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Síndrome de malabsorción:
fisiología y fisiopatología
Fernando Gomollón
Servicio de Aparato Digestivo. Hospital Clínico Lozano Blesa. Zaragoza.
Departamento de Medicina y Psiquiatría. Universidad de Zaragoza.
CIBERehd
Objetivos de este capítulo
❱❱ Conocer los fundamentos básicos de la
fisiología general de la absorción intestinal.
❱❱ Establecer los conceptos de maldigestión y
malaborción, tanto en términos generales
como en referencia a nutrientes, vitaminas
y oligoelementos específicos.
❱❱ Identificar los puntos esenciales para la
sospecha y diagnóstico de los síndromes de
malabsorción en clínica humana.
REFERENCIAS CLAVE
1.	 Johnson LR. Physiology of the Gastrointes-
tinal Tract. New York. Raven Press. 1987.
2.	 Farell JJ. Digestion and absorption of
nutrients and vitamins. En Feldman M,
Friedman LS, Brandt LJ. (eds) Gastroin-
testinal and Liver Diseases. 9ª Edition. WB
Saunders. Philadelphia. 2010: 1695-733.
3.	 Högenhauer C, Hammer HF. Maldiges-
tion and malabsorption. En Feldman M,
Friedman LS, Brandt LJ (eds). Gastroin-
testinal and Liver Diseases. 9ª Edition. WB
Saunders. Philadelphia. 2010: 1735-67.
Fisiología general de la absorción.
Introducción
Por motivos didácticos, es frecuente simplificar y
atribuir a cada órgano una única función fisiológica.
Si ese fuera el caso real, el intestino sería el encar-
gado de la absorción de nutrientes. Sin embargo,
el intestino es un órgano con funciones inmunoló-
gicas, neurológicas, excretoras, y endocrinas, entre
otras, y no es fácil separarlas: todas ellas se realizan
de forma coordinada e interrelacionada, sin que
un esquema sencillo permita ni siquiera esbozar la
complejidad de los fenómenos biológicos que allí
se desarrollan. No obstante, resulta evidente que
la absorción de nutrientes es una misión esencial
del intestino. Basta observar su organización es-
tructural, para comprobar que siguiendo un com-
plejo modelo matemático de fractales la mucosa
intestinal se pliega, se divide en vellosidades, y és-
tas en microvellosidades, lo que proporciona una
superficie de contacto con el exterior de alrededor
de 400 m2
. La mucosa intestinal tiene que conse-
guir absorber lo necesario, excretar lo preciso, e
impedir el paso de moléculas o agentes infecciosos
dañinos, mientras colabora activamente con la mi-
crobiota intestinal (mutualismo). En la luz intestinal
se acumulan una mezcla de substancias externas
(los alimentos), secreciones internas (esofágicas,
gástricas, intestinales, hepáticas, y pancreáticas),
y agentes vivos (algunos externos y sobre todo la
microbiota intestinal). Los fenómenos de absorción
intestinal se producen en este ambiente, condicio-
nados por las leyes físicas, químicas y biológicas.
Quizás, de todas las propiedades del proceso, cabe
destacar especialmente la extraordinaria capacidad
de reserva. Todos los componentes mencionados
son precisos para una correcta función fisiológica
global, pero el sistema intestinal puede suplir casi
cualquier déficit que pueda producirse por fenóme-
nos patológicos, excepto en las situaciones más ex-
tremas. Así, por ejemplo, un paciente gastrectomi-
zado puede llevar una vida prácticamente normal,
y, a menudo, no observaremos nada clínicamente
evidente hasta que haya desaparecido el 85% de
la secreción pancreática exocrina. Este punto nos
indica que, en muchos casos, hace falta un alto
índice de sospecha clínico o una correcta interpre-
tación de sutiles datos analíticos para considerar la
posibilidad de una malabsorción. En algunos casos,
la probabilidad de que se esté produciendo una ma-
315I N T E S T I N O D E L G A D O Y C O L O N
22
Sección 4. Intestino delgado y colon
316
labsorción subclínica inicialmente, hace que nuestra
actitud haya de ser preventiva, no meramente tera-
péutica: por ejemplo, la probabilidad de que años
después de una gastrectomía total se produzca una
osteoporosis por malabsorción de calcio es muy
alta, pero es un fenómeno que podemos evitar si lo
tenemos en cuenta desde el mismo momento de la
intervención.
Otro punto general que hay que señalar inicial-
mente, es que en algunos casos concretos hay
nutrientes o oligoelementos cuya absorción está
regulada de forma muy compleja: por ejemplo en
el caso del hierro, elemento cuya absorción debe
estar regulada de forma muy estricta puesto que el
organismo es susceptible tanto a un déficit como a
un superávit, como más adelante veremos.
Como fundamento de los conocimientos fisiopato-
lógicos básicos, repasaremos brevemente los me-
canismos fisiológicos de la absorción intestinal, y
paralelamente las alteraciones más frecuentes que
se presentan en la clínica diaria. Sólo nos deten-
dremos en algunos puntos esenciales o ejemplari-
zantes, debiendo el lector recurrir a las referencias
básicas que facilitamos para un abordaje más ex-
haustivo. No está de más señalar, cómo del conoci-
miento cada vez más profundo de los mecanismos
de malabsorción, se derivan también técnicas tera-
péuticas, dándose la paradoja de que, en el mundo
subdesarrollado la malabsorción sea una de las pa-
tologías más frecuentes mientras que en los países
occidentales desarrollados, se apliquen técnicas
quirúrgicas sofisticadas para provocar malabsor-
ción en el tratamiento de la obesidad mórbida.
Absorción intestinal de agua y electrolitos
A través del intestino delgado proximal (yeyuno) se
estima que circulan a lo largo del día entre 8.000 y
9.000 cc de líquido, mientras que por las heces se
excretan entre 100 y 200 cc. Aunque factores die-
téticos pueden hacer variar el volumen final (por
ejemplo con la dieta típica de un país subdesarro-
llado, como Senegal, los volúmenes medios de las
heces pueden llegar a ser de 400 cc) la mayor parte
del volumen procede de líquidos generados endó-
genamente, que son reciclados a través de comple-
jos mecanismos de secreción y absorción, estrecha-
mente regulados. El movimiento de los iones y del
líquido (nótese que el resultado neto es la suma de
fenómenos activos y pasivos de absorción y secre-
ción) se produce por diversos mecanismos parace-
lulares (en este caso sobre todo pasivos, regulados
por los mecanismos físicos osmóticos) y transcelula-
res (en este caso activos y pasivos, regulados sobre
todo a través de los mecanismos de transporte de
los iones fundamentales, especialmente el sodio).
La complejidad de estos mecanismos trasciende
claramente este capítulo, y basta señalar que están
implicados muy diversos transportadores de sodio,
cloro, bicarbonato y ácidos grasos de cadena corta;
en unos casos independientes y en otros ligados a
la absorción de otros nutrientes, como por ejemplo
la glucosa o los aminoácidos. Estos mecanismos no
sólo son complejos, sino que son variables a lo largo
del tracto intestinal, que tiene activadas funciones
relativamente específicas en cada tramo. Así, la
mucosa del yeyuno es fisiológicamente la más per-
meable, y la del colon la más impermeable; y los
mecanismos de transporte de sodio ligados a gluco-
sa son más activos en el yeyuno proximal, mientras
que los transportadores de ácidos grasos de cadena
corta son mucho más activos en el colon proximal.
Todo el proceso está regulado por péptidos locales
y sistémicos: hormonalmente, inmunológicamen-
te (las citoquinas, por ejemplo, pueden modificar
el transporte de electrolitos a través de la muco-
sa), y por la microbiota intestinal: las bacterias
intestinales influyen directamente en varios meca-
nismos de absorción, e indirectamente a través de
sus efectos metabólicos o reguladores de la situa-
ción inflamatoria de la mucosa.
Desde el punto de vista clínico, cabe destacar que
hay algunos reguladores de la absorción de agua
y electrolitos con especial repercusión. Así, cabe
citar que los glucocorticoides son (globalmente)
fármacos que favorecen la absorción de sodio y
agua, por lo que parte de sus efectos clínicos en las
enfermedades inflamatorias intestinales se deben
a un efecto neto favorecedor de la absorción de
sodio. Los opioides son los fármacos antidiarreicos
más potentes: parte de su efecto se debe a que
inhiben la secreción a la luz de iones y electroli-
tos. El racecadotrilo es un fármaco que se ha de-
sarrollado como inhibidor de la degradación de las
encefalinas, análogos naturales de los opiáceos, y
que tiene un efecto antidiarreico en diversas cir-
cunstancias patológicas precisamente al inhibir la
hipersecreción de electrolitos y agua a la luz in-
testinal. Por el contrario, hay péptidos endógenos
que tienen un efecto neto secretor, como el VIP
y que pueden expresarse clínicamente como un
síndrome diarreico con un balance muy negativo
de líquidos; y el mecanismo fisiopatológico funda-
mental en muchas diarreas inducidas por gérme-
nes viene mediado por enterotoxinas que interfie-
22. Síndrome de malabsorción: fisiología y fisiopatología
317
ren con los mecanismos de secreción intestinales.
El paradigma es el efecto de la toxina colérica, que
bloquea la absorción de cloruro sódico y estimula
la secreción de cloro, creando un balance de secre-
ción de agua hacia la luz intestinal muy potente.
Es precisamente el cólera el ejemplo clínicamente
más relevante de la complejidad de los mecanis-
mos de absorción y secreción intestinales, y de la
importancia clínica que puede tener una buena
base fisiopatológica. Aunque la toxina provoca
un efecto neto de secreción, otros mecanismos de
absorción de sodio (y por lo tanto de agua, que di-
fundirá pasivamente siguiendo mecanismos osmó-
ticos) siguen funcionando íntegramente durante la
infección. En particular, los mecanismos de trans-
porte de sodio ligados a glucosa y a aminoácidos
continúan funcionando; por lo tanto, si se suminis-
tran por vía oral glucosa o aminoácidos junto con
sodio y agua, los mecanismos de absorción pueden
equilibrar las grandes pérdidas de líquido a la luz in-
testinal, hasta que el sistema inmunológico elimina
a la bacteria dañina. Este concepto fisiopatológico
es el fundamento básico de la rehidratación oral,
el tratamiento más efectivo de la diarrea aguda, y,
probablemente, el concepto médico que más vidas
ha salvado (literalmente) en los últimos decenios .
Absorción de grasas
Los lípidos son substancias grasas que pueden ex-
traerse por solventes orgánicos como el alcohol,
el éter, o el benceno; y los lípidos dietéticos más
importantes son los triglicéridos, colesterol, fosfo-
lípidos y vitaminas liposolubles. Los lípidos, y en
este caso sobre todo los triglicéridos, representan
habitualmente el 40% de las calorías en la dieta oc-
cidental. En condiciones fisiológicas, la mayor parte
de la absorción de los lípidos se lleva a cabo en el
yeyuno proximal y medio. Aunque el paso final a
través de la membrana y la célula intestinal es, muy
probablemente, en gran parte pasivo (se han des-
crito también procesos de difusión facilitada por
ejemplo para el ácido linoleico); para que ocurra,
los lípidos tienen que llegar en concentraciones al-
tas y condiciones bioquímicas adecuadas, al borde
acuoso de la membrana.
En el proceso de absorción de los triglicéridos in-
tervienen el pH local, la lipasa gástrica, la lipasa y
colipasa pancreáticas, y las sales biliares; todo ello
con la mezcla adecuada de todas las substancias, con
los fenómenos de emulsión y formación de micelas
como pasos intermedios necesarios. La absorción de
grasas es, por tanto, muy sensible a cualquiera de
los procesos patológicos: una gastrectomía impedirá
la mezcla adecuada, una pancreatitis crónica redu-
cirá la presencia de lipasa y colipasa y acidificará el
medio, un problema de drenaje biliar dificultará la
presencia de cantidades adecuadas de sales biliares,
un sobrecrecimiento bacteriano puede modificar la
concentración de sales biliares, y así en múltiples si-
tuaciones patológicas. A pesar de la complejidad del
proceso, el intestino normal es capaz de extraer has-
ta el 99% de la grasa presente en la dieta. Sin embar-
go, este sistema tan eficiente es dependiente de la
integridad de tantos factores que prácticamente en
todas las patologías puede verse afectado. Aunque
no todas las vitaminas liposolubles son igualmente
dependientes de la integridad del sistema (por ejem-
plo, sólo la absorción de vitamina K depende de la
presencia de sales biliares luminales), sus mecanis-
mos de transporte intracelulares pueden estar liga-
dos a la formación de quilomicrones y otras lipopro-
teínas, y por lo tanto ser sensibles a las alteraciones
en la absorción de lípidos.
La dependencia de la integridad de diversos facto-
res, hace que la medición de la absorción de grasas
sea el método preferido para evaluar la integridad
general del proceso de absorción intestinal. A pesar
de su dificultad técnica, durante muchos años el
test de Van de Kamer, que mide la absorción intes-
tinal de grasas, fue la prueba de referencia clínica
en el estudio de la absorción intestinal (figura 1).
Absorción de hidratos de carbono
Los carbohidratos son también una base calórica
fundamental en la dieta, representando la fuente
más importante (tal vez el 45% de las calorías) tan-
to en Occidente como en países subdesarrollados.
Quizás no tan compleja como la absorción de lípi-
dos, la asimilación de los glúcidos no deja de ser un
proceso biológico difícil de aprehender. Gran parte
de los hidratos de carbono dietéticos son azúcares
complejos, algunos no asimilables por el organismo
humano como la celulosa, otros dependientes de
las acciones fisiológicas de la microbiota intestinal;
y muchos precisan su transformación previa en di-
sacáridos a través de la acción de las amilasas sali-
var y pancreática; para después ser el blanco de la
acción de las disacaridasas presentes en el borde
en cepillo de la mucosa intestinal, porque sólo los
monosacáridos serán transportados por la célula
intestinal para completar el proceso de absorción.
