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634   Medicine. 2012;11(11):634-43
Hipertensión portal
M.V. Catalina-Rodríguez, D. Rincón-Rodríguez, C. Ripoll Noiseux
y R. Bañares-Cañizares
Sección de Hepatología. Servicio de Medicina del Aparato Digestivo. Hospital General Universitario Gregorio Marañón.
Madrid. España.
ACTUALIZACIÓN
Resumen
El desarrollo de hipertensión portal es la complicación más frecuente de la cirrosis hepática, que
comprende una amplia variedad de manifestaciones condicionando la principal causa de mortali-
dad en estos pacientes. La hemorragia por varices esofágicas tiene una alta mortalidad, incluso en
la actualidad, superior al 20%, por lo que es fundamental establecer tratamientos preventivos, tan-
to primarios como de recidiva. La aparición de ascitis es una de las primeras descompensaciones
de la enfermedad y también conlleva un importante empeoramiento de la supervivencia, por lo que
estos pacientes deben ser evaluados como posibles candidatos a trasplante hepático.
Abstract
Portal hypertension
The development of portal hypertension is the most frequent complication of cirrhosis that includes
a wide variety of manifestations conditioning the main cause of mortality in these patients. Variceal
hemorrhage has a high mortality, even at the present time, up to 20%, so it’s important to establish
preventive treatments (primary and secondary). Ascites is one of the first decompensations of cirr-
hosis worsening survival, reason why these patients must be evaluated as possible candidates to
liver transplantation.
Palabras Clave:
- Gradiente de presión venosa
hepático (GPVH)
- Bloqueadores beta no
cardioselectivos
- Ligadura endoscópica
- Ascitis
Keywords:
- Hepatic venous pressure
gradient (HVPG)
- Non selective betablockers
- Endoscopic band ligation
- Ascites
Definición
El desarrollo de hipertensión portal (HTP) es la complica-
ción más frecuente de la cirrosis hepática. Sus consecuencias
(hemorragia por rotura de varices esofágicas, ascitis y tras-
tornos de la función renal, peritonitis bacteriana espontánea
[PBE], gastropatía y colopatía de la HTP, encefalopatía he-
pática, síndrome hepatopulmonar y síndrome hepatorrenal,
entre otras) representan la principal causa de muerte y de
trasplante hepático en los pacientes cirróticos. La mejor
comprensión de los acontecimientos fisiopatológicos de este
síndrome ha supuesto una mejoría significativa en el manejo
de sus complicaciones.
La HTP se define por un aumento del gradiente porto
cava (GPC) por encima de valores normales (1-5 mm Hg),
considerándose clínicamente significativa cuando el valor del
gradiente supera los 10 mm Hg, umbral a partir del cual se
desarrollan las complicaciones de la HTP.
Fisiopatología
El síndrome de HTP se caracteriza por la existencia de un
aumento patológico de la presión hidrostática en el territorio
venoso portal. Este aumento sostenido de la presión portal
provoca la formación de una extensa red de vasos colaterales
que intentan descomprimir el sistema, derivando parte del
flujo sanguíneo portal a la circulación sistémica sin pasar por
el hígado. De estas colaterales, las varices esofágicas tienen
especial relevancia. Según la ley de Ohm, que rige cualquier
sistema hidrodinámico, la diferencia de presión hidrostática
entre los dos extremos de un vaso (presión de perfusión) vie-
ne determinada por la interrelación entre dos factores: el
flujo sanguíneo a través del mismo (Q) y la resistencia vascu-
lar que se enfrenta a este flujo (R). Esta relación se expresa
por la ecuación: Gradiente de presión = Q x R. Aplicada al sis-
tema portal, el gradiente de presión portal (la diferencia en-
tre la presión portal y la presión de la vena cava inferior)
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Medicine. 2012;11(11):634-43   635
Hipertensión portal
sería igual al producto del flujo
sanguíneo portal y la resistencia
vascular del sistema venoso portal.
Los factores que influyen en la re-
sistencia vascular vienen relaciona-
dos por la ley de Poiseuille: R = (8
n L) / r4
, donde “n” es el coeficien-
te de viscosidad de la sangre, “r” es
el radio del vaso y “L” su longitud.
Dado que la longitud de los vasos
usualmente no cambia y la viscosi-
dad de la sangre se mantiene relati-
vamente constante con un hemato-
crito estable, el factor que más
influye en la resistencia vascular es
el radio del vaso. Así, pequeños
cambios en el calibre del mismo
pueden provocar una marcada mo-
dificación de la resistencia vascular
y del gradiente de presión, en espe-
cial si no se acompañan de un au-
mento simultáneo del flujo sanguí-
neo. De todo ello se deduce que la
presión portal puede aumentar como
consecuencia de un aumento del flujo
portal, un aumento en la resistencia
vascular intrahepática (RVIH) o una
combinación de ambos (fig. 1).
El incremento de la RVIH es
el mecanismo patogénico inicial de
la HTP, que se mantiene y agrava por el aumento del flujo
sanguíneo esplácnico, secundario a vasodilatación arteriolar.
Inicialmente se consideró que el incremento de la RVIH era
irreversible, ocasionado por cambios estructurales en la ar-
quitectura hepática. En la actualidad, se conoce que este
aumento no sólo se debe a lo anteriormente citado, sino
también a un componente dinámico1
debido al aumento re-
versible del tono sinusoidal, con el resultado de un desequi-
librio entre los estímulos vasoconstrictores y vasodilatado-
res, que es el responsable del 20-30% del incremento de la
RVIH. Las estructuras responsables de dicho componente
dinámico son los miofibroblastos portales y septales, las cé-
lulas estrelladas y las vénulas portales. Estudios recientes
han demostrado que existe un déficit en la producción de óxido
nítrico (NO) en el hígado cirrótico, y éste parece ser el principal
factor responsable del desarrollo de HTP en la cirrosis2,3
.
En el hígado sano, las células del endotelio sinusoidal au-
mentan la producción basal de NO en respuesta al aumento
de flujo portal. En la cirrosis, en cambio, estas células no son
capaces de llevar a cabo esta inducción por unión de la iso-
forma constitutiva (eNOS) a la proteína inhibitoria caveoli-
na-1. Además existe una disminución en la actividad de la
proteincinasa B, la cual fosforila e incrementa la actividad de
eNOS4
. Otras sustancias vasoactivas que parecen influir en
el tono vascular intrahepático y que contribuyen al aumento
de la presión portal son vasoconstrictores como endoteli-
na-1, noradrenalina, angiotensina II, leucotrienos y trom-
boxano A y vasodilatadores como monóxido de carbono y
prostaciclina.
El segundo factor que constituye el síndrome de HTP
es el estado de hiperemia esplácnica que contribuye y per-
petúa la hipertensión del sistema. La teoría más aceptada
para explicar el desarrollo de las alteraciones circulatorias es
la teoría de la vasodilatación arterial5,6
. La HTP induciría un
aumento de la síntesis de factores vasodilatadores en el te-
rritorio esplácnico, por un mecanismo no del todo conoci-
do, que produciría una vasodilatación arteriolar a este nivel.
En las etapas iniciales de la cirrosis las resistencias vascula-
res periféricas en otros territorios (riñón, cerebro, músculo
y piel) son normales, pero con la progresión de la enferme-
dad se observa una vasodilatación arterial periférica que
produce una disminución del volumen arterial efectivo. De
forma compensadora, se desencadenaría un aumento de
actividad de los mecanismos presores centrales: sistema
renina-angiotensina-aldos­terona, sistema nervioso simpáti-
co y sistema arginina-vasopresina que agrava el componente
dinámico de la HTP.
La actuación sobre los distintos mecanismos que produ-
cen el síndrome de HTP condiciona la base racional de su
tratamiento farmacológico.
Clasificación hemodinámica
de la hipertensión portal
El procedimiento clave para el diagnóstico de HTP es la
medida de la presión portal. Ésta puede obtenerse me-
diante la medición directa de la presión en la vena porta o,
Fig. 1. Factores implicados en la fisiopatología de la hipertensión portal. ADH: hormona antidiurética
Hipervolemia
Retención de agua y sodio
Activación de los sistemas vasoactivos endógenos
(norepinefrina, angiotensina-II, ADH... )
Aumento del flujo portal Hipovolemia efectiva y disminución
del volumen sanguíneo central
Vasodilatación esplácnica y sistémica
HIPERTENSIÓN PORTAL
Alteraciones de la arquitectura
(fibrosis, cicatrices,
trombosis vascular...)
Alteraciones funcionales
(elementos contráctiles sinusoidales
y extrasinusoidales)
Aumento de la resistencia intrahepática
CIRROSIS
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636   Medicine. 2012;11(11):634-43
Enfermedades del aparato digestivo (XI)
más frecuentemente, mediante la cateterización de las ve-
nas suprahepáticas. El GPC se estima en la clínica me-
diante el gradiente de presión venosa hepática (GPVH),
calculado a partir de la diferencia entre la presión supra-
hepática enclavada (PSHE) y la presión suprahepática li-
bre (PSHL), consideradas equivalentes a la presión de la
porta y de la cava, respectivamente, en ausencia de HTP
presinusoidal.
La determinación del GPVH permite establecer el nivel
anatómico de la obstrucción al flujo portal7,8
(tabla 1).
Hipertensión portal prehepática
La obstrucción se produce en el eje esplenoportal previo al
hígado. Las causas más frecuentes son la trombosis esplécni-
ca o portal secundaria a diátesis trombótica o por compre-
sión extrínseca de origen tumoral. El diagnóstico se realiza
fundamentalmente mediante ecografía-doppler. La función
hepática suele ser normal y no es frecuente la esplenomegalia
y el hiperesplenismo. En el estudio hemodinámico, el GPVH
es normal, al igual que la PSHE y la PSHL.
Hipertensión portal hepática presinusoidal
La obstrucción se produce a nivel de los radicales intrahepá-
ticos de la vena porta, siendo el GPVH normal o aumentado
en algunas ocasiones en la HTP idiopática. Las causas más
frecuentes son la esquistosomiasis (causa más frecuente de
este tipo de hipertensión en los países en vías de desarrollo),
la esclerosis hepatoportal, la fibrosis hepática congénita, la
sarcoidosis y, menos frecuentemente, la cirrosis biliar prima-
ria en sus estadios iniciales.
Hipertensión portal hepática sinusoidal
Las causas más frecuentes son la cirrosis hepática (en el 90%
de los casos), la hepatitis aguda alcohólica y la intoxicación
por vitamina A. Se produce por capilarización de los sinusoi-
des y por compresión por los nódulos de regeneración, de-
tectándose un aumento del GPVH en el estudio hemodiná-
mico.
Hipertensión portal hepática postsinusoidal
La obstrucción se produce en la vena centrolobulillar por
alteraciones intravasculares como en la enfermedad veno-
oclusiva o la esclerosis hialina centrolobulillar (alcohólica) o
por compresión como en la transformación nodular parcial,
estando el GPVH también aumentado. Como en la HTP
sinusoidal, es frecuente encontrar patrones de afectación
mixta con participación sinusoidal y postsinusoidal.
Hipertensión portal posthepática
Se produce por alteraciones en el drenaje venoso procedente
del hígado comprendido por las venas suprahepáticas y la
cava inferior. En el estudio hemodinámico, el GPVH es nor-
mal pero con la PSHE y PSHL elevadas. Aunque el caso tí-
pico es el síndrome de Budd-Chiari (trombosis de las venas
suprahepáticas), la causa más frecuente es la insuficiencia
cardiaca congestiva. Otras menos frecuentes son las mem-
branas, tumores y trombosis de la cava y la pericarditis cons-
trictiva.
Uno de los avances más importantes en el conocimiento
del síndrome de HTP es la demostración de la estrecha co-
rrelación que existe entre los cambios de la presión portal y
los acontecimientos clínicos. El incremento progresivo del
GPVH supone el inicio de la circulación colateral en un in-
tento de descomprimir el territorio portal, siendo las varices
esófago-gástricas las más relevantes clínicamente.
