imprevistos provocan estos «episodios acinéticos»: el timbre del teléfono, el cambio del revestimiento del suelo o cuando alguien se le cruza en el camino. La marcha con pequeños pasos no per- mite recorrer largas distancias. El paciente aprovecha los momentos bue- nos (fases on) para realizar los desplaza- mientos útiles. Es preciso animar al paciente para que efectúe paseos cotidianos. Para ello, se le prepara creando situaciones como: cuñas que hay que saltar, desplaza- mientos en lugares angostos o cambios de dirección [24] . Una parte de la rehabilitación se emplea para los desplazamientos fundamenta- les en fase off, como volver a su habita- ción o ir al cuarto de baño. Ejemplo: se entrena al paciente a emple- ar el control voluntario (paso de desfile o «marcha del sonámbulo») para paliar la pérdida de los automatismos de la función. 10 E – 26-451-A-10 Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson Kinesiterapia Signos de alerta. — Adelgazamiento. — Deshidratación. — Alucinaciones visuales. — Frecuencia e intensidad de los movimientos anormales. — Confusión. — Ausencia brusca de fase on después de las comidas. — Estados febriles. — Aumento de la frecuencia de las caídas. — Hipotensión. — Atragantamientos. — Retención urinaria. — Estreñimiento rebelde. — Insomnio. «Desgracias» en la fase establecida — Sialorrea: acentuada por los trastornos de la deglución, es más importante en fase off. — Diaforesis: puede aparecer independientemente de cualquier esfuerzo físico. — Sequedad de boca: presente en fase on y relacionada con el tratamiento médico. — Alucinaciones visuales: a menudo relacionadas con la terapéutica. — Hipotensión: ortostática e hipotensión postprandial. — Trastornos urinarios: urgencia y polaquiuria relacionada con la falta de dopamina. — Trastornos del sueño: insomnio, trastornos urinarios y trastornos de la motricidad nocturna se asocian para alterar el sueño. — Hipersecreción sebácea: le da a la cara un aspecto cerúleo. — Estreñimiento: altera la absorción de los medicamentos. — Trastornos cognitivos: más allá de los trastornos de las funciones ejecutivas, los trastornos cognitivos de la memoria reciente se relacionan con la dificultad para controlar la atención. — Trastornos de la conducta: traumáticos para el entorno y que complican la asistencia al enfermo. REHABILITACIÓN DE LAS TAREAS ALTERADAS I Trastornos de la marcha Inicio de la marcha Durante las fases off, el paciente refiere la sensación de estar «pegado al suelo». Este «freno» cinético hace que el pacien- te avance con pasos muy cortos o inclu- so que no pueda empezar la marcha y corresponde a la pérdida de iniciación del programa motor. El trastorno en el inicio de la marcha se debe a la dificul- tad para transferir el peso del cuerpo al miembro sustentador, lo cual permite que el miembro opuesto avance. Se han descrito numerosas estrategias y cada paciente elige la que más le conviene. Ejemplo: elevación exagerada de una ro- dilla, proyección anterior de un miem- bro superior, oscilaciones laterales del tronco. Festinación Es el nombre atribuido a la marcha característica del parkinsoniano. Una vez que el paciente ha iniciado la mar- cha, «parece correr detrás de su centro de gravedad», según la pertinente des- cripción de Trousseau, y esto tanto para los desplazamientos hacia adelante (propulsión), como hacia atrás (retro- pulsión). Algunos pacientes que pre- sentan una lateropulsión o propulsión lateral caminan de lado. El paciente dice tener miedo a caerse. Para desplazarse, se apoya sobre el
  • 11. Estadio avanzado de la enfermedad La libertad motora durante el día se reduce, la amplitud de las fluctuaciones disminuye y la decadencia motora se instala. El paciente se mueve con muchísima lentitud y necesita ayuda para realizar las tareas de la vida coti- diana. La entrada en esta fase avanzada de la enfermedad está marcada por caí- das frecuentes [37] . El paciente siente una desagradable sensación de calor. Su piel está grasosa, con una seborrea importante, y tiene crisis de un sudor abundante. Para evi- tar el riesgo de escaras se debe cambiar de posición al paciente con regularidad. Los dolores son frecuentes: vivos en determinados grupos musculares, como en los omóplatos o en los muslos; intensos a nivel occipital y frontal y a nivel de la vejiga. Las contracturas, que con frecuencia son