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Para establecer el diagnóstico de pólipo es necesario recu-
rrir a la colposcopia o incluso a la histeroscopia.
Colposcopia
Está dirigida a los pólipos que alcanzan o desbordan el ori-
ficio cervical externo; en caso contrario, sólo son accesibles
a este tipo de examen aquellos casos en los que el cuello es
ancho y de fácil distensión lo cual permite la visualización
de quistes endocervicales.
Pólipos mucosos
En el examen sin preparación se observan en forma de
pequeña lesión con aspecto de frambuesa, eritematosa; este
aspecto está favorecido por la buena visualización de la vas-
cularización del pólipo recubierto por una mucosa glandu-
lar unicelular cilíndrica; tras aplicación de ácido acético, el
pólipo mucoso reaccionará, como el tejido glandular,
mediante una contracción con visualización de pequeñas
papilas glandulares regulares, ligeramente acidófilas y de
superficie redondeada (F. de T. fig. 3A, B); tras la aplicación
de lugol, la lesión permanece totalmente yodonegativa, lo
cual refleja su carácter glandular puro.
En caso de infección esta lesión puede tomar un aspecto
más inflamatorio, hemorrágico o ulceroso; la ulceración es
tanto más frecuente cuanto más fino es el epitelio de reves-
timiento y, por lo tanto, más frágil.
Durante el embarazo, estos pólipos sufren a menudo fenó-
menos de deciduación ligados a las modificaciones del estro-
ma subyacente, adquiriendo aspecto de lesiones blanqueci-
nas de coloración nacarada y con ulceración frecuente del
epitelio de revestimiento. Este aspecto desaparece espontá-
neamente al final del embarazo. Estos pólipos pueden sufrir
fenómenos de torsión o de necrosis que les confieren un
aspecto colposcópico más inquietante; la naturaleza benigna
de los mismos será confirmada mediante examen histológi-
co tras ablación con pinzas de pólipo.
Pólipos fibrosos
Tienen un aspecto muy diferente en colposcopia.
En el examen sin preparación tienen un color blanquecino
ligado a la estructura fibrosa predominante y a la ausencia
de epitelio glandular de revestimiento. La vascularización
está a menudo exacerbada en la superficie, sobre todo en
los pequeños miomas que salen por el cuello.
Este aspecto no se modifica tras la aplicación de ácido acé-
tico, lo cual refleja la ausencia de epitelio de revestimiento;
tras aplicación de lugol las lesiones son totalmente yodone-
gativas.
Estas lesiones fibrosas son a menudo pediculadas y es
importante verificar el nivel de implantación del pedículo
de estos pólipos endometriales, que con frecuencia proce-
den del istmo e incluso pueden ser intracavitarios.
Pólipos en vías de transformación metaplásica (F. de T. fig. 2)
En el examen sin preparación se presentan en forma de
pequeñas lesiones de estructura lisa; la aplicación de ácido
acético muestra la desaparición parcial o total del epitelio
glandular, que ha sido sustituido por un epitelio malpighia-
no ligeramente acidófilo que predomina en la cumbre del
pólipo (metaplasia in situ o indirecta); tras aplicación de
lugol, en caso de metaplasia inmadura la zona de metapla-
sia se presenta en forma de placa yodopositiva débil, que no
es totalmente homogénea, lo cual refleja el carácter todavía
inmaduro (joven) de la metaplasia.
En presencia de displasia cervical, los pólipos que salen por
el orificio externo pueden sufrir un proceso displásico,
idéntico al que se produce en la zona de transformación, en
relación con una transformación atípica del fenómeno de
metaplasia in situ; tras aplicación de ácido acético la super-
ficie aparece muy acidófila en forma de reacción blanca
intensa, totalmente yodonegativa tras aplicación de lugol; la
posibilidad de desarrollo de fenómenos displásicos malpig-
hianos en la superficie de los pólipos justifica el examen his-
tológico sistemático de toda lesión retirada mediante bis-
turnaje.
