Este documento describe la relación entre la diversidad cultural y la biodiversidad. Explica que cada comunidad desarrolla elementos culturales únicos al interactuar con su entorno local, como alimentos, artefactos y costumbres. También describe cómo los agricultores mantienen y gestionan la agrobiodiversidad a través de prácticas y conocimientos tradicionales, y cómo esto preserva la diversidad genética de cultivos. Finalmente, resalta que la diversidad cultural y los conocimientos locales de los agricultores son fundamentales para conservar la variabilidad
licenciatura-ciencias-ambientales una nueva visión
Lectura 3 tema 7
1. Material de exclusivo uso didáctico
Lectura 3. La diversidad cultural como base para la apropiación social del patrimonio
natural y como diversidad de saberes
Diversidad cultural
En la eterna y benefactora relación que ha existido entre el ser humano y su entorno
inmediato, son muchas las experiencias que se han desarrollado para lograr satisfacer sus
necesidades, puesto que allí encontró sus alimentos cuando era nómada, alivió sus problemas
de salud cuando estaba enfermo, fabricó sus artefactos para realizar arte sano y construyó su
hábitat para resguardarse y sobrevivir a las inclemencias del clima. Esa relación entre el ser
humano y su entorno, propiciada por el ensayo y error, ha favorecido la creación de elementos
culturales que identifican una comunidad al tener alimentos propios, artefactos locales,
utilizar recursos de la zona, realizarle danzas y ritos a sus dioses y riquezas y por sobre todo
a mantener unas costumbres sociales y comunitarias que fortalecen el desarrollo endógeno y
sustentable de nuestras sociedades.
Pero como lo hemos señalado, no solo existe un único ecosistema planetario que genere
los recursos suficientes para satisfacer esas necesidades humanas, nos hemos dado cuenta de
la infinita posibilidad de encontrarnos con entornos y ambientes muy diversos que ofrecen
animales, plantas, microorganismos, hongos, bacterias para la satisfacción de las necesidades
humanas. Cada comunidad tendrá las propuestas técnicas y tecnológicas para saber
aprovechar su entorno y en la medida que lo valore también lo podrá mejorar y conservar.
Esa relación SER HUMANO-ENTORNO, que en un principio se establecía para la
satisfacción animalista de un mamífero evolucionado, se empieza a consolidar como
instrumento para evolucionar del Homo silvestre, al Homo con sabiduría y todo ello a partir
de la posibilidad de generar cultura; una cultura instrumentalizada a partir de la utilización
de una técnica y la tecnología sobre el ecosistema inmediato. Así de esta manera logró
transformar el entorno a su amaño, buscando con ello perpetuar su raza, sus costumbres y sus
intereses. (Ángel, 1996)
La relación entre ecosistema y cultura no solo se crea a través de la técnica, sino que
involucra igualmente la manera como los humanos se relacionan entre sí mediante una red
simbólica con la que se teje y se transmite la cultura. Una red de costumbres, sabidurías,
2. Material de exclusivo uso didáctico
cosmogonías y percepciones que permitieron y permiten el uso de los recursos naturales para
su sobrevivencia y bien estar. Da cuenta de ello nuestros antepasados que en una relación
simbiótica con su entorno inmediato identificaron sus plantas medicinales, sus suelos
sagrados, sus emblemas y ofrendas, sus predicciones y miedos, todo ello a partir de un
ejercicio simbólico real como el de saber leer la naturaleza (LECTURALEZA).
¿Cuántas culturas tendremos entre nuestra región andina, latinoamericana y tropical?, no
lo sabemos pero si podríamos conjeturar que en cada ecosistema en donde el ser humano ha
logrado llegar como individuo pensante, sabio y consciente, ha generado un marco lógico de
interpretación que ha hecho posible la transformación de su entorno para la satisfacción de
su bienestar, creando así elementos culturales que lo identifican como nativo, campesino,
indígena, afrodescendiente, citadino o simplemente ciudadano del mundo.
El vínculo entre la agrobiodiversidad y los agricultores. Diversidad cultural
El agricultor es quien administra la agrobiodiversidad a través del diseño de los cultivos,
la selección de variedades y razas animales, el control de adversidades y otras prácticas
culturales utilizadas. Por eso se considera la diversidad cultural como parte de la
agrobiodiversidad
Desde la evolución de la agricultura, se vienen desarrollando técnicas adaptadas al suelo,
clima y cultura y tradiciones de cada zona, muchas de las cuales persisten en la actualidad.
Estas prácticas tradicionales y conocimientos agrícolas asociados, desarrollados en vínculo
con los recursos naturales, difieren según los distintos grupos de agricultores de acuerdo a
sus características ambientales, técnicas y socioculturales (Gargoloff et al., 2011).
Por ejemplo, para hacer un uso óptimo del espacio y los recursos, las estrategias de
diversificación utilizadas en distintas regiones pueden ser policultivos, agroforesteria,
cultivos en distintos pisos o zonificaciones según la altitud.
Los sistemas basados en prácticas tradicionales presentan una gran diversidad de cultivos
y variedades adaptadas. En los Andes, por ejemplo, se cultivan hasta 50 variedades de papa
(Altieri & Nicholls, 1994). Los agricultores que cultivan variedades locales conservan las
semillas para sembrarlas de nuevo. Además, desarrollan la diversidad genética de las plantas
que cultivan, a través de la selección dirigida a favorecer características de interés como el
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sabor, productividad, resistencia a plagas y enfermedades (Altieri, 2000; UNEP, 2000).
Mantienen también, áreas naturales con plantas silvestres emparentadas a los cultivos y
plantas aromáticas y de uso medicinal, entre otros. Estos sistemas constituyen reservas de
diversidad genética in-situ (áreas de conservación en el lugar que se produce). Incluso en la
Región Pampeana Argentina, muchos de los productores agrícola-ganaderos conservan
variedades de semillas (especies de uso agrícola y forrajero) adaptadas a sus condiciones
ambientales, para sembrarlas periódicamente (Iermanó, com.pers., 2013).
Los recursos genéticos conservados en las fincas resultan fundamentales para la
producción agropecuaria y la seguridad alimentaria en el futuro. Además, representan la
seguridad alimentaria de los propios agricultores y su reproducción social. Muchos
agricultores mantienen la estrategia de diversificar, como un seguro para enfrentar el cambio
ambiental o las necesidades sociales y económicas cambiantes. De hecho, sembrar varias
especies de cultivos estabiliza los rendimientos en el largo plazo, mejora la productividad y
aumenta al máximo la reinversión en el sistema en condiciones de niveles bajos de
tecnologías y recursos limitados (Nicholls & Altieri, 2012).
Los conocimientos locales de los agricultores resultan, entonces, fundamentales para
mantener y acrecentar la variabilidad genética, la diversidad de prácticas productivas, para
diseñar sistemas múltiples de cultivo (agrícolas, agroforestales) y, por último, incrementar la
heterogeneidad paisajística, todo lo cual contribuye a mantener una cierta sustentabilidad
(Díaz-Bautista et al., 2008).
Referencias Bibliográfica
Aledo, A.; García, F.; Salas, I. Universidad de Alicante. La crisis ambiental y su
interpretación sociológica.
Krainer, A.; Chaves, A. (2017), Naturaleza y cultura Un acercamiento desde la
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Mosquera, R.; Arévalo, A. (2009). Universidad Nacional Abierta y a Distancia. Escuela
de Ciencias Agrícolas, Pecuarias y del Medio Ambiente. Contenido didáctico del curso
Biodiversidad.
Universidad Bolivariana de Venezuela. Guía de Estudio Sociodiversidad y
Biodiversidad.