1. ÓRGANO OFICIOSO DEL ARZOBISPADO DE SAN SALVADOR. 09 de Julio de 2023
Año LXXI Nº 6219 $ 0.30
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Vayan y Predíquen
el Evangelio
12° Cuadernillo
2. 2 09 de Julio de 2023
Iglesia Local
Iglesia Local
Celebración patronal en honor al
Apóstol San Pedro
Bajo un ambiente de
solemnidad y devoción, la
Parroquia San Pedro Apóstol en
Teotepeque, La Libertad, fue el
escenario de una significativa
celebración en honor al Apóstol
San Pedro, patrono de la Ciudad
de Roma. La destacada ocasión
contó con la presencia del Señor
NuncioApostólico, Mons. Luigi
Roberto Cona, quien ofició la
Santa misa patronal.
La Santa Misa patronal fue
concelebrada por Mons. José
Luis Escobar Alas, Arzobispo
de San Salvador, quien se sumó
a esta conmemoración tan
especial. También se unieron
al altar Pbro. Steve Ballega,
en representación del Obispo
de Cleveland, y Pbro. John T.
Ostrowski, párroco de la iglesia,
junto a otros distinguidos
sacerdotes.
Además de la veneración
al Apóstol San Pedro y en
un ambiente de fervor, la
Santa misa también sirvió
como ocasión propicia para
celebrar dos acontecimientos.
En primer lugar, se festejó el
vigésimo quinto aniversario de
los Misioneros de Cleveland
en la parroquia San Pedro
Apóstol, un cuarto de siglo de
entrega y servicio dedicados
a la comunidad. La fructífera
labor y el compromiso de estos
misioneros fueron reconocidos
y enaltecidos en esta
conmemoración tan especial.
Por otro lado, la misa patronal
fue el marco perfecto para
celebrar el Aniversario de
ordenación sacerdotal del
Pbro. John Ostrowski. En un
momento de profunda gratitud
y alegría, se recordó y se
encomendó al Señor el camino
de fe y el servicio pastoral del
Pbro. Ostrowski, quien ha sido
un guía espiritual valioso para
la feligresía de la parroquia San
Pedro Apóstol y un ejemplo
de entrega y dedicación al
sacerdocio.
Reunión mensual del Clero arquidiocesano
El pasado martes, en la Parroquia San José de la Montaña, se llevó a
cabo la reunión mensual del clero arquidiocesano. Contó con la presencia
de Mons. José Luis Escobar Alas, Cardenal Gregorio Rosa Chávez, Pbro.
Octavio Cruz, Pbro. Reinaldo Sorto Martínez y Pbro. Edwin Henríquez.
La reunión, donde asistieron un buen número de sacerdotes de la
arquidiócesis, el Señor Arzobispo animo a la pastoral sobre el tema de
la misión en relación a su Sexta Carta Pastoral “Vaya y prediquen el
Evangelio”, también se habló sobre el año dedicado al natalicio de Mons.
Rivera Damas, entre otros aspectos dedicados a la arquidiócesis y el
informe sobre la pastoral de la salud de la arquidiócesis de San Salvador.
Dentro del homenaje a monseñor Rivera, algunos sacerdotes mayores
compartieron sus testimonios sobre la convivencia con Mons. Rivera
3. 3
09 de Julio de 2023
LA REVELACIÓN DE DIOS (I)
Conocer a dios
San Salvador, 09 de julio de 2023
José Luis Escobar Alas
Arzobispo de San Salvador
Antes de ascender a los cielos dijo el Señor a los suyos: El que crea y se bautice se salvará (Mc 16, 16). La cuestión es que, hoy
como en pasados siglos cuando las crisis de fe a nivel mayoritario afloran1
, surge la pregunta: ¿Puede el ser humano conocer a
Dios y creer en Él? ¿Es capaz de hacerlo?
