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                                                                                                            CLÍNICAS
                                                                                                            CL NICAS
                                                                                                            QUIRÚRGICAS
                                                                                                            QUIR RGICAS
                                                                                                            DE NORTEAM RICA
                                                                                                               NORTEAMÉRICA
                                                        Surg Clin N Am 88 (2008) 1195–1220




                            Actualización de las técnicas de imagen
                                        de la vía biliar
                                               Christoph Wald, MD, PhDa,b,Ã,
                                               Francis J. Scholz, MD, FACRa,b,
                                                   Edward Pinkus, MDa,b,
                                                Robert E. Wise, MD, FACRb,
                                                Sebastian Flacke, MD, PhDa,b
                              a
                               Tufts University Medical School, 136 Harrison Avenue, Boston, MA 02111, USA
                                   b
                                    Department of Radiology, Lahey Clinic Medical Center, 41 Mall Road,
                                                        Burlington, MA 01805, USA




                       En este artículo se describe el espectro de las técnicas de imagen de la vía biliar
                    de las que dispone el clínico en la actualidad. Ofrecemos una historia sucinta de las
                    modalidades de imagen biliar, en particular de la colangiografía intravenosa (i.v.), e
                    incluimos los medios de contraste más utilizados. Esta historia va seguida de una
                    exposición detallada de las técnicas modernas, como la colangiografía radioscópica
                    y con bario, la colangiografía por tomografía computarizada (TC) y la colangio-
                    pancreatografía por resonancia magnética (CPRM).



                    Descripción de las técnicas modernas de imagen del sistema biliar
                    Colangiografía convencional (tomográfica) oral o intravenosa
                       La colangiografía que sigue a la administración de medios de contraste biliares
                    yodados por vía oral o i.v. ya no se aplica de forma rutinaria en la mayoría de los
                    países.


                    Colangiografía radioscópica y colangiografía con bario
                       La colangiografía radioscópica se basa en la introducción percutánea o qui-
                    rúrgica de catéteres en la vía biliar, casi siempre a pacientes operados o sometidos a

                       T Autor para correspondencia. Department of Radiology, Lahey Clinic Medical Center,
                    41 Mall Road, Burlington, MA 01805.
                       Dirección electrónica: christoph.wald@lahey.org (C. Wald).
                    r 2009. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
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                    1196                                                 WALD et al.


                    intervenciones biliares percutáneas. La colangiografía con bario se puede intentar
                    si la anatomía (postoperatoria) impide el acceso endoscópico y existe alguna
                    contraindicación para la colangiografía por TC o para la CPRM.


                    Ecografía
                       La ecografía es un método barato y no invasivo para estudiar la presencia de
                    cálculos biliares y la dilatación ductal intrahepática y extrahepática. La ventaja
                    adicional del estudio del parénquima hepático y de los vasos (con Doppler) puede
                    resultar importante si el paciente sufre una hepatopatía crónica asociada. El campo
                    limitado de visión y la dependencia de una ventana acústica idónea y de la pericia
                    del examinador limitan esta modalidad. A veces resulta difícil evaluar la patología
                    de los conductos extrahepáticos e intrahepáticos periféricos.


                    Colangiografía retrógrada endoscópica
                       La colangiografía retrógrada endoscópica (CRE) se expone detalladamente
                    más adelante. Este poderoso instrumento diagnóstico y terapéutico representa una
                    técnica invasiva con un riesgo que puede ocasionar, como se ha documentado
                    perfectamente, efectos adversos graves, por más que el riesgo sea pequeño. Hasta
                    el 25% de los pacientes sometidos a CRE muestran un incremento de la amilasa
                    sérica después de la intervención. Además, la prevalencia de la pancreatitis clínica
                    tras la CRE diagnóstica y terapéutica se aproxima al 3 y al 7%, respectivamente [1].
                    Las tasas acumulativas de complicaciones importantes que siguen a la CRE varían
                    entre el 1,4 y el 3,2% en la bibliografía [2,3]. En ocasiones, el acceso endoscópico
                    resulta difícil o imposible, como cuando existe una anastomosis biliointestinal
                    previa en Y de Roux o alguna enfermedad oclusiva de la ampolla.


                    Colangiografía por tomografía computarizada
                       La colangiografía por TC ha evolucionado de manera significativa en los últimos
                    años. Los escáneres modernos de la TC multidetector (TCMD) permiten adquirir
                    con una sola apnea barridos contiguos con una resolución espacial submilimétrica
                    que después se someten a reconstrucción multiplanar y tridimensional (3D). La
                    colangiografía por TC se basa en el uso de radiación ionizante y (en la mayoría de
                    las ocasiones) en la administración de medios de contraste biliar con un pequeño
                    riesgo de reacción adversa. La colangiografía por TC proporciona cierta infor-
                    mación funcional de la excreción hepatocítica y, si la excreción es normal, aporta un
                    dibujo excelente de las pequeñas raicillas biliares periféricas no dilatadas.


                    Colangiopancreatografía por resonancia magnética
                       La CPRM ha cobrado mucha popularidad en los últimos 2 decenios, puesto que
                    los escáneres de resonancia magnética (RM) están cada vez más extendidos, y la
                    técnica de barrido se ha hecho más sólida y ofrece una mayor resolución espacial
                    con apneas más cortas. La CPRM no suministra radiación ionizante. La adición
                    reciente de medios de contraste específicos de los hepatocitos ha proporcionado
                    instrumentos adicionales para el examen hepatobiliar funcional y anatómico.
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                                           ACTUALIZACIÓN DE LAS TÉCNICAS DE IMAGEN DE LA VÍA BILIAR                                  1197

                    Estudio hepatobiliar por medicina nuclear
                        La indicación más frecuente para el estudio hepatobiliar con medicina nuclear es
                    la colecistitis aguda. Menos veces, este estudio se solicita para evaluar una fuga
                    biliar. Raramente, sirve para establecer la permeabilidad del conducto biliar
                    común (CBC) de un adulto. Las modalidades de imagen hepatobiliar que miden la
                    fracción de eyección de la vesícula están indicadas ante pacientes con dolor
                    abdominal crónico con una probable discinesia biliar o colecistitis crónica.
                    Estas técnicas ayudan a separar la atresia biliar de la hepatitis neonatal de los
                    lactantes con ictericia neonatal y permiten reconocer los quistes coledocianos. Los
                    derivados del ácido iminodiacético marcados con 99mTc suelen ser captados por
                    rapidez por los hepatocitos y excretados sin conjugar hacia el árbol biliar. En
                    general, la vesícula se visualiza en los primeros 30 min de la inyección, y el intestino
                    delgado, en los primeros 60 min. El conducto cístico de la mayoría de los pacientes
                    con colecistitis aguda está obstruido y, por este motivo, la vesícula jamás se
                    llena con el radiofármaco. En el contexto clínico pertinente, la falta de llenado
                    de la vesícula resulta altamente compatible con una colecistitis aguda, pero por sí
                    sola constituye un dato inespecífico. El radiofármaco se acumula en una localiza-
                    ción anómala si el paciente tiene una fuga biliar activa causada por un traumatismo
                    o por la cirugía. La gammagrafía hepatobiliar puede indicar si la fuga persiste y
                    revelar su magnitud. Dada su resolución espacial limitada y puesto que el estudio
                    señala dónde se acumula la bilis, la gammagrafía hepatobiliar casi nunca ayuda a
                    encontrar la localización exacta de la fístula. La gammagrafía hepatobiliar con-
                    tribuye a saber si el paciente experimenta una obstrucción aguda, completa o casi
                    completa del CBC. La ictericia secundaria a una obstrucción parcial del CBC no
                    suele diferenciarse de la producida por una enfermedad parenquimatosa del
                    hígado. Ante una obstrucción aguda completa o casi completa del CBC se observa
                    poca o ninguna actividad intestinal, incluso en las imágenes tardías, a pesar de la
                    captación relativamente rápida del radiofármaco por los hepatocitos. La falta
                    de visualización de la vesícula obedece a multitud de causas. Las más habituales son
                    la alimentación, el ayuno prolongado, la colecistitis aguda o crónica y una hepa-
                    topatía grave.



                    Colangiografía intravenosa y medios de contraste biliar yodados
                    Historia
                        No fue hasta 1924 cuando Graham y Cole [4] idearon la colecistografía. Esta
                    técnica supuso un importante paso en la visualización de la vesícula biliar y de los
                    cálculos biliares no opacos. El colédoco se visualizaba rara vez y, cuando se lograba
                    ver, se dibujaba someramente. Esta técnica continuó utilizándose hasta 1940, año
                    en que se introdujo el ácido yodoalfiónico en Alemania, el cual mejoró la calidad de
                    la imagen colecistográfica y, lo que es igual de importante, incrementó la seguridad
                    de la técnica. Los ácidos yopanoico y triyodoetiónico se introdujeron en 1951 y en
                    1953, respectivamente.
                        La introducción de la yodipamida sódica en Alemania en 1953 abrió una puerta
                    totalmente nueva a la investigación de la fisiología y de la patología del tracto biliar.
                    Entre los primeros artículos de 1954 se encuentran los de Bell, Jutars, Orloff,
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                    1198                                                 WALD et al.


                    Glenn, Wise, O’Brien y sus respectivos colaboradores [5–9]. Estas primeras
                    publicaciones señalaban la posibilidad de visualizar con una regularidad satisfac-
                    toria el CBC después de la colecistectomía [10,11]. Se observaron reacciones leves,
                    pero no se notificó ninguna muerte.
                       En 1955 se comercializó la yodipamida metilglucamina en EE. UU, producto
                    que sigue comercializándose y empleándose en la actualidad (diseñado específi-
                    camente «no para uso intratecal —sólo para uso intravenoso—»).


                    Otros avances farmacológicos
                        Durante la segunda mitad de los años setenta se concibieron nuevos contraste
                    biliares, como la meglumina yotroxato y el yodoxamato. En una comparación
                    doble-ciego y publicada por Taenzer y Volkhardt sobre los contrastes más
                    recientes, aplicados a 400 casos [12], los autores revelaron unas características
                    equivalentes de visualización y un perfil más favorable de efectos secundarios (con
                    una frecuencia de la mitad) para el yotroxato en comparación con el yodoxamato.
                    Estos preparados siguen utilizándose en muchos estudios europeos actuales de
                    colangiografía por TC, pero no han llegado nunca a EE. UU.



                    Reacciones adversas de los compuestos más utilizados
                    Meglumina yodipamida
                       Nosotros no observamos ninguna reacción anafiláctica después de evaluar un
                    grupo de 2.034 inyecciones aplicadas durante la colangiografía i.v. tradicional a lo
                    largo de 8 años. En este estudio, comprobamos que el factor más importante que
                    influye en las reacciones es la velocidad de inyección. La administración rápida del
                    compuesto se sigue de un claro aumento en la frecuencia, no necesariamente en la
                    intensidad, de las reacciones adversas leves, como náuseas y vómitos.
                       Las reacciones adversas leves a la yodipamida meglumina pueden reducirse
                    hasta un 4,1%, como proponen Ott y Gelfand [13] en una revisión, si la dosis se
                    mantiene en 20 ml, si se administra lentamente y si el paciente no está deshidratado.
                    Maglinte [14] también halló una tasa baja de reacciones adversas, del 0,9%, en su
                    serie de 113 colangiografías i.v. consecutivas.


                    Meglumina yotroxato
                       El compuesto más reciente de meglumina yotroxato se asoció a una tasa total de
                    reacciones adversas leves del 2,3% entre 80 pacientes de una institución sanitaria
                    [15]. Breen et al. [16] describieron 2 reacciones adversas leves sobre un total de
                    300 colangiografías por TC con inyección i.v. de meglumina yotroxato. En una
                    revisión más amplia, Sacharias describió 11 reacciones adversas leves y moderadas
                    ocurridas durante un total de 1.061 infusiones de meglumina yotroxato [17], tasa
                    que se aproxima al 1%. Nilsson realizó un estudio prospectivo combinado (de 196 pa-
                    cientes), así como una revisión retrospectiva de la literatura disponible durante el
                    período de 1975 a 1985 y encontró una tasa acumulativa de reacciones adversas a
                    los compuestos de yotroxato del 3,5%; sin embargo, se incluyó el yotroxato en
                    distintas formulaciones y las tasas señaladas en los diferentes artículos variaron
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                                           ACTUALIZACIÓN DE LAS TÉCNICAS DE IMAGEN DE LA VÍA BILIAR                                  1199

                    [18]. En una serie grande de colangiografías i.v. efectuadas a 1.000 pacientes entre
                    1991 y 1995, Lindsey [19] halló una tasa total de reacciones adversas leves del 0,7%.


                    Colangiografía y bilirrubina sérica
                        Robbins et al. [20] indicaron que la colangiografía i.v. con meglumina yodoxa-
                    mato resulta factible incluso entre pacientes con valores altos de la bilirrubina
                    sérica. Otros autores han señalado que la exclusión de los pacientes con cifras
                    séricas de bilirrubina de 3 mg/dl o superiores determinaría una tasa de explora-
                    ciones poco satisfactorias tan reducida como del 0,9% [15], mientras que, si se
                    incluye a aquellos con valores elevados, aumenta el número de estudios no
                    diagnósticos. En nuestra consulta aplicamos un valor sérico de bilirrubina superior
                    a 2 mg/dl como contraindicación relativa para la colangiografía i.v. por TC.
                    En situaciones clínicas desesperadas tratamos de explorar a los pacientes con
                    cifras de bilirrubina que llegan hasta 5 mg/dl si bien el éxito es relativo. Dada la
                    exquisita calidad de la imagen de los actuales escáneres para la TCMD actuales (en
                    comparación con el equipo utilizado en los estudios ya mencionados), se podría
                    obtener un estudio diagnóstico incluso con una excreción mínima del contraste
                    biliar.
                        El riesgo pequeño pero real de reacciones adversas leves se encuentra, en
                    nuestra opinión, más que justificado por el enorme beneficio de la obtención de
                    información preoperatoria exacta sobre la anatomía pertinente de la vía biliar, en
                    particular en el contexto de las donaciones de hígados de personas vivas o de la
                    cirugía biliar compleja. La administración de meglumina yodopamida y el estudio
                    de los pacientes citados con colangiografía i.v. por TC 3D se ha convertido en parte
                    del estudio preoperatorio sistemático. Las imágenes obtenidas se pueden fusionar
                    con modelos vasculares extraídos de otras fases de la TC durante la misma sesión,
                    como se expone detalladamente más adelante en este mismo artículo.


                    La experiencia de la Lahey Clinic con la colangiografía intravenosa
                       En la Lahey Clinic, una de las instituciones pioneras en el uso de la colangio-
                    grafía i.v., el primer colangiograma i.v. se realizó en abril de 1954. Durante los
                    5 años siguientes se aplicaron 2.034 inyecciones de meglumina yodopamida a
                    1.829 personas. De estas 2.034 inyecciones, 609 se administraron a hombres,
                    y 1.425, a mujeres. Se logró visualizar los conductos biliares en el 89,2% de las
                    ocasiones. En la Lahey Clinic sólo se examinó a pacientes sintomáticos tanto
                    durante las inyecciones previas a la colecistectomía como durante las posteriores.


                    Colangiografía intravenosa en la era laparoscópica inicial
                        La utilidad de la colangiografía i.v. tradicional para detectar los cálculos del CBC
                    está demostrada en numerosas series, pero se ha acentuado en la era de la cole-
                    cistectomía laparoscópica. Lindsey et al. [19] describieron una sensibilidad del
                    93,3% y una especificidad del 99,3% para detectar los cálculos del CBC (en
                    comparación con la CRE en casos positivos) en su serie amplia. La CPRM y la CRE
                    constituyen alternativas viables a esta técnica.
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                    1200                                                 WALD et al.



                    Colangiografía radioscópica y colangiografía con bario
                    Estudio del árbol biliar
                       En una consulta ideal, el radiólogo debería ofrecer la posibilidad de la visuali-
                    zación radioscópica durante la colangiopancreatografía retrógrada endoscópica
                    (CPRE). Los radiólogos podrían añadir valor diagnóstico, como mínimo, inter-
                    pretando las imágenes de CPRE obtenidas por el endoscopista. La realidad de
                    muchas consultas es que el radiólogo jamás ve una CPRE, salvo en las sesiones
                    interdepartamentales. Sin embargo, siguen realizándose estudios radioscópicos
                    para visualizar el árbol biliar. Uno de ellos es la colangiografía con drenaje biliar,
                    realizada después del trasplante hepático, de las resecciones hepáticas segmenta-
                    rias o de la cirugía del colédoco. Las indicaciones comprenden: 1) evaluación de la
                    vía biliar tras la colocación percutánea de catéteres biliares transhepáticos para
                    explorar fístulas biliares o una posible estenosis, y 2) colocación previa de un tubo
                    de colecistostomía para garantizar la eliminación total de los cálculos biliares,
                    verificar la permeabilidad del conducto cístico y comprobar que no quedan cálculos
                    en el colédoco.
                       La colangiografía con bario sigue siendo una prueba poco habitual que puede
                    ofrecer una información esencial para los pacientes con anastomosis bilioyeyu-
                    nal (ABY).
                       El cirujano debe comunicar la naturaleza de la cirugía al radiólogo para que
                    pueda efectuar una exploración exacta que responda a las preguntas clínicas
                    concretas.


