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FUNCIONES EJECUTIVAS
673
REV NEUROL 2002; 34 (7): 673-685
Recibido:22.08.01.Aceptadotrasrevisiónexternasinmodificaciones:22.09.01.
a
Neuropsicólogo. Clínica Ubarmin. Fundación Argibide. Pamplona, Nava-
rra. b
Neuropsicólogo. Unidad de Daño Cerebral. Hospital Beata María
Ana. Facultad de Psicología. Departamento de Psicología Básica II. UCM.
Madrid. c
Psiquiatra. Hospital Miguel Servet. Zaragoza, España.
Correspondencia: Dr. Javier Tirapu Ustárroz. Clínica Ubarmin. E-31486
Elcano (Navarra). E-mail: jtirapuu@cfnavarra.es
 2002, REVISTA DE NEUROLOGÍA
EXECUTIVE FUNCTIONS: THE NEED FOR THE INTEGRATION OF CONCEPTS
Summary. Introduction. The new cognitive neuropsychology approachs have aroused an increasing interest in understanding the
higher cognitive processes as well as the neural substrates linked to them. Particularly, the executive functions, reckoned to be
essentialtocontroltheinformationprocessingandtoco-ordinatebehaviour,havereceivedpreferentialtreatmentfrom specialised
literatureonthesubject.Development.Fromobsessive-compulsivedisordertoschizophrenia,fromParkinson’sdiseasetomultiple
sclerosis, there are many reports that show the affectation of these functions in all these morbid processes. On the other hand, the
part that the prefrontal cortex plays in human behaviour in general, and in executive functions in particular, constitutes one of the
most important fields of research of neurosciences nowadays. Thus, this cortical area appears closely linked to the executive
processes, affecting different respects of the cognitive functions. Working memory, supervisory attentional system, somatic marker,
information processing, behaviour planning, social judgement, are processes which have been related to the prefrontal cortex
activity as a structure, and to the executive processes as a function. Conclusions. The aim of this article is to revise the concept of
executive functions, and give rise reflections about the usefulness of the aforementioned concept and its practical applicability. It
is essential that we understand the difference between structure and function, cognition and emotion, brain activity and behaviour,
category and dimension, and between mind and brain, to achieve a more comprehensive approach to this concept of ‘executive
functions’ we all use, and many times find difficult to define and to understand. [REV NEUROL 2002; 34: 673-85]
Key words. Executive functions. Hierarchical model. Integrator model. Somatic markers. Supervisory attentional system. Working
memory.
INTRODUCCIÓN
Larecienteeclosióndelasneurocienciascognitivashagenerado
un creciente interés por comprender las funciones y los sustratos
neurales de las denominadas funciones cognitivas de alto nivel
[1]. En las dos últimas décadas, la neurología conductual y la
neuropsicología han evolucionado a pasos agigantados bajo el
influjo de los modelos teóricos provenientes de la psicología
cognitiva, pero también por el avance de nuevos y sofisticados
métodos que permiten estudiar la actividad cerebral durante los
procesos cognitivos [2]. Así, las técnicas de neuroimagen y los
modelos computacionales de las funciones cognitivas de alto
nivel han arrojado nuevos datos y modelos sobre el intrincado
mundo del funcionamiento cerebral.
El córtex prefrontal es la región cerebral con un desarrollo
filogenéticoyontogénicomásrecientey,porello,lapartedelser
humano que más nos diferencia de otros seres vivos y que mejor
reflejanuestraespecificidad;constituyeaproximadamenteel30%
de la corteza cerebral [3]. Desde un punto de vista funcional
puede afirmarse que en esta región cerebral se encuentran las
funciones cognitivas más complejas y evolucionadas del ser hu-
mano; se le atribuye un papel esencial en actividades tan impor-
tantes como la creatividad, la ejecución de actividades comple-
jas, el desarrollo de las operaciones formales del pensamiento,
la conducta social, la toma de decisiones y el juicio ético y moral
[4,5]. En esta línea, los tipos de déficit que –tanto en la clínica
Funciones ejecutivas:
necesidad de una integración conceptual
J. Tirapu-Ustárroza
, J.M. Muñoz-Céspedesb
, C. Pelegrín-Valeroc
como en la investigación– se atribuyen a lesiones del córtex
prefrontal incluyen una interacción de alteraciones emociona-
les,conductualesycognitivas.Dentrodeestasalteracionesenel
funcionamiento cognitivo destacan los déficit ejecutivos.
Las funciones ejecutivas (FE) se han definido como los pro-
cesos que asocian ideas, movimientos y acciones simples y los
orientan a la resolución de conductas complejas [6]. Luria [7,8]
fue el primer autor que, sin nombrar el término –el cual se debe
a Lezak–, conceptualizó las FE como una serie de trastornos en
la iniciativa, la motivación, la formulación de metas y planes de
acciónyelautocontroldelaconducta,asociadosalesionesfron-
tales.
Lezak [9,10] define las FE como las capacidades mentales
esenciales para llevar a cabo una conducta eficaz, creativa y
aceptada socialmente. A su vez, Sholberg y Mateer [11] consi-
deran que las FE abarcan una serie de procesos cognitivos entre
los que destacan la anticipación, elección de objetivos, planifi-
cación, selección de la conducta, autorregulación, autocontrol y
uso de retroalimentación (feedback). Mateer, en esta misma lí-
nea cognitivista, refiere los siguientes componentes de la fun-
ción ejecutiva: dirección de la atención, reconocimiento de los
patrones de prioridad, formulación de la intención, plan de con-
secución o logro, ejecución del plan y reconocimiento del logro
[12].
En los años 1980 y 1989, Fuster [13,14] publicó su teoría
general sobre el córtex prefrontal y consideró que éste era fun-
damental en la estructuración temporal de la conducta. Según
Fuster, dicha estructuración se llevaría a término mediante la
coordinación de tres funciones subordinadas: a) una función
retrospectiva de memoria a corto plazo provisional; b) una fun-
ción prospectiva de planificación de la conducta; y c) una fun-
ción consistente en el control y supresión de las influencias in-
ternas y externas capaces de interferir en la formación de patro-
nes de conducta.
REVISIÓN
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J. TIRAPU-USTÁRROZ, ET AL
674
Parece evidente que tanto el propio concepto (‘ejecutivo’)
como sus descripciones emanan de modelos predominantemen-
te cognitivistas, que basan sus definiciones en aproximaciones
más o menos afortunadas de los modelos de procesamiento de la
información.Estosnuevosmodelosdelaneurocienciacognitiva
tratan de explicar el sustrato de las funciones cognitivas de alto
nivel y, aunque el término pueda resultar novedoso, Rylander ya
señalaba en 1939 que ‘el síndrome frontal produce alteraciones
en la atención, incremento de la distracción, dificultad para cap-
tar la totalidad de una realidad compleja [...]; los sujetos son
capaces de resolver adecuadamente tareas rutinarias, pero inca-
paces de resolver tareas novedosas’ [15]. Todas estas descrip-
ciones señaladas sugieren que la psicología cognitiva tiene difi-
cultades para proveer una adecuada caracterización de los pro-
cesosejecutivosqueconformanunadelasprincipalesfunciones
de los lóbulos frontales. Ante esta falta de un modelo único que
establezca una relación más sólida entre cerebro, mente y con-
ductacompleja,estosmodelos‘inestables’planteandificultades
importantes para el estudio del funcionamiento cerebral.
No podemos negar que el concepto de FE se ha utilizado
excesivamente; se da por hecho que la simple ejecución defici-
taria en uno o varios ‘tests frontales’ refleja trastornos en deter-
minadas áreas de la conducta y que esa conducta depende de una
localización concreta en el cerebro. En este sentido, el término
resulta excesivamente genérico en su intención de describir fun-
ciones metacognitivas y de autorregulación de la conducta, y las
definiciones sobre lo que contiene no parece reflejar que se trate
de un sistema unitario sino, mas bien, de un sistema supramodal
de procesamiento múltiple.
Como se ha señalado anteriormente, las alteraciones en las
FE se han considerado prototípicas de la patología del lóbulo
frontal, fundamentalmente de las lesiones o disfunciones que
afectan a la región prefrontal dorsolateral [16,17]. Así, se ha
acuñado el término ‘síndrome disejecutivo’ para definir, en pri-
mer lugar, las dificultades que exhiben algunos pacientes con
una marcada dificultad para centrarse en la tarea y finalizarla sin
un control ambiental externo [18,19]. En segundo lugar, presen-
tandificultadesenelestablecimientodenuevosrepertorioscon-
ductuales y una falta de capacidad para utilizar estrategias ope-
rativas. En tercer lugar, muestran limitaciones en la productivi-
dad y creatividad, con falta de flexibilidad cognitiva. En cuarto
lugar, la conducta de los sujetos afectados por alteraciones en el
funcionamiento ejecutivo pone de manifiesto una incapacidad
paralaabstraccióndeideasymuestradificultadesparaanticipar
las consecuencias de su comportamiento, lo que provoca una
mayorimpulsividadoincapacidadparaposponerunarespuesta.
Dadalamultiplicidaddemanifestacionesdeestesíndromedise-
jecutivo,parecenecesariodistinguirlasFEdeaquellasquenolo
son, con el fin de establecer una taxonomía funcional que nos
permita distinguir las ejecuciones, capacidades y conductas que
soncaracterísticasdeunadecuadofuncionamientoejecutivo[20].
Conviene destacar que son muy numerosas las patologías
neurológicas y los trastornos mentales en los que se han descrito
alteraciones en alguno o en todos los componentes del funciona-
miento ejecutivo. Entre los primeros, podemos destacar los tu-
mores cerebrales [21], los traumatismos craneoencefálicos
[22,23], los accidentes cerebrovasculares [24,25], la enferme-
dad de Parkinson [26,27], la esclerosis múltiple [28,29] y el
síndrome de Gilles de la Tourette [30]. Respecto a la patología
psiquiátrica,lasalteracionesdisejecutivassehanestudiado,entre
otras, en la esquizofrenia [31,32], en el trastorno obsesivocom-
pulsivo[33,34],eneltrastornodisocialdelapersonalidad[35,36],
enelautismo[37]yeneltrastornopordéficitdeatención[38,39].
Estosugierequeeltérmino‘funcionamientoejecutivo’describe
de forma inadecuada una función y, además, no depende de una
estructura anatómica única. En la neuropsicología clásica no
resulta demasiado complicado describir los diferentes cuadros
afásicos y su relación con lesiones cerebrales específicas; sin
embargo, en la clínica cotidiana hallamos demasiados ejemplos
que ponen de manifiesto la alteración del funcionamiento ejecu-
tivo en ausencia de afectación frontal. Dicho de otro modo, he-
mos de reconocer con humildad que cuando nos referimos a las
FE y pretendemos establecer una relación clara entre estructura,
función y conducta, no poseemos una teoría neuropsicológica
firme; además, la alteración de las FE no resulta un buen ‘mar-
cador cerebral‘ –algo así como lo que ocurre con la serotonina y
la psicopatología–, sino un marcador neuropsicológico excesi-
vamente inespecífico.
En este artículo nos proponemos revisar los modelos expli-
cativossobreelfuncionamientoycontrolejecutivo,conelfinde
intentar aproximarnos a una clarificación conceptual.
MEMORIA DE TRABAJO
Y FUNCIONES EJECUTIVAS
En 1974, Baddeley y Hitch [40] presentaron un modelo de me-
moriaoperativaquepretendíaunareconceptualizacióndelame-
moria a corto plazo y que se basaba en la descripción y análisis
de sus procesos y funciones. La memoria de trabajo (MT) se
define, así, como un sistema que mantiene y manipula temporal-
mente la información, por lo que interviene en la realización de
importantes tareas cognitivas tales como comprensión del len-
guaje, lectura, pensamiento, etc. Este modelo lo ha desarrollado
posteriormenteelpropioBaddeley[41-44],quienhafragmenta-
dolamemoriaacortoplazo(MCP)entrescomponentesdiferen-
ciados: el sistema ejecutivo central (SEC), el bucle fonológico y
la agenda visuoespacial (Fig. 1).
El bucle fonológico incluye un almacén fonológico a corto
plazo asistido por un proceso de control basado en el repaso
articulatorio, por lo que actúa como un sistema de almacena-
miento que permite utilizar el lenguaje subvocal para mantener
la información en la conciencia durante el tiempo deseado; se
postula la existencia de este subsistema particular para explicar
Figura 1. Esquema de memoria de trabajo.
Agenda visuoesp Bucle fonológico
Sistema
Sistema
tem
Sistema
ejecutivo
ejecutivo
central
centra
central
FUNCIONES EJECUTIVAS
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REV NEUROL 2002; 34 (7): 673-685
laimportanciadelacodificacióndellenguajeenlaMCP.Deeste
modo, el bucle fonológico se utilizaría para el almacenamiento
transitorio del material verbal y para mantener el ‘habla interna’
implicada en las tareas de la MCP. Sin embargo, hemos de tener
en cuenta que el bucle y sus procesos de repetición no son me-
ramenteunlenguajesubvocal,sinoquedichosprocesosderepe-
tición se encuentran en funcionamiento mucho más profunda-
mente; en apariencia, dependen de códigos centrales de control
del habla, que pueden mantenerse en funcionamiento en ausen-
cia de retroalimentación periférica. Los trabajos realizados por
Logieetal[45]conpacientesdisártricosoafectadosporanartria
han evidenciado que los procesos de control articulatorio no
dependen para su funcionamiento de la musculatura periférica
del habla. Esto indica que el término ‘bucle fonológico’ es más
adecuado que el de ‘bucle articulatorio’, ya que este último pa-
rece implicar una participación directa de la articulación.
Elsegundogransistemasubordinadopostuladoporelmode-
lo de MT es la agenda visuoespacial, un sistema cuyo cometido
fundamentalescrearymanipularimágenesvisuoespaciales.Este
sistema sería análogo al bucle fonológico y podría alimentarse
directamente de la percepción visual o indirectamente mediante
la generación de una imagen visual. Este sistema, a su vez, pa-
receemplearseenlacreaciónyutilizacióndemnemotécnicasde
imágenes visuales, sin tener ningún cometido en el efecto de la
imaginabilidadenlamemoriaverbalalargoplazo. Aunqueexis-
ten múltiples trabajos sobre las imágenes visuales procedentes
de la psicología cognitiva, no son numerosos los estudios expe-
rimentales que han intentado clarificar el papel de la agenda
visuoespacial en la cognición cotidiana, aunque los resultados
apuntan a la existencia de un sistema encargado de crear y ma-
nipular imágenes. Ya que hemos planteado si el bucle debería
considerarse fonológico o articulatorio, podemos igualmente
plantearnos si la agenda es más visual o espacial. Aunque el
sistema parecía ser de carácter espacial en lugar de visual, ahora
parece probable que represente un sistema de múltiples facetas,
con dimensiones tanto visuales como espaciales, o bien dos sis-
temas independientes. Los estudios psicofisiológicos, las técni-
cas de neuroimagen y la literatura neuropsicológica sugieren
componentesvisualesyespacialesindependientesdelasimáge-
nes, con localizaciones anatómicas diferenciadas en el cerebro.
La mayor parte de la investigación de la MT se ha centrado
en estos dos sistemas subsidiarios, principalmente porque pare-
cenmásaccesiblesalostrabajosexperimentalesqueelejecutivo
central y porque pueden definirse de forma más operativa. Este
sistema tiende a convertirse en un ‘paraguas’ conceptual para
intentarexplicarprocesosmentalescomplejos,comoelmodoen
que la información se combina en el cerebro y cómo se seleccio-
nan y operan las estrategias para resolver una determinada situa-
ción. En cierto modo, como señala el propio Baddeley, el ejecu-
tivo central funciona más como un sistema atencional que como
un almacén de información [46]: ‘el término MT es un nombre
inapropiado, que refleja el hecho de que el modelo evolucionó
del concepto más limitado de MCP, ya que este sistema depende
deformacrucialdelossistemasdecontrolatencional’.Deforma
genérica, pues, podemos afirmar que el SEC es un sistema aten-
cional, por medio del cual se llevan a cabo tareas cognitivas en
las que interviene la MT, y realiza operaciones de selección de
estrategiasycontrol.Siestesistema,comoseñalaelpropioautor,
depende de procesos atencionales, ¿por qué no denominarlo sis-
tema atencional de trabajo?
Goldman-Rakic[47-50]proponeunanuevacomprensiónde
la MT de Baddeley, que se basa en las implicaciones de la arqui-
tecturafuncionaldelcórtexprefrontal.Paraestaautora,elcórtex
prefrontal desempeñaría un papel preponderante en las funcio-
nes de la MT y debería entenderse como una red de integración
de áreas, cada una de las cuales se especializaría en un dominio
específico. Así, cada subsistema de la MT se encontraría asocia-
do e interconectado con diferentes e independientes áreas corti-
cales: las áreas prefrontales relacionadas con la MT espacial se
conectaríanconporcionesdellóbuloparietalposterior,mientras
que la MT responsable de las formas de los objetos conectaría el
córtex prefrontal inferior con el lóbulo temporal. Otra red se
compondría de áreas de asociación sensorial (temporal y parie-
tal), premotora (cingulado) y límbica. Su modelo sobre el fun-
cionamiento del SEC se basa en estudios experimentales con
primates no humanos y, de acuerdo con el mismo, el ejecutivo
central puede considerarse una propiedad emergente que coac-
tiva múltiples procesadores de dominio específico; estos se lo-
calizan en el córtex prefrontal, pero interconectados con regio-
nes posteriores que contienen información relevante para dicho
dominio específico (Fig. 2).