Se ha podido demostrar que las varices esofágicas no apa-
recen hasta que el GPVH no supera los 10 mm Hg y no san-
gran hasta que no aumenta por encima de 12 mm Hg. El ries-
go de hemorragia por varices viene determinado por dicho
gradiente, el grado de función hepática determinado por la
clasificación de Child-Pugh, el tamaño y la existencia de sig-
nos de riesgo sobre la pared de la variz (manchas rojas)9
.
Estudios longitudinales han demostrado, además, que la
reducción del GPVH reduce el riesgo de otras complicacio-
nes de la HTP (ascitis, PBE, síndrome hepatorrenal) y de
muerte8
.
Historia natural de la cirrosis. Factores
pronósticos existentes. Protocolos de
diagnóstico y seguimiento
La perpetuación de los mecanismos de lesión en el hígado da
lugar al desarrollo de cirrosis como estado final común de
enfermedad. Desde el punto de vista clínico, se puede distin-
guir entre cirrosis compensada y descompensada. La enfer-
medad compensada representa una fase inicial de la enferme-
dad que es asintomática u oligosintomática. Sin embargo, en
este grupo de pacientes existe un amplio espectro que inclu-
ye desde los pacientes sin deterioro de la función hepática y
sin HTP hasta los pacientes en los que se puede detectar
cierto deterioro de la función hepática en los análisis (INR,
albúmina, bilirrubina) y pueden tener HTP e incluso varices
esofágicas. La cirrosis descompensada se caracteriza por el
TABLA 1
Clasificación de la hipertensión portal (HTP) en función del gradiente
de presión venosa hepática (GPVH).
Tipo de HTP Presión portal PSHE PSHL GPVH
Prehepática Aumentada Normal Normal Normal
Intrahepática
presinusoidal
Aumentada Normal Normal Normal
Sinusoidal Aumentada
(presión portal equivalente
a PSHE)
Aumentada Normal Aumentado
Postsinusoidal
intrahepática
Aumentada Aumentada Normal Aumentado
Posthepática Aumentada Aumentada Aumentada Normal
PSHE: presión suprahepática enclavada; PSHL: presión suprahepática libre
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Medicine. 2012;11(11):634-43   637
Hipertensión portal
desarrollo de ascitis o edemas, encefalopatía hepática, hemo-
rragia por varices e ictericia. Aquellos pacientes que precisen
de la administración de diuréticos por tener edemas en los
miembros inferiores o ascitis, aún a pesar de no tener otras
complicaciones de la enfermedad hepática avanzada, están en
la fase descompensada.
La diferenciación entre la fase compensada y descom-
pensada es clínicamente relevante, dado que el paciente en la
fase compensada tendrá una supervivencia mediana mayor
de 12 años, siempre que se mantenga en esta fase, mientras
que el paciente que ha desarrollado descompensación clínica
previa tiene una supervivencia mediana de aproximadamente
2 años10
. De hecho, la mayor parte de los pacientes con cirro-
sis compensada que fallecen desarrollan descompensación
previamente. A raíz de esta observación, se concluyó que los
estudios de factores pronósticos en los pacientes compensa-
dos deben ir encaminados a identificar los predictores de
descompensación, mientras que en los pacientes descompen-
sados se debe intentar identificar predictores de la muerte10
.
Ascitis
La mayor parte de los pacientes desarrollan ascitis como pri-
mer evento que define la descompensación. La incidencia de
descompensación entre los pacientes compensados es de un
5-7% por año. Un estudio reciente evaluó los factores pro-
nósticos de descompensación en un grupo homogéneo de
pacientes con cirrosis compensada e HTP (definido por la
presencia de un GPVH igual o superior a 6 mm Hg) sin
varices esofágicas11
. En este estudio se identificó el GPVH,
la puntuación MELD y la albúmina como factores predicto-
res de descompensación. De forma que los pacientes que no
tenían HTP clínicamente significativa (GPVH menor de
10 mm Hg) tenían un 90% de probabilidades de no desarro-
llar descompensación clínica durante un seguimiento media-
no de 4 años. Se observaron hallazgos compatibles en la re-
visión sistemática de factores predictores, en la que se
observó que en pacientes compensados la edad, la albúmina
además de variables indirectamente asociadas a la HTP fue-
ron identificadas como predictores de muerte con mayor
frecuencia.
Diferentes estudios han valorado los factores predictores
de muerte en la fase descompensada de la cirrosis. En esta
fase, las variables asociadas a insuficiencia hepática y la pre-
sencia de hepatocarcinoma fueron identificadas más frecuen-
temente como factores predictores de muerte. El desarrollo
de más de una forma de descompensación de la enfermedad
hepática avanzada tiene peor pronóstico; así, la mortalidad al
año de pacientes con ascitis y hemorragia digestiva alta por
varices esofágicas puede llegar a alcanzar un 57%10
.
Peritonitis bacteriana espontánea
Los pacientes con ascitis tienen riesgo de desarrollar PBE.
Tradicionalmente, el desarrollo de PBE se asocia a un mal
pronóstico a medio plazo, aunque éste ha mejorado con el
desarrollo de estrategias más agresivas de tratamiento y pro-
filaxis de la misma. Pacientes con mayor HTP y menor con-
centración de proteínas en el líquido ascítico se asocian con
mayor riesgo de PBE12,13
.
Hemorragia por varices esofágicas
El riesgo de hemorragia por varices es superior en pacientes
con mayor grado de Child, en enfermos con varices de gran
tamaño y en aquellos con signos de riesgo9
. Por este motivo,
estos pacientes se benefician de estrategias de profilaxis pri-
maria. Una vez que el paciente tiene una hemorragia por
varices esofágicas, los factores que se han asociado a un peor
pronóstico (definido por la ausencia de control de la hemo-
rragia inicial y resangrado precoz en los primeros 5 días) son
el GPVH mayor de 20 mm Hg, la puntuación de Child, la
inestabilidad hemodinámica definida por presión arterial sis-
tólica (PAS) menor de 100 mm Hg y la etiología no alcohó-
lica14,15
.
Encefalopatía hepática
El desarrollo de encefalopatía hepática se ha asociado a la
mutación del gen de la glutaminasa, a la puntuación de
Child-Pugh elevada y a la presencia de encefalopatía hepáti-
ca mínima16
. Los predictores independientes de encefalopa-
tía hepática recurrente son la ausencia de adherencia a la
toma de lactulosa y la puntuación MELD17
.
Seguimiento clínico
Los pacientes con cirrosis (tabla 2) deben ser seguidos se-
mestralmente con análisis de sangre que incluya hemograma,
coagulación y los parámetros bioquímicos asociados a la fun-
ción hepática (albúmina, bilirrubina), las transaminasas y la
función renal. La determinación de alfa-fetoproteína no es
útil en la detección precoz de hepatocarcinoma dado su bajo
valor predictivo positivo18
. Para la detección precoz de hepa-
tocarcinoma se debe realizar una ecografía hepática semes-
tral. Es conveniente hacer esta ecografía con estudio Doppler
para valorar la vascularización hepática y determinar la pre-
sencia de trombosis portal. En el caso de detectar la presen-
cia de trombosis portal, se planteará el tratamiento con fár-
macos anticoagulantes. En el momento del diagnóstico de la
TABLA 2
Seguimiento de pacientes con cirrosis
Cirrosis compensada Cirrosis descompensada
Análisis de sangre. Hemograma
coagulación, bioquímica:
transaminasas, enzimas de
colestasis, parámetros de
función hepática (bilirrubina,
albúmina) función renal e iones
Semestral Al menos semestral
Ecografía-doppler Semestral Al menos semestral
Endoscopia digestiva alta Sin varices: cada
2-3 años. Con varices
pequeñas: anual
Anual
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638   Medicine. 2012;11(11):634-43
Enfermedades del aparato digestivo (XI)
cirrosis se debe plantear la realización de una endoscopia di-
gestiva alta para valorar la presencia de varices esofágicas
(fig. 2). La presencia de trombopenia ligera o datos de HTP
en la ecografía pueden sugerir la presencia de HTP clínica-
mente significativa y, por tanto, la necesidad de hacer una
endoscopia digestiva alta. En el caso de no detectar varices
esofágicas en la endoscopia se debe repetir el procedimiento
en un plazo de 2-3 años. En el caso de detectar varices pe-
queñas que no precisan profilaxis, se debe repetir la endosco-
pia en un plazo de 1-2 años para valorar si las varices han
aumentado de tamaño y precisan de profilaxis primaria. Una
vez que el paciente está en la fase descompensada, se debe
repetir la endoscopia cada año para la detección de varices
esofágicas e inicio de profilaxis primaria si procede. Una vez
que se detecten varices gastroesofágicas y se inicie la profi-
laxis primaria, no se debe repetir la endoscopia digestiva alta
como seguimiento de las varices19
.
La detección de ascitis ecográfica que no puede ser de-
tectada clínicamente corresponde a un estado intermedio
entre la fase compensada y descompensada. En el caso de
tener ascitis ecográfica, el paciente no precisa tratamiento
específico, salvo la restricción de la ingesta de sal, si perma-
nece asintomático. Cuando un paciente desarrolla ascitis clí-
nicamente evidente, es conveniente la realización de una
paracentesis diagnóstica. Esta paracentesis diagnóstica per-
mitirá descartar la presencia de PBE que frecuentemente
puede ser una causa de aumento brusco del perímetro abdo-
minal. Por otra parte, el estudio del líquido ascítico permiti-
rá valorar si la ascitis está asociada a la presencia de HTP o
no. La determinación del gradiente de albúmina entre el sue-
ro y el líquido ascítico (GALA) ha
demostrado ser una herramienta
útil para el diagnóstico de ascitis
asociado a la HTP, de manera que
si el gradiente es mayor de 1,1 g/dl
es altamente probable que la ascitis
sea debida a la HTP20
. Se establece
el diagnóstico de una PBE cuando
el recuento de polimorfonucleares
(PMN) en el líquido ascítico es su-
perior a 250 cel/mm3
. En el caso de
obtener un líquido hemorrágico, el
gran número de hematíes puede
hacer que el recuento de PMN se
sobrestime de manera que se aplica
una corrección (por cada 1.000 he-
matíes, se restan 4 PMN) para va-
lorar la presencia de PBE. Se debe
hacer el diagnóstico diferencial con
la peritonitis bacteriana secundaria
en la que típicamente hay una solu-
ción de continuidad de la pared
intestinal. En ésta, existe un au-
mento de LDH por la ruptura de la
pared intestinal, y la comunicación
de la luz intestinal da lugar a un
aumento de enzimas que contribu-
yen a la digestión como la amilasa.
Por otra parte, la peritonitis bacte-
riana secundaria es típicamente po-
limicrobiana (en contraposición a la PBE que es típicamente
monomicrobiana), por lo que se pueden observar múltiples
gérmenes en la tinción de Gram y la glucosa en el líquido
ascítico es menor que en el plasma debido al mayor consumo
de glucosa de las múltiples bacterias20
.
Tratamiento de las complicaciones
de la hipertensión portal
En esta última parte del artículo se abordarán los puntos de
mayor importancia en cuanto a las estrategias de tratamiento
de las complicaciones de la HTP.
Tratamiento etiológico de la enfermedad
causante de la cirrosis
El factor que con mayor probabilidad puede prevenir las
complicaciones de la HTP es el tratamiento eficaz de la en-
fermedad causante de la cirrosis. En la base de este fenóme-
no está probablemente implicado el potencial de regresión
parcial de la fibrosis en la cirrosis, aunque hoy en día ésta sea
una enfermedad globalmente irreversible. Sin embargo,
cabe la posibilidad de transformación de la cirrosis en for-
mas de mejor pronóstico en aquellos pacientes que respon-
den adecuadamente al tratamiento etiológico. De hecho, se
conoce que existen algunos signos histológicos que se rela-
Child-Pugh C
o signos de
riesgo
Profilaxis primaria
No repetir EDA
Repetir EDA 1-2 añosRepetir EDA 2-3 años
No varices esofágicas Varices esofágicas grandesVarices esofágicas pequeñas
EDA
Cirrosis compensada
Profilaxis primaria
No repetir EDA
Repetir EDA 1 año
No varices esofágicas Varices esofágicas grandesVarices esofágicas pequeñas
EDA
Cirrosis descompensada
Child-Pugh A-B
sin signos
de riesgo
Fig. 2. Esquema de diagnóstico precoz de varices gastroesofágicas en la cirrosis compensada (1A) y cirrosis
descompensada (1B). EDA: endoscopia digestiva alta.