Entre ellas, cabe destacar a la lactasa, maltasa, sa-
carasa y trehalasa. El proceso de absorción no está
sólo influido por la microbiota intestinal, el pH, o
Sección 4. Intestino delgado y colon
318
la integridad de la función pancreática y de la pro-
pia mucosa: también varía con la edad y la raza. El
ejemplo más citado es la actividad de la lactasa,
disacaridasa que se expresa ya en el período fetal,
para alcanzar su máxima actividad durante el pe-
ríodo de lactancia. Posteriormente su actividad se
reduce muy significativamente, quizás hasta un 5
a un 10% de la presente en el neonato, y en de-
pendencia de la etnia esta disminución es todavía
mayor, provocando una intolerancia a la lactosa,
un fenómeno especialmente común en algunas
poblaciones. La introducción en los últimos siglos
de los azúcares refinados y preprocesados en la
alimentación de los países occidentales, hace que
una gran parte de la absorción fisiológica de glúci-
dos sea dependiente únicamente de la inte-gridad
de la mucosa intestinal, ya que las propias células
mucosas sintetizan las disacaridasas. De hecho, la
base de los tests que se dirigen a diferenciar los
síndromes de malabsorción con origen en anoma-
lías de la mucosa es medir la absorción de azúcares
simples como la D-Xilosa. Un factor que no debe-
mos olvidar, es que la acción de la microbiota intes-
tinal es especialmente llamativa en el caso de los
azúcares. Las bacterias utilizan los carbohidratos
como sustratos nutritivos y de su metabolismo se
derivan gran parte de los efectos más evidentes de
la microbiota intestinal.
Absorción de proteínas
Las proteínas representan una parte proporcio-
nalmente menor de la ingesta calórica, en la gran
Figura 1. A pesar de su dificultad técnica, durante muchos años el test de Van de Kamer, que mide la absorción intestinal de
grasas, fue la prueba de referencia clínica en el estudio de la absorción intestinal.
22. Síndrome de malabsorción: fisiología y fisiopatología
319
mayoría de las poblaciones, entre un 10 y un 20%
aproximadamente. Sin embargo, su variabilidad en
composición y estructura es enorme, de hecho son
el fundamento básico de la gran biodiversidad ve-
getal, animal y del resto de los seres vivos. Su pieza
básica son los veinte aminoácidos, para los cuales
existen varios transportadores específicos en la cé-
lula intestinal. En este caso, la célula intestinal no
sólo es capaz de absorber los aminoácidos simples
sino que, además, puede absorber dipéptidos o in-
cluso tripéptidos; lo que le proporciona una capaci-
dad mucho mayor de reserva.
El proceso digestivo de las proteínas depende de
un conjunto de enzimas, que van transformando
las estructuras complejas en moléculas progresiva-
mente más sencillas. Las pepsinas gástricas, crítica-
mente dependientes en su acción del pH del medio,
inician el proceso; que continúan las peptidasas
pancreáticas, y posteriormente las peptidasas del
borde en cepillo e intracelulares. Como una prueba
más de las múltiples interacciones presentes fisio-
lógicamente, cabe mencionar el papel clave de la
enteroquinasa, un enzima presente en el borde en
cepillo de la mucosa intestinal, que activa el trip-
sinógeno a tripsina, un punto clave para a conti-
nuación iniciar la cascada de funcionamiento del
resto de peptidasas pancreáticas. La enteroquinasa
es liberada, paso necesario para poder ejercer su
acción, por los ácidos biliares; un ejemplo más de
la interdependencia entre los diversos mecanismos
de absorción de nutrientes. Dado que varios de los
aminoácidos son esenciales, es decir, el organismo
por sí mismo es incapaz de sintetizarlos, no es muy
sorprendente que existan sistemas aparentemente
redundantes de absorción de péptidos. Asimismo,
desde un punto de vista fisiopatológico, convie-
ne resaltar como en condiciones de enfermedad
puede facilitarse el proceso de asimilación de los
péptidos administrándolos parcialmente digeridos,
en forma de aminoácidos, dipéptidos, tripéptidos
o péptidos no muy complejos; obviando parte
del proceso previo necesario antes del transporte
transcelular. Ello constituye el fundamento de las
nutriciones elementales (aminoácidos simples) o
poliméricas (péptidos sencillos). Este sistema no
sólo facilita la asimilación al no requerir un proce-
so digestivo complejo, sino que además reduce la
“carga antigénica”, puesto que no se administran
proteínas estructuralmente íntegras, que pueden
constituir determinantes antigénicos fácilmente re-
conocibles por el sistema inmunológico intestinal.
Aunque podemos encontrar a menudo hipoprotei-
nemia, en la mayoría de los casos, ésta es más una
consecuencia de defectos de síntesis hepática o de
enteropatía pierdeproteínas, que de un verdadero
fallo en la absorción intestinal. Sólo en casos extre-
mos de fallo de función pancreática o de síndrome
de intestino corto, la absorción de péptidos estará
gravemente comprometida, gracias a la capacidad
de reserva y redundancia del sistema.
Absorción de vitaminas. Absorción de ácido fólico.
AbsorcióndevitaminaB12
Absorción de vitaminas
La absorción de vitaminas es esencial para la vida,
y también es un conjunto de fenómenos en los que
interviene, además, de forma muy activa la micro-
biota intestinal. En algunos casos se absorben por
difusión pasiva, en otros por mecanismos activos
que pueden implicar mecanismos de hidrólisis
previa además de un transportador específico de
membrana. El déficit de vitaminas es parte esen-
cial de muchas de las entidades clínicopatológicas
en las que se produce malabsorción. No podemos
revisar específicamente todas ellas, pero por su im-
portancia en muchos síndromes de malabsorción:
el ácido fólico y la vitamina B12
.
Absorción de ácido fólico
La mayor parte del ácido fólico dietético está en
realidad en forma de poliglutamatos, presentes es-
pecialmente en las espinacas, nueces, cacahuetes,
la carne de hígado, o el zumo de naranja. La cocción
prolongada reduce considerablemente el valor en
folatos de los alimentos. Estos poliglutamatos de-
ben ser primero hidrolizados en la luz intestinal y
el borde en cepillo, un proceso que es interferido
por el alcohol etílico; para luego ser absorbido por
el enterocito con un mecanismo activo, que es se-
lectivamente inhibido por algunos fármacos como
la sulfasalazina. La ingesta diaria de folatos es, en
muchas personas, muy próxima a la cantidad diaria
mínima recomendada (200 mg, 400 en el embara-
zo), y las bacterias intestinales son ávidas consumi-
doras de ácido fólico; por lo que es muy frecuente
el déficit de ácido fólico en muchos procesos de
malabosorción.
Absorción de la vitamina B12
El organismo humano es capaz de extraer de la die-
ta cantidades mínimas de vitamina B12
: de hecho
Sección 4. Intestino delgado y colon
320
la cantidad mínima recomendada en la ingesta dia-
ria es de 1,5 µg (nótese microgramos). Probable-
mente ello es debido a su escasez en los alimentos,
y a la competición con las bacterias intestinales o
parásitos (situación frecuente en países subdesa-
rrollados). Para que este mecanismo sea tan eficaz,
selectivo y exacto, se precisa la integridad de va-
rios órganos y funciones: la presencia de proteínas
R (salivares, esofágicas y gástricas), la secreción de
factor intrínseco por parte del estómago, la acción
de las peptidasas pancreáticas (que disminuyen la
afinidad de la B12
por las proteínas R y la aumen-
tan por el factor intrínseco), la ausencia de pará-
sitos o sobrecrecimiento bacteriano, la integridad
anatómica del ileon terminal, y la presencia de re-
ceptores específicos en las células ileales encarga-
das del transporte del complejo factor intrínseco-
cobalamina. En resumen, la vitamina B12
presente
en el alimento se une primero a las proteínas R, un
complejo que no se absorbería. El factor intrínseco
producido por las células oxínticas, tiene menos afi-
nidad por la B12
hasta que la acción de la quimotrip-
sina pancreática cambia la situación; formándose
complejos factor intrínseco-B12
. Estos complejos, si
no son degradados o utilizados por parásitos o bac-
terias presentes en la luz intestinal, llegan al ileon,
donde son reconocidos por receptores específicos,
y luego absorbidos (figura 3).
Por tanto, muy diversas patologías pueden pro-
vocar una deficiente absorción de la vitamina B12
,
que es crítica para la síntesis de mielina, así como
para la constante regeneración de células sanguí-
neas. En la gastritis atrófica autoinmune, la defi-
ciente producción de factor intrínseco lleva a la
anemia perniciosa por déficit de vitamina B12
; en
la pancreatitis crónica avanzada el déficit de B12
es
muy frecuente; en el sobrecrecimiento bacteriano
puede ser una característica clave; y es una con-
secuencia frecuente de la enfermedad de Crohn,
bien por daño estructural del íleon, bien por su
Pepsina
Alimentos
Figura 2. Absorción de la vitamina B12
.
Vitamina B12
Complejo B12
– proteína R
B12
libre
Complejo B12
– Factor intrínseco
Receptores específicos en íleon terminal
Absorción en íleon terminal
Sangre B12
– transcobalaminaAlmacenamiento en hígado
Proteína R (saliva)
Tripsina (páncreas)
Factor intrínseco (estómago)
22. Síndrome de malabsorción: fisiología y fisiopatología
321
resección quirúrgica. Siendo todos estos hechos
relativamente bien conocidos, vale la pena citar al-
gunos datos recientes que son del máximo interés
clínico. En primer lugar, se han descrito múltiples
variantes genéticas que pueden llevar a un déficit
de B12
(citamos un ejemplo). En segundo lugar, y
probablemente mucho más importante desde el
punto de vista epidemiológico y clínico, la deficien-
cia de vitamina B12
puede ser mucho más frecuente
de lo que pensábamos, especialmente en la, cada
vez más numerosa, población anciana de los paí-
ses occidentales. En tercer lugar, y curiosamente,
probablemente aprovechando mecanismos de di-
fusión pasiva, el tratamiento antes necesariamente
intramuscular o intranasal, puede hacerse por vía
oral siempre que se utilicen dosis muy elevadas, de
0,5 a 1 mg (nótese miligramos) diarios .
Por otra parte, la complejidad del sistema también
es la base de las diversas variantes del Test de Schi-
lling, con el cual se mide la absorción de vitamina
B12
: aislado, con administración previa de factor
intrínseco (para confirmar la atrofia gástrica como
origen), de enzimas pancreáticos (para confirmar
la insuficiencia pancreática), o de antibióticos (para
confirmar el sobrecrecimiento bacteriano) (figura 4).
Absorción de minerales y oligoelementos:
hierro y calcio
Absorción de hierro
No es necesario resaltar la importancia biológica
del hierro. Su absorción intestinal está estrecha-
mente regulada por una serie de mecanismos
locales y sistémicos, muchos de ellos de conoci-
miento muy reciente. El hierro está presente en la
alimentación en cantidades variables, en Occidente
entre 20 y 30 mg/diarios; pero en muchos países
subdesarrollados en áreas con alimentación predo-
minantemente vegetariana la cantidad es substan-
Ingesta inadecuada B12
Origen no digestivo:
• Embarazos
• Fármacos
• Enf. hematológica
Déficit B12
en suero
Figura 3. Test de Schilling para el diagnóstico de malabsorción de vitamina B12
.
Sobrecrecimiento
bacteriano
Insuficiencia pancreática
Anemia perniciosa
Afectación íleon
Test Schilling
Malabsorción B12
Test Schilling
+
Factor intrínseco
Test Schilling + Antibióticos
Test Schilling
+
En. pancreáticas
Sob. bacteriano
Ins. pancreática
Afectación íleon
Ins. pancreática
Afectación íleon
NEG
POS
POS
POS
NEG
NEG
NEG
Sección 4. Intestino delgado y colon
322
cialmente menor. En dependencia de la edad (los
requerimientos son mucho mayores durante el pro-
ceso de crecimiento, por ejemplo) y las circunstan-
cias fisiológicas (embarazo, menstruación, pérdidas
por enfermedad o heridas) la capacidad de absor-
ción intestinal puede modificarse, multiplicándose
hasta por 10 con respecto a la absorción normal.
La proteína transportadora DMT-1 presente en el
enterocito es clave en el proceso, y su expresión y
función están regulados estrechamente. Además
del gen HFE, claramente implicado en la hemo-
cromatosis (enfermedad en la que la absorción de
hierro sería anómalamente excesiva); un cúmulo
de datos recientes demuestran que un péptido
conocido como hepcidina es probablemente una
substancia reguladora clave en el metabolismo del
hierro; controlando su absorción en función no
sólo de la situación de los depósitos de hierro, sino
también de la presencia o ausencia de inflamación.
En este punto es donde queríamos señalar como
la absorción intestinal puede estar influida no sólo
por factores estructurales (daño tisular directo, por
ejemplo) sino por la situación general del organis-
mo. A través de la expresión de la hepcidina, la IL6
(interleucina 6) producida en un proceso inflamato-
rio puede limitar seriamente la absorción de hierro,
siendo uno de los nexos entre inflamación y ane-
mia, conexión sobre la que se ha avanzado significa-
tivamente en los últimos 10 años. Deliberadamente
he obviado hasta este momento que la absorción
de hierro es, fisiológicamente, casi exclusivamente
duodenal. Esta localización precisa hace de la ab-
sorción de hierro la principal damnificada en las
enfermedades predominantemente duodenales,
como la enfermedad celíaca (la anemia ferropénica
es la manifestación más común de la enfermedad
en el adulto, ver capítulo 23) y todas aquellas inter-
venciones quirúrgicas, por fortuna cada vez menos
frecuentes, que evitan el paso del bolo alimenticio
por el duodeno. El estudio del hierro, y de los datos
analíticos que reflejan su metabolismo es esencial
en la clínica de la malabsorción. La ferritina refleja
bien, en ausencia de inflamación, los depósitos de
hierro, y el receptor soluble de transferina puede
ser un índice de déficit tisular de hierro .