                    Colangiografía radioscópica postoperatoria
                        La colangiografía a través del tubo en T después de la colecistectomía, con
                    exploración del colédoco, constituyó un procedimiento habitual en otra época. En
                    general, tras la operación solía dejarse el tubo en T más grande que encajara dentro
                    del colédoco y se realizaba una colangiografía antes de retirar el tubo. Actual-
                    mente, tras la colecistectomía laparoscópica con exploración del colédoco, el
                    cirujano puede dejar un pequeño catéter recto o el tubo en T del tamaño más
                    pequeño posible si sospecha un traumatismo intraoperatorio del árbol biliar o la
                    retención de cálculos. La colangiografía posterior puede revelar lesiones, como una
                    fuga desde ramitas accesorias del conducto hepático derecho que se comunique
                    directamente con la luz de la vesícula biliar (fig. 1).
                        Después del alotrasplante hepático de donantes cadavéricos o vivos, nuestros
                    cirujanos dejan habitualmente un catéter de calibre 5F en el árbol biliar como
                    soporte mecánico de la anastomosis reciente y para evaluar posteriormente la
                    anastomosis entre el conducto biliar trasplantado y el conducto nativo del receptor
                    o la ABY. El contraste tiende a fluir libremente hacia el duodeno si el paciente tiene
                    una ampolla normal, en lugar de hacerlo retrógradamente hacia los conductos
                    intrahepáticos. Si la anastomosis y el conducto biliar injertado inferior a ella no se
                    logran visualizar inicialmente, el radiólogo puede intentar diversas maniobras para
                    definir la anatomía. La base para ellos es que el contraste radiológico tiene una
                    densidad mayor que la bilis y, por este motivo, tiende a fluir hacia delante y sedi-
                    mentar en las porciones inclinadas del sistema biliar. Durante la inyección manual
                    se aplicará una presión cuidadosa para minimizar el riesgo de colangitis.
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                                           ACTUALIZACIÓN DE LAS TÉCNICAS DE IMAGEN DE LA VÍA BILIAR                                  1201




                    Figura 1. Fuga del ducto de Luschka. En esta imagen (colangiograma con tubo en T) obtenida
                    después de la colecistectomía se observa el escape desde una raíz intrahepática que se comunica
                    con la fosa cística. El perspicaz cirujano reconoció la cantidad mínima de bilis que escapa del hígado
                    al lecho de la vesícula. Se dejó un tubo en T para garantizar una baja presión en la vía biliar y facilitar
                    la exploración de control. Al repetir la colangiografía más adelante, la fuga había desaparecido y se
                    retiró el tubo en T.


                        En los trasplantes de hígado cadavérico, el cirujano anastomosa el CBC del
                    donante al del receptor, casi siempre justo por encima del conducto cístico [21].
                    Habitualmente se inserta un pequeño catéter a través del muñón del conducto
                    cístico. En los trasplantes de hígado de un donante vivo emparentado, el
                    conducto hepático derecho suele anastomosarse con un asa yeyunal. Normal-
                    mente, se coloca un catéter de pequeño calibre justo distal a la anastomosis, dentro
                    de la porción intrahepática del conducto hepático derecho. En las resecciones
                    hepáticas por tumores o traumatismos, el cirujano crea una anastomosis como la
                    indicada, en virtud de la relación del hígado remanente con el árbol biliar y el CBC.
                    Se pueden crear una o varias hepatoyeyunostomías. Tras la resección de un
                    colangiocarcinoma hiliar puede haber dos o más anastomosis entre el conducto
                    hepático y el intestino. Tras la resección de una estenosis o de un tumor del CBC, se
                    moldea una anastomosis coledococoledociana o coledocoyeyunal, en función de la
                    longitud del colédoco que deba extirparse.
                        El objetivo de la colangiografía postoperatoria a través del catéter biliar, al
                    margen de la naturaleza de la operación, es evaluar si existe una estenosis o una
                    fuga [22]. Rara vez se aprecia una obstrucción mecánica motivada por acodamiento
                    o espesamiento del barro biliar. Es imprescindible obtener una proyección tardía a
                    los 10 min para demostrar el drenaje adecuado del contraste y, por tanto, la per-
                    meabilidad de la anastomosis. Para este fin, hay que inclinar la mesa de exploración
                    y servirse de la gravedad, con objeto de que el contraste fluya adecuadamente fuera
                    de los conductos biliares intrahepáticos. Otros signos consisten en el aspecto en
                    araña de los conductos, que indica un edema hepático inespecífico, alteraciones
                    vasculares o quizá una inyección temprana. Al terminar la exploración, se lavará el
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                    catéter biliar con 10 ml de solución salina fisiológica estéril, como mínimo, para
                    evitar la cristalización del contraste y la oclusión posterior del tubo.


                    Colangiografía con bario
                       Así como el cirujano ajusta cada operación al problema concreto del paciente, el
                    radiólogo debe estar preparado para modificar cualquier exploración de un
                    paciente complejo recién operado. Las alteraciones anatómicas obligan a adaptar
                    las exploraciones a cada contexto. La colangiografía baritada es una exploración
                    adaptada (fig. 2A, B) [23,24].
                       Los pacientes sometidos a ABY en el contexto de una operación de Whipple o a
                    los que se ha reparado un traumatismo de los conductos biliares o se les ha extir-
                    pado un tumor ofrecen dificultades para el estudio. El aire del árbol biliar puede
                    interferir la colangiografía por RM. La longitud del asa yeyunal impide a veces la
                    CRE. La colangiografía percutánea puede definir sólo un segmento biliar y no
                    dibujar la anatomía y la idoneidad de la ABY. En estas circunstancias resulta útil la
                    colangiografía con bario.
                       Esta exploración exige una observancia rigurosa de la técnica por el radiólogo y
                    los técnicos. Para asegurarse que el esófago, el estómago y el duodeno se
                    encuentran normales, se realiza un estudio sistemático de los tramos altos del tubo
                    digestivo. Durante el resto de la exploración, lo más importante es servirse de la
                    gravedad para desplazar el bario ingerido hacia delante y luego a través de
                    la anastomosis biliointestinal. La ingestión oral lenta y continua de bario por el
                    paciente, colocado en una posición rigurosa de decúbito lateral derecho, sólo se
                    interrumpe cada 15 min para tomar radiografías cenitales de la región epigástrica.
                    Si aparece bario en la rama yeyunal ascendente cerca de o (si las anastomosis son
                    permeables) en los conductos biliares, y en el momento en que esto ocurra, el




                    Figura 2. (A) Sir Anthony Eden, entonces ministro de Asuntos Exteriores de Inglaterra, fue
                    remitido y operado en la Lahey Clinic en 1953 tras sufrir un traumatismo coledociano durante la
                    colecistectomía. El colangiograma con bario de control, efectuado en 1965 por un episodio de
                    fiebre, reveló una anastomosis intacta con una mínima distorsión. (B) Los episodios febriles
                    recidivantes iniciados en 1969 obligaron a repetir el colangiograma con bario, en el que sólo se llenó
                    una raíz importante. Este dato hizo que se revisara la anastomosis y los síntomas del paciente
                    desaparecieron. Finalmente, murió de un carcinoma metastásico de próstata en 1977.
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                                           ACTUALIZACIÓN DE LAS TÉCNICAS DE IMAGEN DE LA VÍA BILIAR                                  1203

                    radiólogo efectuará una radioscopia explorando cuidadosamente los detalles de la
                    ABY. La posición de Trendelenburg ayuda a definir mejor la anastomosis. La
                    compresión manual de la rama yeyunal, que contribuye a impulsar el bario hacia el
                    hígado, puede rellenar la ABY. Si hay bario dentro de los conductos intrahepáticos
                    pero no en la anastomosis, la inclinación suave de la mesa hacia arriba puede hacer
                    que el bario drene desde los conductos intrahepáticos hacia la ABY, momento en el
                    que se obtienen exposiciones radioscópicas en proyecciones óptimas. La falta de
                    visualización de la anastomosis no prueba ninguna anomalía. La probabilidad
                    de éxito en la visualización depende de la longitud del asa yeyunal.
                       Esta técnica puede dibujar cálculos biliares atrapados encima de la anastomosis,
                    estenosis anastomóticas, estenosis intrahepáticas segmentarias o conductos omi-
                    tidos (fig. 3A–C). El conocimiento de la anatomía normal de los conductos biliares




                    Figura 3. (A) Quiste coledociano: colangiografía con bario de un paciente con elevación de las
                    enzimas hepáticas y episodio de fiebre que presentaba un quiste coledociano extraído 14 días antes.
                    Se aprecia una raíz dilatada sin aparente comunicación con el hilio. La anastomosis y las demás
                    raíces parecen normales. (B) Esta colangiografía percutánea revela un segmento irregular y
                    estrechado entre el conducto dilatado y la región anastomótica hiliar. Se tomó una muestra por
                    cepillado de este segmento para descartar una enfermedad maligna y luego se calificó como cicatriz
                    regional. (C) Se logró una dilatación percutánea satisfactoria del segmento estenosado. El paciente
                    mejoró y ha permanecido asintomático durante 5 años.
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                    es esencial, así como el de la técnica quirúrgica para reconocer adecuadamente la
                    ausencia de llenado de las raíces biliares de un determinado paciente.


                    Colangiografía por tomografía computarizada
                    Historia
                       Las primeras tentativas para el uso de la TC en la visualización del árbol biliar se
                    basaron en un estudio en el que se administró ácido yopanoico por vía oral y luego
                    se aplicó la TC convencional; se visualizaron los conductos biliares de 106 sobre
                    121 pacientes [25,26]. Esta técnica antigua no permitía obtener conjuntos de datos
                    contiguos adecuados para el diagnóstico de la enfermedad biliar y una visualización
                    satisfactoria (3D). El advenimiento posterior de los escáneres de TC helicoidal hizo
                    posible por primera vez la visualización «volumétrica» en la TC que, a su vez,
                    habilitó mejoras para la TC del tracto biliar. Mediante un barrido contiguo con una
                    sola apnea se pudo obtener una mayor cobertura anatómica.
                       Otro factor que impulsó el interés por la visualización de la anatomía biliar fue la
                    popularidad creciente de las técnicas quirúrgicas laparoscópicas, en particular de
                    la colecistectomía. El campo limitado de visión inherente a esta técnica en com-
                    paración con la colecistectomía abierta justificaba el mayor interés de los cirujanos
                    por una mejor visualización preoperatoria del sistema biliar.
                       Varios autores presentaron una técnica para visualizar el hígado y el árbol biliar
                    tras la administración exclusiva de contraste i.v. y la extracción electrónica de los
                    conductos biliares no contrastados en una estación de trabajo [27–29]. Pese a que
                    esta técnica no resulte adecuada para detectar la colelitiasis y las ramas intrahe-
                    páticas de mayor orden, sirve de complemento de la TC convencional con contraste
                    cuando la anatomía y el patrón de ramificación de los conductos biliares centrales
                    más grandes, los de primer orden, reviste algún interés, quizá en el contexto de la
                    planificación quirúrgica. Muestra unos resultados especialmente buenos y supone
                    una alternativa interesante para los pacientes con dilatación (obstrucción) de los
                    conductos biliares, que a menudo presentan elevación de la bilirrubina sérica y que,
                    por esta razón, no pueden recibir contraste biliar i.v. bajo ningún concepto [30,31].
                       La colangiografía por TC con administración oral de contraste (ácido yopa-
                    noico) se revisó posteriormente en virtud de su bajo coste y de la sencillez de la vía
                    de administración oral [32–34]. Los resultados son contradictorios; el contraste oral
                    debe administrarse muchas horas antes de la exploración, por lo que este método
                    no resulta adecuado para situaciones clínicas agudas/subagudas, y la opacificación
                    de los conductos biliares y de la vesícula ha resultado menos fiable que con el
                    contraste i.v.


                    Colangiografía por tomografía computarizada en pacientes sintomáticos
                       Klein et al. [35] compararon la colangiografía i.v. convencional con la colan-
                    giografía por TC y encontraron que el árbol biliar se visualizaba mejor con la TC y
                    en las reconstrucciones 3D de la anatomía pertinente antes de la colecistectomía
                    laparoscópica. Otros investigadores experimentaron con este método innovador
                    de crear imágenes 3D del árbol biliar [36–41].
                       Stockberger et al. [42] compararon la colangiografía por TC con la CPRE entre
                    pacientes con una sospecha clínica de patología biliar. La exactitud diagnóstica
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                                           ACTUALIZACIÓN DE LAS TÉCNICAS DE IMAGEN DE LA VÍA BILIAR                                  1205

                    frente a la coledocolitiasis se correlacionó bien con la de la CPRE (7 de 8 casos
                    positivos). En un estudio sobre 80 pacientes sintomáticos con posible coledocoli-
                    tiasis, la colangiografía i.v. por TC se comparó con la CPRE [15]. La colangiografía
                    por TC arrojó una sensibilidad del 89% y una especificidad del 98% en la detección
                    de los cálculos (que se hallaban presentes en 18/80 pacientes).
                       La colangiografía i.v. por TC dibujó con exactitud la anatomía de la confluencia
                    entre los conductos hepáticos y el CBC y las ramas de mayor orden en el 100 y en el
                    81% de los pacientes de otro estudio, respectivamente [43].
                       La colangiografía por TC se correlacionó con la CRE a la hora de reconocer la
                    enfermedad biliar obstructiva; sin embargo, la CRE caracterizó mejor la longitud
                    exacta de las estenosis de las ramas intrahepáticas de mayor orden [37].


                    Indicaciones propuestas
                       Pacientes sintomáticos con antecedentes de colecistectomía (se evita el riesgo de
                          los efectos secundarios asociados a la CRE) [42]
                       Antes de la colecistectomía programada (sobre todo, para detectar variaciones
                          anatómicas), en sustitución de cualquier técnica de imagen intraoperatoria
                          [14,39,44–46]
                       C(P)RE fallida, hecho que sucede en el 5 al 10% de la mayoría de las series en la
                          literatura gastroenterológica [1]
                       Sospecha de coledocolitiasis, colangiopatía obstructiva [15,47–50]
                       Sospecha de neoplasia maligna biliar (debe combinarse siempre con una TC del
                          hígado con realce del contraste vascular para detectar la enfermedad extra-
                          luminal y mejorar la sensibilidad global en la detección de los tumores
                          malignos biliares [51,52])
                       Antes de la cirugía biliar compleja reparadora o curativa (hiliar) [53]
                       Estudio de posibles donantes vivos de hígado [54,55]
                       Visualización postoperatoria de posibles complicaciones biliares tras el trasplante
                          de hígado [56–58]
                       Puede aportar información diagnóstica complementaria (funcional) a la de la
                          CPRM, sobre todo entre pacientes con aire biliar (atribuido a la esfinterotomía
                          o a una anastomosis biliointestinal previa) [59]
                       Visualización no invasiva de un sistema biliar de pacientes con contraindicaciones
                          (relativas) para la CPRM, como cuerpos extraños metálicos oculares o grapas
                          de aneurismas cerebrales incompatibles con la RM, inserción previa de mar-
                          capasos o claustrofobia
                       Traumatismo biliar (como parte del amplio estudio en combinación con la TC con
                          realce del contraste vascular) [41]



                    Técnica de exploración
                       Si existen antecedentes de reacción adversa al material de contraste yodado,
                    seguimos nuestra política institucional de preparación frente a la alergia: se infunde
                    lentamente por vía intravenosa durante 20 min 1 vial (20 ml) de meglumina yodi-
                    pamida [concentración del 52%] mezclado con 100 ml de solución salina fisiológica.
                    Una vez terminada la infusión, esperamos 20 min y a continuación visualizamos la
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                    1206                                                 WALD et al.


                    vía biliar con un escáner TCMD de 64 exposiciones. Para la adquisición se usa la
                    anchura mínima del detector, habitualmente 0,6 mm, con lo que se puede visualizar
                    en general todo el hígado en menos de 10 s.
                        Las imágenes se reconstruyen de manera superpuesta en cortes de 1,2 mm, que
                    luego se transfieren a una estación de trabajo para el procesamiento posterior de la
                    imagen y la reconstrucción 3D. Si existe alguna indicación de obtener imágenes de
                    la región alta del abdomen con contraste vascular, solemos empezar con esta parte
                    de la exploración y luego continuamos con la colangiografía por TC.
                        Si el paciente ha sido sometido a una hepatectomía parcial previa y presenta una
                    o varias anastomosis biliointestinales, se le coloca en una posición que permita que
                    el hígado remanente quede en la parte declive del epigastrio. Obtenemos un
                    barrido en esa posición y luego colocamos otra vez al paciente en decúbito supino o
                    incluso en la dirección contraria y repetimos de inmediato una nueva toma. Esta
                    técnica maximiza la acumulación inicial del contraste en los conductos situados en
                    posición declive y el flujo posterior a través de las anastomosis para evaluar su
                    permeabilidad.
                        En una publicación reciente de Breiman et al. [60] se propuso que la premedi-
                    cación con morfina i.v. de los pacientes (en este caso concreto, donantes sanos
                    potenciales de hígado) antes de la colangiografía por TC no mejoraba el llenado ni
                    la visualización de los conductos biliares.