intensas, agravan el contexto doloroso. La facies, inmóvil e inexpresiva, sólo presenta escasos movimientos de par- padeo. La abundante salivación rebosa por fuera de la boca, lo que obliga al paciente a secarse regularmente los labios con un pañuelo. El habla es escasa, sorda e ininteligible. En este estadio de la enfermedad, el paciente necesita ser movilizado regu- larmente para luchar contra la rigidez y evitar las deformaciones articulares. Es imprescindible que realice movimien- tos activos. Se le enseña al paciente a repetir frecuentemente movimientos simples como levantar los brazos y extender las piernas. La alimentación, la ventilación y la deambulación son también prioritarias (fig. 4). DÉFICITS ESPECÍFICOS I Deformaciones Las deformaciones articulares no son muy frecuentes. Se observan sobre todo en las formas acinético-hipertónicas [19] y en los pacientes con movilidad reduci- da. Aunque son mucho más frecuentes en la fase de decadencia, a veces apare- cen muy precozmente. Mano Las deformaciones de la mano causan, en parte, la atrofia muscular y las difi- cultades para realizar movimientos voluntarios. Se suman a las dificultades motoras de los pacientes severamente discapacitados. La hipertonía desempe- ña un papel importante en la postura que adopta la mano. La hipertonía de los músculos intrínse- cos de la mano provoca la deformación conocida como «mano de escritor», mientras que la hipertonía de los múscu- los extrínsecos provoca la deformación en puño cerrado («mano de faquir»). Vertebrales La cifosis dorsal es muy característica; James Parkinson ya la había descrito en 1817 [26] . El raquis dorsolumbar suele presentar una postura soldada, en cifo- sis irreductible. También es habitual en la EP, un cierto grado de inflexión lateral de la columna vertebral (escoliosis parkinsoniana). La cabeza suele inclinarse del mismo lado que el tronco. La inclinación del tronco se caracteriza por la modicidad de las manifestaciones dolorosas y por la ausencia de rotación de los cuerpos ver- tebrales en las radiografías. Se tiende a pensar que la rigidez es la causante de esta deformación, sin embargo, la exploración de los músculos muestra que ésta suele ser más marcada del lado de la convexidad. A nivel cervical, las deformaciones son constantes. El raquis presenta una hiperlordosis cervical compensada por la proyección de la cabeza hacia delan- te. En algunas formas particularmente invalidantes, el paciente sólo puede enderezar la cabeza si hace un esfuerzo voluntario importante que no puede mantener durante mucho tiempo; en cuanto disminuye su atención, la barbi- lla vuelve a caer sobre el pecho. Este tipo de trastorno postural dificulta la masticación y la deglución, por lo que las comidas se hacen penosas. En este caso, se debe indicar una minerva cervi- co-escapular para sujetar la cabeza durante las comidas. La rehabilitación de las deformaciones vertebrales consiste en la flexibilización activa y pasiva de los distintos segmen- tos vertebrales, para conseguir un cierto grado de reductibilidad de la cifosis y una cierta recuperación de los músculos profundos raquídeos que garantizan el mantenimiento de la postura. El efecto corrector de la rehabilitación se mantie- ne fuera de las sesiones, haciendo que el paciente adopte posturas correctas en la cama y en el sillón. En algunas ocasio- nes, la cifosis es tan severa que sólo un corsé de mantenimiento pasivo puede retardar su evolución. Ejemplo: ejercicios regulares de los mús- culos del tronco para el enderezamiento activo y para una correcta colocación del tronco en la posición sentada; el paciente junta sus omóplatos y empuja sus antebrazos apoyados en la mesa para enderezarse. Las estimulaciones cutáneas a nivel de la nuca y de la región dorsal favorecen la extensión. El enfermo, una vez que ha adquirido la posición correcta de la columna ver- tebral por medio de los ejercicios, trata de reproducirla durante la realización de distintas actividades de la vida coti- diana. Pies y miembros inferiores La deformación del pie parkinsoniano es bastante característica. Se trata de un pie rígido, extendido, adelgazado, volteado hacia dentro (equinovaro), los dedos están levantados y curvados «en garra» (extensión de las falanges y flexión de las falanginas), con excepción a menudo del dedo gordo que puede estar en exten- sión o deformado