2. Hay que buscar las situaciones de riesgo de ictericia neonatal,
que son las incompatibilidades sanguíneas fetomaternas y la
infección maternofetal. También hay que observar con detalle el
modo de alimentación del niño y recordar que, por definición,
cualquier ictericia que aparezca antes de la 24.a
hora de vida es
patológica.
El uso de un bilirrubinómetro transcutáneo ayuda a detectar
la ictericia y a seguir la evolución [2]. Hay que procurar calibrar
con cuidado el aparato y recordar que las medidas efectuadas
mediante bilirrubinometría transcutánea sobreestiman la
intensidad de la ictericia en los niños con piel pigmentada.
Pruebas complementarias
No son necesarias muchas pruebas complementarias: grupo
sanguíneo de la madre y del niño, prueba de Coombs directa,
hemograma completo con reticulocitos, medición de la bilirru-
bina total y de la albuminemia. La determinación de la relación
molar bilirrubina/albúmina proporciona una buena evaluación
del riesgo potencial de neurotoxicidad de la bilirrubinemia no
conjugada. Para calcular esta proporción, es necesario convertir
previamente la albuminemia, cuyo resultado suele ofrecerse en
g/l, en µmol/l (factor de conversión, 14,49). En los recién
nacidos a término, cuando la relación bilirrubina/albúmina es
menor del 70%, los riesgos de neurotoxicidad de la bilirrubina
no conjugada son escasos e incluso inapreciables. Sin embargo,
no todos los centros utilizan esta proporción en la práctica
habitual. Cuando la situación es grave y es posible desde el
punto de vista técnico (laboratorio de referencia), las medidas
de la bilirrubina intraeritrocítica y de la bilirrubina no unida
son elementos relevantes que deben tenerse en cuenta en las
decisiones terapéuticas.
Por último, si el contexto lo sugiere, deben tomarse muestras
bacteriológicas.
Factores de riesgo de gravedad
de la ictericia
Es esencial conocer bien estos factores, que permiten prever
con frecuencia una posible gravedad de una ictericia neonatal [3,
4]. Se trata sobre todo de la prematuridad, la existencia de
antecedentes familiares de hemólisis neonatal, traumatismo
obstétrico, sufrimiento fetal agudo con acidosis, antecedentes
familiares conocidos de hiperbilirrubinemia y de la aparición de
la ictericia en las primeras 24 horas de vida. Por último, algunos
medicamentos que pueden desplazar la bilirrubina de su unión
con la albúmina son capaces de aumentar la ictericia (amino-
glucósidos). Además, el ayuno contribuye a agravar la ictericia
en los recién nacidos (aumento de la producción de bilirrubina
por estimulación de la actividad de la hemo oxigenasa,
aumento de la actividad del ciclo enterohepático y, por consi-
guiente, de la reabsorción de la bilirrubina, debido a que se
ralentiza el tránsito intestinal).
Nomogramas
La reaparición de casos de ictericia nuclear en Estados Unidos
ha llevado a que se cree un registro nacional y a la elaboración
de nomogramas que permiten evaluar el riesgo de que se
desarrolle esta complicación en los recién nacidos con icteri-
cia [2, 5]. Es necesario utilizar estos nomogramas y extraer de
ellos las consecuencias necesarias para el tratamiento de los
recién nacidos, en especial en el momento del alta de la
maternidad (Fig. 2).
Gravedad
- Precocidad < 24 h
- Hemólisis
- Concentración (prematuridad)
- Ineficacia terapéutica
Colestásica No colestásica
Atresia de las vías biliares
(también es una enfermedad
de las vías biliares
intrahepáticas)
Otras
Quiste del colédoco
Litiasis biliar
Estenosis congénita VB
Perforación VB
Ictericia neonatal
Extrahepática
Infección postnatal
- E. coli, CMV, virus ECHO
- Fetopatía por CMV
Mucoviscidosis
Déficit de α1-antitripsina
Otras
Escasez de conductillos
Zellweger
Niemann-Pick
Colangitis
Intrahepática
Hemólisis
- Incompatibilidades
- Rhesus/ABO
- G6PD/esferocitosis
Infección
Ictericia simple
Persistente
Hiperproducción de bilirrubina
- Hemólisis
- Reabsorción de hematomas
- Poliglobulia
Déficit de glucuronoconjugación
- Hipotiroidismo
- Leche materna
- Gilbert
- Crigler-Najjar
Precoz
Figura 1. Árbol de decisiones. Reconocimiento de la ictericia neonatal. VB: vías biliares; CMV: citomegalovirus.