                    Análisis de las imágenes
                       La visualización electrónica en un archivo de imágenes y almacenamiento en
                    ordenadores (PACS, del inglés picture archiving and computer storage) o monitor
                    de la estación de trabajo facilita mucho el análisis de la multitud de imágenes
                    digitales creadas durante la exploración. Se pueden emplear muchas técnicas
                    diferentes de visualización interactiva.
                        El apilamiento axial simple según la secuencia adquirida (fig. 4A) exige un
                         desplazamiento interactivo del conjunto de datos mientras se visualizan las
                         imágenes para entender la anatomía biliar.
                        La estación de trabajo 3D facilita la reconstrucción de las imágenes y una
                         evaluación más intuitiva de la anatomía biliar, como las imágenes de pro-
                         yección de máxima intensidad (fig. 4B).
                        El procesamiento 3D más avanzado con programas exclusivos dibuja modelos
                         muy fieles de todo el árbol biliar dentro del volumen parenquimatoso hepático
                         (fig. 4C) y permite, además, la fusión de las imágenes vasculares con las biliares.
                         Las imágenes resultantes de alta fidelidad representan un instrumento pode-
                         roso de planificación para el cirujano y revelan la compleja anatomía hepática,
                         incluidos todos los vasos portales, arteriales hepáticos y venosos, y los con-
                         ductos biliares interrelacionados entre sí y con el plano previsto de resección
                         (fig. 4D).

                       Al interpretar las imágenes de la colangiografía por TC, hay que recordar que
                    esta técnica no opacifica los conductos biliares con una presión positiva. La velo-
                    cidad de excreción del contraste depende de la función de los hepatocitos, e incluso
                    entre pacientes con una función hepática normal, el flujo del contraste no basta
                    para decidir si un estrechamiento visible de un conducto o de una anastomosis
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                                           ACTUALIZACIÓN DE LAS TÉCNICAS DE IMAGEN DE LA VÍA BILIAR                                  1207




                    Figura 4. (A) Colangiograma por TC, imagen axial cerca del hilio hepático: los conductos biliares
                    brillan con el contraste. (B) Proyección de máxima intensidad (MIP) coronal oblicua de la
                    colangiografía por TC en la que se aprecian la vesícula biliar, el conducto cístico, la porción
                    proximal del CBC y los conductos intrahepáticos. (C) Imagen por reconstrucción volumétrica del
                    colangiograma por TC, que muestra el hígado y todo el árbol biliar marcado según el esquema
                    segmentario de Couinaud. (D) Imagen 3D compuesta para la planificación quirúrgica derivada
                    mediante fusión de modelos de la TC multifásica con contraste vascular (fase arterial y portal) y del
                    colangiograma por TC. Se ilustra el injerto previsto del lóbulo derecho, la línea de resección de la
                    hepatectomía y la compleja anatomía hiliar.



                    limita realmente el flujo y posee, en consecuencia, relevancia funcional. Las zonas
                    focales aparentemente breves de estrechamiento en las anastomosis biliointesti-
                    nales son hallazgos esperables y, a menudo, carecen de consecuencias funcionales
                    aparentes. Por otro lado, la dilatación segmentaria de los conductos biliares o
                    incluso la ausencia segmentaria de excreción del contraste, en presencia de seg-
                    mentos mortales en el hígado adyacente, puede corroborar el diagnóstico de una
                    estenosis anastomótica con repercusión funcional.
                        Una de las mayores ventajas de la colangiografía i.v. por TC sobre la CPRM
                    tradicional es su capacidad para representar incluso conductos biliares pequeñí-
                    simos y no dilatados debido a la excreción activa del contraste biliar, así como al
                    contraste y a la resolución espacial extraordinarios de los modernos escáneres. Esta
                    característica cobra especial importancia al planificar la donación del segmento
                    hepático lateral izquierdo de un adulto o de un niño, puesto que los conductos
                    biliares periféricos de los segmentos 2 y 3 son estructuras extremadamente
                    pequeñas. Yeh et al. [55] compararon la colangiografía i.v. por TC con la CRM
                    convencional y excretora a la hora de mostrar los conductos biliares de los posibles
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                    1208                                                 WALD et al.


                    donantes de hígado y observaron un mejor rendimiento de la técnica basada en la
                    TC. Nosotros no hemos visto ni un solo colangiograma por TC no diagnóstico
                    después de más de 200 exploraciones preoperatorias de donantes de hígado en
                    nuestra institución.



                    Colangiografía por tomografía computarizada en el contexto de la cirugía
                    y de la intervención hepáticas
                       En ocasiones, aplicamos la colangiografía i.v. por TC a pacientes con grandes
                    tumores hepáticos primarios o secundarios, casi siempre para la planificación
                    operatoria. Mientras exista una función hepatocítica residual en los segmentos
                    hepáticos afectados, la opacificación de los conductos biliares suele ser posible
                    y las imágenes biliares resultantes se pueden mezclar con los modelos vascula-
                    res 3D. Entre los pacientes con una obstrucción biliar (maligna), el primer paso
                    es el drenaje percutáneo o interno tras la colocación de una endoprótesis;
                    luego, una vez recuperada la función hepática, se puede ejecutar una colangiografía
                    por TC, tras un período razonable de 10 a 14 días, en función de la bilirrubina
                    sérica.
                       En algunas ocasiones, hemos obtenido colangiogramas por TC de pacientes que
                    debían someterse a una técnica percutánea de acceso biliar y en los que resultaba
                    difícil conocer la mejor vía de acceso (p. ej., receptores de trasplante del lóbulo
                    derecho del hígado con varias anastomosis biliointestinales, algunas de ellas
                    potencialmente obstruidas en parte). Las reconstrucciones 3D del árbol biliar
                    de estos pacientes, que presentan imágenes 3D fusionadas de la pared torácica y de
                    otras referencias anatómicas externamente visibles, resultan útiles porque identi-
                    fican una vía segura de acceso biliar percutáneo y reducen la duración de la
                    intervención.



                    Colangiografía por tomografía computarizada por vía intravenosa
                    preoperatoria frente a colangiografía directa intraoperatoria de posibles
                    donantes de hígado
                       La utilidad y la exactitud de la visualización biliar preoperatoria en el contexto
                    del trasplante total o parcial del hígado están perfectamente documentadas
                    [36,54–56].
                       En una pequeña serie prospectiva de la Lahey Clinic con un protocolo aprobado
                    por el Internal Review Board (Christoph Wald, MD, PhD, datos no publicados,
                    2003), comparamos la TC i.v. preoperatoria con la colangiografía directa intrao-
                    peratoria de donantes del lóbulo derecho sometidos a trasplante de hígado de un
                    donante adulto vivo. La TC reconoció correctamente todos los conductos biliares
                    en comparación con la técnica laboriosa de visualización intraoperatoria y pro-
                    porcionó, como ventaja añadida, imágenes 3D fusionadas con las tomas de la fase
                    vascular realzada con contraste. Desde que aplicamos este cambio, nuestros ciru-
                    janos no han notificado ningún desajuste importante entre los hallazgos preope-
                    ratorios de las imágenes biliares y los datos intraoperatorios de más de 70 pacientes
                    sometidos a una hepatectomía derecha como donantes.
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                                           ACTUALIZACIÓN DE LAS TÉCNICAS DE IMAGEN DE LA VÍA BILIAR                                  1209

                    Colangiografía por tomografía computarizada mediante inyección directa
                       Esta técnica puede ayudar a dibujar varias anastomosis biliointestinales qui-
                    rúrgicas (solapadas), posibles estenosis biliares, una anatomía postoperatoria
                    compleja con múltiples grapas quirúrgicas y la presencia de endoprótesis metálicas.
                    Si el paciente se ha sometido anteriormente a una intervención biliar percutánea y
                    queda un drenaje o tubo de acceso biliares, este puede emplearse para suministrar
                    directamente el contraste en el sistema biliar. La inyección directa se sigue de un
                    excelente llenado ductal y ofrece la posibilidad de la reconstrucción 3D y de la
                    fusión con las imágenes de la TC de la fase vascular.
                       Nosotros utilizamos contraste yodado diluido en 4 a 5 partes (volúmenes) de
                    solución salina estéril que se inyecta bajo guía radioscópica; luego, trasladamos al
                    paciente a la mesa de TC o bien administramos directamente el contraste en la
                    mesa de TC. La visualización se efectúa de manera análoga a la técnica de colan-
                    giografía i.v. por TC descrita, creando reconstrucciones 3D.
                       Las imágenes 3D resultantes proporcionan, a menudo, visiones espaciales
                    detalladas y correctas del sistema biliar, como se ilustra en este ejemplo clínico de
                    un paciente sometido a una colecistectomía difícil que motivó la lesión de dos
                    conductos biliares del lado derecho. Después de su remisión, el paciente se sometió
                    a reconstrucción biliar con tres anastomosis biliointestinales. Posteriormente,
                    surgió la duda clínica sobre la permeabilidad de las anastomosis. Inyectamos el
                    contraste yodado diluido en el asa intestinal a través de uno de los catéteres biliares
                    que se había dejado en esa asa. El contraste refluyó a los tres sistemas ductales
                    como se comprobó perfectamente en la reconstrucción 3D y mostró la permeabi-
                    lidad de las mismas (fig. 5A, B).
                       En una pequeña serie de Kim et al. [61] se compararon los signos de la colan-
                    giografía por TC mediante inyección directa con los hallazgos intraoperatorios y
                    anatomopatológicos. El grado de afectación ductal maligna de los 11 pacientes fue




                    Figura 5. (A) Visión frontal de una imagen de TC con reconstrucción volumétrica en 3D del
                    hígado, de los conductos biliares y del asa intestinal ascendente de un paciente con tres anastomosis
                    biliointestinales, obtenida tras la inyección del contraste en la luz yeyunal a través del tubo. (B) Esta
                    detallada visión oblicua posterior, con reconstrucción volumétrica, pone de manifiesto tres anas-
                    tomosis permeables.
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                    1210                                                 WALD et al.


                    correctamente identificado con esta técnica en los 11 planos de confluencia biliar
                    primaria y en 18 de los 19 planos secundarios; los autores concluyeron que esta
                    técnica resulta exacta y permite definir la extensión de la invasión ductal por el
                    colangiocarcinoma hiliar, sobre todo entre los pacientes que han recibido drenaje
                    biliar externo previo.


                    Colangiopancreatografía por resonancia magnética
                       La exactitud diagnóstica de la CPRM ha quedado expuesta en diversos tras-
                    tornos clínicos del árbol biliar durante el último decenio [62–66]. La dilatación
                    ductal, los tumores, las estenosis y los cálculos se pueden visualizar fácilmente. Las
                    indicaciones actuales de la CPRM son similares a las de las CPRE diagnóstica, pero
                    abarcan, asimismo, aquellos estados postoperatorios en los que no resulta posible
                    el acceso a la papila mayor con el endoscopio.


                    Consideraciones técnicas
                       En general, se emplean dos métodos diferentes para visualizar el árbol biliar con
                    la RM. El primero y más utilizado depende de la visualización de estructuras, llenas
                    de líquido, en secuencias fuertemente potenciadas en T2. El líquido da una señal
                    alta en las imágenes debido a su propiedad física (tiempo largo de relajación). Para
                    este tipo de visualización del líquido se han empleado dos enfoques técnicos
                    diferentes: corte fino (proyección única con eco de espín rápido) y corte grueso
                    multisección (proyección única o múltiple con eco de espín rápido) (fig. 6A, B).
                    Para las técnicas de corte grueso se adquieren en un par de segundos cortes oblicuos
                    coronales de 20 a 150 mm de grosor en varios ángulos a lo largo del eje pie-cabeza.
                    Esta exploración proporciona un conjunto de imágenes que cubren proyecciones
                    en una extensión de 1801 con un tiempo aproximado de barrido de 1 min. Como




                    Figura 6. Imagen con corte grueso (A) del árbol biliar tras la hemihepatectomía derecha por un
                    colangiocarcinoma y anastomosis biliointestinal antecólica (flecha): no se aprecian grandes ano-
                    malías del árbol biliar en el hígado remanente. Se visualizan el resto del CBC y del conducto
                    pancreático principal (cabezas de flecha). Los datos posprocesados con la técnica del corte fino (B)
                    sirven para examinar la anastomosis biliar y visualizar mejor las ramas segmentarias dentro del
                    remanente hepático.
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                                           ACTUALIZACIÓN DE LAS TÉCNICAS DE IMAGEN DE LA VÍA BILIAR                                  1211

                    esta técnica de corte grueso genera enseguida una proyección bidimensional de
                    todas las estructuras llenas de líquido y contenidas en ese bloque, no se requiere
                    ningún posprocesamiento adicional para apreciar las estructuras tubulares conti-
                    guas del árbol biliar repletas de líquido. Las estructuras solapadas llenas de líquido,
                    como el estómago, las lesiones quísticas del hígado o las asas de intestino delgado/
                    grueso pueden interferir en este tipo de visualización porque enmascaran parte del
                    árbol biliar en las imágenes proyectadas. Si fuera necesario, se puede administra un
                    contraste negativo, que contiene hierro y está comercializado; con él, el líquido del
                    estómago o del duodeno se torna oscuro. Otra posibilidad es que el paciente tome
                    zumo de piña, que es más barato y surte un efecto similar. La técnica descrita del
                    corte grueso resulta ideal para la visualización panorámica de la anatomía regional.
                    Este método depende, sin embargo, de la colaboración del paciente. Las imágenes
                    pueden mostrar artefactos de susceptibilidad por el largo tiempo que se necesita
                    para adquirir los datos, y la visualización de los pequeños cálculos intraductales a
                    menudo se ve limitada por el líquido inmediatamente adyacente. Por eso, la pre-
                    sencia de pequeñas lesiones intraductales debe confirmarse con la técnica de corte
                    fino múltiple.
                       Esta segunda técnica obliga a adquirir varias imágenes con un espesor fino
                    (grosor de 2–5 mm) hasta cubrir un volumen 3D predetermiado de la anatomía del
                    paciente. Cada uno de estos cortes finos se puede tomar con una sola apnea o
                    durante una respiración superficial continua, que se corregistra con un cinturón
                    respiratorio o con un impulso del navegador para clasificar después los datos
                    adquiridos sincronizados con la respiración. Este método de cortes finos mejora la
                    resolución espacial del plano. Los tiempos más cortos de eco y el eco más breve
                    están aumentando la solidez de esta técnica frente a los artefactos de la imagen. La
                    adquisición de un conjunto de datos 3D brinda varias opciones de posprocesa-
                    miento (fig. 7A, B). Esta técnica permite detectar pequeños defectos de llenado
                    ductal y visualizar pequeños tumores.
                       En los estudios recientes se ha investigado la importancia del uso de secretina i.v.
                    para estimular la excreción de la secreción pancreática exocrina y mejorar la
                    visualización de los conductos pancreáticos cuando el paciente sufre algún tras-
                    torno pancreático. Esta técnica facilita el examen de la secreción pancreática




                    Figura 7. La proyección con reconstrucción de superficie (A) y la visión endoluminal del árbol
                    biliar (B) se pueden obtener con la técnica de corte fino. La utilidad de este posprocesamiento de la
                    imagen aún no se ha confirmado.
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                    1212                                                 WALD et al.


                    exocrina, así como el registro y el análisis de la dinámica de flujo, sobre todo de los
                    pacientes con pequeños conductos, con lo que representa mejor el detalle ductal
                    ascendente de las pequeñas ramas [67,68]. Con esta técnica se puede evaluar la
                    pancreatitis crónica, pero las estenosis sutiles de las ramas laterales proximales y las
                    dilataciones ligeras de las ramas laterales periféricas pasan inadvertidas sin el
                    estímulo secretor [69]. La visualización de los sistemas ductales ya dilatados no
                    mejora significativamente con la administración de secretina. Si esta se administra
                    de forma repetida durante 10 min, pueden obviarse de manera habitual ciertos
                    problemas de visualización debidos, por ejemplo, a la contracción del esfínter de
                    Oddi, que protruye hacia la porción distal del CBC y remeda, de esta manera, un
                    cálculo [70].
                       Las dos técnicas de CPRM descritas crean imágenes del árbol biliar basadas en
                    las propiedades físicas de la propia bilis. A diferencia de la inyección directa,
                    retrógrada o anterógrada, del contraste en el árbol biliar durante la CPRE o la
                    colangiografía transhepática percutánea (CTP), la CPRM basada en secuencias
                    muy potenciadas en T2 no permite visualizar el carácter limitante del flujo de un
                    estrechamiento ductal focal. La repercusión funcional de una estenosis de los
                    conductos biliares se puede sospechar o deducir por el grado observado de estre-
                    chamiento anatómico y de dilatación ductal ascendente en las imágenes de RM; no
                    obstante, la dilatación preestenótica no siempre aparece, sobre todo en los hígados
                    trasplantados, a pesar de que exista una importante estenosis ductal [60]. La CPRM
                    puede proporcionar información complementaria de la CPRE en casos donde el
                    contraste inyectado por vía retrógrada no supera una estenosis fuerte, ya que la
                    CPRM permite visualizar todos los segmentos preestenóticos dilatados que existen
                    [62,71]. Dado el carácter 3D de los datos, es fácil visualizar la necesidad de drenaje
                    segmentario terapéutico posterior (si no se opacifica un segmento en la CPRE), la
                    integridad del drenaje terapéutico y la extensión total de la enfermedad dentro del
                    hígado (fig. 8A, B).