Innegablemente, a partir del siglo XX, la humanidad depositó su confianza con gran fuerza en la técnica, especialmente aquella
generación proveniente de un mundo que desconocía los avances de ésta. El teólogo Ratzinger (Papa Benedicto XVI) ejemplifica
esta actitud con la llegada del hombre a la luna. No hubo quien se sustrajera a la emoción de saber que el hombre había alcanzado
la luna y puesto un pie en ella2
. Pero, prontamente esa alegría, esa euforia provocada por ese logro tildado como una victoria de
la humanidad, se desvaneció. El ser humano era capaz de llegar a la luna más era incapaz de impedir que año tras año miles
de incluso millones de hombres mueran de hambre; no puede ofrecer una existencia dignamente humana a millones de hombres
hermanos; no es capaz de terminar la guerra y de enjugar la creciente marea del delito3.
Aun así, la humanidad siguió adormecida y alucinada por los avances tecnológicos. No faltó quien fortaleciera el adormecimiento
afirmando que Yuri Gagarin – el primer hombre en viajar al espacio – dijera: “Estoy en el cielo y no veo a ningún Dios aquí
arriba”4. Esas palabras eran un engaño que buscaba favorecer al ateísmo socialista. Gagarin nunca lo dijo. Al igual que su madre,
era ortodoxo, y se sabe que poco antes de subir a la nave, bautizó a su pequeña hija. Sin embargo, muchos cayeron embaucados
negándose a creer en Dios. Para muchos fue, y sigue siendo más fácil creer en la ciencia, en la tecnología que, en Dios. Aducen
que la tecnología es comprobable, da pruebas de ser real y fidedigna; en cambio Dios, no. Los grandes logros tecnológicos
prometen riqueza, fama y poder.
Tristemente, para algunos conocer a Dios es cosa de signos, de pruebas o de comprobaciones. Recuerdan estas aspiraciones a
la de aquellos fariseos que buscaron a Jesús para pedirle una señal (cf. Mc 8, 11-13); señal que no fue concedida. Sin embargo,
la decisión del ser humano de negarse a conocer a Dios, de rechazar a Dios, no anula en él la capacidad de conocerlo. Es más,
aunque se niegue a conocerlo, existe en su interior el deseo de Dios porque ha sido creado por Dios y para Dios (CIC 27).
A otra porción de la humanidad, tal vez no sea la ciencia o la tecnología quien la lleve a olvidar, desconocer o rechazar a Dios (cf.
CIC 29). Tal vez, el origen de esa actitud está en la ignorancia o indiferencia religiosas, los afanes del mundo y de riquezas, el
mal ejemplo de los creyentes, las corrientes del pensamiento hostiles a la religión o la rebelión contra el mal del mundo (cf. CIC
29). En otros, existe un deseo de ocultarse a Dios y a su llamada (cf. CIC 29) porque – como señalaba Ratzinger – es más fácil
escapar a nosotros mismos, huir de la profundidad de nuestra existencia al sopor de cualquier comodidad5 y evitar a Dios que
impulsa siempre a la acción, al compromiso por cambiar la historia de pecado en historia de gracia.
Como sea, ninguna de estas actitudes anula la capacidad de conocer a Dios. En el momento que decida buscar a Dios, encontrará
en sí mismo esa capacidad. Los Padres Conciliares así lo confirmaron: Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser
conocido con seguridad por la luz natural de la razón humana, partiendo de las criaturas"; pero enseña que hay que atribuir
a Su revelación "el que todo lo divino que por su naturaleza no sea inaccesible a la razón humana lo pueden conocer todos
fácilmente, con certeza y sin error alguno, incluso en la condición presente del género humano (DV 6). Esto significa que, si la
humanidad rechaza u olvida a Dios, Dios no cesa de llamarlo para que le busque y al encontrarlo viva y encuentre la dicha (CIC
30). La decisión final está en manos de la humanidad.