Estemodeloalternativoplanteaqueelresultadodelprocesa-
miento del SEC es el resultado de la interacción de múltiples
módulos de procesamiento de la información independientes,
cadaunodeloscualescontendríasuspropiossistemasdecontrol
motor, sensorial y mnésico. Este procesamiento lineal deja en-
trever la existencia de una red neural cortical independiente para
cada subsistema de la MT. Aunque no resuelve las zonas de
penumbra existente en lo referente al SEC, sí arroja algo de luz
sobre cómo estos subsistemas independientes pueden cooperar
para dar lugar a una conducta compleja, al plantear que la coac-
tivación de los diferentes subsistemas de la MT y su capacidad
para recibir información de la memoria y de otras áreas cortica-
les le permiten procesar información en paralelo; ello desembo-
caría en lo que denominamos procesos cognitivos de alto nivel.
EL MODELO JERÁRQUICO
A mediados de la pasada década, Stuss y Benson [51,52], en su
libro sobre el lóbulo frontal, propusieron un modelo jerárquico
delasfuncionesmentales.Enprimerlugar,seencuentrainfluido
por la organización anatómica del sistema nervioso central y, en
segundolugar,porlasclásicasaportacionesdeW.Jamesrespec-
Figura 2. Modelo ejecutivo central de Goldman-Rakic.
Sensorial
Motor
S
Sistema
ejecutivo central
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J. TIRAPU-USTÁRROZ, ET AL
676
to a la conciencia en su libroPrincipios de
psicología. Según este modelo, el córtex
prefrontal realizaría un control supramo-
dal sobre las funciones mentales básicas
localizadas en estructuras basales o retro-
rrolándicas (Fig. 3). Este control lo lleva-
ría a cabo a través de las FE, que, a su vez,
también se distribuirían de manera jerár-
quica,aunqueconunarelacióninteractiva
entre ellas. En el vértice de esta pirámide
se encontraría la autoconciencia o autoa-
nálisis,medianteelcualserepresentanlas
experiencias subjetivas actuales en rela-
ción con las previas; controla la propia ac-
tividad mental y utiliza el conocimiento
adquiridopararesolvernuevosproblemas
y guiar la toma de decisiones para el futu-
ro.Enunsegundonivelseencontraríanlas
funcionesquerealizanelcontrolejecutivo
o cognitivo del resto de funciones menta-
les.Estasfuncionessonlassiguientes:an-
ticipación, selección de objetivos, formu-
lación y planificación previa de posibles
solucioneseiniciacióndelarespuesta,con
control de la misma y de sus consecuen-
cias. El tercer nivel corresponde a las fun-
ciones siguientes:
a) El impulso (drive), que engloba la ca-
pacidad de iniciar y mantener una actividad mental y una
conductamotora;esteconceptoserelacionaconlanociónde
motivación, que podemos definir como la energía necesaria
puesta a disposición para lograr algo deseable o evitar algo
indeseable y que se relaciona con el estado emocional del
sujeto.
b) Laorganizacióntemporal,quehacereferenciaalacapacidad
de mantener secuencias de información y percibir el orden
temporal de los sucesos.
Para Stuss y Benson, estas funciones no son de ejecución,
sino del control de la activación de las acciones (en inglés, exe-
cutivecognitivecontrol)mediantelaanticipación,laelecciónde
objetivos que se desea conseguir, la planificación y la selección
adecuada, que supone la selección de una respuesta y la inhibi-
ción de otras.
En 1991, el propio Stuss [53-55] redefine su modelo de sis-
tema de control ejecutivo y mantiene la premisa de que las fun-
cionesdelcórtexprefrontalcomponenunsistemaconfunciones
jerárquicas, independientes pero interactivas. Cada uno de los
tres componentes descritos contendría sus subsistemas y un me-
canismodecontrolqueutilizatreselementosbásicos:entradade
información, que tendrá su especificidad en función del nivel de
representación de la información; un sistema comparador, que
analiza la información en relación con las experiencias pasadas
del sujeto; y un sistema de salida, que traduce los resultados de
laevaluacióncomparativahaciauntipodeterminadoderespues-
ta (Fig. 4)
El input del primer componente corresponde al sistema sen-
sorial y perceptual, y contendría un dominio para cada módulo
específico.Elanálisisperceptualysucorrespondienterespuesta
pueden ser simples o complejos, pero siempre son conductas
sobreaprendidas,automáticasyrápidas.Estetipodeprocesosno Figura 4. Marco conceptual de Stuss.
Autorreferencia,
metacognición
Salida
ón
Validació Comparador
Valores
Principios
Entrada
Representación
mental abstracta
Funciones
ejecutivas
Salida
ón
de mú ódulos
Comparador
Principios
de organización
Entrada
Asociaciones
Patrones complejos
Sen ón
Conocimiento
b o
exterior/interior
Salida
Programa
de acción Comparador
Hechos
de referencia
Entrada
Sensopercepción
Figura 3. Esquema de Stuss y Benson.
Prefrontal
Prefrontal
medial/basal
Posterior/
basal
Autoconciencia
Control ejecutivo
Conducta
humana
FUNCIONES EJECUTIVAS
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REV NEUROL 2002; 34 (7): 673-685
participa de la conciencia, por lo que podíamos denominarlos
implícitos y son la base de muchos comportamientos que exhi-
bimos en nuestra vida cotidiana. Este sistema no necesitaría la
participación del córtex prefrontal. Durante la adquisición de
una conducta compleja (como conducir), el córtex prefrontal
debe mantenerse activo, pero cuando la conducta se interioriza
o pasa a formar parte del repertorio conductual del individuo, la
participación del córtex prefrontal disminuye. Esta descripción
presenta muchas similitudes con el concepto de ‘programación
de contienda’ de Shallice.
El segundo componente de este sistema jerárquico se asocia
con el control ejecutivo o función de supervisión de los lóbulos
frontales. Las conexiones recíprocas entre las áreas de asocia-
ciónmultimodalretrorrolándicas,elsistemalímbicoyelcerebro
anterior proveen de las bases neurales necesarias para este con-
trol ejecutivo. Estas FE de control se han dividido conceptual y
experimentalmente en subfunciones específicas tales como an-
ticipación, selección de objetivos y elaboración de planes. Este
sistema se activaría ante situaciones novedosas, por lo que care-
ce de acceso a respuestas rutinarias. Estas conductas, que en un
principio precisan de control y deliberación, pasan posterior-
mente a subsistemas donde pueden controlarse de forma auto-
mática. El tercer componente de la jerarquía incorpora el con-
cepto de autoconciencia y autorreflexión. Este componente se
relacionaría con la capacidad de ser consciente de uno mismo y
con la capacidad de reflejar en pensamientos y conductas patro-
nes individuales y propios del yo. La autoconciencia, en este
sentido, depende de los inputs que recibe de los sistemas
sensorial-perceptual y de control ejecutivo, y su output influye
en la naturaleza y el grado del control ejecutivo.
En un artículo más reciente, Stuss y Alexander [56] recono-
cen que nos encontramos con múltiples problemas para com-
prender las FE, ya que la mayoría de estu-
dios presentan problemas metodológicos
y conceptuiales:
a) Las muestras de pacientes estudiados
no siempre presentan lesiones fronta-
les focales.
b) NoexisteunadefiniciónunitariadeFE.
c) La distinción entre procesos de con-
trol automático y procesos de control
consciente es insuficiente porque no
logra explicar la complejidad de di-
chos mecanismos de control.
d) La diferencia entre tareas complejas
(lóbulofrontal)ytareassimples(otras
áreas cerebrales) no puede explicar la
diferencia de funciones entre los ló-
bulos frontales y otras regiones cere-
brales.
e) El principal papel de los lóbulos fron-
tales puede tener relación con el com-
ponente afectivo y emocional, desa-
rrollo personal, juicio social y auto-
conciencia.
EL SISTEMA
ATENCIONAL SUPERVISOR
Tanto Baddeley como Goldman-Rakic,
cuandointentanexplicarelfuncionamiento
del SEC recurren al modelo de sistema
atencional supervisor (SAS). Así, en 1982, Norman y Shallice
presentaron un modelo teórico de la atención en el contexto de
la acción (Fig. 5), donde todo el comportamiento humano se
mediatizaporciertosesquemasmentalesqueespecificanlainter-
pretación de las entradas o inputs externos y la subsiguiente
acciónorespuesta.Pararegularlarelaciónentreestosesquemas,
estos autores postulan la existencia de dos mecanismos adapta-
tivos: el dirimente de conflictos (DC) –en inglés, contention
scheduling– y el SAS [57-60].
El DC evalúa la importancia relativa de distintas acciones y
ajustaelcomportamientorutinarioconarregloaella,yaqueeste
sistema de bajo nivel puede realizar acciones de rutina comple-
jas. Así, cada conducta puede desencadenarse por un estímulo
ambiental y, mediante un sistema de inhibición recíproca, la
acción más activada ‘gana’: se lleva a cabo mientras el resto se
suprimen temporalmente. Por sí mismo, un sistema de este tipo
sóloescapazderealizarconductaselicitadasporunestímulo;en
ausencia de señales ambientales, el sistema se mantendrá inac-
tivo o perseverará. Sin embargo, este sistema resulta muy útil
para llevar a cabo acciones rutinarias aunque sean complejas, en
la medida que estén lo bastante especificadas por el ambiente.
Sin embargo, el mecanismo de dirimidor de conflictos se
modula desde un nivel superior por el SAS, que se activa cuando
la selección rutinaria de operaciones no resulta apropiada. Se
tratadetareasnovedosasdondenoexisteunasoluciónconocida,
hay que planificar y tomar decisiones o es preciso inhibir una
respuestahabitual.ElSASpuedemodificarlasfuerzasdeacción
rivales o puede activar un sistema de acción concreto cuando el
modelo de estímulos ambientales no ha seleccionado ninguno.
Por tanto, el SAS puede impedir una conducta perseverante,
suprimirlasrespuestasalosestímulosygeneraraccionesnuevas
en situaciones donde no se desencadena ninguna acción rutina-
Figura 5. Modelo de sistema atencional supervisor (SAS) de Shallice.
Sistema atencional
supervisor
Percepción
Sistema
efector
Información
sensorial
Respuestas
Dirimidor
de conflictos
REV NEUROL 2002; 34 (7): 673-685
J. TIRAPU-USTÁRROZ, ET AL
678
ria. Según Shallice, las funciones del SAS se afectan cuando
existe patología en las áreas prefrontales de la corteza cerebral.
En la práctica clínica, la disfunción de este sistema permite ex-
plicaralgunasconductasqueserelacionancondisfunciónejecu-
tiva, como la rigidez conductual o perseverancia –se produciría
un error en la inhibición de esquemas dominantes– o la distrac-
ción –fallo en la inhibición de esquemas parásitos.
EL MARCADOR SOMÁTICO
La hipótesis del marcador somático (MS) postulada por Dama-
siotratadeexplicarlaimplicacióndealgunasregionesdelcórtex
prefrontal en el proceso de razonamiento y toma de decisiones
[61-65].Estahipótesissedesarrollóalquererdarrespuestaauna
serie de observaciones clínicas en pacientes neurológicos afec-
tadosdedañofrontalfocal.Estegrupoparticulardepacientesno
se puede explicar en términos de defectos en el razonamiento,
toma de decisiones, capacidad intelectual, lenguaje, MT o aten-
ción básica. Sin embargo, sus dificultades son obvias en el fun-
cionamiento cotidiano y presentan graves dificultades en el do-
minio personal y social.
La hipótesis del MS debe entenderse como una teoría que
trata de explicar el papel de las emociones en el razonamiento
y la toma de decisiones (muy relacionado con las FE). Las
observaciones de Damasio señalaban que pacientes con daño
cerebral adquirido en la corteza prefrontal ventromedial reali-
zaban adecuadamente los tests neuropsicológicos de laborato-
rio, pero tenían afectada su capacidad de expresar emociones.
Si ante un perfil cognitivo conservado el sujeto presenta difi-
cultades en la toma de decisiones, hemos de deducir que el
problema no sólo compete al mero procesamiento de la infor-
mación, sino que deben existir otros aspectos o factores que
inciden en el problema.
ElplanteamientodelMSpartedealgunasasuncionesbásicas
que deben aceptarse para dotar de cierta verosimilitud a esta
hipótesis tan sugerente:
a) El razonamiento humano y la toma de decisiones dependen
de múltiples niveles de operaciones neurobiológicas, algu-
nas de las cuales ocurren en la mente; las operaciones men-
tales dependen de imágenes sensoriales que se sustentan en
la actividad coordinada de áreas corticales primarias.
b) Todas las operaciones mentales dependen de algunos proce-
sos básicos como la atención y la MT.
c) El razonamiento y la toma de decisiones dependen de una
disponibilidad de conocimiento acerca de las situaciones y
opciones para la acción, y este conocimiento se almacena en
forma de disposiciones en la corteza cerebral y en núcleos
subcorticales.
d) Elconocimientosepuedeclasificaren:conocimientoinnato
y adquirido –estados corporales y procesos biorreguladores,
incluidas las emociones–, y conocimiento acerca de hechos,
sucesos y acciones –que se explicitan como imágenes men-
tales–. La unión entre conocimiento innato y conocimiento
‘acerca de’ refleja la experiencia individual, y la categoriza-
ción de este conocimiento otorga la capacidad de razona-
miento.
Si pretendemos buscar relación entre los diferentes modelos
e hipótesis sobre el funcionamiento ejecutivo es importante de-
tenerse en la asunción básica ‘b’. Para Damasio, la categoriza-
ción contribuye a la toma de decisiones, al clasificar tipos de
opciones, posibles resultados y conexiones entre opciones y re-
sultados, pero acepta que este despliegue de conocimiento sólo
es posible si se cumplen dos condiciones. Primera, debemos ser
capaces de hacer uso de mecanismos de atención básica que
permiteelmantenimientodeunaimagenmentalenlaconciencia
ylaexclusiónrelativadeotras;entérminosneurales,estodepen-
de probablemente de la potenciación de la pauta de actividad
neural que soporta una determinada imagen, mientras que se
reduce otra pauta neural contigua (¿puede relacionarse con el
SAS?). Segunda, debemos poseer un mecanismo de memoria
funcional básica, que mantiene imágenes separadas para un pe-
ríodo relativamente extendido de décimas de segundo a varios
segundos consecutivos. Esto significa que el cerebro reiteraría,
a lo largo del tiempo, las representaciones organizadas topográ-
ficamente que sostienen estas imágenes separadas (¿qué rela-
ción tiene esto con la MT de Baddeley o el procesamiento lineal
de Goldman-Rakic?).
Cuando hablamos de FE o de toma de decisiones damos por
sentadoquequiendecideposeeconocimientossobrelasituación
que requiere una decisión, sobre las distintas opciones de acción
y sobre las consecuencias inmediatas y futuras de cada una de
estas opciones. En este sentido, el MS forzaría la atención hacia
las consecuencias a las que puede conducir una acción determi-
nada, funcionando como una señal de alarma automática ante lo
inadecuadodealgunasdecisiones.Estaseñal,básicamenteemo-
cional, puede llevarnos a rechazar inmediatamente el curso de
acción, con lo que nos guiará hacia otras alternativas. Los MS se
cruzan con las FE en el campo de la deliberación, ya que resultan
fundamentales a la hora de tomar decisiones y resaltan unas
opciones sobre otras. Si las emociones se relacionan con el cuer-
po (¿dónde sino sentimos las emociones?) y estas emociones
señalan caminos a las decisiones, de ahí el término de MS.
Desde la perspectiva de Damasio podemos plantear algunas
reflexiones de indudable interés para un acercamiento más ade-
cuado al estudio de las FE: algunas lesiones que afectan a la cor-
teza prefrontal se asocian de manera consistente con alteraciones
en el razonamiento-toma de decisiones y con la emoción-senti-
miento; cuando el deterioro en razonamiento-toma de decisiones
yenlaemoción-sentimientodestacasobreunperfilneuropsicoló-
gico conservado, el dominio personal y social es el más afectado.
Existe una relación íntima entre razonamiento (cerebro) y emo-
ción (cuerpo), ya que el organismo constituido por la asociación
cerebro-cuerpo interactúa con el ambiente como un todo. Es pro-
bable que los diferentes campos de conocimiento se representen
ensectoresprefrontalesdiferenciados;así,eldominiobiorregula-
dor y social parece tener afinidad por los sistemas del sector ven-
tromediano.