                    Figura 8. (A) La CPRM muestra la estenosis abrupta del árbol biliar en la anastomosis biliodi-
                    gestiva tras la resección de un tumor de Klatskin (flecha). La dilatación preestenótica de todos los
                    segmentos se visualiza bien y puede orientar las posteriores necesidades de drenaje. (B) Las
                    imágenes de RM adquiridas junto con la CPRM ilustran una masa de tejido blando (flecha) en la
                    anastomosis y confirman el diagnóstico de recidiva tumoral.
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                                           ACTUALIZACIÓN DE LAS TÉCNICAS DE IMAGEN DE LA VÍA BILIAR                                  1213

                    Colangiopancreatografía por resonancia magnética realzada con contrastes
                    biliares para resonancia magnética
                        La visualización del árbol biliar con RM se puede realzar con los nuevos con-
                    trastes para RM que se secretan activamente a la bilis. Esta técnica se utiliza menos,
                    fundamentalmente por la escasa difusión de estos contrastes en algunos países. Un
                    contraste que se secrete activamente ofrece la ventaja de ilustrar el significado
                    funcional de una estenosis.
                        En la actualidad se comercializan un preparado de manganeso (mangafodipir
                    trisódico [Mn-DPDP]), aprobado en EE. UU. y en Europa) y dos contrastes basados
                    en gadolinio, gadobenato de dimeglumina (Gd-BOPTA) (aprobado en EE. UU. y
                    en Europa) y gadoxetato disódico (Gd-EOB-DTPA, aprobado en Europa). Des-
                    pués de su infusión se excreta una pequeña cantidad de manganeso por la bilis y
                    permite ver el árbol biliar [72]. La necesidad de una infusión lenta y algunos
                    mecanismos aún no resueltos de distribución del manganeso por diferentes órganos
                    limitan, sin embargo, el uso de la CPRM.
                        Los dos compuestos quelados basados en gadolinio, que actúan inicialmente
                    como medios de contraste extracelular para RM, son transportados después acti-
                    vamente a los hepatocitos con una latencia de 20 a 30 min debido a su carácter
                    lipófilo. Estos contrastes acortan los tiempos de relajación T1 y sirven sobre todo
                    como contrastes positivos para resaltar los hepatocitos. Parte de la dosis adminis-
                    trada, aproximadamente el 10% del Gd-BOPTA y el 50% de Gd-EOB-DTPA, se
                    secreta activamente por los hepatocitos hacia la bilis y permite la visualización del
                    árbol biliar. Este método fracasa cuando se altera la función secretora de los
                    hepatocitos. De hecho, incluso una pequeña cantidad de contraste secretada por un
                    hepatocito intacto permite visualizar la bilis realzada en las imágenes potenciadas
                    en T1. Los dos compuestos han demostrado ya su utilidad para la detección y
                    caracterización de las lesiones hepáticas en la RM y su potencialidad para visualizar
                    la función hepatocítica. Su utilidad definitiva en la visualización del árbol biliar
                    sigue siendo objeto de intensas investigaciones [73,74].


                    Anatomía normal y variantes anatómicas
                        La resolución espacial limitada de la CPRM en comparación con las imágenes
                    radioscópicas impide la visualización del árbol biliar periférico de un hígado
                    sano (sin conductos dilatados) y la pequeña porción intrapancreática distal del
                    conducto pancreático. Sin embargo, se visualizan fácilmente las ramas segmenta-
                    rias y subsegmentarias del hígado y todo el árbol biliar extrahepático. Las variantes
                    anatómicas importantes, como un orificio aberrante de la rama segmentaria
                    posterior derecha o un orificio proximal o distal del conducto cístico, se detectan sin
                    problemas.
                        En general, las dilataciones saculares múltiples de los conductos biliares
                    intrahepáticos se definen bien en las imágenes de CPRM. Estas dilataciones con-
                    génitas del sistema biliar se pueden diferenciar de los quistes hepáticos redondos y
                    lisos. La CPRM no dibuja claramente su comunicación con el árbol biliar, a dife-
                    rencia de la CPRE, donde el contraste inyectado se extiende desde el árbol hacia los
                    quistes biliares. La información adicional proporcionada por las imágenes anató-
                    micas habituales de RM, que suelen adquirirse en combinación con la exploración
                    CPRM focalizada, suele facilitar un diagnóstico más específico. La enfermedad de
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                    1214                                                 WALD et al.


                    Caroli se asocia habitualmente a un centro (una rama venosa portal) oscuro
                    (hipointenso) rodeado de un ribete (conducto biliar dilatado) brillante (hipe-
                    rintenso) en las imágenes potenciadas en T2, el denominado «signo del punto
                    central» en las imágenes de RM.


                    Enfermedad inflamatoria biliar
                       Los signos de enfermedad biliar inflamatoria en la RM se parecen a los de la
                    CPRE. Las estenosis de la colangitis esclerosante primaria (CEP) se representan
                    como pequeños estrechamientos cilíndricos segmentarios atribuibles a la dilatación
                    preestenótica que habitualmente es mínima o nula. A diferencia de la CPRE, en la
                    que las ramas distales del árbol biliar son distendidas por el contraste inyectado,
                    la CPRM no suele mostrar la alteración patológica inicial del árbol biliar periférico,
                    puesto que estos pequeños conductos biliares se encuentran habitualmente
                    colapsados en el momento en que se adquieren las imágenes. Las fases tardías de la
                    enfermedad se caracterizan por estenosis biliares multifocales. El aspecto «afilado»
                    de los conductos biliares, si alterna con zonas de dilatación segmentaria, posee la
                    misma exactitud diagnóstica en la CPRM que en la CPRE. Dado el mayor riesgo de
                    complicaciones de la CPRE aplicada a pacientes con colangitis esclerosante pri-
                    maria, la CPRM debería considerarse la técnica de elección de imagen para el
                    estudio fundamental de la posible colangitis esclerosante primaria, para el segui-
                    miento de los pacientes con este diagnóstico y para descartar otras causas de
                    colestasis extrahepática [75]. Además, el uso de la CPRM tiene una mejor relación
                    coste-eficacia que el de la CPRE en la CEP [76].


                    Colelitiasis/coledocolitiasis
                        Si se utiliza la técnica de corte fino, los pequeños conductos intraductales apa-
                    recen como vacíos bicóncavos de la señal dentro de la luz. Dada la resolución
                    limitada de la CPRM pueden pasar inadvertidos los cálculos con un diámetro
                    inferior a 3 mm, especialmente los situados inmediatamente antes de la ampolla
                    [77]. Si los pequeños cálculos no están rodeados de bilis, pueden interpretarse
                    erróneamente como estenosis o estrecheces. El estrechamiento fisiológico del CBC
                    a la altura del hilio hepático, atribuido a la compresión de la arteria hepática que se
                    cruza o a la compresión de la porción distal del CBC por divertículos duodenales
                    periampulares, suele reconocerse en las secuencias adicionales de RM.


                    Estenosis benignas y malignas
                       Las estenosis benignas aparecen como un estrechamiento tubular de los con-
                    ductos biliares, de paredes lisas, asociado en ocasiones a un ligero desplazamiento
                    del conducto por la fibrosis concomitante [64,78]. El grado de estenosis se repre-
                    senta mejor en las imágenes de corte fino. Estas y la proyección de máxima
                    intensidad (MIP) tienden a sobrestimar el grado de estenosis. La CPRM se adapta
                    perfectamente para el control de las anastomosis biliointestinales porque las
                    estenosis focales de los conductos biliares, los cálculos, el número de anastomosis y
                    los segmentos asociados se visualizan, a menudo, perfectamente en las imágenes.
                    La colangiografía transhepática percutánea delimita mejor el estrechamiento de
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                                           ACTUALIZACIÓN DE LAS TÉCNICAS DE IMAGEN DE LA VÍA BILIAR                                  1215

                    los conductos biliares de los pacientes trasplantados pero, dado su carácter inva-
                    sivo, debiera reservarse para los pacientes sintomáticos a los que se pretende tratar
                    a través del trayecto percutáneo [58]. Si la bilirrubina sérica es inferior a 2 mg/dl, la
                    colangiografía por TC i.v. también puede plantearse como modalidad no invasiva
                    de imagen en estos casos.
                        Las estenosis abruptas con dilatación preestenótica suelen tener una causa
                    maligna [63]. En el colangiocarcinoma, el incremento difuso de la señal periductal
                    de RM puede ser la única pista existente, puesto que no resulta fácil detectar el
                    crecimiento tumoral endoluminal. Este tumor tiende a crecer en forma de vaina a lo
                    largo y paralelamente a los conductos biliares. La CPRM puede ofrecer ventajas
                    sobre la CPRE para la planificación del tratamiento cuando esta última no logra
                    opacificar todos los segmentos del árbol biliar. El carcinoma de la cabeza pan-
                    creática también determina una estenosis focal aislada del CBC, asociada a
                    menudo a una estenosis del conducto pancreático, lo que explica el clásico «signo
                    del doble conducto». El carcinoma ampular puede determinar una configuración
                    patológica similar a la del conducto biliar y pancreático. Estos tumores se reco-
                    nocen mejor por las características habitualmente hiperintensas de la señal en las
                    imágenes de RM potenciadas en T2.



                    Enfermedades de la vesícula biliar
                       El estudio de la vesícula biliar suele basarse en una combinación de imágenes de
                    CPRM y de RM. Los cálculos aparecen como un vacío dentro de la luz de la vesícula
                    en las imágenes de CPRM siempre que estén rodeados de bilis. El barro biliar
                    produce un descenso ligero y homogéneo de la señal, que se visualiza como un nivel
                    líquido dentro de una bilis brillante. Si no se reconoce la vesícula en las imágenes de
                    CPRM y se descarta una colecistectomía, el diagnóstico más probable es la obs-
                    trucción completa por un cálculo o una contracción postinflamatoria. La ausencia
                    congénita de la vesícula biliar es un trastorno poco habitual, con una incidencia
                    inferior al 0,4%. La evaluación combinada mediante CPRM e imágenes de RM
                    puede llevar al diagnóstico correcto en los casos de obstrucción completa de la
                    vesícula por cáncer primario vesicular [79].



                    Visualización del complejo esfinteriano
                        La visualización del complejo esfinteriano puede mejorarse mediante la esti-
                    mulación con secretina, ya descrita, de la excreción pancreática, así como por la
                    visualización seriada durante varios minutos. Esta técnica también representa los
                    cambios en la forma del esfínter debidos a contracciones, que suceden entre cuatro
                    y cinco veces por minuto. La CPRE se adapta mejor para evaluar la presencia de
                    una estenosis papilar, puesto que la CPRM no permite evaluar su repercusión
                    funcional. Además, la endoscopia también ofrece la posibilidad terapéutica de
                    la esfinterotomía, el tratamiento de elección para las estenosis anatómicas fijas, y la
                    toma de muestras tisulares. Después de la esfinterotomía o cuando existe un
                    divertículo duodenal periampular, la ampolla puede verse irregular y ensanchada
                    sin que exista ninguna lesión preocupante. Las imágenes tomadas en este contexto
                    requieren una interpretación cuidadosa.
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                    Resumen

                        Las actuales técnicas de CPRM se basan en la visualización de los conductos
                         llenos de bilis con secuencias muy potenciadas en T2. Como alternativa, se
                         pueden emplear medios de contraste secretados activamente por los hepato-
                         citos para visualizar el árbol biliar.
                        La adquisición de los datos se lleva a cabo mediante cortes gruesos o finos; los
                         primeros constituyen una técnica más rápida de visualización y los segundos
                         disponen de una mayor resolución espacial, lo que permite detectar las
                         pequeñas anomalías intraluminales y efectuar un posprocesamiento adicional
                         de las imágenes, dado el carácter 3D intrínseco de los datos.
                        La CPRM está indicada en las mismas indicaciones que la CPRE y la CTP
                         diagnósticas. La CPRM alcanza una exactitud diagnóstica similar en la mayoría
                         de los trastornos biliares. Si se combina con imágenes RM, adquiridas habi-
                         tualmente en la misma exploración, su rendimiento diagnóstico puede superar
                         al de la CPRE y al de la CTP.
                        La posibilidad de visualizar la anatomía proximal a un segmento biliar este-
                         nótico hace que la CPRM ofrezca una información complementaria de la
                         CPRE si no se puede lograr una opacificación completa del árbol biliar por vía
                         retrógrada.