Si decide buscarlo deberá poner todo el esfuerzo de su inteligencia y rectitud de voluntad para encontrarlo (cf. CIC 30), vendrá
en su ayuda la comunidad cristiana con su testimonio similar de búsqueda; y por supuesto, el mundo con su incomparable orden
y belleza (cf. CIC 32). Hombre y mundo se convierten así en vías de conocimiento de Dios (cf. CIC 31), vías para acceder a su
conocimiento (cf. CIC 31) o vías para acercarse a Dios (cf. CIC 31); pues ambos, hombre y mundo, atestiguan que no tienen en
sí mismo ni su primer principio ni su fin último, sino que participan de Dios que es el Ser en sí, sin origen y sin fin (cf. CIC 34).
Finalmente, en esta búsqueda por conocer a Dios, Dios vendrá en auxilio de la creatura. Es lo que llamamos la revelación de Dios,
algo de lo cual estaremos tratando en la siguiente catequesis.
1 Sería inexacto afirmar que las crisis de fe son un fenómeno propio de los dos últimos siglos. Joseph Ratzinger
escribía en los setenta: La crisis del presente es solo la reanudación, aplazada largo tiempo, de lo entonces
empezado. En: Joseph Ratzinger, Fe y futuro. Editorial Sígueme. Salamanca, España (1973), p. 69.
2 Ibidem, p. 63.
3 Ibidem, p. 63.
4 https://biteproject.com/astronautas-cristianos/ o https://www.religionenlibertad.com/ciencia_y_fe/35315/
gagarin-en-el-espacio-nunca-dijo-no-veo-a-dios-aqui.html
5 Joseph Ratzinger, Fe y futuro. Editorial Sígueme. Salamanca, España (1973), p. 75.
− IV −
4. 4 09 de Julio de 2023
Llamados a servir: Dos diáconos se
ordenan en sacerdotes
El pasado sábado 1 de julio, la Catedral Metropolitana de San
Salvador fue el escenario para la celebración de la Santa Misa de
Ordenación Presbiterial de los diáconos Óscar J. López y Diego
José Márquez.
La misa, llena de emotividad y fervor religioso, congregó a
bastantes feligreses en la Catedral Metropolitana. La ordenación
presbiterial es un momento de gran importancia en la vida de
aquellos hombres que han dedicado su vida al servicio de Dios y
de la Iglesia.
La Santa Misa fue presidida por Mons. José Luis Escobar Alas,
quien pronunció las palabras de ordenación sobre los diáconos
Óscar J. López y Diego José Márquez, confiriéndoles el sacramento
del orden sacerdotal. Fue concelebrada por Mons. Rafael Urrutia,
Canciller de la Arquidiócesis, el Pbro. Jesús García Vargas, Rector
del Seminario Redemptoris Mater, y numerosos sacerdotes de la
arquidiócesis, quienes acompañaron y brindaron su apoyo a los
nuevos presbíteros en este importante momento de sus vidas.
El Señor Arzobispo, en su homilía, destacó la importancia de la
labor sacerdotal y el compromiso que implica servir a la comunidad.
Al finalizar su homilía brindo una recomendación a los nuevos
presbíterosavivirconfervorydedicaciónsuvocaciónacompañados
con la Santísima Virgen María: "Quiero recomendarles a nuestros
hermanos Diego José y José Carlos, quienes hoy se ordenan, que
emprendan con entusiasmo esta grandiosa y maravillosa aventura
en el sacerdocio. Su plena identificación y unión total con Cristo
Jesús, el Sumo y Eterno Sacerdote, les guiará en este nuevo camino
que inician ahora. A medida que se embarquen en esta misión,
los acompaña la Santísima Virgen, que estará con ustedes para
protegerlos, encomendarles y conducirles amorosamente. Que su
mano maternal les guíe siempre en este Santo ministerio y obtenga,
de su Divino Hijo, todas las gracias necesarias para llevar a cabo la
misión que el Señor ha confiado en sus manos".