Absorción de calcio
El calcio se absorbe por un doble mecanismo: ac-
tivo, casi exclusivamente duodenal; y pasivo, a lo
largo de todo el intestino delgado. Ambos meca-
nismos, pero especialmente el activo duodenal,
presentan gran variabilidad a lo largo de la vida del
sujeto, siendo especialmente activos en el neonato
o en el embarazo, y menos eficientes en el ancia-
no. En ambos casos, la vitamina D regula el pro-
ceso a través de su acción sobre la concentración
intracelular de calbindina. Además de por el calcio
dietético, por otros factores endoluminales como la
concentración de oxalatos, y por la vitamina D; vale
la pena recordar, como en el caso del hierro, la im-
portancia de la integridad duodenal en la absorción
de calcio; factor a tener en cuenta en los pacientes
celíacos o con intervenciones quirúrgicas gástricas.
Fisiopatología: maldigestión
y malabsorción
El objetivo de este capítulo no es llevar a cabo una
revisión general de las diferentes enfermedades
que pueden causar malabsorción (una lista parcial
se facilita en la tabla 1), y algunas de las entidades
más importantes constituyen capítulos completos
de este libro (referencias cruzadas). Clásicamente
se distinguen, desde un punto de vista fisiopatoló-
gico dos grandes tipos de síndromes: maldigestión
cuando la alteración fundamental reside en la di-
gestión intraluminal de los alimentos (el prototi-
po sería una pancreatitis crónica) y malabsorción
cuando el defecto primario reside en la propia
Figura 4. Aftas en la mucosa orofaríngea de un enfermo con
celiaquía (el término esprue se deriva de la palabra holandesa
“apruw”, que significa afta).
22. Síndrome de malabsorción: fisiología y fisiopatología
323
mucosa intestinal (ejemplos en la tabla 2). Si bien
desde un punto de vista estrictamente fisiopatoló-
gico, y en ocasiones para orientar parte del proceso
diagnóstico, la distinción puede tener interés; des-
de el punto de vista estrictamente clínico resulta
más práctico agrupar las distintas entidades clínicas
como causantes de malabsorción, concepto que
englobaría ambos. De hecho, en muchas circuns-
tancias clínicas aparentemente puras, finalmente
se da una mezcla de alteraciones. Así, el prototipo
de enfermedad mucosa que causaría malabsorción
y no maldigestión sería la enfermedad celíaca, en la
que el daño primario reside en la mucosa intestinal.
Sin embargo, hay varias circunstancias que hacen
que también exista maldigestión. La deficiente ab-
sorción hace que la mezcla de los diversos compo-
nentes necesarios para la absorción sea deficiente,
hay una mayor contenido luminal de sustratos para
el metabolismo bacteriano y, sobre todo, la des-
trucción de la mucosa repercute en daño también
en los receptores que tienen que activarse para li-
berar secretina y colecistoquinina; hormonas que
intervienen directamente en la secreción biliar y
pancreática, necesarias para la «digestión».
Malabsorción de grasas
La malabsorción de grasas puede depender de
diversos factores: 1) mezcla inadecuada del con-
tenido intestinal con las secreciones biliar y/o
pancreática (habitualmente tras intervenciones
quirúrgicas); 2) falta de sales biliares con dificultad
en la formación de micelas (por ejemplo por obs-
trucción biliar); 3) falta de hidrólisis de las grasas
por reducción o ausencia de secreción pancreática;
4) anomalías estructurales en la mucosa que impi-
dan el tránsito por la célula intestinal normal; y 5)
obstrucción linfática que dificulte el transporte de
quilomicrones y lipoproteínas. La propia comple-
jidad de la absorción de los lípidos hace que nu-
merosas enfermedades puedan repercutir en una
malabsorción de grasas, que, de hecho, es el factor
común más frecuente en la mayoría de los trastor-
nos malabsortivos. Además del déficit en la ingesta
calórica, puede acompañarse de absorción inade-
cuada de vitaminas liposolubles. Por otra parte, los
lípidos que quedan libres en la luz intestinal son
sustratos para el metabolismo bacteriano, lo cual
puede producir otra serie de efectos en los tramos
intestinales más bajos.
La esteatorrea es tan común en los síndromes de
malabsorción, que en algunos textos los términos
llegan a confundirse. En términos generales, sin
embargo, la esteatorrea es mucho más intensa y
manifiesta en los cuadros de maldigestión que en
las enfermedades propiamente mucosas. De he-
cho, la enfermedad que cursa con una esteatorrea
clínicamente más relevante, incluso en el aspecto
❱❱ 	 Enfermedades intestinales
	 • Enfermedad de Crohn
	 • Enfermedad celíaca
	 • Sobrecrecimiento bacteriano
	 • Síndrome de inmunodeficiencia adquirida
	 • Síndromes de intestino corto
	 • Tuberculosis intestinal
	 • Enfermedad inmunoproliferativa del intestino
	 	 delgado
	 • Giardiasis
❱❱ 	 Enfermedades pancreáticas
	 • Pancreatitis crónica
	 • Fibrosis quística
❱❱ 	 Enfermedades gástricas
	 • Gastritis atrófica
	 • Cirugía gástrica
❱❱ 	 Enfermedades hepáticas y biliares
	 • Cirrosis hepática
	 • Cirrosis biliar primaria
	 • Obstrucción biliar tumoral
❱❱ 	 Enfermedades sistémicas
	 • Enfermedades endocrinas
	 	 - Diabetes mellitus
	 	 - Hipertiroidismo e hipotiroidismo
	 • Enfermedades cardiacas
	 	 - Insuficiencia cardíaca congestiva
	 • Enfermedades inmunológicas
	 	 - Esclerodermia
(*) Un listado exhaustivo incluiría más de 100 enfer-
medades diferentes, algunas muy infrecuentes en la
práctica clínica diaria. Hemos escogido para la tabla
aquellas muy frecuentes o que constituyen un ejem-
plo paradigmático. Son las causas de malabsorción
más frecuentes en países occidentales. En los países
subdesarrollados las parasitosis, el esprue tropical
y el síndrome de inmunodeficiencia adquirida, son
las causas más frecuentes. American Association for
the Study of Liver Diseases. Tavil AS, ed. Hepatology
2001, 33: 1321.
TABLA 1. Causas frecuentes (*) de malabsorción
Sección 4. Intestino delgado y colon
324
de las heces, es la pancreatitis crónica (figura 4). En
las enfermedades primariamente mucosas, la gran
capacidad de reserva del intestino hace que, salvo
en casos extremos, la esteatorrea sea mucho menos
manifiesta. Así, cuando se utiliza el test de van de
Kamer, que cuantifica la excreción de triglicéridos, si
las cifras son muy extremas (normal hasta 7 gramos/
día), por ejemplo 40 ó 50 gramos/día; el cuadro es
muy probablemente de origen pancreático; mien-
tras que los cuadros mucosos suelen repercutir en
elevaciones moderadas (10-20 gramos día).
Malabsorción de hidratos de carbono
En este caso la causa puede estar en una hidrólisis
defectuosa bien sea debida a insuficiencia pancreá-
tica o a un déficit concreto de una disacaridasa (la
deficiencia de lactasa es la más frecuente); o en
la anomalía estructural de la mucosa. Como en el
caso de las grasas, puede repercutir en una menor
ingesta calórica, con lo que el organismo ha de uti-
lizar otros mecanismos para obtener energía; pero
además causa síntomas indirectamente por pro-
porcionar un sustrato a la microbiota de los tramos
más bajos del intestino. La fermentación de los car-
bohidratos no aborbidos por las bacterias provoca,
por una parte, un incremento en la producción de
gas (CO2
, H2
e incluso gas metano) responsable de
la flatulencia y el carácter “explosivo” de las heces
de estos pacientes, y por otra, de ácidos grasos de
cadena corta, responsables en gran medida del
componente secretor de la diarrea.
Malabsorción de proteínas
La malabsorción de proteínas puede producirse por
la hidrólisis defectuosa debida a insuficiencia pan-
creática exocrina, o por alteraciones estructurales
de la mucosa intestinal. Además hay un número
importante de alteraciones congénitas de transpor-
tadores intestinales de aminoácidos concretos, que
resultan en enfermedades específicas.
Malabsorción de otros nutrientes,
vitaminas y oligoelementos
Cada uno de los nutrientes específicos puede re-
sultar afectado en diversas entidades, con repercu-
siones clínicas no siempre fáciles de identificar en
el contexto de una enfermedad compleja. La ma-
labsorción de vitamina K puede llevar a trastornos
de coagulación, la de vitamina D a alteraciones en
el metabolismo óseo, la de vitamina B12
a anemia
macrocítica y neuropatías periféricas y centrales, la
de calcio a osteopenia e incluso osteoporosis y un
largo etcétera. En la clínica diaria, sin embargo, no
son frecuentes los cuadros puros, porque la mayo-
ría de las entidades que causan malabsorción son
complejas. Por ejemplo, la enfermedad de Crohn
puede causar malabsorción por múltiples mecanis-
mos: daño mucoso, daño pancreático, sobrecreci-
miento bacteriano, alteración del ciclo de las sales
biliares, déficit de absorción de B12
por daño ileal,
trastorno en la motilidad intestinal, etc. Además de
los tests específicos, recalcamos una vez más la ne-
cesidad de una historia clínica muy detallada: en el
caso del paciente con enfermedad de Crohn habrá
que conocer sus antecedentes quirúrgicos, farma-
cológicos, y preguntar no sólo sobre síntomas intes-
tinales, sino también generales.
Clínica y diagnóstico general
de malabsorción
(Es recomendable consultar el capítulo de diarrea
crónica). Sin lugar a dudas, el punto esencial del
diagnóstico es mantener siempre un alto índice de
sospecha. En las últimas décadas se ha producido
un considerable cambio en los países desarrolla-
dos: es mucho menos frecuente encontrar síndro-
mes de malabsorción muy “floridos”, siendo cada
vez más común llegar al diagnóstico a partir de la
detección de anomalías analíticas, a veces muy su-
tiles. El paradigma de este fenómeno es la enfer-
medad celíaca del adulto, que hoy se detecta más
frecuentemente por el estudio de cambios ana-
líticos (ferropenia especialmente) o por estudios
en familiares directos de pacientes afectos, que
porque los pacientes presenten una esteatorrea
o un edema por hipoproteinemia. Desde el punto
❱❱ 	 Maldigestión
	 • Esteatorrea por insuficiencia pancreática exocrina
	 • Esteatorrea por obstrucción biliar tumoral
	 • Malabsorción de vitamina B12
por
	 sobrecrecimiento bacteriano
	 • Intolerancia a la lactosa por deficiencia congénita
de lactasa
❱❱ 	 Malabsorción
	 • Esteatorrea por enfermedad celíaca
	 • Malabsorción de vitamina B12 por enfermedad de
Crohn ileal
	 • Esteatorrea por linfangiectasia intestinal
TABLA 2. Ejemplos de maldigestión y malabsorción.
22. Síndrome de malabsorción: fisiología y fisiopatología
325
de vista clínico los síndromes que más a menudo
llevan al diagnóstico son la diarrea crónica y la pér-
dida no explicada de peso. Analíticamente, pueden
sugerir la presencia de malabsorción la presencia
de anemia micro o macrocítica, la hipocolestero-
lemia, la hipoalbuminemia, una hipocalcemia, o
alteraciones en la coagulación; por ejemplo. Es pro-
bable que en ancianos sean mucho más frecuentes
de lo aparente diversos cuadros de malabsorción,
como el sobrecrecimiento bacteriano o el déficit
de vitamina B12
. Es probable que en los próximos
años tengan que desarrollarse estrategias activas
de búsqueda de estos trastornos en las revisiones
de salud de los pacientes de más de 70 años. Des-
de otro punto de vista, determinados diagnósticos
establecidos por otros criterios deben sugerir la
presencia de malabsorción. Un ejemplo es la pan-
creatitis crónica diagnosticada por criterios morfo-
lógicos, tras una evaluación por dolor abdominal
crónico o dispepsia.
Tradicionalmente se ha recomendado un esquema
que incluiría tres pasos: a) sospecha de malabsor-
ción por criterios clínicos o analíticos; b) demos-
tración de la presencia de malabsorción mediante
tests específicos; y c) búsqueda de la enfermedad
causal de la malabsorción. Esta sería, podríamos
decir, una aproximación fisiopatológica al diagnós-
tico. Si bien en ocasiones puede resultar práctica,
hoy en día es una estrategia raramente utilizada en
la clínica. Como se detalla en el capítulo de diarrea
crónica, resulta mucho más efectivo utilizar un es-
quema basado en la frecuencia epidemiológica de
las enfermedades en el área concreta, buscando
primero la etiología, y confirmando y cuantificando
en su caso la malabsorción más adelante; especial-
mente con vistas al seguimiento del paciente.
Evaluación diagnóstica de la malabsorción
Ante la sospecha de una malabsorción disponemos
básicamente de tres tipos diferentes de explora-
ciones que pueden resultar útiles: a) exploraciones
para valorar la situación nutricional general o de un
nutriente, mineral u oligoelemento específico; b)
exploraciones dirigidas al diagnóstico específico de
una enfermedad concreta que causa la malabsor-
ción; y c) tests específicos para valorar la absorción
intestinal. Los escenarios clínicos posibles son múl-
tiples y variados, lo que hace imposible una siste-
matización; teniendo en cuenta que la accesibilidad
y el coste de algunas deteminaciones no permiten
su uso más que en algunos pacientes y en algunos
centros de referencia. Podemos citar algunos ejem-
plos reales:
❱❱	 Un hermano de un paciente con enfermedad
celíaca acude a nuestra consulta. El examen fí-
sico descubre aftas en la mucosa oral (figura 4).