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Técnicas de Imagen Biliar

  • 1. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o CLÍNICAS CL NICAS QUIRÚRGICAS QUIR RGICAS DE NORTEAM RICA NORTEAMÉRICA Surg Clin N Am 88 (2008) 1195–1220 Actualización de las técnicas de imagen de la vía biliar Christoph Wald, MD, PhDa,b,Ã, Francis J. Scholz, MD, FACRa,b, Edward Pinkus, MDa,b, Robert E. Wise, MD, FACRb, Sebastian Flacke, MD, PhDa,b a Tufts University Medical School, 136 Harrison Avenue, Boston, MA 02111, USA b Department of Radiology, Lahey Clinic Medical Center, 41 Mall Road, Burlington, MA 01805, USA En este artículo se describe el espectro de las técnicas de imagen de la vía biliar de las que dispone el clínico en la actualidad. Ofrecemos una historia sucinta de las modalidades de imagen biliar, en particular de la colangiografía intravenosa (i.v.), e incluimos los medios de contraste más utilizados. Esta historia va seguida de una exposición detallada de las técnicas modernas, como la colangiografía radioscópica y con bario, la colangiografía por tomografía computarizada (TC) y la colangio- pancreatografía por resonancia magnética (CPRM). Descripción de las técnicas modernas de imagen del sistema biliar Colangiografía convencional (tomográfica) oral o intravenosa La colangiografía que sigue a la administración de medios de contraste biliares yodados por vía oral o i.v. ya no se aplica de forma rutinaria en la mayoría de los países. Colangiografía radioscópica y colangiografía con bario La colangiografía radioscópica se basa en la introducción percutánea o qui- rúrgica de catéteres en la vía biliar, casi siempre a pacientes operados o sometidos a T Autor para correspondencia. Department of Radiology, Lahey Clinic Medical Center, 41 Mall Road, Burlington, MA 01805. Dirección electrónica: christoph.wald@lahey.org (C. Wald). r 2009. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
  • 2. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1196 WALD et al. intervenciones biliares percutáneas. La colangiografía con bario se puede intentar si la anatomía (postoperatoria) impide el acceso endoscópico y existe alguna contraindicación para la colangiografía por TC o para la CPRM. Ecografía La ecografía es un método barato y no invasivo para estudiar la presencia de cálculos biliares y la dilatación ductal intrahepática y extrahepática. La ventaja adicional del estudio del parénquima hepático y de los vasos (con Doppler) puede resultar importante si el paciente sufre una hepatopatía crónica asociada. El campo limitado de visión y la dependencia de una ventana acústica idónea y de la pericia del examinador limitan esta modalidad. A veces resulta difícil evaluar la patología de los conductos extrahepáticos e intrahepáticos periféricos. Colangiografía retrógrada endoscópica La colangiografía retrógrada endoscópica (CRE) se expone detalladamente más adelante. Este poderoso instrumento diagnóstico y terapéutico representa una técnica invasiva con un riesgo que puede ocasionar, como se ha documentado perfectamente, efectos adversos graves, por más que el riesgo sea pequeño. Hasta el 25% de los pacientes sometidos a CRE muestran un incremento de la amilasa sérica después de la intervención. Además, la prevalencia de la pancreatitis clínica tras la CRE diagnóstica y terapéutica se aproxima al 3 y al 7%, respectivamente [1]. Las tasas acumulativas de complicaciones importantes que siguen a la CRE varían entre el 1,4 y el 3,2% en la bibliografía [2,3]. En ocasiones, el acceso endoscópico resulta difícil o imposible, como cuando existe una anastomosis biliointestinal previa en Y de Roux o alguna enfermedad oclusiva de la ampolla. Colangiografía por tomografía computarizada La colangiografía por TC ha evolucionado de manera significativa en los últimos años. Los escáneres modernos de la TC multidetector (TCMD) permiten adquirir con una sola apnea barridos contiguos con una resolución espacial submilimétrica que después se someten a reconstrucción multiplanar y tridimensional (3D). La colangiografía por TC se basa en el uso de radiación ionizante y (en la mayoría de las ocasiones) en la administración de medios de contraste biliar con un pequeño riesgo de reacción adversa. La colangiografía por TC proporciona cierta infor- mación funcional de la excreción hepatocítica y, si la excreción es normal, aporta un dibujo excelente de las pequeñas raicillas biliares periféricas no dilatadas. Colangiopancreatografía por resonancia magnética La CPRM ha cobrado mucha popularidad en los últimos 2 decenios, puesto que los escáneres de resonancia magnética (RM) están cada vez más extendidos, y la técnica de barrido se ha hecho más sólida y ofrece una mayor resolución espacial con apneas más cortas. La CPRM no suministra radiación ionizante. La adición reciente de medios de contraste específicos de los hepatocitos ha proporcionado instrumentos adicionales para el examen hepatobiliar funcional y anatómico.
  • 3. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o ACTUALIZACIÓN DE LAS TÉCNICAS DE IMAGEN DE LA VÍA BILIAR 1197 Estudio hepatobiliar por medicina nuclear La indicación más frecuente para el estudio hepatobiliar con medicina nuclear es la colecistitis aguda. Menos veces, este estudio se solicita para evaluar una fuga biliar. Raramente, sirve para establecer la permeabilidad del conducto biliar común (CBC) de un adulto. Las modalidades de imagen hepatobiliar que miden la fracción de eyección de la vesícula están indicadas ante pacientes con dolor abdominal crónico con una probable discinesia biliar o colecistitis crónica. Estas técnicas ayudan a separar la atresia biliar de la hepatitis neonatal de los lactantes con ictericia neonatal y permiten reconocer los quistes coledocianos. Los derivados del ácido iminodiacético marcados con 99mTc suelen ser captados por rapidez por los hepatocitos y excretados sin conjugar hacia el árbol biliar. En general, la vesícula se visualiza en los primeros 30 min de la inyección, y el intestino delgado, en los primeros 60 min. El conducto cístico de la mayoría de los pacientes con colecistitis aguda está obstruido y, por este motivo, la vesícula jamás se llena con el radiofármaco. En el contexto clínico pertinente, la falta de llenado de la vesícula resulta altamente compatible con una colecistitis aguda, pero por sí sola constituye un dato inespecífico. El radiofármaco se acumula en una localiza- ción anómala si el paciente tiene una fuga biliar activa causada por un traumatismo o por la cirugía. La gammagrafía hepatobiliar puede indicar si la fuga persiste y revelar su magnitud. Dada su resolución espacial limitada y puesto que el estudio señala dónde se acumula la bilis, la gammagrafía hepatobiliar casi nunca ayuda a encontrar la localización exacta de la fístula. La gammagrafía hepatobiliar con- tribuye a saber si el paciente experimenta una obstrucción aguda, completa o casi completa del CBC. La ictericia secundaria a una obstrucción parcial del CBC no suele diferenciarse de la producida por una enfermedad parenquimatosa del hígado. Ante una obstrucción aguda completa o casi completa del CBC se observa poca o ninguna actividad intestinal, incluso en las imágenes tardías, a pesar de la captación relativamente rápida del radiofármaco por los hepatocitos. La falta de visualización de la vesícula obedece a multitud de causas. Las más habituales son la alimentación, el ayuno prolongado, la colecistitis aguda o crónica y una hepa- topatía grave. Colangiografía intravenosa y medios de contraste biliar yodados Historia No fue hasta 1924 cuando Graham y Cole [4] idearon la colecistografía. Esta técnica supuso un importante paso en la visualización de la vesícula biliar y de los cálculos biliares no opacos. El colédoco se visualizaba rara vez y, cuando se lograba ver, se dibujaba someramente. Esta técnica continuó utilizándose hasta 1940, año en que se introdujo el ácido yodoalfiónico en Alemania, el cual mejoró la calidad de la imagen colecistográfica y, lo que es igual de importante, incrementó la seguridad de la técnica. Los ácidos yopanoico y triyodoetiónico se introdujeron en 1951 y en 1953, respectivamente. La introducción de la yodipamida sódica en Alemania en 1953 abrió una puerta totalmente nueva a la investigación de la fisiología y de la patología del tracto biliar. Entre los primeros artículos de 1954 se encuentran los de Bell, Jutars, Orloff,
  • 4. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1198 WALD et al. Glenn, Wise, O’Brien y sus respectivos colaboradores [5–9]. Estas primeras publicaciones señalaban la posibilidad de visualizar con una regularidad satisfac- toria el CBC después de la colecistectomía [10,11]. Se observaron reacciones leves, pero no se notificó ninguna muerte. En 1955 se comercializó la yodipamida metilglucamina en EE. UU, producto que sigue comercializándose y empleándose en la actualidad (diseñado específi- camente «no para uso intratecal —sólo para uso intravenoso—»). Otros avances farmacológicos Durante la segunda mitad de los años setenta se concibieron nuevos contraste biliares, como la meglumina yotroxato y el yodoxamato. En una comparación doble-ciego y publicada por Taenzer y Volkhardt sobre los contrastes más recientes, aplicados a 400 casos [12], los autores revelaron unas características equivalentes de visualización y un perfil más favorable de efectos secundarios (con una frecuencia de la mitad) para el yotroxato en comparación con el yodoxamato. Estos preparados siguen utilizándose en muchos estudios europeos actuales de colangiografía por TC, pero no han llegado nunca a EE. UU. Reacciones adversas de los compuestos más utilizados Meglumina yodipamida Nosotros no observamos ninguna reacción anafiláctica después de evaluar un grupo de 2.034 inyecciones aplicadas durante la colangiografía i.v. tradicional a lo largo de 8 años. En este estudio, comprobamos que el factor más importante que influye en las reacciones es la velocidad de inyección. La administración rápida del compuesto se sigue de un claro aumento en la frecuencia, no necesariamente en la intensidad, de las reacciones adversas leves, como náuseas y vómitos. Las reacciones adversas leves a la yodipamida meglumina pueden reducirse hasta un 4,1%, como proponen Ott y Gelfand [13] en una revisión, si la dosis se mantiene en 20 ml, si se administra lentamente y si el paciente no está deshidratado. Maglinte [14] también halló una tasa baja de reacciones adversas, del 0,9%, en su serie de 113 colangiografías i.v. consecutivas. Meglumina yotroxato El compuesto más reciente de meglumina yotroxato se asoció a una tasa total de reacciones adversas leves del 2,3% entre 80 pacientes de una institución sanitaria [15]. Breen et al. [16] describieron 2 reacciones adversas leves sobre un total de 300 colangiografías por TC con inyección i.v. de meglumina yotroxato. En una revisión más amplia, Sacharias describió 11 reacciones adversas leves y moderadas ocurridas durante un total de 1.061 infusiones de meglumina yotroxato [17], tasa que se aproxima al 1%. Nilsson realizó un estudio prospectivo combinado (de 196 pa- cientes), así como una revisión retrospectiva de la literatura disponible durante el período de 1975 a 1985 y encontró una tasa acumulativa de reacciones adversas a los compuestos de yotroxato del 3,5%; sin embargo, se incluyó el yotroxato en distintas formulaciones y las tasas señaladas en los diferentes artículos variaron
  • 5. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o ACTUALIZACIÓN DE LAS TÉCNICAS DE IMAGEN DE LA VÍA BILIAR 1199 [18]. En una serie grande de colangiografías i.v. efectuadas a 1.000 pacientes entre 1991 y 1995, Lindsey [19] halló una tasa total de reacciones adversas leves del 0,7%. Colangiografía y bilirrubina sérica Robbins et al. [20] indicaron que la colangiografía i.v. con meglumina yodoxa- mato resulta factible incluso entre pacientes con valores altos de la bilirrubina sérica. Otros autores han señalado que la exclusión de los pacientes con cifras séricas de bilirrubina de 3 mg/dl o superiores determinaría una tasa de explora- ciones poco satisfactorias tan reducida como del 0,9% [15], mientras que, si se incluye a aquellos con valores elevados, aumenta el número de estudios no diagnósticos. En nuestra consulta aplicamos un valor sérico de bilirrubina superior a 2 mg/dl como contraindicación relativa para la colangiografía i.v. por TC. En situaciones clínicas desesperadas tratamos de explorar a los pacientes con cifras de bilirrubina que llegan hasta 5 mg/dl si bien el éxito es relativo. Dada la exquisita calidad de la imagen de los actuales escáneres para la TCMD actuales (en comparación con el equipo utilizado en los estudios ya mencionados), se podría obtener un estudio diagnóstico incluso con una excreción mínima del contraste biliar. El riesgo pequeño pero real de reacciones adversas leves se encuentra, en nuestra opinión, más que justificado por el enorme beneficio de la obtención de información preoperatoria exacta sobre la anatomía pertinente de la vía biliar, en particular en el contexto de las donaciones de hígados de personas vivas o de la cirugía biliar compleja. La administración de meglumina yodopamida y el estudio de los pacientes citados con colangiografía i.v. por TC 3D se ha convertido en parte del estudio preoperatorio sistemático. Las imágenes obtenidas se pueden fusionar con modelos vasculares extraídos de otras fases de la TC durante la misma sesión, como se expone detalladamente más adelante en este mismo artículo. La experiencia de la Lahey Clinic con la colangiografía intravenosa En la Lahey Clinic, una de las instituciones pioneras en el uso de la colangio- grafía i.v., el primer colangiograma i.v. se realizó en abril de 1954. Durante los 5 años siguientes se aplicaron 2.034 inyecciones de meglumina yodopamida a 1.829 personas. De estas 2.034 inyecciones, 609 se administraron a hombres, y 1.425, a mujeres. Se logró visualizar los conductos biliares en el 89,2% de las ocasiones. En la Lahey Clinic sólo se examinó a pacientes sintomáticos tanto durante las inyecciones previas a la colecistectomía como durante las posteriores. Colangiografía intravenosa en la era laparoscópica inicial La utilidad de la colangiografía i.v. tradicional para detectar los cálculos del CBC está demostrada en numerosas series, pero se ha acentuado en la era de la cole- cistectomía laparoscópica. Lindsey et al. [19] describieron una sensibilidad del 93,3% y una especificidad del 99,3% para detectar los cálculos del CBC (en comparación con la CRE en casos positivos) en su serie amplia. La CPRM y la CRE constituyen alternativas viables a esta técnica.
  • 6. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1200 WALD et al. Colangiografía radioscópica y colangiografía con bario Estudio del árbol biliar En una consulta ideal, el radiólogo debería ofrecer la posibilidad de la visuali- zación radioscópica durante la colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (CPRE). Los radiólogos podrían añadir valor diagnóstico, como mínimo, inter- pretando las imágenes de CPRE obtenidas por el endoscopista. La realidad de muchas consultas es que el radiólogo jamás ve una CPRE, salvo en las sesiones interdepartamentales. Sin embargo, siguen realizándose estudios radioscópicos para visualizar el árbol biliar. Uno de ellos es la colangiografía con drenaje biliar, realizada después del trasplante hepático, de las resecciones hepáticas segmenta- rias o de la cirugía del colédoco. Las indicaciones comprenden: 1) evaluación de la vía biliar tras la colocación percutánea de catéteres biliares transhepáticos para explorar fístulas biliares o una posible estenosis, y 2) colocación previa de un tubo de colecistostomía para garantizar la eliminación total de los cálculos biliares, verificar la permeabilidad del conducto cístico y comprobar que no quedan cálculos en el colédoco. La colangiografía con bario sigue siendo una prueba poco habitual que puede ofrecer una información esencial para los pacientes con anastomosis bilioyeyu- nal (ABY). El cirujano debe comunicar la naturaleza de la cirugía al radiólogo para que pueda efectuar una exploración exacta que responda a las preguntas clínicas concretas. Colangiografía radioscópica postoperatoria La colangiografía a través del tubo en T después de la colecistectomía, con exploración del colédoco, constituyó un procedimiento habitual en otra época. En general, tras la operación solía dejarse el tubo en T más grande que encajara dentro del colédoco y se realizaba una colangiografía antes de retirar el tubo. Actual- mente, tras la colecistectomía laparoscópica con exploración del colédoco, el cirujano puede dejar un pequeño catéter recto o el tubo en T del tamaño más pequeño posible si sospecha un traumatismo intraoperatorio del árbol biliar o la retención de cálculos. La colangiografía posterior puede revelar lesiones, como una fuga desde ramitas accesorias del conducto hepático derecho que se comunique directamente con la luz de la vesícula biliar (fig. 1). Después del alotrasplante hepático de donantes cadavéricos o vivos, nuestros cirujanos dejan habitualmente un catéter de calibre 5F en el árbol biliar como soporte mecánico de la anastomosis reciente y para evaluar posteriormente la anastomosis entre el conducto biliar trasplantado y el conducto nativo del receptor o la ABY. El contraste tiende a fluir libremente hacia el duodeno si el paciente tiene una ampolla normal, en lugar de hacerlo retrógradamente hacia los conductos intrahepáticos. Si la anastomosis y el conducto biliar injertado inferior a ella no se logran visualizar inicialmente, el radiólogo puede intentar diversas maniobras para definir la anatomía. La base para ellos es que el contraste radiológico tiene una densidad mayor que la bilis y, por este motivo, tiende a fluir hacia delante y sedi- mentar en las porciones inclinadas del sistema biliar. Durante la inyección manual se aplicará una presión cuidadosa para minimizar el riesgo de colangitis.