Diáconos Diego José Márquez y Óscar López, ordenados
presbíteros de nuestra Iglesia
Mons. José Luis, junto a los nuevos sacerdotes Diego José Márquez
y Óscar López; y sacerdotes del equipo formador del Seminario
Redemptoris Mater
9. 9
09 de Julio de 2023
La importancia de la fe en la vida
profesional
Camino espiritual
Camino espiritual
omenzamos esta reflexión,
reconociendo que el bautismo es
el sacramento inicial de la fe. Los
cristianos hemos sido bautizados,
en el nombre del padre, del hijo,
y del Espíritu Santo (Mateo 28, 19) en todos
los bautizados, la fe debe crecer, después del
bautismo, por eso la Iglesia, celebra cada
año, en la noche pascual, la renovación de las
promesas bautismales.
El bautismo es la fuente de la vida nueva, en
Cristo, de la cual brota toda la vida cristiana,
la fe es una virtud teologal, que cada cristiano
hemos recibido por medio de la transmisión
de la fe.
Nuestros padres y padrinos, están en el deber
y obligación de ayudar al nuevo bautizado,
en su camino, a la vida cristiana, conforme
hemos ido creciendo en gracia, sabiduría, y
madurez espiritual, también debemos de ir
creciendo cada vez más en el conocimiento
de las verdades eternas, y por esta razón la
Iglesia, como madre y maestra nos ofrece el
sacramentodelaconfirmaciónyelsacramento
de la eucaristía para robustecernos en nuestra
fe y ser verdaderos y auténticos testigos de
Cristo, y a extender y defender la fe, que
hemos recibido con palabras, y testimonio de
vida.
Cuando cada uno de nosotros elegimos
una profesión, como ingenieros, doctores,
abogados, etc., nos desarrollamos con el
espíritu de Cristo.
Que importante es la fe en el ejercicio de
nuestrasprofesiones,quesirveparaejecutar,el
trabajo con toda honestidad y responsabilidad,
dando a conocer implícitamente que somos
verdaderos Cristianos.
Así pues, "Alos laicos, corresponde", dice el
Concilio Vaticano II, por su propia vocación,
extender el reino de Dios, gestionando los
asuntos temporales según Dios, en el siglo, es
decir, en todos y cada uno de los deberes y
ocupaciones del mundo, y en las condiciones
ordinarias de la vida familiar, social, y
comunitaria con la que su existencia esta
como entretejida, porque desempeña su propia
vocación, con un espíritu evangelizador,
contribuyendo a la santificación del mundo,
con el llamado universal a la santidad.
Hoy, como nunca, la humanidad exige de
profesionales santos.
El mundo actual necesita de testigos de la fe,
que proclamen con libertad de espíritu, que
Jesús, vive en cada corazón, que se convierte,
laabundanciadeloshombresymujeressantos,
ya sea en el servicio ministerial, de la Iglesia
y muy principalmente en la vida pública,
necesitamos cristianos comprometidos en las
responsabilidades y exigencias que requiere
el Estado de vida cristiana, el llamado es
para todos “Sed santos como vuestro padre
celestial es santo” (Mateo 5; 48), así mismo el
divino maestro, y modelo de toda perfección,
el señor Jesús, predico a todos y cada uno
de sus discípulos, cualquiera que fuera su
condición profesional, la santidad de vida, de
la que él es iniciador, es pues, completamente
claro, que todos los fieles, de cualquier estado
o condición, están llamados a la plenitud de la
vida, y a la perfección de la caridad “Lumen
Gentium n°40”.
¿Y de esta manera, como decía San Juan
Bosco “Ser verdaderos cristianos y honrados
ciudadanos”, siendo fermentos en una
sociedad, donde cada día, pierde la fe en Cristo
Jesús, por eso el Evangelio, nos dice ¿Cuándo
venga el hijo del hombre, encontraría fe
sobre la tierra? (San Lucas 18) Es necesario y
urgente que cada bautizado tenga un encuentro
personal con Jesús resucitado, para que su fe
se acreciente y está viva en el ejercicio de su
vida profesional.