El sistema neural crítico para la adquisición de señales de
MS se hallan en las cortezas prefrontales, ya que la posición
neuroanatómica de éstas favorece ese propósito por las siguien-
tes razones:
a) Reciben señales procedentes de todas las regiones sensoria-
les en las que se forman las imágenes que constituyen nues-
trospensamientos,incluidaslascortezassomatosensoriales,
en las cuales se representan los estados corporales pasados y
actuales.
b) Reciben señales desde varios sectores biorreguladores del
cerebro, entre los que se encuentran los núcleos neurotrans-
misores del tallo cerebral y del prosencéfalo basal, así como
la amígdala, el cingulado anterior y el hipotálamo.
c) Representancategorizacionesdelassituacionesenlasqueel
FUNCIONES EJECUTIVAS
679
REV NEUROL 2002; 34 (7): 673-685
organismo se ha visto implicado, clasificaciones de las con-
tingenciasdenuestraexperienciavital.Laszonasdeconver-
gencia localizadas en las cortezas prefrontales son, así, el
depósito de representaciones disposicionales para las con-
tingenciasadecuadamentecategorizadasyúnicasdenuestra
experiencia vital.
Como hemos señalado anteriormente, sin un sistema aten-
cional y la memoria operativa no hay perspectiva de una activi-
dad mental coherente y los MS no podrían operar porque no
existiría un campo de actuación estable para que realizaran su
función. Sin embargo, la atención y la memoria probablemente
se requieren de manera habitual, incluso después de que el MS
opere. Son necesarias para el proceso de razonamiento, durante
el cual se comparan posibles resultados, se establecen ordena-
ciones de dichos resultados y se elaboran inferencias. En esta
hipótesis se propone que un estado somático –positivo o negati-
vo–, causado por una determinada representación, opera no sólo
comounmarcadorparaelvalordelorepresentado,sinotambién
como un amplificador para la atención y la memoria funcional
continuadas.Losacontecimientosseenergizanporseñalesindi-
cativas de que el proceso ya se evalúa –positiva o negativamen-
te– en función de las preferencias del individuo. La atribución y
el mantenimiento de la atención y de la memoria se motivan, en
primer lugar, por preferencias inherentes al organismo, y, des-
pués,porpreferenciasyobjetivosadquiridossobrelabasedelas
inherentes.
En términos neuroanatómicos se sugiere que los MS, que
operan en el ámbito biorregulador y social alineado con el sector
ventromediano del córtex prefrontal, influyen sobre las opera-
ciones de atención y de memoria operativa dentro del sector
dorsolateral; de este sector dependen operaciones en otros ám-
bitos del conocimiento. Esto deja abierta la posibilidad de que
los MS, que surgen a partir de una contingencia determinada,
expandanlaatenciónylamemoriaportodoelsistemacognitivo.
Ya sea que concibamos que las FE se basan en la selección
automática o que lo hagan en procesos de deducción lógica
mediada por un sistema simbólico, o ambas, según Damasio no
podemos ignorar el problema de orden y propone la siguiente
solución:
a) Si debe crearse orden entre las posibilidades disponibles,
entonces éstas deben jerarquizarse.
b) Si han de jerarquizarse, se precisa criterio.
c) LosMSproporcionancriteriosqueexpresanlaspreferencias
acumulativas que hemos adquirido y recibido.
SOBRE LA EVALUACIÓN
DE LAS FUNCIONES EJECUTIVAS
Como señala Mesulam, ‘la evaluación de los cambios conduc-
tuales asociados con lesiones del córtex prefrontal introduce di-
ficultades adicionales, ya que estos cambios son excesivamente
complejos, variables, difíciles de definir en términos técnicos e
imposibles de cuantificar con los tests disponibles en la actuali-
dad’ [66].
Una cuestión especialmente problemática es la evaluación de
losdéficitenelfuncionamientoejecutivo.Paravalorarestosdéficit
ejecutivos se han propuesto múltiples pruebas o tests neuropsico-
lógicos, que han mostrado, en líneas generales, su utilidad para
detectardisfuncionesdelcórtexprefrontal:testdeclasificaciónde
cartas de Wisconsin (WCST) [67], Stroop [68], Trail Making Test
[69],fluidezverbalfonética[70],fluidezdediseños[71],testdelas
torres [72], etc.
Mientras estos tests han mostrado alguna sensibilidad para
captar disfunción cerebral frontal, ninguno de ellos ha probado
ser específico para medir disfunciones del sistema ejecutivo.
Así, algunos pacientes con daño cerebral frontal ejecutan ade-
cuadamente estas pruebas, mientras que otros pacientes con le-
siones retrorrolándicas los pueden ejecutar de forma inadecua-
da; a ello hemos de añadir la considerable variabilidad en la
ejecución entre controles normales.
Sin embargo, desde que en 1985 Eslinger y Damasio publi-
caron el conocido caso de EVR [73,74], ha quedado patente que
algunos pacientes con lesiones prefrontales pueden ejecutar las
pruebas neuropsicológicas dentro de límites normales; a ello
añadiríamos el trabajo de Anderson et al [75], los cuales demos-
traron la falacia de la solidez de la relación existente entre la
ejecución en los tests neuropsicológicos y la localización de la
lesión. Examinaron a 91 pacientes mediante resonancia magné-
tica (RM) y tomografía axial computarizada (TAC), verificaron
lesiones cerebrales focales (49 frontales, 24 no frontales y 18
difusas)ynoencontrarondiferenciassignificativasentregrupos
en la ejecución del WCST.
Lo reseñado anteriormente conduce a plantearnos que cada
paciente debe tratarse como un caso único, que requiere una
explicación independiente; es decir, cada uno de ellos represen-
taría un test independiente de la teoría cognitiva [76]. También
hemosdereconocerlaexistenciadegravesproblemasparamedir
las FE, como son la complejidad de la estructura y funciona-
mientodellóbulofrontal,lapocaoperatividaddesudescripción,
la estructura de los tests y de la situación de validez de pruebas,
y, por último, el peso que se concede en la evaluación a lo cuan-
titativo, y no tanto a los procesos de resolución implicados. No
olvidemos que el objetivo de un test es provocar una conducta
que –se supone– tiene su traducción en el funcionamiento coti-
diano del individuo.
En lo referente a la situación artificial de la validez de prue-
bas, Acker [77] plantea una serie de diferencias entre esta situa-
ción de laboratorio y la vida real: en la primera situación, la
estructura la da el examinador, se centra en tareas concretas, el
ambiente no es punitivo, la motivación la aporta el examinador,
se da cierta persistencia del estímulo, no se enfatiza el fracaso,
el ambiente se protege y no hay competencia. En la vida coti-
diana es frecuente enfrentarse a tareas no estructuradas y es-
pontáneas, la planificación es individual, la automotivación
resulta necesaria, el estímulo no es persistente, se da cierto
temor al fracaso, el medio se encuentra menos protegido y existe
competencia.
Todoloexpuestonosllevaaplantearnoslavalidezecológica
de los tests neuropsicológicos que miden las FE, ya que esta
validez ecológica se mediatiza por algunas premisas de gran
relevancia, como son:
– Debe existir una relación funcional y predictiva entre ejecu-
ción en test y conducta del paciente en situaciones de la vida
real.
– Debemosasumirquelasdemandassonvariadaseidiosincrá-
sicas, resultado de su naturaleza específica.
– La interacción entre demanda y recursos del paciente puede
compensar o exacerbar sus déficit.
– Lascondicionesenlavalidezdeltestsondeterminantespara
plantear la generalización.
– Los resultados obtenidos en los tests pueden generar falsas
REV NEUROL 2002; 34 (7): 673-685
J. TIRAPU-USTÁRROZ, ET AL
680
expectativas en cuanto al funcionamiento del sujeto en la
vida real.
– La interacción examinador-paciente puede condicionar los
resultados.
– Losprotocolosutilizadosylaextensiónycomplejidaddelos
tests pueden afectar a los resultados.
– Losrendimientosenlostestspuedenverseafectadosporuna
gran variedad de factores: toma de psicofármacos, ansiedad,
déficit sensoriales, nivel cultural premórbido, etc.
La necesidad de una orientación más ecológica en la evalua-
ción neuropsicológica de las FE ha dado relevancia a que, junto
a la identificación de los principales procesos cognitivos impli-
cados, resulta esencial la identificación del impacto de estos
problemas en los aspectos funcionales de la vida diaria y la de-
terminación de la capacidad que tiene el individuo para llevar
una vida independiente, autónoma o con recursos personales
para integrarse en una actividad profesional normalizada.
En los últimos años se han desarrollado nuevos tests y prue-
bas especialmente diseñadas para intentar valorar con más pre-
cisión estos déficit ejecutivos. Se pueden citar, entre otros, el
test de evaluación conductual del síndrome disejecutivo [78],
el test de selección de clases [79], las tareas de ejecución dual
[80,81], el test de preferencias [82], las tareas de juego [83], las
tareas de planificación financiera [84], las pruebas de cambio
[85] y el test de competencia cognitiva [86]. Además de estas
pruebas, hoy día existe un gran consenso entre los profesiona-
les respecto a la necesidad de utilizar cuestionarios fenomeno-
lógicos que aporten información sobre el funcionamiento de
estos pacientes; entre estos cuestionarios, nosotros aconseja-
ríamos la escala de Iowa modificada [87] y la NRS –del inglés,
Neurobehavioral Rating Scale– [88,89]. Cabe destacar, asi-
mismo, la necesidad de interpretar con cautela los datos pro-
porcionados por las pruebas de autoinforme o los cuestiona-
rios. La dificultad para entender la complejidad de algunas
afirmaciones y, sobre todo, la limitada capacidad de autocon-
ciencia constituyen dos capacidades centrales asociadas a las
funciones del córtex prefrontal, lo que puede afectar a la fiabi-
lidadyvalidezdelainformaciónqueproporcionandichoscues-
tionarios.
A modo de sugerencias, podemos plantear las siguientes re-
comendaciones:
a) Los resultados de los tests y baterías neuropsicológicas de-
ben considerarse como elementos complementarios e inte-
grarlos en un marco comprensivo.
b) Laseleccióndelosinstrumentosdeexploraciónneuropsico-
lógica debe basarse en su capacidad para ofrecer informa-
ción sobre los mecanismos subyacentes alterados, en su va-
lidez ecológica, y deben ser sensibles a los avances que se
producen.
c) La evaluación neuropsicológica tienen que llevarla a cabo
personasespecializadas,queinterpretenlosdatosenfunción
de un corpus de conocimiento sólido sobre las relaciones
entre cerebro y conducta.
Cripe[90],enunmagníficocapítulosobrevalidezecológica
de los tests neuropsicológicos que miden los déficit ejecutivos,
elabora una lúcida reflexión sobre lo que él denomina ‘the mind
data problem’; sugiere que la dificultad para medir el funciona-
miento ejecutivo es un problema metafísico y epistemológico,
ya que las puntuaciones en los tests constituyen meras represen-
tacionessimbólicasreduccionistas.Lospresupuestosbásicosde
Cripe son los siguientes:
1. Objetosestáticosysimplespuedenmedirseconunrazonable
grado de fiabilidad.
2. Las medidas no son el objeto, sino una representación sim-
bólica de éste.
3. Cuandolosobjetosestáticossonmáscomplejosensudiseño
y estructura, se dificulta más la medida.
4. Los objetos en movimiento son más difíciles de medir.
5. Múltiplesobjetosyrealidadesencontinuomovimientoyque
interactúenenunsistemadinámicosonmuydifícilesdemedir
y describir.
6. Cuantomáscomplejassonlasrealidadesquedeseamosmedir,
más alta es la fiabilidad si empleamos múltiples medidas.
7. Reducir una realidad compleja y dinámica a pequeñas reali-
dades incompletas nos aparta de la comprensión de la reali-
dad global.
8. La realidad es más fácil de comprender cuanta más informa-
ción y de más informadores la obtengamos.
9. Los simples resultados en un test excluyen mucha informa-
ción acerca de los procesos subyacentes en la conducta.
10. El acto mental como producto de una interacción dinámica
de múltiples y complejos sistemas dinámicos se conocerá
mejor cuanta más información seamos capaces de recabar y
de integrar en un modelo comprensivo.
UN MODELO INTEGRADOR
Hemos tomamos como base los modelos descritos y hemos
intentado elaborar un esquema que refleje el funcionamiento
ejecutivo y que recoja, a su vez, lo que entendemos como prin-
cipales aportaciones de cada uno de los modelos. Para elaborar
este modelo que figura a continuación nos hemos basado en los
modelos de MT de Baddeley, las funciones jerarquizadas de
Stuss y Benson, el SAS de Shallice y la hipótesis del MS de
Damasio. Se puede entender como un modelo que explica el
proceso al tener en cuenta los distintos componentes y sus
subsistemas (Fig. 6).
El primer componente representa el sistema sensorial y per-
ceptual. Si el estímulo se reconoce al acceder a la memoria a
largo plazo (declarativa o procedimental), las respuestas corres-
pondientes pueden ser simples o complejas, pero siempre son
conductas sobreaprendidas, automáticas y rápidas. Este tipo de
procesos pueden darse sin la participación de la conciencia, por
lo que serían implícitos y son la base de muchos comportamien-
tos que exhibimos en la vida cotidiana. Un buen ejemplo de este
primer componente es la conducción de un vehículo; ahora bien,
¿qué ocurre si vemos a un ciclista por el carril lateral, mientras
en ese momento hablamos con nuestro compañero? Norman y
Shallice sugieren que las decisiones a este nivel pueden tomarse
demaneraautomáticamedianteelDC,porelcualalgunasreglas
simples sobre la importancia relativa de las tareas se incorporan
al sistema y operan de forma automática. Nosotros entendemos
que el DC actúa de forma rápida y con programas habituales,
pero a través de la MT, que mantiene la imagen mental en la
agenda visuoespacial u opera con el bucle fonológico. Estas
conductas,alsersobreaprendidas,noprecisaríandelaparticipa-
ción del MS porque no dejan lugar a ‘la voluntad’, por lo que
actuarían a través del ‘bucle como si’, compuesto por dispositi-
vos neurales que nos ayudan a sentir ‘como si tuviéramos un
estado emocional’, como si el cuerpo se activara o modificara.
FUNCIONES EJECUTIVAS
681
REV NEUROL 2002; 34 (7): 673-685
Este proceso se daría en el bulbo raquídeo y nos permitiría ser
más rápidos y consumir menos energía. La asociación entre esa
percepción (ver al ciclista) y la conducta (dejar de hablar) se
habría adquirido al asociar esas imágenes con emociones nega-
tivas (por ejemplo, ver en televisión el anuncio del atropello a un
ciclista). Ahora, esa imagen determinada dispara un dispositivo
de desvío que nos permite ser más eficaces.
El segundo componente se activaría cuando la acción se reco-
noce cono novedosa o no rutinaria; entonces se ponen en marcha
losprocesosdeanticipación,seleccióndeobjetivos,planificación
y control. En cada uno de estos procesos actuaría la MT y el SAS
(como SEC). No olvidemos que el SAS actúa ante tareas novedo-
sas, cuando no existe una solución conocida y se precisa tomar
decisiones.Entérminosneurales,estodependeprobablementedel
realce de las pautas de actividad neural –que soporta una determi-
nada imagen mientras se reduce la pauta neural del resto– y de la
actividaddelamemoriaoperativa–quemantieneimágenesduran-
te un período necesario para crear representaciones organizadas–.
Ahora bien, ¿cómo se realza una pauta de actividad neural y se
reduce la pauta del resto? En nuestra opinión, el MS es el respon-
sable de tal función, ya que fuerza la atención y la memoria ope-
rativahacialasconsecuenciasalasquepuedeconducirunaacción
determinada. De esta manera, podemos entender las FE como un
sistema extendido donde el funcionamiento del SAS y de la MT
crea posibilidades y el MS fuerza la atención hacia una de ellas;
esto permite expandir la atención y la memoria operativa hacia el
siguiente proceso de deliberación, donde, a su vez, el MS resalta
unaposibilidad,loquepermiteextenderlaMTylaatenciónhacia
el proceso siguiente, y así sucesivamente, a través de los procesos
de anticipación, selección, de objetivos, planificación y control.
Una vez realizado el proceso se pondrán en marcha las conductas
motoras que, a través del sistema efector, conduzcan hacia la res-
puesta deseada.