  • 7. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o ACTUALIZACIÓN DE LAS TÉCNICAS DE IMAGEN DE LA VÍA BILIAR 1201 Figura 1. Fuga del ducto de Luschka. En esta imagen (colangiograma con tubo en T) obtenida después de la colecistectomía se observa el escape desde una raíz intrahepática que se comunica con la fosa cística. El perspicaz cirujano reconoció la cantidad mínima de bilis que escapa del hígado al lecho de la vesícula. Se dejó un tubo en T para garantizar una baja presión en la vía biliar y facilitar la exploración de control. Al repetir la colangiografía más adelante, la fuga había desaparecido y se retiró el tubo en T. En los trasplantes de hígado cadavérico, el cirujano anastomosa el CBC del donante al del receptor, casi siempre justo por encima del conducto cístico [21]. Habitualmente se inserta un pequeño catéter a través del muñón del conducto cístico. En los trasplantes de hígado de un donante vivo emparentado, el conducto hepático derecho suele anastomosarse con un asa yeyunal. Normal- mente, se coloca un catéter de pequeño calibre justo distal a la anastomosis, dentro de la porción intrahepática del conducto hepático derecho. En las resecciones hepáticas por tumores o traumatismos, el cirujano crea una anastomosis como la indicada, en virtud de la relación del hígado remanente con el árbol biliar y el CBC. Se pueden crear una o varias hepatoyeyunostomías. Tras la resección de un colangiocarcinoma hiliar puede haber dos o más anastomosis entre el conducto hepático y el intestino. Tras la resección de una estenosis o de un tumor del CBC, se moldea una anastomosis coledococoledociana o coledocoyeyunal, en función de la longitud del colédoco que deba extirparse. El objetivo de la colangiografía postoperatoria a través del catéter biliar, al margen de la naturaleza de la operación, es evaluar si existe una estenosis o una fuga [22]. Rara vez se aprecia una obstrucción mecánica motivada por acodamiento o espesamiento del barro biliar. Es imprescindible obtener una proyección tardía a los 10 min para demostrar el drenaje adecuado del contraste y, por tanto, la per- meabilidad de la anastomosis. Para este fin, hay que inclinar la mesa de exploración y servirse de la gravedad, con objeto de que el contraste fluya adecuadamente fuera de los conductos biliares intrahepáticos. Otros signos consisten en el aspecto en araña de los conductos, que indica un edema hepático inespecífico, alteraciones vasculares o quizá una inyección temprana. Al terminar la exploración, se lavará el
  • 8. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1202 WALD et al. catéter biliar con 10 ml de solución salina fisiológica estéril, como mínimo, para evitar la cristalización del contraste y la oclusión posterior del tubo. Colangiografía con bario Así como el cirujano ajusta cada operación al problema concreto del paciente, el radiólogo debe estar preparado para modificar cualquier exploración de un paciente complejo recién operado. Las alteraciones anatómicas obligan a adaptar las exploraciones a cada contexto. La colangiografía baritada es una exploración adaptada (fig. 2A, B) [23,24]. Los pacientes sometidos a ABY en el contexto de una operación de Whipple o a los que se ha reparado un traumatismo de los conductos biliares o se les ha extir- pado un tumor ofrecen dificultades para el estudio. El aire del árbol biliar puede interferir la colangiografía por RM. La longitud del asa yeyunal impide a veces la CRE. La colangiografía percutánea puede definir sólo un segmento biliar y no dibujar la anatomía y la idoneidad de la ABY. En estas circunstancias resulta útil la colangiografía con bario. Esta exploración exige una observancia rigurosa de la técnica por el radiólogo y los técnicos. Para asegurarse que el esófago, el estómago y el duodeno se encuentran normales, se realiza un estudio sistemático de los tramos altos del tubo digestivo. Durante el resto de la exploración, lo más importante es servirse de la gravedad para desplazar el bario ingerido hacia delante y luego a través de la anastomosis biliointestinal. La ingestión oral lenta y continua de bario por el paciente, colocado en una posición rigurosa de decúbito lateral derecho, sólo se interrumpe cada 15 min para tomar radiografías cenitales de la región epigástrica. Si aparece bario en la rama yeyunal ascendente cerca de o (si las anastomosis son permeables) en los conductos biliares, y en el momento en que esto ocurra, el Figura 2. (A) Sir Anthony Eden, entonces ministro de Asuntos Exteriores de Inglaterra, fue remitido y operado en la Lahey Clinic en 1953 tras sufrir un traumatismo coledociano durante la colecistectomía. El colangiograma con bario de control, efectuado en 1965 por un episodio de fiebre, reveló una anastomosis intacta con una mínima distorsión. (B) Los episodios febriles recidivantes iniciados en 1969 obligaron a repetir el colangiograma con bario, en el que sólo se llenó una raíz importante. Este dato hizo que se revisara la anastomosis y los síntomas del paciente desaparecieron. Finalmente, murió de un carcinoma metastásico de próstata en 1977.
  • 9. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o ACTUALIZACIÓN DE LAS TÉCNICAS DE IMAGEN DE LA VÍA BILIAR 1203 radiólogo efectuará una radioscopia explorando cuidadosamente los detalles de la ABY. La posición de Trendelenburg ayuda a definir mejor la anastomosis. La compresión manual de la rama yeyunal, que contribuye a impulsar el bario hacia el hígado, puede rellenar la ABY. Si hay bario dentro de los conductos intrahepáticos pero no en la anastomosis, la inclinación suave de la mesa hacia arriba puede hacer que el bario drene desde los conductos intrahepáticos hacia la ABY, momento en el que se obtienen exposiciones radioscópicas en proyecciones óptimas. La falta de visualización de la anastomosis no prueba ninguna anomalía. La probabilidad de éxito en la visualización depende de la longitud del asa yeyunal. Esta técnica puede dibujar cálculos biliares atrapados encima de la anastomosis, estenosis anastomóticas, estenosis intrahepáticas segmentarias o conductos omi- tidos (fig. 3A–C). El conocimiento de la anatomía normal de los conductos biliares Figura 3. (A) Quiste coledociano: colangiografía con bario de un paciente con elevación de las enzimas hepáticas y episodio de fiebre que presentaba un quiste coledociano extraído 14 días antes. Se aprecia una raíz dilatada sin aparente comunicación con el hilio. La anastomosis y las demás raíces parecen normales. (B) Esta colangiografía percutánea revela un segmento irregular y estrechado entre el conducto dilatado y la región anastomótica hiliar. Se tomó una muestra por cepillado de este segmento para descartar una enfermedad maligna y luego se calificó como cicatriz regional. (C) Se logró una dilatación percutánea satisfactoria del segmento estenosado. El paciente mejoró y ha permanecido asintomático durante 5 años.
  • 10. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1204 WALD et al. es esencial, así como el de la técnica quirúrgica para reconocer adecuadamente la ausencia de llenado de las raíces biliares de un determinado paciente. Colangiografía por tomografía computarizada Historia Las primeras tentativas para el uso de la TC en la visualización del árbol biliar se basaron en un estudio en el que se administró ácido yopanoico por vía oral y luego se aplicó la TC convencional; se visualizaron los conductos biliares de 106 sobre 121 pacientes [25,26]. Esta técnica antigua no permitía obtener conjuntos de datos contiguos adecuados para el diagnóstico de la enfermedad biliar y una visualización satisfactoria (3D). El advenimiento posterior de los escáneres de TC helicoidal hizo posible por primera vez la visualización «volumétrica» en la TC que, a su vez, habilitó mejoras para la TC del tracto biliar. Mediante un barrido contiguo con una sola apnea se pudo obtener una mayor cobertura anatómica. Otro factor que impulsó el interés por la visualización de la anatomía biliar fue la popularidad creciente de las técnicas quirúrgicas laparoscópicas, en particular de la colecistectomía. El campo limitado de visión inherente a esta técnica en com- paración con la colecistectomía abierta justificaba el mayor interés de los cirujanos por una mejor visualización preoperatoria del sistema biliar. Varios autores presentaron una técnica para visualizar el hígado y el árbol biliar tras la administración exclusiva de contraste i.v. y la extracción electrónica de los conductos biliares no contrastados en una estación de trabajo [27–29]. Pese a que esta técnica no resulte adecuada para detectar la colelitiasis y las ramas intrahe- páticas de mayor orden, sirve de complemento de la TC convencional con contraste cuando la anatomía y el patrón de ramificación de los conductos biliares centrales más grandes, los de primer orden, reviste algún interés, quizá en el contexto de la planificación quirúrgica. Muestra unos resultados especialmente buenos y supone una alternativa interesante para los pacientes con dilatación (obstrucción) de los conductos biliares, que a menudo presentan elevación de la bilirrubina sérica y que, por esta razón, no pueden recibir contraste biliar i.v. bajo ningún concepto [30,31]. La colangiografía por TC con administración oral de contraste (ácido yopa- noico) se revisó posteriormente en virtud de su bajo coste y de la sencillez de la vía de administración oral [32–34]. Los resultados son contradictorios; el contraste oral debe administrarse muchas horas antes de la exploración, por lo que este método no resulta adecuado para situaciones clínicas agudas/subagudas, y la opacificación de los conductos biliares y de la vesícula ha resultado menos fiable que con el contraste i.v. Colangiografía por tomografía computarizada en pacientes sintomáticos Klein et al. [35] compararon la colangiografía i.v. convencional con la colan- giografía por TC y encontraron que el árbol biliar se visualizaba mejor con la TC y en las reconstrucciones 3D de la anatomía pertinente antes de la colecistectomía laparoscópica. Otros investigadores experimentaron con este método innovador de crear imágenes 3D del árbol biliar [36–41]. Stockberger et al. [42] compararon la colangiografía por TC con la CPRE entre pacientes con una sospecha clínica de patología biliar. La exactitud diagnóstica
  • 11. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o ACTUALIZACIÓN DE LAS TÉCNICAS DE IMAGEN DE LA VÍA BILIAR 1205 frente a la coledocolitiasis se correlacionó bien con la de la CPRE (7 de 8 casos positivos). En un estudio sobre 80 pacientes sintomáticos con posible coledocoli- tiasis, la colangiografía i.v. por TC se comparó con la CPRE [15]. La colangiografía por TC arrojó una sensibilidad del 89% y una especificidad del 98% en la detección de los cálculos (que se hallaban presentes en 18/80 pacientes). La colangiografía i.v. por TC dibujó con exactitud la anatomía de la confluencia entre los conductos hepáticos y el CBC y las ramas de mayor orden en el 100 y en el 81% de los pacientes de otro estudio, respectivamente [43]. La colangiografía por TC se correlacionó con la CRE a la hora de reconocer la enfermedad biliar obstructiva; sin embargo, la CRE caracterizó mejor la longitud exacta de las estenosis de las ramas intrahepáticas de mayor orden [37]. Indicaciones propuestas Pacientes sintomáticos con antecedentes de colecistectomía (se evita el riesgo de los efectos secundarios asociados a la CRE) [42] Antes de la colecistectomía programada (sobre todo, para detectar variaciones anatómicas), en sustitución de cualquier técnica de imagen intraoperatoria [14,39,44–46] C(P)RE fallida, hecho que sucede en el 5 al 10% de la mayoría de las series en la literatura gastroenterológica [1] Sospecha de coledocolitiasis, colangiopatía obstructiva [15,47–50] Sospecha de neoplasia maligna biliar (debe combinarse siempre con una TC del hígado con realce del contraste vascular para detectar la enfermedad extra- luminal y mejorar la sensibilidad global en la detección de los tumores malignos biliares [51,52]) Antes de la cirugía biliar compleja reparadora o curativa (hiliar) [53] Estudio de posibles donantes vivos de hígado [54,55] Visualización postoperatoria de posibles complicaciones biliares tras el trasplante de hígado [56–58] Puede aportar información diagnóstica complementaria (funcional) a la de la CPRM, sobre todo entre pacientes con aire biliar (atribuido a la esfinterotomía o a una anastomosis biliointestinal previa) [59] Visualización no invasiva de un sistema biliar de pacientes con contraindicaciones (relativas) para la CPRM, como cuerpos extraños metálicos oculares o grapas de aneurismas cerebrales incompatibles con la RM, inserción previa de mar- capasos o claustrofobia Traumatismo biliar (como parte del amplio estudio en combinación con la TC con realce del contraste vascular) [41] Técnica de exploración Si existen antecedentes de reacción adversa al material de contraste yodado, seguimos nuestra política institucional de preparación frente a la alergia: se infunde lentamente por vía intravenosa durante 20 min 1 vial (20 ml) de meglumina yodi- pamida [concentración del 52%] mezclado con 100 ml de solución salina fisiológica. Una vez terminada la infusión, esperamos 20 min y a continuación visualizamos la
  • 12. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1206 WALD et al. vía biliar con un escáner TCMD de 64 exposiciones. Para la adquisición se usa la anchura mínima del detector, habitualmente 0,6 mm, con lo que se puede visualizar en general todo el hígado en menos de 10 s. Las imágenes se reconstruyen de manera superpuesta en cortes de 1,2 mm, que luego se transfieren a una estación de trabajo para el procesamiento posterior de la imagen y la reconstrucción 3D. Si existe alguna indicación de obtener imágenes de la región alta del abdomen con contraste vascular, solemos empezar con esta parte de la exploración y luego continuamos con la colangiografía por TC. Si el paciente ha sido sometido a una hepatectomía parcial previa y presenta una o varias anastomosis biliointestinales, se le coloca en una posición que permita que el hígado remanente quede en la parte declive del epigastrio. Obtenemos un barrido en esa posición y luego colocamos otra vez al paciente en decúbito supino o incluso en la dirección contraria y repetimos de inmediato una nueva toma. Esta técnica maximiza la acumulación inicial del contraste en los conductos situados en posición declive y el flujo posterior a través de las anastomosis para evaluar su permeabilidad. En una publicación reciente de Breiman et al. [60] se propuso que la premedi- cación con morfina i.v. de los pacientes (en este caso concreto, donantes sanos potenciales de hígado) antes de la colangiografía por TC no mejoraba el llenado ni la visualización de los conductos biliares. Análisis de las imágenes La visualización electrónica en un archivo de imágenes y almacenamiento en ordenadores (PACS, del inglés picture archiving and computer storage) o monitor de la estación de trabajo facilita mucho el análisis de la multitud de imágenes digitales creadas durante la exploración. Se pueden emplear muchas técnicas diferentes de visualización interactiva. El apilamiento axial simple según la secuencia adquirida (fig. 4A) exige un desplazamiento interactivo del conjunto de datos mientras se visualizan las imágenes para entender la anatomía biliar. La estación de trabajo 3D facilita la reconstrucción de las imágenes y una evaluación más intuitiva de la anatomía biliar, como las imágenes de pro- yección de máxima intensidad (fig. 4B). El procesamiento 3D más avanzado con programas exclusivos dibuja modelos muy fieles de todo el árbol biliar dentro del volumen parenquimatoso hepático (fig. 4C) y permite, además, la fusión de las imágenes vasculares con las biliares. Las imágenes resultantes de alta fidelidad representan un instrumento pode- roso de planificación para el cirujano y revelan la compleja anatomía hepática, incluidos todos los vasos portales, arteriales hepáticos y venosos, y los con- ductos biliares interrelacionados entre sí y con el plano previsto de resección (fig. 4D). Al interpretar las imágenes de la colangiografía por TC, hay que recordar que esta técnica no opacifica los conductos biliares con una presión positiva. La velo- cidad de excreción del contraste depende de la función de los hepatocitos, e incluso entre pacientes con una función hepática normal, el flujo del contraste no basta para decidir si un estrechamiento visible de un conducto o de una anastomosis