Cuando en la colposcopia no se consigue visualizar la base
de implantación del pólipo separando los labios del cuello,
se debe realizar una histeroscopia para, por una parte, veri-
ficar el nivel de implantación del pedículo del pólipo y, por
otra parte, buscar lesiones endocervicales asociadas que no
salen por el orificio externo y que, por lo tanto, son invisi-
bles en la colposcopia. Según Coeman [2
], la indicación de
una histeroscopia por pólipo de cuello varía entre un 10 %
en las pacientes de edades comprendidas entre 3 y 39 años,
y un 85,7 % en las pacientes mayores de 70 años, con un pro-
medio de un 26,7 %. Sobre 3 046 histeroscopias, la existen-
cia de una patología endometrial asociada es de un 19,7 %
en pacientes en período de actividad genital, un 40,8 % en
pacientes posmenopáusicas y un 100 % en las pacientes que
toman tamoxifeno. Por consiguiente, esto confirma amplia-
mente la noción de pólipo «centinela» y la necesidad de un
control histeroscópico.
Diagnóstico diferencial
Al margen de los pólipos bien pediculados, es necesario dis-
tinguir los pólipos de aspecto sésil o seudopólipos, ligados a
menudo a la hipertrofia del canal endocervical, sobre todo
en los casos de ectropión cervical voluminoso ligado a la
exacerbación del árbol de la vida abierto en medio vaginal.
Algunos aspectos cervicales pueden simular la existencia de
pólipos del cuello uterino, sobre todo en los cuellos con sín-
drome del dietilestilbestrol: el cuello aparece modificado
desde el punto de vista morfológico, con presencia de
amplias incisiones alrededor de la zona de transformación
que evocan la existencia de un seudopólipo que sale por el
cuello, central, pero que, en realidad, corresponde a un
trastorno de la arquitectura morfológica del cuello ligado a
una malformación embriológica durante la formación del
macizo cervical entre la 10ª a 13ª semanas de vida embrio-
naria (F. de T. fig. 4).
Estos aspectos colposcópicos deben ser reconocidos pues
necesitan un control colpocitológico riguroso y regular y
deben imponer una abstención terapéutica prudente.
Conducta a seguir
Búsqueda de factores favorecedores.
Aunque su papel está mal definido, parece necesario buscar
factores capaces de favorecer la formación de pólipos cer-
vicales, con el fin de tratarlos:
— inflamación crónica;
— hiperestrogenemia: en 1 caso de cada 10 se halla un póli-
po mucoso del endometrio asociado a frotis posmenopáusi-
cos que reflejan la existencia de una «hiperestrogenemia».
Existe una hiperplasia endometrial asociada en 1 de cada 2
casos antes de la menopausia y en 8 de cada 10 casos des-
pués de la menopausia.
Los tratamientos antiestrogénicos como el tamoxifeno pue-
den favorecer su aparición por un mecanismo probable-
mente idéntico (F. de T. fig. 5).
Asegurarse de la benignidad del pólipo
y de su carácter aislado
Benignidad del pólipo
Es el caso más frecuente pero, no obstante, existe riesgo
de cancerización cuya frecuencia estimada es inferior a un
3. Ginecología PÓLIPOS DEL CUELLO UTERINO Y CERVICITIS
página 3
1 %. Es posible distinguir un pólipo cancerizado de un
adenocarcinoma polipoide del endocérvix o de un pólipo
cancerizado por contigüidad a partir de un carcinoma
glandular o epidermoide adyacente. El pedículo del póli-
po es normal en el pólipo cancerizado y permite «estable-
cer la diferencia», excepto si el tumor ya lo ha invadido.
La colposcopia e incluso la histeroscopia, más apta para
estudiar un pedículo intracervical, serán útiles en el exa-
men directo del pedículo.
Carácter aislado del pólipo
Debe eliminarse la existencia de una lesión asociada (F. de
T. fig. 6), eventualmente cancerosa, de la vulva, de la vagi-
na, y también del cuello o del endometrio, mediante exa-
men clínico, colposcopia e histeroscopia [10
].
Tratamiento
Pólipos que salen por el cuello: tras identificación del pe-
dículo, exéresis mediante bisturnaje con pinzas de pólipo,
seguida de un examen anatomopatológico.
Pólipos cilíndricos pequeños endocervicales y asintomáti-
cos: control endoscópico anual coincidiendo con el frotis.