CONCLUSIONES
El término ‘funciones ejecutivas’ lo acuñó Lezak [9,10] para
referirse a una constelación de capacidades implicadas en la
formulacióndemetas,planificaciónparasulogroyejecuciónde
la conducta de un modo eficaz. De acuerdo con esta autora, estas
FE pueden agruparse en torno a una serie de componentes: las
capacidades necesarias para formular metas (motivación, con-
ciencia de sí mismo y modo en el que percibe su relación con el
mundo), las facultades empleadas en la planificación de los pro-
cesos y las estrategias para lograr los objetivos (capacidad de
adoptar una actitud abstracta, valorar las diferentes posibilida-
des y desarrollar un marco conceptual que permita dirigir la
actividad), las capacidades implicadas en la ejecución de planes
(capacidad de iniciar, proseguir y detener secuencias complejas
de conducta de un modo ordenado e integrado) y las aptitudes
para llevar a cabo esas actividades de un modo eficaz (controlar,
corregir y autorregular el tiempo, la intensidad y otros aspectos
cualitativos de la ejecución).
Cuando se leen con detenimiento las distintas definiciones
de FE puede observarse que existe acuerdo en señalar que dicho
término se refiere, de forma genérica, al control de la cognición
y a la regulación de la conducta a través de diferentes procesos
cognitivos relacionados entre sí. Ahora bien, se precisa recono-
cer que, en los últimos años, este término se ha empleado para
describir un conjunto demasiado amplio de procesos, como la
resolución de problemas, la planificación o la memoria prospec-
tiva. De hecho, se ha señalado con acierto que el término se ha
convertido en un ‘paraguas’ conceptual o cajón de sastre, con un
conjunto tan amplio y variado de capacidades cognitivas que ha
perdido toda operatividad.
La mayoría de descripciones de las FE comparten los proce-
sos básicos que señala Lezak, pero esta definición dista mucho
de asentarse en terreno firme, ya que contiene un ‘resumen’ de
Figura 6. Modelo integrador de Tirapu, Muñoz-Céspedes y Pelegrín. MLP: memoria a largo plazo; SAS: sistema atencional supervisor.
Sistema
fluido
Sistema
cristalizado
Marcador somático
Sistema
efector
MLP
MLP
Acción
no rutinaria
Acción rutinaria
(especificada
por ambiente)
Información
sensorial
Declarativa y procedimental
Bucle
"como si"
Respuesta
Percepción
Anticipación
B
u
c
l
e
SAS
A
g
e
n
d
a
Selección
de objetivos
B
u
c
l
e
SAS
A
g
e
n
d
a
Planificación
B
u
c
l
e
SAS
A
g
e
n
d
a
Bucle
Dirimidor
de conflictos
Agenda
Monitorización
B
u
c
l
e
SAS
A
g
e
n
d
a
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J. TIRAPU-USTÁRROZ, ET AL
682
las funciones cognitivas de alto nivel. En este sentido, observa-
mos que la definición es un tanto vaga e imprecisa allí donde el
argumento de regresión al infinito se aplica perfectamente; es
decir, para que el funcionamiento ejecutivo se ponga en acción,
precisadeunejecutivointeriorprevio,yasíhastaelinfinito[91].
En este sentido, también puede existir una creencia implícita e
ingenuamente tautológica respecto al supuesto papel causal de
losdéficitejecutivosenlaejecucióndelostestsfrontales;sibien
la relación entre ambos hechos parece más o menos contrastada,
no resulta del todo admisible establecer una relación de causa-
efecto si se sigue una argumentación del tipo ‘se ha producido
unamalaejecuciónenlaspruebasporlaexistenciadedisfuncio-
nes ejecutivas previas’, lo cual se asume y se demuestra ‘eviden-
temente’ por la propia ejecución en los tests. Tal afirmación
ejemplifica el error lógico definido por Aristóteles como ‘peti-
ción de principio’.
Otro aspecto conceptual relevante es el que plantea que las
FE deben concebirse desde una perspectiva más ‘dimensional’
que ‘categorial’; así, uno debe preguntarse si estas funciones
pueden verse afectadas en diferentes circunstancias, lo cual lle-
varíaaplanearunainconsistenciadelfuncionamientoejecutivo.
En esta línea, Montgomery [92] señala que las personas afecta-
das por daño cerebral muestran esta inconsistencia en su funcio-
namientoejecutivoendiferentescircunstancias;dichainconsis-
tencia debe atribuirse a una interacción de déficit neuropsicoló-
gicos con otros factores de índole personal (pensamientos
negativos, tensión, arousal, fatiga, síntomas físicos) y de situa-
ción (demandas que requieren atención compleja, demandas de
procesamiento rápido, distracciones externas o focalización de
la atención en aspectos preferentes de la conciencia). Nosotros
añadiríamos que no es necesario afectarse por un daño cerebral
para que esto ocurra, ya que no resulta infrecuente encontrar a
ponentes de un congreso que exceden su tiempo de intervención
en muchos minutos o que no cambian el discurso en función del
feedback externo que reciben.
Como ya hemos señalado, se ha establecido una estrecha
relación entre el córtex prefrontal dorsolateral y las FE, pero
algunos autores [93-97] consideran la posibilidad de distinguir
diferentesformasdefuncionamientodisejecutivoenelcontexto
de las múltiples conectividades existentes entre el córtex pre-
frontal y otras regiones corticales y subcorticales. Algunas de
estas interacciones neurales asocian el córtex prefrontal con
módulos de procesamiento en el córtex posterior como los lóbu-
los temporal y parietal, estructuras límbicas como la amígdala y
el hipocampo, el núcleo estriado, el cerebelo y los sistemas mo-
noaminérgicos y colinérgicos ascendentes. En los últimos años
se ha producido un importante avance en la comprensión de los
sistemas neuronales y, en concreto, de los circuitos frontosub-
corticales, clasificados de la siguiente manera [98]:
a) Corteza prefrontal dorsolateral → núcleo caudado → globo
pálido (lateral-dorsomedial) → tálamo → corteza prefrontal
dorsolateral.
b) Corteza orbital lateral → núcleo caudado → globo pálido
(medial-dorsomedial) → tálamo → corteza orbital lateral.
c) Corteza cingulada anterior → núcleo accumbens → globo
pálido (rostrolateral)→ tálamo→ cortezacinguladaanterior.
Laaparicióndelasmodernastécnicasdeneuroimagenrepre-
sentan una oportunidad de progresar en la evaluación de las re-
lacionesentreelfuncionamientodelasdistintasáreasoregiones
cerebrales y las diversas capacidades neuropsicológicas; es de-
cir, el uso de técnicas de neuroimagen in vivo ofrece nuevas
posibilidades de intentar relacionar los cambios funcionales
cerebrales con los déficit neuropsicológicos. Esta nueva aproxi-
maciónalsustratoanatómicodeunarealidadtancomplejacomo
lasFE,atravésdeestudioscontécnicasdeneuroimagen,plantea
algunos problemas metafísicos que han de tenerse en cuenta
[99]:
a) ¿Qué relación existe entre el estado cerebral y sus manifes-
taciones en el comportamiento?
b) ¿Cómo pueden relacionarse las variaciones en neuroimagen
con variaciones en medidas externas?
c) ¿De un patrón de actividad cerebral ‘X’ resulta siempre un
patrón de conductas ‘Y’?
d) El estudio de neuroimagen en ausencia de hipótesis sólidas
previas del funcionamiento cerebral puede llevar a la inter-
pretación de los resultados en direcciones espúreas.
En esta línea de identificación del sustrato anatómico de las
FE es importante considerar que estas funciones complejas de-
ben entenderse como una realidad emergente. La emergencia
aplicada al tema que nos ocupa puede entenderse como el fenó-
meno por el cual, cuando una estructura alcanza un nivel deter-
minado de complejidad, emergen nuevas propiedades que no
eranposiblesdepredecirpormuybienqueseanalizarancompo-
nentes de estructuras inferiores. En cada nivel de complejidad
emergen nuevas propiedades y nuevas funciones, nuevas capa-
cidades y nuevos trastornos, y tal vez las FE constituyen capa-
cidades cognitivas que emergen cuando el ser humano adquiere
la capacidad adaptativa de la anticipación.
Desdeunplanteamientocognitivo,ladivisiónconceptualde
las capacidades ejecutivas en una serie de componentes precisa
una mayor verificación. De hecho, son pocas las teorías, tanto
neurofisiológicas como cognitivas, que se han acompañado de
diseño de pruebas o tareas específicas que permitan estudiar, de
forma aislada, cada uno de sus componentes. Esto parece lógico
porque analizar cada uno de los componentes de las FE y su peso
factorial es una tarea que puede generar cierta confusión, pues
cuando se evalúa el funcionamiento ejecutivo se hace de forma
conjunta con otras funciones; no es posible realizarlo de otro
modo, tal vez porque no se estudia una función, sino el acto
mental complejo por excelencia. Esta reflexión concuerda con
las afirmaciones de Fodor [100], quien sugiere que los procesos
de pensamiento de alto nivel –como los implicados en el razona-
miento, la toma de decisiones, la formación de creencias, etc.–
Figura 7. Figura del elefante. SAS: sistema atencional supervisor
Memoria
de trabajo
SAS
Funciones
ejecutivas
Modelo
jerárquico
Marcador somático
FUNCIONES EJECUTIVAS
683
REV NEUROL 2002; 34 (7): 673-685
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28. Foong J, Rozewicz L, Quaghebeur G, Davie CA, Kartsounis LD. Exe-
no son modulares, por lo que no son susceptibles de investiga-
ción científica. Desde este punto de vista, podrá convenirse que
las diversas definiciones de FE son descriptivas, pero no ayudan
acomprenderlaetiologíafuncionaldelasactividadescognitivas
que las sustentan, por lo que nos encontramos ante múltiples
descripciones que no acaban de definir los procesos responsa-
bles de una conducta ejecutiva.
A pesar da la importancia de las FE en el funcionamiento
cognitivo y conductual, hemos de reconocer que se trata de un
constructo teórico todavía no suficientemente validado. Aún no
se ha realizado un esfuerzo por consensuar una definición ope-
rativa que sea de utilidad en la clínica y en la investigación; se
observaquecadaautor‘arrastra’elconceptohaciasussupuestos
de partida.
Los diferentes modelos expuestos en esta revisión llevan a
plantear la posibilidad de que cuando dos profesionales se refie-
ran al concepto de FE, tal vez no se refieran a lo mismo, en la
medida en que cada uno de ellos se haya basado en diferentes
fuentes conceptuales. Reconocer las FE desde el modelo de la
MT de Baddeley, desde el modelo jerarquizado de las funciones
mentales de Stuss y Benson, desde la hipótesis del MS de Dama-
sio o desde el SAS de Norman y Shallice, supone acercarse a una
mismarealidaddesdeperspectivasdiferentes;seobviaunaparte
de esa realidad, lo que puede compararse con la historia del
elefante y los cuatro hombres ciegos [101]: el hombre ciego que
se acerca y toca la trompa dirá que el elefante es como una
serpiente pitón; otro que toca la pata afirmará que el elefante es
como una columna; un tercero que se acerque a palpar la cola
aseverará que los elefantes son como una fusta, etc. (Fig. 7).
Esta revisión ha tratado de poner de relieve algunos de los
problemas conceptuales que se plantean cuando uno desea acer-
carse al conocimiento de la neuropsicología de las FE. Al con-
trarioqueenlaneuropsicología‘clásica’,nohanpodidodesarro-
llarse modelos con capacidad predictiva [91]. Los intentos de
anclaje en modelos funcionales o en la localización cerebral
terminan por sustituirse por constructos de corte psicológico,
demasiado distantes de la neuropsicología tal y como la enten-
demos. Este proceso de descripción y definición comporta pér-
didas y transformaciones de información mediadas por teorías o
supuestos de los que no se necesita ser consciente.
Es cierto que conocemos mucho de moléculas, neuronas y
circuitos, pero nadie podría discutir que también desconocemos
verdaderamentecómofuncionaelcerebro.Estohadadopieaesa
intuición no claramente formulada denominada FE, que trata de
desvelar, en el fondo, la lógica de los procesos cerebrales que
subyacen a los procesos mentales. Como señala Habel, ‘las neu-
rociencias carecen de una auténtica revolución, de la aparición
de una gran teoría o descubrimiento, de un turning point que
ilumineyorientelasinvestigacionesenunadirecciónnovedosa,
algo así como lo ocurrido en otras ciencias con los hallazgos de
Copérnico, Newton, Einstein o Watson y Crick’ [102].
En el verano de 1848, Harlow [103] describió el caso de
Phineas Gage, un trabajador eficiente y capaz que, tras sufrir un
accidentequeafectóalaregiónfrontaldesucerebro,experimen-
tó graves cambios en su personalidad. Este hecho deja entrever
la existencia en el cerebro humano de sistemas dedicados al
razonamiento y a las dimensiones personales y sociales del in-
dividuo. Siglo y medio después, múltiples casos como el de
Phineas Gage indican que algo en el cerebro humano concierne
a la condición humana, como la capacidad de anticipar el futuro
ydeactuarenunmundosocialcomplejo,elconocimientodeuno
mismo y de los demás, y el control de la propia existencia. Tal
vez la definición de las FE no es más que el inicio de un largo
camino hacia lo desconocido.
REV NEUROL 2002; 34 (7): 673-685
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684
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FUNCIONES EJECUTIVAS
685
REV NEUROL 2002; 34 (7): 673-685
FUNCIONES EJECUTIVAS:
NECESIDAD DE UNA INTEGRACIÓN CONCEPTUAL
Resumen. Introducción. Los nuevos modelos de la neuropsicología
cognitiva han generado un creciente interés por comprender los
procesos cognitivos superiores y los sustratos neurales asociados a
dichosprocesosdealtonivel.Enparticular,lasdenominadasfuncio-
nesejecutivas,consideradascomoimprescindiblesparacontrolarel
procesamiento de la información y coordinar la conducta, han reci-
bido un trato especial por parte de la literatura especializada en este
tema. Desarrollo. Desde el trastorno obsesivo-compulsivo hasta la
esquizofrenia, desde la enfermedad de Parkinson a la esclerosis
múltiple, son numerosos los trabajos que indican la afectación de
estas funciones en cualquier proceso mórbido. El papel que desem-
peña la corteza prefrontal en la conducta humana en general y en las
funciones ejecutivas en particular es una de las más importantes
áreas de investigación de las neurociencias en la actualidad. Así,
estaregióncorticalapareceíntimamenteunidaalosprocesosejecu-
tivos y afecta a diversos aspectos del funcionamiento cognitivo.
Memoriadetrabajo,sistemaatencionalsupervisor,marcadorsomá-
tico, procesamiento de la información, planificación de la conducta
y juicio social son procesos que se han ligado al funcionamiento de
la corteza prefrontal como estructura y a los procesos ejecutivos
como función. Conclusiones. Es propósito de este artículo realizar
una revisión del concepto de funciones ejecutivas y plantear algu-
nas reflexiones sobre la utilidad de dicho concepto y su aplicación
práctica.Comprenderladiferenciaentreestructurayfunción,entre
cognición y emoción, entre actividad cerebral y conducta, entre lo
categorial y lo dimensional o entre mente y cerebro se nos antoja
fundamental para lograr un mejor acercamiento a este concepto que
todos utilizamos y que, en muchos momentos, tan difícil nos parece
de comprender. [REV NEUROL 2002; 34: 673-85]
Palabrasclave.Funcionesejecutivas.Marcadorsomático.Memoria
de trabajo. Modelo integrador. Sistema atencional supervisor. Sis-
tema jerárquico.
FUNÇÕES EXECUTIVAS:
NECESSIDADE DE UMA INTEGRAÇÃO CONCEPTUAL
Resumo. Introdução. Os novos modelos da neuropsicologia cog-
nitiva geraram um crescente interesse por compreender os proces-
sos cognitivos superiores e os substratos neuronais associados
aos referidos processos de alto nível. Em particular, as assim cha-
madasfunçõesexecutivas,consideradasimprescindíveisparacon-
trolar o processo da informação e coordenar a conduta, recebe-
ramtratamentoespecialporpartedaliteraturaespecializadaneste
tema. Desenvolvimento. Da perturbação obsessivo-compulsiva à
esquizofrenia, da doença de Parkinson à esclerose múltipla, mui-
tos são os trabalhos que indicam o envolvimento destas funções em
qualquer processo mórbido. Por outro lado, o papel desempenha-
do pelo córtex pré-frontal no comportamento humano em geral, e
nas funções executivas em particular é presentemente uma das
áreas de investigação mais importantes das neurociências. Assim,
esta região cortical aparece intimamente unida aos processos exe-
cutivos e afecta diversos aspectos do funcionamento cognitivo.
Memória do trabalho, sistema atencional supervisor, marcador
somático, processamento da informação, planificação da condu-
ta, juízo social, são processos que se ligaram ao funcionamento do
córtexpré-frontal,comoestruturaeaosprocessosexecutivos,como
função. Conclusões. A finalidade deste artigo é realizar uma revi-
são do conceito de funções executivas e considerar algumas refle-
xões sobre a unidade do referido conceito e sua aplicação na
prática. Compreender a diferença entre estrutura e função, entre
cognição e emoção, entre actividade cerebral e conduta, entre o
categórico e o dimensional, ou entre mente e cérebro é fundamen-
tal para conseguir uma aproximação deste conceito que todos
utilizamos, e que em muitos momentos parece-nos difícil de com-
preender. [REV NEUROL 2002; 34: 673-85]
Palavras chave. Funções executivas. Marcador somático. Memória
do trabalho. Modelo integrador. Sistema atencional supervisor. Sis-
tema hierárquico.
