1. HEDONÉ: UNA FILOSOFÍA DE LA FELICIDAD
Wilmer Casasola R.
Hedoné: una filosofía de la felicidad (2010). InformaTEC. Perspectivas. Publicación
del Instituto Tecnológico de Costa Rica. Nº 307
El pensamiento ético de Epicuro
Epicuro fue un filósofo griego que nació hacia el año 341 y murió hacia el 270 a.
C., y creador de una doctrina ética llamada hedonismo. Tenía aproximadamente
32 años cuando adquirió una casa con un gran jardín, alejada un poco del centro
de Atenas, en la que fundó una escuela filosófica, más popularmente conocida
como el Jardín de Epicuro. Allí confluyeron diversas personas buscando paz y
felicidad, entre ellos mujeres, esclavos, y sus discípulos, unidos todos por
estrechos lazos de amistad.
La filosofía práctica de Epicuro es simple: “el placer es principio y fin del vivir
feliz”. Sin embargo, en la doctrina de Epicuro el placer no debe entenderse
desmedidamente. En efecto, hay una jerarquía de los placeres de los cuales hay
que alcanzar un uso razonable. De esta manera, los placeres se pueden 1)
favorecer si son naturales y necesarios; se pueden 2) admitir si son naturales, pero
no necesarios; y 3) evitar los que no son ni naturales ni necesarios.
Dado que el placer es el principio y el fin del vivir feliz, Epicuro cree que no se
puede elegir cualquier placer, sino que hay momentos en los que se debe soslayar
muchos placeres cuando éstos causan más molestias que placer, y en
consecuencia, felicidad. En efecto, aunque el placer es el objetivo final de una
vida feliz, dice Epicuro que no se trata de “los placeres de los vicios”, sino por el
contrario, del placer que evite el dolor en el cuerpo y la perturbación en el alma.
Una vida feliz y placentera para Epicuro es lograr la serenidad del alma o
2. ataraxia, que requiere a la vez ser una persona autárquica, una persona que sepa
ser autosuficiente y contar con la prudencia para saber elegir bien.
Epicuro considera que todas las virtudes nacen de la prudencia, esto es, de la
frónesis o sabiduría práctica. La prudencia, afirma Epicuro, “enseña que no es
posible vivir placenteramente sin vivir sensata, honesta y justamente, ni vivir
sensata, honesta y justamente sin vivir con placer.” El placer es la medida del
buen vivir. No un placer desordenado, sino un placer prudentemente
reflexionado.
Volver al Jardín de Epicuro
La filosofía también puede verse como una terapia para las dolencias del alma.
Filosofía para esa interioridad psicológica que da cuenta de nosotros mismos y
que a ratos se siente dolida por el vaivén de la vida. La Filosofía, para parodiar a
Aristóteles, se predica de muchas maneras. Así, puede hablarse de una Filosofía
Académica o de una filosofía coloquial o dialogal, que fue la forma como Sócrates
inició sus andanzas filosóficas por Atenas, y que es la forma como hoy podríamos
entablar un diálogo filosófico con muchas personas. En fin, lo han dicho, Jasper,
Bochensky, Láscaris, y con toda seguridad muchos otros filósofos alrededor del
mundo: todo hombre se hace filósofo alguna vez en su vida, esto porque es
imposible no filosofar. Claro que en esto hay jerarquías en cuanto al
razonamiento filosófico, pero lo importante es no dejar de filosofar. La gente deja
de filosofar y huye de la Filosofía cuando se intenta instaurar o legitimar una
Filosofía. Esos dogmatismos filosóficos son el cáncer de la Filosofía.
Nos hace falta una cierta inteligencia filosófica para aplicarla a nuestra vida
diaria. No existe idea, por absurda que parezca, que no contribuya a la realización
de una acción práctica. Las ideas de Epicuro son por todos conocidas. Incluso, no
hace falta ser un agudo filósofo para caer en cuenta que el placer nos procura una
vida feliz. Quien esto negara está verdaderamente jodido. La sabiduría de los
antiguos tiene vigencia hoy, y Epicuro nos ofrece una filosofía para la vida feliz.
Veamos
En la época que nos toca vivir, la época del estrés y de la depresión, hay que
volver la mirada hacia la ataraxia, hacia la serenidad del alma. La sociedad
altamente industrializada y mecanizada que envuelve al mundo en la actualidad,
ha creado un virus psicológico mortal que nos deteriora a diario la posibilidad
3. de una vida feliz. Este virus, el estrés y su manifestación funesta, la depresión, es
el causante de nuestra perturbación del alma, o si se quiere, de nuestra
perturbación emocional. La serenidad se marchita, el placer decae, la felicidad se
marcha para no volver en nombre de una neurosis artificial que justifica
nefastamente la ingesta de fármacos que envenenan el cuerpo y la mente.
Esta serenidad del alma se logra a través de una sabiduría práctica. La prudencia,
eso que los griegos llamaban frónesis, es la medida que evita caer en el exceso de
los placeres que luego provocarán dolor. Podríamos sentirnos felices saciando
nuestros apetitos, cualquiera sean estos, pero si no tenemos la prudencia, luego
vendrá el dolor. El placer de fumar (cualquier cosa), de tomar licor, de comprar,
de jugar, de comer, etc., son placeres en sí mismos, pero sin la justa medida
devienen luego en dolor. Ahora bien, pese a que unos placeres proporcionan
cierto bienestar, recordemos lo que Epicuro enseña: evitar los placeres que no son
ni naturales ni necesarios.
Es imposible negar que el placer sea motivo del vivir feliz. La prudencia, esta
sabiduría práctica, es la herramienta racional que nos brindaría la serenidad del
alma y la posibilidad de gozar del placer sin caer en los excesos que más bien
perturbarían nuestra dimensión emocional y física, en una palabra, nuestra vida.
Epicuro sabía que la sensatez, la honestidad y la justicia eran condiciones
necesarias para llevar a cabo un hedonismo con prudencia. En eso consiste la
frónesis: en vivir placenteramente de manera sensata, honesta y justa. No sólo
una sensatez, honestidad y justicia con nuestra propia vida, sino también con la
vida del otro. Porque el placer nuestro puede ser el dolor del otro. El otro punto
que sugiere Epicuro es inverso: no se puede vivir de manera sensata, honesta ni
justa sin vivir con placer. Es decir, una vida feliz basada en el placer ha de buscar
prudentemente a la vez la sensatez, la honestidad y la justicia tanto en la propia
persona como en la persona de los demás. Y en esto hay que recordar a Kant: las
personas no somos un medio, sino un fin en sí mismas.
El hedonismo es una filosofía de la felicidad, una filosofía del placer de vivir bien.
Y podría pensarse aceleradamente que hoy vivimos sumidos en un hedonismo,
pero no es así. La época del estrés posiblemente se prolongue cada día más hasta
llegar a ser el siglo del estrés y de la depresión donde seremos seres psicóticos
bajo la presión de un mundo acelerado que nos separa del otro. Volver a recobrar
la serenidad del alma en este mundo turbulento puede dar como resultado una
nueva filosofía del placer y de la felicidad. Hay muchos placeres. Epicuro sabía
que la amistad era motivo de placer, y de ahí que haya creado su Jardín. Nos
4. hemos olvidado del placer de la amistad. Hoy tenemos compas, no amigos. Una
vida feliz es también una vida de amistad.