La prescripción de antibióticos debe ser un proceso dinámico de toma de decisiones basado en la información clínica, epidemiológica, microbiológica y farmacológica, pero a menudo se convierte en un hábito. El tratamiento antibiótico debe adaptarse a factores como la gravedad de la infección, los síntomas y los resultados de pruebas microbiológicas para priorizar la supervivencia del paciente, el alivio de síntomas, la prevención de resistencias y la minimización de toxicidad a través de