E – 4-002-R-30 ¶ Diagnóstico de la ictericia neonatal
2 Pediatría
3. ■ Causas de las ictericias
neonatales
Colestasis neonatales
El diagnóstico de colestasis debe sospecharse cuando las heces
aparecen descoloradas de forma parcial o total, en caso de
coluria y cuando la exploración física muestra una hepatomega-
lia. El prurito, que es un signo frecuente en las colestasis, no
suele aparecer antes de los 4-6 meses de edad. Las colestasis son
relativamente infrecuentes en el período neonatal, pero, en esta
situación, es urgente sospechar una atresia biliar, porque el
tratamiento quirúrgico de esta afección debe llevarse a cabo con
gran rapidez [6, 7]. Es necesario pensar de entrada en una
inyección de vitamina K en los niños, debido al riesgo hemor-
rágico que conlleva la colestasis (causante de un defecto de
absorción de las vitaminas liposolubles como dicha vitamina K).
Colestasis extrahepáticas
Atresia biliar
Afecta a alrededor de 1/10.000 recién nacidos. Los niños con
atresia biliar suelen ser recién nacidos a término, de peso y talla
normales. La colestasis aparece en los días posteriores al
nacimiento. Las heces aparecen descoloradas, hay coluria y
hepatomegalia con induración del hígado. Este diagnóstico debe
sospecharse de forma sistemática y hay que contactar de
inmediato con equipos especializados medicoquirúrgicos. La
intervención de Kasaï (hepatoportoenterostomía) sólo es eficaz
si se realiza antes de la 6.a
semana de vida. Cuando la interven-
ción es eficaz, desaparece la ictericia, las heces recuperan el
color y se producen episodios de colangitis, salvo si la vesícula
biliar se ha podido utilizar en la reconstrucción quirúrgica.
Si el diagnóstico es demasiado tardío y/o la intervención
quirúrgica fracasa, se produce una evolución inevitable a una
cirrosis y, al final, será necesario un trasplante hepático en el
niño [6, 7].
Otras anomalías de las vías biliares
Pueden manifestarse en el período neonatal y, en ocasiones,
es posible que se hayan detectado en las ecografías prenatales.
Se trata de quistes del colédoco, litiasis biliares y estenosis
congénita de la convergencia de los conductos hepáticos. La
ecografía supone una gran ayuda para realizar un diagnóstico
preciso. El tratamiento es quirúrgico y el pronóstico es mucho
mejor que el de la atresia de las vías biliares.
Durante las infecciones urinarias por E. coli
Se puede producir una colestasis, en cuyo caso se debe aplicar
un tratamiento antibiótico urgente, pues existe un gran riesgo
de insuficiencia hepatocelular. Asimismo, una infección por
citomegalovirus, virus de Epstein-Barr (VEB) o virus ECHO
puede causar una colestasis grave en el período neonatal.
“ Puntos fundamentales
Los riesgos de ictericia nuclear no han desaparecido en las
hiperbilirrubinemias no conjugadas neonatales. Es
necesario conocer los factores de gravedad. La medición
de la relación molar bilirrubina/albúmina es un método
simple y fiable de asegurarse de que el niño no tiene riesgo
de neurotoxicidad por la bilirrubina. La utilización de
nomogramas apropiados es necesaria para efectuar un
tratamiento adecuado.
Bilirrubinasérica(mg/dl)
425
340
255
170
85
0
0 12 24 36 48 60 72 84 96 108 120
Percentil 99
Percentil 95
Percentil 75
Percentil 40
BS/BTC y EF cada 24 horas
BTC cada 48 horas
Seguimiento de la BS cada 6-12 horas
Seguimiento clínico
con/sin BTC
en las primeras 48 horas
tras el alta
Fototerapia intensiva
BTC > 3,4 µmol/l/h
BTC
cada 8-12 horas
Conducta práctica
Figura 2. Ictericia neonatal. Aplicación de los nomogramas de seguimiento de la hiperbilirrubinemia neonatal en función de la edad del recién nacido y
definición de las zonas de riesgo (según [5]). BTC: bilirrubina transcutánea; BTS: bilirrubina total sanguínea; EF: exploración física.
Diagnóstico de la ictericia neonatal ¶ E – 4-002-R-30
3Pediatría
4. Colestasis intrahepáticas
Síndrome de Alagille o escasez sindrómica de conductillos
Se trata de un síndrome malformativo que asocia, además de
la colestasis, dismorfia facial que a menudo es poco marcada
(mentón pequeño, frente grande), persistencia de un embrio-
toxon posterior en la exploración oftalmológica con lámpara de
hendidura, existencia de vértebras torácicas en «alas de mari-
posa» en las radiografías, presencia de una cardiopatía de tipo
estenosis más o menos grave de las ramas de la arteria pulmo-
nar [8, 9]. En lo que respecta al hígado, la colestasis se relaciona
con un número y calibre insuficientes de las vías biliares. Esta
colestasis provoca un prurito a menudo intenso, mientras que
la ictericia puede ser mucho menos marcada.