En su análisis general todo es normal excepto
la hemoglobina (12,5 g/dl; normal a partir de
13 g/dl) y la ferritina (2 ng/ml; normal a partir
de 12 ng/ml). En este caso, la probabilidad de
enfermedad celíaca es tan alta, que directa-
mente hemos de proceder a realizar tanto una
biopsia duodenal, como una determinación de
anticuerpos antitransglutaminasa. No tendría
ningún sentido clínico llevar a cabo tests de ab-
sorción, ni otras determinaciones complejas.
❱❱	 Un paciente con enfermedad de Crohn ileocóli-
ca acude a su revisión anual: está asintomático,
mantiene el peso, y no refiere diarrea. La pro-
babilidad de malabsorción es clínicamente tan
baja, que no es preciso hacer tests de absorción
de ningún tipo. Sin embargo, la analítica de con-
trol debe incluir ácido fólico y vitamina B12
. El
déficit subclínico de vitamina B12
es frecuente
en la enfermedad de Crohn, puede ser incluso
un marcador de actividad inflamatoria persis-
tente en el íleon. Si la vitamina B12
está baja, no
podremos instituir tratamiento hasta conocer el
status del ácido fólico.
❱❱	 Un paciente con pancreatitis crónica acude a la
consulta porque sufre diarrea, a pesar del trata-
miento con enzimas pancreáticos orales. En este
caso serán necesarios varios tests: a) generales
para conocer el estado nutricional del paciente
(ferritina, vitamina B12
, ácido fólico, proteínas,
triglicéridos, colesterol); b) específicos (TC para
descartar un carcinoma complicando el proce-
so); y c) si el TC es normal: tests específicos de
absorción, en concreto van de Kamer o test de
trioleína marcada con 13C mientras el paciente
continúa con los enzimas para valorar los reque-
rimientos de nuevos tratamientos y tests para
descartar otras causas de malabsorción, en con-
creto un sobrecrecimiento bacteriano.
La gran variabilidad clínica marcará nuestras deci-
siones diagnósticas. No obstante, sí podemos hacer
algunas generalizaciones útiles.
❱❱	 En el caso de los tests generales, son especial-
mente importantes la ferritina, la vitamina B12
,
el ácido fólico, triglicéridos, colesterol total, al-
búmina, proteínas totales, calcio, y el hemogra-
Sección 4. Intestino delgado y colon
326
ma (hemoglobina, volumen corpuscular medio,
linfocitos). La valoración del estado nutricional
puede requerir tests específicos, como por
ejemplo una densitometría ósea para valorar la
posible osteopenia/osteoporosis en un paciente
gastrectomizado.
❱❱	 En el caso de los tests específicos de cada en-
fermedad, en la práctica hay que mencionar
dos grandes posibilidades. Cuando se sospecha
una enfermedad intestinal, la demostración
morfológica tanto de anomalías inespecíficas
que sugieren malabsorción (segmentación,
fragmentación, floculación, imagen en nevada),
y específicas de alguna entidad (diverticulosis
de intestino delgado, signos de enfermedad
de Crohn, linfoma, tuberculosis, etc.), hacen
que el estudio radiológico (tránsito) del intes-
tino delgado conserve un importante valor en
el proceso diagnóstico (figura 5). En los últimos
años se ha demostrado, además, que la cápsula
intestinal puede aumentar el rendimiento, pro-
porcionando imágenes patológicas en pacientes
con enfermedad celíaca o enfermedad de Crohn
con radiologías normales, y en ocasiones tiene
que completarse con una enteroscopia para la
obtención de biopsias de la mucosa.
❱❱	 Cuando se sospecha una enfermedad pancreá-
tica, es indispensable disponer de información
morfológica del páncreas, y en la mayoría de los
centros lo más práctico es realizar una TC, aun-
que a veces hay que completar la información
con una resonancia pancreática previo estímulo
con secretina i.v. (mayor sensibilidad que la TC),
una ecoendoscopia o una ERCP (ver capítulo
43). El diagnóstico diferencial implica excluir,
en lo posible, el carcinoma en todos los casos.
En el caso específico de los tests de absorción
intestinal, su uso más frecuente en la práctica
actual se da en la valoración (y cuantificación) del
trastorno de la absorción, fundamentalmente
para servir posteriormente como guía del trata-
miento en algunas de las enfermedades. Clásica-
mente los tests más empleados eran la prueba
de van de Kamer (cuantificación de la grasa en
heces); y el test de la D-Xilosa (valoración de la
absorción de este monosacárido no metaboliza-
ble por el ser humano, aunque sí por la micro-
biota intestinal). Básicamente, la prueba de van
de Kamer se indicaba como una prueba general
de absorción intestinal, puesto que sea cual sea
la causa de la malabsorción, salvo excepciones
muy limitadas, la absorción de grasas está afec-
tada. Una prueba de van de Kamer anormal era
considerada como el punto de referencia para
definir la malabsorción en muchos centros. Si
se demostraba malabsorción, a continuación
se indicaba una prueba de D-Xilosa: si ésta era
anormal, el trastorno se localizaba en la muco-
sa intestinal, si era normal el trastorno era una
maldigestión. Además de estos tests, se utiliza-
Figura 5. El tránsito intestinal es una prueba diagnóstica de utilidad cuando se sospecha una enfermedad intestinal. a) Hiper-
plasia nodular difusa en un paciente con sobrecrecimiento bacteriano; b) Imagen en “empedrado” en ileon terminal en un
paciente con una enfermedad de Crohn; c) Linfoma intestinal. Se observan múltiples segmentos estenóticos con irregularidad y
especulación de la mucosa.
22. Síndrome de malabsorción: fisiología y fisiopatología
327
ban en circunstancias más concretas, tests más
específicoscomoeltestdetoleranciaalalactosa,
por ejemplo. El paradigma de test más fisiopato-
lógico, es sin embargo el test de Schilling, en el
cual se administra una pequeña dosis radioactiva
de B12
oral y simultáneamente una dosis grande
intramuscular de B12
no marcada (con objeto de
rellenar los depósitos, lo que hará que la vitami-
na B12
que se absorba de la dosis oral sea elimi-
nada por vía urinaria). Si la cantidad recuperada
en la orina de B12
radiactiva es pequeña (menos
del 10% de la administrada por vía oral), pode-
mos afirmar que existe una deficiente absorción
de vitamina B12
. Un repaso de los conceptos fi-
siológicos resumidos anteriormente nos indica,
no obstante, que la alteración puede residir en
múltiples puntos, por lo que localizar el punto
exacto puede requerir modificaciones sucesivas
del tests: con administración simultánea de fac-
tor intrínseco (detectar la gastritis atrófica), con
preadministración de antibióticos (detectar el
sobrecrecimiento bacteriano), o con administra-
ción simultánea de enzimas pancreáticos (detec-
tar la insuficiencia pancreática).
❱❱	 En los últimos años, se han producido varios
cambios en esta estrategia. En primer lugar,
prácticamente cualquier test de absorción in-
testinal puede ser modificado para realizarse
como un test del aliento, lo que hace las prue-
bas más cómodas para el paciente y también
para el laboratorio. Una revisión exhaustiva
de este tipo de exploraciones ha sido publica-
da recientemente30
. Aunque no están disponi-
bles en todos los laboratorios, es muy posible
que vayan substituyendo poco a poco a los
tests tradicionales. Así, en la evaluación de
la pancreatitis crónica, el test de la trioleína
marcada con 13
C está adquiriendo la posición
de referencia en las Unidades de Pancreatolo-
gía, porque la prueba de van de Kamer, si bien
muy precisa, es muy difícil de llevar a cabo
correctamente por el paciente (especialmente
cuando hay que repetirla a lo largo del segui-
miento) y muy incómoda para el laboratorio.
En segundo lugar, numerosos estudios, particu-
larmente en el ámbito de la enfermedad celíaca
(ver capítulo correspondiente) han demostrado
que los tests tradicionales, incluso la prueba de
van de Kamer, tienen una sensibilidad muy baja
para detectar malabsorción, y muchos pacien-
tes sufren de consecuencias clínicas, incluso
graves, como anemia ferropénica u osteopo-
rosis, aún con resultados normales de los tests
de absorción intestinal. La gran capacidad de
reserva del intestino, previamente mencionada,
es la responsable de este fenómeno: el daño
selectivo duodenal puede provocar malabsor-
ción de hierro y calcio; y el resto del intestino
absorber las grasas con la eficiencia suficiente
para que la prueba de van de Kamer de un re-
sultado normal.
❱❱	 En todo caso, la multiplicidad de tests aplicables
en circunstancias clínicas muy específicas, hace
que muchos de ellos estén disponibles única-
mente en Unidades de Referencia. La figura 6
muestra distintos ejemplos del rendimiento de
las pruebas de imagen en el diagnóstico de la
malabsorción.
Tratamiento general del síndrome
de malabsorción
Además del tratamiento causal, es esencial recupe-
rar lo antes posible una situación nutricional nor-
mal. Evidentemente un tratamiento efectivo tiene
que estar guiado por un conocimiento previo de
los déficits presentes. La mayoría de los déficits de
oligoelementos, minerales y vitaminas pueden tra-
tarse con los complejos vitamínicos disponibles en
el mercado. Pueden ser muy útiles los diversos pre-
parados de nutrición enteral, por varias razones.
En primer lugar pueden ser fáciles de tomar para
pacientes en condiciones precarias, además de no
contener gluten ni lactosa, lo que es importante en
circunstancias específicas. En segundo lugar pue-
den tener valor terapéutico intrínseco en algunas
circunstancias, como la enfermedad de Crohn. En
tercer lugar, al proporcionar las proteínas en forma
de péptidos simples puede facilitar la asimilación,
en algunos procesos. Y, en cuarto lugar, contienen
oligoelementos y vitaminas, lo que disminuye la
necesidad de utilizar otros suplementos. Algunos
puntos pueden requerir atención específica, y re-
cordamos algunos que nos parecen especialmente
importantes:
❱❱ 	 El calcio hay que suministrarlo con vitamina D, y
la tolerancia a los diversos productos es tan in-
dividual que es bueno asegurarse de la respues-
ta individual de cada paciente para garantizar
una buen cumplimiento terapéutico.
❱❱ 	 El hierro se administra a menudo en dosis ex-
cesivas insistiendo en que el paciente tome los
preparados en ayunas, o utilizando productos
Sección 4. Intestino delgado y colon
328
nuevos teóricamente mejor tolerados que las
sales tradicionales: muchos pacientes abando-
nan el hierro si se prescribe como es tradicional.
Una dosis única de sulfato ferroso después de
la comida principal suele ser suficiente y es tan
bien tolerada como cualquier preparado, con lo
que se consigue una mejor adherencia al trata-
miento. Además, en caso de necesidad de efec-
to rápido por la situación clínica, o intolerancia
al hierro oral, el hierro intravenoso es una alter-
nativa excelente.
❱❱	 La vitamina B12
puede adminitrarse por vía oral
siempre que el producto escogido contenga al
menos 500 µg (0,5 mg). Muchos polivitamínicos
contienen cantidades mínimas, que no son efi-
caces en las entidades que causan malabsorción
de vitamina B12
como la enfermedad de Crohn o
el sobrecrecimiento bacteriano.
❱❱ 	 El ácido fólico es muy a menudo deficitario en
los cuadros malabsortivos, y a corto plazo hay
que suministrarlo específicamente, aunque a
medio y largo plazo las recomendaciones dieté-
ticas pueden resultar muy útiles.
