TUTORIA II - CIRCULO DORADO UNIVERSIDAD CESAR VALLEJO
Fantasias de Cordy
1. Se recomienda leer las renuncias o disclaimers. Gracias.
Renuncias : Yo no poseo ninguno de los personajes que he utilizado, lo único que hay mío de
verdad son mi imaginación y mis palabras.
Advertencia:
Esta historia contiene escenas de sexo entre dos mujeres, si no te consideras
moralmente adulto para asumir esta clase de relación o simplemente no las aceptas, no sigas
leyendo (y consulta con un profesional).
Feedback:
Por favor, pero críticas suaves, que me las tomo fatal...
Sinopsis: Tara se encarga de hacer realidad las fantasías de Willow para liberarla del extrés de
los exámenes .
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Clasificación:
‘La quieres. La quieres. La quieres'
, repetía como mantra una y otra vez en su cabeza mientras terminaba de
arreglarse el pelo. Se miró al espejo una última vez antes de salir de los baños, y suspiró aterrada pensando que
con ese aspecto tendría que cruzar todo el pasillo antes de llegar a la habitación que compartía con Willow.
–¡Vamos allá! –se animó en voz alta.
Asomó la cabeza por la puerta, intentando cubrir su cuerpo. Miró a uno y a otro lado del pasillo y se aseguró que
estaba vacío. Era muy tarde, lo normal es que estuvieran todos acostados, aunque después de una semana de
agotadores exámenes era extraño quien no tenía una fiesta o una cita. Ella misma estaba a punto de empezar a
celebrarlo, si es que los nervios le permitían salir del aseo. Cogió aire de nuevo, manteniéndolo dentro más tiempo
de lo normal mientras continuaba repitiendo su mantra. El aire de sus pulmones provocó que sus pechos se
irguieran dentro del traje, luchando por su libertad.
‘¡Mira eso!' , se dijo, y de repente un rojo fuego cubrió sus
mejillas. ‘¡Oh, dios mío! Definitivamente, la quieres'.
Se armó de valor y abrió la puerta con furia, caminando derecha hasta su cuarto con paso firme (y excesivamente
rápido). Las suelas de sus botas producían un espantoso ruido al andar que acompañaban al tintineo del resto de la
ropa. ‘¿Por qué a ella no le hace ruido?'
. Estaba llegando a su destino cuando una puerta se abrió junto a ella y
aparecieron no una, sino tres personas que se quedaron en silencio mientras la veían pasar. Eran la presidenta del
grupo wicca, su compañera de habitación y otro chico al que no había visto nunca. No se atrevió más que a susurrar
buenas noches y apretó su paso mientras las mandíbulas de los tres caían al suelo y rebotaban con fuerza.
Terminó su recorrido con los ojos apretados. Se detuvo frente a la puerta, sentía como los otros la seguían
observando sin moverse, todavía sin voz para hacer cualquier tipo de comentario, lo que no supo descifrar si era
malo o bueno. Les dedicó una sonrisa antes de sumergirse en la habitación.
Willow estaba en la cama, leyendo algún hechizo de su libro de magia. Las piernas estiradas y la espalda reposando
contra el cabecero. Cuando oyó la puerta cerrarse y levantó la vista para encontrarse con su novia, el libro le cayó
de las manos y resbaló hasta golpear el suelo. Enseguida su cuerpo se tensó, allí estaba Tara, de espaldas a la
puerta, ahora cerrada con llave. Willow no se rió, como Tara esperaba. De hecho, ni siquiera sonreía. Su mirada se
detuvo en cada centímetro del cuerpo que tenía enfrente. Pudo ver las piernas de Tara cubiertas hasta la rodilla por
unas grandes botas de cuero marrón, sus muslos totalmente al descubierto. Una falda también de cuero y con
motivos dorados le cubría sólo lo necesario. Continuó su recorrido por un ajustado peto, debajo de una armadura
La respiración de Tara se aceleró al ver como Willow detenía allí su
que formaba espirales doradas en sus pechos.
mirada, causando que se movieran arriba y abajo e intentarán de nuevo escapar de su prisión de cuero.
Tara levantó el brazo, cubierto por un brazalete y una muñequera que brillaban en contraste con su pálida piel,
descolgó el chakram de su cinturón y lo colocó justo donde la vista de Willow había hecho su parada, buscando
llamar la atención de la pelirroja. Consiguió así guiar su mirada hacia su cara y se centró en los inmensos ojos
verdes que ahora brillaban de pasión. Media sonrisa cubrió la boca de la ahora guerrero. Era, sin duda, la señal para
que Willow se lanzase a sus brazos. Pero se contuvo. ¿Cuántas veces podría disfrutar de una visión así?