  • 13. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o ACTUALIZACIÓN DE LAS TÉCNICAS DE IMAGEN DE LA VÍA BILIAR 1207 Figura 4. (A) Colangiograma por TC, imagen axial cerca del hilio hepático: los conductos biliares brillan con el contraste. (B) Proyección de máxima intensidad (MIP) coronal oblicua de la colangiografía por TC en la que se aprecian la vesícula biliar, el conducto cístico, la porción proximal del CBC y los conductos intrahepáticos. (C) Imagen por reconstrucción volumétrica del colangiograma por TC, que muestra el hígado y todo el árbol biliar marcado según el esquema segmentario de Couinaud. (D) Imagen 3D compuesta para la planificación quirúrgica derivada mediante fusión de modelos de la TC multifásica con contraste vascular (fase arterial y portal) y del colangiograma por TC. Se ilustra el injerto previsto del lóbulo derecho, la línea de resección de la hepatectomía y la compleja anatomía hiliar. limita realmente el flujo y posee, en consecuencia, relevancia funcional. Las zonas focales aparentemente breves de estrechamiento en las anastomosis biliointesti- nales son hallazgos esperables y, a menudo, carecen de consecuencias funcionales aparentes. Por otro lado, la dilatación segmentaria de los conductos biliares o incluso la ausencia segmentaria de excreción del contraste, en presencia de seg- mentos mortales en el hígado adyacente, puede corroborar el diagnóstico de una estenosis anastomótica con repercusión funcional. Una de las mayores ventajas de la colangiografía i.v. por TC sobre la CPRM tradicional es su capacidad para representar incluso conductos biliares pequeñí- simos y no dilatados debido a la excreción activa del contraste biliar, así como al contraste y a la resolución espacial extraordinarios de los modernos escáneres. Esta característica cobra especial importancia al planificar la donación del segmento hepático lateral izquierdo de un adulto o de un niño, puesto que los conductos biliares periféricos de los segmentos 2 y 3 son estructuras extremadamente pequeñas. Yeh et al. [55] compararon la colangiografía i.v. por TC con la CRM convencional y excretora a la hora de mostrar los conductos biliares de los posibles
  • 14. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1208 WALD et al. donantes de hígado y observaron un mejor rendimiento de la técnica basada en la TC. Nosotros no hemos visto ni un solo colangiograma por TC no diagnóstico después de más de 200 exploraciones preoperatorias de donantes de hígado en nuestra institución. Colangiografía por tomografía computarizada en el contexto de la cirugía y de la intervención hepáticas En ocasiones, aplicamos la colangiografía i.v. por TC a pacientes con grandes tumores hepáticos primarios o secundarios, casi siempre para la planificación operatoria. Mientras exista una función hepatocítica residual en los segmentos hepáticos afectados, la opacificación de los conductos biliares suele ser posible y las imágenes biliares resultantes se pueden mezclar con los modelos vascula- res 3D. Entre los pacientes con una obstrucción biliar (maligna), el primer paso es el drenaje percutáneo o interno tras la colocación de una endoprótesis; luego, una vez recuperada la función hepática, se puede ejecutar una colangiografía por TC, tras un período razonable de 10 a 14 días, en función de la bilirrubina sérica. En algunas ocasiones, hemos obtenido colangiogramas por TC de pacientes que debían someterse a una técnica percutánea de acceso biliar y en los que resultaba difícil conocer la mejor vía de acceso (p. ej., receptores de trasplante del lóbulo derecho del hígado con varias anastomosis biliointestinales, algunas de ellas potencialmente obstruidas en parte). Las reconstrucciones 3D del árbol biliar de estos pacientes, que presentan imágenes 3D fusionadas de la pared torácica y de otras referencias anatómicas externamente visibles, resultan útiles porque identi- fican una vía segura de acceso biliar percutáneo y reducen la duración de la intervención. Colangiografía por tomografía computarizada por vía intravenosa preoperatoria frente a colangiografía directa intraoperatoria de posibles donantes de hígado La utilidad y la exactitud de la visualización biliar preoperatoria en el contexto del trasplante total o parcial del hígado están perfectamente documentadas [36,54–56]. En una pequeña serie prospectiva de la Lahey Clinic con un protocolo aprobado por el Internal Review Board (Christoph Wald, MD, PhD, datos no publicados, 2003), comparamos la TC i.v. preoperatoria con la colangiografía directa intrao- peratoria de donantes del lóbulo derecho sometidos a trasplante de hígado de un donante adulto vivo. La TC reconoció correctamente todos los conductos biliares en comparación con la técnica laboriosa de visualización intraoperatoria y pro- porcionó, como ventaja añadida, imágenes 3D fusionadas con las tomas de la fase vascular realzada con contraste. Desde que aplicamos este cambio, nuestros ciru- janos no han notificado ningún desajuste importante entre los hallazgos preope- ratorios de las imágenes biliares y los datos intraoperatorios de más de 70 pacientes sometidos a una hepatectomía derecha como donantes.
  • 15. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o ACTUALIZACIÓN DE LAS TÉCNICAS DE IMAGEN DE LA VÍA BILIAR 1209 Colangiografía por tomografía computarizada mediante inyección directa Esta técnica puede ayudar a dibujar varias anastomosis biliointestinales qui- rúrgicas (solapadas), posibles estenosis biliares, una anatomía postoperatoria compleja con múltiples grapas quirúrgicas y la presencia de endoprótesis metálicas. Si el paciente se ha sometido anteriormente a una intervención biliar percutánea y queda un drenaje o tubo de acceso biliares, este puede emplearse para suministrar directamente el contraste en el sistema biliar. La inyección directa se sigue de un excelente llenado ductal y ofrece la posibilidad de la reconstrucción 3D y de la fusión con las imágenes de la TC de la fase vascular. Nosotros utilizamos contraste yodado diluido en 4 a 5 partes (volúmenes) de solución salina estéril que se inyecta bajo guía radioscópica; luego, trasladamos al paciente a la mesa de TC o bien administramos directamente el contraste en la mesa de TC. La visualización se efectúa de manera análoga a la técnica de colan- giografía i.v. por TC descrita, creando reconstrucciones 3D. Las imágenes 3D resultantes proporcionan, a menudo, visiones espaciales detalladas y correctas del sistema biliar, como se ilustra en este ejemplo clínico de un paciente sometido a una colecistectomía difícil que motivó la lesión de dos conductos biliares del lado derecho. Después de su remisión, el paciente se sometió a reconstrucción biliar con tres anastomosis biliointestinales. Posteriormente, surgió la duda clínica sobre la permeabilidad de las anastomosis. Inyectamos el contraste yodado diluido en el asa intestinal a través de uno de los catéteres biliares que se había dejado en esa asa. El contraste refluyó a los tres sistemas ductales como se comprobó perfectamente en la reconstrucción 3D y mostró la permeabi- lidad de las mismas (fig. 5A, B). En una pequeña serie de Kim et al. [61] se compararon los signos de la colan- giografía por TC mediante inyección directa con los hallazgos intraoperatorios y anatomopatológicos. El grado de afectación ductal maligna de los 11 pacientes fue Figura 5. (A) Visión frontal de una imagen de TC con reconstrucción volumétrica en 3D del hígado, de los conductos biliares y del asa intestinal ascendente de un paciente con tres anastomosis biliointestinales, obtenida tras la inyección del contraste en la luz yeyunal a través del tubo. (B) Esta detallada visión oblicua posterior, con reconstrucción volumétrica, pone de manifiesto tres anas- tomosis permeables.
  • 16. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1210 WALD et al. correctamente identificado con esta técnica en los 11 planos de confluencia biliar primaria y en 18 de los 19 planos secundarios; los autores concluyeron que esta técnica resulta exacta y permite definir la extensión de la invasión ductal por el colangiocarcinoma hiliar, sobre todo entre los pacientes que han recibido drenaje biliar externo previo. Colangiopancreatografía por resonancia magnética La exactitud diagnóstica de la CPRM ha quedado expuesta en diversos tras- tornos clínicos del árbol biliar durante el último decenio [62–66]. La dilatación ductal, los tumores, las estenosis y los cálculos se pueden visualizar fácilmente. Las indicaciones actuales de la CPRM son similares a las de las CPRE diagnóstica, pero abarcan, asimismo, aquellos estados postoperatorios en los que no resulta posible el acceso a la papila mayor con el endoscopio. Consideraciones técnicas En general, se emplean dos métodos diferentes para visualizar el árbol biliar con la RM. El primero y más utilizado depende de la visualización de estructuras, llenas de líquido, en secuencias fuertemente potenciadas en T2. El líquido da una señal alta en las imágenes debido a su propiedad física (tiempo largo de relajación). Para este tipo de visualización del líquido se han empleado dos enfoques técnicos diferentes: corte fino (proyección única con eco de espín rápido) y corte grueso multisección (proyección única o múltiple con eco de espín rápido) (fig. 6A, B). Para las técnicas de corte grueso se adquieren en un par de segundos cortes oblicuos coronales de 20 a 150 mm de grosor en varios ángulos a lo largo del eje pie-cabeza. Esta exploración proporciona un conjunto de imágenes que cubren proyecciones en una extensión de 1801 con un tiempo aproximado de barrido de 1 min. Como Figura 6. Imagen con corte grueso (A) del árbol biliar tras la hemihepatectomía derecha por un colangiocarcinoma y anastomosis biliointestinal antecólica (flecha): no se aprecian grandes ano- malías del árbol biliar en el hígado remanente. Se visualizan el resto del CBC y del conducto pancreático principal (cabezas de flecha). Los datos posprocesados con la técnica del corte fino (B) sirven para examinar la anastomosis biliar y visualizar mejor las ramas segmentarias dentro del remanente hepático.
  • 17. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o ACTUALIZACIÓN DE LAS TÉCNICAS DE IMAGEN DE LA VÍA BILIAR 1211 esta técnica de corte grueso genera enseguida una proyección bidimensional de todas las estructuras llenas de líquido y contenidas en ese bloque, no se requiere ningún posprocesamiento adicional para apreciar las estructuras tubulares conti- guas del árbol biliar repletas de líquido. Las estructuras solapadas llenas de líquido, como el estómago, las lesiones quísticas del hígado o las asas de intestino delgado/ grueso pueden interferir en este tipo de visualización porque enmascaran parte del árbol biliar en las imágenes proyectadas. Si fuera necesario, se puede administra un contraste negativo, que contiene hierro y está comercializado; con él, el líquido del estómago o del duodeno se torna oscuro. Otra posibilidad es que el paciente tome zumo de piña, que es más barato y surte un efecto similar. La técnica descrita del corte grueso resulta ideal para la visualización panorámica de la anatomía regional. Este método depende, sin embargo, de la colaboración del paciente. Las imágenes pueden mostrar artefactos de susceptibilidad por el largo tiempo que se necesita para adquirir los datos, y la visualización de los pequeños cálculos intraductales a menudo se ve limitada por el líquido inmediatamente adyacente. Por eso, la pre- sencia de pequeñas lesiones intraductales debe confirmarse con la técnica de corte fino múltiple. Esta segunda técnica obliga a adquirir varias imágenes con un espesor fino (grosor de 2–5 mm) hasta cubrir un volumen 3D predetermiado de la anatomía del paciente. Cada uno de estos cortes finos se puede tomar con una sola apnea o durante una respiración superficial continua, que se corregistra con un cinturón respiratorio o con un impulso del navegador para clasificar después los datos adquiridos sincronizados con la respiración. Este método de cortes finos mejora la resolución espacial del plano. Los tiempos más cortos de eco y el eco más breve están aumentando la solidez de esta técnica frente a los artefactos de la imagen. La adquisición de un conjunto de datos 3D brinda varias opciones de posprocesa- miento (fig. 7A, B). Esta técnica permite detectar pequeños defectos de llenado ductal y visualizar pequeños tumores. En los estudios recientes se ha investigado la importancia del uso de secretina i.v. para estimular la excreción de la secreción pancreática exocrina y mejorar la visualización de los conductos pancreáticos cuando el paciente sufre algún tras- torno pancreático. Esta técnica facilita el examen de la secreción pancreática Figura 7. La proyección con reconstrucción de superficie (A) y la visión endoluminal del árbol biliar (B) se pueden obtener con la técnica de corte fino. La utilidad de este posprocesamiento de la imagen aún no se ha confirmado.
  • 18. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1212 WALD et al. exocrina, así como el registro y el análisis de la dinámica de flujo, sobre todo de los pacientes con pequeños conductos, con lo que representa mejor el detalle ductal ascendente de las pequeñas ramas [67,68]. Con esta técnica se puede evaluar la pancreatitis crónica, pero las estenosis sutiles de las ramas laterales proximales y las dilataciones ligeras de las ramas laterales periféricas pasan inadvertidas sin el estímulo secretor [69]. La visualización de los sistemas ductales ya dilatados no mejora significativamente con la administración de secretina. Si esta se administra de forma repetida durante 10 min, pueden obviarse de manera habitual ciertos problemas de visualización debidos, por ejemplo, a la contracción del esfínter de Oddi, que protruye hacia la porción distal del CBC y remeda, de esta manera, un cálculo [70]. Las dos técnicas de CPRM descritas crean imágenes del árbol biliar basadas en las propiedades físicas de la propia bilis. A diferencia de la inyección directa, retrógrada o anterógrada, del contraste en el árbol biliar durante la CPRE o la colangiografía transhepática percutánea (CTP), la CPRM basada en secuencias muy potenciadas en T2 no permite visualizar el carácter limitante del flujo de un estrechamiento ductal focal. La repercusión funcional de una estenosis de los conductos biliares se puede sospechar o deducir por el grado observado de estre- chamiento anatómico y de dilatación ductal ascendente en las imágenes de RM; no obstante, la dilatación preestenótica no siempre aparece, sobre todo en los hígados trasplantados, a pesar de que exista una importante estenosis ductal [60]. La CPRM puede proporcionar información complementaria de la CPRE en casos donde el contraste inyectado por vía retrógrada no supera una estenosis fuerte, ya que la CPRM permite visualizar todos los segmentos preestenóticos dilatados que existen [62,71]. Dado el carácter 3D de los datos, es fácil visualizar la necesidad de drenaje segmentario terapéutico posterior (si no se opacifica un segmento en la CPRE), la integridad del drenaje terapéutico y la extensión total de la enfermedad dentro del hígado (fig. 8A, B). Figura 8. (A) La CPRM muestra la estenosis abrupta del árbol biliar en la anastomosis biliodi- gestiva tras la resección de un tumor de Klatskin (flecha). La dilatación preestenótica de todos los segmentos se visualiza bien y puede orientar las posteriores necesidades de drenaje. (B) Las imágenes de RM adquiridas junto con la CPRM ilustran una masa de tejido blando (flecha) en la anastomosis y confirman el diagnóstico de recidiva tumoral.
  • 19. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o ACTUALIZACIÓN DE LAS TÉCNICAS DE IMAGEN DE LA VÍA BILIAR 1213 Colangiopancreatografía por resonancia magnética realzada con contrastes biliares para resonancia magnética La visualización del árbol biliar con RM se puede realzar con los nuevos con- trastes para RM que se secretan activamente a la bilis. Esta técnica se utiliza menos, fundamentalmente por la escasa difusión de estos contrastes en algunos países. Un contraste que se secrete activamente ofrece la ventaja de ilustrar el significado funcional de una estenosis. En la actualidad se comercializan un preparado de manganeso (mangafodipir trisódico [Mn-DPDP]), aprobado en EE. UU. y en Europa) y dos contrastes basados en gadolinio, gadobenato de dimeglumina (Gd-BOPTA) (aprobado en EE. UU. y en Europa) y gadoxetato disódico (Gd-EOB-DTPA, aprobado en Europa). Des- pués de su infusión se excreta una pequeña cantidad de manganeso por la bilis y permite ver el árbol biliar [72]. La necesidad de una infusión lenta y algunos mecanismos aún no resueltos de distribución del manganeso por diferentes órganos limitan, sin embargo, el uso de la CPRM. Los dos compuestos quelados basados en gadolinio, que actúan inicialmente como medios de contraste extracelular para RM, son transportados después acti- vamente a los hepatocitos con una latencia de 20 a 30 min debido a su carácter lipófilo. Estos contrastes acortan los tiempos de relajación T1 y sirven sobre todo como contrastes positivos para resaltar los hepatocitos. Parte de la dosis adminis- trada, aproximadamente el 10% del Gd-BOPTA y el 50% de Gd-EOB-DTPA, se secreta activamente por los hepatocitos hacia la bilis y permite la visualización del árbol biliar. Este método fracasa cuando se altera la función secretora de los hepatocitos. De hecho, incluso una pequeña cantidad de contraste secretada por un hepatocito intacto permite visualizar la bilis realzada en las imágenes potenciadas en T1. Los dos compuestos han demostrado ya su utilidad para la detección y caracterización de las lesiones hepáticas en la RM y su potencialidad para visualizar la función hepatocítica. Su utilidad definitiva en la visualización del árbol biliar sigue siendo objeto de intensas investigaciones [73,74]. Anatomía normal y variantes anatómicas La resolución espacial limitada de la CPRM en comparación con las imágenes radioscópicas impide la visualización del árbol biliar periférico de un hígado sano (sin conductos dilatados) y la pequeña porción intrapancreática distal del conducto pancreático. Sin embargo, se visualizan fácilmente las ramas segmenta- rias y subsegmentarias del hígado y todo el árbol biliar extrahepático. Las variantes anatómicas importantes, como un orificio aberrante de la rama segmentaria posterior derecha o un orificio proximal o distal del conducto cístico, se detectan sin problemas. En general, las dilataciones saculares múltiples de los conductos biliares intrahepáticos se definen bien en las imágenes de CPRM. Estas dilataciones con- génitas del sistema biliar se pueden diferenciar de los quistes hepáticos redondos y lisos. La CPRM no dibuja claramente su comunicación con el árbol biliar, a dife- rencia de la CPRE, donde el contraste inyectado se extiende desde el árbol hacia los quistes biliares. La información adicional proporcionada por las imágenes anató- micas habituales de RM, que suelen adquirirse en combinación con la exploración CPRM focalizada, suele facilitar un diagnóstico más específico. La enfermedad de