02 ACT 2 (634-643).indd 638 9/5/12 11:25:04
Medicine. 2012;11(11):634-43   639
Hipertensión portal
cionan con la probabilidad de presentar HTP clínicamente
significativa, así como con el riesgo de tener complicaciones
de la cirrosis. Uno de ellos es el tamaño de los nódulos de
regeneración (mayor riesgo en la cirrosis micronodular) y
otro el grosor de los septos de fibrosis que rodean a los nó-
dulos de regeneración. Por lo tanto, la posibilidad de regre-
sión en mayor o menor medida de la fibrosis en pacientes
con tratamiento etiológico adecuado podría ser un factor
clínicamente relevante. En este sentido, es conocido que
tanto la abstinencia del alcohol en pacientes con cirrosis al-
cohólica, como el tratamiento antivírico de la hepatitis cró-
nica por virus B y C cuando es eficaz, son capaces de reducir
de modo significativo el grado de HTP estimado mediante
el GPVH. La magnitud de este efecto puede ser clínicamen-
te relevante. De hecho, ha sido previamente establecido que
en pacientes con cirrosis compensada, un descenso del 10%
en el GPVH reduce el riesgo de desarrollar varices o des-
compensación de la enfermedad. Por lo tanto, el primer y
más importante escalón en el tratamiento de las complica-
ciones de la HTP es el tratamiento etiológico20
. Lamenta-
blemente, éste no es siempre eficaz y factible, por lo que no
es aplicable a una proporción elevada de pacientes.
Prevención de la descompensación
en pacientes compensados
En los últimos 20 años se ha producido un avance muy nota-
ble en el conocimiento de la fisiopatología de las complica-
ciones de la cirrosis, así como en las estrategias de tratamien-
to, que se ha traducido en una marcada mejoría de la
supervivencia de los pacientes descompensados. Sin embargo,
no existe una estrategia de tratamiento activo de la cirrosis
compensada o, más correctamente enunciado, de la HTP en
su fase asintomática. En la conferencia de consenso de Bave-
no IV de 2005 se adoptó una clasificación clínica en 4 estadios
con un riesgo progresivamente mayor de muerte como con-
secuencia de complicaciones de la enfermedad hepática: es­
tadio 1, pacientes sin varices esófago-gástricas ni ascitis; esta­-
dio 2, pacientes con varices sin ascitis; estadio 3, pacientes con
ascitis, con o sin varices; estadio 4, pacientes con hemorragia
varicosa, con o sin ascitis. Los estadios 1 y 2 componen la fase
compensada (asintomática) de la enfermedad. Es de destacar
que el riesgo de morir como consecuencia de la enfermedad
hepática es muy pequeño, mientras los pacientes se mantie-
nen compensados21
.
En el año 2005 se comunicaron los resultados de un im-
portante estudio en el que se incluyeron pacientes con cirro-
sis compensada e HTP pero sin varices esofágicas (estadio 1
de la clasificación de Baveno IV). Los pacientes recibieron
aleatoriamente tratamiento con timolol (bloqueador beta no
cardioselectivo) o placebo. El objetivo principal del estudio
fue la prevención del desarrollo de varices o de hemorragia
varicosa. Sin embargo, la proporción de pacientes que desa-
rrollaron dichas complicaciones fue similar en ambos grupos
de tratamiento, por lo que la denominada “pre-profilaxis”
con bloqueadores beta no se puede recomendar indiscrimi-
nadamente en pacientes compensados sin varices. Sin em­
bargo, se pudo comprobar cómo aquellos pacientes que
obtu­vieron una reducción de un 10% en el GPVH como
consecuencia del tratamiento con timolol (53% de los pa-
cientes incluidos) presentaron un riesgo inferior de compli-
caciones durante el seguimiento22
. Este hecho abre la puerta
a la aplicación de estrategias de prevención de la descompen-
sación en la cirrosis mediante tratamiento farmacológico
en pacientes no ya con HTP (es decir, GPVH mayor de
5 mmHg), sino con HTP clínicamente significativa (GPVH
mayor de 10 mmHg). Estos pacientes son los que realmente
se encuentran en riesgo de desarrollar varices y descompen-
sación de la enfermedad, complicaciones que no aparecen
cuando el GPVH se encuentra por debajo de ese umbral.
Como consecuencia, actualmente existen estudios en desa-
rrollo que pretenden evaluar si el tratamiento farmacológico
de la HTP (con propranolol o carvedilol) en dicho escenario
es capaz de reducir el riesgo de complicaciones de la cirrosis.
Por otra parte, existen fármacos que durante los últimos años
han mostrado un potencial beneficioso en los pacientes con
cirrosis. Así, la administración de enoxaparina podría reducir
no sólo el riesgo de trombosis portal, sino de descompensa-
ción de la enfermedad y, como consecuencia, incrementar la
supervivencia según los resultados de un estudio prospectivo
recientemente comunicado que incluyó 70 pacientes. Por
otra parte, la administración de simvastatina es capaz de re-
ducir el GPVH casi un 10%, independientemente de la ad-
ministración concomitante o no de bloqueadores beta. Ade-
más,parece asociar una mejoría significativa de los parámetros
de función hepática. Aunque se trate de una afirmación me-
ramente especulativa, cabe la posibilidad de que el uso com-
binado de varios de estos u otros fármacos pudiera tener un
impacto beneficioso en el riesgo de descompensación y, por
lo tanto, de muerte, en los pacientes con cirrosis compensa-
da. Futuros estudios deben evaluar dicha posibilidad23
.
Prevención de la hemorragia varicosa
en pacientes con varices sin antecedentes
de hemorragia
Aproximadamente un 40-50% de los pacientes con cirrosis
presentan varices en el momento del diagnóstico, tanto más
frecuentemente cuanto más avanzada está la enfermedad.
Así, en los pacientes con cirrosis compensada el riesgo es de
un 40% (grado A de la clasificación de Child-Pugh), frente al
85% en pacientes con enfermedad gravemente descompen-
sada (grado C de la clasificación de Child-Pugh). La proba-
bilidad anual de desarrollo de varices en pacientes que no las
tienen es de un 8%, y los pacientes con varices pequeñas
desarrollan varices grandes anualmente en la misma propor-
ción. El riesgo de hemorragia secundaria a rotura de las va-
rices es de un 5-15% al año, con una mortalidad de un
20-30% en las 6 primeras semanas, por lo que es imprescin-
dible la adopción de estrategias eficaces de profilaxis.
¿Qué pacientes deben ser tratados?
Los factores que incrementan el riesgo de hemorragia en pa-
cientes con varices son el tamaño de las mismas, el grado de
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Enfermedades del aparato digestivo (XI)
insuficiencia hepatocelular y la existencia de signos endoscó-
picos de riesgo (puntos rojos en la pared de la variz). Como
consecuencia, deben recibir profilaxis de primera hemorragia los
pacientes con:
1. Varices grandes, independientemente de la existencia
de signos endoscópicos de riesgo y del grado de insuficiencia
hepatocelular.
2. Varices pequeñas con signos endoscópicos de riesgo o
en pacientes con cirrosis descompensada (grado B o C de la
clasificación de Child-Pugh).
3. Los pacientes con varices pequeñas y bajo riesgo de
hemorragia podrían recibir tratamiento con bloqueadores
beta, aunque el beneficio a largo plazo de dicha estrategia no
está aún bien establecido. Sin embargo, existen datos de un
estudio reciente que avalarían dicha estrategia, pues la admi-
nistración de nadolol a pacientes de esta naturaleza redujo
de modo significativo tanto el riesgo de desarrollar varices de
gran tamaño (11% frente a 37% a 3 años) como la probabi-
lidad de hemorragia varicosa (12% frente a 22% a 5 años) en
comparación con placebo19
. Es de destacar que en los dife-
rentes ensayos, la tasa de pacientes con alguna contraindica-
ción para el tratamiento con bloqueadores beta se encontró
en torno al 15%.
¿Cómo deben ser tratados?
Existen dos posibles estrategias de tratamiento en estos pa-
cientes:
Tratamiento farmacológico con bloqueadores beta no
cardioselectivos. Existe un metaanálisis de 11 ensayos clíni-
cos que incluye 1.189 pacientes comparando la administra-
ción de propranolol o nadolol frente a placebo o no trata-
miento, que demuestra una importante reducción del riesgo
de primera hemorragia en los pacientes bajo tratamiento con
bloqueadores beta (14% frente a 30%). Así, es necesario tra-
tar tan sólo 10 pacientes con dicha estrategia para prevenir
un episodio hemorrágico24
.
Los bloqueadores beta no cardioselectivos reducen el
flujo sanguíneo y la presión portal mediante dos mecanis-
mos: disminución del gasto cardíaco (efecto beta-1) y, sobre
todo, mediante su efecto vasoconstrictor esplácnico (efecto
beta-2). En los últimos años se ha acuñado el concepto de
respuesta hemodinámica, de modo que un descenso del
GPVH por debajo del umbral de 12 mm Hg o de un 20%
con respecto a su valor basal, reduce de modo muy impor-
tante el riesgo de hemorragia (tanto en profilaxis primaria
como secundaria). Por otra parte, existen dos metaanálisis
que han demostrado cómo la obtención de respuesta hemo-
dinámica en dichos términos incrementa la supervivencia de
los pacientes25
.
En la mayor parte de dichos estudios, las dosis de propra-
nolol o nadolol fueron tituladas para obtener un descenso del
25% en la frecuencia cardiaca con respecto al valor basal. Sin
embargo, se ha demostrado que la reducción en la frecuencia
cardiaca no se correlaciona con el descenso en el GPVH, por
lo que la recomendación actual es incrementar progresiva-
mente la dosis hasta el máximo tolerado (si bien, es razonable
intentar que el paciente mantenga una frecuencia cardiaca
por encima de 50 latidos por minuto, ya que por debajo de
dicho nivel la tolerancia puede ser peor). Habitualmente el
tratamiento con propranolol se comienza con dosis de 40 mg
diarios (repartidos en dos veces) y se incrementa cada 2-3
días hasta un máximo de 320 mg al día. Nadolol presenta
como ventajas la administración única diaria y una menor
tasa de efectos adversos (10% frente a un 17% del proprano-
lol). La dosis de inicio es 40 mg al día, y la dosis máxima
diaria 240 mg.
Ligadura endoscópica de las varices. La ligadura endoscó-
pica consiste en la colocación de bandas elásticas sobre una
variz con el propósito de provocar la isquemia, necrosis y
posterior cicatrización de la misma. Las sesiones de trata-
miento se repiten cada 14-21 días, hasta la erradicación de las
varices (habitualmente son necesarias 3-4 sesiones). Una vez
erradicadas, se debe realizar una revisión endoscópica cada
3-6 meses para valorar la recurrencia de las varices y la nece-
sidad de sesiones adicionales de ligadura. Se han publicado
16 estudios controlados comparando el tratamiento con blo-
queadores beta y la ligadura endoscópica en profilaxis prima-
ria. El metaanálisis de dichos estudios concluyó que el riesgo
de primera hemorragia es ligero pero significativamente in-
ferior en los pacientes que reciben ligadura endoscópica (di-
ferencia de riesgo relativo 9%; intervalo de confianza [IC]
95%, 5,2-13,1), sin diferencias, sin embargo, en cuanto a la
mortalidad26
. Cabe destacar, por otra parte, que aunque los
efectos adversos son más frecuentes en el grupo de trata-
miento farmacológico (13% frente a 4%), los efectos adver-
sos graves fueron claramente más frecuentes en el grupo de
ligadura endoscópica, con un desenlace no excepcionalmente
fatal.