en «martillo». La fuerza muscular disminuye conside- rablemente y la atrofia afecta al conjun- to de los miembros inferiores que se deforman, en semiflexión y aducción. Las rodillas tienden a aproximarse y presentan una intensa rigidez, siendo difícil extenderlas o flexionarlas. El pie hueco equinovaro, resultante de la deformación, agrava los trastornos 11 Kinesiterapia Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson E – 26-451-A-10 Otros trastornos de la motricidad. — Discinesias: movimientos anormales que aparecen en el 75 % de los pacientes en la fase de estado. Reflejan una sobredosis de dopamina y se presentan al final, en el medio, o al comienzo de la dosis. Cuando se trata de simples torsiones de un miembro o del raquis cervical, se pueden tolerar; cuando son auténticos movimientos coreoatetósicos, provocan discapacidades mayores en fase on. — Distonías: Reflejan muy claramente un desequilibrio articular. Con la palpación, se observa un grupo muscular fuertemente contraído en detrimento de los antagonistas. Las distonías fluctúan con los cambios en el estado motor del paciente y pueden reducirse. La rehabilitación utiliza estímulos cutáneos a nivel de los músculos correctores. En las distonías del tronco, la estimulación de la reacción de enderezamiento puede lograrse provocando desequilibrios. — Síndrome de la caída de la cabeza («head drop»): es de aparición precoz; la cabeza se cae hacia delante y, a veces, hacia un lado. Este fenómeno, poco frecuente, se caracteriza por una tendencia a la retracción de los músculos anteriores, asociada a un déficit en la contracción activa de los extensores de la cabeza y del cuello. En esta circunstancia, es necesario prescribir una minerva adaptada.
  • 12. de la marcha, que ya resulta difícil por las otras manifestaciones de la EP. En general, el pie se apoya en el suelo por la parte anterior y externa de la planta, con lo que la marcha resulta aún más inestable. La pérdida de autonomía agrava el equinismo. Cuando la defor- mación es irreductible, es muy difícil restablecer la bipedestación. I Trastornos de la voz y del habla Estos trastornos son frecuentes y tres son típicos de la EP: la taquifemia o taquifrasia (habla rápida), el encasqui- llamiento cinético al empezar a hablar y la palilalia (repetición de la última síla- ba) [12] . Estas alteraciones presentan similitudes con los trastornos de la marcha: la festi- nación del habla. Por otra parte, la voz es ronca y pierde su intensidad; el habla es monótona (aprosodia). La rigidez y la acinesia afectan también a las estruc- turas laringo-respiratorias propias a la articulación, como los labios, la lengua, la mandíbula y la faringe. Los trastornos del habla se suman a las dificultades para escribir, lo cual impi- de casi completamente la comunica- ción. El paciente no se anima a respon- der al teléfono ni a participar en una conversación de varias personas. La gente de su entorno a menudo le pide que repita lo que ha dicho. En el párrafo 18 de la UPDRS se evalúa el habla. Existen numerosas modalida- des específicas para la evaluación de la voz y del habla que califican cada pará- metro: intensidad, timbre, monotonía o flujo de palabras. A veces se realizan grabaciones acústicas. Para estimular la motilidad de las estructuras oro-buco-linguales, los orto- fonistas proponen distintas estrategias que utilizan la movilización, los ejerci- cios dinámicos, la coordinación con la respiración, así como los actos volunta- rios [5] . Se le insiste al paciente para que ejercite diariamente la voz y la palabra, mediante ejercicios realizados en voz alta. El kinesiterapeuta colabora en esta rehabilitación desarrollando el potencial respiratorio necesario para la fonación. Ejemplo: corregir la disnea y restablecer un cierto grado de sinergia neumofóni- ca. El sujeto está sentado, derecho y con las manos colocadas sobre las caras laterales del tórax para dirigir la venti- lación. El entrenamiento respiratorio consta de ejercicios de fonación: tiempo de inspiración sonora (sonido «f») lenta y completa, después un tiempo de apnea inspiratoria por bloqueo larín- geo, y un tiempo de espiración sonora (sonido «ch»), realizada de forma acti- va, suave y regular. I Trastornos de la deglución Durante la primera fase de la deglución o fase bucal, el trastorno de coordina- ción de los músculos de los