Para que las razones o premisas de un argumento sean convincentes, deben ser relevantes, suficientes y aceptables. Una razón es relevante si apoya la conclusión. Es suficiente si acumula varios argumentos que respalden la conclusión. Es aceptable si ofrece datos objetivos o es aceptada por expertos, y no es aceptable si es ambigua o contradice la evidencia.