El señor nos dice, no sigan la corriente
del mundo, en que vivimos, sino más bien,
transfórmense a partir de lo que dice San
Pablo: “Renovados en la mente y el Espíritu”
(Efesios 4; 5).
Así podrán distinguir, cuál es la voluntad
de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada, lo
que es perfecto (Romanos 12; 2), recordemos
siempre en este peregrinar de vida, a los
héroes de la fe, para no caer en el pensar que
solo intelectual es lo más importante, esto es
bueno, pero tiene que estar equilibrado con la
fe cristiana que profesamos.
En la actualidad, lastimosamente lo religioso
muchos lo van marginando de sus vidas, y así
nos encontramos en una sociedad secularizada
en donde el relativismo moral, tiende a apartar
a Dios de la sociedad, el pecado está presente
en la historia del hombre: Sería vano intentar
ignorarlo o dar a esta oscura realidad otros
nombres, recordemos que la fe es un don de
Dios, nadie puede producir fe en su vida, la
fe se recibe como regalo de Dios, el medio
de que se vale Dios para entregarnos a la fe,
es su palabra, que penetra en nosotros, toca el
corazón, y si ese corazón abre la puerta, llega
la fe, regalo de Dios.
San Pablo describió bien este proceso
espiritual cuando afirmo: La fe viene como
resultado de oír, y lo que se oye es el mensaje
de Cristo (Romanos 10; 17).
Sin embargo, no basta escuchar la palabra,
la palabra interpela y pide una respuesta.
Esta respuesta es como abrir la puerta del
corazón, para recibir la fe y tratar de ser
profesionales útiles a Dios, a la patria, a la
Iglesia, y a la sociedad.
Escrito por: Pbro. Arturo Soriano González
C
10. 10 09 de Julio de 2023
Vida de Santos
San Benito
Fuente:VaticanNews
El pensamiento benedictino, la linfa de
Europa
Las enseñanzas de San Benito, nacido
en Nursia en torno al 480 d.C., son una
de las levaduras más fuertes para el
nacimiento de la cultura europea, tras la
decadencia de la civilización romana.
Es el punto de partida para la difusión de
centros de oración y de hospitalidad. No es
solamente faro del monacato, sino también
un manantial providencial para pobres y
peregrinos. “Deberíamos preguntarnos”,
escribe el historiador Jacques Le Goff,
“a qué excesos se habría visto abocada la
gente del Medievo, si no se hubiera alzado
esta voz grande y dulce”. Una voz en la
que se detiene un biógrafo de excepción:
San Gregorio Magno, en el Libro II de los
“Diálogos”.
“Un astro luminoso en un siglo oscuro”
Para San Gregorio es “un astro luminoso”
en una época marcada por una grave crisis
de valores. Procede de una familia noble
de la región de Nursia. En el lugar donde
se según la tradición estaba la casa natal
del santo, fue construida la basílica de
San Benito. Su vida, desde la juventud,
está marcada por la oración. Los padres,
acomodados, lo envían a Roma para
asegurarle una adecuada formación. Pero
aquí, relata San Gregorio Magno, encuentra
a jóvenes dados a la mala vida y arruinados
por el vicio. Benito, disgustado por ese
estilo de vida, deja Roma. Llega primero a
una localidad llamada Effide (hoy Affile), y
después vive como eremita, en una cueva
de Subiaco; destinada a convertirse en el
monasterio benedictino “Sacro Speco”.
Este periodo de soledad precede a una
etapa fundamental en su camino: la llegada
a Montecasino. Aquí, entre las ruinas de
una antigua acrópolis pagana, San Benito
y algunos discípulos construyen la primera
abadía de Montecasino.