Este síndrome se transmite de forma autosómica dominante,
con una gran variabilidad de expresividad clínica, incluso en el
seno de una misma fratría. El pronóstico hepático es relativa-
mente favorable y la evolución hacia una cirrosis se produce en
alrededor del 10-15% de los casos.
Desde el punto de vista genético, el síndrome de Alagille se
debe a la presencia de mutaciones en el gen Jagged, pero no hay
ninguna correlación entre el genotipo, por una parte, y el
fenotipo, por otra [10].
Escasez de conductillos no sindrómica
También pueden provocar una colestasis neonatal. Pueden
estar relacionadas con un déficit de a1-antitripsina, una rubéola
congénita o una trisomía 21.
Otras causas de colestasis intrahepática
Se deben conocer los siguientes cuadros [7]: déficit de
a1-antitripsina (el diagnóstico se establece por la ausencia de
pico de a1-globulina en el registro de electroforesis de las
proteínas séricas, la determinación ponderal de a1-antitripsina
y el fenotipo PI). La mucoviscidosis también es una causa de
colestasis intrahepática neonatal (detección neonatal en algunos
países por determinación de la tripsina inmunorreactiva y, en
caso de positividad, estudio molecular del gen CFTR). Otras
enfermedades más infrecuentes pueden provocar el cuadro,
como las enfermedades por depósito (Niemann-Pick), síndrome
de Zellweger, colestasis recurrentes familiares, colangitis esclero-
santes. Por último, una colestasis neonatal prolongada puede ser
una complicación de una hipoxia perinatal hepática grave o de
una nutrición parenteral prolongada
Hiperbilirrubinemias no conjugadas
Son mucho más frecuentes que las colestasis y se pueden
distinguir, de forma esquemática, las ictericias precoces de las
ictericias prolongadas. Una ictericia se clasifica como prolon-
gada en los recién nacidos a término cuando persiste más allá
del 10.° día de vida.
Ictericias precoces
Ictericia simple
Es la más frecuente. Afecta a un 30-50% de los niños sanos.
Aparece en el 2.° o 3.er
día de vida, de forma aislada y de
intensidad moderada. Desaparece hacia el 5.° o 6.° día de vida.
Puede durar más tiempo y ser más marcada en los recién
nacidos prematuros.
Ictericias relacionadas con las hemólisis neonatales
En estas situaciones, la ictericia suele ser precoz y comienza
antes de 24 horas. Desde el punto de vista clínico, se observa
una hepatoesplenomegalia y palidez, agravamiento de la
ictericia (a veces rápida). Las heces tienen un color normal y la
orina suele ser clara, salvo en los recién nacidos que tienen una
hemólisis muy intensa.
Desde el punto de vista analítico, se observa anemia, eritro-
blastosis e hiperreticulocitosis. En estas situaciones, el riesgo de
ictericia grave con afectación neurológica (ictericia nuclear) es
relativamente elevado. Varios estudios se han centrado en el
pronóstico de las ictericias neonatales graves y han propuesto
explicaciones para la aparición de una ictericia nuclear [11, 12].
Las incompatibilidades sanguíneas fetomaternas deben
sospecharse en primer lugar. La incompatibilidad Rhesus (Rh)
cada vez es menos frecuente: la prueba de Coombs es positiva,
de tipo IgG, la ictericia es intensa y el riesgo es muy elevado si
no se aplica un tratamiento. La prevención es el tratamiento de
elección y debe proponerse a todas las mujeres Rh negativas
mediante la administración sistemática de gammaglobulinas
anti-D en las 48 horas posteriores al parto o a cualquier
procedimiento realizado durante la gestación (amniocentesis,
biopsia del trofoblasto, etc.).
Las demás hemólisis son más frecuentes en la actualidad y se
trata en la mayoría de las ocasiones de una incompatibilidad en
el sistema ABO, en la que la madre es del grupo O y el recién
nacido del grupo A o B. En esta situación, la hemólisis puede
manifestarse desde el primer recién nacido. Es menos grave y
menos precoz que la hemólisis que se observa durante la
incompatibilidad Rh. La prueba de Coombs suele ser negativa.