Ambas posibilidades están aceptadas como de primera
línea en la profilaxis de primera hemorragia. La elección en-
tre una u otra opciones terapéuticas no se encuentra exenta
de cierta controversia. En la reciente conferencia de consen-
so de Baveno V se concluyó que “la elección del tratamiento
se debe basar en los recursos locales y la experiencia, las pre-
ferencias y características del paciente, los efectos secunda-
rios y las contraindicaciones”. Sin embargo, el tratamiento
farmacológico presenta determinadas ventajas que le con-
vierten en la primera opción de tratamiento en nuestro me-
dio: a) menor incidencia de efectos adversos graves; b) reduc-
ción simultánea del riesgo de hemorragia por gastropatía
portal hipertensiva, que es una causa frecuente de primera
hemorragia; c) menor coste; d) no necesidad de personal es-
pecializado para su aplicación; e) reducción en pacientes con
respuesta hemodinámica no sólo de la mortalidad y el riesgo
de hemorragia, sino también de otras descompensaciones e
incluso de peritonitis bacteriana y f) finalmente, el trata-
miento bloqueador beta tiene efectos beneficiosos en los pa-
cientes con cirrosis hepática que no dependen de la reduc-
ción del GPVH. Así, en el seguimiento a largo plazo de un
ensayo que comparó bloqueadores beta no cardioselectivos
con ligadura endoscópica (en prevención de recidiva hemo-
rrágica), se demostró que pese a un mayor riesgo de hemo-
rragia en el grupo de tratamiento farmacológico, la supervi-
vencia fue superior en un 21% frente al grupo de ligadura
endoscópica. En la figura 3 se propone un algoritmo para la
profilaxis primaria.
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Medicine. 2012;11(11):634-43   641
Hipertensión portal
Prevención de la recidiva de la hemorragia
varicosa tras un episodio previo
Los pacientes que sobreviven a un episodio hemorrágico tie-
nen un riesgo superior al 60% de tener una nueva hemorragia
durante los 2 siguientes años en ausencia de tra­tamiento profi-
láctico, con una mortalidad superior al 30% Aproximadamente
la mitad de los casos se producen de modo precoz. Por ello, es
muy importante que la estrategia de profilaxis se haya adoptado
antes de que el paciente abandone el hospital después de la
hemorragia. La única excepción la constituyen los pacientes
que precisan de la colocación de una derivación porto-sistémi-
ca percutánea intrahepática (DPPI o TIPS) como consecuen-
cia de una hemorragia aguda refractaria al tratamiento conven-
cional. En los siguientes párrafos haremos una breve referencia
a los estudios que han abordado el problema.
Combinación de bloqueadores beta no cardioselectivos
con 5-mononitrato de isosorbide (5-MNIS)
Los datos derivados de la comparación entre terapia farmacoló-
gica combinada y bloqueadores beta de modo aislado sugieren
que la primera reduce, aunque de modo no estadísticamente
significativo, el riesgo de recurrencia hemorrágica (33% frente
a 41%), siendo probablemente la opción farmacológica más efi-
caz19
. Sin embargo, los efectos adversos pueden ser considera-
bles, como consecuencia de un em-
peoramiento del estado circulatorio
sistémico (mayor dificultad para el
control de la ascitis, hipotensión ar-
terial). Por lo tanto, debe ser utiliza-
da cautelosamente, o evitada, en pa-
cientes con ascitis no bien controlada
o con insuficiencia renal.
Ligadura endoscópica
Los datos derivados de diferentes
ensayos clínicos muestran que el
riesgo de recurrencia hemorrágica
en pacientes que reciben ligadura
endoscópica como terapia preventi-
va es del 32%27
. El efecto adverso
más frecuente es la aparición de
disfagia y dolor torácico, habitual-
mente de corto tiempo de duración.
La complicación más relevante es el
desarrollo de hemorragia secunda-
ria a escaras producidas por la pro-
pia ligadura. Es posible que la ad-
ministración de inhibidores de la
bomba de protones durante 10 días
tras la ligadura pudiera reducir el
riesgo de hemorragia por escaras.
Tratamiento combinado,
endoscópico y farmacológico
Los estudios que han evaluado la
utilización conjunta de terapia far-
macológica y endoscópica han de-
mostrado una reducción significativa del riesgo de recu-
rrencia hemorrágica frente a la utilización aislada de
ligadura (14-23% frente a 38%-47%). Esta es probable-
mente la aproximación terapéutica más racional, puesto que
la administración de tratamiento farmacológico reduce el
riesgo de hemorragia en tanto que la terapia endoscópica
consigue la erradicación de las varices19
. Este aspecto ha
sido recientemente evaluado en una revisión sistemática
con metaanálisis que ha demostrado la mayor eficacia del
tratamiento combinado. En este sentido, se han presentado
recientemente los resultados de un estudio que introduce el
concepto de terapia guiada por la respuesta en la prevención de
recurrencia hemorrágica. Los pacientes recibieron bloquea-
dores beta con o sin 5-mononitrato de isosorbide, además
de ligadura endoscópica. Se valoró la utilidad de realizar un
estudio hemodinámico para la medición del GPVH. En el
grupo de terapia guiada por la respuesta, los pacientes con
respuesta hemodinámica subóptima recibieron adicional-
mente prazosín. Dicha estrategia se tradujo en una menor
probabilidad de resangrado y un incremento en la supervi-
vencia28
.
Derivación porto-sistémica percutánea intrahepática
Pese a que es una estrategia de gran eficacia en la prevención
de la recidiva hemorrágica, no debe ser considerada como de
primera línea.
SíNoSí No
Bloqueadores beta no cardioselectivos
Si intolerancia o efectos adversos leves:
suspender (reiniciar cribado
endoscópico)
Bloqueadores beta
no cardioselectivos
Bloqueadores beta
no cardioselectivos
Cirrosis descompensada Signos endoscópicos de riesgo
SíNoSí No
Bloqueadores beta
no cardioselectivos
Preferible: bloqueadores beta
Alternativa: ligadura
endoscópica
Preferible: bloqueadores beta
Alternativa: ligadura
endoscópica
Cirrosis descompensada Signos endoscópicos de riesgo
Varices grandes
(mayores de 5 mm)
Varices pequeñas
(menores de 5 mm)
Fig. 3. Algoritmo para la profilaxis de primera hemorragia
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Enfermedades del aparato digestivo (XI)
En la figura 4 se propone un algoritmo de tratamiento
para la prevención de la recurrencia hemorrágica.
Tratamiento de la ascitis
La ascitis es la manifestación clínica que aparece con más
frecuencia como primera descompensación en los pacientes
con cirrosis. Existen cuatro escalones fundamentales en su
tratamiento que exponemos a continuación.
Dieta hiposódica
En la actualidad se considera que la ingesta diaria de sal en
pacientes con ascitis no debe ser superior a 2 g (88 mmol).
Una restricción más intensa facilitaría la eliminación de la
ascitis más rápidamente; sin embargo, puede redundar en un
agravamiento de la desnutrición que, de modo constante,
presentan los pacientes con ascitis como consecuencia de una
menor ingesta. Salvo en pacientes con hiponatremia dilucional
grave (Na inferior a 125 mmol/l), no es necesaria la restricción
hídrica en el tratamiento de pacientes con cirrosis y ascitis20
.
Fármacos diuréticos
Teniendo en cuenta que la pérdida no urinaria de sodio en un
paciente sin fiebre y sin diarrea es de unos 10 mmol diarios, el
objetivo del tratamiento diurético es conseguir una natriuresis
superior a 78 mmol/día. El modo más preciso para monitorizar
la excreción urinaria de sodio es la recolección de la diuresis
total durante 24 horas. Sin embargo, no siempre es sencilla la
obtención de dicho análisis. Si la concentración absoluta de
sodio es superior a la de potasio en
una muestra de orina aislada, la ex-
creción urinaria de sodio del pacien-
te será mayor a 78 mmol/día con
una probabilidad del 90%. La pauta
inicial de tratamiento diurético con-
siste en la administración matutina
de furosemida y espironolactona en las
dosis de 40 y 100 mg diarios respec-
tivamente29
. La dosis diaria puede
ser incrementada a intervalos de 3-5
días, manteniendo la proporción
40/100 mg, lo que habitualmente
evita alteraciones en la concentra-
ción sérica de potasio. La dosis
máxima establecida para ambos fár-
macos es 160 mg diarios de furose-
mida y 400 de espironolactona20
.
Ocasionalmente, en pacientes con
ascitis leve,puede utilizarse monote-
rapia con espironolactona. En los
pacientes con edema grave no existe
un límite establecido en cuanto a la
pérdida diaria de peso. Sin embargo,
si no existe edema grave o una vez
resuelto éste, debe evitarse una pér-
dida superior a 500 mg diarios,
puesto que podría conducir a una
depleción de volumen e insuficien-
cia renal como consecuencia.
Paracentesis evacuadora
En los pacientes con ascitis tensa, el drenaje inicial del líqui-
do intraperitoneal mediante punción permite una resolución
más rápida del problema. Cuando el volumen evacuado es
inferior a 5 litros, es razonablemente seguro no administrar
expansores plasmáticos tras la paracentesis. Sin embargo, tras
realizar paracentesis de más de 5 litros (también llamada pa-
racentesis de gran volumen), el paciente debe recibir albúmi-
na por vía intravenosa en dosis de 6-8 gramos por litro eva-
cuado, con el objetivo de evitar el desarrollo de disfunción
circulatoria post-paracentesis20
.
Trasplante hepático
Pese a los importantes avances que se han producido duran-
te los últimos años en el tratamiento de la cirrosis descom-
pensada, el pronóstico de los pacientes con cirrosis y ascitis
continúa siendo sombrío a medio plazo, con una probabili-
dad de supervivencia en torno al 50% a los 5 años30
. Por lo
tanto, todo paciente con ascitis secundaria a cirrosis e HTP
debe ser evaluado acerca de su potencial indicación para re-
cibir trasplante hepático.
Ascitis refractaria
Constituyen un grupo especial dentro de los pacientes con
ascitis secundaria a HTP. Podemos encuadrar dentro de esta
categoría a aquellos pacientes en los que no se obtiene una
natriuresis eficaz pese a la adecuada realización de dieta hipo-
sódica y a la administración de terapia combinada con furose-
Intensificar tratamiento
previo
DPPI
Añadir ligadura endoscópica
Recidiva
DPPI
Recidiva
Recidiva
no grave
Recidiva
grave
Añadir ligadura endoscópica
(y 5-MNIS en ausencia de
contraindicación)
Iniciar bloqueadores beta
(considerar 5-MNIS en ausencia
de contraindicación)
Sí No
Tratamiento previo con
bloqueadores beta
Prevención secundaria de hemorragia
por varices esofágicas
Fig. 4. Algoritmo para la profilaxis de recurrencia hemorrágica. DPPI: derivación portosistémica percutánea
intrahepática 5-MNIS: 5-mononitrato de isosorbide.
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Hipertensión portal
mida y espironolactona en la dosis máxima establecida.
Aproximadamente un 10% de los pacientes con cirrosis y as-
citis pertenecen a esta categoría. Por otra parte, existen pa-
cientes que pese a no ser refractarios al tratamiento médico
de la ascitis, desarrollan complicaciones clínicamente relevan-
tes que impiden la administración de diuréticos en una dosis
adecuada: encefalopatía, hiponatremia, hiperpotasemia o in-
suficiencia renal. La estrategia inicial de tratamiento para
ellos es la realización periódica de paracentesis de gran volu-
men. En general, el drenaje de 10 litros de líquido ascítico
cada 2 semanas es suficiente incluso en pacientes con una ex-
creción urinaria de sodio nula. Aunque no existen estudios en
la literatura que hayan demostrado de modo definitivo un in-
cremento en la supervivencia, se aconseja la administración
de albúmina tras la paracentesis cuando el volumen drenado
supera los 5 litros. Una alternativa para el tratamiento de los
pacientes con ascitis refractaria es la colocación de una DPPI. Los
estudios que han evaluado esta opción terapéutica frente a
terapia habitual han demostrado de modo homogéneo un
mejor control de la ascitis en el grupo de pacientes que reci-
bieron DPPI. Del mismo modo, dichos pacientes presenta-
ron un riesgo significativamente superior de desarrollar ence-
falopatía tras la colocación de la DPPI. Recientemente ha
sido publicado un metaanálisis utilizando los datos individua-
les de los pacientes que ha sugerido un incremento de la su-
pervivencia en el brazo de tratamiento mediante DPPI31
. Sin
embargo, no se puede considerar esta información como in-
equívocamente cierta a la luz de los conocimientos actuales.