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Figura 6. El tránsito intestinal es una prueba diagnóstica de utilidad cuando se sospecha una enfermedad intestinal. a) Hiper-
plasia nodular difusa en un paciente con sobrecrecimiento bacteriano; b) Imagen en “empedrado” en ileon terminal en un
paciente con una enfermedad de Crohn; c) Linfoma intestinal. Se observan múltiples segmentos estenóticos con irregularidad y
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Malabsorción 40

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Malabsorción 40

  • 1. Síndrome de malabsorción: fisiología y fisiopatología Fernando Gomollón Servicio de Aparato Digestivo. Hospital Clínico Lozano Blesa. Zaragoza. Departamento de Medicina y Psiquiatría. Universidad de Zaragoza. CIBERehd Objetivos de este capítulo ❱❱ Conocer los fundamentos básicos de la fisiología general de la absorción intestinal. ❱❱ Establecer los conceptos de maldigestión y malaborción, tanto en términos generales como en referencia a nutrientes, vitaminas y oligoelementos específicos. ❱❱ Identificar los puntos esenciales para la sospecha y diagnóstico de los síndromes de malabsorción en clínica humana. REFERENCIAS CLAVE 1. Johnson LR. Physiology of the Gastrointes- tinal Tract. New York. Raven Press. 1987. 2. Farell JJ. Digestion and absorption of nutrients and vitamins. En Feldman M, Friedman LS, Brandt LJ. (eds) Gastroin- testinal and Liver Diseases. 9ª Edition. WB Saunders. Philadelphia. 2010: 1695-733. 3. Högenhauer C, Hammer HF. Maldiges- tion and malabsorption. En Feldman M, Friedman LS, Brandt LJ (eds). Gastroin- testinal and Liver Diseases. 9ª Edition. WB Saunders. Philadelphia. 2010: 1735-67. Fisiología general de la absorción. Introducción Por motivos didácticos, es frecuente simplificar y atribuir a cada órgano una única función fisiológica. Si ese fuera el caso real, el intestino sería el encar- gado de la absorción de nutrientes. Sin embargo, el intestino es un órgano con funciones inmunoló- gicas, neurológicas, excretoras, y endocrinas, entre otras, y no es fácil separarlas: todas ellas se realizan de forma coordinada e interrelacionada, sin que un esquema sencillo permita ni siquiera esbozar la complejidad de los fenómenos biológicos que allí se desarrollan. No obstante, resulta evidente que la absorción de nutrientes es una misión esencial del intestino. Basta observar su organización es- tructural, para comprobar que siguiendo un com- plejo modelo matemático de fractales la mucosa intestinal se pliega, se divide en vellosidades, y és- tas en microvellosidades, lo que proporciona una superficie de contacto con el exterior de alrededor de 400 m2 . La mucosa intestinal tiene que conse- guir absorber lo necesario, excretar lo preciso, e impedir el paso de moléculas o agentes infecciosos dañinos, mientras colabora activamente con la mi- crobiota intestinal (mutualismo). En la luz intestinal se acumulan una mezcla de substancias externas (los alimentos), secreciones internas (esofágicas, gástricas, intestinales, hepáticas, y pancreáticas), y agentes vivos (algunos externos y sobre todo la microbiota intestinal). Los fenómenos de absorción intestinal se producen en este ambiente, condicio- nados por las leyes físicas, químicas y biológicas. Quizás, de todas las propiedades del proceso, cabe destacar especialmente la extraordinaria capacidad de reserva. Todos los componentes mencionados son precisos para una correcta función fisiológica global, pero el sistema intestinal puede suplir casi cualquier déficit que pueda producirse por fenóme- nos patológicos, excepto en las situaciones más ex- tremas. Así, por ejemplo, un paciente gastrectomi- zado puede llevar una vida prácticamente normal, y, a menudo, no observaremos nada clínicamente evidente hasta que haya desaparecido el 85% de la secreción pancreática exocrina. Este punto nos indica que, en muchos casos, hace falta un alto índice de sospecha clínico o una correcta interpre- tación de sutiles datos analíticos para considerar la posibilidad de una malabsorción. En algunos casos, la probabilidad de que se esté produciendo una ma- 315I N T E S T I N O D E L G A D O Y C O L O N 22
  • 2. Sección 4. Intestino delgado y colon 316 labsorción subclínica inicialmente, hace que nuestra actitud haya de ser preventiva, no meramente tera- péutica: por ejemplo, la probabilidad de que años después de una gastrectomía total se produzca una osteoporosis por malabsorción de calcio es muy alta, pero es un fenómeno que podemos evitar si lo tenemos en cuenta desde el mismo momento de la intervención. Otro punto general que hay que señalar inicial- mente, es que en algunos casos concretos hay nutrientes o oligoelementos cuya absorción está regulada de forma muy compleja: por ejemplo en el caso del hierro, elemento cuya absorción debe estar regulada de forma muy estricta puesto que el organismo es susceptible tanto a un déficit como a un superávit, como más adelante veremos. Como fundamento de los conocimientos fisiopato- lógicos básicos, repasaremos brevemente los me- canismos fisiológicos de la absorción intestinal, y paralelamente las alteraciones más frecuentes que se presentan en la clínica diaria. Sólo nos deten- dremos en algunos puntos esenciales o ejemplari- zantes, debiendo el lector recurrir a las referencias básicas que facilitamos para un abordaje más ex- haustivo. No está de más señalar, cómo del conoci- miento cada vez más profundo de los mecanismos de malabsorción, se derivan también técnicas tera- péuticas, dándose la paradoja de que, en el mundo subdesarrollado la malabsorción sea una de las pa- tologías más frecuentes mientras que en los países occidentales desarrollados, se apliquen técnicas quirúrgicas sofisticadas para provocar malabsor- ción en el tratamiento de la obesidad mórbida. Absorción intestinal de agua y electrolitos A través del intestino delgado proximal (yeyuno) se estima que circulan a lo largo del día entre 8.000 y 9.000 cc de líquido, mientras que por las heces se excretan entre 100 y 200 cc. Aunque factores die- téticos pueden hacer variar el volumen final (por ejemplo con la dieta típica de un país subdesarro- llado, como Senegal, los volúmenes medios de las heces pueden llegar a ser de 400 cc) la mayor parte del volumen procede de líquidos generados endó- genamente, que son reciclados a través de comple- jos mecanismos de secreción y absorción, estrecha- mente regulados. El movimiento de los iones y del líquido (nótese que el resultado neto es la suma de fenómenos activos y pasivos de absorción y secre- ción) se produce por diversos mecanismos parace- lulares (en este caso sobre todo pasivos, regulados por los mecanismos físicos osmóticos) y transcelula- res (en este caso activos y pasivos, regulados sobre todo a través de los mecanismos de transporte de los iones fundamentales, especialmente el sodio). La complejidad de estos mecanismos trasciende claramente este capítulo, y basta señalar que están implicados muy diversos transportadores de sodio, cloro, bicarbonato y ácidos grasos de cadena corta; en unos casos independientes y en otros ligados a la absorción de otros nutrientes, como por ejemplo la glucosa o los aminoácidos. Estos mecanismos no sólo son complejos, sino que son variables a lo largo del tracto intestinal, que tiene activadas funciones relativamente específicas en cada tramo. Así, la mucosa del yeyuno es fisiológicamente la más per- meable, y la del colon la más impermeable; y los mecanismos de transporte de sodio ligados a gluco- sa son más activos en el yeyuno proximal, mientras que los transportadores de ácidos grasos de cadena corta son mucho más activos en el colon proximal. Todo el proceso está regulado por péptidos locales y sistémicos: hormonalmente, inmunológicamen- te (las citoquinas, por ejemplo, pueden modificar el transporte de electrolitos a través de la muco- sa), y por la microbiota intestinal: las bacterias intestinales influyen directamente en varios meca- nismos de absorción, e indirectamente a través de sus efectos metabólicos o reguladores de la situa- ción inflamatoria de la mucosa. Desde el punto de vista clínico, cabe destacar que hay algunos reguladores de la absorción de agua y electrolitos con especial repercusión. Así, cabe citar que los glucocorticoides son (globalmente) fármacos que favorecen la absorción de sodio y agua, por lo que parte de sus efectos clínicos en las enfermedades inflamatorias intestinales se deben a un efecto neto favorecedor de la absorción de sodio. Los opioides son los fármacos antidiarreicos más potentes: parte de su efecto se debe a que inhiben la secreción a la luz de iones y electroli- tos. El racecadotrilo es un fármaco que se ha de- sarrollado como inhibidor de la degradación de las encefalinas, análogos naturales de los opiáceos, y que tiene un efecto antidiarreico en diversas cir- cunstancias patológicas precisamente al inhibir la hipersecreción de electrolitos y agua a la luz in- testinal. Por el contrario, hay péptidos endógenos que tienen un efecto neto secretor, como el VIP y que pueden expresarse clínicamente como un síndrome diarreico con un balance muy negativo de líquidos; y el mecanismo fisiopatológico funda- mental en muchas diarreas inducidas por gérme- nes viene mediado por enterotoxinas que interfie-
  • 3. 22. Síndrome de malabsorción: fisiología y fisiopatología 317 ren con los mecanismos de secreción intestinales. El paradigma es el efecto de la toxina colérica, que bloquea la absorción de cloruro sódico y estimula la secreción de cloro, creando un balance de secre- ción de agua hacia la luz intestinal muy potente. Es precisamente el cólera el ejemplo clínicamente más relevante de la complejidad de los mecanis- mos de absorción y secreción intestinales, y de la importancia clínica que puede tener una buena base fisiopatológica. Aunque la toxina provoca un efecto neto de secreción, otros mecanismos de absorción de sodio (y por lo tanto de agua, que di- fundirá pasivamente siguiendo mecanismos osmó- ticos) siguen funcionando íntegramente durante la infección. En particular, los mecanismos de trans- porte de sodio ligados a glucosa y a aminoácidos continúan funcionando; por lo tanto, si se suminis- tran por vía oral glucosa o aminoácidos junto con sodio y agua, los mecanismos de absorción pueden equilibrar las grandes pérdidas de líquido a la luz in- testinal, hasta que el sistema inmunológico elimina a la bacteria dañina. Este concepto fisiopatológico es el fundamento básico de la rehidratación oral, el tratamiento más efectivo de la diarrea aguda, y, probablemente, el concepto médico que más vidas ha salvado (literalmente) en los últimos decenios . Absorción de grasas Los lípidos son substancias grasas que pueden ex- traerse por solventes orgánicos como el alcohol, el éter, o el benceno; y los lípidos dietéticos más importantes son los triglicéridos, colesterol, fosfo- lípidos y vitaminas liposolubles. Los lípidos, y en este caso sobre todo los triglicéridos, representan habitualmente el 40% de las calorías en la dieta oc- cidental. En condiciones fisiológicas, la mayor parte de la absorción de los lípidos se lleva a cabo en el yeyuno proximal y medio. Aunque el paso final a través de la membrana y la célula intestinal es, muy probablemente, en gran parte pasivo (se han des- crito también procesos de difusión facilitada por ejemplo para el ácido linoleico); para que ocurra, los lípidos tienen que llegar en concentraciones al- tas y condiciones bioquímicas adecuadas, al borde acuoso de la membrana. En el proceso de absorción de los triglicéridos in- tervienen el pH local, la lipasa gástrica, la lipasa y colipasa pancreáticas, y las sales biliares; todo ello con la mezcla adecuada de todas las substancias, con los fenómenos de emulsión y formación de micelas como pasos intermedios necesarios. La absorción de grasas es, por tanto, muy sensible a cualquiera de los procesos patológicos: una gastrectomía impedirá la mezcla adecuada, una pancreatitis crónica redu- cirá la presencia de lipasa y colipasa y acidificará el medio, un problema de drenaje biliar dificultará la presencia de cantidades adecuadas de sales biliares, un sobrecrecimiento bacteriano puede modificar la concentración de sales biliares, y así en múltiples si- tuaciones patológicas. A pesar de la complejidad del proceso, el intestino normal es capaz de extraer has- ta el 99% de la grasa presente en la dieta. Sin embar- go, este sistema tan eficiente es dependiente de la integridad de tantos factores que prácticamente en todas las patologías puede verse afectado. Aunque no todas las vitaminas liposolubles son igualmente dependientes de la integridad del sistema (por ejem- plo, sólo la absorción de vitamina K depende de la presencia de sales biliares luminales), sus mecanis- mos de transporte intracelulares pueden estar liga- dos a la formación de quilomicrones y otras lipopro- teínas, y por lo tanto ser sensibles a las alteraciones en la absorción de lípidos. La dependencia de la integridad de diversos facto- res, hace que la medición de la absorción de grasas sea el método preferido para evaluar la integridad general del proceso de absorción intestinal. A pesar de su dificultad técnica, durante muchos años el test de Van de Kamer, que mide la absorción intes- tinal de grasas, fue la prueba de referencia clínica en el estudio de la absorción intestinal (figura 1). Absorción de hidratos de carbono Los carbohidratos son también una base calórica fundamental en la dieta, representando la fuente más importante (tal vez el 45% de las calorías) tan- to en Occidente como en países subdesarrollados. Quizás no tan compleja como la absorción de lípi- dos, la asimilación de los glúcidos no deja de ser un proceso biológico difícil de aprehender. Gran parte de los hidratos de carbono dietéticos son azúcares complejos, algunos no asimilables por el organismo humano como la celulosa, otros dependientes de las acciones fisiológicas de la microbiota intestinal; y muchos precisan su transformación previa en di- sacáridos a través de la acción de las amilasas sali- var y pancreática; para después ser el blanco de la acción de las disacaridasas presentes en el borde en cepillo de la mucosa intestinal, porque sólo los monosacáridos serán transportados por la célula intestinal para completar el proceso de absorción. Entre ellas, cabe destacar a la lactasa, maltasa, sa- carasa y trehalasa. El proceso de absorción no está sólo influido por la microbiota intestinal, el pH, o
  • 4. Sección 4. Intestino delgado y colon 318 la integridad de la función pancreática y de la pro- pia mucosa: también varía con la edad y la raza. El ejemplo más citado es la actividad de la lactasa, disacaridasa que se expresa ya en el período fetal, para alcanzar su máxima actividad durante el pe- ríodo de lactancia. Posteriormente su actividad se reduce muy significativamente, quizás hasta un 5 a un 10% de la presente en el neonato, y en de- pendencia de la etnia esta disminución es todavía mayor, provocando una intolerancia a la lactosa, un fenómeno especialmente común en algunas poblaciones. La introducción en los últimos siglos de los azúcares refinados y preprocesados en la alimentación de los países occidentales, hace que una gran parte de la absorción fisiológica de glúci- dos sea dependiente únicamente de la inte-gridad de la mucosa intestinal, ya que las propias células mucosas sintetizan las disacaridasas. De hecho, la base de los tests que se dirigen a diferenciar los síndromes de malabsorción con origen en anoma- lías de la mucosa es medir la absorción de azúcares simples como la D-Xilosa. Un factor que no debe- mos olvidar, es que la acción de la microbiota intes- tinal es especialmente llamativa en el caso de los azúcares. Las bacterias utilizan los carbohidratos como sustratos nutritivos y de su metabolismo se derivan gran parte de los efectos más evidentes de la microbiota intestinal. Absorción de proteínas Las proteínas representan una parte proporcio- nalmente menor de la ingesta calórica, en la gran Figura 1. A pesar de su dificultad técnica, durante muchos años el test de Van de Kamer, que mide la absorción intestinal de grasas, fue la prueba de referencia clínica en el estudio de la absorción intestinal.
