La ira es una emoción universal que involucra respuestas fisiológicas, cognitivas y de comportamiento. Fisiológicamente, la ira aumenta la presión arterial y los niveles de hormonas como la adrenalina. Cognitivamente, la ira surge de pensamientos como percepciones de injusticia. En términos de comportamiento, la ira puede conducir a la agresión, aunque no necesariamente. Controlar la ira implica cambiar los pensamientos para tener expectativas más realistas y no enojarse tan fácil
1. Republica Bolivariana de Venezuela
Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior
Universidad Yacambú
La Ira
Julio-2017
Estudiante
Daniela Rodríguez
2. Ira
La ira, rabia , enojo o furia es una emoción que se expresa a través del resentimiento o de la irritabilidad. Los
efectos físicos de la ira incluyen en aumento del ritmo cardíaco, de la presión sanguínea y de los niveles de
adrenalina y noradrenalina. Algunos ven la ira como parte de la respuesta cerebral de atacar o huir de una
amenaza o daño percibidos. La ira se vuelve el sentimiento predominante en el comportamiento,
cognitivamente, y fisiológicamente cuando una persona hace la decisión consciente de tomar acción para
detener inmediatamente el comportamiento amenazante de otra fuerza externa. La ira puede tener muchas
consecuencias físicas y mentales.
3. La ira como todas las demás emociones es una reacción compleja en la que se ponen en funcionamiento
tres tipos de respuestas:
1- La primera es una respuesta corporal, en la que nuestro cuerpo se activa para la defensa o el ataque.
Nuestro ritmo cardiaco aumenta al igual que nuestra respiración se acelera, nuestros músculos se tensan y
el flujo sanguíneo se dispara preparándonos para actuar ante una amenaza percibida.
Cuando este estado de excitación permanece estamos más predispuestos a actuar de forma impulsiva
llegando a emitir conductas agresivas.
2- La segunda es una respuesta cognitiva, es decir, depende de nuestra manera de interpretar las
situaciones. Cuando estamos inmersos en una situación, esta por si sola no tiene ningún valor emocional,
es la valoración personal que hacemos de ella la que le confiere un significado. De esta manera, las
emociones están en función de nuestros pensamientos, así que cuando interpretamos una situación como
un abuso, una injusticia, una falta de respeto o como un obstáculo para conseguir una meta, sentimos ira.
Pensamientos del tipo "esto es intolerable", "como se atreven a tratarme así" "pero quien se cree que es",
"la vida se empeña en ponerme trabas" etc., son el combustible perfecto para incrementar y prolongar los
sentimientos de ira aumentando la posibilidad de ser agresivos.
3- La última respuesta de la ira tiene que ver con la gestión conductual en estas situaciones. La conducta en
estas circunstancias está orientada para defendernos de aquello que se interpone un nuestro camino y para
ello se genera una energía interna que mueve a la "destrucción" del obstáculo. Ahora bien, no debemos
confundir la emoción de la ira con la agresividad, ya que ésta es una de las múltiples maneras de gestión
emocional. Experimentar y expresar la ira a través de la agresividad depende de las conductas que hayamos
aprendido a lo largo de nuestra vida.
4. Es importante considerar que la ira es una emoción básica y universal. Básica porque está al servicio de la
supervivencia a partir de tres funciones: la facilitación del desarrollo rápido de conductas de defensa y ataque,
la vigorización de la conducta y la regulación de la interacción social. A su vez, es universal porque cualquier
miembro sano de la especie experimenta ira. Por lo tanto, enfadarse no solo es normal, sino, necesario.
En el sistema neuroendocrino, el efecto de la ira en humanos y en primates no humanos supone niveles altos
de testosterona (hormona vinculada a la conducta agresiva y dominante), así como niveles bajos de cortisol, y
en el sistema nervioso central, destaca la actividad cerebral asimétrica de los lóbulos frontales que se produce
cuando se experimentan estas emociones.
5. Los Estados Emocionales representan un hecho significativo para el campo educativo, puesto que a partir del
dominio y manejo de las emociones se pueden transformar las prácticas de enseñanza y aprendizaje de una manera
significativa. De allí que si se trabaja adecuadamente con las emociones se estimularía a los estudiantes en la
aprehensión de aprendizajes tanto para la vida personal como la vida profesional, es decir en este proceso van a
adquirir aprendizajes de calidad. Desde esta explicación, los estudiantes que sientan apatía por los estudios, pueden
ser nuevamente estimulados y motivados bajo un ambiente amoroso que acoge como lo plantean Turner y Céspedes
(2004) y Millan (2008) en la Pedagogía de la Ternura.
Las emociones presentan un componente fisiológico, donde las manifestaciones orgánicas más fáciles de apreciar
durante los estados emocionales son consecuencia de la acción del sistema nervioso autónomo, que a su vez está
subordinada a la acción de los centros hipotalámicos de acuerdo a la teorías surgidas en la Neurociencia, donde los
impulsos que reciben los órganos a través del sistema simpático, cuyo mediador químico es la adrenalina, son los
responsables de la mayor parte de los cambios violentos que se producen en los estados emocionales, los cuales al
estimularse el simpático, la medula suprarrenal (localizada sobre los riñones) segrega adrenalina y noradrenalina a la
sangre.
Las hormonas adrenalina y noradrenalina aceleran el ritmo cardiaco y respiratorio, aumentan la presión sanguínea
por ello es que una persona enojada se enrojece y siente calor en su piel, hace surgir la famosa "piel de gallina", se
dilatan las pupilas para que entre más luz aumente la agudeza visual, hace que el hígado segregue más glucosa a la
sangre y por tanto que los músculos tengan mayor fuerza. Además, aumentan la sudoración para refrescar el cuerpo.
6.
7. Las causas del enojo o la ira son complejas. Incluso hasta los investigadores y psicólogos admiten que el
fenómeno no se entiende del todo. De hecho, todos los seres humanos reaccionan ante ciertos hechos
desencadenantes.
La ira es una reacción límite, es la necesidad de afirmar el propio yo. Un disparador de la ira puede ser
algo que molesta o irrita, a menudo el resultado de la mala conducta o de la injusticia sufrida. Pueden
entrar en juego cuando uno se siente humillado, como resultado de un insulto o un gesto grosero.
Esta ira también puede ser el resultado de que una persona sienta amenazada su autoridad o su
reputación. Por supuesto, los factores desencadenantes varían de persona a persona, dependiendo de la
edad, sexo, cultura, educación, etc. Asimismo, factores como el estrés pueden estar vinculados a la ira.
Reprimir la ira hace mal a la salud psicofísica. Los problemas de salud son varios, incluyendo cuadros de
depresión. Asimismo, se manifiestan daños y dolores físicos de índoles psicosomático, como úlceras y el
padecimiento de fuertes dolores de cabeza y migrañas.
8. Saber cómo controlar la ira es la clave. Si tú vives en un ambiente hostil, donde los ánimos
se caldean por cuestiones triviales, afrontarás los problemas de la vida enojado. Incluso, si
no puedes evitar por completo a las personas o cosas que son los factores
desencadenantes, igualmente puedes aprender a controlar la forma en que reaccionas a
estos factores.
Esto implica un cambio en el pensamiento. Quien por lo general tiene expectativas muy
altas, tiene más problemas para controlar la ira porque cuándo algo no está a su altura
puede ser fácilmente decepcionado e irritado. Para combatir esta forma de perfeccionismo
es bueno saber y convencerse de que nadie es perfecto, porque si no viviremos toda la
vida enojados.