Conflicto de intereses
Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
Bibliografía
•  Importante ••  Muy importante
✔ Metaanálisis
✔ Artículo de revisión
✔ Ensayo clínico controlado ✔ Guía de práctica clínica
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Hipertension portal

  • 1. 634   Medicine. 2012;11(11):634-43 Hipertensión portal M.V. Catalina-Rodríguez, D. Rincón-Rodríguez, C. Ripoll Noiseux y R. Bañares-Cañizares Sección de Hepatología. Servicio de Medicina del Aparato Digestivo. Hospital General Universitario Gregorio Marañón. Madrid. España. ACTUALIZACIÓN Resumen El desarrollo de hipertensión portal es la complicación más frecuente de la cirrosis hepática, que comprende una amplia variedad de manifestaciones condicionando la principal causa de mortali- dad en estos pacientes. La hemorragia por varices esofágicas tiene una alta mortalidad, incluso en la actualidad, superior al 20%, por lo que es fundamental establecer tratamientos preventivos, tan- to primarios como de recidiva. La aparición de ascitis es una de las primeras descompensaciones de la enfermedad y también conlleva un importante empeoramiento de la supervivencia, por lo que estos pacientes deben ser evaluados como posibles candidatos a trasplante hepático. Abstract Portal hypertension The development of portal hypertension is the most frequent complication of cirrhosis that includes a wide variety of manifestations conditioning the main cause of mortality in these patients. Variceal hemorrhage has a high mortality, even at the present time, up to 20%, so it’s important to establish preventive treatments (primary and secondary). Ascites is one of the first decompensations of cirr- hosis worsening survival, reason why these patients must be evaluated as possible candidates to liver transplantation. Palabras Clave: - Gradiente de presión venosa hepático (GPVH) - Bloqueadores beta no cardioselectivos - Ligadura endoscópica - Ascitis Keywords: - Hepatic venous pressure gradient (HVPG) - Non selective betablockers - Endoscopic band ligation - Ascites Definición El desarrollo de hipertensión portal (HTP) es la complica- ción más frecuente de la cirrosis hepática. Sus consecuencias (hemorragia por rotura de varices esofágicas, ascitis y tras- tornos de la función renal, peritonitis bacteriana espontánea [PBE], gastropatía y colopatía de la HTP, encefalopatía he- pática, síndrome hepatopulmonar y síndrome hepatorrenal, entre otras) representan la principal causa de muerte y de trasplante hepático en los pacientes cirróticos. La mejor comprensión de los acontecimientos fisiopatológicos de este síndrome ha supuesto una mejoría significativa en el manejo de sus complicaciones. La HTP se define por un aumento del gradiente porto cava (GPC) por encima de valores normales (1-5 mm Hg), considerándose clínicamente significativa cuando el valor del gradiente supera los 10 mm Hg, umbral a partir del cual se desarrollan las complicaciones de la HTP. Fisiopatología El síndrome de HTP se caracteriza por la existencia de un aumento patológico de la presión hidrostática en el territorio venoso portal. Este aumento sostenido de la presión portal provoca la formación de una extensa red de vasos colaterales que intentan descomprimir el sistema, derivando parte del flujo sanguíneo portal a la circulación sistémica sin pasar por el hígado. De estas colaterales, las varices esofágicas tienen especial relevancia. Según la ley de Ohm, que rige cualquier sistema hidrodinámico, la diferencia de presión hidrostática entre los dos extremos de un vaso (presión de perfusión) vie- ne determinada por la interrelación entre dos factores: el flujo sanguíneo a través del mismo (Q) y la resistencia vascu- lar que se enfrenta a este flujo (R). Esta relación se expresa por la ecuación: Gradiente de presión = Q x R. Aplicada al sis- tema portal, el gradiente de presión portal (la diferencia en- tre la presión portal y la presión de la vena cava inferior) 02 ACT 2 (634-643).indd 634 9/5/12 11:25:03
  • 2. Medicine. 2012;11(11):634-43   635 Hipertensión portal sería igual al producto del flujo sanguíneo portal y la resistencia vascular del sistema venoso portal. Los factores que influyen en la re- sistencia vascular vienen relaciona- dos por la ley de Poiseuille: R = (8 n L) / r4 , donde “n” es el coeficien- te de viscosidad de la sangre, “r” es el radio del vaso y “L” su longitud. Dado que la longitud de los vasos usualmente no cambia y la viscosi- dad de la sangre se mantiene relati- vamente constante con un hemato- crito estable, el factor que más influye en la resistencia vascular es el radio del vaso. Así, pequeños cambios en el calibre del mismo pueden provocar una marcada mo- dificación de la resistencia vascular y del gradiente de presión, en espe- cial si no se acompañan de un au- mento simultáneo del flujo sanguí- neo. De todo ello se deduce que la presión portal puede aumentar como consecuencia de un aumento del flujo portal, un aumento en la resistencia vascular intrahepática (RVIH) o una combinación de ambos (fig. 1). El incremento de la RVIH es el mecanismo patogénico inicial de la HTP, que se mantiene y agrava por el aumento del flujo sanguíneo esplácnico, secundario a vasodilatación arteriolar. Inicialmente se consideró que el incremento de la RVIH era irreversible, ocasionado por cambios estructurales en la ar- quitectura hepática. En la actualidad, se conoce que este aumento no sólo se debe a lo anteriormente citado, sino también a un componente dinámico1 debido al aumento re- versible del tono sinusoidal, con el resultado de un desequi- librio entre los estímulos vasoconstrictores y vasodilatado- res, que es el responsable del 20-30% del incremento de la RVIH. Las estructuras responsables de dicho componente dinámico son los miofibroblastos portales y septales, las cé- lulas estrelladas y las vénulas portales. Estudios recientes han demostrado que existe un déficit en la producción de óxido nítrico (NO) en el hígado cirrótico, y éste parece ser el principal factor responsable del desarrollo de HTP en la cirrosis2,3 . En el hígado sano, las células del endotelio sinusoidal au- mentan la producción basal de NO en respuesta al aumento de flujo portal. En la cirrosis, en cambio, estas células no son capaces de llevar a cabo esta inducción por unión de la iso- forma constitutiva (eNOS) a la proteína inhibitoria caveoli- na-1. Además existe una disminución en la actividad de la proteincinasa B, la cual fosforila e incrementa la actividad de eNOS4 . Otras sustancias vasoactivas que parecen influir en el tono vascular intrahepático y que contribuyen al aumento de la presión portal son vasoconstrictores como endoteli- na-1, noradrenalina, angiotensina II, leucotrienos y trom- boxano A y vasodilatadores como monóxido de carbono y prostaciclina. El segundo factor que constituye el síndrome de HTP es el estado de hiperemia esplácnica que contribuye y per- petúa la hipertensión del sistema. La teoría más aceptada para explicar el desarrollo de las alteraciones circulatorias es la teoría de la vasodilatación arterial5,6 . La HTP induciría un aumento de la síntesis de factores vasodilatadores en el te- rritorio esplácnico, por un mecanismo no del todo conoci- do, que produciría una vasodilatación arteriolar a este nivel. En las etapas iniciales de la cirrosis las resistencias vascula- res periféricas en otros territorios (riñón, cerebro, músculo y piel) son normales, pero con la progresión de la enferme- dad se observa una vasodilatación arterial periférica que produce una disminución del volumen arterial efectivo. De forma compensadora, se desencadenaría un aumento de actividad de los mecanismos presores centrales: sistema renina-angiotensina-aldos­terona, sistema nervioso simpáti- co y sistema arginina-vasopresina que agrava el componente dinámico de la HTP. La actuación sobre los distintos mecanismos que produ- cen el síndrome de HTP condiciona la base racional de su tratamiento farmacológico. Clasificación hemodinámica de la hipertensión portal El procedimiento clave para el diagnóstico de HTP es la medida de la presión portal. Ésta puede obtenerse me- diante la medición directa de la presión en la vena porta o, Fig. 1. Factores implicados en la fisiopatología de la hipertensión portal. ADH: hormona antidiurética Hipervolemia Retención de agua y sodio Activación de los sistemas vasoactivos endógenos (norepinefrina, angiotensina-II, ADH... ) Aumento del flujo portal Hipovolemia efectiva y disminución del volumen sanguíneo central Vasodilatación esplácnica y sistémica HIPERTENSIÓN PORTAL Alteraciones de la arquitectura (fibrosis, cicatrices, trombosis vascular...) Alteraciones funcionales (elementos contráctiles sinusoidales y extrasinusoidales) Aumento de la resistencia intrahepática CIRROSIS 02 ACT 2 (634-643).indd 635 9/5/12 11:25:03
  • 3. 636   Medicine. 2012;11(11):634-43 Enfermedades del aparato digestivo (XI) más frecuentemente, mediante la cateterización de las ve- nas suprahepáticas. El GPC se estima en la clínica me- diante el gradiente de presión venosa hepática (GPVH), calculado a partir de la diferencia entre la presión supra- hepática enclavada (PSHE) y la presión suprahepática li- bre (PSHL), consideradas equivalentes a la presión de la porta y de la cava, respectivamente, en ausencia de HTP presinusoidal. La determinación del GPVH permite establecer el nivel anatómico de la obstrucción al flujo portal7,8 (tabla 1). Hipertensión portal prehepática La obstrucción se produce en el eje esplenoportal previo al hígado. Las causas más frecuentes son la trombosis esplécni- ca o portal secundaria a diátesis trombótica o por compre- sión extrínseca de origen tumoral. El diagnóstico se realiza fundamentalmente mediante ecografía-doppler. La función hepática suele ser normal y no es frecuente la esplenomegalia y el hiperesplenismo. En el estudio hemodinámico, el GPVH es normal, al igual que la PSHE y la PSHL. Hipertensión portal hepática presinusoidal La obstrucción se produce a nivel de los radicales intrahepá- ticos de la vena porta, siendo el GPVH normal o aumentado en algunas ocasiones en la HTP idiopática. Las causas más frecuentes son la esquistosomiasis (causa más frecuente de este tipo de hipertensión en los países en vías de desarrollo), la esclerosis hepatoportal, la fibrosis hepática congénita, la sarcoidosis y, menos frecuentemente, la cirrosis biliar prima- ria en sus estadios iniciales. Hipertensión portal hepática sinusoidal Las causas más frecuentes son la cirrosis hepática (en el 90% de los casos), la hepatitis aguda alcohólica y la intoxicación por vitamina A. Se produce por capilarización de los sinusoi- des y por compresión por los nódulos de regeneración, de- tectándose un aumento del GPVH en el estudio hemodiná- mico. Hipertensión portal hepática postsinusoidal La obstrucción se produce en la vena centrolobulillar por alteraciones intravasculares como en la enfermedad veno- oclusiva o la esclerosis hialina centrolobulillar (alcohólica) o por compresión como en la transformación nodular parcial, estando el GPVH también aumentado. Como en la HTP sinusoidal, es frecuente encontrar patrones de afectación mixta con participación sinusoidal y postsinusoidal. Hipertensión portal posthepática Se produce por alteraciones en el drenaje venoso procedente del hígado comprendido por las venas suprahepáticas y la cava inferior. En el estudio hemodinámico, el GPVH es nor- mal pero con la PSHE y PSHL elevadas. Aunque el caso tí- pico es el síndrome de Budd-Chiari (trombosis de las venas suprahepáticas), la causa más frecuente es la insuficiencia cardiaca congestiva. Otras menos frecuentes son las mem- branas, tumores y trombosis de la cava y la pericarditis cons- trictiva. Uno de los avances más importantes en el conocimiento del síndrome de HTP es la demostración de la estrecha co- rrelación que existe entre los cambios de la presión portal y los acontecimientos clínicos. El incremento progresivo del GPVH supone el inicio