Pólipos endocervicales atípicos voluminosos o sintomáticos:
electrorresección endoscópica dirigida sobre la base,
mediante asa montada sobre el histeroscopio operador.
Cervicitis
La cervicitis aguda o crónica es probablemente la afección
ginecológica más frecuente. Este término se utiliza para
designar las inflamaciones del cuello, cualquiera que sea la
causa, y engloba varios cuadros clínicos e histológicos.
La cervicitis primaria afecta a una mucosa inicialmente nor-
mal, y es más a menudo una cerivicovaginitis que una endo-
cervicitis-endometritis; la cervicitis secundaria se desarrolla
sobre un cuello alterado por traumatismos o infecciones
repetidas y que presenta alteraciones histológicas que favo-
recen el desarrollo microbiano. Pueden distinguirse dos
tipos histológicos de cervicitis cuya coexistencia es posible.
Sus factores etiológicos son similares, así como sus conse-
cuencias.
— Cervicovaginitis: sólo la mucosa pavimentosa del exocér-
vix está afectada por los fenómenos inflamatorios; también
están afectados los fondos de saco vaginales y eventualmen-
te la vagina (F. de T. fig. 7A, B, C).
— Cervicitis propiamente dicha: la mucosa cilíndrica está
afectada por el proceso inflamatorio (endocervicitis) (F. de
T. fig. 8).
Es importante detectar y tratar las infecciones genitales
bajas.
Fisiología cervicovaginal y bacterias
La vagina y el exocérvix están tapizados por una mucosa de
tipo pavimentoso. La maduración de las capas profundas
hacia las células superficiales, dependiente de los estróge-
nos, se acompaña de producción de glucógeno que desem-
peña un papel regulador en el equilibrio de la flora vaginal
(pH ácido).
El endocérvix está tapizado por una mucosa cilíndrica
secretoria (pH alcalino) y está influido por el medio cervi-
covaginal.
Factores etiológicos
Los agentes infecciosos responsables de las cervicitis proce-
den sobre todo de la vagina, a veces del útero y raramente
de una difusión hematógena o linfática.
Factor microbiano
Es con gran frecuencia el único responsable; infección
específica por Candida albicans, Chlamydia o Trichomonas,
sola o asociada a micosis, Gardnerella vaginalis, gonococo,
Mycoplasma, herpes simple de tipo II sobre todo, Parvovi-
rus, etc.
Debe recordarse que las infecciones cervicales por Chlamydia
se diagnostican cada vez con mayor frecuencia [7, 8, 14
]. El cue-
llo uterino podría ser el reservorio de Chlamydia en el ser
humano. La ausencia de síntomas evocadores puede permitir
la persistencia latente de esta infección.
Otros factores
— Mecánicos: DIU, prolapso, alargamiento hipertrófico del
cuello.
— Traumáticos, producidos durante el parto, una interrup-
ción voluntaria de embarazo o un acto quirúrgico o radio-
lógico.
— Químicos: cualquier producto que modifique el pH vagi-
nal normal (ácido, de 4 unidades pH), como la contracep-
ción local o los productos de higiene. Un aumento del pH
favorece el desarrollo de Escherichia coli, enterococos y
Trichomonas, y una disminución del pH favorece el desa-
rrollo de Candida albicans.
Histología
Se distinguen cervicovaginitis y cervicitis.
Cervicovaginitis
El epitelio glandular está preservado y el epitelio pavimen-
toso vaginal o cervical reacciona ante la agresión microbia-
na de dos formas.
— La descamación muestra una colpitis con modificaciones
del tejido conjuntivo (dilatación vascular, disociación de las
fibras conjuntivas e infiltración linfoplasmocitaria) y modi-
ficaciones de la mucosa: disminución de espesor por pérdi-
da de las capas superficiales y, a veces, de las medias.
— Hiperplasia: es más rara. Se observan papilomas o con-
dilomas. La mucosa aumenta su número de capas celulares.
Su maduración es menos regular y las células presentan
anomalías nucleares más o menos marcadas: irregularidad,
binucleación o multinucleación y, a veces, displasia verda-
dera. En el tejido conjuntivo, donde asienta una infiltración
linfoplasmocitaria, las papilas se alargan y elevan el epitelio,
y los capilares están dilatados.
