Las comunidades de práctica son importantes porque permiten un aprendizaje continuo más allá de los límites de un curso, a través del intercambio de conocimientos y experiencias entre sus miembros. Sus principales aportes al ámbito educativo incluyen compartir aprendizajes basados en la reflexión, promover el crecimiento personal centrado en el aprendizaje más que en la transmisión de información, y que el profesor guíe a los estudiantes como orientador en lugar de ser la única fuente de conocimiento.