de la circulación colateral en un in- tento de descomprimir el territorio portal, siendo las varices esófago-gástricas las más relevantes clínicamente. Se ha podido demostrar que las varices esofágicas no apa- recen hasta que el GPVH no supera los 10 mm Hg y no san- gran hasta que no aumenta por encima de 12 mm Hg. El ries- go de hemorragia por varices viene determinado por dicho gradiente, el grado de función hepática determinado por la clasificación de Child-Pugh, el tamaño y la existencia de sig- nos de riesgo sobre la pared de la variz (manchas rojas)9 . Estudios longitudinales han demostrado, además, que la reducción del GPVH reduce el riesgo de otras complicacio- nes de la HTP (ascitis, PBE, síndrome hepatorrenal) y de muerte8 . Historia natural de la cirrosis. Factores pronósticos existentes. Protocolos de diagnóstico y seguimiento La perpetuación de los mecanismos de lesión en el hígado da lugar al desarrollo de cirrosis como estado final común de enfermedad. Desde el punto de vista clínico, se puede distin- guir entre cirrosis compensada y descompensada. La enfer- medad compensada representa una fase inicial de la enferme- dad que es asintomática u oligosintomática. Sin embargo, en este grupo de pacientes existe un amplio espectro que inclu- ye desde los pacientes sin deterioro de la función hepática y sin HTP hasta los pacientes en los que se puede detectar cierto deterioro de la función hepática en los análisis (INR, albúmina, bilirrubina) y pueden tener HTP e incluso varices esofágicas. La cirrosis descompensada se caracteriza por el TABLA 1 Clasificación de la hipertensión portal (HTP) en función del gradiente de presión venosa hepática (GPVH). Tipo de HTP Presión portal PSHE PSHL GPVH Prehepática Aumentada Normal Normal Normal Intrahepática presinusoidal Aumentada Normal Normal Normal Sinusoidal Aumentada (presión portal equivalente a PSHE) Aumentada Normal Aumentado Postsinusoidal intrahepática Aumentada Aumentada Normal Aumentado Posthepática Aumentada Aumentada Aumentada Normal PSHE: presión suprahepática enclavada; PSHL: presión suprahepática libre 02 ACT 2 (634-643).indd 636 9/5/12 11:25:03
  • 4. Medicine. 2012;11(11):634-43   637 Hipertensión portal desarrollo de ascitis o edemas, encefalopatía hepática, hemo- rragia por varices e ictericia. Aquellos pacientes que precisen de la administración de diuréticos por tener edemas en los miembros inferiores o ascitis, aún a pesar de no tener otras complicaciones de la enfermedad hepática avanzada, están en la fase descompensada. La diferenciación entre la fase compensada y descom- pensada es clínicamente relevante, dado que el paciente en la fase compensada tendrá una supervivencia mediana mayor de 12 años, siempre que se mantenga en esta fase, mientras que el paciente que ha desarrollado descompensación clínica previa tiene una supervivencia mediana de aproximadamente 2 años10 . De hecho, la mayor parte de los pacientes con cirro- sis compensada que fallecen desarrollan descompensación previamente. A raíz de esta observación, se concluyó que los estudios de factores pronósticos en los pacientes compensa- dos deben ir encaminados a identificar los predictores de descompensación, mientras que en los pacientes descompen- sados se debe intentar identificar predictores de la muerte10 . Ascitis La mayor parte de los pacientes desarrollan ascitis como pri- mer evento que define la descompensación. La incidencia de descompensación entre los pacientes compensados es de un 5-7% por año. Un estudio reciente evaluó los factores pro- nósticos de descompensación en un grupo homogéneo de pacientes con cirrosis compensada e HTP (definido por la presencia de un GPVH igual o superior a 6 mm Hg) sin varices esofágicas11 . En este estudio se identificó el GPVH, la puntuación MELD y la albúmina como factores predicto- res de descompensación. De forma que los pacientes que no tenían HTP clínicamente significativa (GPVH menor de 10 mm Hg) tenían un 90% de probabilidades de no desarro- llar descompensación clínica durante un seguimiento media- no de 4 años. Se observaron hallazgos compatibles en la re- visión sistemática de factores predictores, en la que se observó que en pacientes compensados la edad, la albúmina además de variables indirectamente asociadas a la HTP fue- ron identificadas como predictores de muerte con mayor frecuencia. Diferentes estudios han valorado los factores predictores de muerte en la fase descompensada de la cirrosis. En esta fase, las variables asociadas a insuficiencia hepática y la pre- sencia de hepatocarcinoma fueron identificadas más frecuen- temente como factores predictores de muerte. El desarrollo de más de una forma de descompensación de la enfermedad hepática avanzada tiene peor pronóstico; así, la mortalidad al año de pacientes con ascitis y hemorragia digestiva alta por varices esofágicas puede llegar a alcanzar un 57%10 . Peritonitis bacteriana espontánea Los pacientes con ascitis tienen riesgo de desarrollar PBE. Tradicionalmente, el desarrollo de PBE se asocia a un mal pronóstico a medio plazo, aunque éste ha mejorado con el desarrollo de estrategias más agresivas de tratamiento y pro- filaxis de la misma. Pacientes con mayor HTP y menor con- centración de proteínas en el líquido ascítico se asocian con mayor riesgo de PBE12,13 . Hemorragia por varices esofágicas El riesgo de hemorragia por varices es superior en pacientes con mayor grado de Child, en enfermos con varices de gran tamaño y en aquellos con signos de riesgo9 . Por este motivo, estos pacientes se benefician de estrategias de profilaxis pri- maria. Una vez que el paciente tiene una hemorragia por varices esofágicas, los factores que se han asociado a un peor pronóstico (definido por la ausencia de control de la hemo- rragia inicial y resangrado precoz en los primeros 5 días) son el GPVH mayor de 20 mm Hg, la puntuación de Child, la inestabilidad hemodinámica definida por presión arterial sis- tólica (PAS) menor de 100 mm Hg y la etiología no alcohó- lica14,15 . Encefalopatía hepática El desarrollo de encefalopatía hepática se ha asociado a la mutación del gen de la glutaminasa, a la puntuación de Child-Pugh elevada y a la presencia de encefalopatía hepáti- ca mínima16 . Los predictores independientes de encefalopa- tía hepática recurrente son la ausencia de adherencia a la toma de lactulosa y la puntuación MELD17 . Seguimiento clínico Los pacientes con cirrosis (tabla 2) deben ser seguidos se- mestralmente con análisis de sangre que incluya hemograma, coagulación y los parámetros bioquímicos asociados a la fun- ción hepática (albúmina, bilirrubina), las transaminasas y la función renal. La determinación de alfa-fetoproteína no es útil en la detección precoz de hepatocarcinoma dado su bajo valor predictivo positivo18 . Para la detección precoz de hepa- tocarcinoma se debe realizar una ecografía hepática semes- tral. Es conveniente hacer esta ecografía con estudio Doppler para valorar la vascularización hepática y determinar la pre- sencia de trombosis portal. En el caso de detectar la presen- cia de trombosis portal, se planteará el tratamiento con fár- macos anticoagulantes. En el momento del diagnóstico de la TABLA 2 Seguimiento de pacientes con cirrosis Cirrosis compensada Cirrosis descompensada Análisis de sangre. Hemograma coagulación, bioquímica: transaminasas, enzimas de colestasis, parámetros de función hepática (bilirrubina, albúmina) función renal e iones Semestral Al menos semestral Ecografía-doppler Semestral Al menos semestral Endoscopia digestiva alta Sin varices: cada 2-3 años. Con varices pequeñas: anual Anual 02 ACT 2 (634-643).indd 637 9/5/12 11:25:03
  • 5. 638   Medicine. 2012;11(11):634-43 Enfermedades del aparato digestivo (XI) cirrosis se debe plantear la realización de una endoscopia di- gestiva alta para valorar la presencia de varices esofágicas (fig. 2). La presencia de trombopenia ligera o datos de HTP en la ecografía pueden sugerir la presencia de HTP clínica- mente significativa y, por tanto, la necesidad de hacer una endoscopia digestiva alta. En el caso de no detectar varices esofágicas en la endoscopia se debe repetir el procedimiento en un plazo de 2-3 años. En el caso de detectar varices pe- queñas que no precisan profilaxis, se debe repetir la endosco- pia en un plazo de 1-2 años para valorar si las varices han aumentado de tamaño y precisan de profilaxis primaria. Una vez que el paciente está en la fase descompensada, se debe repetir la endoscopia cada año para la detección de varices esofágicas e inicio de profilaxis primaria si procede. Una vez que se detecten varices gastroesofágicas y se inicie la profi- laxis primaria, no se debe repetir la endoscopia digestiva alta como seguimiento de las varices19 . La detección de ascitis ecográfica que no puede ser de- tectada clínicamente corresponde a un estado intermedio entre la fase compensada y descompensada. En el caso de tener ascitis ecográfica, el paciente no precisa tratamiento específico, salvo la restricción de la ingesta de sal, si perma- nece asintomático. Cuando un paciente desarrolla ascitis clí- nicamente evidente, es conveniente la realización de una paracentesis diagnóstica. Esta paracentesis diagnóstica per- mitirá descartar la presencia de PBE que frecuentemente puede ser una causa de aumento brusco del perímetro abdo- minal. Por otra parte, el estudio del líquido ascítico permiti- rá valorar si la ascitis está asociada a la presencia de HTP o no. La determinación del gradiente de albúmina entre el sue- ro y el líquido ascítico (GALA) ha demostrado ser una herramienta útil para el diagnóstico de ascitis asociado a la HTP, de manera que si el gradiente es mayor de 1,1 g/dl es altamente probable que la ascitis sea debida a la HTP20 . Se establece el diagnóstico de una PBE cuando el recuento de polimorfonucleares (PMN) en el líquido ascítico es su- perior a 250 cel/mm3 . En el caso de obtener un líquido hemorrágico, el gran número de hematíes puede hacer que el recuento de PMN se sobrestime de manera que se aplica una corrección (por cada 1.000 he- matíes, se restan 4 PMN) para va- lorar la presencia de PBE. Se debe hacer el diagnóstico diferencial con la peritonitis bacteriana secundaria en la que típicamente hay una solu- ción de continuidad de la pared intestinal. En ésta, existe un au- mento de LDH por la ruptura de la pared intestinal, y la comunicación de la luz intestinal da lugar a un aumento de enzimas que contribu- yen a la digestión como la amilasa. Por otra parte, la peritonitis bacte- riana secundaria es típicamente po- limicrobiana (en contraposición a la PBE que es típicamente monomicrobiana), por lo que se pueden observar múltiples gérmenes en la tinción de Gram y la glucosa en el líquido ascítico es menor que en el plasma debido al mayor consumo de glucosa de las múltiples bacterias20 . Tratamiento de las complicaciones de la hipertensión portal En esta última parte del artículo se abordarán los puntos de mayor importancia en cuanto a las estrategias de tratamiento de las complicaciones de la HTP. Tratamiento etiológico de la enfermedad causante de la cirrosis El factor que con mayor probabilidad puede prevenir las complicaciones de la HTP es el tratamiento eficaz de la en- fermedad causante de la cirrosis. En la base de este fenóme- no está probablemente implicado el potencial de regresión parcial de la fibrosis en la cirrosis, aunque hoy en día ésta sea una enfermedad globalmente irreversible. Sin embargo, cabe la posibilidad de transformación de la cirrosis en for- mas de mejor pronóstico en aquellos pacientes que respon- den adecuadamente al tratamiento etiológico. De hecho, se conoce que existen algunos signos histológicos que se rela- Child-Pugh C o signos de riesgo Profilaxis primaria No repetir EDA Repetir EDA 1-2 añosRepetir EDA 2-3 años No varices esofágicas Varices esofágicas grandesVarices esofágicas pequeñas EDA Cirrosis compensada Profilaxis primaria No repetir EDA Repetir EDA 1 año No varices esofágicas Varices esofágicas grandesVarices esofágicas pequeñas EDA Cirrosis descompensada Child-Pugh A-B sin signos de riesgo Fig. 2. Esquema de diagnóstico precoz de varices gastroesofágicas en la cirrosis compensada (1A) y cirrosis descompensada (1B). EDA: endoscopia digestiva alta. 02 ACT 2 (634-643).indd 638 9/5/12 11:25:04