Cervicitis propiamente dicha
El epitelio glandular se afecta en varias fases sucesivas.
— Congestión activa: afecta al tejido conjuntivo el cual pre-
senta dilatación vascular, edema e infiltración de polinu-
cleares que emigran hacia la mucosa. La actividad secreto-
ria de la mucosa está disminuida. Algunas células presentan
núcleos aumentados de volumen e irregulares.
— Descamación epitelial con ulceración que puede alcan-
zar el tejido conjuntivo.
— Reparación de la ulceración por regeneración de la
mucosa glandular, a veces bajo la forma de metaplasia pavi-
mentosa.
390-A-20
4. página 4
En el tejido conjuntivo la infiltración disminuye y puede
dejar una esclerosis (causa de quistes o de disminución de
la capacidad secretoria). La persistencia de la inflamación
alrededor de los fondos de saco glandulares puede ocasio-
nar la evolución hacia la cronicidad. También es posible
que los fenómenos inflamatorios se extiendan hacia el
endocérvix, el endometrio, el parametrio y, sobre todo, a
las trompas; este es el mecanismo de las salpingitis por
Chlamydia o por gonococos. Debe recordarse que la infec-
ción por Chlamydia puede ser considerada como una de las
causas más importantes de esterilidad tubárica y de emba-
razo extrauterino.
Diagnóstico
Los argumentos que permiten establecer el diagnóstico son
clínicos, colposcópicos, citológicos, bacteriológicos y, a
veces, serológicos.
Signos clínicos
A menudo son discretos o incluso pueden estar ausentes en
la cervicitis; en la cervicovaginitis son más evocadores.
Elementos principales:
— leucorrea, a veces de aspecto purulento que sugiere el
diagnóstico;
— prurito o escozor vulvovaginal;
— metrorragias (espontáneas por hiperemia o poscoitales);
— uretritis con los signos funcionales urinarios habituales;
— dispareunia orificial; en caso contrario, debe pensarse en
la asociación de una parametritis;
— infertilidad (el moco espeso, ácido y purulento es hostil
para los espermatozoides e impide la fecundación) [11
];
— síndrome doloroso pelviano, a favor de una infección
locorregional (salpingitis o incluso pelviperitonitis genital)
que requiere una exploración celioscópica diagnóstica y
terapéutica (adherencias, etc.).
En el examen se buscan lesiones visibles a simple vista, vul-
vares, vaginales o cervicales, de tipo colpitis eritematosa,
leucorrea, ulceración hemorrágica, vegetación, o simple
congestión. También se busca una afección locorregional
uteroanexial que hace temer una extensión regional de la
infección o una enfermedad de transmisión sexual (ETS)
asociada. Este examen se completa con un pH vaginal y un
estudio microscópico del moco cervical y de las secrecio-
nes vaginales en fresco. En el moco normal, los polinucle-
ares están ausentes o su número es inferior a 3 ó 4 por
campo a aumento x 40; en periodo de moco dúctil, su
número es inferior a 30-40 y no están alterados al final del
ciclo.
En las secreciones vaginales, el examen microscópico iden-
tifica fácilmente la presencia eventual de Trichomonas o de
levaduras en el seno de un frotis con muchos polinucleares
(< 10/campo). Este examen debe completarse con una
toma de muestra para estudio bacteriológico. Debe recor-
darse que, en presencia de una cervicitis aguda, la histero-
grafía está contraindicada.
Aspectos colposcópicos
El examen colposcópico sin preparación permite visualizar
los aspectos inflamatorios, en primer lugar a nivel vaginal,
en forma de áreas eritematosas maculosas, a veces papulo-
sas, asociadas a leucorrea abundante; estas áreas eritemato-
sas, que corresponden a una congestión localizada del
corion bajo el epitelio malpighiano, se visualizan mejor al
limpiar la vagina con suero fisiológico. Tras aplicación de
ácido acético, estas zonas eritematosas persisten, pero no
existen zonas francamente acidófilas evocadoras de un pro-
ceso más orgánico; la aplicación de ácido acético puede
provocar una sensación de escozor o de irritación que refle-
ja la inflamación del conducto vaginal (F. de T., fig. 7).
