POEMAS ILUSTRADOS DE LUÍSA VILLALTA. Elaborados polos alumnos de 4º PDC do IE...
Guia soberania1 grado_10 (1)
1. TECNOLOGÍA E INFORMATICA
DOCENTE: GLADYS EDITH PINEDA
FECHA DE ENTREGA: 2 de octubre de 2020
Hasta: las 12:00 m.
GRADO: 10
SOBERANÍA ALIMENTARIA
De acuerdo con la organización no gubernamental internacional, Vía Campesina, la
soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente
adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica, y su derecho a
decidir su propio sistema alimentario y productivo. Lo cual coloca aquellos sectores que
producen, distribuyen y consumen alimentos en el corazón de los sistemas y políticas
alimentarias, por encima de las exigencias de los mercados y de las empresas
básicamente internacionales. Defiende los intereses e incluye a las futuras generaciones.
Ofrece una estrategia para resistir y desmantelar el comercio libre y corporativo y el
régimen alimentario actual, y para encauzar los sistemas alimentarios, agrícolas, pastoriles
y de pesca para que pasen a estar gestionados por los productores y productoras locales,
regionales y nacionales.
La soberanía alimentaria da prioridad a las economías locales y a los mercados locales y
nacionales, y otorga el poder a los campesinos y a la agricultura familiar, la pesca
artesanal y el pastoreo tradicional, y coloca la producción alimentaria, la distribución y el
consumo sobre la base de la sostenibilidad medioambiental, social y económica.
La soberanía alimentaria promueve el comercio transparente y justo, que garantiza
ingresos dignos para todos los pueblos, y los derechos de los consumidores para
controlar su propia alimentación y nutrición. Garantiza que los derechos de acceso y a la
gestión de la tierra, de los territorios, las aguas, las semillas nativas, el ganado y la
biodiversidad, estén en manos de aquellos que producen los alimentos.
La soberanía alimentaria supone nuevas relaciones sociales libres de opresión y
desigualdades entre los hombres y mujeres, pueblos, grupos raciales, clases sociales y
generaciones.
La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos, de sus países o uniones de Estados
a definir su política agraria y alimentaria, sin dumping o competencia desleal frente a
terceros países. La soberanía alimentaria incluye:
* Priorizar la producción agrícola local para alimentar a la población, el acceso de los/as
campesinos/as y de los sin tierra a la tierra, al agua, a las semillas y al crédito. De ahí la
necesidad de reformas agrarias, de la lucha contra los OGM (Organismos Genéticamente
2. modificados), para el libre acceso a las semillas, y de mantener el agua en su calidad de
bien público que se reparta de una forma sostenible.
* El derecho de los campesinos a producir alimentos y el derecho de los consumidores a
poder decidir lo que quieren consumir y como y quien se lo produce.
* El derecho de los países a protegerse de las importaciones agrícolas y alimentarias
demasiado baratas, es posible siempre que los países o las uniones tengan el derecho de
gravar con impuestos las importaciones demasiado baratas, que se comprometan a favor
de una producción campesina sostenible y que controlen la producción en el mercado
interior para evitar unos excedentes estructurales.
* La participación de los pueblos en la definición de política agraria.
* El reconocimiento de los derechos de las campesinas que desempeñan un papel
esencial en la producción agrícola y en la alimentación.
¿De dónde procede el concepto de soberanía alimentaria?
El concepto de soberanía alimentaria fue desarrollado por Vía Campesina y llevado al
debate público con ocasión de la Cumbre Mundial de la Alimentación en 1996, y ofrece
una alternativa a las políticas neoliberales. Desde entonces, dicho concepto se ha
convertido en un tema mayor del debate agrario internacional, inclusive en el seno de las
instancias de las Naciones Unidas. Fue el tema principal del foro ONG paralelo a la cumbre
mundial de la alimentación de la FAO de junio del 2002.
Las políticas neoliberales destruyen la soberanía alimentaria, priorizan el comercio
internacional, y no la alimentación de los pueblos. No han contribuido en la erradicación
del hambre en el mundo. Al contrario, han incrementado la dependencia de los pueblos
de las importaciones agrícolas, y han reforzado la industrialización de la agricultura,
peligrando así el patrimonio genético, cultural y medioambiental del planeta, así como
nuestra salud. Han empujado a centenas de millones de campesinos (as) a abandonar
sus prácticas agrícolas tradicionales, al éxodo rural o a la emigración.