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  • 1. FUNCIONES EJECUTIVAS 673 REV NEUROL 2002; 34 (7): 673-685 Recibido:22.08.01.Aceptadotrasrevisiónexternasinmodificaciones:22.09.01. a Neuropsicólogo. Clínica Ubarmin. Fundación Argibide. Pamplona, Nava- rra. b Neuropsicólogo. Unidad de Daño Cerebral. Hospital Beata María Ana. Facultad de Psicología. Departamento de Psicología Básica II. UCM. Madrid. c Psiquiatra. Hospital Miguel Servet. Zaragoza, España. Correspondencia: Dr. Javier Tirapu Ustárroz. Clínica Ubarmin. E-31486 Elcano (Navarra). E-mail: jtirapuu@cfnavarra.es  2002, REVISTA DE NEUROLOGÍA EXECUTIVE FUNCTIONS: THE NEED FOR THE INTEGRATION OF CONCEPTS Summary. Introduction. The new cognitive neuropsychology approachs have aroused an increasing interest in understanding the higher cognitive processes as well as the neural substrates linked to them. Particularly, the executive functions, reckoned to be essentialtocontroltheinformationprocessingandtoco-ordinatebehaviour,havereceivedpreferentialtreatmentfrom specialised literatureonthesubject.Development.Fromobsessive-compulsivedisordertoschizophrenia,fromParkinson’sdiseasetomultiple sclerosis, there are many reports that show the affectation of these functions in all these morbid processes. On the other hand, the part that the prefrontal cortex plays in human behaviour in general, and in executive functions in particular, constitutes one of the most important fields of research of neurosciences nowadays. Thus, this cortical area appears closely linked to the executive processes, affecting different respects of the cognitive functions. Working memory, supervisory attentional system, somatic marker, information processing, behaviour planning, social judgement, are processes which have been related to the prefrontal cortex activity as a structure, and to the executive processes as a function. Conclusions. The aim of this article is to revise the concept of executive functions, and give rise reflections about the usefulness of the aforementioned concept and its practical applicability. It is essential that we understand the difference between structure and function, cognition and emotion, brain activity and behaviour, category and dimension, and between mind and brain, to achieve a more comprehensive approach to this concept of ‘executive functions’ we all use, and many times find difficult to define and to understand. [REV NEUROL 2002; 34: 673-85] Key words. Executive functions. Hierarchical model. Integrator model. Somatic markers. Supervisory attentional system. Working memory. INTRODUCCIÓN Larecienteeclosióndelasneurocienciascognitivashagenerado un creciente interés por comprender las funciones y los sustratos neurales de las denominadas funciones cognitivas de alto nivel [1]. En las dos últimas décadas, la neurología conductual y la neuropsicología han evolucionado a pasos agigantados bajo el influjo de los modelos teóricos provenientes de la psicología cognitiva, pero también por el avance de nuevos y sofisticados métodos que permiten estudiar la actividad cerebral durante los procesos cognitivos [2]. Así, las técnicas de neuroimagen y los modelos computacionales de las funciones cognitivas de alto nivel han arrojado nuevos datos y modelos sobre el intrincado mundo del funcionamiento cerebral. El córtex prefrontal es la región cerebral con un desarrollo filogenéticoyontogénicomásrecientey,porello,lapartedelser humano que más nos diferencia de otros seres vivos y que mejor reflejanuestraespecificidad;constituyeaproximadamenteel30% de la corteza cerebral [3]. Desde un punto de vista funcional puede afirmarse que en esta región cerebral se encuentran las funciones cognitivas más complejas y evolucionadas del ser hu- mano; se le atribuye un papel esencial en actividades tan impor- tantes como la creatividad, la ejecución de actividades comple- jas, el desarrollo de las operaciones formales del pensamiento, la conducta social, la toma de decisiones y el juicio ético y moral [4,5]. En esta línea, los tipos de déficit que –tanto en la clínica Funciones ejecutivas: necesidad de una integración conceptual J. Tirapu-Ustárroza , J.M. Muñoz-Céspedesb , C. Pelegrín-Valeroc como en la investigación– se atribuyen a lesiones del córtex prefrontal incluyen una interacción de alteraciones emociona- les,conductualesycognitivas.Dentrodeestasalteracionesenel funcionamiento cognitivo destacan los déficit ejecutivos. Las funciones ejecutivas (FE) se han definido como los pro- cesos que asocian ideas, movimientos y acciones simples y los orientan a la resolución de conductas complejas [6]. Luria [7,8] fue el primer autor que, sin nombrar el término –el cual se debe a Lezak–, conceptualizó las FE como una serie de trastornos en la iniciativa, la motivación, la formulación de metas y planes de acciónyelautocontroldelaconducta,asociadosalesionesfron- tales. Lezak [9,10] define las FE como las capacidades mentales esenciales para llevar a cabo una conducta eficaz, creativa y aceptada socialmente. A su vez, Sholberg y Mateer [11] consi- deran que las FE abarcan una serie de procesos cognitivos entre los que destacan la anticipación, elección de objetivos, planifi- cación, selección de la conducta, autorregulación, autocontrol y uso de retroalimentación (feedback). Mateer, en esta misma lí- nea cognitivista, refiere los siguientes componentes de la fun- ción ejecutiva: dirección de la atención, reconocimiento de los patrones de prioridad, formulación de la intención, plan de con- secución o logro, ejecución del plan y reconocimiento del logro [12]. En los años 1980 y 1989, Fuster [13,14] publicó su teoría general sobre el córtex prefrontal y consideró que éste era fun- damental en la estructuración temporal de la conducta. Según Fuster, dicha estructuración se llevaría a término mediante la coordinación de tres funciones subordinadas: a) una función retrospectiva de memoria a corto plazo provisional; b) una fun- ción prospectiva de planificación de la conducta; y c) una fun- ción consistente en el control y supresión de las influencias in- ternas y externas capaces de interferir en la formación de patro- nes de conducta. REVISIÓN
  • 2. REV NEUROL 2002; 34 (7): 673-685 J. TIRAPU-USTÁRROZ, ET AL 674 Parece evidente que tanto el propio concepto (‘ejecutivo’) como sus descripciones emanan de modelos predominantemen- te cognitivistas, que basan sus definiciones en aproximaciones más o menos afortunadas de los modelos de procesamiento de la información.Estosnuevosmodelosdelaneurocienciacognitiva tratan de explicar el sustrato de las funciones cognitivas de alto nivel y, aunque el término pueda resultar novedoso, Rylander ya señalaba en 1939 que ‘el síndrome frontal produce alteraciones en la atención, incremento de la distracción, dificultad para cap- tar la totalidad de una realidad compleja [...]; los sujetos son capaces de resolver adecuadamente tareas rutinarias, pero inca- paces de resolver tareas novedosas’ [15]. Todas estas descrip- ciones señaladas sugieren que la psicología cognitiva tiene difi- cultades para proveer una adecuada caracterización de los pro- cesosejecutivosqueconformanunadelasprincipalesfunciones de los lóbulos frontales. Ante esta falta de un modelo único que establezca una relación más sólida entre cerebro, mente y con- ductacompleja,estosmodelos‘inestables’planteandificultades importantes para el estudio del funcionamiento cerebral. No podemos negar que el concepto de FE se ha utilizado excesivamente; se da por hecho que la simple ejecución defici- taria en uno o varios ‘tests frontales’ refleja trastornos en deter- minadas áreas de la conducta y que esa conducta depende de una localización concreta en el cerebro. En este sentido, el término resulta excesivamente genérico en su intención de describir fun- ciones metacognitivas y de autorregulación de la conducta, y las definiciones sobre lo que contiene no parece reflejar que se trate de un sistema unitario sino, mas bien, de un sistema supramodal de procesamiento múltiple. Como se ha señalado anteriormente, las alteraciones en las FE se han considerado prototípicas de la patología del lóbulo frontal, fundamentalmente de las lesiones o disfunciones que afectan a la región prefrontal dorsolateral [16,17]. Así, se ha acuñado el término ‘síndrome disejecutivo’ para definir, en pri- mer lugar, las dificultades que exhiben algunos pacientes con una marcada dificultad para centrarse en la tarea y finalizarla sin un control ambiental externo [18,19]. En segundo lugar, presen- tandificultadesenelestablecimientodenuevosrepertorioscon- ductuales y una falta de capacidad para utilizar estrategias ope- rativas. En tercer lugar, muestran limitaciones en la productivi- dad y creatividad, con falta de flexibilidad cognitiva. En cuarto lugar, la conducta de los sujetos afectados por alteraciones en el funcionamiento ejecutivo pone de manifiesto una incapacidad paralaabstraccióndeideasymuestradificultadesparaanticipar las consecuencias de su comportamiento, lo que provoca una mayorimpulsividadoincapacidadparaposponerunarespuesta. Dadalamultiplicidaddemanifestacionesdeestesíndromedise- jecutivo,parecenecesariodistinguirlasFEdeaquellasquenolo son, con el fin de establecer una taxonomía funcional que nos permita distinguir las ejecuciones, capacidades y conductas que soncaracterísticasdeunadecuadofuncionamientoejecutivo[20]. Conviene destacar que son muy numerosas las patologías neurológicas y los trastornos mentales en los que se han descrito alteraciones en alguno o en todos los componentes del funciona- miento ejecutivo. Entre los primeros, podemos destacar los tu- mores cerebrales [21], los traumatismos craneoencefálicos [22,23], los accidentes cerebrovasculares [24,25], la enferme- dad de Parkinson [26,27], la esclerosis múltiple [28,29] y el síndrome de Gilles de la Tourette [30]. Respecto a la patología psiquiátrica,lasalteracionesdisejecutivassehanestudiado,entre otras, en la esquizofrenia [31,32], en el trastorno obsesivocom- pulsivo[33,34],eneltrastornodisocialdelapersonalidad[35,36], enelautismo[37]yeneltrastornopordéficitdeatención[38,39]. Estosugierequeeltérmino‘funcionamientoejecutivo’describe de forma inadecuada una función y, además, no depende de una estructura anatómica única. En la neuropsicología clásica no resulta demasiado complicado describir los diferentes cuadros afásicos y su relación con lesiones cerebrales específicas; sin embargo, en la clínica cotidiana hallamos demasiados ejemplos que ponen de manifiesto la alteración del funcionamiento ejecu- tivo en ausencia de afectación frontal. Dicho de otro modo, he- mos de reconocer con humildad que cuando nos referimos a las FE y pretendemos establecer una relación clara entre estructura, función y conducta, no poseemos una teoría neuropsicológica firme; además, la alteración de las FE no resulta un buen ‘mar- cador cerebral‘ –algo así como lo que ocurre con la serotonina y la psicopatología–, sino un marcador neuropsicológico excesi- vamente inespecífico. En este artículo nos proponemos revisar los modelos expli- cativossobreelfuncionamientoycontrolejecutivo,conelfinde intentar aproximarnos a una clarificación conceptual. MEMORIA DE TRABAJO Y FUNCIONES EJECUTIVAS En 1974, Baddeley y Hitch [40] presentaron un modelo de me- moriaoperativaquepretendíaunareconceptualizacióndelame- moria a corto plazo y que se basaba en la descripción y análisis de sus procesos y funciones. La memoria de trabajo (MT) se define, así, como un sistema que mantiene y manipula temporal- mente la información, por lo que interviene en la realización de importantes tareas cognitivas tales como comprensión del len- guaje, lectura, pensamiento, etc. Este modelo lo ha desarrollado posteriormenteelpropioBaddeley[41-44],quienhafragmenta- dolamemoriaacortoplazo(MCP)entrescomponentesdiferen- ciados: el sistema ejecutivo central (SEC), el bucle fonológico y la agenda visuoespacial (Fig. 1). El bucle fonológico incluye un almacén fonológico a corto plazo asistido por un proceso de control basado en el repaso articulatorio, por lo que actúa como un sistema de almacena- miento que permite utilizar el lenguaje subvocal para mantener la información en la conciencia durante el tiempo deseado; se postula la existencia de este subsistema particular para explicar Figura 1. Esquema de memoria de trabajo. Agenda visuoesp Bucle fonológico Sistema Sistema tem Sistema ejecutivo ejecutivo central centra central
  • 3. FUNCIONES EJECUTIVAS 675 REV NEUROL 2002; 34 (7): 673-685 laimportanciadelacodificacióndellenguajeenlaMCP.Deeste modo, el bucle fonológico se utilizaría para el almacenamiento transitorio del material verbal y para mantener el ‘habla interna’ implicada en las tareas de la MCP. Sin embargo, hemos de tener en cuenta que el bucle y sus procesos de repetición no son me- ramenteunlenguajesubvocal,sinoquedichosprocesosderepe- tición se encuentran en funcionamiento mucho más profunda- mente; en apariencia, dependen de códigos centrales de control del habla, que pueden mantenerse en funcionamiento en ausen- cia de retroalimentación periférica. Los trabajos realizados por Logieetal[45]conpacientesdisártricosoafectadosporanartria han evidenciado que los procesos de control articulatorio no dependen para su funcionamiento de la musculatura periférica del habla. Esto indica que el término ‘bucle fonológico’ es más adecuado que el de ‘bucle articulatorio’, ya que este último pa- rece implicar una participación directa de la articulación. Elsegundogransistemasubordinadopostuladoporelmode- lo de MT es la agenda visuoespacial, un sistema cuyo cometido fundamentalescrearymanipularimágenesvisuoespaciales.Este sistema sería análogo al bucle fonológico y podría alimentarse directamente de la percepción visual o indirectamente mediante la generación de una imagen visual. Este sistema, a su vez, pa- receemplearseenlacreaciónyutilizacióndemnemotécnicasde imágenes visuales, sin tener ningún cometido en el efecto de la imaginabilidadenlamemoriaverbalalargoplazo. Aunqueexis- ten múltiples trabajos sobre las imágenes visuales procedentes de la psicología cognitiva, no son numerosos los estudios expe- rimentales que han intentado clarificar el papel de la agenda visuoespacial en la cognición cotidiana, aunque los resultados apuntan a la existencia de un sistema encargado de crear y ma- nipular imágenes. Ya que hemos planteado si el bucle debería considerarse fonológico o articulatorio, podemos igualmente plantearnos si la agenda es más visual o espacial. Aunque el sistema parecía ser de carácter espacial en lugar de visual, ahora parece probable que represente un sistema de múltiples facetas, con dimensiones tanto visuales como espaciales, o bien dos sis- temas independientes. Los estudios psicofisiológicos, las técni- cas de neuroimagen y la literatura neuropsicológica sugieren componentesvisualesyespacialesindependientesdelasimáge- nes, con localizaciones anatómicas diferenciadas en el cerebro. La mayor parte de la investigación de la MT se ha centrado en estos dos sistemas subsidiarios, principalmente porque pare- cenmásaccesiblesalostrabajosexperimentalesqueelejecutivo central y porque pueden definirse de forma más operativa. Este sistema tiende a convertirse en un ‘paraguas’ conceptual para intentarexplicarprocesosmentalescomplejos,comoelmodoen que la información se combina en el cerebro y cómo se seleccio- nan y operan las estrategias para resolver una determinada situa- ción. En cierto modo, como señala el propio Baddeley, el ejecu- tivo central funciona más como un sistema atencional que como un almacén de información [46]: ‘el término MT es un nombre inapropiado, que refleja el hecho de que el modelo evolucionó del concepto más limitado de MCP, ya que este sistema depende