La Regla
A San Benito, hermano de Santa
Escolástica, se le atribuyen numerosos
milagros. El milagro más duradero del padre
de la orden benedictina, es la composición
de la Regla, escrita en torno al 530 d.C. Es
un manual, un código de oración para la vida
monástica. El estilo es familiar. Desde el
prólogo hasta el último de los 73 capítulos,
Benito exhorta a los monjes a aguzar “el
oído del corazón” y a “no desesperar nunca
de la misericordia de Dios”: «Escucha,
hijo, estos preceptos de un maestro, aguza
el oído de tu corazón, acoge con gusto esta
exhortación de un padre entrañable y ponla
en práctica, para que por tu obediencia
laboriosa retornes a Dios, del que te habías
alejado por tu indolente desobediencia».
Oración y trabajo
«La ociosidad -escribe San Benito en la
Regla- es enemiga del alma; por eso han
de ocuparse los hermanos a unas horas en
el trabajo manual, y a otras, en la lectura
divina”. Oración y trabajo no están en
contraposición, sino que establecen entre
si una relación simbiótica. Sin oración, no
es posible el encuentro con Dios. La vida
monástica definida por San Benito como
«una escuela del servicio del Señor», no
puede prescindir del trabajo concreto. El
trabajo es una extensión de la oración. «El
Señor –recuerda San Benito– espera que
respondamos diariamente con obras a sus
santos consejos».
11. 11
09 de Julio de 2023
Ángelus
Plaza De San Pedro
Domingo, 2 De Julio De
2023
DIRECTORIO
Daniel González
Diseño y Corrección
Pbro. Simeón Reyes
Editor
Pbro. Carlos Chavarría
Colaborador
Pbro. Edwin Henríquez
Director
Como un Rio
Escrito por: Antonio Bohórquez, sj,
PastoralSJ
n hombre tenía una finca
cruzada por un río. Cerca de la
orilla había una cabaña donde
pasaba la primavera. El cauce
bajaba cargado de agua del
deshielo de las montañas. Habitaba por
aquellos alrededores toda clase de pajarillos
que convertían la mañana en un agradable
concierto. Al llegar el verano el río disminuía
su caudal y el hombre marchaba a otro lugar
donde poseía una casa más confortable.
Una primavera, al volver a la cabaña de la
ribera, observó que el nivel del agua había
aumentado considerablemente. El hombre
aprovechó la oportunidad y construyó un
canal para que el agua llenara un hermoso
estanque. Podría permanecer más tiempo
junto al río disfrutando de la paz y la frescura
que se respiraba junto al estanque.
Un día al despertar comprobó que el nivel
del agua subía y subía. Sin pensarlo mucho se
puso manos a la obra y comenzó a construir
un dique para que el río no lo invadiera todo.
Quería conservar su tranquilidad. Pasaba los
días y las noches vigilando el río. Aquel lugar
de paz se convirtió en una carga. Necesitaba
controlarlo.
Tantos días estuvo trabajando que, derrotado
por el cansancio, cayó en un profundo sueño.
Mientras dormía, el río aumentó tanto su
caudal que rebasó por completo el dique. Todo
quedó inundado. El sueño de aquel hombre
por convertir su finca en un rico jardín parecía
haberse roto.
Pasaron tres días y el agua comenzó a
descender.Al volver el río a su cauce brotaron
miles de flores. Ese verano los árboles dieron
frutos más grandes y sabrosos que nunca.
El hombre comprendió que hay fuerzas
contra las que no se puede luchar. Desde
entonces vivió en la cabaña y miraba al río de
otra manera. Comprendió que era imposible
modificar su cauce. Nunca más intentaría
controlarlo. Dejando al río ser río encontró la
paz verdadera.
Dios es como un río que nos cruza y nos
llena de vida. A veces, cuando le encontramos
(o mejor, cuando Él nos encuentra) tenemos la
tentación de jugar a controlarlo y manejarlo a
nuestro antojo. Se nos olvida que no podemos
encerrarlo en nuestras conveniencias y
esquemas. Cuando Él quiere y como Él
quiere se salta los diques que construimos…
y siempre para darnos vida.
