La ira es una emoción que involucra respuestas corporales, cognitivas y de comportamiento. Se localiza principalmente en los lóbulos frontales y temporales del cerebro. Experimentar ira conlleva un aumento de la frecuencia cardíaca, la presión arterial y los niveles de testosterona, así como una disminución de los niveles de cortisol. Es importante identificar la causa de la ira, practicar la empatía y usar técnicas de relajación para regularla de manera efectiva.
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Causas de la ira en el cerebro y formas de regularla
1. Definición de ira. Localización de la ira
en el cerebro. Influencias del
aprendizaje. Modificaciones y tolerancia.
Trastornos comunes. Tratamiento a estas
reacciones.
Yasmin Melendez
C I. 9588859
UNIVERSIDAD YACAMBU
FACULTAD DE HUMANIDADES
Fisiología y Conducta
3. Definición
• La ira es una emoción que nos acompaña a lo largo de
nuestra vida. No en vano, la ira siempre esta presente en
situaciones de conflicto, ya sean con otros o con nosotros
mismos y puede oscilar desde una leve irritación hasta el
más profundo de los odios.
• Cuando percibimos que somos tratados injustamente,
cuando nos sentimos heridos o cuando vemos dificultada la
consecución de alguna meta importante, sentimos ira.
Sentir esta emoción en estas circunstancias nos predispone
a la acción en un intento de protegernos de aquello que
nos hace daño y que es el origen de esta emoción.
4. Funcionamiento
• La ira como todas las demás emociones es una reacción compleja
en la que se ponen en funcionamiento tres tipos de respuestas.
•
• La primera es una respuesta corporal, en la que nuestro
cuerpo se activa para la defensa o el ataque. Nuestro ritmo cardiaco
aumenta al igual que nuestra respiración se acelera, nuestros
músculos se tensan y el flujo sanguíneo se dispara preparándonos
para actuar ante una amenaza percibida.
•
• Cuando este estado de excitación permanece estamos más
predispuestos a actuar de forma impulsiva llegando a emitir
conductas agresivas.
5. Funcionamiento
• La segunda es una respuesta cognitiva, es
decir, depende de nuestra manera de interpretar
las situaciones. Cuando estamos inmersos en una
situación, esta por si sola no tiene ningún valor
emocional, es la valoración personal que
hacemos de ella la que le confiere un significado.
De esta manera, las emociones están en función
de nuestros pensamientos, así que cuando
interpretamos una situación como un abuso, una
injusticia, una falta de respeto o como un
obstáculo para conseguir una meta, sentimos ira.
6. Funcionamiento
• La última respuesta de la ira tiene que ver con
la gestión conductual en estas situaciones. La
conducta en estas circunstancias está orientada
para defendernos de aquello que se interpone un
nuestro camino y para ello se genera una energía
interna que mueve a la "destrucción" del
obstáculo. Ahora bien, no debemos confundir la
emoción de la ira con la agresividad, ya que ésta
es una de las múltiples maneras de gestión
emocional. Experimentar y expresar la ira a través
de la agresividad depende de las conductas que
hayamos aprendido a lo largo de nuestra vida.
7.
8. • Buscar la causa de nuestro enfado y
expresarlo de manera adecuada.
• Aprender a identificar que nos molesta es la
primera acción a tener en cuenta cuando
estamos enfadados. Una vez reconocida la
causa es positivo expresarla de manera eficaz
utilizando argumentos honestos y sinceros, en
vez de amenazas o insultos.
9. • Trabajar la empatía.
• La hostilidad se genera por la interpretación de
las situaciones. Es necesario ponerse en la piel
del otro para entender la situación de forma
objetiva para poder evaluar la situación desde
otra perspectiva.
• Practicar el respeto.
• Nuestras reacciones de ira vienen dadas por la
percepción de falta de respeto. Exigir respeto
hacia uno mismo no es incompatible con respetar
a los demás.
10. • No ceder al resentimiento.
• Si tenemos ira sin resolver, cualquier pequeño
inconveniente, puede hacer que estallemos en
ira. Por lo que es fundamental resolver problemas
del pasado para que no estén presentes en
nuestro día a día.
• Practicar técnicas de relajación.
• Ya sea respiración, meditación, pasear, pintar,
escuchar música o cualquier actividad, que nos
ayude a desviar nuestra atención de los
pensamientos que alimentan la ira.
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12. • No acostumbra a ser eficaz en la regulación de la ira:
•
• Rumiar el asunto dándole vueltas, ya que genera más ira.
• Desfogar la ira; las explosiones suelen reforzar el círculo
vicioso de la ira, estimulándola.
• Imponer calma a la persona airada, cuando la ira está en
pleno apogeo suelen reforzar el enfado.
• Negar la ira ("no, si no estoy enfadado").
• No darse permiso para sentir enojo y sentir culpa o
vergüenza por experimentar esta emoción.
• Rebelarse contra este sentimiento intentando taparlo.
13.
14. Que ocurre en el cerebro cuando nos
enojamos?
La respuesta fisiológica de la ira se caracteriza por un incremento de la frecuencia cardiaca y la tensión arterial sistólica, entre otros
factores.
Esta emoción también produce un aumento de los niveles de testosterona, a la vez que disminuye los de cortisol.
Por su parte, el cerebro muestra una mayor alteración del hemisferio izquierdo.
La inducción de emociones genera cambios profundos en el sistema nervioso autónomo y en el sistema endocrino. Se altera también
la actividad cerebral, en especial en los lóbulos frontales y temporales. Tal como Charles Darwin (1809-1882) ya señaló, cada una de
las seis emociones básicas —felicidad, tristeza, sorpresa, aversión (asco), miedo e ira— se acompaña de patrones de respuesta
fisiológica específicos.
Así, en el caso concreto de la ira, la respuesta fisiológica se caracteriza por un incremento de la frecuencia cardiaca y la tensión arterial
sistólica, además de un aumento de la resistencia vascular periférica, de modo que la tensión arterial diastólica sube (al contrario de lo
que sucede con el miedo). En el sistema neuroendocrino, el efecto de la ira y de la agresión ofensiva (en humanos y en primates no
humanos) supone unos niveles altos de testosterona (hormona vinculada a la conducta agresiva y dominante), así como niveles bajos
de cortisol. Ya en el sistema nervioso central, destaca la actividad cerebral asimétrica de los lóbulos frontales que se produce cuando
experimentamos emociones. En este contexto, existen dos modelos conceptuales. Por un lado, el modelo de valencia emocional,
según el cual la región frontal izquierda del cerebro se halla implicada en la experiencia de emociones positivas, mientras que la región
frontal derecha se relaciona más con las emociones negativas. El segundo modelo, de dirección motivacional, vincula la región frontal
izquierda con la experiencia de emociones que provocan el acercamiento, y la región frontal derecha con las emociones que incitan a
la retirada. En general, las emociones positivas, como la felicidad, se asocian con una motivación de acercamiento; las negativas, como
el miedo o la tristeza, con la retirada. Sin embargo, al experimentar ira, ambos modelos entran en contradicción