2. Se levantó de la cama y giró sobre el cuerpo que permanecía inmóvil en el centro de la habitación. No la creía capaz
de eso. Sabía que Tara le había prometido hacer realidad su fantasía para liberarla de la tensión de los exámenes,
pero siempre pensó que al final acabaría en una película y una cena como solía pasar. Y sin embargo allí la tenía.
Acarició sus brazos con suavidad, como intentando asegurarse de que aquello estaba pasando. Dejó que sus manos
resbalaran por el cuero y sus dedos dibujaran las espirales de la armadura. Al subir la mirada se encontró con los
ojos azules de Tara, no tan intensos pero mucho más profundos que los de la verdadera guerrero. Ver a Tara así
vestida transformó su fantasía, esto no tenía nada que ver con Lucy, con los grititos o las batallas. Ahora su fantasía
era Tara vestida de cuero. Y de repente, cambió. Su fantasía sólo era Tara, todo ese cuero y metal sobraban y se
apresuró a quitárselo sin apartar la mirada.
–Ni hablar... –susurró Tara con una voz profunda que no hizo más que acrecentar el deseo de la otra.
Willow la miraba perpleja, incapaz de creerse lo que sucedía.
–Pero... –intentó esgrimir un argumento coherente y falló.
Tara movía la cabeza lentamente, su improvisado flequillo hacía olas sobre su frente aún cuando el movimiento se
detuvo.
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–Me ha costado mucho abrochar todas estas hebillas. No dejaré que arruines mi trabajo.
Willow permanecía quieta, todavía con el rostro congelado, incapaz de mostrar más sentimiento que el que gritaban
sus ojos. Tara la aproximó a su cuerpo en un violento abrazo y dejó que sus labios cayeran lentamente sobre los de
Willow. Eso la hizo enloquecer, y atrajo la cabeza de la rubia desde la base de su cuello sumergiéndose ambas en un
beso eterno.
Tara se aprovechó de su papel de guerrera y llevó a Willow casi en volandas hasta la cama, donde la dejó caer de
espaldas. Willow permanecía con los ojos cerrados mientras unas manos acariciaban su cuerpo desde los hombros a
la cintura. Allí se pararon a jugar con el elástico de la falda, que segundos después reposaba arrugada en el suelo.
Ante esto, Willow se incorporó rápido y se esforzó para que la camiseta y el sujetador le hicieran compañía en el
menor tiempo posible. Tara volvió a empujarla sobre la cama y se tumbó sobre ella, con cuidado de lo clavarle
ninguno de esos molestos adornos de metal.
Sus labios volvieron a encontrarse, esta vez con más fuerza, peleando por quedarse unidos para siempre. Un
pequeño suspiro quedó ahogado en el fondo de las bocas de ambas que hacían lo imposible por sobrevivir sin
oxígeno. Cuando este se convirtió en imprescindible, Tara descendió hasta el cuello y comenzó a mordisquear el
lóbulo de Willow mientras deslizaba una pierna entre sus muslos. Willow arqueó su espalda para forzar la presión y
sintió el contacto frío del cuero contra su cuerpo, y el falso metal de la armadura presionando contra él provocando
un agradable dolor. Un agudo quejido se escapó de la boca del estómago de Willow. Tara lo reconoció como un
desafío y se deslizó hacia el pecho, donde una lengua juguetona empezó a enrabiar la delicada piel. Pasaba casi sin
rozar de un seno a otro, provocando que Willow levantara su espalda y incrementara la presión de la pierna contra
su cuerpo.
Willow apenas respiraba, emitía entrecortados jadeos fruto de intentar soportar el escaso contacto de Tara.
–Tara... –susurró entre lo que parecía un lamento y un gemido. –... me estás matando.
Tara levantó la vista sin mover la cabeza y le sonrió.
–Eso es lo que hacen los guerreros. –pronunció justo antes de aprisionar un pezón entre sus dientes y provocar lo
que, ahora claramente, fue un gemido.
Willow se retorció en la cama bajo su cuerpo, disfrutando de esta nueva Tara salvaje. Estaba tan ocupada
manteniendo sus quejidos mudos para no despertar a todo el pasillo, que casi no percibió como Tara sustituyó su
pierna por una habilidosa mano. En cuestión de segundos le llegaron las primeras oleadas de un feroz orgasmo que
le arrancó de su silencio y le hizo gritar con fuerza.
Tara descansaba su cabeza sobre el mismo lugar que momentos atrás había estado atormentando, esperando a que
acabara el espectáculo de gemidos y alabanzas que seguro les provocaría más de un encuentro violento con sus
compañeros del edificio. Willow mantuvo su cabeza echada hacia atrás mientras su respiración volvía a un ritmo más
calmado. Tara oyó como los latidos del corazón se pausaban al tiempo de la respiración y comenzó besar
suavemente la piel que tenía bajo su mejilla.
–¿Soy tu princesa guerrera? –susurró sin detener la actividad de sus labios.