Instituciones internacionales como el FMI (Fondo Monetario Internacional), el Banco
Mundial y la OMC (Organización Mundial del Comercio) han aplicado estas políticas
dictadas por los intereses de las empresas transnacionales y de las grandes potencias.
Unos acuerdos internacionales (OMC), regionales (Acuerdo de Libre Comercio para las
Américas – ALCA) o bilaterales de “libre” cambio de productos agrícolas permiten a
dichas empresas controlar el mercado globalizado de la alimentación. La OMC es una
institución totalmente inadecuada para tratar los temas relativos a la alimentación y a la
agricultura por lo tanto Vía Campesina quiere a la OMC fuera de la agricultura.
3. SOBERANÍA ALIMENTARIA EN TIEMPOS DE PANDEMIA
La crisis que se vive actualmente en Colombia y el mundo por la pandemia del Covid-19,
ha evidenciado una serie de problemáticas presentes en nuestra sociedad, como, por
ejemplo, la frágil economía y la necesidad de fortalecer nuestro sistema alimentario. Por
esta razón estamos en un momento histórico para pensarnos el desarrollo desde una
óptica local y apostarle al crecimiento agrario de nuestro territorio.
Debemos aprovechar esta coyuntura global para poner en el debate público la
importancia de la soberanía alimentaria, concepto que desarrolla la idea de que cada
pueblo pueda definir sus políticas agrícolas, basadas en aspectos como la necesidad
nutricional, cultural y económica. La soberanía alimentaria pretende generar una
seguridad alimentaria y nutricional, esto es, la generación de alimentos para suplir la
demanda de toda la comunidad y garantizar su acceso.
Para esto, es necesario promover el consumo local frente a lo importado, implementar
una reforma agrícola, con más políticas de inversión y tecnificación para el campo, y la
búsqueda de estrategias que permitan reducir la carga tributaria a los pequeños y
medianos productores.
Ahora bien, la construcción de una soberanía alimentaria tiene que enfocarse también en
la producción limpia de agroquímicos; según la FAO (La Organización de las Naciones
Unidas para la Alimentación y la Agricultura) uno de los principales retos que tiene la
producción agrícola en la actualidad es la de proveer alimentos saludables, esto no
solamente presenta un avance en materia de salud pública, sino también en cuanto a la
conservación y recuperación de la tierra luego de una cosecha.
Sin embargo, los procesos técnicos y a gran escala no son la única forma de fomentar la
seguridad alimentaria, ya que la participación de la ciudadanía, en general, con la
implementación de huertas caseras, aporta significativamente a la eliminación del hambre
y ayuda a generar respeto por la labor campesina.
En Marinilla tenemos ejemplos de huertas comunales. En Rionegro, varias instituciones
educativas generan alimentos y cada día son más las personas que siembran y cultivan
sus propios alimentos.
4. Así pues, las huertas caseras son excelentes estrategias de sostenibilidad alimentaria y
pueden realizarse desde diferentes escenarios, como la huerta escolar, las huertas
comunales y las huertas en centros de reclusión, que pueden servir para solventar la
demanda de alimentos para internos.
Generar estos procesos de sostenibilidad alimentaria revitalizaría nuestra economía y
disminuiría la dependencia extranjera de productos que pueden ser cultivados
localmente. Ahora bien, esto traería además notables beneficios frente al medio ambiente,
pues una de las principales consecuencias de la dependencia extranjera a determinados
productos es la huella de carbono generada por su transporte, así mismo, los desperdicios
plásticos en la producción y empaque serían reducidos considerablemente.
Es necesario mencionar que, en Colombia, una amplia mayoría de la sociedad sobrevive
del día a día, y esto, indudablemente va a generar desacatos a las medidas de
contingencia, pues es generalizada la idea de que es más digno morir por un virus, que
por hambre, y en un país donde la informalidad laboral abunda, el no salir un día al
“rebusque”, puede significar la falta de alimentos.
Por esto, en crisis como la que actualmente vivimos, evidenciamos la urgente necesidad
de generar soberanía y seguridad alimentaria en nuestro país, principalmente para todas
las familias que sobreviven día a día.