A nivel cervical, el epitelio malpighiano puede sufrir los
mismos fenómenos inflamatorios que a nivel vaginal, en
forma de áreas eritematosas maculosas o, por el contrario,
difusas. La afección del canal cervical, frecuente en caso de
ectropión, se manifiesta en forma de zonas eritematosas
que sangran fácilmente al contacto y se ulceran fácilmente
tras limpieza del cuello con una torunda de algodón empa-
pada de suero fisiológico. Estos fenómenos inflamatorios
bajo el epitelio glandular pueden ser causa de una infec-
ción ascendente.
Colpitis
Tras aplicación de lugol estas lesiones se vuelven evidentes,
incluso para el colposcopista no experimentado, ya sea en
forma de colpitis macular difusa (vaginitis «leopardo»), a
menudo ligada a una infección por Trichomonas, pero sin
que este aspecto sea patognomónico, o bien en forma de
colpitis irregular donde se asocian amplias máculas y un
punteado más fino, que reflejan una inflamación difusa y
polimorfa, o incluso en forma de colpitis fina difusa con
puntos blancos minúsculos que reflejan la hipervasculariza-
ción del conjuntivo.
Algunos aspectos pueden parecer específicos de una infec-
ción por un agente causal concreto.
• Cervicitis herpética
Puede presentarse excepcionalmente en forma de vesículas
bajo el epitelio malpighiano cervical o vaginal, pero en
general se observa la forma de ulceración necrótica y exu-
dativa recubierta de una capa fibrinosa. Requiere la realiza-
ción de una toma bacteriológica con búsqueda de herpes.
• Colpitis viral por HPV
Se presenta en forma de lesión condilomatosa exofítica
fácilmente individualizada a simple vista, o todavía mejor en
el examen colposcópico, en forma de lesiones papilares,
arborescentes, acidófilas en su cumbre, a menudo agrupa-
das y a veces difusas y numerosas, sobre todo en determina-
das situaciones clínicas (embarazo, inmunodeficiencia
adquirida o yatrogénica). Al margen de las lesiones exofíti-
cas, estas colpitis víricas pueden presentarse en forma de
amplias zonas yodonegativas con dibujos en sobreimpre-
sión (F. de T. fig. 9) ligadas a una infección difusa por HPV
(«human Papilloma virus»), que se identifica mejor
mediante examen histológico o virológico [3
].
Igualmente es posible observar colpitis papilares en forma
de papilas no arborescentes, digitiformes, a menudo ligadas
a una infección por gérmenes anaerobios o Gardnerella
vaginalis, que regresan rápidamente con tratamiento anti-
biótico adaptado.
Cervicitis
La mucosa malpighiana exocervical presenta un defecto de
maduración con escasa impregnación de lugol y pequeñas
áreas de células yodonegativas distribuidas de manera regu-
lar, a veces centradas por un eje vascular. Este aspecto
corresponde a la colpitis descrita en la colposcopia. A ello
se asocia una citólisis con descamación. La mucosa cilíndri-
ca presenta una hipervascularización con papilas aplastadas
que sangran al contacto.
• Cervicitis por Chlamydia trachomatis
Las modificaciones citológicas que es posible hallar en los
frotis de diagnóstico precoz y, por lo tanto, en caso de infec-
ción asintomática, son las siguientes: pueden observarse ati-
pias malpighianas mínimas de las células metaplásicas de
tipo halo perinuclear, multinucleación, aumento del tama-
ño de los núcleos e hipercromasia. Los frotis cervicovagina-
5. Ginecología PÓLIPOS DEL CUELLO UTERINO Y CERVICITIS
página 5
les presentan una utilidad complementaria que consiste en
la detección de un riesgo elevado de infección por
Chlamydia trachomatis. La detección microbiológica es
obligatoria para establecer el diagnóstico de cervicitis por
Chlamydia trachomatis. El estudio del frotis endocervical se
efectúa mediante inmunofluorescencia con anticuerpos
anticlamidia ligados a la fluoresceína o mediante ELISA
para la detección antigénica. De este modo es posible poner
de manifiesto las partículas elementales o las inclusiones
celulares con una sensibilidad de un 80 % aproximada-
mente y una especificidad del 91 %. El cultivo celular sigue
siendo el método de referencia, pero el resultado se obtie-
ne solamente al cabo de una semana. Debe señalarse que
las manifestaciones clínicas (cervicitis, dolores anexiales o
salpingitis) se producen con igual frecuencia con todas las
variedades de Chlamydia (estudio de Persson, 1993, [13
] con
424 pacientes infectadas por Chlamydia). La PCR
(«Polymerase Chain Reaction»), que detecta secuencias de
ácido nucleico de Chlamydia, parece más sensible que el cul-
tivo y podría desempeñar un papel en el estudio de las
muestras discordantes (Mahony 1992).