  • 5. 22. Síndrome de malabsorción: fisiología y fisiopatología 319 mayoría de las poblaciones, entre un 10 y un 20% aproximadamente. Sin embargo, su variabilidad en composición y estructura es enorme, de hecho son el fundamento básico de la gran biodiversidad ve- getal, animal y del resto de los seres vivos. Su pieza básica son los veinte aminoácidos, para los cuales existen varios transportadores específicos en la cé- lula intestinal. En este caso, la célula intestinal no sólo es capaz de absorber los aminoácidos simples sino que, además, puede absorber dipéptidos o in- cluso tripéptidos; lo que le proporciona una capaci- dad mucho mayor de reserva. El proceso digestivo de las proteínas depende de un conjunto de enzimas, que van transformando las estructuras complejas en moléculas progresiva- mente más sencillas. Las pepsinas gástricas, crítica- mente dependientes en su acción del pH del medio, inician el proceso; que continúan las peptidasas pancreáticas, y posteriormente las peptidasas del borde en cepillo e intracelulares. Como una prueba más de las múltiples interacciones presentes fisio- lógicamente, cabe mencionar el papel clave de la enteroquinasa, un enzima presente en el borde en cepillo de la mucosa intestinal, que activa el trip- sinógeno a tripsina, un punto clave para a conti- nuación iniciar la cascada de funcionamiento del resto de peptidasas pancreáticas. La enteroquinasa es liberada, paso necesario para poder ejercer su acción, por los ácidos biliares; un ejemplo más de la interdependencia entre los diversos mecanismos de absorción de nutrientes. Dado que varios de los aminoácidos son esenciales, es decir, el organismo por sí mismo es incapaz de sintetizarlos, no es muy sorprendente que existan sistemas aparentemente redundantes de absorción de péptidos. Asimismo, desde un punto de vista fisiopatológico, convie- ne resaltar como en condiciones de enfermedad puede facilitarse el proceso de asimilación de los péptidos administrándolos parcialmente digeridos, en forma de aminoácidos, dipéptidos, tripéptidos o péptidos no muy complejos; obviando parte del proceso previo necesario antes del transporte transcelular. Ello constituye el fundamento de las nutriciones elementales (aminoácidos simples) o poliméricas (péptidos sencillos). Este sistema no sólo facilita la asimilación al no requerir un proce- so digestivo complejo, sino que además reduce la “carga antigénica”, puesto que no se administran proteínas estructuralmente íntegras, que pueden constituir determinantes antigénicos fácilmente re- conocibles por el sistema inmunológico intestinal. Aunque podemos encontrar a menudo hipoprotei- nemia, en la mayoría de los casos, ésta es más una consecuencia de defectos de síntesis hepática o de enteropatía pierdeproteínas, que de un verdadero fallo en la absorción intestinal. Sólo en casos extre- mos de fallo de función pancreática o de síndrome de intestino corto, la absorción de péptidos estará gravemente comprometida, gracias a la capacidad de reserva y redundancia del sistema. Absorción de vitaminas. Absorción de ácido fólico. AbsorcióndevitaminaB12 Absorción de vitaminas La absorción de vitaminas es esencial para la vida, y también es un conjunto de fenómenos en los que interviene, además, de forma muy activa la micro- biota intestinal. En algunos casos se absorben por difusión pasiva, en otros por mecanismos activos que pueden implicar mecanismos de hidrólisis previa además de un transportador específico de membrana. El déficit de vitaminas es parte esen- cial de muchas de las entidades clínicopatológicas en las que se produce malabsorción. No podemos revisar específicamente todas ellas, pero por su im- portancia en muchos síndromes de malabsorción: el ácido fólico y la vitamina B12 . Absorción de ácido fólico La mayor parte del ácido fólico dietético está en realidad en forma de poliglutamatos, presentes es- pecialmente en las espinacas, nueces, cacahuetes, la carne de hígado, o el zumo de naranja. La cocción prolongada reduce considerablemente el valor en folatos de los alimentos. Estos poliglutamatos de- ben ser primero hidrolizados en la luz intestinal y el borde en cepillo, un proceso que es interferido por el alcohol etílico; para luego ser absorbido por el enterocito con un mecanismo activo, que es se- lectivamente inhibido por algunos fármacos como la sulfasalazina. La ingesta diaria de folatos es, en muchas personas, muy próxima a la cantidad diaria mínima recomendada (200 mg, 400 en el embara- zo), y las bacterias intestinales son ávidas consumi- doras de ácido fólico; por lo que es muy frecuente el déficit de ácido fólico en muchos procesos de malabosorción. Absorción de la vitamina B12 El organismo humano es capaz de extraer de la die- ta cantidades mínimas de vitamina B12 : de hecho
  • 6. Sección 4. Intestino delgado y colon 320 la cantidad mínima recomendada en la ingesta dia- ria es de 1,5 µg (nótese microgramos). Probable- mente ello es debido a su escasez en los alimentos, y a la competición con las bacterias intestinales o parásitos (situación frecuente en países subdesa- rrollados). Para que este mecanismo sea tan eficaz, selectivo y exacto, se precisa la integridad de va- rios órganos y funciones: la presencia de proteínas R (salivares, esofágicas y gástricas), la secreción de factor intrínseco por parte del estómago, la acción de las peptidasas pancreáticas (que disminuyen la afinidad de la B12 por las proteínas R y la aumen- tan por el factor intrínseco), la ausencia de pará- sitos o sobrecrecimiento bacteriano, la integridad anatómica del ileon terminal, y la presencia de re- ceptores específicos en las células ileales encarga- das del transporte del complejo factor intrínseco- cobalamina. En resumen, la vitamina B12 presente en el alimento se une primero a las proteínas R, un complejo que no se absorbería. El factor intrínseco producido por las células oxínticas, tiene menos afi- nidad por la B12 hasta que la acción de la quimotrip- sina pancreática cambia la situación; formándose complejos factor intrínseco-B12 . Estos complejos, si no son degradados o utilizados por parásitos o bac- terias presentes en la luz intestinal, llegan al ileon, donde son reconocidos por receptores específicos, y luego absorbidos (figura 3). Por tanto, muy diversas patologías pueden pro- vocar una deficiente absorción de la vitamina B12 , que es crítica para la síntesis de mielina, así como para la constante regeneración de células sanguí- neas. En la gastritis atrófica autoinmune, la defi- ciente producción de factor intrínseco lleva a la anemia perniciosa por déficit de vitamina B12 ; en la pancreatitis crónica avanzada el déficit de B12 es muy frecuente; en el sobrecrecimiento bacteriano puede ser una característica clave; y es una con- secuencia frecuente de la enfermedad de Crohn, bien por daño estructural del íleon, bien por su Pepsina Alimentos Figura 2. Absorción de la vitamina B12 . Vitamina B12 Complejo B12 – proteína R B12 libre Complejo B12 – Factor intrínseco Receptores específicos en íleon terminal Absorción en íleon terminal Sangre B12 – transcobalaminaAlmacenamiento en hígado Proteína R (saliva) Tripsina (páncreas) Factor intrínseco (estómago)
  • 7. 22. Síndrome de malabsorción: fisiología y fisiopatología 321 resección quirúrgica. Siendo todos estos hechos relativamente bien conocidos, vale la pena citar al- gunos datos recientes que son del máximo interés clínico. En primer lugar, se han descrito múltiples variantes genéticas que pueden llevar a un déficit de B12 (citamos un ejemplo). En segundo lugar, y probablemente mucho más importante desde el punto de vista epidemiológico y clínico, la deficien- cia de vitamina B12 puede ser mucho más frecuente de lo que pensábamos, especialmente en la, cada vez más numerosa, población anciana de los paí- ses occidentales. En tercer lugar, y curiosamente, probablemente aprovechando mecanismos de di- fusión pasiva, el tratamiento antes necesariamente intramuscular o intranasal, puede hacerse por vía oral siempre que se utilicen dosis muy elevadas, de 0,5 a 1 mg (nótese miligramos) diarios . Por otra parte, la complejidad del sistema también es la base de las diversas variantes del Test de Schi- lling, con el cual se mide la absorción de vitamina B12 : aislado, con administración previa de factor intrínseco (para confirmar la atrofia gástrica como origen), de enzimas pancreáticos (para confirmar la insuficiencia pancreática), o de antibióticos (para confirmar el sobrecrecimiento bacteriano) (figura 4). Absorción de minerales y oligoelementos: hierro y calcio Absorción de hierro No es necesario resaltar la importancia biológica del hierro. Su absorción intestinal está estrecha- mente regulada por una serie de mecanismos locales y sistémicos, muchos de ellos de conoci- miento muy reciente. El hierro está presente en la alimentación en cantidades variables, en Occidente entre 20 y 30 mg/diarios; pero en muchos países subdesarrollados en áreas con alimentación predo- minantemente vegetariana la cantidad es substan- Ingesta inadecuada B12 Origen no digestivo: • Embarazos • Fármacos • Enf. hematológica Déficit B12 en suero Figura 3. Test de Schilling para el diagnóstico de malabsorción de vitamina B12 . Sobrecrecimiento bacteriano Insuficiencia pancreática Anemia perniciosa Afectación íleon Test Schilling Malabsorción B12 Test Schilling + Factor intrínseco Test Schilling + Antibióticos Test Schilling + En. pancreáticas Sob. bacteriano Ins. pancreática Afectación íleon Ins. pancreática Afectación íleon NEG POS POS POS NEG NEG NEG
  • 8. Sección 4. Intestino delgado y colon 322 cialmente menor. En dependencia de la edad (los requerimientos son mucho mayores durante el pro- ceso de crecimiento, por ejemplo) y las circunstan- cias fisiológicas (embarazo, menstruación, pérdidas por enfermedad o heridas) la capacidad de absor- ción intestinal puede modificarse, multiplicándose hasta por 10 con respecto a la absorción normal. La proteína transportadora DMT-1 presente en el enterocito es clave en el proceso, y su expresión y función están regulados estrechamente. Además del gen HFE, claramente implicado en la hemo- cromatosis (enfermedad en la que la absorción de hierro sería anómalamente excesiva); un cúmulo de datos recientes demuestran que un péptido conocido como hepcidina es probablemente una substancia reguladora clave en el metabolismo del hierro; controlando su absorción en función no sólo de la situación de los depósitos de hierro, sino también de la presencia o ausencia de inflamación. En este punto es donde queríamos señalar como la absorción intestinal puede estar influida no sólo por factores estructurales (daño tisular directo, por ejemplo) sino por la situación general del organis- mo. A través de la expresión de la hepcidina, la IL6 (interleucina 6) producida en un proceso inflamato- rio puede limitar seriamente la absorción de hierro, siendo uno de los nexos entre inflamación y ane- mia, conexión sobre la que se ha avanzado significa- tivamente en los últimos 10 años. Deliberadamente he obviado hasta este momento que la absorción de hierro es, fisiológicamente, casi exclusivamente duodenal. Esta localización precisa hace de la ab- sorción de hierro la principal damnificada en las enfermedades predominantemente duodenales, como la enfermedad celíaca (la anemia ferropénica es la manifestación más común de la enfermedad en el adulto, ver capítulo 23) y todas aquellas inter- venciones quirúrgicas, por fortuna cada vez menos frecuentes, que evitan el paso del bolo alimenticio por el duodeno. El estudio del hierro, y de los datos analíticos que reflejan su metabolismo es esencial en la clínica de la malabsorción. La ferritina refleja bien, en ausencia de inflamación, los depósitos de hierro, y el receptor soluble de transferina puede ser un índice de déficit tisular de hierro . Absorción de calcio El calcio se absorbe por un doble mecanismo: ac- tivo, casi exclusivamente duodenal; y pasivo, a lo largo de todo el intestino delgado. Ambos meca- nismos, pero especialmente el activo duodenal, presentan gran variabilidad a lo largo de la vida del sujeto, siendo especialmente activos en el neonato o en el embarazo, y menos eficientes en el ancia- no. En ambos casos, la vitamina D regula el pro- ceso a través de su acción sobre la concentración intracelular de calbindina. Además de por el calcio dietético, por otros factores endoluminales como la concentración de oxalatos, y por la vitamina D; vale la pena recordar, como en el caso del hierro, la im- portancia de la integridad duodenal en la absorción de calcio; factor a tener en cuenta en los pacientes celíacos o con intervenciones quirúrgicas gástricas. Fisiopatología: maldigestión y malabsorción El objetivo de este capítulo no es llevar a cabo una revisión general de las diferentes enfermedades que pueden causar malabsorción (una lista parcial se facilita en la tabla 1), y algunas de las entidades más importantes constituyen capítulos completos de este libro (referencias cruzadas). Clásicamente se distinguen, desde un punto de vista fisiopatoló- gico dos grandes tipos de síndromes: maldigestión cuando la alteración fundamental reside en la di- gestión intraluminal de los alimentos (el prototi- po sería una pancreatitis crónica) y malabsorción cuando el defecto primario reside en la propia Figura 4. Aftas en la mucosa orofaríngea de un enfermo con celiaquía (el término esprue se deriva de la palabra holandesa “apruw”, que significa afta).
