1. AUTOESTIMA, SEGURIDAD Y RELACIONES TEMPRANAS DE APEGO.
Por Ignacio González Sarrió.
Doctor en Psicología. Psicoterapeuta.
En este artículo me gustaría señalar la importancia de las relaciones tempranas,
con las llamadas figuras de autoridad, al mismo tiempo que se subraya la
relevancia de dichas relaciones en dos instancias intrapsíquicas cruciales para la
supervivencia psicológica del sujeto, como son la autoestima y la seguridad
emocional. De tal forma que, la persona, dependiendo del sentido y naturaleza
de dichas relaciones, -con las nombradas figuras de autoridad-, atribuirá un
significado u otro a las dimensiones psicológicas referidas, las cuales
determinaran en gran medida su desarrollo. Así, cuando una persona se
desarrolla en la creencia de que son los demás los poseedores de la verdad, que
son los otros los moralmente superiores, los que juzgan lo que está bien y lo que
está mal, crecerá inmerso en un proceso de minusvaloración de sí mismo,
debido en parte a la comparación, a la que se ve abocado, entre su propia
imagen y la de las figuras coercitivas de autoridad, figuras interiorizadas como
críticas y manipuladoras.
Dicha comparación lleva consigo el desprendimiento de una percepción de
pérdida o desventaja constante hacia sí mismo, al deducir que son los otros los
poseedores de la verdad, el conocimiento y la razón. Esto a su vez, se debe a
que en estos casos, la figuras de autoridad, proyectan una idea desvaloracizante
del otro generando inseguridad y dependencia en el sujeto objeto de la
proyección. De alguna forma, estas figuras de autoridad, consideran que solo
conservaran el poder sobre el otro limitando su desarrollo y frenando su
independencia, con el subsiguiente daño en la autoestima y la seguridad
personal del menor. Sin duda nos encontramos, en estos casos, ante figuras de
autoridad negligentes que infundirán en el menor una percepción de sí mismo
de inferioridad e inmadurez, trasladándola inevitablemente a la edad adulta y
convirtiéndose en niños para siempre.
“El adulto niño perpetuo” sentirá una constante sensación de indefensión y
vulnerabilidad, posicionándolo en una sensación de agravio y defensividad
continua. Se siente vulnerable porque cree que los otros tratarán de invalidarle,
desautorizarle, criticarle, ofenderle, atacarle, burlarse, o dañarle. Por tanto, esta
sensación de alerta y peligro, junto a la interiorización de indefensión y
vulnerabilidad alimentan el sentimiento de inferioridad, dando lugar a
diferentes formas de afrontamiento que irán desde el odio y resentimiento hacia
los demás, la negación de las emociones o una actitud de falsa seguridad y
prepotencia, hasta el desplazamiento, proyección o sublimación de
2. sentimientos, la narcisización, victimización, infantilismo o la agresividad, la
autodestrucción, drogadicción, conductas autolíticas, depresión o angustia
existencial.
Así, la interiorización de la minusvaloración en la infancia, a causa de la
relación con figuras de apego o de autoridad sobreprotectoras o autoritarias
invalidantes, condicionará de manera profunda, no sola la personalidad del
sujeto, sino también sus relaciones personales así como la seguridad e intimidad
de las relaciones privadas, tiñendo la propia intersubjetividad de un halo de
inseguridad, ansiedad, miedo y hostilidad que provocaran en el sujeto
continuos intentos de evitación del dolor, huida y retracción hacia sí mismo y
una evitación experiencial continua.
Ignacio González Sarrió.
Doctor en Psicología Jurídica.
Perito judicial y forense.
Miembro del Turno de Peritos Forenses del Ilustre Colegio Oficial de Psicólogos.
Coordinador Grupos de Trabajo en Psicología Jurídica.
http://psicolegalyforense.blogspot.com
NºCol.cv06179.
696102043
Valencia.