1. Las medidas de Rajoy.
Manfred Nolte
El cuarto paquete de ajustes desde mayo de 2011, que el Presidente del
Gobierno ha anunciado al Congreso de los Diputados y que bate el record de
severidad de la democracia, es en gran parte la crónica –si no de una muerte- si
de la grave enfermedad anunciada que padece la economía española. Esta
dolencia irreversible que se achaca con fundamento a la explosión de la burbuja
inmobiliaria obedece sobre todo a la falsa construcción del proyecto europeo
que ha dejado al país a los pies de un tropel de predicadores de una austeridad
sin rebajas. No solo a los de los ceñudos comisarios de Bruselas y a los de los
inmisericordes halcones que rodean a Merkel haciendo méritos nunca
solicitados -léase Finlandia- sino sobre todo a los pies de los mercados, esa
entelequia sin rostro y tacto de mármol que es capaz de doblegar el esfuerzo
más generoso a la vuelta de unos pocos días. Son estos los que definen la
economía española.
España no difiere en sus fundamentales largamente del Reino Unido, pero su
ejecutoria maniatada, desprovista de los recursos básicos de reacción en una
economía autosuficiente, esto es, su incapacidad jurídica e institucional para
retocar sus tipos de interés, su tipo de cambio o monetizar su deuda en un
Banco Central solidario, la han arrastrado a postrarse ante la Unión Europea,
como única alternativa de supervivencia una vez descartada la opción del
abandono de la zona euro, un escenario que supondría un retroceso de media
centuria y previsiblemente el confinamiento al club de los proscritos y al
aislamiento internacional.
De ahí que las medidas de Rajoy no son sino las medidas – que a la vista del
déficit descontrolado- han impuesto los verdaderos amos y prescriptores de la
economía española, que ya han quedado enumerados con anterioridad. A
cambio, el presidente del Gobierno ha obtenido una importante línea crediticia
y la ralentización del calendario de consolidación fiscal.
En cuanto a la batería de propuestas existen alternativas tanto de alcance
sectorial, como de ritmo de maduración, y sobre todo de equidad distributiva
del modelo emprendido. Lamentablemente para este principio, un reciente
estudio de la UE evidencia que los países que han priorizado la imposición
indirecta sobre la directa en su proceso de consolidación fiscal han obtenido
éxitos relativos mayores. La polémica se intensificará una vez conocido mañana
el texto definitivo de la norma.
Los recortes de la nómina pública –en reducción de efectivos y rebaja salarial-
se inscriben no solamente en el adelgazamiento de la función del Estado y su
participación en la distribución de la Renta Nacional, muy distinta entre unos
países y otros dentro del mundo desarrollado. También se refieren al necesario
incremento de la productividad que a igualdad de producto entraña todo recorte
en los costes de producción del sistema. Algo similar cabe aducir sobre la
segunda minoración del 20% en las subvenciones a partidos políticos, sindicatos
y organizaciones empresariales.
2. Las subidas del tipo del IVA, siempre lesivas para el consumo de las familias,
dependiendo de su grado de elasticidad pueden volverse contra sus
motivaciones recaudatorias si la demanda se retrae y los ciudadanos persisten
en su actitud defraudadora. Así, las cañas se tornarían lanzas. En todo caso
habrá que ver qué tipo de vinculación se establece entre esta figura y una rebaja
simétrica de las contribuciones sociales, la llamada ‘devaluación fiscal’, al
aliviar los costes laborales de las empresas, iniciativa que ha aportado
interesantes dividendos a países que, como Francia, lo han implantado en el
pasado reciente. Resulta imprescindible salvar el tipo reducido para el sector
turístico, uno de los escasos pulmones del tejido productivo y uno de los
motores de nuestra recuperación.
El gran peaje del paquete presentado –su alcance es de 65.000 millones de
euros- reside en que todas las medidas que lo componen, sin excepción, son de
carácter procíclico ahondando la tendencia recesiva del ciclo alargando la
penosa lista de parados. Su rostro positivo hay que contemplarlo en el hecho de
que ello provocará una mayor solidaridad de nuestros socios europeos y una
reacción positiva de los mercados. Las declaraciones de los primeros y las cifras
que evidencien los segundos- en particular la prima de riesgo-darán fe del éxito
o relatividad de las medidas acometidas. A ello cabe agregar la posible aunque
improbable actuación del banquero Draghi dueño del resorte para rebajar de
golpe un montón de puntos el coste en el mercado secundario de la deuda
soberana española.
En cualquier caso no cabe la marcha atrás y solo la progresión de la gobernanza
europea, en una trayectoria de mutualización creciente, abre el camino a una
economía que como la española cumple con creces a través de sacrificios
heroicos la parte que le corresponde del trato.