  • 9. 22. Síndrome de malabsorción: fisiología y fisiopatología 323 mucosa intestinal (ejemplos en la tabla 2). Si bien desde un punto de vista estrictamente fisiopatoló- gico, y en ocasiones para orientar parte del proceso diagnóstico, la distinción puede tener interés; des- de el punto de vista estrictamente clínico resulta más práctico agrupar las distintas entidades clínicas como causantes de malabsorción, concepto que englobaría ambos. De hecho, en muchas circuns- tancias clínicas aparentemente puras, finalmente se da una mezcla de alteraciones. Así, el prototipo de enfermedad mucosa que causaría malabsorción y no maldigestión sería la enfermedad celíaca, en la que el daño primario reside en la mucosa intestinal. Sin embargo, hay varias circunstancias que hacen que también exista maldigestión. La deficiente ab- sorción hace que la mezcla de los diversos compo- nentes necesarios para la absorción sea deficiente, hay una mayor contenido luminal de sustratos para el metabolismo bacteriano y, sobre todo, la des- trucción de la mucosa repercute en daño también en los receptores que tienen que activarse para li- berar secretina y colecistoquinina; hormonas que intervienen directamente en la secreción biliar y pancreática, necesarias para la «digestión». Malabsorción de grasas La malabsorción de grasas puede depender de diversos factores: 1) mezcla inadecuada del con- tenido intestinal con las secreciones biliar y/o pancreática (habitualmente tras intervenciones quirúrgicas); 2) falta de sales biliares con dificultad en la formación de micelas (por ejemplo por obs- trucción biliar); 3) falta de hidrólisis de las grasas por reducción o ausencia de secreción pancreática; 4) anomalías estructurales en la mucosa que impi- dan el tránsito por la célula intestinal normal; y 5) obstrucción linfática que dificulte el transporte de quilomicrones y lipoproteínas. La propia comple- jidad de la absorción de los lípidos hace que nu- merosas enfermedades puedan repercutir en una malabsorción de grasas, que, de hecho, es el factor común más frecuente en la mayoría de los trastor- nos malabsortivos. Además del déficit en la ingesta calórica, puede acompañarse de absorción inade- cuada de vitaminas liposolubles. Por otra parte, los lípidos que quedan libres en la luz intestinal son sustratos para el metabolismo bacteriano, lo cual puede producir otra serie de efectos en los tramos intestinales más bajos. La esteatorrea es tan común en los síndromes de malabsorción, que en algunos textos los términos llegan a confundirse. En términos generales, sin embargo, la esteatorrea es mucho más intensa y manifiesta en los cuadros de maldigestión que en las enfermedades propiamente mucosas. De he- cho, la enfermedad que cursa con una esteatorrea clínicamente más relevante, incluso en el aspecto ❱❱ Enfermedades intestinales • Enfermedad de Crohn • Enfermedad celíaca • Sobrecrecimiento bacteriano • Síndrome de inmunodeficiencia adquirida • Síndromes de intestino corto • Tuberculosis intestinal • Enfermedad inmunoproliferativa del intestino delgado • Giardiasis ❱❱ Enfermedades pancreáticas • Pancreatitis crónica • Fibrosis quística ❱❱ Enfermedades gástricas • Gastritis atrófica • Cirugía gástrica ❱❱ Enfermedades hepáticas y biliares • Cirrosis hepática • Cirrosis biliar primaria • Obstrucción biliar tumoral ❱❱ Enfermedades sistémicas • Enfermedades endocrinas - Diabetes mellitus - Hipertiroidismo e hipotiroidismo • Enfermedades cardiacas - Insuficiencia cardíaca congestiva • Enfermedades inmunológicas - Esclerodermia (*) Un listado exhaustivo incluiría más de 100 enfer- medades diferentes, algunas muy infrecuentes en la práctica clínica diaria. Hemos escogido para la tabla aquellas muy frecuentes o que constituyen un ejem- plo paradigmático. Son las causas de malabsorción más frecuentes en países occidentales. En los países subdesarrollados las parasitosis, el esprue tropical y el síndrome de inmunodeficiencia adquirida, son las causas más frecuentes. American Association for the Study of Liver Diseases. Tavil AS, ed. Hepatology 2001, 33: 1321. TABLA 1. Causas frecuentes (*) de malabsorción
  • 10. Sección 4. Intestino delgado y colon 324 de las heces, es la pancreatitis crónica (figura 4). En las enfermedades primariamente mucosas, la gran capacidad de reserva del intestino hace que, salvo en casos extremos, la esteatorrea sea mucho menos manifiesta. Así, cuando se utiliza el test de van de Kamer, que cuantifica la excreción de triglicéridos, si las cifras son muy extremas (normal hasta 7 gramos/ día), por ejemplo 40 ó 50 gramos/día; el cuadro es muy probablemente de origen pancreático; mien- tras que los cuadros mucosos suelen repercutir en elevaciones moderadas (10-20 gramos día). Malabsorción de hidratos de carbono En este caso la causa puede estar en una hidrólisis defectuosa bien sea debida a insuficiencia pancreá- tica o a un déficit concreto de una disacaridasa (la deficiencia de lactasa es la más frecuente); o en la anomalía estructural de la mucosa. Como en el caso de las grasas, puede repercutir en una menor ingesta calórica, con lo que el organismo ha de uti- lizar otros mecanismos para obtener energía; pero además causa síntomas indirectamente por pro- porcionar un sustrato a la microbiota de los tramos más bajos del intestino. La fermentación de los car- bohidratos no aborbidos por las bacterias provoca, por una parte, un incremento en la producción de gas (CO2 , H2 e incluso gas metano) responsable de la flatulencia y el carácter “explosivo” de las heces de estos pacientes, y por otra, de ácidos grasos de cadena corta, responsables en gran medida del componente secretor de la diarrea. Malabsorción de proteínas La malabsorción de proteínas puede producirse por la hidrólisis defectuosa debida a insuficiencia pan- creática exocrina, o por alteraciones estructurales de la mucosa intestinal. Además hay un número importante de alteraciones congénitas de transpor- tadores intestinales de aminoácidos concretos, que resultan en enfermedades específicas. Malabsorción de otros nutrientes, vitaminas y oligoelementos Cada uno de los nutrientes específicos puede re- sultar afectado en diversas entidades, con repercu- siones clínicas no siempre fáciles de identificar en el contexto de una enfermedad compleja. La ma- labsorción de vitamina K puede llevar a trastornos de coagulación, la de vitamina D a alteraciones en el metabolismo óseo, la de vitamina B12 a anemia macrocítica y neuropatías periféricas y centrales, la de calcio a osteopenia e incluso osteoporosis y un largo etcétera. En la clínica diaria, sin embargo, no son frecuentes los cuadros puros, porque la mayo- ría de las entidades que causan malabsorción son complejas. Por ejemplo, la enfermedad de Crohn puede causar malabsorción por múltiples mecanis- mos: daño mucoso, daño pancreático, sobrecreci- miento bacteriano, alteración del ciclo de las sales biliares, déficit de absorción de B12 por daño ileal, trastorno en la motilidad intestinal, etc. Además de los tests específicos, recalcamos una vez más la ne- cesidad de una historia clínica muy detallada: en el caso del paciente con enfermedad de Crohn habrá que conocer sus antecedentes quirúrgicos, farma- cológicos, y preguntar no sólo sobre síntomas intes- tinales, sino también generales. Clínica y diagnóstico general de malabsorción (Es recomendable consultar el capítulo de diarrea crónica). Sin lugar a dudas, el punto esencial del diagnóstico es mantener siempre un alto índice de sospecha. En las últimas décadas se ha producido un considerable cambio en los países desarrolla- dos: es mucho menos frecuente encontrar síndro- mes de malabsorción muy “floridos”, siendo cada vez más común llegar al diagnóstico a partir de la detección de anomalías analíticas, a veces muy su- tiles. El paradigma de este fenómeno es la enfer- medad celíaca del adulto, que hoy se detecta más frecuentemente por el estudio de cambios ana- líticos (ferropenia especialmente) o por estudios en familiares directos de pacientes afectos, que porque los pacientes presenten una esteatorrea o un edema por hipoproteinemia. Desde el punto ❱❱ Maldigestión • Esteatorrea por insuficiencia pancreática exocrina • Esteatorrea por obstrucción biliar tumoral • Malabsorción de vitamina B12 por sobrecrecimiento bacteriano • Intolerancia a la lactosa por deficiencia congénita de lactasa ❱❱ Malabsorción • Esteatorrea por enfermedad celíaca • Malabsorción de vitamina B12 por enfermedad de Crohn ileal • Esteatorrea por linfangiectasia intestinal TABLA 2. Ejemplos de maldigestión y malabsorción.
  • 11. 22. Síndrome de malabsorción: fisiología y fisiopatología 325 de vista clínico los síndromes que más a menudo llevan al diagnóstico son la diarrea crónica y la pér- dida no explicada de peso. Analíticamente, pueden sugerir la presencia de malabsorción la presencia de anemia micro o macrocítica, la hipocolestero- lemia, la hipoalbuminemia, una hipocalcemia, o alteraciones en la coagulación; por ejemplo. Es pro- bable que en ancianos sean mucho más frecuentes de lo aparente diversos cuadros de malabsorción, como el sobrecrecimiento bacteriano o el déficit de vitamina B12 . Es probable que en los próximos años tengan que desarrollarse estrategias activas de búsqueda de estos trastornos en las revisiones de salud de los pacientes de más de 70 años. Des- de otro punto de vista, determinados diagnósticos establecidos por otros criterios deben sugerir la presencia de malabsorción. Un ejemplo es la pan- creatitis crónica diagnosticada por criterios morfo- lógicos, tras una evaluación por dolor abdominal crónico o dispepsia. Tradicionalmente se ha recomendado un esquema que incluiría tres pasos: a) sospecha de malabsor- ción por criterios clínicos o analíticos; b) demos- tración de la presencia de malabsorción mediante tests específicos; y c) búsqueda de la enfermedad causal de la malabsorción. Esta sería, podríamos decir, una aproximación fisiopatológica al diagnós- tico. Si bien en ocasiones puede resultar práctica, hoy en día es una estrategia raramente utilizada en la clínica. Como se detalla en el capítulo de diarrea crónica, resulta mucho más efectivo utilizar un es- quema basado en la frecuencia epidemiológica de las enfermedades en el área concreta, buscando primero la etiología, y confirmando y cuantificando en su caso la malabsorción más adelante; especial- mente con vistas al seguimiento del paciente. Evaluación diagnóstica de la malabsorción Ante la sospecha de una malabsorción disponemos básicamente de tres tipos diferentes de explora- ciones que pueden resultar útiles: a) exploraciones para valorar la situación nutricional general o de un nutriente, mineral u oligoelemento específico; b) exploraciones dirigidas al diagnóstico específico de una enfermedad concreta que causa la malabsor- ción; y c) tests específicos para valorar la absorción intestinal. Los escenarios clínicos posibles son múl- tiples y variados, lo que hace imposible una siste- matización; teniendo en cuenta que la accesibilidad y el coste de algunas deteminaciones no permiten su uso más que en algunos pacientes y en algunos centros de referencia. Podemos citar algunos ejem- plos reales: ❱❱ Un hermano de un paciente con enfermedad celíaca acude a nuestra consulta. El examen fí- sico descubre aftas en la mucosa oral (figura 4). En su análisis general todo es normal excepto la hemoglobina (12,5 g/dl; normal a partir de 13 g/dl) y la ferritina (2 ng/ml; normal a partir de 12 ng/ml). En este caso, la probabilidad de enfermedad celíaca es tan alta, que directa- mente hemos de proceder a realizar tanto una biopsia duodenal, como una determinación de anticuerpos antitransglutaminasa. No tendría ningún sentido clínico llevar a cabo tests de ab- sorción, ni otras determinaciones complejas. ❱❱ Un paciente con enfermedad de Crohn ileocóli- ca acude a su revisión anual: está asintomático, mantiene el peso, y no refiere diarrea. La pro- babilidad de malabsorción es clínicamente tan baja, que no es preciso hacer tests de absorción de ningún tipo. Sin embargo, la analítica de con- trol debe incluir ácido fólico y vitamina B12 . El déficit subclínico de vitamina B12 es frecuente en la enfermedad de Crohn, puede ser incluso un marcador de actividad inflamatoria persis- tente en el íleon. Si la vitamina B12 está baja, no podremos instituir tratamiento hasta conocer el status del ácido fólico. ❱❱ Un paciente con pancreatitis crónica acude a la consulta porque sufre diarrea, a pesar del trata- miento con enzimas pancreáticos orales. En este caso serán necesarios varios tests: a) generales para conocer el estado nutricional del paciente (ferritina, vitamina B12 , ácido fólico, proteínas, triglicéridos, colesterol); b) específicos (TC para descartar un carcinoma complicando el proce- so); y c) si el TC es normal: tests específicos de absorción, en concreto van de Kamer o test de trioleína marcada con 13C mientras el paciente continúa con los enzimas para valorar los reque- rimientos de nuevos tratamientos y tests para descartar otras causas de malabsorción, en con- creto un sobrecrecimiento bacteriano. La gran variabilidad clínica marcará nuestras deci- siones diagnósticas. No obstante, sí podemos hacer algunas generalizaciones útiles. ❱❱ En el caso de los tests generales, son especial- mente importantes la ferritina, la vitamina B12 , el ácido fólico, triglicéridos, colesterol total, al- búmina, proteínas totales, calcio, y el hemogra-
  • 12. Sección 4. Intestino delgado y colon 326 ma (hemoglobina, volumen corpuscular medio, linfocitos). La valoración del estado nutricional puede requerir tests específicos, como por ejemplo una densitometría ósea para valorar la posible osteopenia/osteoporosis en un paciente gastrectomizado. ❱❱ En el caso de los tests específicos de cada en- fermedad, en la práctica hay que mencionar dos grandes posibilidades. Cuando se sospecha una enfermedad intestinal, la demostración morfológica tanto de anomalías inespecíficas que sugieren malabsorción (segmentación, fragmentación, floculación, imagen en nevada), y específicas de alguna entidad (diverticulosis de intestino delgado, signos de enfermedad de Crohn, linfoma, tuberculosis, etc.), hacen que el estudio radiológico (tránsito) del intes- tino delgado conserve un importante valor en el proceso diagnóstico (figura 5). En los últimos años se ha demostrado, además, que la cápsula intestinal puede aumentar el rendimiento, pro- porcionando imágenes patológicas en pacientes con enfermedad celíaca o enfermedad de Crohn con radiologías normales, y en ocasiones tiene que completarse con una enteroscopia para la obtención de biopsias de la mucosa. ❱❱ Cuando se sospecha una enfermedad pancreá- tica, es indispensable disponer de información morfológica del páncreas, y en la mayoría de los centros lo más práctico es realizar una TC, aun- que a veces hay que completar la información con una resonancia pancreática previo estímulo con secretina i.v. (mayor sensibilidad que la TC), una ecoendoscopia o una ERCP (ver capítulo 43). El diagnóstico diferencial implica excluir, en lo posible, el carcinoma en todos los casos. En el caso específico de los tests de absorción intestinal, su uso más frecuente en la práctica actual se da en la valoración (y cuantificación) del trastorno de la absorción, fundamentalmente para servir posteriormente como guía del trata- miento en algunas de las enfermedades. Clásica- mente los tests más empleados eran la prueba de van de Kamer (cuantificación de la grasa en heces); y el test de la D-Xilosa (valoración de la absorción de este monosacárido no metaboliza- ble por el ser humano, aunque sí por la micro- biota intestinal). Básicamente, la prueba de van de Kamer se indicaba como una prueba general de absorción intestinal, puesto que sea cual sea la causa de la malabsorción, salvo excepciones muy limitadas, la absorción de grasas está afec- tada. Una prueba de van de Kamer anormal era considerada como el punto de referencia para definir la malabsorción en muchos centros. Si se demostraba malabsorción, a continuación se indicaba una prueba de D-Xilosa: si ésta era anormal, el trastorno se localizaba en la muco- sa intestinal, si era normal el trastorno era una maldigestión. Además de estos tests, se utiliza- Figura 5. El tránsito intestinal es una prueba diagnóstica de utilidad cuando se sospecha una enfermedad intestinal. a) Hiper- plasia nodular difusa en un paciente con sobrecrecimiento bacteriano; b) Imagen en “empedrado” en ileon terminal en un paciente con una enfermedad de Crohn; c) Linfoma intestinal. Se observan múltiples segmentos estenóticos con irregularidad y especulación de la mucosa.