  • 6. Medicine. 2012;11(11):634-43   639 Hipertensión portal cionan con la probabilidad de presentar HTP clínicamente significativa, así como con el riesgo de tener complicaciones de la cirrosis. Uno de ellos es el tamaño de los nódulos de regeneración (mayor riesgo en la cirrosis micronodular) y otro el grosor de los septos de fibrosis que rodean a los nó- dulos de regeneración. Por lo tanto, la posibilidad de regre- sión en mayor o menor medida de la fibrosis en pacientes con tratamiento etiológico adecuado podría ser un factor clínicamente relevante. En este sentido, es conocido que tanto la abstinencia del alcohol en pacientes con cirrosis al- cohólica, como el tratamiento antivírico de la hepatitis cró- nica por virus B y C cuando es eficaz, son capaces de reducir de modo significativo el grado de HTP estimado mediante el GPVH. La magnitud de este efecto puede ser clínicamen- te relevante. De hecho, ha sido previamente establecido que en pacientes con cirrosis compensada, un descenso del 10% en el GPVH reduce el riesgo de desarrollar varices o des- compensación de la enfermedad. Por lo tanto, el primer y más importante escalón en el tratamiento de las complica- ciones de la HTP es el tratamiento etiológico20 . Lamenta- blemente, éste no es siempre eficaz y factible, por lo que no es aplicable a una proporción elevada de pacientes. Prevención de la descompensación en pacientes compensados En los últimos 20 años se ha producido un avance muy nota- ble en el conocimiento de la fisiopatología de las complica- ciones de la cirrosis, así como en las estrategias de tratamien- to, que se ha traducido en una marcada mejoría de la supervivencia de los pacientes descompensados. Sin embargo, no existe una estrategia de tratamiento activo de la cirrosis compensada o, más correctamente enunciado, de la HTP en su fase asintomática. En la conferencia de consenso de Bave- no IV de 2005 se adoptó una clasificación clínica en 4 estadios con un riesgo progresivamente mayor de muerte como con- secuencia de complicaciones de la enfermedad hepática: es­ tadio 1, pacientes sin varices esófago-gástricas ni ascitis; esta­- dio 2, pacientes con varices sin ascitis; estadio 3, pacientes con ascitis, con o sin varices; estadio 4, pacientes con hemorragia varicosa, con o sin ascitis. Los estadios 1 y 2 componen la fase compensada (asintomática) de la enfermedad. Es de destacar que el riesgo de morir como consecuencia de la enfermedad hepática es muy pequeño, mientras los pacientes se mantie- nen compensados21 . En el año 2005 se comunicaron los resultados de un im- portante estudio en el que se incluyeron pacientes con cirro- sis compensada e HTP pero sin varices esofágicas (estadio 1 de la clasificación de Baveno IV). Los pacientes recibieron aleatoriamente tratamiento con timolol (bloqueador beta no cardioselectivo) o placebo. El objetivo principal del estudio fue la prevención del desarrollo de varices o de hemorragia varicosa. Sin embargo, la proporción de pacientes que desa- rrollaron dichas complicaciones fue similar en ambos grupos de tratamiento, por lo que la denominada “pre-profilaxis” con bloqueadores beta no se puede recomendar indiscrimi- nadamente en pacientes compensados sin varices. Sin em­ bargo, se pudo comprobar cómo aquellos pacientes que obtu­vieron una reducción de un 10% en el GPVH como consecuencia del tratamiento con timolol (53% de los pa- cientes incluidos) presentaron un riesgo inferior de compli- caciones durante el seguimiento22 . Este hecho abre la puerta a la aplicación de estrategias de prevención de la descompen- sación en la cirrosis mediante tratamiento farmacológico en pacientes no ya con HTP (es decir, GPVH mayor de 5 mmHg), sino con HTP clínicamente significativa (GPVH mayor de 10 mmHg). Estos pacientes son los que realmente se encuentran en riesgo de desarrollar varices y descompen- sación de la enfermedad, complicaciones que no aparecen cuando el GPVH se encuentra por debajo de ese umbral. Como consecuencia, actualmente existen estudios en desa- rrollo que pretenden evaluar si el tratamiento farmacológico de la HTP (con propranolol o carvedilol) en dicho escenario es capaz de reducir el riesgo de complicaciones de la cirrosis. Por otra parte, existen fármacos que durante los últimos años han mostrado un potencial beneficioso en los pacientes con cirrosis. Así, la administración de enoxaparina podría reducir no sólo el riesgo de trombosis portal, sino de descompensa- ción de la enfermedad y, como consecuencia, incrementar la supervivencia según los resultados de un estudio prospectivo recientemente comunicado que incluyó 70 pacientes. Por otra parte, la administración de simvastatina es capaz de re- ducir el GPVH casi un 10%, independientemente de la ad- ministración concomitante o no de bloqueadores beta. Ade- más,parece asociar una mejoría significativa de los parámetros de función hepática. Aunque se trate de una afirmación me- ramente especulativa, cabe la posibilidad de que el uso com- binado de varios de estos u otros fármacos pudiera tener un impacto beneficioso en el riesgo de descompensación y, por lo tanto, de muerte, en los pacientes con cirrosis compensa- da. Futuros estudios deben evaluar dicha posibilidad23 . Prevención de la hemorragia varicosa en pacientes con varices sin antecedentes de hemorragia Aproximadamente un 40-50% de los pacientes con cirrosis presentan varices en el momento del diagnóstico, tanto más frecuentemente cuanto más avanzada está la enfermedad. Así, en los pacientes con cirrosis compensada el riesgo es de un 40% (grado A de la clasificación de Child-Pugh), frente al 85% en pacientes con enfermedad gravemente descompen- sada (grado C de la clasificación de Child-Pugh). La proba- bilidad anual de desarrollo de varices en pacientes que no las tienen es de un 8%, y los pacientes con varices pequeñas desarrollan varices grandes anualmente en la misma propor- ción. El riesgo de hemorragia secundaria a rotura de las va- rices es de un 5-15% al año, con una mortalidad de un 20-30% en las 6 primeras semanas, por lo que es imprescin- dible la adopción de estrategias eficaces de profilaxis. ¿Qué pacientes deben ser tratados? Los factores que incrementan el riesgo de hemorragia en pa- cientes con varices son el tamaño de las mismas, el grado de 02 ACT 2 (634-643).indd 639 9/5/12 11:25:04
  • 7. 640   Medicine. 2012;11(11):634-43 Enfermedades del aparato digestivo (XI) insuficiencia hepatocelular y la existencia de signos endoscó- picos de riesgo (puntos rojos en la pared de la variz). Como consecuencia, deben recibir profilaxis de primera hemorragia los pacientes con: 1. Varices grandes, independientemente de la existencia de signos endoscópicos de riesgo y del grado de insuficiencia hepatocelular. 2. Varices pequeñas con signos endoscópicos de riesgo o en pacientes con cirrosis descompensada (grado B o C de la clasificación de Child-Pugh). 3. Los pacientes con varices pequeñas y bajo riesgo de hemorragia podrían recibir tratamiento con bloqueadores beta, aunque el beneficio a largo plazo de dicha estrategia no está aún bien establecido. Sin embargo, existen datos de un estudio reciente que avalarían dicha estrategia, pues la admi- nistración de nadolol a pacientes de esta naturaleza redujo de modo significativo tanto el riesgo de desarrollar varices de gran tamaño (11% frente a 37% a 3 años) como la probabi- lidad de hemorragia varicosa (12% frente a 22% a 5 años) en comparación con placebo19 . Es de destacar que en los dife- rentes ensayos, la tasa de pacientes con alguna contraindica- ción para el tratamiento con bloqueadores beta se encontró en torno al 15%. ¿Cómo deben ser tratados? Existen dos posibles estrategias de tratamiento en estos pa- cientes: Tratamiento farmacológico con bloqueadores beta no cardioselectivos. Existe un metaanálisis de 11 ensayos clíni- cos que incluye 1.189 pacientes comparando la administra- ción de propranolol o nadolol frente a placebo o no trata- miento, que demuestra una importante reducción del riesgo de primera hemorragia en los pacientes bajo tratamiento con bloqueadores beta (14% frente a 30%). Así, es necesario tra- tar tan sólo 10 pacientes con dicha estrategia para prevenir un episodio hemorrágico24 . Los bloqueadores beta no cardioselectivos reducen el flujo sanguíneo y la presión portal mediante dos mecanis- mos: disminución del gasto cardíaco (efecto beta-1) y, sobre todo, mediante su efecto vasoconstrictor esplácnico (efecto beta-2). En los últimos años se ha acuñado el concepto de respuesta hemodinámica, de modo que un descenso del GPVH por debajo del umbral de 12 mm Hg o de un 20% con respecto a su valor basal, reduce de modo muy impor- tante el riesgo de hemorragia (tanto en profilaxis primaria como secundaria). Por otra parte, existen dos metaanálisis que han demostrado cómo la obtención de respuesta hemo- dinámica en dichos términos incrementa la supervivencia de los pacientes25 . En la mayor parte de dichos estudios, las dosis de propra- nolol o nadolol fueron tituladas para obtener un descenso del 25% en la frecuencia cardiaca con respecto al valor basal. Sin embargo, se ha demostrado que la reducción en la frecuencia cardiaca no se correlaciona con el descenso en el GPVH, por lo que la recomendación actual es incrementar progresiva- mente la dosis hasta el máximo tolerado (si bien, es razonable intentar que el paciente mantenga una frecuencia cardiaca por encima de 50 latidos por minuto, ya que por debajo de dicho nivel la tolerancia puede ser peor). Habitualmente el tratamiento con propranolol se comienza con dosis de 40 mg diarios (repartidos en dos veces) y se incrementa cada 2-3 días hasta un máximo de 320 mg al día. Nadolol presenta como ventajas la administración única diaria y una menor tasa de efectos adversos (10% frente a un 17% del proprano- lol). La dosis de inicio es 40 mg al día, y la dosis máxima diaria 240 mg. Ligadura endoscópica de las varices. La ligadura endoscó- pica consiste en la colocación de bandas elásticas sobre una variz con el propósito de provocar la isquemia, necrosis y posterior cicatrización de la misma. Las sesiones de trata- miento se repiten cada 14-21 días, hasta la erradicación de las varices (habitualmente son necesarias 3-4 sesiones). Una vez erradicadas, se debe realizar una revisión endoscópica cada 3-6 meses para valorar la recurrencia de las varices y la nece- sidad de sesiones adicionales de ligadura. Se han publicado 16 estudios controlados comparando el tratamiento con blo- queadores beta y la ligadura endoscópica en profilaxis prima- ria. El metaanálisis de dichos estudios concluyó que el riesgo de primera hemorragia es ligero pero significativamente in- ferior en los pacientes que reciben ligadura endoscópica (di- ferencia de riesgo relativo 9%; intervalo de confianza [IC] 95%, 5,2-13,1), sin diferencias, sin embargo, en cuanto a la mortalidad26 . Cabe destacar, por otra parte, que aunque los efectos adversos son más frecuentes en el grupo de trata- miento farmacológico (13% frente a 4%), los efectos adver- sos graves fueron claramente más frecuentes en el grupo de ligadura endoscópica, con un desenlace no excepcionalmente fatal. Ambas posibilidades están aceptadas como de primera línea en la profilaxis de primera hemorragia. La elección en- tre una u otra opciones terapéuticas no se encuentra exenta de cierta controversia. En la reciente conferencia de consen- so de Baveno V se concluyó que “la elección del tratamiento se debe basar en los recursos locales y la experiencia, las pre- ferencias y características del paciente, los efectos secunda- rios y las contraindicaciones”. Sin embargo, el tratamiento farmacológico presenta determinadas ventajas que le con- vierten en la primera opción de tratamiento en nuestro me- dio: a) menor incidencia de efectos adversos graves; b) reduc- ción simultánea del riesgo de hemorragia por gastropatía portal hipertensiva, que es una causa frecuente de primera hemorragia; c) menor coste; d) no necesidad de personal es- pecializado para su aplicación; e) reducción en pacientes con respuesta hemodinámica no sólo de la mortalidad y el riesgo de hemorragia, sino también de otras descompensaciones e incluso de peritonitis bacteriana y f) finalmente, el trata- miento bloqueador beta tiene efectos beneficiosos en los pa- cientes con cirrosis hepática que no dependen de la reduc- ción del GPVH. Así, en el seguimiento a largo plazo de un ensayo que comparó bloqueadores beta no cardioselectivos con ligadura endoscópica (en prevención de recidiva hemo- rrágica), se demostró que pese a un mayor riesgo de hemo- rragia en el grupo de tratamiento farmacológico, la supervi- vencia fue superior en un 21% frente al grupo de ligadura endoscópica. En la figura 3 se propone un algoritmo para la profilaxis primaria. 02 ACT 2 (634-643).indd 640 9/5/12 11:25:04
