La ira es una emoción que surge de la frustración de las metas de los individuos y que motiva conductas agresivas dirigidas a enfrentar obstáculos o mostrar que las conductas de ataque son inapropiadas. La ira implica procesos subjetivos, emociones como la irritación y la rabia, y procesos cognitivos asociados a la hostilidad. Las personas pueden controlar la ira de forma interna, externa o mediante el control de la ira.
2. La ira es el componente emocional del complejo AHI (Agresividad-Hostilidad-Ira).
La hostilidad hace referencia al componente cognitivo y la agresividad al
conductual. Dicho síndrome está relacionado con trastornos psicofisiológicos,
especialmente las alteraciones cardiovasculares (Abascal y Martín, 1994).
Muchas son las definiciones
que tiene el concepto
emoción, muchas de las
cuales la han remitido a una
mera conexión entre un
estado de ánimo y una
respuesta fisiológica, pero la
emoción es por mucho más
que sólo eso, es lo que
determinaría la forma en
que percibimos el medio
que circundante y sería por
consiguiente una respuesta,
de diversas áreas del
organismo, a un estímulo
externo que se le presenta.
De acuerdo a Magai (1996, citado en Pérez, Redondo, &
León, 2008), la ira sería una emoción que se origina a
partir de las dificultades a que se ven enfrentadas las
metas de los individuos, dificultades que
desencadenarían en resultados frustrantes que
provocarían a su vez un efecto colateral en el propio
sujeto y en la relación que establece con su entorno;
esta emoción movilizaría al sujeto a enfrentar los
obstáculos y a mostrar a los demás que resulta
inapropiado el ataque con conductas agresivas.
3. Johnson (1990, citado en Pérez,
Redondo, & León, 2008), consideraría
la ira como un estado emocional
compuesto por otros sentimientos
como irritación, la furia y la rabia; los
que estarían siendo acompañados por
la activación del sistema nervioso
autónomo, el sistema endocrino y la
tensión muscular.
De acuerdo a Smith (1994, citado en
Pérez, Redondo, & León, 2008) la ira,
cómo emoción sólo motivaría
tendencias o impulsos hacia conductas
agresivas, conductas que bien podrían
estar dirigidas a otros o hacia si
mismo.
De acuerdo a lo expuesto anteriormente, la ira
expresada correspondería a una conducta de
tipo agresiva que deviene de un suceso de un en
el que se siente rabia o ira; la cual puede
expresarse hacia adentro (hacia sí mismo) o
hacia afuera(hacia otros). Experimentar ira,
estaría relacionado a procesos subjetivos, a las
emociones relacionadas con la ira y a los
procesos cognitivos asociados con la hostilidad.
Esta experiencia, estaría referida a la
periodicidad, intensidad y/o duración del estado
emocional en el que predominan sentimientos
de rabia. Por otro lado la expresión de la ira,
correspondería a una respuesta de intercambio
frente a la hostilidad del medio y que serviría
como una manera de normalizar el displacer
emocional producto de las relaciones
interpersonales conflictivas.(Pérez, Redondo, &
León, 2008)
4. Los modelos neurológicos han
evolucionado desde los
planteamientos iniciales de la
unidimensionalidad de la activación,
a la existencia de al menos dos
sistemas de activación. El primero de
ellos estaría organizado por el córtex
cerebral, implicaría a las estructuras
cerebrales superiores y determinaría
especialmente procesos cognitivos y
rendimiento. El otro sistema de
activación implicaría estructuras
subcorticales y estaría directamente
relacionado con el estado emocional.
Algunas de las aportaciones más
relevantes del sistema emocional de
activación han puesto de manifiesto
tanto la relevancia de determinados
centros cerebrales en la producción
de reacciones emocionales, tales
como el cerebro reptiliano y cerebro
mamífero antiguo como de las
estructuras responsables de las
cualidades hedónicas del refuerzo en
el sistema límbico.
En la actualidad parece asumido que, pese a que las estructuras subcorticales son de
especial relevancia en los sistemas emocionales básicos, el papel del córtex no solamente
se ciñe a ejercer efectos inhibidores sobre dichas reacciones afectivas, sino que está
involucrado principalmente en la experiencia emocional, especialmente en lo que hace
referencia a los procesos cognitivos característicos de la emoción.
