El cultivo de soja se introdujo en Argentina en los años 1960 y ahora es el principal producto de exportación del país, generando miles de millones de dólares. Sin embargo, también tiene costos como la degradación del suelo debido a que no aporta residuos, y efectos negativos ambientales y de salud debido al uso de semillas transgénicas y glifosato. Aunque trae beneficios económicos a corto plazo, sus costos a largo plazo en el medio ambiente y en las comunidades superan esos beneficios.