SOBERANÍA ALIMENTARIA, UN GRITO DE LIBERTAD EN TIEMPOS DE PANDEMIA
Una bandera roja en la ventana es Colombia que sufre de hambre e impotencia, y grita:
“¡Aquí estoy yo! ¿En dónde está el Estado?” En un país donde millones viven de la
economía informal y fuera del alcance institucional, el Gobierno Nacional, sin respuesta
planeada ni preventiva, no tomó las medidas humanitarias adecuadas a las necesidades
reales de la población más vulnerable. Pero sí ha llevado al país a una encrucijada: morir
de hambre al confinarnos y esperar que llegue la vacuna, o morir por Coronavirus al
exponernos al contagio. Cuando decidió reactivar la economía de sus socios, instauró el
“derecho al trabajo – usted verá si se contagia” como gran solución a la crisis de las
banderas rojas. Éstas reclaman acción y lanzan un llamado a la solidaridad comunitaria,
pero también a la responsabilidad del Estado en garantizar el derecho humano a la
alimentación.
La ONG Acción contra el Hambre lanzó esta semana una alerta internacional sobre la
“crisis de hambre sin precedentes” a la que podría estar sometida América Latina,
producto de la crisis provocada por la pandemia del COVID-19. Según cifras de la CEPAL,
finalizando el 2020, el número de personas en situación de pobreza se incrementará en
5. 45,4 millones. El total de personas en esa condición pasará de 185,5 millones en 2019 a
230,9 millones en 2020. Aterrador diagnóstico es tomar consciencia que uno de cada tres
latinoamericanos estará en condición de pobreza al finalizar el año.1
Previendo una situación de esta magnitud, Duque expidió el Decreto 523 del 7 de abril, el
cual elimina “parcialmente” el arancel de aduanas para el maíz amarillo duro, el sorgo, la
soya y la torta de soya, y lo sumó a los créditos financieros en tiempo de pandemia de
FINAGRO de 226 mil millones de pesos, de los cuales el 94% fue a parar a grandes
industrias agropecuarias. Estas medidas demuestran la férrea postura del Gobierno a
seguir sobreponiendo los intereses de la agroindustria y el capital transnacional, a las
necesidades del pueblo colombiano. Así, el agronegocio responderá a la demanda
mundial de alimentos, donde logre el máximo rendimiento de la inversión, y en las
ventanas de Colombia seguirán hondeando las banderas rojas.
Colombia por sus suelos, climas y ubicación, es uno de los territorios con mayor
agrobiodiversidad del planeta. Desde la colonia, impera un régimen feudal, donde unas
oligarquías se han dedicado a expropiar violentamente la tierra y a tratar a Colombia como
su cajero natural de riqueza. Esto ha generado, por un lado, el acaparamiento
improductivo de millones de hectáreas en el país y, por otro lado, un modelo agroindustrial
extractivista que ordena los territorios según las demandas del mercado internacional. A
partir de la apertura neoliberal de la economía colombiana, que incluyó la imposición
arrasadora de tratados de libre comercio de grotesca asimetría y la llegada de alimentos
altamente subsidiados del exterior, el campesinado se ha visto marginado a producir a
perdida o a botar su producción por falta de apoyo en su comercialización.
Los campos de monocultivo, de caña de azúcar, de palma, de banano y de ganado
extensivo, altamente dependientes a los agroquímicos y a excesivos consumos de agua,
provocan la destrucción de nuestro ríos, bosques y montañas, y el desplazamiento masivo
de comunidades enteras en toda Colombia. Estos son apenas unos ejemplos de cómo la
pérdida progresiva de la soberanía nacional ante intereses transnacionales se traduce en
una destrucción de los ecosistemas y las culturas de los territorios. Es fundamental, hoy
más que nunca, que la soberanía alimentaria trascienda de reivindicación popular a una
política pública que confronte a los gobiernos a nivel nacional y local sobre la manera en
cómo se decide en los territorios frente al alimento.
6. ACTIVIDAD
1. Elaborar una presentación PowerPoint con 12 diapositivas sobre la soberanía
alimentaria en tiempos de pandemia
2. En la página de pandemia debajo de slideshare hacer un resumen sobre la
soberanía alimentaria en época de pandemia (puede investigar en otras fuentes)
3. Contestar debajo del resumen estas dos preguntas
• ¿Cuál será el impacto de la pandemia en la economía mundial?
• ¿Qué oportunidades hay después de la COVID 19 para reorientar los sistemas
alimentarios?
• Y agregarle dos imágenes diferentes a las de la presentación
4. Enviar el link donde se observe el slideshare funcionando