La religión católica gravita a la vez como factor de cohesión de la Nación y como motivo de su división. Esa reelaboración de las memorias no se encaró con el pacto de fin de hostilidades de los dos partidos llamado Frente Nacional de 1958. Y al no haberse hecho, a partir de los años 60 las nuevas violencias terminaron por enraizar casi mitológicamente su razón de ser en aquella otra violencia intergeneracional no resuelta en la memoria.