  • 20. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1214 WALD et al. Caroli se asocia habitualmente a un centro (una rama venosa portal) oscuro (hipointenso) rodeado de un ribete (conducto biliar dilatado) brillante (hipe- rintenso) en las imágenes potenciadas en T2, el denominado «signo del punto central» en las imágenes de RM. Enfermedad inflamatoria biliar Los signos de enfermedad biliar inflamatoria en la RM se parecen a los de la CPRE. Las estenosis de la colangitis esclerosante primaria (CEP) se representan como pequeños estrechamientos cilíndricos segmentarios atribuibles a la dilatación preestenótica que habitualmente es mínima o nula. A diferencia de la CPRE, en la que las ramas distales del árbol biliar son distendidas por el contraste inyectado, la CPRM no suele mostrar la alteración patológica inicial del árbol biliar periférico, puesto que estos pequeños conductos biliares se encuentran habitualmente colapsados en el momento en que se adquieren las imágenes. Las fases tardías de la enfermedad se caracterizan por estenosis biliares multifocales. El aspecto «afilado» de los conductos biliares, si alterna con zonas de dilatación segmentaria, posee la misma exactitud diagnóstica en la CPRM que en la CPRE. Dado el mayor riesgo de complicaciones de la CPRE aplicada a pacientes con colangitis esclerosante pri- maria, la CPRM debería considerarse la técnica de elección de imagen para el estudio fundamental de la posible colangitis esclerosante primaria, para el segui- miento de los pacientes con este diagnóstico y para descartar otras causas de colestasis extrahepática [75]. Además, el uso de la CPRM tiene una mejor relación coste-eficacia que el de la CPRE en la CEP [76]. Colelitiasis/coledocolitiasis Si se utiliza la técnica de corte fino, los pequeños conductos intraductales apa- recen como vacíos bicóncavos de la señal dentro de la luz. Dada la resolución limitada de la CPRM pueden pasar inadvertidos los cálculos con un diámetro inferior a 3 mm, especialmente los situados inmediatamente antes de la ampolla [77]. Si los pequeños cálculos no están rodeados de bilis, pueden interpretarse erróneamente como estenosis o estrecheces. El estrechamiento fisiológico del CBC a la altura del hilio hepático, atribuido a la compresión de la arteria hepática que se cruza o a la compresión de la porción distal del CBC por divertículos duodenales periampulares, suele reconocerse en las secuencias adicionales de RM. Estenosis benignas y malignas Las estenosis benignas aparecen como un estrechamiento tubular de los con- ductos biliares, de paredes lisas, asociado en ocasiones a un ligero desplazamiento del conducto por la fibrosis concomitante [64,78]. El grado de estenosis se repre- senta mejor en las imágenes de corte fino. Estas y la proyección de máxima intensidad (MIP) tienden a sobrestimar el grado de estenosis. La CPRM se adapta perfectamente para el control de las anastomosis biliointestinales porque las estenosis focales de los conductos biliares, los cálculos, el número de anastomosis y los segmentos asociados se visualizan, a menudo, perfectamente en las imágenes. La colangiografía transhepática percutánea delimita mejor el estrechamiento de
  • 21. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o ACTUALIZACIÓN DE LAS TÉCNICAS DE IMAGEN DE LA VÍA BILIAR 1215 los conductos biliares de los pacientes trasplantados pero, dado su carácter inva- sivo, debiera reservarse para los pacientes sintomáticos a los que se pretende tratar a través del trayecto percutáneo [58]. Si la bilirrubina sérica es inferior a 2 mg/dl, la colangiografía por TC i.v. también puede plantearse como modalidad no invasiva de imagen en estos casos. Las estenosis abruptas con dilatación preestenótica suelen tener una causa maligna [63]. En el colangiocarcinoma, el incremento difuso de la señal periductal de RM puede ser la única pista existente, puesto que no resulta fácil detectar el crecimiento tumoral endoluminal. Este tumor tiende a crecer en forma de vaina a lo largo y paralelamente a los conductos biliares. La CPRM puede ofrecer ventajas sobre la CPRE para la planificación del tratamiento cuando esta última no logra opacificar todos los segmentos del árbol biliar. El carcinoma de la cabeza pan- creática también determina una estenosis focal aislada del CBC, asociada a menudo a una estenosis del conducto pancreático, lo que explica el clásico «signo del doble conducto». El carcinoma ampular puede determinar una configuración patológica similar a la del conducto biliar y pancreático. Estos tumores se reco- nocen mejor por las características habitualmente hiperintensas de la señal en las imágenes de RM potenciadas en T2. Enfermedades de la vesícula biliar El estudio de la vesícula biliar suele basarse en una combinación de imágenes de CPRM y de RM. Los cálculos aparecen como un vacío dentro de la luz de la vesícula en las imágenes de CPRM siempre que estén rodeados de bilis. El barro biliar produce un descenso ligero y homogéneo de la señal, que se visualiza como un nivel líquido dentro de una bilis brillante. Si no se reconoce la vesícula en las imágenes de CPRM y se descarta una colecistectomía, el diagnóstico más probable es la obs- trucción completa por un cálculo o una contracción postinflamatoria. La ausencia congénita de la vesícula biliar es un trastorno poco habitual, con una incidencia inferior al 0,4%. La evaluación combinada mediante CPRM e imágenes de RM puede llevar al diagnóstico correcto en los casos de obstrucción completa de la vesícula por cáncer primario vesicular [79]. Visualización del complejo esfinteriano La visualización del complejo esfinteriano puede mejorarse mediante la esti- mulación con secretina, ya descrita, de la excreción pancreática, así como por la visualización seriada durante varios minutos. Esta técnica también representa los cambios en la forma del esfínter debidos a contracciones, que suceden entre cuatro y cinco veces por minuto. La CPRE se adapta mejor para evaluar la presencia de una estenosis papilar, puesto que la CPRM no permite evaluar su repercusión funcional. Además, la endoscopia también ofrece la posibilidad terapéutica de la esfinterotomía, el tratamiento de elección para las estenosis anatómicas fijas, y la toma de muestras tisulares. Después de la esfinterotomía o cuando existe un divertículo duodenal periampular, la ampolla puede verse irregular y ensanchada sin que exista ninguna lesión preocupante. Las imágenes tomadas en este contexto requieren una interpretación cuidadosa.
  • 22. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1216 WALD et al. Resumen Las actuales técnicas de CPRM se basan en la visualización de los conductos llenos de bilis con secuencias muy potenciadas en T2. Como alternativa, se pueden emplear medios de contraste secretados activamente por los hepato- citos para visualizar el árbol biliar. La adquisición de los datos se lleva a cabo mediante cortes gruesos o finos; los primeros constituyen una técnica más rápida de visualización y los segundos disponen de una mayor resolución espacial, lo que permite detectar las pequeñas anomalías intraluminales y efectuar un posprocesamiento adicional de las imágenes, dado el carácter 3D intrínseco de los datos. La CPRM está indicada en las mismas indicaciones que la CPRE y la CTP diagnósticas. La CPRM alcanza una exactitud diagnóstica similar en la mayoría de los trastornos biliares. Si se combina con imágenes RM, adquiridas habi- tualmente en la misma exploración, su rendimiento diagnóstico puede superar al de la CPRE y al de la CTP. La posibilidad de visualizar la anatomía proximal a un segmento biliar este- nótico hace que la CPRM ofrezca una información complementaria de la CPRE si no se puede lograr una opacificación completa del árbol biliar por vía retrógrada. Bibliografía [1] Sherman S, Lehman GA. ERCP- and endoscopic sphincterotomy-induced pancreatitis. Pancreas 1991;6:350. [2] Loperfido S, Angelini G, Benedetti G, et al. Major early complications from diagnostic and therapeutic ERCP: a prospective multicenter study. Gastrointest Endosc 1998;48:1. [3] Masci E, Toti G, Mariani A, et al. Complications of diagnostic and therapeutic ERCP: a prospective multicenter study. Am J Gastroenterol 2001;96:417. [4] Graham EA, Cole WH. Roentgenologic examination of the gallbladder, new method utilizing intravenous injection of tetrabromophenolphthalein. JAMA 1924;82:613. [5] Bell AL, Immerman LL, Arcomano JP, et al. Intravenous cholangiography: a preliminary study. Am J Surg 1954;88:248. [6] Glenn F, Evans J, Hill M, et al. Intravenous cholangiography. Ann Surg 1954;140:600. [7] Jutras A. [Intravenous cholegraphy; new aspects of biliary physiology; floating calculi]. Union Med Can 1954;83:1349 [in French]. [8] Orloff TL, Sklaroff DM, Cohn EM, et al. Intravenous choledochography with a new contrast medium, Cholografin. Radiology 1954;62:868. [9] Wise RE, O’Brien RG. Intravenous cholangiography: a preliminary report. Lahey Clin Bull 1954;9:52. [10] Wise RE, Johnston DO, Salzman FA. The intravenous cholangiographic diagnosis of partial obstruction of the common bile duct. Radiology 1957;68:507. [11] Wise RE, Twaddle JA. Choledocholithiasis: postcholecystectomy diagnosis by intravenous cholangiography. Surg Clin North Am 1958;38:673. [12] Taenzer V, Volkhardt V. Double blind comparison of meglumine iotroxate (Biliscopin), meglumine iodoxamate (Endobile), and meglumine ioglycamate (Biligram). AJR Am J Roentgenol 1979;132:55.
  • 23. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o ACTUALIZACIÓN DE LAS TÉCNICAS DE IMAGEN DE LA VÍA BILIAR 1217 [13] Ott DJ, Gelfand DW. Complications of gastrointestinal radiologic procedures: II. Com- plications related to biliary tract studies. Gastrointest Radiol 1981;6:47. [14] Maglinte DD, Dorenbusch MJ. Intravenous infusion cholangiography: an assessment of its role relevant to laparoscopic cholecystectomy. Radiol Diagn 1993;34:91. [15] Takahashi M, Saida Y, Itai Y, et al. Reevaluation of spiral CT cholangiography: basic con- siderations and reliability for detecting choledocholithiasis in 80 patients. J Comput Assist Tomogr 2000;24:859. [16] Breen DJ, Nicholson AA. The clinical utility of spiral CT cholangiography. Clin Radiol 2000;55:733. [17] Sacharias N. Safety of Biliscopin. Australas Radiol 1995;39:101. [18] Nilsson U. Adverse reactions to iotroxate at intravenous cholangiography. A prospective clinical investigation and review of the literature. Acta Radiol 1987;28:571. [19] Lindsey I, Nottle PD, Sacharias N. Preoperative screening for common bile duct stones with infusion cholangiography: review of 1000 patients. Ann Surg 1997;226:174–8. [20] Robbins AH, Earampamoorthy S, Koff RS, et al. Successful intravenous cholecysto- cholangiography in the jaundiced patient using meglumine iodoxamate (Cholovue). AJR Am J Roentgenol 1976;126:70. [21] Keogan MT, McDermott VG, Price SK, et al. The role of imaging in the diagnosis and management of biliary complications after liver transplantation. AJR Am J Roentgenol 1999; 173:215. [22] Kapoor V, Baron RL, Peterson MS. Bile leaks after surgery. AJR Am J Roentgenol 2004; 182:451. [23] Braasch JW. Anthony Eden’s (Lord Avon) biliary tract saga. Ann Surg 2003;238:772. [24] Lucas CE, Kurtzman R, Read RC. Barium cholangiography. Surg Forum 1965;16:384. [25] Greenberg M, Greenberg BM, Rubin JM, et al. Computed-tomographic cholangiography: a new technique for evaluating the head of the pancreas and distal biliary tree. Radiology 1982;144:363. [26] Greenberg M, Rubin JM, Greenberg BM. Appearance of the gallbladder and biliary tree by CT cholangiography. J Comput Assist Tomogr 1983;7:788. [27] Park SJ, Han JK, Kim TK, et al. Three-dimensional spiral CT cholangiography with minimum intensity projection in patients with suspected obstructive biliary disease: comparison with percutaneous transhepatic cholangiography. Abdom Imaging 2001;26:281. [28] Zandrino F, Benzi L, Ferretti ML, et al. Multislice CT cholangiography without biliary con- trast agent: technique and initial clinical results in the assessment of patients with biliary obstruction. Eur Radiol 2002;12:1155. [29] Zeman RK, Berman PM, Silverman PM, et al. Biliary tract: three-dimensional helical CT without cholangiographic contrast material. Radiology 1995;196:865. [30] Kielar A, Toa H, Sekar A, et al. Comparison of CT duodeno-cholangiopancreatography to ERCP for assessing biliary obstruction. J Comput Assist Tomogr 2005;29:596. [31] Kim HC, Park SJ, Park SI, et al. Multislice CT cholangiography using thin-slab minimum intensity projection and multiplanar reformation in the evaluation of patients with suspected biliary obstruction: preliminary experience. Clin Imaging 2005;29:46. [32] Caoili EM, Paulson EK, Heyneman LE, et al. Helical CT cholangiography with three- dimensional volume rendering using an oral biliary contrast agent: feasibility of a novel technique. AJR Am J Roentgenol 2000;174:487. [33] Chopra S, Chintapalli KN, Ramakrishna K, et al. Helical CT cholangiography with oral cholecystographic contrast material. Radiology 2000;214:596. [34] Soto JA, Velez SM, Guzman J. Choledocholithiasis: diagnosis with oral-contrast-enhanced CT cholangiography. AJR Am J Roentgenol 1999;172:943. [35] Klein HM, Wein B, Truong S, et al. Computed tomographic cholangiography using spiral scanning and 3D image processing. Br J Radiol 1993;66:762.
  • 24. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1218 WALD et al. [36] Cheng YF, Lee TY, Chen CL, et al. Three-dimensional helical computed tomographic cholangiography: application to living related hepatic transplantation. Clin Transplant 1997;11:209. [37] Fleischmann D, Ringl H, Schofl R, et al. Three-dimensional spiral CT cholangiography in patients with suspected obstructive biliary disease: comparison with endoscopic retrograde cholangiography. Radiology 1996;198:861. [38] Gillams A, Gardener J, Richards R, et al. Three-dimensional computed tomography cho- langiography: a new technique for biliary tract imaging. Br J Radiol 1994;67:445. [39] Kwon AH, Uetsuji S, Ogura T, et al. Spiral computed tomography scanning after intravenous infusion cholangiography for biliary duct anomalies. Am J Surg 1997;174:396. [40] Kwon M, Uetsuji S, Boku T, et al. [Three dimensional cholangiography with spiral CT for analysis of biliary tract: preliminary report]. Nippon Geka Gakkai Zasshi 1993;94:658 [in Japanese]. [41] Wicky S, Gudinchet F, Barghouth G, et al. Three-dimensional cholangio-spiral CT demonstration of a post-traumatic bile leak in a child. Eur Radiol 1999;9:99. [42] Stockberger SM, Wass JL, Sherman S, et al. Intravenous cholangiography with helical CT: comparison with endoscopic retrograde cholangiography. Radiology 1994;192:675. [43] Van Beers BE, Lacrosse M, Trigaux JP, et al. Noninvasive imaging of the biliary tree before or after laparoscopic cholecystectomy: use of three-dimensional spiral CT cholangiography. AJR Am J Roentgenol 1994;162:1331. [44] Huddy SP, Southam JA. Is intravenous cholangiography an alternative to the routine per- operative cholangiogram? Postgrad Med J 1989;65:896. [45] Kitami M, Takase K, Murakami G, et al. Types and frequencies of biliary tract variations associated with a major portal venous anomaly: analysis with multi-detector row CT cho- langiography. Radiology 2006;238:156. [46] Murakami T, Kim T, Tomoda K, et al. Aberrant right posterior biliary duct: detection by intravenous cholangiography with helical CT. J Comput Assist Tomogr 1997;21:733. [47] Cabada Giadas T, Sarria Octavio de Toledo L, Martinez-Berganza Asensio MT, et al. Helical CT cholangiography in the evaluation of the biliary tract: application to the diagnosis of choledocholithiasis. Abdom Imaging 2002;27:61. [48] Persson A, Dahlstrom N, Smedby O, et al. Three-dimensional drip infusion CT cholangio- graphy in patients with suspected obstructive biliary disease: a retrospective analysis of feasibility and adverse reaction to contrast material. BMC Med Imaging 2006;6:1. [49] Persson A, Dahlstrom N, Smedby O, et al. Volume rendering of three-dimensional drip infusion CT cholangiography in patients with suspected obstructive biliary disease: a retros- pective study. Br J Radiol 2005;78:1078. [50] Zandrino F, Curone P, Benzi L, et al. MR versus multislice CT cholangiography in evaluating patients with obstruction of the biliary tract. Abdom Imaging 2005;30:77. [51] Campbell WL, Ferris JV, Holbert BL, et al. Biliary tract carcinoma complicating primary sclerosing cholangitis: evaluation with CT, cholangiography, US, and MR imaging. Radiology 1998;207:41. [52] Campbell WL, Peterson MS, Federle MP, et al. Using CT and cholangiography to diagnose biliary tract carcinoma complicating primary sclerosing cholangitis. AJR Am J Roentgenol 2001;177:1095. [53] Hashimoto M, Itoh K, Takeda K, et al. Evaluation of biliary abnormalities with 64-channel multidetector CT. Radiographics 2008;28:119. [54] Schroeder T, Malago M, Debatin JF, et al. Multidetector computed tomographic chol- angiography in the evaluation of potential living liver donors. Transplantation 2002;73: 1972. [55] Yeh BM, Breiman RS, Taouli B, et al. Biliary tract depiction in living potential liver donors: comparison of conventional MR, mangafodipir trisodium-enhanced excretory MR, and multi-detector row CT cholangiography—initial experience. Radiology 2004;230:645.