Se debe revisar siempre al niño al mes de vida, porque a esta
edad la anemia alcanza su máximo valor.
Las hemólisis constitucionales, en especial las enzimopatías
del eritrocito (déficit de G6PD) y las enfermedades de la
membrana del eritrocito (esferocitosis hereditaria) pueden
manifestarse en el período neonatal. El déficit de G6PD es
frecuente y su diagnóstico debe sospecharse en todos los recién
nacidos que tengan ictericia y que sean de origen africano o
cuyas familias sean originarias de la cuenca mediterránea. La
esferocitosis hereditaria puede producir signos clínicos y
analíticos idénticos, pero el origen geográfico de las familias es
distinto (familias caucásicas). El diagnóstico de enfermedad de
la membrana del eritrocito, en especial el de una esferocitosis
hereditaria, puede establecerse ante la existencia de anteceden-
tes familiares (hay que hacer de forma sistemática un árbol
genealógico) y por el estudio de los eritrocitos del niño y/o de
sus progenitores mediante ektacitometría.
La asociación de una enzimopatía o de una esferocitosis
hereditaria con una enfermedad de Gilbert aumenta el riesgo de
que se produzca una ictericia y, si ésta aparece, su intensidad
suele ser más marcada y su duración más prolongada. Las
hemoglobinopatías (drepanocitosis, talasemia) no suelen
manifestarse en el recién nacido y en este período de la vida no
causan una hiperbilirrubinemia no conjugada.
Por último, hay que recordar que cualquier infección neona-
tal, tanto vírica como bacteriana o parasitaria, puede acompa-
ñarse de una hemólisis causante de hiperbilirrubinemia no
conjugada. Se debe recordar la relevancia de buscar estos signos
de infección en todos los recién nacidos con ictericia y de
prescribir un tratamiento adecuado ante la mínima duda.
Ictericias prolongadas
Hiperproducción de bilirrubina
Es la situación que se produce cuando la hemólisis neonatal
persiste más allá del 10.° día, cuando un cefalohematoma y/o
los hematomas relacionados con un traumatismo obstétrico
siguen en proceso de reabsorción.
“ Puntos fundamentales
Ante una colestasis neonatal (coluria, decoloración de las
heces, hepatomegalia), el diagnóstico de atresia biliar
debe sospecharse de forma sistemática por delante de
todas las demás causas. Hay que pensar en la
administración de vitamina K por vía parenteral.
E – 4-002-R-30 ¶ Diagnóstico de la ictericia neonatal
4 Pediatría
5. Déficit transitorio de la captación, el transporte
y la conjugación de la bilirrubina
Es lo que ocurre en la ictericia de la lactancia materna, que
se produce en alrededor del 3% de los lactantes. Aparece hacia
el 5.° o 6.° día de vida. Es moderada y aparece de forma aislada.
Persiste varias semanas, mientras el niño mantiene la lactancia.
Desaparece en varios días si se interrumpe la lactancia. Es
totalmente benigna y no requiere ninguna medida terapéutica,
una vez que el diagnóstico se ha establecido con certeza [13]. Por
tanto, antes de aceptar el diagnóstico de ictericia de la lactancia
materna, hay que asegurarse de la ausencia de otras causas.
Parece que la ictericia de la lactancia materna es más frecuente
si la madre ha tenido una subida de la leche precoz y abun-
dante. Se debe olvidar la recomendación extendida durante
mucho tiempo que proponía calentar la leche materna a 56 °C
durante 10 minutos antes de darla al niño. Esta actitud tenía
como principal consecuencia una interrupción prematura de la
lactancia materna, mucho más perjudicial para el recién nacido
(y, en menor grado, para su madre) que la persistencia de una
ictericia moderada durante unas semanas. Cuando el diagnós-
tico es seguro, se puede continuar la lactancia con total
tranquilidad, sin el menor riesgo neurológico para el niño.
Hipotiroidismo congénito
Afecta a alrededor de 1/4.000 niños en países como Francia y
forma parte del programa de cribado sistemático. La ictericia
neonatal pocas veces aparece de forma aislada, sino que suelen
observarse otros signos de hipotiroidismo (bradicardia, hipoter-
mia, tránsito lento). Una vez establecido el diagnóstico, la
ictericia desaparece unos días después de la administración del
tratamiento hormonal sustitutivo.
Déficits constitucionales de la glucuronoconjugación
de la bilirrubina
En ellos se engloban la enfermedad de Gilbert y la de
Crigler-Najjar.