labios, de las mejillas, de la lengua y de las man- díbulas impide la prensión, la continen- cia de la boca, la formación del bolo ali- menticio, y su conducción hacia la faringe. Durante la segunda fase o fase faríngea refleja, la acción combinada de la base de la lengua y de la faringe para pro- pulsar el bolo ya no actúa sincrónica- mente con la ascensión de la laringe, por lo que no garantiza la protección de las vías aéreas. La tercera fase o fase esofágica se vuel- ve más lenta. Los trastornos de la deglución dificul- tan la absorción de los alimentos sóli- dos, líquidos y los medicamentos anti- parkinsonianos. La anamnesis y la observación de los enfermos revelan una gran variedad de cuadros: desde la simple pérdida de saliva (distinta a la sialorrea) hasta la neumopatía severa. El atragantamiento no es el único ni el primer signo de alerta [31] . Los cambios en los hábitos alimenta- rios, el aumento de la duración de las comidas, la pérdida de la actividad social en torno a la comida o incluso la pérdida de peso reflejan la presencia de una disfagia. El paciente también se puede quejar de una sensación de ahogo o de bloqueo cervical que refleja la imposibilidad de provocar el reflejo de la deglución (fase faríngea). El apartado 7 de la UPDRS trata de la función de la deglución entre las activi- dades de la vida cotidiana. Cuando estos trastornos son importan- tes e invalidantes, se instaura un trata- miento específico indicado por especia- listas en este tipo de rehabilitación (ortofonista, dietista y kinesiterapeuta). Este tratamiento se acompaña de conse- jos alimentarios y de consejos sobre la posiciones más adecuadas: posición sentada, con el torso derecho y relajado, manteniendo la cabeza ligeramente fle- xionada. La movilización debe permitir que la nuca conserve la flexión necesa- ria para que la faringe suba y pueda realizarse la deglución. Los ejercicios con los músculos faciales y la repetición de gestos adaptados preparan al paciente a que realice movimientos pro- pios a la deglución. I Trastornos respiratorios Los trastornos respiratorios de la EP son consecuencias desagradables, se- cundarias a determinados aspectos de la patología. Su frecuencia e intensidad 12 E – 26-451-A-10 Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson Kinesiterapia Paciente dependiente Trastornos posturales importantes Trastornos del equilibrio, caídas Pocas fluctuaciones, acinesia permanente Deformaciones articulares Trastornos asociados numerosos y dominantes Intensificar la asistencia Más sesiones semanales Más cuidados en el domicilio del paciente Adaptación del domicilio Mantenimiento de la bipedestación Ayuda para caminar Rehabilitación respiratoria Ayuda para vestirse Prevención de las deformaciones Prevención de los trastornos tromboembólicos Cuidados cotidianos a domicilio Estancias en el hospital Coordinación de los equipos hospitalarios y de los terapeutas externos Intervenciones multidisciplinarias Ayuda en la alimentación Atragantamientos Correcciones posturales 18 años 4 Organización de los cuidados en la fase de enfermedad avanzada.
  • 13. se agravan con la evolución y son cons- tantes en la enfermedad avanzada. Se prescribe la rehabilitación [17] en la mayoría de los trastornos respiratorios. Neumopatías por aspiración Debido a la ausencia del reflejo de la tos, no siempre pueden observarse, pero deben sospecharse en todos los pacientes que presenten trastornos de deglución (dos casos de tres, en la fase avanzada). Provocan una ocupación respiratoria en pulmones previamente sanos. Se resuelve mediante movilizaciones de la columna vertebral, de la parrilla cos- tal y de la cintura escapular y con trac- ciones de los músculos cervicales. Estos ejercicios sirven para despegar las secreciones y movilizarlas con técnicas manuales como presiones abdomino- torácicas pasivas vibratorias o mediante percusiones torácicas manuales cuando la rigidez del tórax no permite aumentar eficazmente el flujo de aire espirado. Como no existe una tos real, es necesa- rio realizar aspiraciones por vía nasal y bucal para evacuar las secreciones. Embolia pulmonar En la embolia pulmonar de origen tromboembólico, se observa disnea, taquicardia, sensación de mareo y una fiebre leve. Los signos de flebitis de los miembros inferiores pueden pasar desapercibi- dos si están disimulados por edemas, frecuentes