• Cervicitis por Trichomonas
En 8 de cada 10 casos, los frotis son «sucios» o citolíticos y
presentan alteraciones celulares citoplásmicas (falsa eosino-
filia, halo perinuclear o vacuolización) y nucleares (picno-
sis o atipias) así como numerosos elementos inflamatorios.
La presencia de linfocitos en número aumentado (> 5) es
un elemento asociado. Estos signos citológicos están incom-
pletos o ausentes en 2 de cada 10 casos. Un citólogo entre-
nado puede reconocer, en un frotis con alteraciones celula-
res mínimas, unos corpúsculos azulados y redondeados que
en las buenas coloraciones contienen unos ligeros puntos
malva, que corresponden a Trichomonas; incluso si el con-
texto «sucio» y citolítico está ausente [12
].
• Cervicitis micótica
La micosis puede ocasionar aspectos citológicos sugerentes:
células intermediarias y superficiales, eosinófilos con núcle-
os voluminosos y citólisis.
Tanto en la micosis (principalmente por Candida albicans)
como en la infección por Trichomonas el frotis cervicovaginal
constituye una posibilidad de detección poco onerosa y efi-
caz cuando es interpretado por un citólogo experimentado.
Este método de detección precoz puede eventualmente ser
completado, en caso de duda, por un examen directo o un
cultivo en medio de Sabouraud.
• Cervicitis vírica
Cualquiera que sea el virus causante, existen modificacio-
nes citológicas comunes que aparecen en oleadas sucesivas:
— citomegalia por hipertrofia citoplasmática;
— a veces, hipertrofia nuclear simultánea que explica el
mantenimiento de un cociente nucleocitoplasmático den-
tro de los límites normales;
— desaparición del carácter granuloso del citoplasma con
degeneración hialina;
— desarrollo de partículas amorfas, únicas o múltiples,
intranucleares y citoplasmáticas, con halos claros periféri-
cos;
— por último, balonización del citoplasma con degenera-
ción vacuolar del núcleo que indica muerte celular.
Junto a estas modificaciones comunes existen modificacio-
nes propias de cada virus.
— Adenovirus (poxvirus). Están afectadas las células endo-
cervicales, metaplásicas y parabasales, en forma de desca-
mación aislada o en grupos con límites poco precisos. El
citoplasma es normal exceptuando la presencia de algunas
vacuolas. Los núcleos presentan inclusiones eosinófilas que
pueden presentar halos claros periféricos y a veces adquie-
ren un aspecto lobulado formando, al converger, una sola
inclusión que ocupa el área nuclear.
— Citomegalovirus. La localización genital de este virus espe-
cífico del ser humano es frecuente y a menudo silente. La
citología muestra células voluminosas con inclusiones intra-
nucleares y/o citoplasmáticas en mosaico, en la periferia de
las cuales se sitúan las partículas virales.
— Virus del herpes simple tipo II (HSV II). La afección cervical
es latente, frecuente y recidivante, y a menudo silente sien-
do descubierta al realizar un frotis de diagnóstico precoz de
cáncer de cuello. La tasa de detección citológica es proba-
blemente del orden de 2 de cada 3 casos. El virus afecta
principalmente las células alteradas o inmaduras, esto es,
las células basales, parabasales o metaplásicas. El aspecto clí-
nico y colposcópico es evocador: colpitis vesicular que se
presenta como una agrupación de vesículas sobre una
mucosa exocervical congestiva; la rotura de estas vesículas
da lugar a erosiones secundarias que al confluir confieren a
la lesión un aspecto de mosaico invertido. Los frotis cervi-
covaginales son limpios o poco inflamatorios y con predo-
minio lifoplasmocitario. El núcleo está aumentado de volu-
men y puede ser multinucleado, y la cromatina, muy gra-
nulosa, describe espacios intercromáticos ocupados por los
cuerpos virales. A continuación, en el núcleo multinuclea-
do, la cromatina se dispone en periferia y el núcleo adquie-
re un aspecto de vidrio esmerilado. Finalmente, en el seno
de este núcleo aparece una masa eosinófila procedente de
las partículas víricas y, al mismo tiempo, el citoplasma se
hipertrofia, se vacuoliza y se vuelve opaco. Este ciclo evolu-
tivo da lugar a una degeneración celular en tres semanas,
ocasionando una desintegración epitelial que dará lugar a
una cavidad intraepitelial: la vesícula.