La enfermedad de Gilbert es muy frecuente y totalmente
benigna. Se relaciona con un déficit parcial de la actividad de
la bilirrubina glucuroniltransferasa. Su incidencia clínica se
estima en un 5-8% de la población. Parece seguro que la
enfermedad de Gilbert no puede, por sí sola, causar una ictericia
neonatal. En cambio, desempeña un papel destacado como
cofactor al acelerar el desarrollo de la ictericia neonatal en los
recién nacidos a término, al favorecer la persistencia de la
ictericia después de los períodos habituales, porque aumenta el
riesgo de ictericia intensa en un recién nacido que tenga una
hemólisis constitucional. Se dispone de la posibilidad de
establecer el diagnóstico molecular de la enfermedad de Gilbert
en el laboratorio desde hace varios años (puede realizarse con
0,5-1 ml de sangre). Permite, en los casos difíciles y/o dudosos,
confirmar con facilidad la existencia de una enfermedad
benigna [14]. Los estudios moleculares han confirmado que la
enfermedad de Gilbert se transmite de forma autosómica
recesiva. También hay que recordar que la ictericia que acom-
paña a la estenosis hipertrófica del píloro es una manifestación
precoz de la enfermedad de Gilbert.
La enfermedad de Crigler-Najjar es excepcional, pues se
estima que afecta a alrededor de 1/1.000.000 de niños. Se
trasmite de forma autosómica recesiva. La ictericia neonatal
suele ser precoz, muy intensa y la mayor parte de los niños
debe recibir una o varias exanguinotransfusiones. Se distinguen
dos tipos, según si el tratamiento inductor con fenobarbital es
ineficaz (tipo I) o eficaz (tipo II); los niños que tienen una
enfermedad de tipo II deben tomar fenobarbital de por vida. En
los que tienen una enfermedad de tipo I, el riesgo de ictericia
nuclear es mayor, a cualquier edad (incluida la edad adulta) si
no se ha realizado un tratamiento radical. El diagnóstico de
enfermedad de Crigler-Najjar se sospecha en estas circunstancias
tan especiales, sobre todo cuando los padres son consanguíneos
(algo muy frecuente). En la actualidad es posible, gracias a la
identificación de las bases moleculares de la enfermedad,
confirmar el diagnóstico mediante un estudio genético [15]. La
heterogeneidad alélica es grande, pero existen casos de efecto
fundador, como en Túnez [16]. El papel de la biopsia hepática es
cada vez más reducido. El tratamiento se basa en la fototerapia,
asociada en ocasiones a los quelantes de la bilirrubina. Más
adelante, el trasplante hepático sigue siendo en la actualidad el
único tratamiento radical de esta enfermedad. Sin embargo, los
proyectos de terapia génica muestran avances alentadores (la
rata Gunn, que es un modelo animal de la enfermedad, se ha
podido curar con distintos métodos de transferencia de genes
que utilizan varios tipos de vectores virales) y es posible que en
los próximos 5 años se propongan ensayos clínicos en el ser
humano.
■ Conclusión
La ictericia neonatal sigue siendo una afección frecuente. Las
hiperbilirrubinemias no conjugadas son con gran diferencia la
causa más habitual de esta situación. Por lo general, se trata de
una ictericia simple que se cura sola. Sin embargo, no debe
perderse de vista que algunos diagnósticos deben establecerse de
forma urgente, bien por un riesgo de neurotoxicidad de la
bilirrubina o bien por una indicación quirúrgica que debe
realizarse con rapidez.
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“ Puntos fundamentales
Las hiperbilirrubinemias no conjugadas son frecuentes.
Existe un riesgo de ictericia nuclear. Las causas principales
son la ictericia simple, la infección, las hemólisis
neonatales constitucionales (enzimopatías de los
eritrocitos, enfermedad de la membrana eritrocítica) y la
ictericia por lactancia materna.
.
Diagnóstico de la ictericia neonatal ¶ E – 4-002-R-30
5Pediatría
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Para saber más
www.chu-rouen.fr/ssf/./ictereneonatal.html
P. Labrune (philippe.labrune@abc.aphp.fr).
P. Trioche-Eberschweiler.
V. Gajdos.
Service de pédiatrie, Centre de référence des maladies héréditaires du métabolisme hépatique, Hôpital Antoine-Béclère, 157, rue de la Porte-de-Trivaux, BP
405, 92141 Clamart, France.
Cualquier referencia a este artículo debe incluir la mención del artículo original: Labrune P., Trioche-Eberschweiler P., Gajdos V. Diagnostic de l’ictère du
nouveau-né. EMC (Elsevier Masson SAS, Paris), Pédiatrie, 4-002-R-30, 2010.
Disponible en www.em-consulte.com/es
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