–Oh.. ummm... Sí. Seguro... –fue todo lo que pudo apenas susurrar Willow, tras un grandísimo esfuerzo por
recuperar su voz.
–No te creo. –Y dicho esto alargó el sendero de besos hacia abajo. Cuando Willow notó la presión de los labios en un
lugar que todavía permanecía sensible la respiración se le contuvo.
–¿Tara? –fue lo único que pudo decir antes de empezar a gemir de nuevo, esta vez con más fuerza.
‘Grita todo lo que quieras, cariño'
, pensó Tara,
‘pero mañana las explicaciones las darás tú'.
Willow cayó rendida sobre el cuerpo de Tara dos horas más tarde, con todos sus miembros temblando y su cuerpo
atacado todavía con esporádicas convulsiones. Aunque hubiera querido no hubiese podido hablar, sus ultimas
3. fuerzas las utilizó para abrazar el cuerpo desnudo de su amante. Tara permaneció despierta acariciándole el pelo
hasta que el abrazo de la pelirroja se debilitó y ambas cayeron en un profundo sueño.
A la mañana siguiente, Tara estaba en lo alto de un taburete, con los brazos totalmente estirados, intentando
alcanzar uno de los brazaletes que habían ido a parar a lo alto del armario.
–¡Aquí estás! –dijo al encontrarlo y se lanzó de un salto al suelo, con la misma felicidad que le había abordado esa
mañana al levantarse.
Estaba colocando el traje en la percha, preguntándose si de verdad debía devolverlo a la tienda o si podría gastar el
dinero que habían estado ahorrando para la nueva cesta de la gata. Miss Kitty
levantó la cabeza desde la cama y le
arrojo una fría mirada felina, como si hubiera estado escuchando sus pensamientos.
–Aguafiestas. –susurró,
original.
guardando el
disfraz y acariciando las orejas de la gatita que ya había retomado su posición
Willow entró en la habitación, con el pelo aún mojado de la ducha y la toalla y el neceser en la mano. Dejó sus
cosas sobre el escritorio y fue a sentarse junto a Tara.
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–Te quiero. –dijo a modo de saludo. Era la octava vez que repetía esas mismas palabras desde que se había
levantado, y de eso hacía apenas veinte minutos. – ¿Tara? –preguntó de forma casual pero con una pizca de
preocupación en su voz. La rubia se giró hacia ella y olvido al gato, cediendo toda su atención a su novia. – ¿Cuál es
tu fantasía?
Tara sonrió, pero no le contestó, se limitó a acariciarle la mejilla con la palma de su mano y besar tiernamente sus
labios.
–Tara, dímelo. Quiero poder devolverte lo de anoche. –El tono de Willow era totalmente serió, aunque un pequeño
puchero asomaba en su cara. Sabía que en el momento en el que arrugara la boca, Tara sería suya, pero no hizo
falta llegar a tanto.
Tara se levantó y la arrastró de la mano fuera de la habitación.
–Ven conmigo... –fue todo lo que le dijo antes de salir al inmenso jardín que rodeaba el campus. Willow no dudó en
seguirla, aunque la curiosidad estaba formando un molesto nudo en su garganta.
Se detuvieron justo en el centro de la zona que todos los estudiantes elegían para hacer sus picnics. Habría al
menos una docena de parejas disfrutando del día, la comida y los no –exámenes. Willow miró a todos lados
esperando ver que era lo que Tara tenía en mente.
–Bésame... –susurró Tara.
Willow abrió los ojos como platos.
–¡Aquí! Tara hay mucha gente y sabes que el espectáculo no es mi fuerte. No soy buena cuando la gente me está
mirando, me pongo roja y balbuceo como estoy haciendo ahora... –Cogió aire antes de preguntar – ¿por qué aquí?
–Porque esa es mi fantasía. –Willow la miró sin entender nada. – Quiero poder demostrarle a todo el mundo que
estoy con una mujer maravillosa que me tiene loca, completa y perdidamente enamorada de ella.
Willow la besó, por supuesto. Al principio fue un beso tímido, demasiado consciente de las miradas que despertaban
alrededor. Pero cuando Tara la abrazó y comenzó a acariciarle la base del cuello toda esa timidez se sentó a ver el
espectáculo junto al resto. En un momento habían captado toda la atención de los estudiantes y ahora aplaudían y
vitoreaban la valentía de las jóvenes. Tara fue quien rompió el beso, y esperó sonriente a que se abrieran los ojos
verdes que tenía frente a ella. Willow también sonreía, y viendo la mirada de la otra se preguntó que más le tendría
planeado. Tara volvió a cogerla de la mano y caminaron de regreso a la habitación.
–Ahora vamos a ver qué eres capaz de hacer con el cayado de Gabrielle... –susurró con picardía.
–¡¡¡¿¿TARA??!!!
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TU OP INI ÓN EN EL FORO