La salud mental se define de diferentes formas por distintos profesionales. Se considera normal aquella conducta que se ajusta a los criterios generales como la ausencia de síntomas, la normalidad estadística o los ideales de funcionamiento propuestos. La anormalidad se determina por la ineficacia del funcionamiento psicológico y social evaluada por la familia, comunidad y profesionales cuando pone en riesgo la seguridad o autonomía de la persona.