  • 8. Medicine. 2012;11(11):634-43   641 Hipertensión portal Prevención de la recidiva de la hemorragia varicosa tras un episodio previo Los pacientes que sobreviven a un episodio hemorrágico tie- nen un riesgo superior al 60% de tener una nueva hemorragia durante los 2 siguientes años en ausencia de tra­tamiento profi- láctico, con una mortalidad superior al 30% Aproximadamente la mitad de los casos se producen de modo precoz. Por ello, es muy importante que la estrategia de profilaxis se haya adoptado antes de que el paciente abandone el hospital después de la hemorragia. La única excepción la constituyen los pacientes que precisan de la colocación de una derivación porto-sistémi- ca percutánea intrahepática (DPPI o TIPS) como consecuen- cia de una hemorragia aguda refractaria al tratamiento conven- cional. En los siguientes párrafos haremos una breve referencia a los estudios que han abordado el problema. Combinación de bloqueadores beta no cardioselectivos con 5-mononitrato de isosorbide (5-MNIS) Los datos derivados de la comparación entre terapia farmacoló- gica combinada y bloqueadores beta de modo aislado sugieren que la primera reduce, aunque de modo no estadísticamente significativo, el riesgo de recurrencia hemorrágica (33% frente a 41%), siendo probablemente la opción farmacológica más efi- caz19 . Sin embargo, los efectos adversos pueden ser considera- bles, como consecuencia de un em- peoramiento del estado circulatorio sistémico (mayor dificultad para el control de la ascitis, hipotensión ar- terial). Por lo tanto, debe ser utiliza- da cautelosamente, o evitada, en pa- cientes con ascitis no bien controlada o con insuficiencia renal. Ligadura endoscópica Los datos derivados de diferentes ensayos clínicos muestran que el riesgo de recurrencia hemorrágica en pacientes que reciben ligadura endoscópica como terapia preventi- va es del 32%27 . El efecto adverso más frecuente es la aparición de disfagia y dolor torácico, habitual- mente de corto tiempo de duración. La complicación más relevante es el desarrollo de hemorragia secunda- ria a escaras producidas por la pro- pia ligadura. Es posible que la ad- ministración de inhibidores de la bomba de protones durante 10 días tras la ligadura pudiera reducir el riesgo de hemorragia por escaras. Tratamiento combinado, endoscópico y farmacológico Los estudios que han evaluado la utilización conjunta de terapia far- macológica y endoscópica han de- mostrado una reducción significativa del riesgo de recu- rrencia hemorrágica frente a la utilización aislada de ligadura (14-23% frente a 38%-47%). Esta es probable- mente la aproximación terapéutica más racional, puesto que la administración de tratamiento farmacológico reduce el riesgo de hemorragia en tanto que la terapia endoscópica consigue la erradicación de las varices19 . Este aspecto ha sido recientemente evaluado en una revisión sistemática con metaanálisis que ha demostrado la mayor eficacia del tratamiento combinado. En este sentido, se han presentado recientemente los resultados de un estudio que introduce el concepto de terapia guiada por la respuesta en la prevención de recurrencia hemorrágica. Los pacientes recibieron bloquea- dores beta con o sin 5-mononitrato de isosorbide, además de ligadura endoscópica. Se valoró la utilidad de realizar un estudio hemodinámico para la medición del GPVH. En el grupo de terapia guiada por la respuesta, los pacientes con respuesta hemodinámica subóptima recibieron adicional- mente prazosín. Dicha estrategia se tradujo en una menor probabilidad de resangrado y un incremento en la supervi- vencia28 . Derivación porto-sistémica percutánea intrahepática Pese a que es una estrategia de gran eficacia en la prevención de la recidiva hemorrágica, no debe ser considerada como de primera línea. SíNoSí No Bloqueadores beta no cardioselectivos Si intolerancia o efectos adversos leves: suspender (reiniciar cribado endoscópico) Bloqueadores beta no cardioselectivos Bloqueadores beta no cardioselectivos Cirrosis descompensada Signos endoscópicos de riesgo SíNoSí No Bloqueadores beta no cardioselectivos Preferible: bloqueadores beta Alternativa: ligadura endoscópica Preferible: bloqueadores beta Alternativa: ligadura endoscópica Cirrosis descompensada Signos endoscópicos de riesgo Varices grandes (mayores de 5 mm) Varices pequeñas (menores de 5 mm) Fig. 3. Algoritmo para la profilaxis de primera hemorragia 02 ACT 2 (634-643).indd 641 9/5/12 11:25:04
  • 9. 642   Medicine. 2012;11(11):634-43 Enfermedades del aparato digestivo (XI) En la figura 4 se propone un algoritmo de tratamiento para la prevención de la recurrencia hemorrágica. Tratamiento de la ascitis La ascitis es la manifestación clínica que aparece con más frecuencia como primera descompensación en los pacientes con cirrosis. Existen cuatro escalones fundamentales en su tratamiento que exponemos a continuación. Dieta hiposódica En la actualidad se considera que la ingesta diaria de sal en pacientes con ascitis no debe ser superior a 2 g (88 mmol). Una restricción más intensa facilitaría la eliminación de la ascitis más rápidamente; sin embargo, puede redundar en un agravamiento de la desnutrición que, de modo constante, presentan los pacientes con ascitis como consecuencia de una menor ingesta. Salvo en pacientes con hiponatremia dilucional grave (Na inferior a 125 mmol/l), no es necesaria la restricción hídrica en el tratamiento de pacientes con cirrosis y ascitis20 . Fármacos diuréticos Teniendo en cuenta que la pérdida no urinaria de sodio en un paciente sin fiebre y sin diarrea es de unos 10 mmol diarios, el objetivo del tratamiento diurético es conseguir una natriuresis superior a 78 mmol/día. El modo más preciso para monitorizar la excreción urinaria de sodio es la recolección de la diuresis total durante 24 horas. Sin embargo, no siempre es sencilla la obtención de dicho análisis. Si la concentración absoluta de sodio es superior a la de potasio en una muestra de orina aislada, la ex- creción urinaria de sodio del pacien- te será mayor a 78 mmol/día con una probabilidad del 90%. La pauta inicial de tratamiento diurético con- siste en la administración matutina de furosemida y espironolactona en las dosis de 40 y 100 mg diarios respec- tivamente29 . La dosis diaria puede ser incrementada a intervalos de 3-5 días, manteniendo la proporción 40/100 mg, lo que habitualmente evita alteraciones en la concentra- ción sérica de potasio. La dosis máxima establecida para ambos fár- macos es 160 mg diarios de furose- mida y 400 de espironolactona20 . Ocasionalmente, en pacientes con ascitis leve,puede utilizarse monote- rapia con espironolactona. En los pacientes con edema grave no existe un límite establecido en cuanto a la pérdida diaria de peso. Sin embargo, si no existe edema grave o una vez resuelto éste, debe evitarse una pér- dida superior a 500 mg diarios, puesto que podría conducir a una depleción de volumen e insuficien- cia renal como consecuencia. Paracentesis evacuadora En los pacientes con ascitis tensa, el drenaje inicial del líqui- do intraperitoneal mediante punción permite una resolución más rápida del problema. Cuando el volumen evacuado es inferior a 5 litros, es razonablemente seguro no administrar expansores plasmáticos tras la paracentesis. Sin embargo, tras realizar paracentesis de más de 5 litros (también llamada pa- racentesis de gran volumen), el paciente debe recibir albúmi- na por vía intravenosa en dosis de 6-8 gramos por litro eva- cuado, con el objetivo de evitar el desarrollo de disfunción circulatoria post-paracentesis20 . Trasplante hepático Pese a los importantes avances que se han producido duran- te los últimos años en el tratamiento de la cirrosis descom- pensada, el pronóstico de los pacientes con cirrosis y ascitis continúa siendo sombrío a medio plazo, con una probabili- dad de supervivencia en torno al 50% a los 5 años30 . Por lo tanto, todo paciente con ascitis secundaria a cirrosis e HTP debe ser evaluado acerca de su potencial indicación para re- cibir trasplante hepático. Ascitis refractaria Constituyen un grupo especial dentro de los pacientes con ascitis secundaria a HTP. Podemos encuadrar dentro de esta categoría a aquellos pacientes en los que no se obtiene una natriuresis eficaz pese a la adecuada realización de dieta hipo- sódica y a la administración de terapia combinada con furose- Intensificar tratamiento previo DPPI Añadir ligadura endoscópica Recidiva DPPI Recidiva Recidiva no grave Recidiva grave Añadir ligadura endoscópica (y 5-MNIS en ausencia de contraindicación) Iniciar bloqueadores beta (considerar 5-MNIS en ausencia de contraindicación) Sí No Tratamiento previo con bloqueadores beta Prevención secundaria de hemorragia por varices esofágicas Fig. 4. Algoritmo para la profilaxis de recurrencia hemorrágica. DPPI: derivación portosistémica percutánea intrahepática 5-MNIS: 5-mononitrato de isosorbide. 02 ACT 2 (634-643).indd 642 9/5/12 11:25:04
  • 10. Medicine. 2012;11(11):634-43   643 Hipertensión portal mida y espironolactona en la dosis máxima establecida. Aproximadamente un 10% de los pacientes con cirrosis y as- citis pertenecen a esta categoría. Por otra parte, existen pa- cientes que pese a no ser refractarios al tratamiento médico de la ascitis, desarrollan complicaciones clínicamente relevan- tes que impiden la administración de diuréticos en una dosis adecuada: encefalopatía, hiponatremia, hiperpotasemia o in- suficiencia renal. La estrategia inicial de tratamiento para ellos es la realización periódica de paracentesis de gran volu- men. En general, el drenaje de 10 litros de líquido ascítico cada 2 semanas es suficiente incluso en pacientes con una ex- creción urinaria de sodio nula. Aunque no existen estudios en la literatura que hayan demostrado de modo definitivo un in- cremento en la supervivencia, se aconseja la administración de albúmina tras la paracentesis cuando el volumen drenado supera los 5 litros. Una alternativa para el tratamiento de los pacientes con ascitis refractaria es la colocación de una DPPI. Los estudios que han evaluado esta opción terapéutica frente a terapia habitual han demostrado de modo homogéneo un mejor control de la ascitis en el grupo de pacientes que reci- bieron DPPI. Del mismo modo, dichos pacientes presenta- ron un riesgo significativamente superior de desarrollar ence- falopatía tras la colocación de la DPPI. Recientemente ha sido publicado un metaanálisis utilizando los datos individua- les de los pacientes que ha sugerido un incremento de la su- pervivencia en el brazo de tratamiento mediante DPPI31 . Sin embargo, no se puede considerar esta información como in- equívocamente cierta a la luz de los conocimientos actuales. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. 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