Así, en el caso concreto de la ira, la respuesta fisiológica se caracteriza por un
incremento de la frecuencia cardiaca y la tensión arterial sistólica, además de un aumento
de la resistencia vascular periférica, de modo que la tensión arterial diastólica sube (al
contrario de lo que sucede con el miedo). En el sistema neuroendocrino, el efecto de la
ira y de la agresión ofensiva (en humanos y en primates no humanos) supone unos
niveles altos de testosterona (hormona vinculada a la conducta agresiva y dominante), así
como niveles bajos de cortisol. Ya en el sistema nervioso central, destaca la actividad
cerebral asimétrica de los lóbulos frontales que se produce cuando experimentamos
emociones. En este contexto, existen dos modelos conceptuales. Por un lado, el modelo
de valencia emocional, según el cual la región frontal izquierda del cerebro se halla
implicada en la experiencia de emociones positivas, mientras que la región frontal
derecha se relaciona más con las emociones negativas. El segundo modelo, de dirección
motivacional, vincula la región frontal izquierda con la experiencia de emociones que
provocan el acercamiento, y la región frontal derecha con las emociones que incitan a la
retirada.
5. En la tradición conductista las emociones se entienden como respuestas condicionadas que se
generan cuando un estímulo neutro se asocia con un EI que es capaz de causar una respuesta
emocional intensa. Las primeras elaboraciones teóricas, puestas de manifiesto por Watson
(Watson y Rayner, 1920; Watson, 1925), dieron pie a otras aportaciones como la teoría de los
dos factores (Mowrer, 1947) en la que se defiende que la adquisición y consolidación de la
respuesta emocional (en este caso fobias) se desarrolla en dos etapas, una primera de
adquisición de la RC mediante condicionamiento clásico y una segunda de consolidación, en la
que la conducta de evitación de los EC's produce un alivio de la RC, respuesta que se mantiene
mediante reforzamiento negativo. Posteriormente, Rescorla y Solomon (1967) desarrollan la
teoria moderna de los dos procesos, en la que se pone de manifiesto cómo puede producirse
una reacción emocional tanto en el proceso de condicionamiento clásico, como en el operante,
en función de si los Ed's, o EC's indican presencia o ausencia de contingencias aversivas o
apetitivas. El valor de este modelo estriba en que pueden establecerse predicciones acerca de
los efectos de dicha reacción emocional en la conducta operante, concretamente cómo la
reacción emocional puede fortalecer o debilitar la conducta establecida previamente.
6. Respecto del control o afrontamiento emocional en
relación a la ira, se habla de 3 estilos:
Ira interna, quien experimenta sentimientos de enojo
o irritación, suprime o anula esos sentimientos antes de
expresarlos ya sea de forma verbal o física.
Ira externa, al contrario del anterior, la persona que
experimenta estos sentimientos los exterioriza
mediante conductas agresiva, verbales o físicas,
orientándolas hacia terceras personas, u objetos.
Control de la ira, el sujeto que tiene sentimientos de
rabia, busca mecanismos que le permitan disminuir,
tanto la intensidad, como la duración de ellos,
resolviendo de forma juiciosa la situación o problema
que haya generado los sentimientos negativos de rabia
o enojo
7. El trastorno explosivo intermitente (abreviado TEI) es
un trastorno del comportamiento caracterizado por
expresiones extremas de enfado, a menudo hasta el
punto de rabia incontrolada, que son
desproporcionadas respecto a las circunstancias en
que se producen. Actualmente, dentro del Manual
diagnóstico y estadístico de los trastornos
mentales (DSM-IV TR) se categoriza dentro de
los trastornos del control de impulsos, junto a
la cleptomanía (robo de objetos llamativos para la
persona afectada), la piromanía (provocación de
incendios), la tricotilomania (descontrol en comerse y
arrancarse el cabello) y al juego patológico antes
conocido como ludopatía, entre otros.
La agresión impulsiva no es premeditada, y se
define como una reacción desproporcionada ante
cualquier provocación, real o percibida como tal.
Algunos pacientes han referido experimentar
cambios afectivos justo antes del estallido de ira
(estrés, cambios de humor, etc.).
El tratamiento puede conllevar una mezcla de terapia cognitivo-
conductual y tratamiento farmacológico. La terapia puede ayudar
al paciente a reconocer los impulsos para facilitar la adquisición
de un mayor nivel de conciencia y control de los accesos de ira, así
como a tratar el estrés emocional que acompaña estos episodios.
Existen diversos tratamientos farmacológicos indicados para este
tipo de pacientes. Los antidepresivos tricíclicos y los inhibidores
selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) como
la fluoxetina, la fluvoxamina y la sertralina parecen aliviar algunos
de los síntomas psicopatológicos. Los estabilizadores de
ánimo gabaérgicos y las drogas anticonvulsivas como
la gabapentina, el litio y la carbamazepina parecen ayudar a
controlar la aparición de los accesos de
ira. Los ansiolíticos ayudan a aliviar la tensión y pueden favorecer
la reducción de los ataques de ira mediante el incremento de la
tolerancia a los estímulos que los provocan, y están especialmente
indicados en pacientes que también sufren de un trastorno
obsesivo-compulsivo, u otros trastornos de ansiedad.