deformacrucialdelossistemasdecontrolatencional’.Deforma genérica, pues, podemos afirmar que el SEC es un sistema aten- cional, por medio del cual se llevan a cabo tareas cognitivas en las que interviene la MT, y realiza operaciones de selección de estrategiasycontrol.Siestesistema,comoseñalaelpropioautor, depende de procesos atencionales, ¿por qué no denominarlo sis- tema atencional de trabajo? Goldman-Rakic[47-50]proponeunanuevacomprensiónde la MT de Baddeley, que se basa en las implicaciones de la arqui- tecturafuncionaldelcórtexprefrontal.Paraestaautora,elcórtex prefrontal desempeñaría un papel preponderante en las funcio- nes de la MT y debería entenderse como una red de integración de áreas, cada una de las cuales se especializaría en un dominio específico. Así, cada subsistema de la MT se encontraría asocia- do e interconectado con diferentes e independientes áreas corti- cales: las áreas prefrontales relacionadas con la MT espacial se conectaríanconporcionesdellóbuloparietalposterior,mientras que la MT responsable de las formas de los objetos conectaría el córtex prefrontal inferior con el lóbulo temporal. Otra red se compondría de áreas de asociación sensorial (temporal y parie- tal), premotora (cingulado) y límbica. Su modelo sobre el fun- cionamiento del SEC se basa en estudios experimentales con primates no humanos y, de acuerdo con el mismo, el ejecutivo central puede considerarse una propiedad emergente que coac- tiva múltiples procesadores de dominio específico; estos se lo- calizan en el córtex prefrontal, pero interconectados con regio- nes posteriores que contienen información relevante para dicho dominio específico (Fig. 2). Estemodeloalternativoplanteaqueelresultadodelprocesa- miento del SEC es el resultado de la interacción de múltiples módulos de procesamiento de la información independientes, cadaunodeloscualescontendríasuspropiossistemasdecontrol motor, sensorial y mnésico. Este procesamiento lineal deja en- trever la existencia de una red neural cortical independiente para cada subsistema de la MT. Aunque no resuelve las zonas de penumbra existente en lo referente al SEC, sí arroja algo de luz sobre cómo estos subsistemas independientes pueden cooperar para dar lugar a una conducta compleja, al plantear que la coac- tivación de los diferentes subsistemas de la MT y su capacidad para recibir información de la memoria y de otras áreas cortica- les le permiten procesar información en paralelo; ello desembo- caría en lo que denominamos procesos cognitivos de alto nivel. EL MODELO JERÁRQUICO A mediados de la pasada década, Stuss y Benson [51,52], en su libro sobre el lóbulo frontal, propusieron un modelo jerárquico delasfuncionesmentales.Enprimerlugar,seencuentrainfluido por la organización anatómica del sistema nervioso central y, en segundolugar,porlasclásicasaportacionesdeW.Jamesrespec- Figura 2. Modelo ejecutivo central de Goldman-Rakic. Sensorial Motor S Sistema ejecutivo central
  • 4. REV NEUROL 2002; 34 (7): 673-685 J. TIRAPU-USTÁRROZ, ET AL 676 to a la conciencia en su libroPrincipios de psicología. Según este modelo, el córtex prefrontal realizaría un control supramo- dal sobre las funciones mentales básicas localizadas en estructuras basales o retro- rrolándicas (Fig. 3). Este control lo lleva- ría a cabo a través de las FE, que, a su vez, también se distribuirían de manera jerár- quica,aunqueconunarelacióninteractiva entre ellas. En el vértice de esta pirámide se encontraría la autoconciencia o autoa- nálisis,medianteelcualserepresentanlas experiencias subjetivas actuales en rela- ción con las previas; controla la propia ac- tividad mental y utiliza el conocimiento adquiridopararesolvernuevosproblemas y guiar la toma de decisiones para el futu- ro.Enunsegundonivelseencontraríanlas funcionesquerealizanelcontrolejecutivo o cognitivo del resto de funciones menta- les.Estasfuncionessonlassiguientes:an- ticipación, selección de objetivos, formu- lación y planificación previa de posibles solucioneseiniciacióndelarespuesta,con control de la misma y de sus consecuen- cias. El tercer nivel corresponde a las fun- ciones siguientes: a) El impulso (drive), que engloba la ca- pacidad de iniciar y mantener una actividad mental y una conductamotora;esteconceptoserelacionaconlanociónde motivación, que podemos definir como la energía necesaria puesta a disposición para lograr algo deseable o evitar algo indeseable y que se relaciona con el estado emocional del sujeto. b) Laorganizacióntemporal,quehacereferenciaalacapacidad de mantener secuencias de información y percibir el orden temporal de los sucesos. Para Stuss y Benson, estas funciones no son de ejecución, sino del control de la activación de las acciones (en inglés, exe- cutivecognitivecontrol)mediantelaanticipación,laelecciónde objetivos que se desea conseguir, la planificación y la selección adecuada, que supone la selección de una respuesta y la inhibi- ción de otras. En 1991, el propio Stuss [53-55] redefine su modelo de sis- tema de control ejecutivo y mantiene la premisa de que las fun- cionesdelcórtexprefrontalcomponenunsistemaconfunciones jerárquicas, independientes pero interactivas. Cada uno de los tres componentes descritos contendría sus subsistemas y un me- canismodecontrolqueutilizatreselementosbásicos:entradade información, que tendrá su especificidad en función del nivel de representación de la información; un sistema comparador, que analiza la información en relación con las experiencias pasadas del sujeto; y un sistema de salida, que traduce los resultados de laevaluacióncomparativahaciauntipodeterminadoderespues- ta (Fig. 4) El input del primer componente corresponde al sistema sen- sorial y perceptual, y contendría un dominio para cada módulo específico.Elanálisisperceptualysucorrespondienterespuesta pueden ser simples o complejos, pero siempre son conductas sobreaprendidas,automáticasyrápidas.Estetipodeprocesosno Figura 4. Marco conceptual de Stuss. Autorreferencia, metacognición Salida ón Validació Comparador Valores Principios Entrada Representación mental abstracta Funciones ejecutivas Salida ón de mú ódulos Comparador Principios de organización Entrada Asociaciones Patrones complejos Sen ón Conocimiento b o exterior/interior Salida Programa de acción Comparador Hechos de referencia Entrada Sensopercepción Figura 3. Esquema de Stuss y Benson. Prefrontal Prefrontal medial/basal Posterior/ basal Autoconciencia Control ejecutivo Conducta humana
  • 5. FUNCIONES EJECUTIVAS 677 REV NEUROL 2002; 34 (7): 673-685 participa de la conciencia, por lo que podíamos denominarlos implícitos y son la base de muchos comportamientos que exhi- bimos en nuestra vida cotidiana. Este sistema no necesitaría la participación del córtex prefrontal. Durante la adquisición de una conducta compleja (como conducir), el córtex prefrontal debe mantenerse activo, pero cuando la conducta se interioriza o pasa a formar parte del repertorio conductual del individuo, la participación del córtex prefrontal disminuye. Esta descripción presenta muchas similitudes con el concepto de ‘programación de contienda’ de Shallice. El segundo componente de este sistema jerárquico se asocia con el control ejecutivo o función de supervisión de los lóbulos frontales. Las conexiones recíprocas entre las áreas de asocia- ciónmultimodalretrorrolándicas,elsistemalímbicoyelcerebro anterior proveen de las bases neurales necesarias para este con- trol ejecutivo. Estas FE de control se han dividido conceptual y experimentalmente en subfunciones específicas tales como an- ticipación, selección de objetivos y elaboración de planes. Este sistema se activaría ante situaciones novedosas, por lo que care- ce de acceso a respuestas rutinarias. Estas conductas, que en un principio precisan de control y deliberación, pasan posterior- mente a subsistemas donde pueden controlarse de forma auto- mática. El tercer componente de la jerarquía incorpora el con- cepto de autoconciencia y autorreflexión. Este componente se relacionaría con la capacidad de ser consciente de uno mismo y con la capacidad de reflejar en pensamientos y conductas patro- nes individuales y propios del yo. La autoconciencia, en este sentido, depende de los inputs que recibe de los sistemas sensorial-perceptual y de control ejecutivo, y su output influye en la naturaleza y el grado del control ejecutivo. En un artículo más reciente, Stuss y Alexander [56] recono- cen que nos encontramos con múltiples problemas para com- prender las FE, ya que la mayoría de estu- dios presentan problemas metodológicos y conceptuiales: a) Las muestras de pacientes estudiados no siempre presentan lesiones fronta- les focales. b) NoexisteunadefiniciónunitariadeFE. c) La distinción entre procesos de con- trol automático y procesos de control consciente es insuficiente porque no logra explicar la complejidad de di- chos mecanismos de control. d) La diferencia entre tareas complejas (lóbulofrontal)ytareassimples(otras áreas cerebrales) no puede explicar la diferencia de funciones entre los ló- bulos frontales y otras regiones cere- brales. e) El principal papel de los lóbulos fron- tales puede tener relación con el com- ponente afectivo y emocional, desa- rrollo personal, juicio social y auto- conciencia. EL SISTEMA ATENCIONAL SUPERVISOR Tanto Baddeley como Goldman-Rakic, cuandointentanexplicarelfuncionamiento del SEC recurren al modelo de sistema atencional supervisor (SAS). Así, en 1982, Norman y Shallice presentaron un modelo teórico de la atención en el contexto de la acción (Fig. 5), donde todo el comportamiento humano se mediatizaporciertosesquemasmentalesqueespecificanlainter- pretación de las entradas o inputs externos y la subsiguiente acciónorespuesta.Pararegularlarelaciónentreestosesquemas, estos autores postulan la existencia de dos mecanismos adapta- tivos: el dirimente de conflictos (DC) –en inglés, contention scheduling– y el SAS [57-60]. El DC evalúa la importancia relativa de distintas acciones y ajustaelcomportamientorutinarioconarregloaella,yaqueeste sistema de bajo nivel puede realizar acciones de rutina comple- jas. Así, cada conducta puede desencadenarse por un estímulo ambiental y, mediante un sistema de inhibición recíproca, la acción más activada ‘gana’: se lleva a cabo mientras el resto se suprimen temporalmente. Por sí mismo, un sistema de este tipo sóloescapazderealizarconductaselicitadasporunestímulo;en ausencia de señales ambientales, el sistema se mantendrá inac- tivo o perseverará. Sin embargo, este sistema resulta muy útil para llevar a cabo acciones rutinarias aunque sean complejas, en la medida que estén lo bastante especificadas por el ambiente. Sin embargo, el mecanismo de dirimidor de conflictos se modula desde un nivel superior por el SAS, que se activa cuando la selección rutinaria de operaciones no resulta apropiada. Se tratadetareasnovedosasdondenoexisteunasoluciónconocida, hay que planificar y tomar decisiones o es preciso inhibir una respuestahabitual.ElSASpuedemodificarlasfuerzasdeacción rivales o puede activar un sistema de acción concreto cuando el modelo de estímulos ambientales no ha seleccionado ninguno. Por tanto, el SAS puede impedir una conducta perseverante, suprimirlasrespuestasalosestímulosygeneraraccionesnuevas en situaciones donde no se desencadena ninguna acción rutina- Figura 5. Modelo de sistema atencional supervisor (SAS) de Shallice. Sistema atencional supervisor Percepción Sistema efector Información sensorial Respuestas Dirimidor de conflictos
  • 6. REV NEUROL 2002; 34 (7): 673-685 J. TIRAPU-USTÁRROZ, ET AL 678 ria. Según Shallice, las funciones del SAS se afectan cuando existe patología en las áreas prefrontales de la corteza cerebral. En la práctica clínica, la disfunción de este sistema permite ex- plicaralgunasconductasqueserelacionancondisfunciónejecu- tiva, como la rigidez conductual o perseverancia –se produciría un error en la inhibición de esquemas dominantes– o la distrac- ción –fallo en la inhibición de esquemas parásitos. EL MARCADOR SOMÁTICO La hipótesis del marcador somático (MS) postulada por Dama- siotratadeexplicarlaimplicacióndealgunasregionesdelcórtex prefrontal en el proceso de razonamiento y toma de decisiones [61-65].Estahipótesissedesarrollóalquererdarrespuestaauna serie de observaciones clínicas en pacientes neurológicos afec- tadosdedañofrontalfocal.Estegrupoparticulardepacientesno se puede explicar en términos de defectos en el razonamiento, toma de decisiones, capacidad intelectual, lenguaje, MT o aten- ción básica. Sin embargo, sus dificultades son obvias en el fun- cionamiento cotidiano y presentan graves dificultades en el do- minio personal y social. La hipótesis del MS debe entenderse como una teoría que trata de explicar el papel de las emociones en el razonamiento y la toma de decisiones (muy relacionado con las FE). Las observaciones de Damasio señalaban que pacientes con daño cerebral adquirido en la corteza prefrontal ventromedial reali- zaban adecuadamente los tests neuropsicológicos de laborato- rio, pero tenían afectada su capacidad de expresar emociones. Si ante un perfil cognitivo conservado el sujeto presenta difi- cultades en la toma de decisiones, hemos de deducir que el problema no sólo compete al mero procesamiento de la infor- mación, sino que deben existir otros aspectos o factores que inciden en el problema. ElplanteamientodelMSpartedealgunasasuncionesbásicas que deben aceptarse para dotar de cierta verosimilitud a esta hipótesis tan sugerente: a) El razonamiento humano y la toma de decisiones dependen de múltiples niveles de operaciones neurobiológicas, algu- nas de las cuales ocurren en la mente; las operaciones men- tales dependen de imágenes sensoriales que se sustentan en la actividad coordinada de áreas corticales primarias. b) Todas las operaciones mentales dependen de algunos proce- sos básicos como la atención y la MT. c) El razonamiento y la toma de decisiones dependen de una disponibilidad de conocimiento acerca de las situaciones y opciones para la acción, y este conocimiento se almacena en forma de disposiciones en la corteza cerebral y en núcleos subcorticales. d) Elconocimientosepuedeclasificaren:conocimientoinnato y adquirido –estados corporales y procesos biorreguladores, incluidas las emociones–, y conocimiento acerca de hechos, sucesos y acciones –que se explicitan como imágenes men- tales–. La unión entre conocimiento innato y conocimiento ‘acerca de’ refleja la experiencia individual, y la categoriza- ción de este conocimiento otorga la capacidad de razona- miento. Si pretendemos buscar relación entre los diferentes modelos e hipótesis sobre el funcionamiento ejecutivo es importante de- tenerse en la asunción básica ‘b’. Para Damasio, la categoriza- ción contribuye a la toma de decisiones, al clasificar tipos de opciones, posibles resultados y conexiones entre opciones y re- sultados, pero acepta que este despliegue de conocimiento sólo es posible si se cumplen dos condiciones. Primera, debemos ser capaces de hacer uso de mecanismos de atención básica que permiteelmantenimientodeunaimagenmentalenlaconciencia ylaexclusiónrelativadeotras;entérminosneurales,estodepen- de probablemente de la potenciación de la pauta de actividad neural que soporta una determinada imagen, mientras que se reduce otra pauta neural contigua (¿puede relacionarse con el SAS?). Segunda, debemos poseer un mecanismo de memoria funcional básica, que mantiene imágenes separadas para un pe- ríodo relativamente extendido de décimas de segundo a varios segundos consecutivos. Esto significa que el cerebro reiteraría, a lo largo del tiempo, las representaciones organizadas topográ- ficamente que sostienen estas imágenes separadas (¿qué rela- ción tiene esto con la MT de Baddeley o el procesamiento lineal de Goldman-Rakic?). Cuando