en la EP, y por la rigidez muscular. Esta dificultad diagnóstica pone de relieve la importancia de una explora- ción minuciosa de los miembros infe- riores antes de comenzar cualquier sesión de rehabilitación en pacientes con una movilidad reducida. Es necesa- rio actuar con la mayor prudencia ante una reacción inflamatoria, en concreto, una hinchazón unilateral de un miem- bro inferior o ante dolores inusuales por la movilización del miembro. Las movi- lizaciones diarias activas de los miem- bros inferiores, la reducción de la estan- cia en cama durante las afecciones intercurrentes y el mantenimiento de la bipedestación y la marcha constituyen las principales medidas de prevención. Síndrome restrictivo La gravedad de los trastornos restricti- vos, causantes de la fatiga, está relacio- nada con la importancia de los trastor- nos ortopédicos axiales de la EP. La cifo- sis provoca el cierre de la caja torácica y la «escoliosis parkinsoniana» provoca una inflexión lateral que limita los movi- mientos del hemitórax en la concavidad. La libertad de movimientos de la caja torácica se recupera con la práctica de ejercicios gimnásticos correctores, apli- cando movilizaciones pasivas localiza- das en las distintas articulaciones ester- nocostales y costovertebrales y presio- nes manuales en el tórax, durante la espiración. Síndrome obstructivo Los trastornos obstructivos resultan de un defecto de coordinación entre los músculos espiratorios y los músculos de las vías aéreas superiores que permi- ten la abertura de las cuerdas vocales y de la faringe. Al reducirse el flujo de aire se origina la disnea. El mecanismo obstructivo se relaciona directamente con los signos fundamen- tales de la EP (rigidez y acinesia) y mejora con el tratamiento médico con L-dopa. Sensación de opresión torácica Aparece durante las fases de acinesia y, particularmente, al final de la tarde. Provoca una gran ansiedad. Una vez descartado el origen cardíaco o directamente pulmonar, la educación de la respiración diafragmática, asocia- da a movilizaciones suaves y amplias, aportan un poco de tranquilidad al paciente que vive preocupado por estos momentos tan incómodos. Disneumía Las dificultades respiratorias de la EP tienen un efecto en la respiración y la voz. La emisión defectuosa del aire espirado provoca una voz débil y apa- gada (disneumía). Al tratarse de una enfermedad degene- rativa, la rehabilitación respiratoria tiene como objetivo mantener el flujo respiratorio suficiente que garantice la expresión y la comunicación, evitando que la situación se degrade demasiado. Hay que recordar, para destacar la importancia de los trastornos respirato- rios, que la embolia pulmonar y las neumopatías son una de las primeras causas de muerte en los pacientes par- kinsonianos. REHABILITACIÓN DE LAS TAREAS ALTERADAS I Autonomía en los desplazamientos El principal objetivo de la rehabilitación es el de romper el círculo cama-sillón, que conduce rápidamente al decúbito. El paciente, ayudado por otra persona, es animado a ponerse de pie todos los días y a dar algunos pasos. Otro aspecto de la rehabilitación consis- te en enseñar a los acompañantes las técnicas de manutención que les permi- tan ayudar eficazmente al enfermo, a darse la vuelta en la cama, a levantarse del sillón y a ir al cuarto de baño. La marcha asistida con un andador des- plaza el peso del cuerpo hacia delante, corrigiendo así la tendencia natural a la retropulsión. También sirve para frenar al paciente en su carrera incontrolada hacia delante. No resulta sencillo lograr que el paciente acepte el uso de la silla de ruedas, inter- pretada como un signo irreversible de la decadencia motora. Al principio, la silla de ruedas se propone temporalmente, para desplazamientos largos fuera del domicilio. Debe adaptarse a la morfolo- gía específica y responder a sus necesi- dades: debe ser plegable y fácil de guar- dar, suficientemente estrecha para que pueda pasar por los pasillos, confortable, ligera, resistente y fácilmente manejable para el enfermo o su acompañante [3] . I Prevención de las caídas La caída es un accidente frecuente entre las personas mayores (una caída al año en el 25 % de una población con edades comprendidas entre 65 y 75 años). La caída es la causa principal de muerte por accidente. Las causas de las caídas son múltiples, siendo la sintomatología