U
La Voz del Papa
La Voz del Papa
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos
días!
En el Evangelio de hoy Jesús dice: «El que
recibe a un profeta porque es profeta, tendrá
recompensa de profeta» (Mt 10,41). Tres
veces la palabra “profeta”. Pero, ¿quién es
el profeta? Hay quien lo imagina como una
especie de mago que predice el futuro; pero
esta es una idea supersticiosa y el cristiano no
cree en las supersticiones, como la magia, las
cartas, los horóscopos o cosas similares. Entre
paréntesis: muchos, muchos cristianos van a
que les lean las manos… ¡Por favor! Otros
pintan al profeta solo como un personaje
del pasado, que existió antes de Cristo para
preanunciar su llegada. Y Jesús mismo hoy
habla de la necesidad de acoger a los profetas;
por lo tanto, existen todavía, pero, ¿quiénes
son? ¿Quién es el profeta?
Profeta, hermanos y hermanas, es cada uno
de nosotros: de hecho, con el Bautismo todos
recibimos el don y la misión de la profecía
(cf. Catequismo de la Iglesia Católica 1268).
Profeta es aquel que, en virtud del Bautismo,
ayuda a los demás a leer el presente bajo
la acción del Espíritu Santo. Esto es muy
importante: leer el presente no como una
crónica, sino bajo la acción del Espíritu Santo,
que nos ayuda a comprender los proyectos de
Dios y a corresponderlos. En otras palabras,
el profeta es aquel que muestra Jesús a los
demás, que da testimonio de Él, que nos
ayuda a vivir el hoy y a construir el mañana
según sus planes. Por lo tanto, todos somos
profetas, testigos de Jesús «para que la virtud
del Evangelio brille en la vida diaria, familiar
y social» (Lumen Gentium, 35). El profeta es
un signo vivo que muestra Dios a los demás,
el profeta es un reflejo de la luz de Cristo
en el camino de los hermanos. Y entonces,
podemos preguntarnos: Yo, que fui “elegido
profeta” en el Bautismo, ¿hablo y, sobre
todo, vivo como testigo de Jesús? ¿Llevo un
poco de su luz a la vida de alguien? ¿Yo me
interrogo sobre esto? ¿Me pregunto cómo va
mi testimonio, como va mi profecía?
El Señor en el Evangelio pide acoger a
los profetas; por lo tanto, es importante que
nos acojamos unos a otros como tales, como
portadores de un mensaje de Dios, cada uno
según su estado y su vocación y hacerlo allí
donde vivimos, es decir, en la familia, en la
parroquia, en las comunidades religiosas,
en los demás ámbitos de la Iglesia y de la
sociedad. El Espíritu ha distribuido dones
de profecía en el santo Pueblo de Dios: he
aquí por qué está bien escuchar a todos. Por
ejemplo, cuando hay que tomar una decisión
importante, viene bien sobre todo rezar,
invocar al Espíritu, pero después escuchar y
dialogar, con la confianza de que cada uno,
incluso el más pequeño, tiene algo importante
que decir, un don profético que compartir.
Así se busca la verdad y se difunde un clima
de escucha de Dios y de los hermanos, en el
que las personas no se sienten acogidas solo
si dicen lo que me gusta, sino que se sienten
aceptadas y valoradas como dones por lo que
son.
¡Pensemos en cuántos conflictos se
podrían evitar y resolver así, poniéndose
en escucha de los demás con el sincero
deseo de comprenderse! Preguntémonos
entonces: ¿Yo sé acoger a los hermanos y a
las hermanas como dones proféticos? ¿Creo
que los necesito? ¿Los escucho con respeto,
con el deseo de aprender? Porque cada uno
de nosotros necesita aprender de los demás,
cada uno de nosotros necesita aprender de los
demás.
Que María, Reina de los Profetas, nos ayude
a ver y a acoger el bien que el Espíritu ha
sembrado en los demás.
12. 12 09 de Julio de 2023
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