hablamos de FE o de toma de decisiones damos por sentadoquequiendecideposeeconocimientossobrelasituación que requiere una decisión, sobre las distintas opciones de acción y sobre las consecuencias inmediatas y futuras de cada una de estas opciones. En este sentido, el MS forzaría la atención hacia las consecuencias a las que puede conducir una acción determi- nada, funcionando como una señal de alarma automática ante lo inadecuadodealgunasdecisiones.Estaseñal,básicamenteemo- cional, puede llevarnos a rechazar inmediatamente el curso de acción, con lo que nos guiará hacia otras alternativas. Los MS se cruzan con las FE en el campo de la deliberación, ya que resultan fundamentales a la hora de tomar decisiones y resaltan unas opciones sobre otras. Si las emociones se relacionan con el cuer- po (¿dónde sino sentimos las emociones?) y estas emociones señalan caminos a las decisiones, de ahí el término de MS. Desde la perspectiva de Damasio podemos plantear algunas reflexiones de indudable interés para un acercamiento más ade- cuado al estudio de las FE: algunas lesiones que afectan a la cor- teza prefrontal se asocian de manera consistente con alteraciones en el razonamiento-toma de decisiones y con la emoción-senti- miento; cuando el deterioro en razonamiento-toma de decisiones yenlaemoción-sentimientodestacasobreunperfilneuropsicoló- gico conservado, el dominio personal y social es el más afectado. Existe una relación íntima entre razonamiento (cerebro) y emo- ción (cuerpo), ya que el organismo constituido por la asociación cerebro-cuerpo interactúa con el ambiente como un todo. Es pro- bable que los diferentes campos de conocimiento se representen ensectoresprefrontalesdiferenciados;así,eldominiobiorregula- dor y social parece tener afinidad por los sistemas del sector ven- tromediano. El sistema neural crítico para la adquisición de señales de MS se hallan en las cortezas prefrontales, ya que la posición neuroanatómica de éstas favorece ese propósito por las siguien- tes razones: a) Reciben señales procedentes de todas las regiones sensoria- les en las que se forman las imágenes que constituyen nues- trospensamientos,incluidaslascortezassomatosensoriales, en las cuales se representan los estados corporales pasados y actuales. b) Reciben señales desde varios sectores biorreguladores del cerebro, entre los que se encuentran los núcleos neurotrans- misores del tallo cerebral y del prosencéfalo basal, así como la amígdala, el cingulado anterior y el hipotálamo. c) Representancategorizacionesdelassituacionesenlasqueel
  • 7. FUNCIONES EJECUTIVAS 679 REV NEUROL 2002; 34 (7): 673-685 organismo se ha visto implicado, clasificaciones de las con- tingenciasdenuestraexperienciavital.Laszonasdeconver- gencia localizadas en las cortezas prefrontales son, así, el depósito de representaciones disposicionales para las con- tingenciasadecuadamentecategorizadasyúnicasdenuestra experiencia vital. Como hemos señalado anteriormente, sin un sistema aten- cional y la memoria operativa no hay perspectiva de una activi- dad mental coherente y los MS no podrían operar porque no existiría un campo de actuación estable para que realizaran su función. Sin embargo, la atención y la memoria probablemente se requieren de manera habitual, incluso después de que el MS opere. Son necesarias para el proceso de razonamiento, durante el cual se comparan posibles resultados, se establecen ordena- ciones de dichos resultados y se elaboran inferencias. En esta hipótesis se propone que un estado somático –positivo o negati- vo–, causado por una determinada representación, opera no sólo comounmarcadorparaelvalordelorepresentado,sinotambién como un amplificador para la atención y la memoria funcional continuadas.Losacontecimientosseenergizanporseñalesindi- cativas de que el proceso ya se evalúa –positiva o negativamen- te– en función de las preferencias del individuo. La atribución y el mantenimiento de la atención y de la memoria se motivan, en primer lugar, por preferencias inherentes al organismo, y, des- pués,porpreferenciasyobjetivosadquiridossobrelabasedelas inherentes. En términos neuroanatómicos se sugiere que los MS, que operan en el ámbito biorregulador y social alineado con el sector ventromediano del córtex prefrontal, influyen sobre las opera- ciones de atención y de memoria operativa dentro del sector dorsolateral; de este sector dependen operaciones en otros ám- bitos del conocimiento. Esto deja abierta la posibilidad de que los MS, que surgen a partir de una contingencia determinada, expandanlaatenciónylamemoriaportodoelsistemacognitivo. Ya sea que concibamos que las FE se basan en la selección automática o que lo hagan en procesos de deducción lógica mediada por un sistema simbólico, o ambas, según Damasio no podemos ignorar el problema de orden y propone la siguiente solución: a) Si debe crearse orden entre las posibilidades disponibles, entonces éstas deben jerarquizarse. b) Si han de jerarquizarse, se precisa criterio. c) LosMSproporcionancriteriosqueexpresanlaspreferencias acumulativas que hemos adquirido y recibido. SOBRE LA EVALUACIÓN DE LAS FUNCIONES EJECUTIVAS Como señala Mesulam, ‘la evaluación de los cambios conduc- tuales asociados con lesiones del córtex prefrontal introduce di- ficultades adicionales, ya que estos cambios son excesivamente complejos, variables, difíciles de definir en términos técnicos e imposibles de cuantificar con los tests disponibles en la actuali- dad’ [66]. Una cuestión especialmente problemática es la evaluación de losdéficitenelfuncionamientoejecutivo.Paravalorarestosdéficit ejecutivos se han propuesto múltiples pruebas o tests neuropsico- lógicos, que han mostrado, en líneas generales, su utilidad para detectardisfuncionesdelcórtexprefrontal:testdeclasificaciónde cartas de Wisconsin (WCST) [67], Stroop [68], Trail Making Test [69],fluidezverbalfonética[70],fluidezdediseños[71],testdelas torres [72], etc. Mientras estos tests han mostrado alguna sensibilidad para captar disfunción cerebral frontal, ninguno de ellos ha probado ser específico para medir disfunciones del sistema ejecutivo. Así, algunos pacientes con daño cerebral frontal ejecutan ade- cuadamente estas pruebas, mientras que otros pacientes con le- siones retrorrolándicas los pueden ejecutar de forma inadecua- da; a ello hemos de añadir la considerable variabilidad en la ejecución entre controles normales. Sin embargo, desde que en 1985 Eslinger y Damasio publi- caron el conocido caso de EVR [73,74], ha quedado patente que algunos pacientes con lesiones prefrontales pueden ejecutar las pruebas neuropsicológicas dentro de límites normales; a ello añadiríamos el trabajo de Anderson et al [75], los cuales demos- traron la falacia de la solidez de la relación existente entre la ejecución en los tests neuropsicológicos y la localización de la lesión. Examinaron a 91 pacientes mediante resonancia magné- tica (RM) y tomografía axial computarizada (TAC), verificaron lesiones cerebrales focales (49 frontales, 24 no frontales y 18 difusas)ynoencontrarondiferenciassignificativasentregrupos en la ejecución del WCST. Lo reseñado anteriormente conduce a plantearnos que cada paciente debe tratarse como un caso único, que requiere una explicación independiente; es decir, cada uno de ellos represen- taría un test independiente de la teoría cognitiva [76]. También hemosdereconocerlaexistenciadegravesproblemasparamedir las FE, como son la complejidad de la estructura y funciona- mientodellóbulofrontal,lapocaoperatividaddesudescripción, la estructura de los tests y de la situación de validez de pruebas, y, por último, el peso que se concede en la evaluación a lo cuan- titativo, y no tanto a los procesos de resolución implicados. No olvidemos que el objetivo de un test es provocar una conducta que –se supone– tiene su traducción en el funcionamiento coti- diano del individuo. En lo referente a la situación artificial de la validez de prue- bas, Acker [77] plantea una serie de diferencias entre esta situa- ción de laboratorio y la vida real: en la primera situación, la estructura la da el examinador, se centra en tareas concretas, el ambiente no es punitivo, la motivación la aporta el examinador, se da cierta persistencia del estímulo, no se enfatiza el fracaso, el ambiente se protege y no hay competencia. En la vida coti- diana es frecuente enfrentarse a tareas no estructuradas y es- pontáneas, la planificación es individual, la automotivación resulta necesaria, el estímulo no es persistente, se da cierto temor al fracaso, el medio se encuentra menos protegido y existe competencia. Todoloexpuestonosllevaaplantearnoslavalidezecológica de los tests neuropsicológicos que miden las FE, ya que esta validez ecológica se mediatiza por algunas premisas de gran relevancia, como son: – Debe existir una relación funcional y predictiva entre ejecu- ción en test y conducta del paciente en situaciones de la vida real. – Debemosasumirquelasdemandassonvariadaseidiosincrá- sicas, resultado de su naturaleza específica. – La interacción entre demanda y recursos del paciente puede compensar o exacerbar sus déficit. – Lascondicionesenlavalidezdeltestsondeterminantespara plantear la generalización. – Los resultados obtenidos en los tests pueden generar falsas
  • 8. REV NEUROL 2002; 34 (7): 673-685 J. TIRAPU-USTÁRROZ, ET AL 680 expectativas en cuanto al funcionamiento del sujeto en la vida real. – La interacción examinador-paciente puede condicionar los resultados. – Losprotocolosutilizadosylaextensiónycomplejidaddelos tests pueden afectar a los resultados. – Losrendimientosenlostestspuedenverseafectadosporuna gran variedad de factores: toma de psicofármacos, ansiedad, déficit sensoriales, nivel cultural premórbido, etc. La necesidad de una orientación más ecológica en la evalua- ción neuropsicológica de las FE ha dado relevancia a que, junto a la identificación de los principales procesos cognitivos impli- cados, resulta esencial la identificación del impacto de estos problemas en los aspectos funcionales de la vida diaria y la de- terminación de la capacidad que tiene el individuo para llevar una vida independiente, autónoma o con recursos personales para integrarse en una actividad profesional normalizada. En los últimos años se han desarrollado nuevos tests y prue- bas especialmente diseñadas para intentar valorar con más pre- cisión estos déficit ejecutivos. Se pueden citar, entre otros, el test de evaluación conductual del síndrome disejecutivo [78], el test de selección de clases [79], las tareas de ejecución dual [80,81], el test de preferencias [82], las tareas de juego [83], las tareas de planificación financiera [84], las pruebas de cambio [85] y el test de competencia cognitiva [86]. Además de estas pruebas, hoy día existe un gran consenso entre los profesiona- les respecto a la necesidad de utilizar cuestionarios fenomeno- lógicos que aporten información sobre el funcionamiento de estos pacientes; entre estos cuestionarios, nosotros aconseja- ríamos la escala de Iowa modificada [87] y la NRS –del inglés, Neurobehavioral Rating Scale– [88,89]. Cabe destacar, asi- mismo, la necesidad de interpretar con cautela los datos pro- porcionados por las pruebas de autoinforme o los cuestiona- rios. La dificultad para entender la complejidad de algunas afirmaciones y, sobre todo, la limitada capacidad de autocon- ciencia constituyen dos capacidades centrales asociadas a las funciones del córtex prefrontal, lo que puede afectar a la fiabi- lidadyvalidezdelainformaciónqueproporcionandichoscues- tionarios. A modo de sugerencias, podemos plantear las siguientes re- comendaciones: a) Los resultados de los tests y baterías neuropsicológicas de- ben considerarse como elementos complementarios e inte- grarlos en un marco comprensivo. b) Laseleccióndelosinstrumentosdeexploraciónneuropsico- lógica debe basarse en su capacidad para ofrecer informa- ción sobre los mecanismos subyacentes alterados, en su va- lidez ecológica, y deben ser sensibles a los avances que se producen. c) La evaluación neuropsicológica tienen que llevarla a cabo personasespecializadas,queinterpretenlosdatosenfunción de un corpus de conocimiento sólido sobre las relaciones entre cerebro y conducta. Cripe[90],enunmagníficocapítulosobrevalidezecológica de los tests neuropsicológicos que miden los déficit ejecutivos, elabora una lúcida reflexión sobre lo que él denomina ‘the mind data problem’; sugiere que la dificultad para medir el funciona- miento ejecutivo es un problema metafísico y epistemológico, ya que las puntuaciones en los tests constituyen meras represen- tacionessimbólicasreduccionistas.Lospresupuestosbásicosde Cripe son los siguientes: 1. Objetosestáticosysimplespuedenmedirseconunrazonable grado de fiabilidad. 2. Las medidas no son el objeto, sino una representación sim- bólica de éste. 3. Cuandolosobjetosestáticossonmáscomplejosensudiseño y estructura, se dificulta más la medida. 4. Los objetos en movimiento son más difíciles de medir. 5. Múltiplesobjetosyrealidadesencontinuomovimientoyque interactúenenunsistemadinámicosonmuydifícilesdemedir y describir. 6. Cuantomáscomplejassonlasrealidadesquedeseamosmedir, más alta es la fiabilidad si empleamos múltiples medidas. 7. Reducir una realidad compleja y dinámica a pequeñas reali- dades incompletas nos aparta de la comprensión de la reali- dad global. 8. La realidad es más fácil de comprender cuanta más informa- ción y de más informadores la obtengamos. 9. Los simples resultados en un test excluyen mucha informa- ción acerca de los procesos subyacentes en la conducta. 10. El acto mental como producto de una interacción dinámica de múltiples y complejos sistemas dinámicos se conocerá mejor cuanta más información seamos capaces de recabar y de integrar en un modelo comprensivo. UN MODELO INTEGRADOR Hemos tomamos como base los modelos descritos y hemos intentado elaborar un esquema que refleje el funcionamiento ejecutivo y que recoja, a su vez, lo que entendemos como prin- cipales aportaciones de cada uno de los modelos. Para elaborar este modelo que figura a continuación nos hemos basado en los modelos de MT de Baddeley, las funciones jerarquizadas de Stuss y Benson, el SAS de Shallice y la hipótesis del MS de Damasio. Se puede entender como un modelo que explica el proceso al tener en cuenta los distintos componentes y sus subsistemas (Fig. 6). El primer componente representa el sistema sensorial y per- ceptual. Si el estímulo se reconoce al acceder a la memoria a largo plazo (declarativa o procedimental), las respuestas corres- pondientes pueden ser simples o complejas, pero siempre son conductas sobreaprendidas, automáticas y rápidas. Este tipo de procesos pueden darse sin la participación de la conciencia, por lo que serían implícitos y son la base de muchos comportamien- tos que exhibimos en la vida cotidiana. Un buen ejemplo de este primer componente es la conducción de un vehículo; ahora bien, ¿qué ocurre si vemos a un ciclista por el carril lateral, mientras en ese momento hablamos con nuestro compañero? Norman y Shallice sugieren que las decisiones a este nivel pueden tomarse demaneraautomáticamedianteelDC,porelcualalgunasreglas simples sobre la importancia relativa de las tareas se incorporan al sistema y operan de forma automática. Nosotros entendemos que el DC actúa de forma rápida y con programas habituales, pero a través de la MT, que mantiene la imagen mental en la agenda visuoespacial u opera con el bucle fonológico. Estas conductas,alsersobreaprendidas,noprecisaríandelaparticipa- ción del MS porque no dejan lugar a ‘la voluntad’, por lo que actuarían a través del ‘bucle como si’, compuesto por dispositi- vos neurales que nos ayudan a sentir ‘como si tuviéramos un estado emocional’, como si el cuerpo se activara o modificara.