motora de la EP, el factor fundamental. También intervienen otros factores, relacionados con la edad o con la degradación del estado general: los mareos de origen diverso, la hipotensión, la hipogluce- mia, los trastornos visuales, los trastor- nos de la vigilancia y los episodios agu- dos (fiebre, neumopatía). La enfermedad hace que el paciente se vuelva muy vulnerable a las causas extrínsecas como las presentes en su domicilio (iluminación insuficiente, alfombras o patas de muebles). Algunas caídas no se deben a estas cau- sas, sino a la falta de fuerzas, a una pér- dida de la voluntad, a un renuncia- miento que precede a un síndrome de «deslizamiento». Las caídas son más frecuentes en deter- minadas situaciones como al levantarse de una silla, darse la vuelta o recoger un objeto del suelo. El miedo contribuye a la pérdida del equilibrio: miedo a los niños que corren y que podrían empu- jarlo o miedo de quedarse bloqueado en la calle, lejos de su casa. Las torsiones e inclinaciones bruscas del tronco, de tipo discinéticas, que se observan en los períodos on, también provocan caídas. La rehabilitación no logra frenarlas, pero son corregidas con el tratamiento médico. Los trastornos de la marcha y del equi- librio provocan complicaciones traumá- ticas y conductas fóbicas que contribu- yen a la pérdida de autonomía. 13 Kinesiterapia Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson E – 26-451-A-10
  • 14. Las caídas son evaluadas con y sin los pasos cortos asociados (apartados 13 y 14 de la UPDRS). Las caídas no deben aceptarse como una fatalidad, pero sí requieren una prevención estricta que consiste en: — la corrección de los déficits sensoria- les, particularmente visuales; — el mantenimiento de un buen estado general; — la búsqueda de las causas de los mareos y su tratamiento médico; — la elección de zapatos adaptados y el cuidado de los pies por parte del pedicuro; — el mantenimiento de la actividad física y la estimulación de la movilidad; — la adopción de medidas de seguri- dad en el domicilio (suprimir los cables eléctricos que van por el suelo, disponer de asientos y de apoyos estables en todas las habitaciones). Aún así, la mejor prevención de las caí- das sigue siendo el entrenamiento de la marcha, que hay que practicar todos los días, en la medida de lo posible. Deben dedicarse varias horas por semana a la marcha, repartidas en salidas cortas y numerosas durante el día. De esta forma, se reduce al máximo el tiempo de inactividad pasado en el sillón, así como el período de decúbito al finalizar las afecciones intercurrentes. La práctica de ejercicios regulares de equilibrio realizados de pie, de distintos desplazamientos y el aprendizaje de técnicas para levantarse del suelo son estrategias dirigidas a prevenir el fenó- meno de las caídas. La instalación de sistemas de llamada como las telealar- mas y la visita frecuente de los vecinos o de familiares dan confianza al pacien- te y disminuyen su miedo a caerse. I Aprender a darse vuelta e incorporarse en la cama El paciente suele referir con frecuencia esta dificultad, tanto más invalidante cuando una polaquiuria nocturna le obliga a repetir estos movimientos. En el capítulo de actividades cotidianas de la UPDRS se estudian estas pruebas. La exploración permite evaluar la difi- cultad y el grado de dependencia en estas maniobras. Esta compleja actividad motora se des- compone en cada uno de los momentos necesarios para su realización. Cada secuencia se repite en forma de ejerci- cios, haciendo que el enfermo sentado se desplace sobre las nalgas, o que acos- tado, desplace lateralmente la pelvis, haciendo un puente con el torso. Posteriormente, se encadenan las dis- tintas fases del movimiento hasta lograr que el paciente realice la totalidad de la maniobra cuando se quede bloqueado. Estos ejercicios aportan al paciente un poco de bienestar y de confianza, con- tribuyendo a mejorar la calidad de su sueño y del de su pareja. Ejemplo: para darse la vuelta en la cama, el paciente acostado de espalda, apren- de a flexionar los miembros inferiores como ganchos, a dejar caer las rodillas hacia un lado, a girar la cabeza del mismo lado, y con ayuda del movi- miento de sus brazos, a acostarse late- ralmente como «un perro de caza». A partir de esta posición y ayudándose con los brazos, le resulta más fácil sen- tarse al borde de la