  • 13. 22. Síndrome de malabsorción: fisiología y fisiopatología 327 ban en circunstancias más concretas, tests más específicoscomoeltestdetoleranciaalalactosa, por ejemplo. El paradigma de test más fisiopato- lógico, es sin embargo el test de Schilling, en el cual se administra una pequeña dosis radioactiva de B12 oral y simultáneamente una dosis grande intramuscular de B12 no marcada (con objeto de rellenar los depósitos, lo que hará que la vitami- na B12 que se absorba de la dosis oral sea elimi- nada por vía urinaria). Si la cantidad recuperada en la orina de B12 radiactiva es pequeña (menos del 10% de la administrada por vía oral), pode- mos afirmar que existe una deficiente absorción de vitamina B12 . Un repaso de los conceptos fi- siológicos resumidos anteriormente nos indica, no obstante, que la alteración puede residir en múltiples puntos, por lo que localizar el punto exacto puede requerir modificaciones sucesivas del tests: con administración simultánea de fac- tor intrínseco (detectar la gastritis atrófica), con preadministración de antibióticos (detectar el sobrecrecimiento bacteriano), o con administra- ción simultánea de enzimas pancreáticos (detec- tar la insuficiencia pancreática). ❱❱ En los últimos años, se han producido varios cambios en esta estrategia. En primer lugar, prácticamente cualquier test de absorción in- testinal puede ser modificado para realizarse como un test del aliento, lo que hace las prue- bas más cómodas para el paciente y también para el laboratorio. Una revisión exhaustiva de este tipo de exploraciones ha sido publica- da recientemente30 . Aunque no están disponi- bles en todos los laboratorios, es muy posible que vayan substituyendo poco a poco a los tests tradicionales. Así, en la evaluación de la pancreatitis crónica, el test de la trioleína marcada con 13 C está adquiriendo la posición de referencia en las Unidades de Pancreatolo- gía, porque la prueba de van de Kamer, si bien muy precisa, es muy difícil de llevar a cabo correctamente por el paciente (especialmente cuando hay que repetirla a lo largo del segui- miento) y muy incómoda para el laboratorio. En segundo lugar, numerosos estudios, particu- larmente en el ámbito de la enfermedad celíaca (ver capítulo correspondiente) han demostrado que los tests tradicionales, incluso la prueba de van de Kamer, tienen una sensibilidad muy baja para detectar malabsorción, y muchos pacien- tes sufren de consecuencias clínicas, incluso graves, como anemia ferropénica u osteopo- rosis, aún con resultados normales de los tests de absorción intestinal. La gran capacidad de reserva del intestino, previamente mencionada, es la responsable de este fenómeno: el daño selectivo duodenal puede provocar malabsor- ción de hierro y calcio; y el resto del intestino absorber las grasas con la eficiencia suficiente para que la prueba de van de Kamer de un re- sultado normal. ❱❱ En todo caso, la multiplicidad de tests aplicables en circunstancias clínicas muy específicas, hace que muchos de ellos estén disponibles única- mente en Unidades de Referencia. La figura 6 muestra distintos ejemplos del rendimiento de las pruebas de imagen en el diagnóstico de la malabsorción. Tratamiento general del síndrome de malabsorción Además del tratamiento causal, es esencial recupe- rar lo antes posible una situación nutricional nor- mal. Evidentemente un tratamiento efectivo tiene que estar guiado por un conocimiento previo de los déficits presentes. La mayoría de los déficits de oligoelementos, minerales y vitaminas pueden tra- tarse con los complejos vitamínicos disponibles en el mercado. Pueden ser muy útiles los diversos pre- parados de nutrición enteral, por varias razones. En primer lugar pueden ser fáciles de tomar para pacientes en condiciones precarias, además de no contener gluten ni lactosa, lo que es importante en circunstancias específicas. En segundo lugar pue- den tener valor terapéutico intrínseco en algunas circunstancias, como la enfermedad de Crohn. En tercer lugar, al proporcionar las proteínas en forma de péptidos simples puede facilitar la asimilación, en algunos procesos. Y, en cuarto lugar, contienen oligoelementos y vitaminas, lo que disminuye la necesidad de utilizar otros suplementos. Algunos puntos pueden requerir atención específica, y re- cordamos algunos que nos parecen especialmente importantes: ❱❱ El calcio hay que suministrarlo con vitamina D, y la tolerancia a los diversos productos es tan in- dividual que es bueno asegurarse de la respues- ta individual de cada paciente para garantizar una buen cumplimiento terapéutico. ❱❱ El hierro se administra a menudo en dosis ex- cesivas insistiendo en que el paciente tome los preparados en ayunas, o utilizando productos
  • 14. Sección 4. Intestino delgado y colon 328 nuevos teóricamente mejor tolerados que las sales tradicionales: muchos pacientes abando- nan el hierro si se prescribe como es tradicional. Una dosis única de sulfato ferroso después de la comida principal suele ser suficiente y es tan bien tolerada como cualquier preparado, con lo que se consigue una mejor adherencia al trata- miento. Además, en caso de necesidad de efec- to rápido por la situación clínica, o intolerancia al hierro oral, el hierro intravenoso es una alter- nativa excelente. ❱❱ La vitamina B12 puede adminitrarse por vía oral siempre que el producto escogido contenga al menos 500 µg (0,5 mg). Muchos polivitamínicos contienen cantidades mínimas, que no son efi- caces en las entidades que causan malabsorción de vitamina B12 como la enfermedad de Crohn o el sobrecrecimiento bacteriano. ❱❱ El ácido fólico es muy a menudo deficitario en los cuadros malabsortivos, y a corto plazo hay que suministrarlo específicamente, aunque a medio y largo plazo las recomendaciones dieté- ticas pueden resultar muy útiles. Bibliografía 1. Madara JL, Traer JS. Functional morphology of the mucosa of the small intestine. En: Johnson LR. Physiology of the Gastrointestinal Tract. New York. Raven Press 1987:1209-49. 2. Ali MR, Fuller WD, Choi MP, Wolfe BM. Baria- tric surgery outcomes. Surg Clin North Am 2005;85:835-52. 3. Sellin JH. Intestinal electrolyte absorption and secretion. En: Feldman M, Friedman LS, Slei- senger MH. Gastrointestinal and Liver Disea- ses. 7th Edition. WB Saunders. Philadelphia. 2002:1693-1714. Figura 6. El tránsito intestinal es una prueba diagnóstica de utilidad cuando se sospecha una enfermedad intestinal. a) Hiper- plasia nodular difusa en un paciente con sobrecrecimiento bacteriano; b) Imagen en “empedrado” en ileon terminal en un paciente con una enfermedad de Crohn; c) Linfoma intestinal. Se observan múltiples segmentos estenóticos con irregularidad y especulación de la mucosa.
  • 15. 22. Síndrome de malabsorción: fisiología y fisiopatología 329 4. Arstromg WM. Cellular mechanisms of ion transport in the small intestine. En: Johnson LR. Physiology of the Gastrointestinal Tract. New York. Raven Press 1987:1251-66. 5. Powell DW. Intestinal water and electrolyte transport. En: Johnson LR. Physiology of the Gastrointestinal Tract. New York. Raven Press 1987:1267-305. 6. Cooke HJ. Neural and humoral regulation of small intestinal electrolyte transport. En: Jo- hnson LR. Physiology of the Gastrointestinal Tract. New York. Raven Press 1987:1307-50. 7. Matheson AJ, Noble S. Racecadotril. Drugs 2000;59:829-35. 8. Wang HH, Shieh MJ, Liao KF. A blind, randomi- zed comparison of racecadotril and loperamide for stopping acute diarrhea in adults. World J Gastroenterol 2005;11:1540-3. 9. Warner RR. Enteroendocrine tumors other than carcinoid: a review of clinically significant advances. Gastroenterology 2005;128:1668-84 10. De Haan L, Hirst TR. Cholera toxin: a paradigm for multifunctional engagement of cellular me- canisms. Mol Membr Biol 2004;21:77-92. 11. Field M, Fromm D, al Awqati Q et al. Effect of cholera enterotoxin on ion transport across isolated ileal mucosa. J Clin Invest 1972;51:796- 802. 12. Sentongo TA. The use of oral rehydration solu- tionsin children and adults. Curr Gastroenterol Rep 2004;6:307-13. 13. Shiau YF. Lipid digestion and absorption. En: Johnson LR. Physiology of the Gastrointestinal Tract. New York. Raven Press 1987:1527-56. 14. Farell JJ. Digestion and absorption of nutrients and vitamins. En: Feldman M, Friedman LS, Brandt LJ. Gastrointestinal and Liver Disea- ses. 9ª Edition. WB Saunders. Philadelphia. 2010:1695-733. 15. Alpers DH. Digestion and absorption of carbo- hydrates and proteins. En Johnson LR. Physio- logy of the Gastrointestinal Tract. New York. Raven Press. 1987:1469-87. 16. Matthews SB, Waud JP, Roberts AG, Campbell AK. Systemic lactose intolerance: a new pers- pective on an old problem. Postgrad Med J 2005;81:167-73. 17. Nordstrom C. Release of enteropeptidase and other brush enzymes from the small intestine wall in the rat. Biochem Biophysics Acta 1972; 289:376-80. 18. Donaldson RM. Intrinsic factor and the trans- port of cobalamin. En Johnson LR. Physiology of the Gastrointestinal Tract. New York. Raven Press 1987:960-73. 19. Tanner SM, Li Z, Perko JD et al. Hereditary juvenile cobalamin deficiency caused by mu- tations in the intrinsic factor gene. PNAS 2005;102:4130-3. 20. Carmel R, Green R, Rosenblatt DS, Watkins D. Update on cobalamin, folate, and homocystei- ne. Hematology 2003:62-81. 21. Eussen SJ, de Groot LC, Clarke R et al. Oral cya- nocobalamin supplementation in older people with vitamin B12 deficidency: a dose-finding trial. Arch Intern Med 2005;165:1167-72. 22. Fleming RE, Bacon BR. Orchestration of Iron Homeostasis. N Engl J Med 2005; 352:1741-4. 23. Ganz T. Hepcidin, a key regulator or iron meta- bolism and mediator of anemia of inflamma- tion. Blood 2003;102:783-8. 24. Weiss G, Goodnough LT. Medical progress: anemia of chronic disease. N Engl J Med 2005; 352:1011-1023 25. Ganz T. Hepcidin and iron regulation, 10 years later. Blood 2011;117:4425-33. 26. García-López S, Gomollón F, Ortega Zayas MA. Uso terapéutico del hierro intravenoso en pa- tología digestiva. Gastroenterología y Hepato- logía Continuada 2004;3:25-9. 27. Högenhauer C, Hammer HF. Maldigestion and malabsorption. En:Feldman M, Friedman LS, Brandt LJ. Gastrointestinal and Liver Diseases. 9ª Edition. WB Saunders. Philadelphia. 2010: 1735-67. 28. Deprez PH, Sempoux C, De Saeger C et al. Ex- pression of cholecystokinin in the duodenum of patients with coeliac disease: respective role of atrophy and lympocytic infiltration. Clin Sci (Lond) 2002;103:171-7. 29. Dubcenco E, Jeejeebhoy KN, Petroniene R et al. Capsule endoscopy findings in patients with es- tablished and suspecte small-bowel Crohn´s di- sease: correlation with radiologic, endoscopic, and histologic findings. Gastrointestinal Endosc 2005;62:538-44. 30. Gisbert JP, González-Lama Y. Breath tests in the diagnosis of gastrointestinal diseases. Gas- troenterol Hepatol 2005;28:407-16. 31. Domínguez-Muñoz JE, Iglesias-García J, Igle- sias-Rey M et al. Effect of the administration Schedule on the therapeutic efficacy of oral pancreatic enzyme supplements in patients with exocrine pancreatic insufficiency: a ran- domized, three-way crossover study. Aliment Pharmacol Ther 2005;15:993-1000.