  • 9. FUNCIONES EJECUTIVAS 681 REV NEUROL 2002; 34 (7): 673-685 Este proceso se daría en el bulbo raquídeo y nos permitiría ser más rápidos y consumir menos energía. La asociación entre esa percepción (ver al ciclista) y la conducta (dejar de hablar) se habría adquirido al asociar esas imágenes con emociones nega- tivas (por ejemplo, ver en televisión el anuncio del atropello a un ciclista). Ahora, esa imagen determinada dispara un dispositivo de desvío que nos permite ser más eficaces. El segundo componente se activaría cuando la acción se reco- noce cono novedosa o no rutinaria; entonces se ponen en marcha losprocesosdeanticipación,seleccióndeobjetivos,planificación y control. En cada uno de estos procesos actuaría la MT y el SAS (como SEC). No olvidemos que el SAS actúa ante tareas novedo- sas, cuando no existe una solución conocida y se precisa tomar decisiones.Entérminosneurales,estodependeprobablementedel realce de las pautas de actividad neural –que soporta una determi- nada imagen mientras se reduce la pauta neural del resto– y de la actividaddelamemoriaoperativa–quemantieneimágenesduran- te un período necesario para crear representaciones organizadas–. Ahora bien, ¿cómo se realza una pauta de actividad neural y se reduce la pauta del resto? En nuestra opinión, el MS es el respon- sable de tal función, ya que fuerza la atención y la memoria ope- rativahacialasconsecuenciasalasquepuedeconducirunaacción determinada. De esta manera, podemos entender las FE como un sistema extendido donde el funcionamiento del SAS y de la MT crea posibilidades y el MS fuerza la atención hacia una de ellas; esto permite expandir la atención y la memoria operativa hacia el siguiente proceso de deliberación, donde, a su vez, el MS resalta unaposibilidad,loquepermiteextenderlaMTylaatenciónhacia el proceso siguiente, y así sucesivamente, a través de los procesos de anticipación, selección, de objetivos, planificación y control. Una vez realizado el proceso se pondrán en marcha las conductas motoras que, a través del sistema efector, conduzcan hacia la res- puesta deseada. CONCLUSIONES El término ‘funciones ejecutivas’ lo acuñó Lezak [9,10] para referirse a una constelación de capacidades implicadas en la formulacióndemetas,planificaciónparasulogroyejecuciónde la conducta de un modo eficaz. De acuerdo con esta autora, estas FE pueden agruparse en torno a una serie de componentes: las capacidades necesarias para formular metas (motivación, con- ciencia de sí mismo y modo en el que percibe su relación con el mundo), las facultades empleadas en la planificación de los pro- cesos y las estrategias para lograr los objetivos (capacidad de adoptar una actitud abstracta, valorar las diferentes posibilida- des y desarrollar un marco conceptual que permita dirigir la actividad), las capacidades implicadas en la ejecución de planes (capacidad de iniciar, proseguir y detener secuencias complejas de conducta de un modo ordenado e integrado) y las aptitudes para llevar a cabo esas actividades de un modo eficaz (controlar, corregir y autorregular el tiempo, la intensidad y otros aspectos cualitativos de la ejecución). Cuando se leen con detenimiento las distintas definiciones de FE puede observarse que existe acuerdo en señalar que dicho término se refiere, de forma genérica, al control de la cognición y a la regulación de la conducta a través de diferentes procesos cognitivos relacionados entre sí. Ahora bien, se precisa recono- cer que, en los últimos años, este término se ha empleado para describir un conjunto demasiado amplio de procesos, como la resolución de problemas, la planificación o la memoria prospec- tiva. De hecho, se ha señalado con acierto que el término se ha convertido en un ‘paraguas’ conceptual o cajón de sastre, con un conjunto tan amplio y variado de capacidades cognitivas que ha perdido toda operatividad. La mayoría de descripciones de las FE comparten los proce- sos básicos que señala Lezak, pero esta definición dista mucho de asentarse en terreno firme, ya que contiene un ‘resumen’ de Figura 6. Modelo integrador de Tirapu, Muñoz-Céspedes y Pelegrín. MLP: memoria a largo plazo; SAS: sistema atencional supervisor. Sistema fluido Sistema cristalizado Marcador somático Sistema efector MLP MLP Acción no rutinaria Acción rutinaria (especificada por ambiente) Información sensorial Declarativa y procedimental Bucle "como si" Respuesta Percepción Anticipación B u c l e SAS A g e n d a Selección de objetivos B u c l e SAS A g e n d a Planificación B u c l e SAS A g e n d a Bucle Dirimidor de conflictos Agenda Monitorización B u c l e SAS A g e n d a
  • 10. REV NEUROL 2002; 34 (7): 673-685 J. TIRAPU-USTÁRROZ, ET AL 682 las funciones cognitivas de alto nivel. En este sentido, observa- mos que la definición es un tanto vaga e imprecisa allí donde el argumento de regresión al infinito se aplica perfectamente; es decir, para que el funcionamiento ejecutivo se ponga en acción, precisadeunejecutivointeriorprevio,yasíhastaelinfinito[91]. En este sentido, también puede existir una creencia implícita e ingenuamente tautológica respecto al supuesto papel causal de losdéficitejecutivosenlaejecucióndelostestsfrontales;sibien la relación entre ambos hechos parece más o menos contrastada, no resulta del todo admisible establecer una relación de causa- efecto si se sigue una argumentación del tipo ‘se ha producido unamalaejecuciónenlaspruebasporlaexistenciadedisfuncio- nes ejecutivas previas’, lo cual se asume y se demuestra ‘eviden- temente’ por la propia ejecución en los tests. Tal afirmación ejemplifica el error lógico definido por Aristóteles como ‘peti- ción de principio’. Otro aspecto conceptual relevante es el que plantea que las FE deben concebirse desde una perspectiva más ‘dimensional’ que ‘categorial’; así, uno debe preguntarse si estas funciones pueden verse afectadas en diferentes circunstancias, lo cual lle- varíaaplanearunainconsistenciadelfuncionamientoejecutivo. En esta línea, Montgomery [92] señala que las personas afecta- das por daño cerebral muestran esta inconsistencia en su funcio- namientoejecutivoendiferentescircunstancias;dichainconsis- tencia debe atribuirse a una interacción de déficit neuropsicoló- gicos con otros factores de índole personal (pensamientos negativos, tensión, arousal, fatiga, síntomas físicos) y de situa- ción (demandas que requieren atención compleja, demandas de procesamiento rápido, distracciones externas o focalización de la atención en aspectos preferentes de la conciencia). Nosotros añadiríamos que no es necesario afectarse por un daño cerebral para que esto ocurra, ya que no resulta infrecuente encontrar a ponentes de un congreso que exceden su tiempo de intervención en muchos minutos o que no cambian el discurso en función del feedback externo que reciben. Como ya hemos señalado, se ha establecido una estrecha relación entre el córtex prefrontal dorsolateral y las FE, pero algunos autores [93-97] consideran la posibilidad de distinguir diferentesformasdefuncionamientodisejecutivoenelcontexto de las múltiples conectividades existentes entre el córtex pre- frontal y otras regiones corticales y subcorticales. Algunas de estas interacciones neurales asocian el córtex prefrontal con módulos de procesamiento en el córtex posterior como los lóbu- los temporal y parietal, estructuras límbicas como la amígdala y el hipocampo, el núcleo estriado, el cerebelo y los sistemas mo- noaminérgicos y colinérgicos ascendentes. En los últimos años se ha producido un importante avance en la comprensión de los sistemas neuronales y, en concreto, de los circuitos frontosub- corticales, clasificados de la siguiente manera [98]: a) Corteza prefrontal dorsolateral → núcleo caudado → globo pálido (lateral-dorsomedial) → tálamo → corteza prefrontal dorsolateral. b) Corteza orbital lateral → núcleo caudado → globo pálido (medial-dorsomedial) → tálamo → corteza orbital lateral. c) Corteza cingulada anterior → núcleo accumbens → globo pálido (rostrolateral)→ tálamo→ cortezacinguladaanterior. Laaparicióndelasmodernastécnicasdeneuroimagenrepre- sentan una oportunidad de progresar en la evaluación de las re- lacionesentreelfuncionamientodelasdistintasáreasoregiones cerebrales y las diversas capacidades neuropsicológicas; es de- cir, el uso de técnicas de neuroimagen in vivo ofrece nuevas posibilidades de intentar relacionar los cambios funcionales cerebrales con los déficit neuropsicológicos. Esta nueva aproxi- maciónalsustratoanatómicodeunarealidadtancomplejacomo lasFE,atravésdeestudioscontécnicasdeneuroimagen,plantea algunos problemas metafísicos que han de tenerse en cuenta [99]: a) ¿Qué relación existe entre el estado cerebral y sus manifes- taciones en el comportamiento? b) ¿Cómo pueden relacionarse las variaciones en neuroimagen con variaciones en medidas externas? c) ¿De un patrón de actividad cerebral ‘X’ resulta siempre un patrón de conductas ‘Y’? d) El estudio de neuroimagen en ausencia de hipótesis sólidas previas del funcionamiento cerebral puede llevar a la inter- pretación de los resultados en direcciones espúreas. En esta línea de identificación del sustrato anatómico de las FE es importante considerar que estas funciones complejas de- ben entenderse como una realidad emergente. La emergencia aplicada al tema que nos ocupa puede entenderse como el fenó- meno por el cual, cuando una estructura alcanza un nivel deter- minado de complejidad, emergen nuevas propiedades que no eranposiblesdepredecirpormuybienqueseanalizarancompo- nentes de estructuras inferiores. En cada nivel de complejidad emergen nuevas propiedades y nuevas funciones, nuevas capa- cidades y nuevos trastornos, y tal vez las FE constituyen capa- cidades cognitivas que emergen cuando el ser humano adquiere la capacidad adaptativa de la anticipación. Desdeunplanteamientocognitivo,ladivisiónconceptualde las capacidades ejecutivas en una serie de componentes precisa una mayor verificación. De hecho, son pocas las teorías, tanto neurofisiológicas como cognitivas, que se han acompañado de diseño de pruebas o tareas específicas que permitan estudiar, de forma aislada, cada uno de sus componentes. Esto parece lógico porque analizar cada uno de los componentes de las FE y su peso factorial es una tarea que puede generar cierta confusión, pues cuando se evalúa el funcionamiento ejecutivo se hace de forma conjunta con otras funciones; no es posible realizarlo de otro modo, tal vez porque no se estudia una función, sino el acto mental complejo por excelencia. Esta reflexión concuerda con las afirmaciones de Fodor [100], quien sugiere que los procesos de pensamiento de alto nivel –como los implicados en el razona- miento, la toma de decisiones, la formación de creencias, etc.– Figura 7. Figura del elefante. SAS: sistema atencional supervisor Memoria de trabajo SAS Funciones ejecutivas Modelo jerárquico Marcador somático
  • 11. FUNCIONES EJECUTIVAS 683 REV NEUROL 2002; 34 (7): 673-685 BIBLIOGRAFÍA 1. Carter AC, McDonald T, Botvinick M, Ross LL, Stenger VA, Noll D, et al. Parsing executive processes: strategic vs. evaluative func- tions of the anterior cingulate cortex. PNAS 2000; 97: 1944-8. 2. Feinberg TE, Farah MJ. The development of modern behavioral neu- rology and neuropsychology. In Feinberg TE, Farah MJ, eds. Beha- vioral neurology and neuropsychology. New York: McGraw-Hill; 1997. 3. Goldman-Rakic MD. The frontal lobe: uncharted provinces of the brain. Trends in Neuroscience 1984; 7: 425-9. 4. Price BH, Daffner KR, Stowe RM, Mesulam MM. The comporta- mental learning disabilities of early lobe damage. Brain 1990; 113: 1383-93. 5. Pelegrín C, Tirapu J. Neuropsiquiatría del daño prefrontal traumáti- co. Monografías de Psiquiatría 1995; 7: 11-21. 6. Shallice T. Specific impairments of planing. Philosophical transcripts of the Royal Society of London 1982; 298: 199-290. 7. Luria AR. 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Foong J, Rozewicz L, Quaghebeur G, Davie CA, Kartsounis LD. Exe- no son modulares, por lo que no son susceptibles de investiga- ción científica. Desde este punto de vista, podrá convenirse que las diversas definiciones de FE son descriptivas, pero no ayudan acomprenderlaetiologíafuncionaldelasactividadescognitivas que las sustentan, por lo que nos encontramos ante múltiples descripciones que no acaban de definir los procesos responsa- bles de una conducta ejecutiva. A pesar da la importancia de las FE en el funcionamiento cognitivo y conductual, hemos de reconocer que se trata de un constructo teórico todavía no suficientemente validado. Aún no se ha realizado un esfuerzo por consensuar una definición ope- rativa que sea de utilidad en la clínica y en la investigación; se observaquecadaautor‘arrastra’elconceptohaciasussupuestos de partida. Los diferentes modelos expuestos en esta revisión llevan a plantear la posibilidad de que cuando dos profesionales se refie- ran al concepto de FE, tal vez no se refieran a lo mismo, en la medida en que cada uno de ellos se haya basado en diferentes fuentes conceptuales. Reconocer las FE desde el modelo de la MT de Baddeley, desde el modelo jerarquizado de las funciones mentales de Stuss y Benson, desde la hipótesis del MS de Dama- sio o desde el SAS de Norman y Shallice, supone acercarse a una mismarealidaddesdeperspectivasdiferentes;seobviaunaparte de esa realidad, lo que puede compararse con la historia del elefante y los cuatro hombres ciegos [101]: el hombre ciego que se acerca y toca la trompa dirá que el elefante es como una serpiente pitón; otro que toca la pata afirmará que el elefante es como una columna; un tercero que se acerque a palpar la cola aseverará que los elefantes son como una fusta, etc. (Fig. 7). Esta revisión ha tratado de poner de relieve algunos de los problemas conceptuales que se plantean cuando uno desea acer- carse al conocimiento de la neuropsicología de las FE. Al con- trarioqueenlaneuropsicología‘clásica’,nohanpodidodesarro- llarse modelos con capacidad predictiva [91]. Los intentos de anclaje en modelos funcionales o en la localización cerebral terminan por sustituirse por constructos de corte psicológico, demasiado distantes de la neuropsicología tal y como la enten- demos. Este proceso de descripción y definición comporta pér- didas y transformaciones de información mediadas por teorías o supuestos de los que no se necesita ser consciente. Es cierto que conocemos mucho de moléculas, neuronas y circuitos, pero nadie podría discutir que también desconocemos verdaderamentecómofuncionaelcerebro.Estohadadopieaesa intuición no claramente formulada denominada FE, que trata de desvelar, en el fondo, la lógica de los procesos cerebrales que subyacen a los procesos mentales. Como señala Habel, ‘las neu- rociencias carecen de una auténtica revolución, de la aparición de una gran teoría o descubrimiento, de un turning point que ilumineyorientelasinvestigacionesenunadirecciónnovedosa, algo así como lo ocurrido en otras ciencias con los hallazgos de Copérnico, Newton, Einstein o Watson y Crick’ [102]. En el verano de 1848, Harlow [103] describió el caso de Phineas Gage, un trabajador eficiente y capaz que, tras sufrir un accidentequeafectóalaregiónfrontaldesucerebro,experimen- tó graves cambios en su personalidad. Este hecho deja entrever la existencia en el cerebro humano de sistemas dedicados al razonamiento y a las dimensiones personales y sociales del in- dividuo. Siglo y medio después, múltiples casos como el de Phineas Gage indican que algo en el cerebro humano concierne a la condición humana, como la capacidad de anticipar el futuro ydeactuarenunmundosocialcomplejo,elconocimientodeuno mismo y de los demás, y el control de la propia existencia. Tal vez la definición de las FE no es más que el inicio de un largo camino hacia lo desconocido.
  • 12. REV NEUROL 2002; 34 (7): 673-685 J. TIRAPU-USTÁRROZ, ET AL 684 cutive function in multiple sclerosis. The role of frontal lobe pathol- ogy. Brain 1997; 120: 15-26. 29. Beatty WW. Memory and frontal lobe dysfunction in multiple scle- rosis. J Neurol Science; 1993: 115: 38-41. 30. Borstein RA. Neuropsychological performance in adults with Tourette’s syndrome. Psychiatry Res 1991; 37: 229-36. 31. Cuesta M, Peralta V, Zarzuela A. Alteraciones cognitivas: una real- idad en el trastorno esquizofrénico. Ann Psiquiatría 1998; 14: 11-25. 32. Frith C. Functional imaging and cognitive abnormalities. Lancet 1995; 346: 615-20. 33. Insel TR, Donnelly EF, Lalakea ML, Alterman IS, Murphy DL. Neu- rological and neuropsychological studies of patients with OCD. Biol Psychiatry 1983; 18: 741-50. 34. Head D, Bolton D, Hymas N. Deficits in cognitive shifting ability in patients with OCD. Biol Psychiatry 1989; 25: 929-37. 35. Raine A, Buchsbaum M, LaCasse L. 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  • 13. FUNCIONES EJECUTIVAS 685 REV NEUROL 2002; 34 (7): 673-685 FUNCIONES EJECUTIVAS: NECESIDAD DE UNA INTEGRACIÓN CONCEPTUAL Resumen. Introducción. Los nuevos modelos de la neuropsicología cognitiva han generado un creciente interés por comprender los procesos cognitivos superiores y los sustratos neurales asociados a dichosprocesosdealtonivel.Enparticular,lasdenominadasfuncio- nesejecutivas,consideradascomoimprescindiblesparacontrolarel procesamiento de la información y coordinar la conducta, han reci- bido un trato especial por parte de la literatura especializada en este tema. Desarrollo. Desde el trastorno obsesivo-compulsivo hasta la esquizofrenia, desde la enfermedad de Parkinson a la esclerosis múltiple, son numerosos los trabajos que indican la afectación de estas funciones en cualquier proceso mórbido. El papel que desem- peña la corteza prefrontal en la conducta humana en general y en las funciones ejecutivas en particular es una de las más importantes áreas de investigación de las neurociencias en la actualidad. Así, estaregióncorticalapareceíntimamenteunidaalosprocesosejecu- tivos y afecta a diversos aspectos del funcionamiento cognitivo. Memoriadetrabajo,sistemaatencionalsupervisor,marcadorsomá- tico, procesamiento de la información, planificación de la conducta y juicio social son procesos que se han ligado al funcionamiento de la corteza prefrontal como estructura y a los procesos ejecutivos como función. Conclusiones. Es propósito de este artículo realizar una revisión del concepto de funciones ejecutivas y plantear algu- nas reflexiones sobre la utilidad de dicho concepto y su aplicación práctica.Comprenderladiferenciaentreestructurayfunción,entre cognición y emoción, entre actividad cerebral y conducta, entre lo categorial y lo dimensional o entre mente y cerebro se nos antoja fundamental para lograr un mejor acercamiento a este concepto que todos utilizamos y que, en muchos momentos, tan difícil nos parece de comprender. [REV NEUROL 2002; 34: 673-85] Palabrasclave.Funcionesejecutivas.Marcadorsomático.Memoria de trabajo. Modelo integrador. Sistema atencional supervisor. Sis- tema jerárquico. FUNÇÕES EXECUTIVAS: NECESSIDADE DE UMA INTEGRAÇÃO CONCEPTUAL Resumo. Introdução. Os novos modelos da neuropsicologia cog- nitiva geraram um crescente interesse por compreender os proces- sos cognitivos superiores e os substratos neuronais associados aos referidos processos de alto nível. Em particular, as assim cha- madasfunçõesexecutivas,consideradasimprescindíveisparacon- trolar o processo da informação e coordenar a conduta, recebe- ramtratamentoespecialporpartedaliteraturaespecializadaneste tema. Desenvolvimento. Da perturbação obsessivo-compulsiva à esquizofrenia, da doença de Parkinson à esclerose múltipla, mui- tos são os trabalhos que indicam o envolvimento destas funções em qualquer processo mórbido. Por outro lado, o papel desempenha- do pelo córtex pré-frontal no comportamento humano em geral, e nas funções executivas em particular é presentemente uma das áreas de investigação mais importantes das neurociências. Assim, esta região cortical aparece intimamente unida aos processos exe- cutivos e afecta diversos aspectos do funcionamento cognitivo. Memória do trabalho, sistema atencional supervisor, marcador somático, processamento da informação, planificação da condu- ta, juízo social, são processos que se ligaram ao funcionamento do córtexpré-frontal,comoestruturaeaosprocessosexecutivos,como função. Conclusões. A finalidade deste artigo é realizar uma revi- são do conceito de funções executivas e considerar algumas refle- xões sobre a unidade do referido conceito e sua aplicação na prática. Compreender a diferença entre estrutura e função, entre cognição e emoção, entre actividade cerebral e conduta, entre o categórico e o dimensional, ou entre mente e cérebro é fundamen- tal para conseguir uma aproximação deste conceito que todos utilizamos, e que em muitos momentos parece-nos difícil de com- preender. [REV NEUROL 2002; 34: 673-85] Palavras chave. Funções executivas. Marcador somático. Memória do trabalho. Modelo integrador. Sistema atencional supervisor. Sis- tema hierárquico. 85. 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