cama. I Aprender a sentarse y a levantarse de un asiento La dificultad para levantarse de un asiento es una discapacidad importante a la hora de realizar numerosas activi- dades de la vida cotidiana, como levan- tarse de un sillón profundo, sentarse y levantarse de la mesa para la comida, entrar y salir de un automóvil o ir solo al cuarto de baño. Durante estos movimientos, el riesgo de caída es considerable. Que el pacien- te permanezca sentado durante mucho tiempo, es ya una primera fase de la inmovilización. El apartado 27 de la UPDRS estudia esta prueba, sin la ayuda de los miem- bros superiores, para demostrar este trastorno. Igual que antes, esta actividad se des- compone en una serie de ejercicios para que el paciente aprenda y conserve el movimiento. La flexión del tronco hacia delante es el movimiento clave para levantarse. Las personas que conviven con el enfermo, asesoradas por el kine- siterapeuta le colocan la mano detrás de la nuca y lo ayudan a levantarse, esti- mulando la extensión cervical, o a sen- tarse, estimulando la flexión. Ejemplo: el paciente coloca sus pies separados, uno ligeramente delante y el otro ligeramente detrás. Bascula el tron- co de atrás hacia delante para tomar impulso, y levantando la cabeza, se apoya en los pies y en los brazos del sillón para levantarse. Para facilitar el aprendizaje, el kinesiterapeuta enseña, corrige y repite cada tiempo. Conclusión. Perspectivas El objetivo de los tratamientos de rehabi- litación es lograr que el paciente aprove- che y utilice al máximo el potencial motor que conserva, a pesar de su enfer- medad crónica y degenerativa. Para con- seguirlo, los medios que se emplean son de dos tipos: el desarrollo de estrategias que estimulan la capacidad de aprendiza- je y la búsqueda de alternativas [11] . El terapeuta se plantea para cada pacien- te que trata y para todas las discapacida- des encontradas esta pregunta funda- mental: ¿debe seguir la rehabilitación una estrategia de aprendizaje o una estrategia de alternativas? «La enfermedad de Parkinson es una de esas afecciones que todavía encierran tantas incógnitas, tantos problemas inex- plicables, que nos atraen por su carácter misterioso» (Brissaud, 1894). Así como la farmacología aporta solucio- nes de orden bioquímico y la neurociru- gía utiliza la energía eléctrica para esti- mular los ganglios basales, la rehabilita- ción contribuye eficazmente a mantener, en una situación patológica, una activi- dad motora cuyos objetivos fundamenta- les son la conservación de la autonomía y la mejora de la calidad de vida. 14 E – 26-451-A-10 Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson Kinesiterapia Test o prueba de Up and Go (descrita en 1991 por D Podsiadlo y S Richardson). — Prueba cronometrada: el paciente se levanta de la silla, recorre 3 metros, da media vuelta y vuelve a sentarse. La primera vez no cronometra, la segunda vez se cuenta el tiempo desde el momento en que separa la espalda del respaldo de la silla. — Material: una silla con brazos, una marca o señal a 3 metros de la silla, y un cronómetro. — Condiciones de realización: comprensión perfecta por parte del paciente, las mismas condiciones que en la marcha habitual (ayuda para andar, zapatos). «Desgracias» en la fase avanzada. — Trastornos de la termorregulación: alternancia de sudoración intensa y de sensación de frío. — Edemas: potenciados por la disminución de las actividades físicas, predominan en los miembros inferiores. — Estados de confusión: relacionados con los cambios de la terapéutica o anunciadores de la demencia. — Demencia parkinsoniana: deterioro cognitivo considerable y tardío. — Trastornos de la comunicación: causantes del aislamiento del paciente. — Infecciones y enfermedades intercurrentes: agravan la enfermedad neurológica. — Escaras: relacionadas con el deterioro del estado general y con la inmovilidad prolongada.
  • 15. 15 Kinesiterapia Rehabilitación en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson E – 26-451-A-10 Bibliografía Cualquier referencia a este artículo debe incluir la mención del artículo original: Laumonnier A et Bleton JP. Place de la rééducation dans le traitement de la maladie de Parkinson. Encycl Méd Chir (Editions Scientifiques et Médicales Elsevier SAS, Paris, tous droits réservés), Kinésithérapie-Médecine physique-Réadaptation, 26-451-A-10, 2000, 14 p.