— «Human Papilloma Virus» (HPV). Cualquiera que sea el
aspecto clínico de la lesión condilomatosa (condiloma acu-
minado o plano) los aspectos citológicos reúnen en diversas
proporciones células paraqueratósicas, intermediarias, con-
dilomatosas y coilocitarias.
El condiloma plano tiene un aspecto particular en colpos-
copia.
La citología muestra un fondo limpio, células disqueratósi-
cas e hipercromáticas con citoplasma anaranjado, a veces
anisocarióticas y a menudo agrupadas. Las células interme-
diarias condilomatosas poseen un citoplasma policromo
que contiene un área clara de límites imprecisos. Por últi-
mo, el coilocito, que es el resultado de una vacuolización
citoplasmática, presenta un citoplasma translúcido con un
halo claro perinuclear que rodea a un núcleo generalmen-
te pequeño y simple, aunque también puede ser volumino-
so o poco frecuentemente, múltiple. Estas lesiones se aso-
cian a veces con aspectos displásicos (cuadro I): displasia
leve, moderada o severa, o CIN I, II o III, o, actualmente,
lesiones de bajo grado o de alto grado [1
] según la intensi-
dad de las lesiones nucleares (aumento de la relación
390-A-20
Displasia Richart Bethesda
Leve CIN I Bajo grado
Moderada CIN II
Cáncer in situ CIN III Alto grado
Cuadro I. – Clasificación de las displasias.
6. Ginecología PÓLIPOS DEL CUELLO UTERINO Y CERVICITIS 390-A-20
página 6
nucleocitoplasmática (N/P), hipercromatismo, irregulari-
dad del contorno nuclear y anisocariosis) [9
].
En todos los casos, el diagnóstico de certeza se establece
mediante biopsia dirigida bajo control colposcópico.
*
* *
La colposcopia, gracias a su visualización macroscópica del
cuello, del orificio externo y del primer centímetro del canal cer-
vical, permite visualizar la existencia de lesiones orgánicas que
salen por el orificio externo en forma de pólipos cuyo aspecto
sin preparación y tras aplicación de ácido acético y de lugol per-
mite diferenciar los clásicos pólipos mucosos benignos de los
pólipos fibrosos de superficie más blanca y regular, y a veces
permite identificar la existencia de una metaplasia normal en la
superficie del pólipo o, por el contrario, la aparición de un pro-
ceso displásico asociado generalmente a una atipia malpighiana
exocervical.
Más raramente, la colposcopia permite identificar lesiones malig-
nas ante un aspecto sospechoso, irregular o necrótico, pero esto
es excepcional.
El descubrimiento de tales lesiones puede requerir un examen
endoscópico (histeroscópico) endocervical, incluso uterino, sobre
todo en mujeres menopáusicas.
En materia de infección cervicovaginal, la colposcopia permite
observar una inflamación cervical y vaginal en forma de colpitis
ligada a la exacerbación de la vascularización del corion subya-
cente; el aspecto morfológico de esta colpitis puede evocar un
diagnóstico bacteriológico específico, como la colpitis por
Trichomonas, pero en ningún caso permite la orientación hacia un
origen etiológico patognomónico.
A excepción de las lesiones infecciosas ligadas a HPV o al virus
del herpes, que poseen un aspecto colposcópico particular que
permite identificar tales lesiones, la colposcopia deberá asociarse
a un examen cervicovaginal bacteriológico con búsqueda de
Chlamydia y micoplasmas mediante cultivo.
Bibliografía